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El juicio sintético a priori en la Crítica de la Razón Pura de Emmanuel Kant

Enviado por sid_92


    1. Formación del pensamiento filosófico de Emmanuel Kant
    2. El Juicio Sintético A priori: fundamento de todo conocimiento en general
    3. La Crítica de la Razón Pura: la formación de todos los conocimientos previos a la experiencia
    4. Más Allá de los límites de la Razón Pura
    5. Conclusión
    6. Bibliografía

    Introducción

    "Existe, pues, un camino que el hombre, si quiere, puede recorrer; inicia con la capacidad de la razón de levantarse más allá de lo contingente para ir hacia lo infinito". Así versa la carta encíclica "Fe y Razón", en su apartado dedicado a esclarecer la función de la razón en el camino del hombre hacia la verdad (Intellego ut Credam). Y es que, ciertamente, la capacidad espiritual del hombre para conocer realidades, tanto materiales como abstractas, es patente en el avance del conocimiento.

    Sin embargo, esta capacidad no pocas veces se ve nublada en su búsqueda de la realidad más profunda: el camino a la verdad objetiva representa para el hombre un problema, es un camino dinámico, no estático.

    En este camino problemático, el mismo hombre puede dudar de sus capacidades para alcanzar alguna verdad, sobre todo cuando el mundo moderno, plagado de subjetivismos y diversidad, cuestiona nuestra capacidad de conocer la realidad tal cual. A lo sumo, el conocimiento de la verdad objetiva se convierte en un conocimiento ecléctico del mundo. Y aunque el problema se presenta puramente como teórico, tiene una profunda repercusión en nuestra vida práctica, ya que el conocimiento del hombre no es ni sólo una teoría, ni una pura praxis, sino que es uno solo el conocimiento humano, teórico y práctico a la vez, de donde se debe buscar la verdad en relación con el bien que hay que realizar.

    La propuesta de la presente investigación está en orden a esclarecer la problemática del conocimiento humano, y de ofrecer una respuesta a la interrogante general sobre si la razón humana tiene realmente la capacidad de elevarse hasta alcanzar un conocimiento infinito, o si el carácter problemático del camino hacia la verdad objetiva no es más que la prueba de que en realidad hay algunos conocimientos en los cuales la razón palpa su propia limitación.

    Abordaremos esta problemática desde una de las obras más representativas de la filosofía universal en relación al problema del conocimiento humano. Se trata de la "Crítica a la Razón Pura" (de ahora en adelante, haremos referencia a este libro con las siglas KRV) del pensador alemán Emmanuel Kant.

    Esta obra ha sido considerada por tres motivos principales: primero, este autor se distingue como creador del criticismo moderno, es decir, el estudio del conocimiento humano en sí mismo, en cuanto capaz de alcanzar un conocimiento objetivo; segundo, la filosofía de este autor siempre ha estado en disonancia con la filosofía tradicional por la radicalidad de sus afirmaciones en cuanto a la determinación de los límites de la razón; finalmente, en el bicentenario luctuoso de Emmanuel Kant, su propuesta filosófica sigue siendo actual e inquietante, sobre todo por sus repercusiones en los ámbitos de la gnoseología, la ética y la teología modernas.

    Además, el camino hacia la verdad es problemático, y en su consecución tenemos que plantearnos una y otra vez los fundamentos de nuestro proceder, a fin de confirmar nuestros logros, o en palabras del mismo Kant en sus Prolegómenos a toda Metafísica del Porvenir:

    "La razón humana, es tan constructiva que, con frecuencia, después de acabar la torre, la ha derribado de nuevo para ver si el cimiento está bien fabricado".

    La obra Crítica de la Razón Pura, se compone de cuatro secciones principales: prólogo, introducción, doctrina elemental trascendental y doctrina trascendental del método. Desde el primer párrafo del prólogo de la KRV, el autor pronuncia categóricamente su postura respecto al problema planteado, ésta es, a saber, el conocimiento tiene límites, hay cuestiones que no puede contestar, pero tampoco puede deshacerse de ellas, en palabras de Kant:

    "La razón humana tiene, en una especie de sus conocimientos, el destino particular de verse acosada por cuestiones que no puede apartar, pues le son propuestas por la naturaleza de la razón misma, pero a las que tampoco puede contestar, porque superan las facultades de la razón humana".

    Por otro lado, en la introducción de la obra, el autor resuelve el porqué de esta condición limitada de la razón: el Juicio Sintético a priori. De aquí en adelante (en la Doctrina Elemental Trascendental y la Doctrina Trascendental del Método), la obra consiste en un desarrollo riguroso de esta hipótesis.

    El asunto de nuestro estudio, planteado con rigor escolar, será: exponer los alcances y límites del conocimiento desde la KRV de Emmanuel Kant. Para esto, la investigación presente procederá de la siguiente manera: primero, con un estudio introductorio sobre la formación del pensamiento de Emmanuel Kant; segundo, clarificaremos el concepto sobre lo que es el juicio sintético a priori; tercero, nos plantearemos la posibilidad de tal clase de juicio desde la "doctrina elemental trascendental" de la KRV; y, cuarto, valoraremos algunas de las consecuencias que tal juicio plantea en el problema del conocimiento.

    El hombre es "aquél que busca la verdad", mas en esta búsqueda tiene que valerse de las herramientas de las cuales ha sido provisto, a fin de no equivocar el rumbo y de enriquecer el tesoro de la sabiduría para la posteridad.

    Capítulo 1

    Formación del pensamiento filosófico de Emmanuel Kant

    Emmanuel Kant nació en 1724, en Koenigsberg, Prusia, hoy Kaliningrad y parte de un territorio que está bajo soberanía soviética, en el seno de una familia de artesanos, su padre, Juan Jorge, era guarnicionero y su madre, Regina Reuter, era ama de casa. La familia, muy numerosa, pasó por duras pruebas: seis de los hijos murieron muy jóvenes.

    De su padre recuerda Kant su rectitud y probada honradez; de su madre, de confesión pietista, rama del protestantismo característica por su rigorismo, recuerda su bondad e inteligencia. El autor se educó en el Collegium Fridericianum, también de confesión pietista, dirigido por el pastor pietista F. A. Schultz, donde se seguía un régimen de gran severidad tanto en los contenidos como en los métodos. En este colegio se graduó en filosofía, teología y ciencias naturales. Concluyó sus estudios superiores en 1747, y después de un período muy difícil económicamente hablando, en 1755 obtuvo, con muchos esfuerzos, el doctorado y la habilitación como profesor y encargado de curso en la Universidad de Koenigsberg. Que su madre, así como el colegio donde estudió, fueron de confesión pietista, y que su padre haya sido probado como un hombre recto y honesto, parecen ser las causas de que los escritos de Kant se distingan por su escrupuloso orden lógico, y su explicación conceptuosa.

    Terminados sus estudios, dedicó su vida a la docencia y a la investigación, a la cual se consagró. Los años que transcurren entre 1770 y 1781 constituyen el momento decisivo para la formación del sistema kantiano. Después de una larga meditación, surgió la primera crítica: la KRV en 1781, a las que siguieron las otras grandes obras en las que figura el pensamiento maduro de este filósofo, en particular las otras dos críticas: la Crítica de la Razón Práctica en 1788, y la Crítica del Juicio en 1790. Llevó una solitaria y modesta vida de sabio, hasta su muerte por debilidad senil el 12 de febrero de 1804.

    1. 1. Influencias filosóficas en Emmanuel Kant

    La vida de Kant transcurre casi completamente en el siglo XVIII, el cual cierra la era moderna de la filosofía. El pensamiento moderno es, por llamarlo de alguna manera, una revolución, es la exaltación del hombre y de la capacidad del conocimiento humano sobre la tradición medieval. Nuestro autor se distinguirá de entre los modernos sobre todo por llevar a cabo la síntesis de las corrientes de su época: el racionalismo, el empirismo y el idealismo.

