- Resumen
- Introducción
- Metodología
- Adolescencia y Drogadicción
- El Consumo a nivel mundial
- Uso de drogas en Colombia
- Intervenciones preventivas en la segunda infancia
- Elementos para la comprensión del fenómeno de la Drogadicción desde la psicología
- Conclusiones
- Referencias
Resumen
En el presente artículo se hace un recorrido que considera los planteamientos de varios investigadores destacados en el campo de la adicción a las sustancias psicoactivas y las posibles causas y consecuencias de su consumo. También se tienen en cuenta nociones sobre la adolescencia y el riesgo que existe en esta etapa de caer en el consumo de drogas. El propósito del escrito es llamar la atención de padres, maestros y de los mismos jóvenes, para que conozcan lo sustancial de este tema y puedan desarrollar medidas para la prevención primaria. Dichas medidas deben ser implementadas por los padres y maestros, de acuerdo a las características del contexto en el que se encuentren y considerando la situación por la que atraviesen los adolescentes. El artículo se centra en la información acerca del fenómeno de la drogadicción y en la importancia de la prevención primaria.
Palabras clave
Drogas, adicción, sustancias psicoactivas, adolescencia, padres, maestros, prevención primaria.
Abstract
In this article we do a tour approaches through several investigators who talk about addiction to psychoactive substances, and possible causes and consequences of their consumption. It also takes into account what some authors on adolescence and the danger that exist sat this stage of development fall into drug. The purpose of writing is to call the attention of parents, teachers and young people themselves to know regarding this topic and so that they can institute measures for primary prevention. Such measures must be implemented by parents and teachers according to the characteristics of the context in which they are and considering the situation by crossing adolescents who have contact. The article focuses on the information about the phenomenon of drug addiction and the importance of primary prevention.
Keywords
Drugs, addiction, psychoactive substances, adolescence, parents, teachers, primary prevention.
Introducción
En la actualidad existen un sinnúmero de libros, revistas y artículos científicos que se ocupan de poner sobre el tapete diferentes situaciones que afectan a la humanidad. Algunas de estas publicaciones se dirigen a amplios sectores sociales, otras se detienen en contextos más reducidos. Unas son desarrolladas de manera muy profunda, otras evalúan los fenómenos de forma más ligera. Existen equipos de estudiosos con elevados presupuestos a su disposición y otros que se las deben arreglar con fondos muy reducidos. Hay también algunos equipos que cuentan con un alto número de miembros, mientras que otros sólo disponen de unos cuantos, y se dan asimismo situaciones en las que los investigadores se dedican a su labor en solitario. Se dan muchos casos de autores de fama mundial y otros en los que los autores apenas sí son conocidos en su contexto sociocultural. Pero todas estas personas, no importa el tema social del que se ocupen, tienen algo en común, y es la búsqueda de soluciones a los problemas en los que la humanidad se ve envuelta.
Entre esos problemas está el fenómeno de la drogadicción, y en este trabajo nos proponemos mirar los planteamientos de algunos de los investigadores que se han dedicado al estudio de este tema. Asimismo, es nuestro propósito indagar acerca de lo enunciado por varios autores que se han ocupado de la etapa del desarrollo humano conocida como adolescencia, no porque adolescencia y drogadicción vayan necesariamente ligadas, sino porque dicha etapa es especialmente vulnerable a las embestidas del mencionado fenómeno, y por eso se hace necesario conocer, así sea en términos generales, cuáles son las características de la adolescencia, para, a partir de ahí, plantear algunas estrategias para la prevención del consumo de drogas en los jóvenes. Las drogas han estado presentes en las diferentes épocas y culturas de la historia humana. Así se reconoce en el siguiente apartado de una publicación de la RED UNIR:
El consumo de sustancias psicoactivas (SPA) ha acompañado a los humanos a lo largo de la historia y ha hecho parte de la búsqueda del placer por hombres y mujeres, así que sus usos, significados y representaciones cambian con el devenir de las sociedades, estando inscritas de manera indeleble en la cultura. (RED UNIR, 2009, p. 9)
Lo que sí es nuevo es el alcance que han logrado las diferentes sustancias psicoactivas y la extensión del daño que están causando entre las poblaciones de todos los países y estratos socioeconómicos. Es por ello que los estragos ocasionados por el consumo de dichas sustancias nunca dejan de figurar en los diferentes medios de comunicación, ni dejan de ser un tema de preocupación en los diferentes estamentos de nuestra sociedad. Así lo plantea Cuatrocchi en su obra:
Las adicciones a drogas son un tema central en los titulares de los diarios y en la preocupación de padres, educadores, agentes sanitarios y profesionales relacionados con el bienestar social, por la gran diversidad de consecuencias tanto individuales como sociales que se desprenden de las mismas. (Cuatrocchi, 2008, p. 11)
La drogadicción puede entenderse como una enfermedad que actúa generando dependencia física o psíquica del sujeto hacia una o más drogas. Es un fenómeno que no respeta género, edad, ni condición social, pues el submundo de las drogas iguala a todos quienes traspasan sus umbrales, unificándolos bajo la nominación de los drogadictos.
