Hugo Chávez: la realización de un proyecto
Existen muchas formas para discurrir acerca de la muerte de un hombre o bien de la de una mujer, así como tantas maneras para contarla. Tal vez éste sea un modo más para recorrer e interrogar a la vida, para poner en circulación los fragmentos de una existencia que ha dejado una huella profunda en el imaginario colectivo de una nación y, acaso, del mundo entero.
Existen también hombres y mujeres cuya vida les es insuficiente para que un sueño se vea realizado. Si se observa la labor emprendida por el presidente venezolano Hugo Chávez, es increíble observar como este sueño ha sido también su vida; con esto se quiere decir que su obrar corresponde a su biografía, lo que la transforma en algo muy sorprendente si se le añade ese algo más que puede ofrecer una biografía respecto a lo que la naturaleza concede, es decir, cuando sobreviene el pequeño milagro que sólo puede otorgar la existencia: el de verse transformado en multitud.
En Chávez se verificó esa coincidencia que raramente puede realizarse entre tiempo individual y tiempo colectivo; a pesar de ello, ésta no pudo coincidir con la ideología del tiempo histórico presente. El desface producido entre estos dos tiempos pudo al final dar lugar al personaje y, de modo paradójico, la fusión de ambos permitieron que el mandatario se proyectase hacia el futuro.
Desde un punto de vista existencial, el líder bolivariano se distinguió por ser un hombre de principios, portador de una ética robusta, un internacionalista que amaba a su patria, a sus símbolos, su bandera, pero, sobre todo, creía en la emancipación material e intelectual de su pueblo que él soñaba culto e inteligente.
Había constatado que su país, del que la cultura oficial decía ser expresión de una burguesía "progresista", que se fundaba en los pobres hambrientos, marginales y analfabetas, gente sucia y vulgar que emplea la grosería como lenguaje corriente, cuyos hijos e hijas roban en las calles y se prostituyen; una humanidad que vive como los animales por debajo de toda moral, por la cual ninguna religión ha sido creada y ninguna política destinada. Fue a partir de la década de los ochenta del siglo pasado que la economía general empezó a manifestar los síntomas de una decadencia de la que el parasitismo del régimen dominante y especulador se le podía considerar como el de una casta corrupta interesada a la conservación de los propios privilegios y opuesta a toda forma de participación popular, indiscutiblemente caracterizada por la privatización de la esfera social.
Sin cerrazones mentales, sin un lenguaje especializado y usando la didáctica de los ejemplos, este hombre emepezó a proceder de modo concreto: impaciente ante las tonterías y las deformaciones ideológicas que circulaban entorno a la realidad del pueblo venezolano. Sobre todo, el mandatario venezolano se propuso desenmascarar la campaña de mentiras desatada por la burguesía venezolana e internacional a través de los medios de información en contra de las políticas de desarrollo social emprendidas bajo su gobierno. A partir de ese momento es cuando se manifiesta el creciente interés tocante los riesgos de un uso banalizador e ideológico del lenguaje y su consiguiente corolario de pérdida de la memoria histórica inducida por aquellos medios, hasta el punto de llegar a la anulación de la identidad individual por la de una genérica cultura global entregada al self-service generalizado del cosumismo.
El irrenunciable espíritu crítico del que Chávez fue siempre asiduo promotor le costó, como era de esperarse, la enemistad de los gobiernos que maniobran las riendas de la economía internacional de acuerdo a los valores e intereses de la hegemonía neoliberal. Su socialismo del siglo XXI no se le puede identificar con el "real" del siglo XX. La sociedad ideal según el mandatario venezolano se debe inspirar, más que a la doctrina del materialismo histórico, a la de la primacía moral, en la decencia y el respeto de la dignidad humana, cuya degeneración ha sido la consecuencia de un proceso de masificación que ha corroído el destino individual y social de los pueblos. Y es a partir de la conservación de la memoria histórica de las gestas de los héroes de la independencia latinoamericana y de la de todos aquellos que no se conformaron en vivir en la cultura de la desesperanza, sino en la certeza de luchar contra el neocolonialismo económico y cultural a nivel continental, que se hace posible trazar el sentido de continuidad con el pasado como antídoto a la enejenación del presente. Chávez sabía muy bien que la independencia política y económica de Venezuela no se podía mimetizar con discursos imprimidos con la retórica del reformismo, expresando para ello una solidaridad únicamente formal, sino que se debía fundamentar a través de la reapropiación de la soberanía política y económica de la nación, libre de todo oportunismo.
