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Relación geográfica, arqueológica e histórica de los pueblos de los reyes Iztacala y San Juan Iztacala

Enviado por gilberto perez rico


    Relación geográfica, arqueológica e histórica de los pueblos de los reyes Iztacala y San Juan Iztacala, Municipio de Tlalnepantla, Estado de MéxicoMonografias.com

    Relación geográfica, arqueológica e histórica de los pueblos de los reyes Iztacala y San Juan Iztacala, Municipio de Tlalnepantla, México

    Parte 4. El siglo XX

    SIGLO XX:

    En 1903 los hermanos Ángel y Andrés Aguayo inauguran el ferrocarril Monte Alto, con oficinas, talleres y estación en la calle de Lerdo, en la colonia Guerrero, D. F., con la primera estación en la Villa Nicolás Romero.

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    Figura 64. El ferrocarril de Monte Alto.[1]

    Para 1908, la Municipalidad de Tlalnepantla contaba con 8,109 habitantes y en su cabecera con 2,231.

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    Figura 65. Durante la Revolución, los ferrocarriles fueron utilizados por los revolucionarios, para transportar caballos, armamento y gente.[2]

    Hacia 1910, da inicio el movimiento armado que dará fin a la dictadura que desde 1876 había mantenido en el poder a Porfirio Díaz, y que llevará a la Presidencia de la República a don Francisco I. Madero. La Revolución Mexicana puso de manifiesto la situación de explotación y de pobreza extrema en la que se encontraba la mayoría del pueblo obrero y campesino mexicano, bajo la fachada de paz, progreso y auge económico del Porfiriato. Durante este periodo, destacan líderes revolucionarios que iniciaron la lucha contra don Porfirio, en sus lugares de origen, como Francisco Villa en el Norte, Emiliano Zapata en el sur, y otros más como Pascual Orozco y Luís Moya.

    El movimiento armado del pueblo mexicano continuó durante varios años, tras la muerte del presidente Madero y del Vicepresidente José Ma. Pino Suárez, quienes fueron traicionados y asesinados por Victoriano Huerta en 1913. Nuevamente se levanta el pueblo contra el usurpador Huerta al mando de Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, quien defendía con el Plan de Guadalupe el Constitucionalismo y la legalidad del Estado Mexicano; los anteriores jefes como Villa y Zapata peleaban por los derechos de las clases medias y bajas y la devolución de las tierras al pueblo campesino. Huerta renunció finalmente a la presidencia el 17 de julio de 1914.

    El 22 de agosto de 1913 el diputado yucateco Serapio Rendón, enemigo del Porfiriato, acusa directamente a Huerta del asesinato de Madero y Pino Suárez; este hecho ocasionó que fuera aprehendido y apresado en el cuartel de Tlalnepantla, donde fue asesinado por el Coronel Felipe Fortuño Miramón. Rendón fue sepultado en la fosa común en el panteón de La Loma de Tlalnepantla.

    Derrotado Huerta asume la presidencia Venustiano Carranza, quien presenta un proyecto de reformas a la Constitución de 1857 para dar paso a la nueva Constitución de 1917; esta declaraba las tierras y las aguas propiedad nacional, atendía las demandas laborales de los obreros y prohibía la participación en la política de la religión.

    La Constitución Política del 5 de febrero dividió también al Estado de México en 119 municipios, uno de los cuales fue Tlalnepantla de Comonfort.

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    Figura 66. Camiones Ford en los años 50´s,

    Línea Tacuba-Azcapotzalco-Tlalnepantla. Archivo Histórico de Azcapotzalco.

    En los años cuarenta, Tlalnepantla alcanza el auge industrial, comercial y poblacional bajo el régimen de los gobernadores del Estado de México Isidro Fabela y Alfredo del Mazo.

    El 13 de septiembre de 1948 el decreto No. 28 de la H. XXXVII Legislatura Local, eleva a Tlalnepantla al rango de Ciudad, siendo Gobernador del Estado de México Alfredo del Mazo Vélez.

    Desde 1920 hasta 1960 era común ver camiones Ford de la línea Tacuba-Azcapotzalco-Tlanepantla cargados con pasajeros, bultos con mercancías, animales y alimentos. Estos camiones llegaban hasta Puente de Vigas y de ahí seguían por el camino de terracería bordeado de árboles a San Jerónimo Tepetlacalco, pasando por el Pueblo de Los Reyes; cruzaban un pequeño puente sobre el río y de ahí seguían hasta el centro de Tlalnepantla.