    La filosofía de esta era comprende tres etapas. La primera etapa de la era moderna es la del humanismo y el racionalismo, el cual, defendido especialmente por Descartes y la filosofía de Leibniz y Wolff, propone en su vertiente gnoseológica a la razón como única fuente del conocimiento humano. Las sensaciones no pasan de ser ideas confusas. La razón es el único elemento válido del conocimiento, esto en detrimento de los sentidos: "los sentidos nos engañan" afirmará Descartes. Cabe mencionar un texto de Leibniz, del "Nuevo Ensayo Sobre el Entendimiento Humano", de especial influencia en el pensamiento kantiano:

    "Es indudable que los sentidos nos son necesarios en todo conocimiento real; pero no son suficientes, porque sólo nos proporcionan ejemplos, es decir, verdades individuales o particulares. Ahora bien; todos los ejemplos, por numerosos que sean, que confirman una verdad general, no bastan para fundamentar la generalidad y universalidad de esta verdad pues de que una cosa haya sucedido no se sigue que haya de suceder siempre (…) de aquí se sigue que las verdades necesarias, como las que encontramos en las matemáticas puras, especialmente en la aritmética y en la geometría, deben apoyarse en principios cuya demostración no depende de los ejemplos, ni por consiguiente del testimonio de los sentidos".

    Es apreciable la similitud de este lenguaje con el que empleará Kant en la KRV, y su referencia especial a las matemáticas puras como "verdades necesarias".

    La segunda etapa de la filosofía moderna consiste en la época de la ilustración y el empirismo o filosofía de la experiencia la cual considera la experiencia sensible como única fuente del conocimiento. Sólo el conocimiento sensible es válido, la razón sólo "juega" con el material obtenido en la experiencia sensible. Esto es, la filosofía empirista propone un conocimiento a base únicamente de sensaciones que se "graban" en la mente, se combinan, y nada más. Podemos decir que es la corriente totalmente contraria al racionalismo, y que surge como respuesta, sin embargo, la verdadera naturaleza del conocimiento es en parte teórica o racional y en parte práctica o sensible. Este es probablemente el primer indicio en la formación del pensamiento de Kant: tratará unificar la parte racional con la parte empírica en el conocimiento.

    En el siglo XVII aparece el idealismo (Fiche, Schelling, Hegel) proponiendo que el sentido de la realidad depende de la actividad espiritual del sujeto, es decir, la no existencia de objetos fuera de la razón, sino sólo en la interioridad de ésta, cuestión inaceptable para Kant como menciona Santiago Echeverri:

    "Desde su primera obra metafísica, titulada Nueva Dilucidación de los principios primeros de la metafísica, publicada en 1755, hasta las Reflexiones póstumas, algunas de las cuales datan del otoño de 1793, el filósofo alemán esbozó argumentos muy diversos para probar la realidad del mundo externo (…) En una de sus Lecciones de Metafísica Kant compara el idealismo tradicional con un ‘cáncer’ que debería ser extirpado oportunamente".

    De aquí podemos plantear una hipótesis sobre la inquietud filosófica del autor acerca del conocimiento intelectual y sensible: ¿cómo interactúan? ¿cómo conciliar el racionalismo y el empirismo? ¿cómo demostrar apodícticamente la existencia de los objetos fuera de la mente humana?

    1. 2. Los "momentos claves"

    Proponemos tres eventos como "detonadores" de toda la filosofía crítica de Emmanuel Kant: el "siglo de las luces" (1700), el descubrimiento de que la tierra gira alrededor del sol y no a la inversa (descubrimiento llevado a cabo por Copérnico), y lo que el mismo Kant llama la "gran luz".

    1. 2. 1. La ilustración

    Aunque no constituye el único movimiento cultural de la época, la ilustración lleva la pauta de la filosofía europea en el siglo XVIII. Consiste en un articulado movimiento filosófico, pedagógico y político, que va seduciendo de manera gradual a las clases cultas y a la activa burguesía en ascenso en los diversos países europeos. Es un movimiento que en cuya base se encuentra la confianza en la razón humana, cuyo desarrollo implica el progreso de la humanidad, al liberarse de las cadenas ciegas y absurdas de la tradición, y del cepo de la ignorancia, la superstición, el mito y la opresión. Leamos un texto de la "Historia de la filosofía" de Emmanuel Kant:

    "La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su intelecto sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración".

    Según Kant, hay algo que todos los metafísicos dogmáticos de la historia han ignorado, si un conocimiento tan cierto como la metafísica no ha sido compendiado en un libro de ciencia como se compendia la matemática, es porque todos los discursos metafísicos se basan en conocimientos que si bien no son tan errados, todos ellos se han quedado estancados por no aportar nada al conocimiento de una realidad de una vida futura, así como de la existencia de un Ser Absoluto y de un alma inmaterial, sino que esta basada en juicios analíticos (que serán explicados más adelante). Todos han "especulado" por llamar de una forma a la actividad de la razón teórica, sin tomar en cuenta el principio mismo que hace posible esa especulación, como pretender conducir un automóvil sin haber colocado la llave y sin haber puesto gasolina. Pues de la misma forma que este principio permite el conocimiento, también explica toda posibilidad de conocimiento físico y metafísico. Y durante la historia han seguido unos tras otros estos principios metafísicos por utilizar los andamios construidos por otros para hacer la propia casa, mas no se han preocupado por construir sus propios andamios para construir el propio edificio.

    1. 2. 2. El giro copernicano

    Nicolás Copérnico nació el 19 de febrero de 1473 en Thorn (Polonia). Es uno de los fundadores de la astronomía moderna y autor de la teoría planetaria heliocéntrica. En 1543 la obra maestra que lo habría de inmortalizar: De Revolutionibus Orbium Coelestium, dedicada al papa Paulo III, que consta de seis libros de los cuales el más importante es el primero por exponerse en él la teoría heliocéntrica. Esta teoría propone, en contradicción radical al conocimiento de la época, que los planetas giran alrededor del sol siendo éste el centro del sistema planetario y no la tierra con todo lo demás girando alrededor suyo como se pensaba. El descubrimiento de Copérnico pudo inspirar a Kant en su giro gnoseológico del conocimiento, a saber, que no somos nosotros los que nos amoldamos a la forma del objeto cuando lo conocemos, sino al revés, el objeto se amolda a la forma de nuestro conocer. Después de siglos de plantear la propia posición de la tierra en el centro del sistema solar, con el sol y los demás planetas girando en orbitas alrededor, por medio de la observación de los movimientos de los cuerpos celestes, Copérnico se da cuenta que todo el sistema se explica mejor y adquiere congruencia entre todos los datos de la experiencia si colocamos a la tierra en una orbita alrededor del sol y no al revés, como la cosmografía tradicional lo planteaba.

    1. 2. 3. La gran luz

    El pensamiento de Kant evolucionó significativamente a lo largo de su vida. Pueden distinguirse dentro de su desarrollo cuatro períodos: en el primer período (1746 – 1760) prevalece el interés por las ciencias naturaleza; filosóficamente Kant es racionalista. En el segundo (1760 – 1769) aventaja la vocación filosófica, y se advierte una tendencia hacia el empirismo. En el tercero (1769 – 1781) surge ya la idea criticista, es el período de la gestación. En el cuarto (1781 – 1804) se producen las clásicas obras de la filosofía crítica, o trascendental, y, tras ellas, en los años postreros de su vida, algunas aclaraciones y retoques de su doctrina. El año de 1769 fue crucial. Llevado a una honda meditación, él mismo dijo: "El año 1769 me trajo la gran luz". La gran luz era el principio criticista. En 1770 aparece la disertación inaugural De Mundi Sensibilis atque Intellibilis Forma et Principis (Forma y Principios del Mundo Sensible e Inteligible) la obra puede ser considerada como el acta de nacimiento del criticismo.

    Hasta ahora hemos mostrado los principales factores que influyeron en la formación del pensamiento de Kant y en la concepción del principio crítico, fundamento de toda la filosofía trascendental como él mismo la llama. Pero cuál es este principio, capaz de fundir en un solo cuerpo doctrinal, la paradoja gnoseológica de la época moderna ¿cuál es a fin de cuentas la fuente del conocimiento, el intelecto o la experiencia?

    Capítulo 2

    El Juicio Sintético A priori: fundamento de todo conocimiento en general

    ¿En qué consiste el juicio sintético a priori y porqué es fundamental en el sistema Kantiano? Porque tal juicio explica la interacción del intelecto y de la experiencia en el proceso del conocimiento, y como el objeto conocido se amolda a la forma de razón humana y no al contrario, según lo afirma la filosofía tradicional.

    El problema se plantea de la siguiente forma: el conocimiento actúa bajo un principio que le permite alcanzar la realidad concreta, pero este principio no puede provenir de la experiencia pues ésta sólo nos da "casos aislados", pero si afirmamos que este principio proviene de la razón, entonces parece perder fundamento práctico. El siguiente capítulo tratará de explicar tal juicio en tres pasos: primero, con todo el rigor cartesiano nos formaremos una idea clara y distinta de lo que es un juicio sintético a priori; segundo, deduciremos, con Kant, su procedencia; finalmente, responderemos a la cuestión sobre los alcances y límites de tal juicio.

