Indice1. Introducción 2. El efecto invernadero 3. Las consecuencias del recalentamiento global 4. Gases del invernadero 5. Zonas más afectadas 6. Cambios climáticos predichos para el siglo XXI 7. Posibles Soluciones
La temperatura de nuestro planeta es perfecta para la vida. Ni demasiada fría, como Venus, ni demasiada caliente, como Marte. Gracias a estas condiciones, la vida se extiende por todos sitios. La Tierra recibe el calor del Sol. Algunos gases de la atmósfera la retienen y evitan que parte de este calor se escape de retorno al espacio. Hoy día esta situación de equilibrio delicado esta en peligro a causa de la contaminación de la atmósfera, que provoca que los gases retengan mucho calor cerca de la superficie. Las temperaturas de todo el planeta han aumentado en el ultimo siglo y esto podría provocar un cambio climático a nivel mundial. El aumento del nivel del mar y otros cambios en el medio ambiente representan una amenaza para todos los seres vivos. El termino efecto invernadero hace referencia al fenómeno por el cual la Tierra se mantiene caliente y también al calentamiento general del planeta. Para mantener las condiciones ambientales optimas para la vida es indispensable que entendamos las relaciones complejas que se establecen entre la Tierra y la atmósfera.
La atmósfera de la Tierra está compuesta de muchos gases. Los más abundantes son el nitrógeno y el oxígeno (este último es el que necesitamos para respirar). El resto, menos de una centésima parte, son gases llamados "de invernadero". No los podemos ver ni oler, pero están allí. Algunos de ellos son el dióxido de carbono, el metano y el dióxido de nitrógeno. En pequeñas concentraciones, los gases de invernadero son vitales para nuestra supervivencia. Cuando la luz solar llega a la Tierra, un poco de esta energía se refleja en las nubes; el resto atraviesa la atmósfera y llega al suelo. Gracias a esta energía, por ejemplo, las plantas pueden crecer y desarrollarse. Pero no toda la energía del Sol es aprovechada en la Tierra; una parte es "devuelta" al espacio. Como la Tierra es mucho más fría que el Sol, no puede devolver la energía en forma de luz y calor. Por eso la envía de una manera diferente, llamada "infrarroja". Un ejemplo de energía infrarroja es el calor que emana de una estufa eléctrica antes de que las barras comiencen a ponerse rojas. Los gases de invernadero absorben esta energía infrarroja como una esponja, calentando tanto la superficie de la Tierra como el aire que la rodea. Si no existieran los gases de invernadero, el planeta sería, cerca de 30 grados más frío de lo que es ahora. En esas condiciones, probablemente la vida nunca hubiera podido desarrollarse. Esto es lo que sucede, por ejemplo, en Marte. En el pasado, la Tierra pasó diversos periodos glaciales. Hoy día quedan pocas zonas cubiertas de hielo. Pero la temperatura mediana actual es solo 4 ºC superior a la del ultimo periodo glacial, hace 18000 años. Marte tiene casi el mismo tamaño de la Tierra, y está a una distancia del Sol muy similar, pero es tan frío que no existe agua líquida (sólo hay hielo), ni se ha descubierto vida de ningún tipo. Esto es porque su atmósfera es mucho más delgada y casi no tiene gases de invernadero. Por otro lado, Venus tiene una atmósfera muy espesa, compuesta casi en su totalidad por gases de invernadero. ¿El resultado? Su superficie es 500ºC más caliente de lo que sería sin esos gases.Por lo tanto, es una suerte que nuestro planeta tenga la cantidad apropiada de gases de invernadero. El efecto de calentamiento que producen los gases se llama efecto invernadero: la energía del Sol queda atrapada por los gases, del mismo modo en que el calor queda atrapado detrás de los vidrios de un invernadero.En el Sol se producen una serie de reacciones nucleares que tienen como consecuencia la emisión de cantidades enormes de energía. Una parte muy pequeña de esta energía llega a la Tierra, y participa en una serie de procesos físicos y químicos esenciales para la vida. Prácticamente toda la energía que nos llega del Sol está constituida por radiación infrarroja, ultravioleta y luz visible. Mientras que la atmósfera absorbe la radiación infrarroja y ultravioleta, la luz visible llega a la superficie de la Tierra. Una parte muy pequeña de esta energía que nos llega en forma de luz visible es utilizada por las plantas verdes para producir hidratos de carbono, en un proceso químico conocido con el nombre de fotosíntesis. En este proceso, las plantas utilizan anhídrido carbónico y luz para producir hidratos de carbono (nuevos alimentos) y oxígeno. En consecuencia, las plantas verdes juegan un papel fundamental para la vida, ya que no sólo son la base de cualquier cadena alimenticia, al ser generadoras de alimentos sino que, además, constituyen el único aporte de oxígeno a la atmósfera. En la fotosíntesis participa únicamente una cantidad muy pequeña de la energía que nos llega en forma de luz visible. El resto de esta energía es absorbida por la superficie de la Tierra que, a su vez, emite gran parte de ella como radiación infrarroja. Esta radiación infrarroja es absorbida por algunos de los componentes de la atmósfera (los mismos que absorben la radiación infrarroja que proviene del Sol) que, a su vez, la remiten de nuevo hacia la Tierra. El resultado de todo esto es que hay una gran cantidad de energía circulando entre la superficie de la Tierra y la atmósfera, y esto provoca un calentamiento de la misma. Así, se ha estimado que, si no existiera este fenómeno, conocido con el nombre de efecto invernadero, la temperatura de la superficie de la Tierra sería de unos veinte grados bajo cero. Entre los componentes de la atmósfera implicados en este fenómeno, los más importantes son el anhídrido carbónico y el vapor de agua (la humedad), que actúan como un filtro en una dirección, es decir, dejan pasar energía, en forma de luz visible, hacia la Tierra, mientras que no permiten que la Tierra emita energía al espacio exterior en forma de radiación infrarroja.