Al respecto, se han realizado y se siguen realizando todo tipo de investigaciones que tienen por norte comprender el fenómeno de la drogadicción, las causas subyacentes, los factores desencadenantes, la población más vulnerable, cómo es que algunos logran salir y otros no lo consiguen, cómo puede entenderse la permanencia de estos últimos en el consumo y qué se puede hacer por ellos, por qué la droga se convierte en su paraíso particular y el aniquilamiento inminente los tiene sin cuidado. También cabe preguntarse cuáles son las mejores estrategias de prevención. Las investigaciones revisadas por nosotros abarcan estos temas y muchos más, pues lo referente al consumo de sustancias psicoactivas es extremadamente vasto y con amplias ramificaciones.
Basados en estas investigaciones, los gobiernos de distintos países han implementado estrategias que buscan ponerle coto al consumo de drogas entre la población. Dichas estrategias son llevadas a cabo con mayor o menor éxito, a veces parece que el consumo disminuye, pero nunca muestra visos de desaparecer completamente, antes bien, cada vez se muestra más fortalecido y envalentonado por la apariencia de inutilidad de los dardos lanzados en su contra. Nuestro país por supuesto, no es ajeno a la situación que se vive a nivel mundial, y aquí la droga campea a su arbitrio, buscando cada día nuevas víctimas que inmolar en sus altares, entre ellas y cada vez más, niños y adolescentes.
¿Significa esto que debemos atacar sin planeación la cruda realidad de la situación, o debemos abandonarnos a la resignación ante algo de tal magnitud que parece desbordar todos los diques que pretenden oponérsele? Claro que no, lo que debemos hacer es ofrecer cada uno nuestro grano de arena, y según nuestras posibilidades aportar alternativas para la comprensión y la prevención de una situación que nos afecta a todos. El grano de arena con el que nosotros, los participantes en el presente proyecto nos proponemos contribuir, tiene el mérito de arrancar por el principio, es decir, el rastreo de diferentes estudios que autores reconocidos han publicado sobre el tema que nos ocupa, coligiendo a partir de allí -de ser posible- algunas intervenciones preventivas con jóvenes.
Este trabajo abarca diferentes aspectos relacionados con la drogadicción. Entre dichos aspectos se encuentran investigaciones acerca de los distintos tipos de sustancias y sus efectos, el status bajo, medio o alto que han adquirido, las consecuencias a nivel personal, familiar y social que se derivan de su consumo y las posiciones que diferentes grupos sociales asumen frente a ellas. El papel de los medios de comunicación, del contexto social y familiar, y lo que las ciencias sociales y humanas, especialmente la psicología, tienen para decir y aportar sobre el tema. Asimismo se desvelan algunos mitos relacionados con dicho consumo y la responsabilidad que le compete a padres y maestros en la vigilancia, pero sobre todo en la comprensión de la situación por la que atraviesan los niños y adolescentes que están bajo su cuidado. Es preciso buscar cómo formar y ofrecer respaldo a los adolescentes, que por la búsqueda de identidad, las crisis a las que se ven enfrentados y otros múltiples factores, forman uno de los grupos poblacionales más vulnerables a la seducción del mundo de las drogas. Detenernos en la etapa de la adolescencia se fundamenta en que si bien es un estadio del desarrollo especialmente vulnerable, es también una época propicia para iniciar programas de prevención que lleven a resultados positivos. Según Agudelo y su equipo, la adolescencia y la juventud son etapas que pueden clasificarse de la siguiente forma:
Los términos adolescentes y jóvenes se utilizan de diferentes maneras en distintas sociedades. Estas categorías están asociadas a roles, responsabilidades y etapas cronológicas en función del contexto local. El informe acerca del estado de la población mundial utiliza definiciones comunes en diversos contextos demográficos, normativos y sociales:
Adolescentes: primera adolescencia, 10 a 14 años
Segunda adolescencia: 15 a 19 años
Jóvenes: 15 a 24 años
Personas jóvenes: 10 a 24 años (Agudelo, Gallo, López, Montoya & Saldarriaga, módulo III, 2006, p. 12)
Metodología
El método del que nos valimos para reunir la información que hemos venido mencionando en este apartado, consistió en la búsqueda de autores que se ocupen de distintos aspectos del tema que nos interesa tratar, pues como ya antes lo dijimos, la drogadicción es un fenómeno con múltiples ramificaciones. No pretendemos por supuesto, abarcar todas y cada una de estas derivaciones, pero sí queremos presentar el fenómeno desde una perspectiva lo más amplia posible, aunque buscando entender, principalmente, la relación entre adolescencia y consumo de drogas.
