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Terrorismo e Infancia en Colombia. Consecuencias Psicológicas y Psiquiátricas

Enviado por Dr. Walter Ponton


Partes: 1, 2

    1. Terrorismo
    2. Efectos del terrorismo en las víctimas
    3. Epidemiología de los trastornos relacionados con eventos traumáticos
    4. Curso de los trastornos relacionados con eventos traumáticos
    5. Tratamiento de los trastornos relacionados con evento traumático
    6. Discusión
    7. Conclusiones
    8. Bibliografía

    Terrorismo

    Terrorismo es un hecho que corresponde a una organización, sea esta criminal, clandestina o institucionalizada, que actúa en forma habitual, en el mismo ámbito geográfico, dentro de una misma comunidad y con una serie de actos de violencia conducentes a sembrar el terror u otra serie de sentimientos timéricos análogos (1); Significa el uso de un "sistema de terror" y un proverbio chino describe su esencia operativa como "el arte de matar uno para aterrar diez mil".

    El término terrorista fue utilizado por los jacobinos durante su gobierno en la revolución francesa, entre agosto de 1792 y julio de 1794, que se caracterizó en un comienzo por la inspiración instintiva del terror para intimidar, recurriendo luego a la doctrina política y al aparato burocrático para potenciar el impacto terrorífico de sus acciones; utilizaron este sistema hasta el derrocamiento de Robespierre, definiéndose como terrorista todo aquel individuo que trata de imponer sus ideas mediante el miedo o el terror.

    El terrorismo siempre tiene la publicidad como meta, persigue un fin religioso, político, nacionalista, militar y/o económico y busca el temor o el terror para el logro de sus fines. La gran diferencia con la acción criminal es que el terrorista tiene la convicción que sus acciones están enteramente justificadas y son parte de una conducta social positiva y heroica, se considera un iluminado, un convencido de que logrará producir una conmoción en la realidad, de manera que el terror es el fatal resultado de un intento por cambiar el mundo. Las acciones del terrorismo subversivo como "acciones de guerra" buscan hacer aparecer a sus actores no como terroristas sino como guerrilleros, combatientes u otro titulo romántico y cautivador. El término guerrillero proviene de la guerra Española de independencia y se generalizo a partir de 1809, el de terrorista de la revolución francesa y, ambos tienen su propia y muy diferente connotación en el imaginario colectivo.

    Las victimas del terrorismo son de diversos tipos: Seleccionadas, cuando se atenta contra jueces, militares, políticos, religiosos, familiares o amigos de los sujetos seleccionados. Inintencionales como el peatón muerto por una bala perdida. Incidentales como el transeúnte tomado como rehén o victima de una explosión. Las víctimas simbólicas que se relacionan indirectamente con el objetivo pretendido o con representantes reales del enemigo, enviando el mensaje "la próxima vez puedes ser tu"; caracterizándose así la dimensión de irracionalidad del terrorismo, que escoge estas víctimas entre las que no son un peligro real para los agentes del terror ni para sus ideales, buscando efectos psicológicos sobre el grupo objetivo.

    Siempre se le considera un fenómeno macrosocial sin embargo algunos autores como Morgan (1) plantean también la existencia del terrorismo en ambientes microsociales como el escolar, el laboral, el familiar, el conyugal, etc.

    Efectos del terrorismo en las víctimas

    Existen tres formas en las que el terrorismo afecta una persona. El drama que rodea la acción destructiva. El escándalo referido al despliegue de irracionalidad, la negación de la justicia, el ignorar los valores y el fracaso de la razón. El misterio en torno al desconocimiento sobre la organización y los protagonistas del acto terrorista.

    Las victimas pueden dividirse en dos tipos La victima-victima quien sufre el impacto de la acción terrorista y los sufridores del terrorismo como los testigos, familiares, las autoridades y en general la sociedad. Considerando siempre que actos repetidos de terrorismo se asocian con un significativo estrés de la sociedad (26) y que, incluso los que presencian a distancia los efectos de un desastre o ataque pueden presentar patologías relacionadas con el estrés (40).

    Podría considerarse a las victimas del terrorismo como las victimas mas puras, pues son totalmente ajenas al acto que las convierte en tales, lo que facilita la definición de terrorismo como un proceso que busca la victimización de un inocente.La victima vive la acción como algo irracional, absurdo y ciego, con consciencia simultanea de encontrarse frente a una táctica de violencia maliciosa y premeditada, sintiendo entonces que ha sido tratado como "muñeco" para impresionar a una sociedad (1).

    Se presentan tres tipos de respuesta en la victima de acuerdo al tipo de contacto sostenido con el criminal La primera cuando no existe contacto como en el ataque con explosivos, el bioterrorismo, el terrorismo radiológico o el bioquímico La segunda cuando existe un contacto mínimo como en asaltos y la tercera cuando es prolongado como en los secuestros, la toma de rehenes o la tortura.

    Frente a una acción terrorista, criminal, violenta, súbita e inesperada, las victimas reaccionan inicialmente con un estado de "shock" que se acompaña de una sensación de irrealidad e incredulidad. Esto se denomina negación y responde a un poderoso estímulo instintual. Posteriormente cuando la negación es superada por la realidad aparecen sentimientos de espanto, miedo, temor o terror, emociones timéricas que se caracterizan por un campo de reacción psicológica muy limitado. Después de un periodo de tiempo, que varía de persona en persona, aparece la tercera fase, la depresión traumática que depende del contacto psicológico que se desarrolle entre la victima y el criminal. Finalmente se presenta la fase de resolución, en la que se integra la experiencia traumática, caracterizándose por actitud vigilante, revisión de los valores, así como cambios afectivos.