A partir de la celebración, hace algo más de un año, de la Cumbre para la Tierra, empezaron a aparecer, con mayor frecuencia que la habitual en los medios de comunicación , noticias relacionadas con el efecto invernadero. El tema principal abordado en estas noticias es el cambio climático. Desde hace algunas décadas, los científicos han alertado sobre los desequilibrios medioambientales que están provocando las actividades humanas, así como de las consecuencias previsibles de éstos. En lo que respecta al efecto invernadero, se está produciendo un incremento espectacular del contenido en anhídrido carbónico en la atmósfera a causa de la quema indiscriminada de combustibles fósiles, como el carbón y la gasolina, y de la destrucción de los bosques tropicales. Así, desde el comienzo de la Revolución Industrial , el contenido en anhídrido carbónico de la atmósfera se ha incrementado aproximadamente en un 20 %. La consecuencia previsible de esto es el aumento de la temperatura media de la superficie de la Tierra, con un cambio global del clima que afectará tanto a las plantas verdes como a los animales . Las previsiones más catastrofistas aseguran que incluso se producirá una fusión parcial del hielo que cubre permanentemente los Polos, con lo que muchas zonas costeras podrían quedar sumergidas bajo las aguas. Sin embargo, el efecto invernadero es un fenómeno muy complejo, en el que intervienen un gran número de factores, y resulta difícil evaluar tanto el previsible aumento en la temperatura media de la Tierra, como los efectos de éste sobre el clima. Aún cuando no es posible cuantificar las consecuencias de éste fenómeno, la actitud más sensata es la prevención. El obtener un mayor rendimiento de la energía, así como el utilizar energías renovables, produciría una disminución del consumo de combustibles fósiles y, por lo tanto, de nuestro aporte de anhídrido carbónico a la atmósfera. Esta prevención también incluiría la reforestación, con el fin de aumentar los medios naturales de eliminación de anhídrido carbónico. En cualquier caso, lo importante es ser conscientes de cómo, en muchas ocasiones, nuestras acciones individuales tienen influencia tanto sobre la atmósfera como sobre la habitabilidad del planeta. Algunos de los gases que producen el efecto invernadero, tienen un origen natural en la atmósfera y, gracias a ellos, la temperatura superficial del planeta a permitido el desarrollo de los seres vivos. De no existir estos gases, la temperatura media global seria de unos 20ºC bajo cero, el lugar de los 15ºC sobre cero de que actualmente disfrutamos. Pero las actividades humanas realizadas durante estos últimos siglos de revoluciones industriales, y especialmente en las ultimas décadas, han disparado la presencia de estos gases y han añadido otros con efectos invernadero adicionales, además de causar otros atentados ecológicos. Es un hecho comprobado que la temperatura superficial de la Tierra está aumentando a un ritmo cada vez mayor. Si se continua así, la temperatura media de superficie terrestre aumentara 0,3ºC por década. Esta cifra, que parece a simple vista no excesiva, puede ocasionar, según los expertos grandes cambios climáticos en todas las regiones terrestres. La década de los años ochenta a sido la más calurosa desde que empezaron a tomar mediciones globales de la temperatura y los científicos están de acuerdo en prever que, para el año 2020, la temperatura haya aumentado en 1,8ºC. Para comprender el efecto invernadero es necesario describir brevemente como funciona el balance de energía de nuestro sistema climático:
Balance De Energía En Nuestro Sistema Climático De cada 100 unidades del flujo total de radiación solar (o de onda corta) que llega al tope de la atmósfera, 23 unidades son absorbidas por ésta: el O3 estratosférico y el vapor de agua troposférico absorben 19 unidades, y el agua líquida en las nubes 4 unidades. La superficie de los océanos y los continentes absorben 46 unidades. Las 31 unidades restantes son reflejadas hacia el espacio exterior: las nubes reflejan 17 unidades, la superficie del planeta 6 unidades, y los gases que componen la atmósfera dispersan hacia el espacio exterior 8 unidades. Estas últimas 31 unidades no participan en los procesos e interacciones del sistema climático. La energía absorbida por éste (69 unidades) es convertida en calor, movimiento de la atmósfera y de los océanos (energía cinética), y energía potencial.