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    Figura 67. Escudo oficial del Municipio de Tlalnepantla.[3]

    El 13 de septiembre de 1973 para celebrar los XXV años como ciudad, se presenta el proyecto ganador de escudo municipal, creado por el sr. Manuel Medina Hernández, que se une a la anterior propuesta de glifo de Tlalnepantla presentada por el Lic. Mario Colín y el pintor Jesús Escobedo como símbolos del municipio. El primer escudo oficial de Tlalnepantla era de forma rectangular con la palabra "Tlalnepantla" en la cimera y en el borde el lema "Cultura, Trabajo y Progreso"; en el centro dentro de un rombo, el glifo de Tenayuca rodeado por los nombres "Comonfort" y "Tierra de Enmedio". Este escudo se sustituyó por otro al cambiar el nombre de Comonfort por el de Baz, que esta compuesto de cuatro cuarteles con dibujos alegóricos a la cultura prehispánica, la agricultura, la actividad industrial, la ciencia y la tecnología.

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    Figura 68. Puente sobre el río de Tlalnepantla, en Tenayuca.[4]

    El 23 de diciembre de 1978, la XLVII Legislatura del Estado de México y el C. Gobernador del Estado, Jorge Jiménez Cantú le dan a la ciudad el nombre de Tlalnepantla de Baz, en honor al Dr. Gustavo Baz Prada, revolucionario, medico, destacado político, dos veces gobernador del Estado e hijo ilustre del lugar.

    A finales del siglo XIX y ya bien entrado el siglo XX, los pueblos de Los Reyes, San Juan Iztacala, San Jerónimo Tepetlacalco, y San Pablo Xalpa vivían en un ambiente netamente rural de sembradíos y cría de ganado.

    Las aguas de los ríos de Los Remedios y Tlalnepantla, se usaban para regar las milpas de maíz, frijol, trigo, sorgo, alfalfa y remolacha, por medio de canales y acequias que atravesaban las tierras ejidales; en las cristalinas aguas era posible pescar y nadar, y hasta los arroyuelos llegaban familias y grupos de jóvenes y niños de paseo o de día de campo. También era posible ver sobre sus causes gran cantidad de árboles de tejocotes, pirules, eucaliptos y ahuejotes.[5]

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    Figura 69. Las tierras de Iztacala eran de tipo ejidal y se utilizaban para la siembra[6]

    El ambiente de pueblo se respiraba en todos lados; las personas criaban bueyes, caballos, mulas y burros para la carga de bultos y para jalar la yunta usada para el arado de la tierra; también se criaban otros animales como chivos, borregos, puercos, gallinas, patos, conejos y guajolotes en corrales para el consumo de la familia. Eran comunes los huertos de verduras, frutas plantas medicinales y las milpas de maíz, que proporcionaban a las familias el alimento diario.

    Tras la jornada laboral, las familias se reunían para comer frijoles de la olla y algunos guisados de carne y verduras calentados en el fogón de leña y acompañados por tortillas calientitas torteadas a mano y cocinadas sobre un comal de barro; esta era la ocasión para platicar sobre lo ocurrido durante el día; incluso algunas de las personas de mayor edad, conservaban aún la lengua indígena aprendida de sus padres, principalmente el náhuatl y el otomí-mazahua.

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    Figura 70. Las aguas del río de los Remedios eran cristalinas y en su cauce

    era posible incluso encontrar peces. INI, ídem.

    Otra actividad común era el desgrane de las mazorcas de maíz, que se realizaba en los tiempos libres en el patio; se obtenían así las hojas para elaborar tamales, los granos de maíz para la masa de las tortillas, el pozole, el atole y los olotes para alimentar a los animales domésticos o para encender el fogón.

    El ruido primero de las máquinas de vapor y luego de los trenes de motor, interrumpía de vez en cuando la calma del lugar con sus silbidos, y el estruendo de los vagones hacia cimbrar la tierra al pasar sobre las vías. También se escuchaba el llegar de los camiones cargados de mercancías y pasajeros que se dirigían hacia Tlalnepantla.

    Por donde quiera se podían observar sembradíos de nopales y también de magueyes, de los que se obtenía el agua miel con la cual se preparaba el pulque, bebida tradicional y sagrada para del pueblo mexicano; también se extraían los gusanos blancos y rojos para preparar ricas salsas molcajeteadas con chile; de numerosos hormigueros de las nopaleras y los magueyales se extraían los escamoles, para preparar el delicioso manjar de hueva de hormiga.

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    Figura 71. La actividad doméstica imperaba en el antiguo pueblo de Los Reyes Iztacala. INI, ídem.