    2. 1. Distinción general entre los juicios analíticos y sintéticos

    Un juicio es una proposición que relaciona dos conceptos, por ejemplo "el perro ladra", es un juicio en cuanto asocia el concepto de perro y el concepto de ladrido, asimismo "la silla sirve para sentarse", asocia los conceptos de silla y de estar sentado. Los dos ejemplos anteriores son juicios analíticos pues están construidos por una descomposición de conceptos. Cuando pienso en el concepto de perro intuyo que éste ladra, pues el concepto de ladrar está contenido en el concepto de perro. De igual forma, "que sirva para sentarse", esta contenido en el concepto de silla. Ahora, téngase la siguiente proposición: "la casa es azul", que es un juicio sintético, pues cuando pienso el concepto de casa, no necesariamente pienso que sea azul (un color), es decir, el concepto azul no esta contenido en el concepto casa.

    Mientras que en el primer caso de los juicios analíticos, no estoy añadiendo nada nuevo a los conceptos, sino que estoy hablando de lo mismo, en los juicios sintéticos sí añado algo nuevo al conocimiento. No es lo mismo que digamos "la silla sirve para sentarse", que "la silla es de madera". En el primero (analítico) cuando pienso en silla, ya sé que sirve para sentarse; en el segundo (sintético), pensar en "silla" no implica que esta silla sea de madera, podría ser de metal o algún otro material, es decir, añadí algo nuevo al concepto de la silla. El juicio analítico es, en sentido negativo, una tautología, pues estoy hablando de lo mismo, y en sentido positivo, es también la materia de todas las definiciones y no más. El juicio sintético, realmente aporta algo al conocimiento, permite su avance, pues añado algo nuevo a los conceptos.

    El juicio analítico es a priori, es decir, previo a la experiencia en el sentido de que no la necesito para verificar la verdad o falsedad del juicio. Si decimos "la silla sirve para dar la hora", sé que el juicio es falso a priori porque "dar la hora", no esta contenido en el concepto de silla.

    El juicio sintético es "a posteriori", es decir, sólo después de la experiencia se puede saber si el juicio es verdadero o es falso. "La casa es azul" es un juicio que no puedo sustentar a menos que yo mismo haya visto la casa o me lo hayan dicho, de otro modo no puedo saber el color porque no esta contenido nunca en el concepto de casa.

    Sin embargo, vemos que, de alguna forma, existe un tipo especial de juicio que, aun siendo sintético, es decir, que aporta algo nuevo al conocimiento, es anterior a la experiencia. Por ejemplo, el teorema de Pitágoras: "el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos" (lo cual se cumple siempre en un triángulo rectángulo). El concepto del cuadrado de la hipotenusa no contiene nunca el concepto de la "suma de los cuadrados de los catetos". Este juicio es sintético entonces pero, además, es a priori, pues es universal, es decir, se cumple para todos los triángulos rectángulos independientemente de la verificación en un triángulo dado. O bien, "la distancia más corta entre dos puntos es la recta que los une". En el concepto de recta nada hay del concepto de magnitud (la más corta) y sin embargo, dicho principio geométrico es necesario y por lo tanto a priori. El juicio sintético a priori es lo que da al conocimiento (nuevo) universalidad y necesariedad porque se construye previo a la experiencia.

    2. 2. Toda la ciencia teórica de la razón está construida con juicios sintéticos a priori

    Entiéndase por "ciencia teórica de la razón", todo conocimiento construido en la razón y que en la experiencia sólamente se verifica, como las matemáticas puras (aritmética y geometría) y la física teórica. De estos conocimientos bien podemos decir que son infalibles.

    Si decimos que 2 + 2 = 4, esta proposición matemática es apodíctica. A simple vista, parece que es un juicio analítico, y que el concepto de 2 + 2 contiene el concepto de 4 o, en otras palabras, cuando pienso en 2 + 2 automáticamente pienso en 4. Pero es falso. Cuando pienso en 2 + 2 sólo pienso en un número como resultado de tal suma, pero nunca que ese número sea 4. Por lo tanto la proposición no es un juicio analítico sino sintético dado que 4 es un conocimiento nuevo. La sencillez del ejemplo nos causa confusión. Pero qué pasa si elevamos las cantidades a 25164 + 59468 = ? En este ejemplo es claro que la suma me dará por resultado un número, es decir, cuando pienso en 25164 + 59468 intuyo que el resultado es efectivamente un número, pero no intuyo nada acerca de cuál es ese número, por lo tanto, la proposición no es analítica (de descomposición), sino sintética, pues el resultado de tal suma es un conocimiento nuevo.

    Sin embargo, este juicio sintético (25164 + 59468 = ?), es a la vez a priori puesto que el resultado de esta suma es siempre necesariamente el mismo número, lo verifique o no:

    "Las proposiciones propiamente matemáticas son siempre juicios a priori y no empíricos, pues llevan consigo la necesidad, la cual no puede ser derivada de la experiencia".

    Antes de la experiencia (realizar la operación suma), no sé que número concreto obtendré por resultado, sin embargo, sé que obtendré siempre el mismo número las veces que yo realice la suma, incluso si no la realizo el resultado "ya está dado", la operación no hace más que "descubrirlo".

    La geometría también está construida con juicios sintéticos a priori. Si decimos "la distancia más corta entre dos puntos es la recta que los une", el juicio es sintético, puesto que el concepto de línea recta no contiene nada acerca de magnitud (la más corta), sin embargo es también a priori, ya que es un juicio necesario, esto es, se cumple para cualquier par de puntos en el espacio. Asimismo "la suma de los ángulos internos de un triángulo es igual a 180 grados" es un juicio sintético puesto que el concepto de "la suma de los ángulos internos", como vimos en el ejemplo de la suma, contiene un número como resultado, pero no que ese número sea siempre 180; además, es a priori, puesto que este principio es necesario y universal, por que el resultado es necesariamente 180 para todo triángulo. Todos los principios de la geometría son juicios sintéticos a priori, o al menos lo son los principios que permiten un avance en el desarrollo de esta ciencia.

    La física (ciencias naturales), es el estudio de las leyes dinámicas que determinan todas las cosas:

    "Naturaleza es el ser de las cosas, en tanto que está determinado por leyes naturales generales. Si la naturaleza hubiese de significar el ser de las cosas en sí mismas, no podríamos conocerlas jamás, ni a priori ni a posteriori. A priori no, pues, ¿cómo queremos nosotros saber lo que corresponde a las cosas en sí mismas, puesto que esto no puede nunca verificarse por descomposición de conceptos (proposiciones analíticas), dado que yo no quiero saber lo que en mi concepto de una cosa está contenido (pues esto corresponde a su ser lógico), sino lo que de la realidad de la cosa se añada al concepto y, por medio de lo cual, sea determinada la cosa misma en su ser, fuera de mi concepto?"

    Si estas leyes estuvieran en las cosas en sí mismas, nunca podríamos conocerlas por la experiencia ya que esta nos da simplemente ejemplos, casos aislados, de los que nunca podemos obtener una ley universal y necesaria que se aplique a todos los casos; pero tampoco podríamos conocer estas leyes a priori, pues necesitamos de la experiencia para tener al menos un dato de las relaciones entre las cosas.

    A la base de la física se encuentra la matemática (de la cual ya hemos mostrado su total construcción por juicios sintéticos a priori), y conceptos (que son de suyo, analíticos).

    Sea el caso de la fórmula de la velocidad: v = dt donde v es velocidad, d distancia recorrida y t es tiempo. Esta es una proposición sintética, pues el concepto de velocidad nunca está contenido en el concepto de multiplicación de "distancia por tiempo" (que es una proposición matemática), y es a priori, puesto que es necesaria, tanto que si voy en un automóvil con una velocidad constante de 50 kilómetros por hora, en una hora habré recorrido 50 kilómetros indudablemente.

    Si las leyes físicas no pertenece a los objetos en sí mismos (sería imposible su formulación como ley universal) y es además, un juicio sintético (aporta algo nuevo al conocimiento) y a priori (está construido previo a la experiencia) ¿cómo puede esta ley determinar la experiencia concreta?