Entre los aspectos a tener en cuenta para la prevención primaria en adolescentes está el hecho de que la culpa del consumo no la tienen exclusivamente quienes la expenden, ni tampoco existe sólo un grupo de motivos por los cuales las personas consumen alguna sustancia. Como sostiene Naík, las motivaciones para consumir cualquiera de las sustancias psicoactivas pueden ser tan diferentes como los consumidores de dichas sustancias:
Si uno sólo escuchara lo que dicen sobre el tema los periódicos, podría llegar a pensar que los jóvenes consumen drogas porque algunos vendedores malvados los obligan a hacerlo, o porque están aburridos y hartos de la vida y no pueden imaginar nada mejor que hacer. Aunque es verdad que algunas personas toman drogas debido al aburrimiento, la realidad es que cada individuo tiene distintas razones para hacerlo. (Naík, 1999, p. 17)
Es preciso aclarar que no profundizaremos sobre aspectos tan novedosos en las investigaciones sobre la drogadicción como es la estrategia de Prevención de Riesgos y Daños, por considerarla más acorde con estadios realmente avanzados del consumo, en los que más que prevenir la drogadicción, se busca minimizar los efectos asociados a ésta, sin pretender que el drogadicto salga de la espiral descendente que terminará por aniquilarlo, sino sólo que el descenso sea algo menos traumático y que a la destrucción inevitable que la droga está haciendo en su organismo, no se unan causas externas, que aunque asociadas al consumo de sustancias, no tienen porque estar necesariamente unidas a las consecuencias que sí son inherentes a dicho consumo.
El presente artículo se basa en tratar de conocer lo más relevante de los aspectos asociados al consumo de drogas, pero enfocado a la prevención primaria en la adolescencia. Dicho tipo de prevención engloba: "[Un] conjunto de actividades tendientes a evitar la aparición de un problema de salud. En términos técnicos las actividades de prevención primaria pretenden reducir la medida de incidencia (presencia de casos nuevos) de un problema." (Servicio seccional de salud de Antioquia, s.f. p. 41).
Nos proponemos hacer un análisis, aunque somero, de la situación mundial y local en lo concerniente a este tema, así como brindar una impresión personal y una síntesis de lo inquirido. Además, es nuestro propósito recoger algunos de los planteamientos de las distintas ramas de la Psicología referentes al tema que nos ocupa. La metodología que hemos venido empleando es cualitativa, pues se basa en la revisión y valoración conceptual, la descripción de las situaciones y no en su enumeración o medición. Este tipo de metodología, como dice Cerda: "Centra el análisis en la descripción de los fenómenos y cosas observadas." (Cerda, 2008, p. 48)
El contenido de este artículo no pretende ser exhaustivo, pero sí contribuir a la comprensión de un tema de innegable actualidad en nuestro contexto sociocultural, teniendo en cuenta, como plantean Yaría, Cancrini & Des Champs:
[Que] La educación preventiva debe partir de una concepción en donde la información sobre el uso indebido de drogas se torna insuficiente e incluso inductiva en ciertos alumnos si no se incluye en un programa global de desarrollo afectivo y familiar del educando dentro de un contexto socio-cultural en donde la búsqueda de la sustancia ilícita encuentre un sentido y una comprensión para lograr un cambio interior y de comportamiento beneficioso. (Yaría, Cancrini & Des Champs, 1990, p. 21)
Adolescencia y Drogadicción
En este artículo citamos especialmente a los siguientes autores que hablan de la adolescencia: Linda Davidoff (1990), Mario Carlos Handlarz (1982), Víctor Pierce (2003) y Sonia Gobbi (1993), entre otros autores. Los tres primeros coinciden en algunos aspectos básicos, tales como el reconocimiento de la adolescencia como una etapa de crisis y búsqueda de la identidad. Davidoff, Pierce y Gobbi, además plantean la necesidad que tiene el adolescente de pertenecer y ser aceptado en un grupo conformado por sus propios pares, pues en esta etapa se ve a los adultos más como figuras que encarnan la autoridad que como a personas cercanas. Esto, según Pierce, puede desembocar en dejarles a los miembros del grupo la decisión acerca de si el sujeto tiene o no valor y en qué medida. (p. 25) Claro que no debe caerse en el fatalismo, creyendo que las directrices del grupo serán necesariamente determinantes en el comportamiento del adolescente, pues según postula Davidoff, los valores inculcados por los padres tienen mucho peso en el actuar de los jóvenes. (p. 475). Handlarz (1982) por su parte afirma que no es posible determinar con exactitud los límites de la adolescencia, pues ésta depende, no tanto de la edad cronológica, como del estado de madurez fisiológica y psíquica de la persona.