    Las casas eran de adobe, techadas con vigas de madera, con paja, tejas o mortero; otras de los más acomodados, de piedra, cal y ladrillo rojo. Al interior se observaban algunos muebles de madera rústicos y sencillos, pero que constituían el adorno y lujo de las casas. Y sobre alguna pared principal un pequeño altar con las imágenes de la Virgen de Guadalupe, San Martín Caballero, San José, San Antonio, San Miguel Arcángel, la virgen de los Remedios, del Rosario o la de San Juan de los Lagos, un crucifijo y los retratos en blanco y negro o retocados en acuarela, de los abuelos, los padres u otros familiares fallecidos. El altar estaba adornado por un florero de cerámica, con carpetas tejidas y bordadas con diseños florales o animales multicolores, y con adornos de papel cortado. Una veladora con tenue luz en un vaso de vidrio iluminaba el lugar familiar de culto.

    Las calles principales de los pueblos lucían majestuosas sus empedrados de rocas pulidas por el paso de los camiones y las personas; las calles menos importantes aun conservaban su aplanado de tierra o cascajo con múltiples hoyos que se llenaban de agua en épocas de lluvia y se transformaban en lodazales que las personas atravesaban, y que dejaban los pies calzados por unos sencillos huaraches de cuero, cubiertos de lodo café. ¡Nada que un buen chorro de agua no pudiera limpiar!

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    Figura 72. Tradicional era la vestimenta y las actividades de los pobladores de Iztacala.[7]

    Los antiguos caminos reales estaban bordeados por ahuehuetes, sabinos, fresnos, pirules y eucaliptos, y eran recorridos por carretas, caballos, algunos vehículos de motor y por gente a pie que transportaba diariamente mercancías y productos agrícolas a Tlalnepantla, Azcapotzalco, Xocoyohualco, o Tenayuca. También se veía a grupos de jornaleros o peones que se dirigían a trabajar en las haciendas y ranchos de las cercanías, como la del Rosario, la de San Pablo Xalpa o la del Cristo, que se dedicaban a la cría ganado y de vacas para producción de leche, o a la siembra de productos agrícolas.

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    Figura 73. Antiguo camino real bordeado de grandes árboles.

    De igual forma, algunas personas montadas en su caballo o su yegua, arriaban por estos caminos a los rebaños de chivos, borregos y vacas; iban acompañados de varios perros criollos que mansamente seguían a su dueño.

    A lo lejos se podía escuchar también desde tempranas horas, el repicar de las campanas de las capillas y parroquias de Los Reyes Iztacala, San Juan Iztacala, San Jerónimo Tepetlacalco, Santa María Xocoyohualco, San Pablo Xalpa, San Bartolo Tenayuca, y la catedral de Corpus Christi de Tlalnepantla que llamaban a los feligreses a misa diariamente o anunciaban el fallecimiento de algún vecino de la localidad, que sería sepultado en el pequeño cementerio de Tepetlacalco, en el de Santa María Xocoyohualco, en el de San Pablo Xalpa o en el de La Loma, tras ser velado y sus restos consagrados en la parroquia local. La música, los rezos, el llanto de los deudos, los innumerables amigos y vecinos cargando flores o cirios, y el ruido espaciado de los cohetes, seguían al cortejo fúnebre, con el ataúd de madera decorado con adornos de encaje, que seria la última morada del ser querido que había partido.

    En ocasiones especiales, el cielo también retumbaba con el sonido de los cuetes y las luces artificiales de las fiestas patronales de cada uno de estos pueblos que se vestían de gala; los vecinos organizados con el cura adornaban su parroquia con flores y papel cortado, y llenos de júbilo asistían a celebrar con música de banda y procesiones al santo patrón.

    En sí, la vida transcurría tranquila en estos pueblos, irrumpida de vez en cuando por eventos o noticias especiales de la vida del país;[8] los habitantes se dedicaban al campo, a labrar sus tierras, y solo algunos cuantos trabajaban como obreros o peones en otros lugares como Tlalnepantla, o Azcapotzalco.

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    Figura 74. Tradicional procesión con la imagen del santo patrono del pueblo. INI, ídem.

    La vida rural va a ir desapareciendo lentamente, y poco a poco la modernidad, la prosperidad y una gran cantidad de nuevos habitantes se establecerán en la zona; con la apertura de nuevas y mejores vías de comunicación y el crecimiento urbano de la Ciudad de México y sus alrededores, será a fines del siglo XX, entre 1960 y 1970 cuando todo comenzará a cambiar en la región.

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    Figura 75. El Ferrocarril Central.[9]

    Existen varios planos que nos muestran la fisonomía de la zona de Tlalnepantla durante estas fechas, y en particular de los pueblos de Los Reyes y San Juan Iztacala; los veremos así como zonas rurales, compuestas por poca población, pero comunicadas por varios caminos y vías férreas, con otros poblados importantes como Tlalnepantla o Azcapotzalco. También en ellos podemos observar los diferentes ranchos y haciendas que poseían la tierra, e incluso las divisiones de las propiedades ejidales de los pueblos.