    Que las proposiciones teóricas de la razón pura (como lo son las proposiciones de las matemáticas y de la física) tengan validez universal se explica porque éstas no determinan la experiencia en sí misma, sino la experiencia posible:

    "Si un conocimiento ha de tener realidad objetiva, es decir, referirse a un objeto y poner en el mismo significación y sentido, debe el objeto poder ser dado de alguna manera. Sin eso, son los conceptos vanos y aunque en realidad hemos pensado, nada hemos conocido por ese pensamiento; no hemos hecho sino jugar con representaciones. Darse un objeto –si ello no ha de entenderse sólo mediatamente, sino como exponerlo inmediatamente en la intuición- no es otra cosa que referirse su interpretación (real o al menos posible). (…) La posibilidad de la experiencia es pues lo que da a todos nuestros conocimientos a priori realidades objetivas".

    Kant, en el concepto de "experiencia posible", acaba de trazar los límites de la razón teórica, a saber, la razón teórica no puede conocer nada de los objetos en sí mismos, sino sólo como objetos de una experiencia posible.

    2. 3. Alcances y límites del Juicio Sintético A priori

    Por experiencia posible entendemos que todas las proposiciones de la razón teórica tienen una realidad absoluta dentro de nuestra razón teórica (dentro de nuestra mente), y que para que este conocimiento alcance la realidad radical de los objetos en sí mismos, necesita del experimento sensible que lo confirme, y así, podamos llamar a esta forma de conocer como "real" en todo sentido de la filosofía tradicional, a saber, un conocimiento de las cosas en sí mismas.

    Ahora, cabe preguntarse: el juicio sintético a priori, que se ha obtenido partiendo de las matemáticas y de la física consideradas como ciencias teóricas de la razón ¿tiene alguna validez en el campo del conocimiento metafísico?

    La metafísica, a juicio de Kant, se ha quedado varada por no realizar un análisis de la forma del conocimiento humano, y ha querido abstraer de la experiencia un sin fin de proposiciones que si bien son válidas, todas ellas son analíticas, son un juego de descomposición y "especulación", pero que no aportan nada nuevo al conocimiento metafísico:

    "No se puede presentar un solo libro, como se presenta un libro de Euclides, y decir: esta es la Metafísica, aquí tenéis el objeto mas noble de esta ciencia, el conocimiento de un ser más alto y de un mundo futuro, probados por el principio de la razón pura. Pues se nos puede, en efecto, mostrar muchas proposiciones, las cuales son ciertas apodícticamente, y nunca serán contradichas; pero éstas son todas analíticas y conciernen más a los materiales y a los medios de construcción de la metafísica que a la ampliación del conocimiento, la cual, pues, debe ser, en ella, nuestro propio designio".

    En este párrafo de los Prolegómenos, Kant deja sentadas dos afirmaciones: la metafísica tradicional está construida por proposiciones verdaderas, pero analíticas, proposiciones que no aportan nada nuevo al conocimiento; y, por otro lado, propone que para que la metafísica sea un conocimiento científico, debe ser validada por el principio de la razón pura, el juicio sintético a priori.

    Kant busca dentro de la matemática pura (que es tan clara e infalible) y de la física (que a fin de cuentas se basa en la matemática pura), el fundamento del conocimiento de la razón teórica. La metafísica, si bien es un conocimiento diverso al de la matemática y de la física, tiene que apoyarse en la razón teórica y en su principio para ser un conocimiento efectivo, es decir, que sea un conocimiento universal y necesario. El problema de toda la metafísica radica en que su objeto, el ser en sí mismo, nunca puede estar al alcance de la experiencia, sino sólo al alcance de la experiencia posible, no podemos nunca construir un experimento, al menos un experimento controlado, para verificar en la realidad radical la objetividad del alma y del ser más excelente, así como la de un mundo futuro.

    Así propone Kant en el primer párrafo de la conclusión a los Prolegómenos, el alcance y el límite de todo conocimiento de la razón pura:

    "Sería absurdo que esperásemos conocer, de objeto alguno, más de lo que pertenece a la experiencia posible, o que, aun de cosa alguna de la cual aceptamos que no es un objeto de experiencia posible, pretendiésemos el menor conocimiento para determinarla según su cualidad, tal como es en sí misma".

    En pocas palabras, qué es lo que lo que el hombre, en la razón teórica, puede conocer: nada fuera de la razón teórica. Todo conocimiento, al menos el científico tiene que ser verificado, o mejor dicho, verificable para alcanzar la realidad. Pero ¿cómo es que se puede llegar a tal conclusión sobre el conocimiento humano, sobre todo cuando éste demuestra su poderío para alcanzar la realidad?

    Si bien hemos mostrado como todo conocimiento humano que se digne de autoproclamarse científico, tiene que construirse en la razón pura y según el principio de ésta, el juicio sintético a priori, ¿cómo, tratando de librar hasta donde sea posible que este principio parezca dogmático al sentido común en general, es posible que nuestra razón formule tal juicio?

    Capítulo 3

    La Crítica de la Razón Pura: la formación de todos los conocimientos previos a la experiencia

    Kant se plantea el problema general de la razón pura en el apartado VI de la introducción a la KRV ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?

    Las proposiciones analíticas están todas ellas basadas en el principio de no contradicción: una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo las mismas circunstancias, y cómo estas proposiciones se construyen por la simple descomposición del concepto, se habla de lo mismo, es decir, del principio de contradicción.

    "Pues, si el juicio es analítico, sea afirmativo o negativo, tiene que ser siempre conocida su verdad suficientemente según el principio de contradicción (…) Por eso debemos dar al principio de contradicción el valor de principio universal y plenamente suficiente de todo conocimiento analítico".

    Si bien en el juicio analítico permanecemos dentro del concepto, en el juicio sintético tengo que salir del concepto para agregarle algo nuevo. Pues bien, ¿bajo qué principio salimos del concepto de modo que podamos asegurar la universalidad y el carácter necesario de tal afirmación sin recurrir a la experiencia?

    3. 1. Del principio supremo de todos los juicios sintéticos a priori

    Las proposiciones sintéticas tienen por fundamento necesario la experiencia, pues cómo habríamos de obtener un conocimiento nuevo si no es a través de los sentidos que nos proporcionan la intuición de los objetos del conocimiento. Decir que tenemos algún tipo de intuición "intelectual" sería lo mismo que decir que el hombre tiene la capacidad de obtener algún conocimiento por vía extrasensorial, lo cual resulta absurdo. Pero ¿cómo habría de ser que un conocimiento proveniente de la experiencia nos proporcione un conocimiento universal y necesario si ésta sólo nos da ejemplos?

    Si la intuición intelectual es imposible, ¿cómo un juicio puede ser sintético y a priori al mismo tiempo? Kant soluciona esto de la siguiente manera:

    "Si bien todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no por eso originase todo él en la experiencia. Pues bien podría ser que nuestro conocimiento de experiencia fuera compuesto de lo que recibimos por medio de las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer (con ocasión tan sólo de las impresiones sensibles) proporciona por sí misma".

    La razón proporciona un material de antemano en el conocimiento de la realidad, a saber, la forma de los juicios y las categorías (de las cuales hablaremos más adelante). O mejor dicho, la razón humana tiene una forma de conocer independiente de la experiencia, de modo que cuando los objetos se nos son dados (en los sentidos), se organizan bajo las reglas universales y necesarias de la razón, y he aquí el giro copernicano del conocimiento: no es la razón la que se adapta a los objetos conocidos, sino éstos a aquélla.

    Esta forma de conocer de la razón tiene como andamio principal la síntesis de las múltiples experiencias en la razón misma:

    "El principio supremo de todos los juicios sintéticos es pues; todo objeto está bajo las condiciones necesarias de la unidad sintética de lo múltiple de la intuición en una experiencia posible".

    La razón humana es sintetizadora por naturaleza, es decir, recibe las múltiples representaciones de los objetos que aparecen en los sentidos y las unifica bajo un solo concepto en la experiencia posible. A la base de nuestra capacidad de conocer teóricamente está nuestra capacidad de síntesis y nuestra capacidad de imaginar un experimento que verifique ese conocimiento.

    Propongo el siguiente ejemplo: si tengo el concepto de "casa" y de "azul" puesto que los he obtenido por la experiencia previamente, mi propia razón teórica es capaz de sintetizar el concepto de casa y de azul bajo una sola representación "casa azul" antes de que la conozca experimentalmente. Incluso es esa representación la que hace posible que pueda construir una casa azul en la realidad, puesto que si no tuviera el esquema mental previamente, no podría construir tal casa.