En el proceso para lograr la identidad hay cambios biopsicosociales que pueden acrecentar el sentimiento de vulnerabilidad ante determinadas situaciones. La lucha por tratar de solucionar los conflictos que de allí se desprenden puede generar tensiones en el adolescente que lo mueven a tratar de huir de una realidad que percibe como amenazante; en ese momento, la droga se puede convertir en un instrumento eficaz y satisfactorio. En ello puede influir el grupo de pares con el que el adolescente se relacione, pues si allí encuentra aceptación y apoyo para hacer frente a los conflictos propios de su edad, es muy posible que admita como válidas las formas de comportamiento de los demás integrantes de dicho grupo; sea ese comportamiento aceptado socialmente o no. Para que el adolescente se sienta bien en el grupo, éste debe reunir varias características, entre las cuales están las que menciona Gobi:
El grupo puede ser en su barrio, en el club o un grupo más organizado con pautas más rígidas como los boy-scouts. El grupo proporciona alivio y continencia, precisamente porque el adolescente siente la solidaridad que le proporciona ser igual al resto, en un momento en que se siente diferente a todos. Todos los grupos de adolescentes siguen aproximadamente las mismas características:
Ritos de iniciación más o menos marcados
Cohesión dentro de los miembros
Enfrentamiento o competencia con los otros grupos
Cada uno de los miembros debe seguir las exigencias y modalidades del grupo
Desconfianza hacia los adultos
Costumbres y opiniones semejantes de los miembros (Gobbi, 1993, pp. 22-23)
Hacemos hincapié en que no es que el grupo necesariamente incite al adolescente a iniciarse en el consumo de drogas, pero sí puede ser un factor que motive su decisión de experimentar nuevas sensaciones. Así lo plantea Montagna (2002, p. 16), quien señala que:
La experimentación con drogas en la adolescencia, es en gran parte, una cuestión de disponibilidad, curiosidad y búsqueda de la aceptación por parte del grupo. También de un balance entre la tendencia del individuo a buscar situaciones nuevas y aceptar riesgos en contraposición con su respeto por las normas sociales.
La decisión de consumir no es posible atribuirla enteramente a las crisis y conflictos propios del adolescente, ni tampoco achacarle la culpa a la presión que en algún momento pueda llegar a ejercer el grupo, pues si bien ambos factores tienen incidencia, se hace necesario tomar en cuenta todas las dimensiones que componen el universo del joven: familiar, biológica, psíquica, moral, socio económica, socio cultural, política, entre otras. Diversos estudios sobre el consumo de drogas en adolescentes como los de Calvete y Estévez (2008), Fuentes, García, García y Lila (2010), Gervilla, Cajal, Jiménez y Palmer (2008), señalan algunos factores asociados a la adicción tales como el autoconcepto, pautas de actuación paterna, comportamientos antisociales, acontecimientos estresantes, esquemas cognitivos de grandiosidad y autocontrol insuficiente e impulsividad, desarrollo afectivo pobre, inmadurez, yo defectuoso, falta de límites claros, estructuras cerebrales, entre muchos otros. Tener presente estas investigaciones permite afirmar que al hablar de las causas de la adicción, nadie tiene la última palabra, puesto que al parecer es un asunto multicausal.
Lo anterior no quiere decir que se deban ignorar los factores de riesgo, pues estos, aunque no son determinantes sí pueden incidir en que una persona decida acercarse al mundo de las drogas. Agudelo y sus colaboradoras dicen lo siguiente acerca de dichos factores: "(…) Se entiende por factor de riesgo un atributo o característica individual, una condición situacional y/o del contexto ambiental que incrementa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas." (Agudelo et. al, módulo II, 2006, p. 117)
Claro que también existen factores protectores, que al igual que los factores de riesgo no son determinantes, pero sí tienen incidencia en que una persona busque o no refugio en las drogas. En lo referente a dichos factores, Agudelo y su equipo plantean que: "(…) Se asume un atributo o característica individual, condición situacional y/o contexto ambiental que inhibe, reduce o atenúa la probabilidad del uso y/o abuso de drogas." (Agudelo et. al, módulo II, 2006, p. 117)
Continuando con el tema de las adicciones, y en lo referente a los prejuicios más comunes que la sociedad tiene frente al adicto, citamos la obra de Fidel de la Garza y Amando Vega (1985). Estos autores afirman que muchas personas piensan que el adicto es necesariamente un delincuente y viceversa, lo cual es un error, pues no todas las personas que consumen drogas se han visto envueltas en alguna acción delictiva, ni tampoco todos los delincuentes son consumidores de drogas. (p. 13). Asimismo, es errónea la creencia de que los consumidores de drogas tienen una determinada manera de vestirse, hablar o moverse, son sucios, promiscuos, etc., pues hay muchos consumidores, y sobre todo en los colegios y universidades, que no cumplen con esas características (p. 13). Catalogar de esa manera a la generalidad de los consumidores, además de absurdo, lo único que logra es crear un clima de desconfianza entre la sociedad y el adicto, con la consecuencia de que éste se siente cada vez más marginado de una población que le cuelga epítetos descalificantes (p. 13)
Los autores en los que nos apoyamos para hablar acerca de las características de las sustancias que más se consumen y de la adicción como tal, son: Caro (2005), Llanes (1982), Jafte, Petersen y Hodgson (1980); Aguirre (1996), Miccarelli (2000), Massün (1991), Gómez, S. (1992), Zaragoza y Llanos (1980) y una publicación del programa RUMBOS (2000), entre otros autores.