La Patria Grande de Chávez alude a una unidad continental que incluye en sus propias autonomías a los otros países del subcontinente. En su perspectiva de solidaridad hacia los países hermanos de la región, la función de Venezuela figura como la de un polo-guía en la lucha de liberación continental y como centro de agregación de la solidaridad latinoamericana hacia los pueblos en lucha. Desde un punto de vista geopolítico, para el líder venezolano la América Latina, en su actual coyuntura capitalista, debe conformar un espacio autónomo para integrarse con los otros actores del sistema multipolar internacional.
Otro de los alcances del líder bolivariano fue el de impulsar el proceso de evolución social del pueblo venezolano en concomitancia con la introducción de una nueva reorganización económica que ha permitido promover la reconstrucción educacional del país, en cuanto revolución moral, con el objetivo de crear un primer embrión de clase dirigente que valorice las fuerzas individuales. De esta forma, gracias a la organización de la conciencia popular por medio de la instrucción se ha hecho posible sentar las bases para su transformación en momento económico por excelencia: garantía fundamental de autonomía y libertad que no compromete la formación de una mentalidad económica moderna, sino que por medio de ella al pueblo se le prepara para remediar su inferioridad histórica a nivel internacional.
Chávez: hombre y pueblo
El respaldo popular recibido por el mandatario venezolano a lo largo de estos 14 años ha sido prácticamente absoluto, debido a la comixtión de tres factores: a) una fuerte personalidad; b) una visión política bien determinada y, por último, c) una práxis política que ha servido de premisa o complemento del ideario al cual se inspiró. A lo largo de la historia han sido muy raros los líderes que han manifestado la cualidad de atraer a las masas gracias a su presencia o por medio de la palabra.
El presidente venezolano tuvo este don que hasta lo trascendió, es decir, por medio de un uso sabio del lenguaje y de su personalidad supo desenmascarar las toscas semplificaciones y banalidades que se comunicaban a la masa de los venezolanos, en su mayoría semianalfabeta; este tipo de comunicación había alcanzado su mayor eficacia a través del uso reiterado de un lenguaje degradado y corrompido muy representativo del viejo régimen puntofijista. Hugo Chávez fue muy inteligente en enlazar nuevamente las raíces de la vida moral y emotiva del lenguaje, alejándolas de la bestialidad y de la falsedad política en la que se habían sumido, lo que le permitió entrar en sintonía con el pueblo hasta identificarse con él. Ya cuando en los últimos tiempos conocía la gravedad del mal que lo aquejaba, supo generar en la conciencia de los venezolanos la certidumbre de que Chávez es mucho más que el presidente de la República, a saber, afirmaba que era el hombre que se veía reflejado en las mujeres, en los hombres y los niños de los diversos estratos sociales del que se conforma la sociedad venezolana.
En su última gira electoral para las elecciones presidenciales de 2012, el jefe de estado venezolano había declarado a la multitud de electores y simpatizantes de la ciudad de Maracay que "Chávez ya no soy yo, Chávez es el pueblo. Somos millones. […] no podrán con Chávez porque Chávez es un pueblo invicto e invencible". Y más adelante, el presidente candidato añadía: "[…] Mirándolos y sintiendo la marea roja, la marea multicolor, viendo a los niños que me lanzan besos, a los jóvenes corriendo al lado de la carvana, yo, humilde soldado, aquí en el alma, aquí en el corazón me he dado cuenta de algo: pasarán los años y Chávez nunca se irá de estas calles, porque Chávez ya no soy yo, Chávez es este pueblo"[1].