    Ahora, en una ley física, obtenida por observación, la relación está dada por una síntesis, y es posible construir un experimento de modo que se cumpla tal ley. Realmente el experimento está construido a la medida de tal ley y, aunque en un primer momento tal ley se haya construido de la experiencia. Por ejemplo, la ley para medir la velocidad (v = dt), nunca puede utilizarse para medir, por ejemplo, aceleración (a = (v1 – v2)/t).

    La síntesis de lo múltiple de la intuición en la experiencia posible, no sólamente determina la experiencia sino que la hace posible. Si no tuviéramos ninguna relación formada en nuestra razón teórica, nunca podríamos siquiera comprender la realidad exterior, los objetos pasarían ante nuestros ojos uno tras otro, sin relación alguna.

    Nuestra razón teórica es, en resumen, "sintetizadora", es decir, tiende a unificar todo lo que a ella llega a través de los sentidos, bajo una sola representación (el concepto).

    3. 2. La doctrina elemental trascendental

    La tercera sección de la KRV, la doctrina elemental trascendental consiste en una análisis riguroso de la facultad de la razón teórica o pura, esto es, por oposición al conocimiento experimental, lo que la razón aporta en todo acto cognoscitivo.

    Para esto, la doctrina elemental trascendental se divide en dos secciones: la estética trascendental, que estudia la parte sensible del conocimiento, o mejor dicho, plantea aquí la teoría de la sensibilidad, de cómo el hombre percibe en los sentidos algún objeto; y la lógica trascendental que estudia la parte intelectual del conocimiento desde el punto de vista de su forma, independientemente de la materia del conocimiento:

    "La ciencia del entendimiento puro y del conocimiento racional, por la cual pensamos enteramente a priori objetos. Semejante ciencia, que determinase el origen, la extensión y validez de esos conocimiento llámese lógica trascendental".

    La lógica trascendental se divide en analítica trascendental y en dialéctica trascendental. En la analítica, se explica la formación de todos los conceptos y los principios de la razón, así como su extensión y validez; la dialéctica, explica lo que ocurre cuando la razón va más allá de sus límites permitidos, a saber, forma conceptos y proposiciones con material que nunca ha estado en los sentidos y sólamente por seguir el designio funcional de la razón pura de formar conceptos y juicios.

    3. 2. 1. La estética Trascendental

    Hay en todo conocimiento dos elementos que nunca podemos apartar: el espacio y el tiempo. Estos acompañan siempre nuestra experiencia del mundo. Es imposible para nosotros imaginar algún objeto que no ocupe un lugar en el espacio ni en el tiempo, incluso en la representación mental de objetos inmateriales, tendemos de alguna forma a colocarlos en algún lugar en el espacio y en el tiempo. Por ejemplo, el alma. Cuando pienso en el alma (totalmente inmaterial), la pienso dentro de mi corporeidad, y en algún momento pienso su creación y su posible destrucción o inmortalidad. O cuando pienso en Dios, aplico para Él las categorías de "Omnipresente", entendiendo que está en todo lugar, y de "Eterno" entendiendo que existe en todo tiempo. Cuando conozco un objeto, cualquiera que sea, no puedo negar que está aquí y ahora. El espacio y el tiempo están, como vemos, presentes en todo acto cognoscitivo.

    Pero ¿de dónde provienen estos conceptos de espacio y tiempo? O bien son parte constitutiva de los objetos en sí mismos y nosotros no hacemos más que abstraerlos de la experiencia; o bien, afirmamos con Kant que forman parte de la sensibilidad pura, es decir, nosotros colocamos el espacio y el tiempo en los objetos que conocemos. Para ampliar esta cuestión proponemos los siguientes ejemplos.

    Imaginemos a la razón como una persona que ha sido vendada de los ojos, y a la cual se le pide caminar por un campo de fútbol. Esta persona no sabe si está cerca de la portería o del centro de la cancha, o del borde de ésta, sin embargo tiene una representación previa espacio aunque de hecho no pueda ver nada. En este ejemplo ya es claro como en la razón hay una representación del espacio previa a la experiencia. Si el espacio proviniese de los objetos de la experiencia no podría formarme ninguna representación de ellos, no sabría si un objeto está aquí o allá, lejos o cerca, si una serie de objetos están en orden o desordenados. Si la persona vendada se quitase la venda y tratase de abstraer el concepto del espacio de la experiencia, no le serviría de nada, pues no tendría ningún concepto aún de cerca o lejos, de orden o desorden; incluso en el caso de que pudiera abstraer estos conceptos, bastaría dar unos pasos para tener que volver a abstraer el concepto de espacio.

    Imaginemos ahora a una persona encerrada en un cuarto sin ventanas y sin reloj por muchas horas. Esta persona no puede informarse de cuanto tiempo ha pasado, pero sin duda tiene la representación de que algún tiempo ha pasado. Aquí es claro ahora que el tiempo es, también, una representación previa a la experiencia. Si no fuese así, cada vez que miremos la hora en el reloj y notemos que algún tiempo ha pasado, este tiempo no significará para nosotros. Cuando a la persona del cuarto, se le muestra un reloj después de largo rato, ésta confirma sólamente cuanto tiempo ya pasó.

    El espacio y el tiempo son previos a la experiencia, por lo tanto, no pueden ser parte de los objetos en sí mismos: en toda experiencia cognoscitiva, el espacio y el tiempo son las formas de la sensibilidad pura que la razón aporta, e incluso, hacen posible toda experiencia. Si el espacio y el tiempo no estuviesen en la razón pura previamente a toda experiencia, no podríamos tener experiencia alguna, pues ¿en qué aquí y ahora colocaríamos tal experiencia?

    Hasta aquí se ha mostrado lo esencial de la estética trascendental, a saber, que el espacio y el tiempo son formas puras de la sensibilidad, están pues, en nuestra forma de conocer y no en los objetos en sí mismos.

    3. 2. 2. La lógica trascendental

    La lógica tradicional consiste en el estudio de las formas mentales y de su validez (verdad lógica), o invalidez (falsedad lógica). Éste es el sentido de lo que llama Kant lógica general, mas él distingue de ésta la lógica trascendental, a la que confiere única y exclusivamente la explicación del principio de la razón pura, el juicio sintético a priori:

    "La explicación de la posibilidad de los juicios sintéticos es un problema de que no tiene que ocuparse para nada la lógica general, ni siquiera conocer su nombre. Pero en una lógica trascendental es el asunto más importante de todos y aún el único".

    La intuición es un conocimiento directo del objeto que sólo puede darse a través de los sentidos, es decir, la intuición sólo puede ser sensible. Decir que somos capaces de una intuición intelectual (de llegar a un conocimiento directo de un objeto por vía extrasensorial), equivale a decir que tenemos alguna facultad de "premonición" o de "adivinación".

    Pero ciertamente somos capaces de obtener nuevos conocimientos por la vía del intelecto, pero ¿cómo si éste no es capaz de intuir, al menos en el mismo sentido de la intuición sensible? Esto se da a través de la facultad del entendimiento.

    Entender es "conocer por conceptos", es formar en nuestra mente la idea clara de una realidad a partir de juicios. El juicio es "el conocimiento mediato de un objeto; por lo tanto, la representación de una representación del mismo". Son estos, los conceptos y los juicios, el objeto de estudio de toda analítica, la que, si es entendida trascendentalmente, tendrá que estudiar su objeto sólamente en cuanto a su forma y nunca en cuanto a su contenido. Es decir, la forma de los conceptos y de las relaciones entre ellos independientemente de todo contenido.

    Entender es realmente llegar a un conocimiento nuevo, pero no a través de una intuición intelectual ni mucho menos de una intuición sensible, sino a través de la formación de conceptos y juicios en la mente.

    Formar conceptos y juicios no es una función que la razón teórica realice cuando los sentidos le proporcionan el material adecuado para ello, sino que es su función inherente, es decir, lo hace incluso a expensas del material que se le da por parte de los sentidos.

    La razón es una unificadora de la realidad, bajo ella, se forman todos los conceptos y juicios del entendimiento. Supongamos que la razón teórica no tuviese la capacidad de construir los conceptos y los juicios antes de la experiencia y que éstos realmente se "abstrajesen" de los objetos, entonces nunca podríamos tener en nuestro poder ningún concepto, ni particular ni universal, a lo sumo se podría decir este objeto es tal cosa (un mueble para sentarse), pero nunca podría aplicarlo universalmente, es decir, que ésta, ésa, o aquélla, son sillas y sirven para sentarse.