Estas publicaciones coinciden en aspectos básicos, tales como el de catalogar entre las drogas al alcohol, pues no por el hecho de ser un producto considerado legal deja de tener consecuencias para el organismo y la psique de quienes lo consumen, ya que aunque no todos los que alguna vez beben se convertirán necesariamente en alcohólicos, sí es cierto que mientras más se ingiera cualquier bebida embriagante, el riesgo de caer en la dependencia física y/o psíquica es mayor. El cigarrillo también cabe dentro de la misma categoría del alcohol, pues al igual que éste es una droga legal, pero no por ello menos dañina. Con respecto al tabaco, Zaragoza & Llanos dicen lo siguiente:
(…) En el humo del tabaco se han aislado sustancias fuertemente cancerígenas. La principal de ellas es un tipo de hidrocarburo cíclico, el benzopireno, que se forma durante la combustión del tabaco o del papel de los cigarrillos, aunque también se han detectado –y tienen importancia en la producción del cáncer – los benzoantracenos. No terminan aquí los compuestos cancerígenos, pues también tienen esta característica – si bien con menor intensidad- otros componentes del humo del tabaco, como son algunos elementos – el arsénico, el cromo, el níquel, el polonio-, las nitrosaminas y ciertos derivados de la nicotina, como la conitina. No obstante, basta retener que el benzopireno es, sin duda, el principal componente cancerígeno del humo del tabaco. (Zaragoza & Llanos, 1980, pp. 93-94)
Continuando con el tema del alcoholismo, Aguirre (1996) plantea que en nuestro país, a diferencia de otras naciones, el consumo de licor está asociado a la diversión, pues en Colombia es muy usual que se planee una reunión o una fiesta con el licor como protagonista. También hay que considerar que, a diferencia de lo que ocurre con otras drogas, el alcohol es bien visto socialmente. A su vez, en la publicación del programa RUMBOS (2000) se habla de los efectos del alcohol, que incluyen, dependiendo de la cantidad consumida y del estado del organismo receptor, ligera indisposición, pérdida de la conciencia y en algunos casos la muerte.
Las otras sustancias de las que hablan los autores citados en los párrafos anteriores son: la heroína, la marihuana, el basuco, el éxtasis, los inhalables y los distintos tipos de pastillas. Cada una de estas sustancias contiene unos ingredientes y una composición que le son propios, y los efectos en el organismo dependen de dichos ingredientes y composición, así como de las características del consumidor. Algunas de estas sustancias son depresoras del Sistema Nervioso Central (SNC), pues disminuyen su actividad; otras son activadoras de dicho Sistema, ya que aumentan o dan la apariencia de aumentar la capacidad de la persona para realizar actividades físicas.
Según Consuegra (2004), la drogadicción es "una enfermedad que daña el organismo y la mente de un individuo y se propaga mediante la interacción social" (p. 82). Chesta, Ferreira, Leiva, Urrea y Vallejos (2002) señalan que ésta enfermedad consiste en la activación de la dependencia de drogas o sustancias que deterioran y alteran el funcionamiento cerebral y el sistema nervioso central; sus efectos tienen que ver con la alteración del comportamiento, juicio, percepción, emociones y conciencia. (p. 1)
A continuación relacionamos una clasificación según sus efectos, de Chesta et al. 2002:
1. Narcóticos: Opio, opiáceas y sucedáneos sintéticos, neurolépticos o tranquilizantes mayores, ansiolíticos o tranquilizantes menores, somníferos o barbitúricos, grandes narcóticos y el opio y sus derivados como la morfina, heroína, metadona y codeína.
2. Alucinógenos: LSD, éxtasis o mdma, metanfetamina, mda, cannabis.
3. Estimulantes: Estimulantes vegetales como el café, té, mate, cola, caco, betel, coca. Y estimulantes químicos como la cocaína y las anfetaminas (pp. 2-8)
Algunas de las mencionadas sustancias tienen mayor aceptación social que otras, por ejemplo no se mira de la misma manera a un consumidor de éxtasis, que a uno que consume basuco o algún inhalable, pero lo cierto es que todas estas sustancias causan efectos perjudiciales en el organismo. Para mencionar sólo un ejemplo, traemos a colación lo que dice el programa RUMBOS sobre los efectos de los inhalables. (2000, pp. 26- 27). Estas sustancias pueden producir arritmias cardíacas, daño del nervio óptico y hasta muerte por asfixia.