3. Las consecuencias del recalentamiento global
Las consecuencias no serán uniformes geográficamente. El ciclo hidrológico se vera alterado por la mayor evaporación del agua (que a su vez refuerza el calentamiento), se prevé un aumento de las lluvias en las latitudes altas durante el invierno, e intensificación de las sequías del 5% de frecuencia actual a un 50% para el 2050. Una subida semejante significaría la contaminación de acuíferos, la recesión de costas y tierras húmedas, hasta el 15% de la tierra fértil de Egipto y el 14% de la de Bangladesh serian inundadas con la subida máxima prevista. Posiblemente se afecte la estabilidad de los bosques tropicales y su diversidad biológica, debido a su alto grado de vulnerabilidad a cambios en el equilibrio ambiental, siendo sustituidos por ecosistemas más degenerados. Los arrecifes de coral contienen la mayor diversidad genética después de los bosques tropicales, incluyendo un tercio de todas las especies de peces que se conocen. La mayor parte se encuentran en aguas cuyas temperaturas promedios se aproximan al máximo tolerable sin que se presenten cambios en su equilibrio simbiótico. Si la temperatura del mar aumenta en 2 0 3 °C, la estabilidad de algunos corales se vería amenazada. Los aumentos previstos en el nivel del mar también afectarían su capacidad de sobrevivencia, pues la estabilidad de los arrecifes de coral se encuentra asociada al mantenimiento de una cierta distancia de la superficie del agua. El calentamiento esperado excede con mucho la capacidad de migración de comunidades naturales, resultando una destrucción sin reemplazo y un empobrecimiento de los ecosistemas, perdida de especies y en definitiva perdida de la capacidad de la Tierra para soportar vida. Quizá la agricultura industrializada pueda responder a la nueva situación con suficiente rapidez (aunque en EEUU la ola de calor del año 1988 significó un descenso del 30% en la cosecha de grano), pero la agricultura de los países en desarrollo no tiene medios para una adaptación semejante. Hay muchos fenómenos de gran alcance cuya evolución frente al cambio climático es incierta, por ejemplo, las consecuencias de un Océano Ártico sin hielo sobre las corrientes marinas y su influencia en la pesquería, o el probable desplazamiento de enfermedades tropicales hacia otras zonas de la Tierra. Ejemplos como la malaria y el dengue podrían extenderse sobre una mayor proporción de la superficie de la tierra, afectando a millones de personas que hoy se encuentran fuera de sus áreas de influencia. El efecto invernadero ha sido así transformado por el hombre en una amenaza a su propia seguridad. Los mas afectados serán los más pobres, los que son víctima de la injusticia social, los marginados económicos, los que soportan mas directamente el impacto de la degradación ambiental. Esto es, la mayor parte de la humanidad. Probablemente se acentuarían tanto la intensidad como la frecuencia de huracanes y ciclones en la zona tropical, y se extenderían a latitudes hoy poco afectadas o fuera del alcance de estos fenómenos naturales. El clima en la Tierra es muy difícil de predecir, porque existen muchos factores para tomar en cuenta: lluvia, luz solar, vientos, temperatura… Por eso, no se puede definir exactamente qué efectos acarreará el Calentamiento Global. Pero, al parecer, los cambios climáticos podrían ser muy severos. Una primera consecuencia, muy posible, es el aumento de las sequías: en algunos lugares disminuirá la cantidad de lluvias. En otros, la lluvia aumentará, provocando inundaciones. Una atmósfera más calurosa podría provocar que el hielo cerca de los polos se derritiera. La cantidad de agua resultante elevaría el nivel del mar. Un aumento de sólo 60 centímetros podría inundar las tierras fértiles de Bangladesh, en India, de las cuales dependen cientos de miles de personas para obtener alimentos. Las tormentas tropicales podrían suceder con mayor frecuencia. La Corriente del niño es uno de los ejemplos más claros de los problemas que trae el recalentamiento global, desequilibra el estado climático del planeta haciendo que en algunos lugares llueva demasiado hasta inundarlos y en otros sea totalmente una sequía, también se pueden citar el cambio abrupto de temperatura y presión en la atmósfera que trae como consecuencia grandes secuencias de tornados y tifones. Esto se ve más en las zonas tropicales en donde los tornados aparecen en determinada época del año y por los cambios climáticos estos reaparecen muy a menudo. Conocemos las consecuencias que podemos esperar del efecto invernadero para el próximo siglo, en caso de que no vuelva a valores más bajos:
- Aumento de la temperatura media del planeta.