    De hecho un concepto no es más que un juicio analítico, es la conjunción o síntesis de dos o más conceptos bajo una sola representación. Ahora ¿cómo descomponer en el entendimiento (que es la función de los juicios analíticos), algo que no ha sido sintetizado previamente? Esto es, la síntesis precede al análisis del concepto, y el hecho de que podamos realizar este último, es prueba de que la síntesis es el inicio de todo conocimiento humano.

    Si la función sintetizadora del entendimiento precede a cualquier otro acto en el conocimiento, debe realizarse según la propia forma sintética de la razón, y ser, al mismo tiempo independiente de todo material proporcionado por la intuición sensible. Además, sí la función del pensar es la de conocer por conceptos y juicios, ambos deben estar ya construidos según su forma en la razón pura para poder realizar la función sintética de la razón. De aquí surge la tabla de los juicios y las categorías:

    Juicios

    Categorías

    Cantidad

    Universales

    Particulares

    Singulares

    Unidad

    Pluralidad

    Totalidad

    Cualidad

    Afirmativos

    Negativos

    Infinitos

    Realidad

    Negación

    Limitación

    Relación

    Categóricos

    Hipotéticos

    Disyuntivos

    Inherencia y subsistencia. (Substantia et accidens)

    Causalidad y dependencia (Causa y efecto)

    Comunidad (Acción recíproca entre el agente y el paciente)

    Modalidad

    Problemáticos

    Asertóricos

    Apodícticos

    Posibilidad – imposibilidad

    Existencia – no existencia

    Necesidad – Contingencia

    Todo el material que recibimos por los sentidos, que son la única vía por la cual podemos recibir tal material, se amolda a la forma de los juicios y las categorías de la razón pura descritas en esta tabla.

    Sobre la obtención de la división de los juicios y las categorías presentada a lo largo del Primer Capítulo, Libro Primero de la analítica trascendental, Kant menciona en § 9:

    "Si hacemos abstracción de todo contenido de un juicio en general y atendemos sólo a la mera forma del entendimiento en él, encontraremos que la función del pensar, en el juicio, puede reducirse a cuatro rúbricas, cada una de las cuales encierra tres momentos (…) Todas las relaciones del pensar en los juicios, son: a) del predicado con el sujeto, b) del fundamento con la consecuencia, c) del conocimiento dividido y de todos lo miembros de la división entre sí. (…) la modalidad de los juicios es una función muy especial de los mismos que se caracteriza por no contribuir en nada al contenido del juicio (pues fuera de la cantidad, cualidad y relación, nada queda ya que constituya el contenido del juicio), y referirse tan sólo al valor de la cópula, en relación con el pensar en general"

    Y en § 10:

    "tal es el inventario de todos los conceptos primariamente puros de la síntesis, contenidos en el entendimiento a priori (…) Esta división se ha producido sistemáticamente por un principio común, a saber, la facultad de juzgar (que es tanto como la facultad de pensar), y no ha surgido rapsódicamente de una rebusca de los conceptos puros, emprendida a la buena de Dios; en esta última no se puede nunca estar seguro de que la enumeración sea completa, pues que sólo es concluida por inducción, sin pensar que de este modo nunca se comprende por qué precisamente éstos y no otros son los conceptos que residen en el entendimiento puro".

    Kant obtiene primero los juicios retirando todo contenido de ellos y dejándolos simplemente como son en cuanto a la forma. Luego, de ahí obtiene, a priori como él mismo señala, para cada forma especial de juicio, una forma de concepto puro del entendimiento

    Si bien, la lógica tradicional se ha ocupado de estudiar los juicios en tanto la relación entre los conceptos que lo forman, ha cometido un pecado de omisión al no ocuparse de qué tipo de relación se da en los juicios. Por ejemplo, supongamos la proposición "todo anciano fue niño alguna vez", que relaciona los conceptos de anciano y niño, es, utilizando la tabla: según su cantidad, universal; según su cualidad, afirmativo; según su relación, categórico; y según su modalidad, apodíctico. Y así, cualquier relación que queramos construir, tiene que amoldarse a la formas del juicio en cuanto a su cantidad, cualidad, relación y modalidad.

    Ahora, las categorías o conceptos puros del entendimiento son, conceptos que se han formado en el intelecto sin la intervención de ningún material proveniente de los sentidos, es más, construidos en ausencia de todo material. Son conceptos en los cuales la razón, partiendo de las formas de los juicios, constituyen las formas universales y necesarias de todo conocimiento. Así, el inicio del conocimiento se da en las categorías, que son, por así decirlo, conceptos totalmente vacíos en los cuales, como un recipiente que da forma al agua que contiene, acomoden en el entendimiento todo el material proveniente de los sentidos.

    Resumiendo lo visto en este apartado hasta ahora, la doctrina elemental trascendental trata sobre lo que la razón pura aporta al conocimiento humano de modo que sea universal y necesario, a saber, el tiempo y el espacio (en la sensibilidad pura), y la forma de los juicios y los conceptos puros (en el entendimiento puro).

    Ahora bien, se ha dejado para más adelante el contenido de la dialéctica trascendental, puesto que se ocupa de lo que ocurre cuando la razón pura sobrepasa sus propios límites, tema que se tratará en el último capítulo de este trabajo. Mientras tanto y, para finalizar esta sección, en la siguiente sección plantearemos desde la KRV, el principio último en el conocimiento humano, el cual permite, en última instancia, todo conocimiento objetivo: el "yo pienso".

    3. 3. "Yo pienso": el principio más alto en todo el conocimiento humano

    El segundo capítulo de la analítica trascendental, sobre la deducción de los conceptos puros del entendimiento, está dedicado a la deducción de los conceptos puros del entendimiento, parte esencial y, al mismo tiempo, una de las más difíciles y obscuras de toda la KRV a juicio de Verneaux. Pero ya vimos que la división de las categorías proviene de la división de los juicios, y que la división de estos a su vez, vienen de una abstracción del contenido de los juicios en general, es decir, la tabla de los juicios y las categorías es, por lo tanto, obtenida a priori y no por deducción.

    Cuando Kant utiliza el término deducción, no lo toma en su sentido metodológico, como paso de lo particular a lo general (opuesto a la inducción), sino que lo toma en sentido jurídico o al menos como lo utilizaban los juristas de su tiempo. En un proceso judicial, la deducción consiste en demostrar el derecho o la legitimidad de la pretensión. Kant realiza la distinción de esta manera:

    "Los maestros de Derecho, al hablar de facultades y pretensiones, distinguen en un asunto jurídico la cuestión sobre lo que es Derecho (quid juris) de la que se refiere al hecho (quid facti) y, al exigir prueba de ambas, llaman deducción a la primera que expone la facultad o la pretensión jurídica. (…) Por eso llamo deducción trascendental de los conceptos a priori la explicación del modo como esos conceptos a priori pueden referirse a objetos; y ésta se distingue de la deducción empírica, que señala el modo como un concepto ha sido obtenido por experiencia y reflexión sobre la experiencia. Por lo tanto, la deducción empírica no se refiere a la legitimidad sino al hecho (factum) de donde se ha obtenido la posesión".

    Así Kant, en este capítulo de la analítica trascendental, probará cómo los conceptos puros del entendimiento, ya admitidos a priori, están en cuanto derecho, es decir, tienen valor objetivo.

    Hemos visto en la doctrina elemental trascendental cómo estamos facultados para construir los primeros principios del conocimiento humano, porque éstos (los juicios y las categorías) no se forman en base al material que recibimos por los sentidos, sino que residen en la forma de la razón pura y son construidos antes de toda experiencia, siendo ésta tan solo la ocasión para que se manifiesten, es decir, para construir un juicio sintético a priori.

    Sería ilusorio pensar que se puede unificar algún concepto en el entendimiento, si no tuviera previamente el concepto de unidad en el mismo entendimiento, pues si voy a unificar algo tengo que saber antes qué es unificar. Esta unidad trascendental se da en la apercepción (en contraposición a la percepción) pura. Es decir, la apercepción pura es un concepto absolutamente vacío (a diferencia de las categorías que son también conceptos vacíos), de modo que no se accede a él directamente como a los demás conceptos puros del entendimiento, de los cuales se tiene o se puede tener conciencia, tengo que suponer este concepto para hacer posible toda síntesis, pues bajo qué concepto habría de unificar algo si no es bajo una unidad trascendental o vacía.