    La resolución del duelo en las victimas que han mantenido un contacto prolongado con los criminales, como en los secuestros y la tortura, así como en la toma de rehenes, se complica por la prolongación de la segunda fase en la cual los sentimientos timéricos son sobrecogedores, paralizantes, con sensación de inescapabilidad, presentando habitualmente conductas cooperativas y amistosas producidas por la disociación generada por el terror pudiendo llevar a desarrollar sentimientos de simpatía e identificación con el terrorista, el denominado síndrome de Estocolmo (1).

    Se considera que un evento es traumático en la infancia cuando este se encuentra fuera de las experiencias ordinarias de la niñez, si es horrorizante o implica riesgo para la vida, el bienestar físico o la seguridad personal (40). Sin embargo esta definición genera la duda sobre que podríamos considerar en Colombia una experiencia común en la infancia, más aún, si las experiencias traumáticas previas del niño predisponen a la presentación de patologías relacionadas con un evento traumático.

    Es en la infancia cuando se producen los efectos mas perturbadores y permanentes relacionados con episodios de terror, con tasas de síntomas de Trastorno de Estrés Postraumático (TSPT) de hasta el 70% a los 21 meses del evento en el caso de desastres naturales (4) (5) (40). En los niños es importante no solo lo que les ocurre a ellos sino también a sus padres, lo cual agrega al estrés y genera una falsa maduración precoz. Los hijos se tornan sobreprotectores, sienten gran culpa y su agresividad es muy baja (1). Su patología depende del nivel de exposición al evento traumático, así como el estrés que puede presentarse después del ataque y las adversidades ambientales a que quedan sometidos como empobrecimiento, perdida del hogar, pérdida de la escuela, de los amigos, dificultades para la alimentación, perdida de electricidad (4) o agua potable como en el caso de voladura de torres o de oleoductos; en general la pérdida de toda la red social.

    La investigación clínica se centra en los síntomas de ansiedad, de alertamiento y disociativos que se presentan inmediatamente después de que el niño es victimizado. La importancia de estos síntomas es considerada en el DSM-IV-TR con la adición del Trastorno por Estrés Agudo, en el que se reconoce la respuesta psicopatológica en el periodo inmediato al trauma y hasta un mes después. Incluye ansiedad y síntomas disociativos como componentes necesarios del diagnóstico y presenta posteriormente una mayor prevalencia de TSPT (13) (23).

    La depresión como comorbilidad empeora el pronóstico al relacionarse con niveles mas elevados de síntomas persistentes de TSPT, interfiriendo con la resolución sintomática.

    Los niños presentan más síntomas de internalizacion, retraimiento, depresión y ansiedad, problemas sociales y de atención. Las niñas muestran un importante aumento de síntomas depresivo ansiosos (5) y tienden a presentar niveles algo superiores de síntomas de TSPT que los niños (4); se presenta una mayor reducción de síntomas a los 21 meses en los niños (5).

    Los síntomas depresivos también presentan un patrón relacionado con el nivel de exposición, la severidad y persistencia del evento traumático, muertes grotescas, la contemplación de restos humanos, la muerte de los padres o de familiares, las circunstancias de esas muertes, las heridas sufridas por seres queridos, las amenazas hechas por los terroristas, el tipo de heridas y la incapacidad o desfiguración que produzcan, la destrucción o perdida de la residencia y estilo de vida en los casos de desplazamiento forzado. La severidad del TSPT y las reacciones depresivas están altamente correlacionadas y la perdida de miembros de la familia se correlaciona independientemente con cada una (9).

    Cuando se presentan quemaduras en los niños la magnitud del área corporal quemada no se relaciona con el TSPT directamente, pero si con síntomas de ansiedad y disociativos. La vía mediada por ansiedad de separación esta influenciada por la respuesta del niño al dolor agudo, y es inversamente proporcional a la edad del niño. La vía mediada por solo es influenciada por el área de superficie corporal quemada. También se reporta la aparición de ansiedad, fobias y enuresis; de los síntomas de ansiedad, la ansiedad de separación es especialmente importante en estos niños, pues la forma en que se produce el ataque, la quemadura en si y el tratamiento, que es largo y estresante. Frecuentemente implica separación de los padres en el momento que el niño mas los necesita (13). Debe también considerarse que el simple hecho de ser lastimado y/o hospitalizado ya implica un riesgo de presentación de trastorno por estrés agudo (15).

    El abuso sexual de niños y adolescentes como parte de la estrategia del terrorista para dominar a sus victimas produce severo daño psicológico tanto en el momento del abuso como años después, exhibiendo problemas de conductas internalizantes y externalizantes (20). Con mayor riesgo de desarrollar TSPT en los niños que presentan síntomas disociativos durante o después del trauma, pues las respuestas disociativas no permiten la expresión abierta de las emociones y cogniciones asociadas al trauma, lo que conlleva más re-experimentación y empeora el pronóstico. A más temprana edad el abuso predice la aparición de síntomas de ansiedad y alertamiento, pues entre mas jóvenes las victimas tienen menos capacidad de lenguaje y habilidades de identificación de emociones, lo que les hace mas difícil la expresión de pensamientos y sentimientos (17). La penetración, la duración del abuso, la frecuencia con que se realiza, el uso de fuerza y la existencia o no de una red social de apoyo, afecta la presentación de síntomas (18).

    Grupos de niños secuestrados o expuestos a tiroteos o disparos de francotiradores exhiben síntomas como sueños repetitivos, temores específicos relacionados con el evento, juego postraumático, cambios de conducta, reexperimentacion psico-fisiológica, conductual y disminución de las expectativas hacia el futuro. Sin embargo no llenan criterios para ser considerados como TSPT en la gran mayoría de los casos. No hay diferencias entre la presentación de síntomas de aquellos niños expuestos directamente al trauma de aquellos que observan el evento por televisión (40).

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