- Aumento de sequías en unas zonas e inundaciones en otras.
- Mayor frecuencia de formación de huracanes.
- Progresivo deshielo de los casquetes polares, con la consiguiente subida de los niveles de los océanos.
- Incremento de las precipitaciones a nivel planetario pero lloverá menos días y más torrencialmente.
- Aumento de la cantidad de días calurosos, traducido en olas de calor.
Los gases que producen el efecto invernadero (ver cuadro 1), provocan que la radicación infrarroja del sol se retenga en el ambiente. Esto ocasiona que se caliente la superficie de la Tierra y la parte inferior de la atmósfera. Desde principios de siglo hasta hoy, la temperatura ya se ha incrementado en 0,5 grados centígrados. El dióxido de carbono (CO2) es el gas más importante de efecto invernadero. Las actividades humanas comunes, fundamentalmente la quema de combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas- y la destrucción de los bosques, son las principales fuentes actuales de emisión de CO2 a la atmósfera. La generación de energía es la actividad que más combustibles fósiles consume en el mundo. Hace relativamente poco tiempo que se ha reconocido que la deforestación es una causa que contribuye a agregar una carga importante de dióxido de carbono y metano a la atmósfera. Esta situación se ve agravada por la rápida desaparición que están sufriendo las selvas tropicales. Sin embargo, durante muchos años, la desaparición de los bosques templados de los países desarrollados contribuyó enormemente a la emisión de gases de efecto invernadero. Una fuente adicional de emisiones de metano y CO2 a la atmósfera es la estimulación de la respiración de los suelos y la descomposición de la materia orgánica, que se verán aumentadas por el efecto del calentamiento de la atmósfera. La importancia de esta tercera causa de expulsión de gases es lo suficientemente importante para acelerar el calentamiento de la Tierra de forma apreciable. Otros gases de potente efecto invernadero son el metano, cuyas principales fuentes son, además de las explicadas anteriormente, la agricultura y forestería intensiva, la minería de carbón y los escapes de gas en gasoductos, los Clorofluorcarbonados (CFC) y sus derivados, que tienen como fuentes principales algunos productos industriales, y los óxidos de nitrógeno, que se producen por multitud de causas, principalmente por la quema de combustibles fósiles y la utilización de fertilizantes químicos. Si las tendencias continúan como hasta ahora, en los años 2030 a 2050 la atmósfera contendrá el doble de gases de invernadero que los que tenía a mediados del siglo pasado. Estas proyecciones se basan en las observaciones de la tasa de acumulación de CO2 y otros gases que atrapan el calor en la atmósfera, y en la suposición de que el calentamiento global no afectará dicha tasa. El efecto de la acumulación de esa cantidad de gases de invernadero será, según climatólogos, el calentamiento de la tierra en un promedio de 1,5 a 4,5 grados C. El calentamiento en los trópicos traerá un aumento leve en las temperaturas, pero se prevé una modificación sustancial en la cantidad y regularidad de las lluvias. Se supone que el calentamiento será continuo y durará un tiempo indefinido, a menos que lo detenga la acción humana directa: los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), han demostrado que si no se pone remedio inmediatamente, la Tierra se encamina hacia un período de cambio rápido y continuo del clima, marcado por un calentamiento global a una velocidad extraordinaria. Los climatólogos y biólogos son capaces de predecir los efectos del aumento de la temperatura en la Tierra en 1 o 2 grados C. Sin embargo un aumento mayor en la temperatura lanzará al mundo a ámbitos climáticos que rebasan la experiencia -y las predicciones- de la ciencia y de los científicos. Nadie puede predecir con detalle, por ejemplo, cómo se modificarán las corrientes oceánicas, o cuál será el alcance de que el Océano Ártico pierda los hielos, sobre todo en los climas de otros lugares. Tampoco se puede saber con detalles los efectos sobre los peces y la pesca, en la distribución de la tierra cultivable, ni los por menores de las consecuencias en los bosques, en los animales, o en la distribución de los parásitos humanos y de las enfermedades. Sin embargo, las predicciones -generales, incompletas y muy a corto plazo- de los expertos del segundo de los tres grupos de trabajo del IPCC viene a confirmar que los impactos pueden ser catastróficos. El aparente mínimo aumento de la temperatura del Planeta de 1,5 a 2 grados C que se prevé en el escenario más optimista, traería consigo, a nivel general, el incremento del nivel de los mares, con la consiguiente desaparición de ecosistemas costeros completos; las reservas de agua dulce se verían seriamente afectadas, se alterarían los patrones de pesca y aumentarían las enfermedades. Las consecuencias negativas las sufrirían todas las personas del mundo, en especial aquellas que viven en territorios vulnerables. Sin embargo, es impracticable resolver estos problemas que se plantean en un futuro cercano, si no se toman acciones inmediatas, drásticas y concretas.