    Mas esta unidad trascendental no es ya función del entendimiento humano sino que es autoconciencia pura, es quien realiza el entendimiento humano, pues bajo qué principio puedo decir que todas las representaciones y conceptos actuales son míos, si no es bajo una conciencia que conoce, un Yo pienso, un Yo trascendental, o lo que es lo mismo, un yo que, simplemente, piensa, y pensar es unificar.

    "Este es el principio mas alto en todo el conocimiento humano", así finaliza Kant la sección de la KRV dedicada al yo pienso. Esto es, en síntesis, que el principio supremo del conocimiento es que pienso, pero no un pienso al modo cartesiano "pienso luego existo", sino un pensar que infiere sólamente el conocimiento: porque yo pienso, unifico; y unificar es presentar las diversas representaciones bajo una sola (sintetizar); y porque puedo sintetizar, puedo colocar los diversos objetos recibidos, o más bien, los fenómenos como veremos más adelante, bajo las formas propias en las que la razón sintetiza (las categorías), y esto es, a fin de cuentas, conocer.

    Hasta aquí ya ha sido explicado todo soporte del juicio sintético a priori, a saber, que su principio supremo se encuentra en la síntesis de las diferentes representaciones en una experiencia posible; que en la doctrina elemental trascendental de la KRV se explica como para que el conocimiento sea universal y necesario debe contenerse a priori en la razón y aplicarse a los casos concretos a través de las formas puras de la sensibilidad y los conceptos puros del entendimiento; y que, por la unidad trascendental de la apercepción pura, el conocimiento de las categorías es válido, legítimo y totalmente objetivo.

    Ahora, al final de esta investigación trataremos de resolver las siguientes cuestiones desde la Crítica de la Razón Pura: ¿qué ocurre cuando la razón sobrepasa sus propios límites? y con ello responder al problema fundamental de esta investigación ¿cuál es el alcance real y el valor del conocimiento desde la Crítica de la Razón Pura?

    Capítulo 4

    Más Allá de los límites de la Razón Pura

    Si el conocimiento, desde la KRV, está marcado con el designio de permanecer dentro de los perímetros que la razón le marca, en qué sentido decimos que la razón humana puede levantarse hacia el infinito. A la pregunta sobre ¿por qué la metafísica no es científica? Kant dirá que explica realidades más allá de lo físico, es un conocimiento que no llega por los sentidos. Y ¿por dónde? ¿a través de la intuición intelectual? No somos capaces de tal intuición, el hombre sólo conoce por los sentidos en la experiencia. Esta conclusión no invalida la metafísica tradicional, sino que de ella, Kant afirma que, simple y sencillamente, no es científica, es decir, no se puede verificar bajo el criterio de la experiencia. Sin embargo, la metafísica tiene una realidad y un valor como conocimientos de la razón pura ¿en qué consisten esta realidad y este valor?

    4. 1. La ilusión trascendental

    La conclusión de toda la analítica trascendental consiste en demostrar que el conocimiento de las categorías y de los principios no puede nunca ir más allá de sus propios límites, es decir, que su uso sólo puede ser empírico, nunca trascendental (Kant utiliza aquí trascendental en un nuevo sentido, como más allá de toda experiencia posible), a través de la síntesis de un concepto en la experiencia posible.

    Los sentidos son los medios por los cuales los objetos exteriores llegan al pensamiento. Pero, con Kant, la sensibilidad tiene unas formas propias, el tiempo y el espacio. Entonces, estrictamente en el ámbito de lo sensible, todo lo demás que no sea el tiempo y el espacio, es conocido en el objeto como es, es decir, en sí mismo. Ahora, quitar el tiempo y el espacio del objeto es imposible para nosotros.

    En esto consiste el fenómeno: es el objeto como se me es dado en los sentidos (en el tiempo y en el espacio). Pretender conocer los objetos en ausencia del tiempo y el espacio, es decir, totalmente en sí mismos, es imposible para nosotros. Esto señala el carácter subjetivo de todo conocimiento según Sergio Rábade, en su investigación sobre la objetividad del conocimiento en la KRV:

    "El hombre, en su conocer, no se encuentra con ni se ocupa de lo en-sí de las cosas, sino del para-mí, de aquello que las cosas son para mí sencillamente porque yo las conozco así".

    Este es, a nuestro parecer, el sentido de la sentencia kantiana de que no podemos conocer los objetos en sí mismos: podemos conocer los objetos en sí mismos pero no absolutamente en sí mismos. Tendríamos que poseer una intuición intelectual, que no necesite los sentidos, para conocer los objetos en sí mismos, o al menos libres de las formas puras de la sensibilidad. Como no nos es posible deshacernos de nuestra materialidad y conocimiento sensible, sólo conocemos los objetos como son aquí-para-mí-ahora, en otras palabras como se me aparecen o se me son dados en los sentidos, esto es como fenómenos. Partiendo del concepto de fenómeno, el concepto de noúmeno es sencillo de comprender.

    No encuentro el noúmeno el sinónimo más adecuado que el de espejismo. El espejismo no es una alucinación, la cual es totalmente irreal fuera del sujeto que la padece, sino que, el espejismo es tan real y objetivo que se puede fotografiar, y, sin embargo, es una ilusión, lo que parece estar ahí, no está en realidad. Verneaux afirma:

    "Como los fenómenos son los objetos de la sensibilidad, lo que no es fenoménico puede ser calificado de objeto del entendimiento, o noúmeno. Y como la intuición es la única función que presenta objetos, los noúmenos son el objeto de una intuición intelectual"

    Así que el noúmeno es el producto de la razón que, en el propio proceder unificador, construye un objeto que en realidad nunca ha estado en los sentidos. O en palabras de Verneaux: "El uso trascendental del entendimiento consiste en pensar cosas que no pueden ser dadas en ninguna experiencia".

    Ahora, ¿Por qué la razón pura se afana en ir más allá de sus límites permitidos? Porque el conocimiento humano es, simplemente, trascendente, va más allá de su ámbito (o de sí mismo). Esto es, aunque el conocimiento está determinado por la forma de la razón a actuar por principios que la condicionan (las categorías y la experiencia posible), necesita, en última instancia, un primer principio incondicionado, que le permita saber precisamente cuáles son sus límites. Si no supiéramos que hay más allá del límite (los noúmenos), no tendríamos conciencia del límite mismo de nuestra razón, y sin tal punto de referencia no sabríamos si un conocimiento es real o hace referencia a un objeto. Cualquier objeto en la mente sería real, pues no sabríamos que sería lo irreal.

    En resumen ir más allá de sus límites le permite a la razón saber sus límites; tender a lo incondicionado le permite conocer las condiciones del conocimiento; el noúmeno da sentido a lo que es la realidad mostrando lo que no es real: "La ilusión trascendental consiste en considerar la tendencia natural del pensamiento a lo incondicionado como una aplicación del pensamiento".

    En esto consiste la ilusión trascendental, en un "objeto" que debería estar ahí, que debería haber sido percibido por los sentido pero no es así, simplemente por el hecho de que no podemos construir el experimento que lo verifique, es decir, la síntesis de las diferentes representaciones obtenidas por los sentidos bajo una sola produce un objeto que está más allá de la experiencia posible.

    En el concepto de ilusión trascendental, Kant ha descalificado toda metafísica dogmática, pues ésta ha sido reducida a una elaboración mental sin fundamentos. Todos los objetos de la metafísica son, así, noúmenos. La metafísica dogmática no puede llegar nunca a ser ciencia, puesto que no puede verificar sus objetos en la experiencia posible, ahora, decir que la metafísica no puede ser ciencia y decir que no es objetiva son cosas muy distintas, sobre todo si analizamos el concepto kantiano de objetivo.

    Partamos de nuestra natural disposición para pensar en el sujeto y el objeto como contrapuestos. Para nuestro autor, tal contraposición no es real, sino que el sujeto contiene al objeto, el sujeto construye el objeto. Fuera de mi, la "cosa" real existe, está ahí (y mi intuición sensible lo confirma), pero no es objeto hasta que yo lo objetivizo. El objeto es una construcción de la razón, y la única contraposición entre sujeto y objeto no es la real, sino la lógica. La contraposición del sujeto y el objeto está en la forma del conocimiento.