La influencia ejercida por este hombre en la masa de sus seguidores fue al mismo tiempo moral, personal, carismática e intelectual, lo cual se tradujo en conciencia histórica y social; esto hizo que la gente sintiera por él, por sus opiniones, afirmaciones y creencias, ese apego generoso que difícilmente un líder político logra alcanzar. Y a pesar de su pérdida prematura para el pueblo venezolano y para la América Latina entera, Chávez sigue presente en la conciencia de cada venezolano, es decir, físicamente muere, pero ha dejado a sus sucesores las herramientas para poder continuar firmes en el proceso de construcción e integración regional. Ofreció su apoyo y colaboró con el pueblo a mantener la unidad y la continuidad espirituales del mismo, hasta finalmente revivir en él y hacerse conciencia política, ética y humanitaria. En el volumen autobiográfico Cuentos del arañero, el mandatario venezolano afirma en sus páginas:
Como siempre está la masa del pueblo y yo me echo encima de la masa, me abrazo con ella, sudo con ella, y me consigo. Porque allí está el drama, allí está el dolor, y yo quiero sentir ese dolor, porque sólo ese dolor, unido con el amor que uno siente, nos dará fuerzas para luchar mil años si hubiera que luchar contra la corrupción, contra la ineficacia, y por el bien de un pueblo que es un pueblo noble, digno, valiente como el pueblo venezolano.[2]
El impacto de su figura ya ha trascendido las fronteras de su país y del continente americano para tornarse en una figura histórica internacional.
Después de haberse sometido a su última intervención quirúrgica, el pueblo venezolano, así como el de diversos países de América Latina, del Caribe y del mundo empezaron a organizarse en cadenas de oración para pedir su pronta recuperación. Los pueblos del mundo se organizaron dando súplicas por su salud: en las iglesias, los templos, las mezquitas y capillas: miles de fieles oficiaron rituales: unos encomendándose a Dios y a los santos, otros, como en el caso de Cuba, al culto de la santería en donde animaban sus súplicas con cánticos y bailes de tambor.
Asimismo, la iglesia evangélica celebró oficios religiosos por la salud del mandatario y, en Venezuela, muchos fieles imploraron la pronta recuperación del presidente a José Gregorio Hernández, un santo no reconocido por la iglesia católica. También los aborígenes venezolanos, los quichuas ecuatorianos y aymara bolivianos, ofrecieron ceremonias ecuménicas por la salud del comandante Chávez. Las plegarias estuvieron presentes también en la red social Facebook, donde cientos de personas invocaron por la rápida mejoría del mandatario.
Es así que el presidente Chávez ha entrado en la conciencia del mundo entero, sobre todo en la mayoría de aquellos que nunca tuvieron voz, simplemente porque su modelo social representa el proyecto de una posibilidad que ha quedado abierta a pesar de la crisis de otros modelos, esto es, patentiza la posibilidad de un socialismo humanista, pluralista y democrático, contrario a una visión del progreso centrada en el poder flexible de la mercancía que se encarna concretamente en el fortalecimiento del capitalismo absolutista-totalitario internacional. Sin duda, en un primer momento, el líder venezolano se sintió solo ante la reducidas posibilidades de éxito de una lucha que ya de por sí parecía tan difícil, aunque no desestimó nunca la posibilidad de construir un modelo de sociedad que se propusiera como alternativa al capitalismo neoliberal, es decir, que se pueda erigir principalmente en el planteamiento de una reforma intelectual y ética, una superación de los intereses puramente económicos para valorar motivaciones de tipo moral e ideal que ya de por sí implican una cierta tensión utópica. La posibilidad para restablecer esta alternativa sólo se podía obtener a través de la construcción de sujetos capaces de desearla, lo que significa capaces de comprometerse en su construcción: los sectores populares venezolanos recién están tomando esta dirección, si bien aún viven dominados a nivel cultural por la ideología liberal. A pesar de que ésta ideología se halle en contradicción con sus intereses fundamentales, su hegemonía a nivel internacional es tan fuerte que impone la interiorización de sus valores.
No obstante, hay algo más que lleva tras sí una concepción de la historia y del hombre, un sentimiento que puede estar presente no sólo en un individuo, sino en pueblos enteros, y ese algo es creer que las clases populares puedan ser las vencedoras de mañana, de la sociedad futura, si bien todavía sean las perdedoras de hoy. La muerte de Chávez ha abierto una brecha en medio de la actual desesperación en que se haya sumido el mundo entero. Como ya se ha dicho con anterioridad, el solo hecho de que los pueblos de muchas naciones hayan manifestado una tensión espiritual ante la enfermedad del mandatario venezolano, demuestra que en cada uno de nosotros está abierta la posibilidad, si estamos formalmente convencidos, de rebasar esas fronteras de la desesperanza para lograr el horizonte del sueño: esa perspectiva y esa inspiración que se renuevan continuamente y que sirve de estímulo para la búsqueda de caminos nuevos que nunca se podrán vislumbrar si tan solo se pensara en la imposibilidad de salir de las fronteras del sistema capitalista.