LOS GASES COMUNES DE EFECTO INVERNADERO, SUS ORIGENES Y LA CONTRIBUCION AL CALENTAMIENTO DE LA ATMÓSFERA | ||
GAS* | FUENTES PRINCIPALES | CONTRIBUCION AL CALENTAMIENTO % |
Dióxido de carbono (CO2) | *Quema de combustible fósiles (77%) *Deforestación (23%) | 55 |
Clorofluoros Carbonos (CFC) y gases afines (HFC y HCFC) | *Diversos usos industriales: refrigeradoras, aerosoles de espuma, solventes. *Agricultura intensiva | 24 |
Metano (CH4) | *Minería de carbón. *Fugas de gas *Deforestación *Respiración del plantas y suelos por efectos del calentamiento global. *Fermentación entérica. | 15 |
Oxido Nitroso | *Agricultura y forestería intensiva *Quema de biomasa *Uso de fertilizantes *Quema de combustibles fósiles | 6 |
Las zonas con mayor riesgo son el interior de los continentes y precisamente las que más la sufren hoy día: Sahel, Norte frica, Sudeste de Asia, India, Centroamérica y Mediterráneo. Las consecuencias sobre las zonas costeras también serían catastróficas. Se amenazaría la seguridad de mas de dos mil millones de personas que viven en zonas costeras. Se afectaría los puertos y otras estructuras localizadas en la costa, incluyendo centrales nucleares en las costas del Japón, Corea, Taiwán, y otros países. Si la temperatura del mar aumenta en 2 o 3 °C, la estabilidad de algunos corales se vería amenazada. Los aumentos previstos en el nivel del mar también afectarían su capacidad de sobrevivencia, pues la estabilidad de los arrecifes de coral se encuentra asociada al mantenimiento de una cierta distancia de la superficie del agua. Un cambio de 2 o 3 °C en la temperatura promedio del planeta podría aumentar la pluviosidad en zonas de alta precipitación, principalmente en el trópico, afectando los ciclos agrícolas, agravando las inundaciones y la erosión de los suelos. Puede también causar una menor precipitación en épocas de sequía, con considerables efectos sobre la agricultura, así como sobre el suministro de agua y alimentos a zonas pobladas. También se amenazaría la seguridad de mas de dos mil millones de personas que viven en zonas costeras. Se afectaría los puertos y otras estructuras localizadas en la costa, incluyendo centrales nucleares en las costas del Japón, Corea, Taiwan, y otros países. El efecto invernadero ha sido así transformado por el hombre en una amenaza a su propia seguridad. Los mas afectados serán los más pobres, los marginados económicos, los que soportan mas directamente el impacto de la degradación ambiental. Esto es, la mayor parte de la humanidad, especialmente la localizada en las zonas tropicales del planeta. Un caso particular de contaminación atmosférica es el de la ciudad de México
La Contaminacion Del Aire En La Ciudad De Mexico En la segunda mitad de los años ochenta, del siglo XX, los habitantes de la Ciudad de México despertaron a realidades ambientales que antes sólo habían sido percibidas por el aguzado sentido analítico de investigadores. La alarma se propagó desde una flamante red automática de monitoreo, que sancionó con la inapelable frialdad de sus registros IMECA las sensaciones de opresión provocadas por una atmósfera cada vez más turbia e hiriente de ojos y vías respiratorias. Uno de los problemas ecológicos más graves a los que enfrenta la ciudad de México es la contaminación del aire. Dentro de sus causas principales podemos mencionar la ausencia de planificación urbana, la destrucción de los ecosistemas de la Cuenca de México que se inicia a partir de la conquista española, el uso inadecuado de las tecnologías modernas, la corrupción gubernamental, etc. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que el ser humano no debe estar expuesto a más de 11 partes por millón de ozono más de una hora una vez por año, lo que equivale a 100 IMECAS (Índice Metropolitano de la Calidad del Aire), lo que implica que cotidianamente los habitantes de la Ciudad de México están poniendo su salud en peligro. Un estudio de la UNAM revela que el incremento de ozono puede deberse al uso de la gasolina Magna Sin, que al disminuir el contenido de plomo produce un incremento del ozono. Por cierto, el plomo a pesar de ser uno de los metales pesados más tóxicos, ya no se mide en las estaciones de monitoreo ambiental. En noviembre y diciembre de 1994 Greenpeace-México utilizando una estación de monitoreo móvil de Alemania realizó un estudio para medir la contaminación del aire al nivel que se respira en la ciudad, esto es, a 1.20 metros de altura, ya que las estaciones gubernamentales lo miden de 3.70 a 6.50 m. Los niveles de monóxido de carbono (CO) registrados en la calle fueron 3.5 veces mayores que los que reportaron las estaciones de monitoreo gubernamentales en las zonas cercanas. La concentración promedio de bióxido de nitrógeno llegó casi al doble de lo que registraron las estaciones