Otros términos relacionados con el uso de sustancias son mencionados por el programa RUMBOS (2000). Allí se habla de dependencia, tolerancia, tolerancia negativa y síndrome de abstinencia. La dependencia indica que una persona ya no disfruta de otro tipo de actividades que no sean las asociadas al consumo de determinada sustancia. La tolerancia se da cuando el consumidor necesita cada vez más cantidad de la droga para conseguir los efectos que al principio conseguía con dosis pequeñas. La tolerancia negativa es lo contrario de la anterior, es decir, la persona requiere cada vez dosis más pequeñas de la droga para sentir sus efectos. Y el síndrome de abstinencia hace alusión a las molestias que experimenta el adicto cuando deja de consumir. (pp. 12- 13) El policonsumo también es un fenómeno que se presenta entre los adictos a las drogas, e indica que alguien es dependiente de varias sustancias, ya sea que las consuma en forma simultánea o alternada. Parra & Parra nos hablan de la habituación, la cual significa que: "Ante el consumo de una droga ilícita o el alcohol no [se] produce un efecto compulsivo o el deseo de aumentar la dosis, aunque sí [se sienten] deseos de consumirla por sus efectos emocionales." (Parra & Parra, 2001, p. 68). Un adicto entonces, es quien no puede controlar su consumo, mientras que la persona que consume por hábito es capaz de parar y decide cuando consumirá y cuando no.
El consumo de sustancias, según el programa RUMBOS (2000, pp. 14-15), se da también en forma experimental, aquí la persona consume por simple curiosidad y en muchas ocasiones no va más allá. El consumo social tiene como finalidad compartir un rato con amigos y como en el caso anterior, muchas veces la persona no se vuelve adicta, pero según lo anota Miccarelli (2000), esta etapa y la anterior pueden ser los puntos de partida para las dos etapas siguientes. El consumo intenso y el consumo compulsivo ya son problemáticos, pues la persona gasta cada vez más tiempo en la consecución de la droga y en su consumo.
En cuanto al papel de los medios de comunicación, Llanes (1982) dice que muchas veces hay irresponsabilidad por parte de dichos medios, pues descontextualizan las noticias que dan acerca de los consumidores de drogas, ocultando o deformando la realidad y haciendo aparecer en ocasiones a la drogadicción como sinónimo de delincuencia, sin indagar más allá en las situaciones en las que algún consumidor de sustancias comete un delito.
El Consumo a nivel mundial
Estudios realizados a nivel mundial sobre el consumo de drogas señalan con inquietud que las edades en que se inicia el consumo ha disminuido, hasta tocar la básica primaria en los grados superiores, equivale esto a la edad de ocho a diez años aproximadamente (Arbinaga, 2000). Además, según Rivas (1999), la elección del tipo de drogas ingeridas tiene relación directa con la edad y señala al cannabis como la sustancia más consumida por los adolescentes de Madrid. (p.320).
Los resultados presentados en el último informe de la ONUDC (2007), citados por Pérez (2007), revelan datos y afirmaciones sobre el estado de las drogas en el mundo, tales como que: "El número global de consumo ha permanecido estable en los últimos cuatro años, en los que unos 200 millones de personas, o el 5% de la población mundial ha consumido drogas" (p. 1). Para el presente año es muy factible que esta cifra haya aumentado y más si se tiene en cuenta que la edad comprendida para el estudio fue de los 14 a los 64 años. El cannabis se posiciona como la droga de mayor consumo en el mundo, seguido de los estimulantes de tipo anfetamínico, anfetaminas y éxtasis (pp. 8-15)
Uso de drogas en Colombia
El Ministerio de Educación Nacional en compañía de la ONUDC y de otras instituciones, realizó para el año 2011 un estudio sobre el consumo de sustancias psicoactivas en escolares, sobre el cual se pueden señalar aspectos importantes para la comprensión del fenómeno en el país:
El consumo de sustancias en población escolar es un problema real, en aumento y amplia variedad de sustancias donde se destacan drogas ilícitas, alcohol y tabaco.
La edad promedio de inicio es de 12 años, por lo que se hace necesario iniciar la prevención desde los grados cuarto y quinto.
Hay un leve descenso en el consumo de drogas en comparación con estudios previos, especialmente en tabaco y alcohol (pp. 56-70)
Al realizar una comparación entre los estudios de los años 2004 y 2011 se pueden señalar los siguientes aspectos:
Leve descenso en el uso de alcohol (4%) y notable descenso en el uso del tabaco.