La experiencia vivida por el mandatario venezolano en sus últimos días de vida recuerda muy de cerca a unos versos del poeta peruano César Vallejo, quien en 1937 escribió Masa, una composición poética en la que el amor liberado por los pueblos hacia un soldado caído durante la Guerra Civil española, se transforma en una invitación a asumir de nuevo la vida. El grado de verosimilitud de este texto poético con relación a lo ocurrido al comandante Chávez se manifiesta a través de un conjunto de signos que, al ser transpuestos a la realidad presente, ofrecen una correspondencia parcial de la realidad concreta vivida por el líder venezolano algunas semanas antes de su fallecimiento. Lo considerable de toda obra literaria es que de una u otra manera penetra en la vida y, por consiguiente, se torna parte de la realidad, es decir, del mundo que a veces anticipa.
Al fin de la batalla,
y muerto ya el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "No mueras, te amo tanto"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…[3]
Estos versos suponen también una nueva forma de entender al Hombre, concientes de que la incertidumbre del éxito de la lucha se apoya en la certeza del valor moral, humano y por lo tanto también político de esta opción. Por lo tanto, el comandante Chávez simboliza un nuevo horizonte y un nuevo compromiso vocacional por la libertad de los pueblos. Su muerte no ha sido definitiva, porque para los pobres del mundo se está abriendo la posibilidad de una nueva fase de lucha y esperanza.
El pueblo venezolano ha demostrado al mundo entero que la lucha no es patrimonio de una clase gobernante corrompida y vendida a los intereses imperialistas, sino que es el efecto de pasiones e inquietudes que no abdican ante el silencio y el olvido que se les quiere imponer.
Bibliografía
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Petras, James, Chávez va a entrar en la historia a la altura de Artigas, Martí, Bolívar, in CX36 Radio Centenario de Montevideo, in www.radio36.com.uy, 09/03/2013.
Petras, James, Chávez logró crear identidad nacional y conciencia de clase, in CX36 Radio Centenario desde Montevideo, www.radio36.com.uy, 14/03/2013
Roca, Santago, José, Hugo Chávez y el pensamiento crítico. Con una recopilación de documentos sobre su recorrido político-intelectual, in http://www.aporrea.org, 18/03/2013.
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Wallerstein, Immanuel, Después de un líder carismático ¿qué sigue?, in www.rebelion.org, 31/03/2013.
Autor:
Vincenzo Paglione
Vincenzo Paglione, nació en Caracas en 1966. Vive en Italia. Egresado en Pedagogía, es profesor de lengua y literatura española y latinoamericana. Colabora como traductor para el Istituto di Alti Studi in Geopolitica e Scienze Ausiliarie (ISAG), http://www.istituto-geopolitica.eu/.
Publicaciones:
Bolívar en Italia. Camino de formación y concientización, publicado en www.Simon-Bolivar.org
La experiencia bolivariana en la formación del pensamiento de Giuseppe Mazzini, en Revista Cultural Alternativa Encontrarte, año 3, n.52, 2006 publicado en www.aporrea.org
Grand Tour. El Diario de viaje de Francisco de Miranda por Italia, 2008, publicado en www.edu.red
Francisco de Miranda y la génesis del tricolor venezolano, 2008, publicado en www.edu.red
Un canto para Chávez. Análisis comparada de dos textos catárticos (La "oración al Chávez nuestro" y el "Canto para Bolívar"), 2009, publicado en www.edu.red
12/04/2013
[1] “Chávez somos millones”, artículo digital publicado por la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), el 1 de julio de 2012, http://avn.info.ve/titulares/autor/
[2] Frías, Hugo Chávez, Cuentos del arañero, Vadell Hermanos Editores, 2012, pp. 173-74.
[3] César Vallejo, “Masa”, in R. Paoli (al cui dado de), César Vallejo. Opera poetica, vol. 2, Iesa, Edizioni Gorée, 2008.