oficiales del Pedregal, Tlalnepantla y otras. El promedio de benceno fue 3.2 veces mayor que el registrado en la estación Merced, que equivale a más de 9 veces lo que permiten actualmente las normas de Alemania. El gobierno mexicano en los últimos meses por fin reconoció la gravedad del asunto, a partir de los 250 IMECAS, y en base al estudio de Greenpeace, que muestra que algunos contaminantes al nivel que respiramos muestran una concentración de hasta el triple de las concentraciones reportadas por el gobierno, implica que el problema es aún más grave de lo que parece. Además de acuerdo a estudios realizados en Norteamérica se conoce que la concentración de contaminantes se duplica o más en el interior de los vehículos. Y en la Ciudad se estiman en alrededor de 700,000 personas que trabajan en la vía pública, como mensajeros, ambulantes, vendedores, conductores y vigilantes. Por otro lado, la población más susceptible la forman los niños y los mayores de 60 años, así como las personas con enfermedades del aparato respiratorio. Se estima que hay alrededor de 2 millones de niños menores de 4 años en el área metropolitana y casi 1 millón de personas mayores de 60 años. En el Distrito Federal la segunda causa de muerte es por tumores malignos y casi todos los contaminantes son cancerígenos, por lo que es muy probable que exista una relación directa entre los altos niveles de muertes por cáncer y la elevada contaminación del aire y del ambiente en general. Lo que sí es indudable es que se rebasan constantemente aún las normas nacionales y se expone a los individuos a concentraciones de contaminantes que ocasionan daños a la salud, violándose así constantemente el Derecho a la Salud que establece la Constitución de la República. En 1970 había 500,000 vehículos en la Ciudad de México, hoy, a pesar de los datos oficiales contradictorios se estima que existen más de 3,500,000, por lo que se ha agravado el problema de la contaminación del aire. Además se siguen sacrificando áreas verdes para el crecimiento anárquico de la mancha urbana, lo que agudiza el problema. Aún a pesar de todas las condiciones negativas la gran metrópoli sigue creciendo a un ritmo desmesurado. La cultura ecológica se tendrá que adquirir a través de la educación y de la aplicación de leyes más severas que normen la conducta. Asimismo implica el poder compartir el mismo espacio con muchos millones de personas. No se trata de conseguir una tecnología responsable sino de decidir de forma responsable la administración de la tecnología. El estudio de Greenpeace también midió el ozono en el Ajusco y en el Desierto de los Leones mostrando una concentración aún más elevada que en el centro de la Ciudad, y estudios de la Universidad de Chapingo encontraron que ocasiona la muerte de los Pinus hartwegii en el Ajusco y debilita al oyamel o abeto haciéndolo presa fácil del gusano descortezador en el Desierto de los Leones. Muchas de las medidas tomadas, como es obvio, dejaron sentir sus efectos benéficos en otras ciudades del país afectadas también por problemas más o menos graves de contaminación atmosférica. Puede decirse que en esos años se construyó toda una infraestructura humana, tecnológica e institucional, y un sólido acervo de instrumentos y políticas que permitieron poner bajo control un proceso hasta entonces desbocado. Los cambios de siglo siempre estimulan la imaginación y el afán humano de escudriñar los signos del futuro. En lo que toca a la calidad del aire de la agobiada ciudad no hay excepción; además, tres cosas pueden hacer despertar un interés adicional por una aventura prospectiva. Primera: los niveles de contaminación atmosférica en la Zona Metropolitana del Valle de México continúan en niveles absolutamente inaceptables, tal vez sin paralelo en el mundo en lo que toca a ozono y a otros oxidantes fotoquímicos. Segunda: la reanudación de un crecimiento económico sostenido hará aumentar aceleradamente el número de vehículos en circulación, el total de kilómetros recorridos y el consumo de combustibles, lo que puede echar por la borda muchos de los avances logrados en la última década. Tercera: el debilitamiento y pausa observada en el diseño de políticas y de instrumentos normativos y la disgregación de los equipos técnicos formados en la ciudad desde los años ochenta así como de sus capacidades ejecutivas. Las soluciones las dan principalmente las decisiones políticas y se cree que aún ahora, inmersos en una severa crisis económica, no se debe olvidar que el hombre perdona a veces, pero la naturaleza nunca. Los resultados que empezaron a manifestarse con claridad desde el año de 1995 se sumaron, probablemente, a un ciclo favorable de condiciones meteorológicas de gran escala para mitigar los episodios más agudos de contaminación atmosférica: menor número y