El uso de la mariguana descendió un 4%
El uso de la cocaína aumento un 1.5%
El basuco y el éxtasis disminuyó en un 1% y 2% respectivamente (p. 24)
Intervenciones preventivas en la segunda infancia
En cuanto al tema de la prevención, Miccarelli (2000) plantea que los padres deben informarse bien acerca del fenómeno, y en el caso de sospechar que uno de sus hijos es consumidor, actuar con prudencia y ante todo de manera comprensiva y dialogada, pues esto es fundamental si se quiere llegar a verdaderos acuerdos. Lo anterior es válido igualmente para los educadores de los adolescentes, pues ellos también son figuras de autoridad para los muchachos. Tanto padres como maestros deben procurar fomentar la autoestima de los jóvenes que tienen bajo su cuidado, pues como lo sostiene Cánovas: "(…) Los adolescentes no sólo tienen la necesidad de relacionarse adecuadamente con los demás sino también consigo mismos, es decir, desarrollar un buen nivel de autoestima." (Cánovas, 1997, p. 97)
Para empezar a realizar acciones efectivas de prevención primaria, es necesario conocer el fenómeno al que nos estamos enfrentando, pero conocerlo de forma realista, fundamentados en la bibliografía existente sobre dicho fenómeno y analizándolo a la luz del contexto específico donde se pretenda prevenir su aparición, ya que para combatirlo con algún grado de éxito, es imperativo desmitificarlo. Así se desprende del análisis de la situación que ha realizado Gómez, E.:
Parte del drama de la droga es el mismo mito que se ha creado en torno a ella. Es un tópico cargado de emociones, actitudes de prevención y juicios al desgaire. Se trata de conductas comprensibles cuando no existe información suficiente y atinada. Pero en la medida en que se aborde el fenómeno, con serenidad y juicio, el debate se tornará objetivo y realista. (Gómez, E. 1993. p. 9)
Pasando ahora a los escenarios donde se pueden empezar a implementar acciones para la prevención primaria, consideramos de especial relevancia el contexto educativo y el entorno familiar. Para Massün (1991), el contexto educativo, si bien no es el único escenario para plantear programas de prevención, sí constituye un espacio privilegiado para hacerlo, pues reúne personas en una etapa en la que son más vulnerables al consumo, pero de igual forma es también una etapa en la que son más susceptibles de recibir formación. Para esta autora la familia, la comunidad y la escuela, son pilares fundamentales en los programas de prevención del consumo de sustancias, pues es allí donde se desenvuelve el adolescente, y por esto se puede actuar sobre situaciones concretas en tiempo real. (pp. 7-8)
La prevención, según plantea Massün (1991) parte de la indagación de alternativas al uso de sustancias, pues si el adolescente acude a las drogas es porque busca cubrir una necesidad; entonces la manera de evitar que se adentre en ese mundo, es ofreciéndole alternativas que le posibiliten cubrir esa carencia, y para ello hay que mirar qué es lo que busca el joven en las drogas, para ofrecerle opciones que le hagan experimentar eso que busca, pero por otros medios mucho más sanos. (pp. 99-100). Para ello es necesario conocer algunas de las razones que inducen a un adolescente a recurrir a las drogas. Entre las principales razones que pueden llevarlo a ese submundo, Miccarelli señala la inducción por parte del grupo de amigos, el hecho de que uno o ambos progenitores sean consumidores de algún tipo de sustancia y la carencia de un espacio dentro de la propia familia que le ayude a sentirse valioso. (2000, p. 51).
Como puede verse, esto está en consonancia con lo que venimos señalando, pues el entorno familiar, cuando es un ambiente cálido, de comprensión y propicia espacios de diálogo, se convierte por sí mismo en una barrera de contención que sostiene al joven en sus momentos de crisis y le ayuda a solucionar sus problemas por una vía mucho más sana que el camino de las drogas. También Zamora reconoce la importancia del papel que juega la familia en la prevención de la drogadicción. Sostiene este autor que: "Con frecuencia, el problema de farmacodependencia puede resolverse fácilmente desde un principio cuando los padres se comunican con sus hijos y saben a dónde van, qué hacen y quiénes son sus amigos." (Zamora, 1991, p. 92)
Burkhart (2001), resalta la importancia de prevenir, incluso, desde la primera infancia, situación que propone realizar de la siguiente forma:
(…) Intervenciones dirigidas a las familias con técnicas de educación parental, intervenciones en guarderías y a nivel preescolar, intervenciones dirigidas a madres después del parto, intervenciones específicas para niños drogadictos y enfoques comunitarios (p. 2)
Dichos enfoques están orientados a mejorar la afectividad y desarrollar la autoestima, así como a la solución de problemas, a la práctica de técnicas de resistencia, temas sanitarios, sensibilidad maternal, promoción de la salud, evaluación del desarrollo, refuerzo de la personalidad, promoción de vínculos parentales, integración madre-hijo, capacidad de posponer el logro de la gratificación de deseos, aceptar las frustraciones y evitar el aburrimiento (pp. 2-10).