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    Figura 76. Vista del centro de Tlalnepantla a mediados del siglo XX.[10]

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    Figura 77. Plano General de la Mesa del Valle de México, de 1856.[11]

    En el Plano General de la Mesa del Valle de México de 1856, elaborado por el Ing. Francisco de Garay, se menciona a Los Reyes, Tlalnepantla, La Blanca y Barrientos, así como las haciendas de En medio, La Escalera, Careaga y El Cristo. En este plano se proyectan varios canales de desagüe, navegación y riego, uno de los cuales pasa entre la Calzada de Vallejo y el Pueblo de Los Reyes.

    En el plano de 1899 se aprecian en la Municipalidad de Tlalnepantla, los pueblos de Los Reyes y San Juan Iztacala; entre ambos las vías de los ferrocarriles a Laredo y Monte Alto. También se observan el camino que comunicaba a Azcapotzalco con Puente de Vigas y Xocoyohualco, desde donde seguía rumbo a San Jerónimo, a Los Reyes y llegaba hasta Tlalnepantla. Este plano delimita la Municipalidad de Azcapotzalco que se incluye en el D.F. de la Municipalidad de Tlalnepantla, en el Estado de México.

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    Figura 78. Plano de 1899, de división interior del Distrito Federal. Archivo Histórico de Azcapotzalco, Planos.

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    Figura 79. Tlalnepantla y sus alrededores según la Carta de la República Mexicana

    a la 100,000a. , de 1899. Archivo Histórico de Azcapotzalco.

    De la misma fecha, 1899 es la Carta de la República Mexicana a la 100,000a. Región: La Ciudad de México, El Lago de Texcoco y alrededores, elaborado por G. Rivero y Tello, donde podemos ver la parte norte del valle, y los pueblos que conforman al actual Municipio de Tlalnepantla, y los ejidos de Los Reyes, Tenayuca, y San Juan Ixtacala. Cruzan la localidad el Ferrocarril Central y Ferrocarril Nacional.

    Esta definición de ejidos es más clara en la Carta Ejidal del Distrito Federal, del Departamento Agrario, elaborada en 1938 y donde se observan los límites de las propiedades, entre ellas parte de las tierras del Ejido de Los Reyes y San Juan Ixtacala que limitan con el río de Los Remedios, y con los ejidos de San Pablo Xalpa, Santiago Atepetlac y San Jerónimo. En el ejido de los reyes se observa la acequia que conducía el agua del río de los Remedios al Pueblo de Los Reyes y la devolvía al río en el ejido de Santiago Atepetlac (actualmente Vaso Regulador Carretas). Esta acequia se conservó hasta los años 70"s en Los Reyes Iztacala, cuando se removió para dar paso a las actuales Av. Ejidos y Av. Indeco; sus restos se podían observar en la Entrada 91 de la Av. Paseo del Ferrocarril. En la actualidad solo queda un arco de un oleoducto de PEMEX que cruzaba la acequia.

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    Figura 80. Carta de delimitación de predios y ejidos a principios del siglo XX. Archivo Histórico de Azcapotzalco.

     

     

     

    Autor:

    Gilberto Perez Rico

    [1] Tomado de 9citogp, Fotograf?as antiguas de Tlalnepantla, Youtube.

    [2] Tomado de SCT y FNM, Caminos de Hierro, M?xico, 1996.

    [3] http://es.wikipedia.org/wiki/Tlalnepantla_de_Baz; http://www.tlalnepantla.gob.mx/portal/

    [4] Guillermo Padilla D?az de Le?n, Tlalnepantla de Baz, Monograf?a Municipal, M?xico, 1999.

    [5] Aponte Edna, ?Memoria de Azcapotzalco, Relatos y recuerdos?; Delegaci?n Azcapotzalco, Mexico, 2000-2003.

    [6] Tomada de INI, M?xico Ind?gena, M?xico, diciembre de 1978.

    [7] Tomada de Enrique Krauze y Fausto Zer?n Medina, 1993, p. 41 y INI, op.cit.

    [8] Fotograf?as tomadas de: a) Archivo Hist?rico de Azcapotzalco; b) Instituto Nacional Indigenista, ?INI 30 a?os despu?s? en M?xico Ind?gena, M?xico D.F. 1978; c) Ferrocarriles Nacionales de M?xico, ?Caminos de Hierro?, Mex. D.F., 1996; d) Krauze, Enrique y Zer?n-Medina, Fausto, ?Porfirio. El Poder?, Edit. Cl?o, Mexico, 1993, P.41. Ca. 1920, FINAH.

    [9] SCT y FNM, op. cit. p. 111.

    [10] Padilla, op. cit.

    [11] Archivo Hist?rico de Azcapotzalco, Planos.