severidad de inversiones térmicas y menor virulencia en la actividad fotoquímica. Otros factores dieron un empujón adicional para desplazar al tema de la calidad del aire de las agendas de discusión pública: cierta complacencia, una memoria ciudadana volátil y el encantamiento de la alternancia en el poder; incluso, desde esta última, se llegó a celebrar como propia no sólo la obra de años anteriores sino la benevolencia meteorológica. Esta última le ha dado a la ciudad un cierto y casi literal respiro. Así lo dicen las estadísticas de los últimos años. Aún se esta a tiempo de evitar una catástrofe ecológica de mayores consecuencias, solo hay que fomentar el uso de los vehículos eléctrico-solares, desalentar el uso de los vehículos particulares, fomentar el uso de vehículos que consuman gas, fomentar el transporte público, fomentar el uso de la bicicleta (como en otros países), evitar el establecimiento de industrias contaminantes y sacar de las Ciudad todas las que quedan (que aportan 10 veces más partículas suspendidas que los vehículos, casi 30 veces el bióxido de azufre, el doble de los óxidos de nitrógeno y casi la mitad de los hidrocarburos, en comparación con los vehículos). La reforestación urbana y rural y la restauración de la Cuenca de México. Elevar la calidad de la gasolina, hacer más estrictos los reglamentos para los vehículos nuevos, que nuestras normas de calidad del aire sean cuando menos similares a las que se aplican en California, que se midan los contaminantes al nivel que se respiran y se de información verdadera y confiable a la población y crear seguridad pública. Las soluciones tecnológicas están muy cercanas, las gentes con el poder político y económico, tienen la última palabra.
6. Cambios climáticos predichos para el siglo XXI
Queda claro que la previsión de cambios en los próximos 100 a 150 años, se basan íntegramente en modelos de simulación. Comprensiblemente la gran mayoría de los modelos se han concentrado sobre los efectos de la contaminación antrópica de la atmósfera por gases invernadero, y en menor grado, en los aerosoles atmosféricos. La mayor preocupación presente, es determinar cuánto se entibiará la Tierra en un futuro cercano. En la última década, varios modelos complejos de circulación general (GCMs), han intentado simular los cambios climáticos antropogénicos futuros. Han llegado a las siguientes conclusiones:
- Un calentamiento global promedio, de entre 1,5 y 4,5 °C ocurrirá, siendo la mejor estimación 2,5 °C.
- La estratosfera se enfriará significativamente.
- El entibiamiento superficial será mayor en las altas latitudes en invierno, pero menores durante el verano.
- La precipitación global aumentará entre 3 y 15%.
- Habrá un aumento en todo el año de las precipitaciones en las altas latitudes, mientras que algunas áreas tropicales, experimentarán pequeñas disminuciones.
Modelos más recientes dependientes del tiempo, que acoplan los componentes oceánicos y atmosféricos, han entregado estimaciones más confiables, los resultados más significativos indican:
- Un calentamiento global promedio de 0,3 °C por década, asumiendo políticas no intervencionistas.
- Una variabilidad natural de aproximadamente 0,3 °C en temperaturas aéreas superficiales globales, en una escala de décadas.
- Cambios en los patrones regionales de temperatura y precipitaciones similares a los experimentos de equilibrio.
Aunque los modelos CGM proveen las simulaciones más detalladas de los cambios climáticos futuros, los constreñimientos computacionales evitan que sean usados en estudios de sensibilidad que permitan investigar los defectos potenciales futuros en el mundo real, con respecto a las emisiones de gases invernaderos.
Usando las sensibilidades de "mejor estimación", se generan escenarios que dan un rango de calentamiento entre 1,5 y 3,5 °C para el año 2100. Bajo condiciones sin intervención, la temperatura superficial global promedio, se estima aumentaría entre 2 y 4 °C, en los próximos 100 años. Hasta las proyecciones más optimistas de acumulación de gases invernadero, no pueden prevenir un cambio significativo en el clima global del próximo siglo. En los peores escenarios, la temperatura superficial global promedio, podría aumentar en 6 °C para el año 2100. Como conclusión, la temperatura global promedio podría aumentar entre 2 y 4 °C para el año 2100, si el desarrollo global continúa a los ritmos actuales. Si se incorpora la influencia de los aerosoles atmosféricos al modelo, el calentamiento disminuye a aproximadamente 0,2 °C por década, en los próximos 100 años. Esta tasa de cambio climático, aún así, es más rápido que en cualquier otro momento de la historia de la Tierra. Si las naciones no actúan, el mundo podrá experimentar numerosos impactos adversos como resultado del calentamiento global futuro.