Lo anterior implica que los padres y maestros deben estar al tanto de lo referente al tema de las drogas y que esto deben hacerlo sin prejuicios, pues si tal vez en el pasado era posible en cierta medida identificar a quienes consumían drogas por su actitud o forma de vestir, en la actualidad esto no es posible, pues como lo señala Llanes: "El consumo de drogas en otras épocas, se reducía a una élite muy delimitada. Ahora, el hijo del vecino, del mejor amigo o el propio hijo pueden ser presa de las drogas." (1982, p. 9). Esto no debe prestarse para causar angustia, sino para movernos a actuar y por supuesto, a conocer lo referente a una situación que no es posible soslayar. El mismo Llanes dice a este respecto que: "Una posibilidad de bajar la angustia que provoca el problema, en padres, maestros, educadores, o aquellos en contacto con la población juvenil, es tener una información válida, no sólo de los efectos de las drogas, sino sobre todo de sus causales." (1982, p. 10)
Es claro entonces que el problema de la drogadicción no se reduce al hecho de consumir, sino que va mucho más allá, y lo que hay que tratar de identificar en primera instancia es el por qué un adolescente buscaría las drogas y cuál es la carencia que pretende suplir. En consonancia con esto Míguez sostiene que:
El problema de la droga es, por lo tanto, el de la obtención por la vía química de efectos que no han podido lograrse mediante la interacción con el medio. El individuo concluye que su situación es inmodificable y, en consecuencia, busca alterar "el estado de ánimo, los sentimientos, las percepciones" hasta lograr sin sufrimiento inmediato, acomodarse en forma circunstancial a la realidad y sentirla placentera. (Míguez, 1998, p. 24)
Con referencia al papel de los maestros, señalamos la siguiente afirmación en cuanto a la prevención: "(…) La figura del maestro desempeña un papel fundamental porque él puede observar el desarrollo de sus alumnos mínimamente durante un año, y conociéndolos mejor, tiene más posibilidades de influir en sus actitudes y comportamientos frente a las drogas." (Massün, 1991, p. 7).
Padres, maestros y comunidad en general, pueden y deben construir redes de apoyo para los adolescentes de su propio contexto social, pues uno de los pasos principales en la prevención primaria es lograr que el joven que tiene algún problema no se sienta solo, sino que perciba en torno a él la presencia de las figuras que le son representativas. Asimismo cada uno de los adultos que forma parte de esas redes de apoyo obtendrá retroalimentación sobre la forma de encaminar sus esfuerzos. Sobre la importancia de las redes sociales Agudelo & Saldarriaga dicen lo siguiente:
De acuerdo con Elina Dabas, el concepto de red social, implica un proceso de construcción permanente, tanto individual como colectivo. Es un sistema abierto que, a través de un intercambio dinámico entre sus integrantes y los de otros grupos sociales, posibilita la potenciación de los recursos que posee. Los diversos aprendizajes que una persona realiza se potencian cuando son socialmente compartidos en procura de solucionar un problema común. El efecto de red es la creación permanente de respuestas novedosas y creativas para satisfacer las necesidades e intereses de los miembros de una comunidad, de forma solidaria y autogestora. (Agudelo & Saldarriaga, módulo I, 2006, p. 26)
No estamos queriendo decir que la implementación de redes de apoyo garantice por completo el alejamiento de todos los jóvenes de las drogas, pero sí es un factor que en muchos casos puede inclinar la balanza del lado de la protección. Además las redes de apoyo, si cumplen bien su función, son organismos dinámicos, en constante transformación y siempre dispuestos a aprender, tanto de las vivencias propias, como de las experiencias de otros contextos. La comprensión de las limitaciones de la red a la que se pertenece, así como de los puntos fuertes de ésta, llevará a un entendimiento mayor del fenómeno de la drogadicción y de la mejor forma de hacerle frente. Edwards & Arif hacen referencia a las limitaciones que trae aparejadas todo intento de luchar contra el consumo de drogas y a las ventajas de aprender de lo que otros están haciendo. Estos autores lo plantean a nivel de Estados, pero consideramos que puede aplicarse (guardando las debidas proporciones) al nivel de contextos sociales más reducidos:
El tratamiento, en todos sus aspectos, del uso indebido de drogas, ofrece un ejemplo excelente de los tipos de problema que plantea todo intento de ejercer una acción sanitaria detallada y completa. No hay prescripción que por sí sola –puesto que ninguna es perfecta- pueda hacer frente al uso indebido de drogas ni a desarrollar un amplio programa de sanidad en todo un país. Cada país tiene que abordar esos problemas de manera adecuada a su propia individualidad. No obstante, todos los países pueden aprender de la experiencia de otros, de sus éxitos y fracasos (…) (Edwards & Arif, 1981, p. 7)
Elementos para la comprensión del fenómeno de la Drogadicción desde la psicología
La Psicología como campo disciplinar fundamentada a partir de estudios rigurosos sobre asuntos que le son propios, no debe propiciar la pugna entre las diferentes concepciones teóricas sobre las explicaciones y las formas de intervención -a veces descalificadoras- entre corrientes; por el contrario, debe procurar la integración de acciones concretas que generen transformación y aporte al trabajo de erradicación y atención con el fenómeno de la drogadicción (Bohórquez, 2011, p.3)
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