La única defensa razonable ante el cambio climático es la reducción drástica de emisiones de dióxido de carbono cambiando el sistema energético y por tanto el económico, renunciando a la devoradora filosofía de desarrollo sin limites. Se ha calculado que la estabilización de la concentración efectiva de C02 en la atmósfera requiere la reducción de emisiones de origen energético al 70% del nivel de 1990 para el año 2020, y aun así dicha estabilización sólo tendría lugar una década después con una cantidad de dióxido de carbono un 8% mayor que en 1990. Sin embargo, no es menos cierto que la satisfacción de las necesidades básicas del Tercer Mundo, formado por el 80% de la humanidad y donde tiene lugar el 90% del aumento de población, conlleva un crecimiento de la demanda energética que podría alcanzar un 4 0 5% anual en las actuales condiciones. Para dar salida a ambas prioridades hay que aplicar simultáneamente dos estrategias: el ahorro de energía mediante la racionalización del uso y el empleo de tecnologías eficientes, y obtención de la energía imprescindible por métodos renovables de bajo impacto ambiental. Todo ello dentro de un necesario cambio de modos de vida, reduciendo el consumo en el Norte para que el Sur tenga margen para aumentar el suyo hasta niveles dignos. Las crisis del petróleo de los años 1973 y 1979 demostraron que el ahorro puede considerarse en sí mismo una fuente de energía: la intensidad energética (energía necesaria para producir una unidad de PIB) de la CE se redujo en un 25% (en el estado español sólo un 3%). El informe de la Comisión Mundial para el Desarrollo y Medioambiente (informe Bruntland) señala que es posible reducir a la mitad el consumo de energía de los piases Ricos y crecer simultáneamente un 3% anual. Requiere un considerable esfuerzo la reconversión de las economías occidentales para aprovechar el potencial de ahorro, aunque, irónicamente, algunos analistas sostienen que en un verdadero mercado libre, no deformado por la presión de grupos de interés, seria la opción natural pues la obtención y quema de un barril de petróleo, por ejemplo, es más cara que la implantación de medios de eficiencia que evitarían necesitarlo. Es fundamental que la demanda energética de los países en vías de desarrollo se satisfaga con tecnologías eficientes, la utilización de la mejor tecnología disponible podría proporcionar, en ciertos piases, un nivel de servicios similar al de Europa en los 70 con un consumo de energía solo un 20% superior al que tenían en los 80. Además la eficiencia reduce el número de centrales necesarias, por tanto libera capital y disminuye la sensibilidad al coste de suministros. Las medidas aplicables para disminuir el impacto del transporte son, esencialmente, maximizar la eficiencia de los vehículos mediante normas de obligado cumplimiento para fabricante y usuarios (limites de velocidad) y reducir su utilización fomentando una amplia red de transporte público con incentivos para el tren, y una política urbanística que favorezca el uso de la bicicleta y cierre el paso del coche al centro de la ciudad (todo lo contrario a la construcción de aparcamientos subterráneos). También planificación del territorio para disminuir las necesidades del transporte y la dependencia del coche privado en el urbanismo disperso. No faltan vías de solución a los problemas que enfrenta el planeta, sino voluntad política de llevarlas a cabo, como ejemplo véase que a lo largo de los últimos diez años menos del 1% de los prestamos del Banco Mundial se han dirigido a proyectos de eficiencia. Las posibilidades de alcanzar metas que permitan minimizar los efectos del cambio climático implícito en el proceso actual de desarrollo, dependen de un esfuerzo concertado entre todos los países de la Tierra. La distribución de las cargas deberá basarse en principios de justicia y equidad, tomando en consideración la responsabilidad acumulada hasta la fecha, la capacidad de cada país de contribuir al alcance de las metas que se tracen, y el derecho de todos los pueblos del mundo al disfrute de una vida digna. La deuda ambiental que han generado los países industrializados debería traducirse en asistencia tecnológica y financiera, para que el avance social y económico de los países en desarrollo no desemboque en una mayor destrucción de los recursos naturales del mundo, y en los aumentos previstos en las emisiones de gases que amenazan la estabilidad planetaria. No hay mucho tiempo para la duda, el panorama con que se presenta el nuevo siglo es muy sombrío y nuestra capacidad para modificarlo disminuye con la acumulación de C02. Cuanto más se retrase la adopción de nuevas tecnologías energéticas eficientes y blandas más difíciles serán las medidas a tomar.
Autor:
Raul Berneri