    Pues bien, el conocimiento nouménico que soporta la ilusión trascendental (metafísica), es un conocimiento tan objetivo como las mismas categorías, pues se construye totalmente a priori en la razón pura:

    "Es la aplicación de los conceptos puros o categorías del entendimiento al contenido bruto de las intuiciones empíricas, sometido ya a las intuiciones puras de la sensibilidad y mediatizado por los esquemas de la imaginación".

    La razón humana no puede simplemente no construir noúmenos. Además, los construye según su forma, y como la razón esta determinada por el yo puro, todo hombre tiene, así como los conceptos puros del entendimiento, ciertos noúmenos determinados según su forma a priori en la razón. En palabras más sencillas, todo hombre tiene las mismas ideas metafísicas (el alma, el mundo, Dios) dentro de sí, independientemente de la existencia de estas ideas en la realidad.

    Cómo y por qué el conocimiento nouménico, que sustenta a la metafísica, se reduce a los tres objetos mencionados anteriormente será la cuestión del siguiente y último apartado de esta investigación a fin de determinar si los alcances y límites del conocimiento propuestos por Kant en la Crítica de la Razón Pura, son válidos y en qué sentido lo son.

    4. 2. La razón y sus ideas

    La dialéctica trascendental (última y más extensa sección de la doctrina elemental trascendental), es, si se quiere, el objetivo de toda la KRV, determinar el conocimiento metafísico; o bien, puede ser vista como un apéndice inútil, pues todo lo que respecta a la razón pura ya ha sido dicho como principio en la analítica. Entonces ¿por qué abordarla en esta investigación? Porque en ella se explica algo de suma importancia, la respuesta a la pregunta ¿Cuál es el sentido de que nuestra razón sea limitada?

    La razón, pensando, entiende, y al entender construye conceptos (que pueden ser puros), y así conoce (en la experiencia posible). Mas al pensar se da cuenta de que, por su propia naturaleza que tiende a lo incondicionado, piensa en algunas cosas que nunca pueden estar en la experiencia posible, y, por lo tanto, que nunca llegan a ser conceptos sino que permanecen como simples pensamientos, como ideas.

    Así, el pensar (que es más general que el conocer), es inobjetivo en el conocimiento nouménico. El noúmeno nunca puede convertirse en concepto, porque no hay objeto, mas la razón construye un objeto trascendental, tan objetivo (en sentido kantiano) como que la razón misma lo construye. Kant denomina a éste objeto idea trascendental, la cual sería un concepto puro trascendental, o el concepto de algo que no es objeto en la experiencia posible.

    Las ideas trascendentales se obtienen por medio de los razonamientos, ya que la razón es la facultad de razonar, y razonar es construir juicios, es decir, relacionar conceptos. Como la razón pura relaciona los conceptos de tres formas según la tabla de los juicios y las categorías, son tres los razonamientos: razonamiento categórico, hipotético y disyuntivo. El primer razonamiento se da en relación al sujeto (pues un juicio categórico se refiere a todo sujeto); el segundo a la relación de lo múltiple de las representaciones como causa de una sola (pues se trata de la relación de un fenómeno y su causa); y el tercer razonamiento en relación con todas las cosas en general y su posibilidad (ya que la disyunción se aplica para todas las posibilidades).

    Dado que las ideas trascendentales son razonamientos incondicionados, es decir, que condicionan como principio todos los demás razonamiento, estos tienen que ser totalmente vacíos, o en términos kantianos, razonamientos absolutos.

    Y así, son tres las ideas trascendentales de la razón: partiendo del razonamiento categórico, el sujeto absoluto es el sujeto pensante, el alma; del razonamiento hipotético, la hipótesis absoluta como posibilidad de la unión de los fenómenos en una representación, el mundo; y del razonamiento disyuntivo, la disyunción absoluta como posibilidad de todas las cosas, Dios.

    Una vez que hemos reconocido los límites del conocimiento de la razón pura, y que la metafísica dogmática no es más que una trasgresión ilícita de esos límites ¿cuál es el valor de estas ideas dentro de un conocimiento limitado? ¿realmente aportan algo al conocimiento?

    4. 3. La Función de las ideas

    Kant realiza una valoración a través de la utilidad de estas ideas en el conocimiento y afirma: las ideas tienen una función reguladora y no constitutiva.

    Cuando hablamos de que el conocimiento en general es constitutivo, nos referimos a que éste es el que construye o constituye los objetos. Las cosas, por llamarlas de alguna manera, están fuera de nosotros, mas no son nada para nosotros, pero tampoco son algo, hasta que nosotros mismos las constituimos como objetos.

    Cuando constituimos un objeto le proporcionamos las formas puras de la sensibilidad, espacio y tiempo, en otras palabras, constituir es hacer que algo esté aquí y ahora en el entendimiento, de modo que podamos conocer la cosa como objeto. Antes de objetivizar, nada conocemos de las cosas, una vez construidos los objetos, podemos conocer las cosas en sí mismas.

    Mas con las ideas no podemos construir un objeto siquiera, pues estas no provienen de la existencia de alguna cosa en la experiencia posible, sino del desbordamiento de los limites de nuestra razón por influjo de su propia naturaleza. Ni siquiera en el caso de las ideas trascendentales podemos llegar a construir un objeto en la experiencia posible. Las ideas son conocimientos intelectuales, cuyo fin no es constitutivo, es decir, que se vuelvan objetos. Las ideas tienen una función reguladora:

    "Sostengo, pues, que las ideas trascendentales no tienen nunca uso constitutivo que suministre conceptos de ciertos objetos, y que, en el caso que así se entienda, son simplemente conceptos sofísticos (dialécticos). Pero en desquite tienen un uso regulador excelente e indispensable y necesario: el de dirigir el entendimiento hacia un cierto fin que haga converger las líneas directivas que siguen todas sus reglas a un punto que por no ser más que una idea (focus imaginarius), es decir, un punto de donde los conceptos del entendimiento no parten realmente, puesto que se halla colocado fuera de los límites de la experiencia posible, sirve, sin embargo, para procurarles la más absoluta unidad con la más absoluta extensión."

    El texto es bastante explicito en lo que a uso regulador se refiere. Las ideas dan sentido al pensamiento, le dan una dirección ¿hacia dónde? Hacia lo infinito, lo indeterminado, lo incondicionado, el alma, el mundo, Dios.

    Así, en el sistema trascendental la razón alcanza un conocimiento ilimitado, el que las ideas trascendentales le proporcionan, pero inmanente, pues estas ideas están condenadas a permanecer encerradas en la intimidad de la razón humana, no pueden alcanzar nunca la dignidad de objeto real ya que el hombre solo posee la intuición sensible como medio para enterarse de lo que pasa en el mundo.

    Nada puede saberse del alma, del mundo, ni de Dios por medio de la razón pura, pues no son objetos de la experiencia sensible, sino de una especie de intuición intelectual, a saber, la ilusión trascendental.

    Conclusión

    El hombre, exaltado sobre todas las demás criaturas con la capacidad de razonar, ha soñado en el transcurso de la historia con llevar este poder hasta sus últimas consecuencias y se ha considerado a sí mismo dotado de un conocimiento potencialmente ilimitado.

    En efecto, el conocimiento en el hombre es ilimitado, pero ¿qué significa esto? El conocimiento es ilimitado porque él mismo construye su propia ilimitación, y no la construye en un acto espontáneo ni por necesidad, sino que lo hace irremediablemente por seguir el impulso de su propia naturaleza trascendental, es decir, que va más allá de sus límites; mas permanece encerrado en la isla a la que la forma de proceder de la razón y la experiencia posible lo condenan.

    Si vemos tanto avance en lo que a las ciencias empíricas se refiere, es porque la ciencia toda es precisamente el ámbito especializado del hombre, pues por medio de la experiencia posible, puede verificar toda teoría construida en la razón pura. Además, todo el conocimiento de las leyes de la naturaleza (o leyes físicas) tiene sus fundamentos en la matemática pura, que podríamos decir que es una especie de lenguaje común de toda razón humana (al menos la aritmética y la geometría); pues a su vez la matemática pura tiene por ultima consecuencia, la unidad trascendental que el yo puro le proporciona a la razón en las formas puras de la sensibilidad, el tiempo y el espacio.

    Desde el mismo punto de partida se ve que las matemáticas y la física son conocimientos infalibles y duraderos, mas la metafísica ha ido de mal en peor durante la historia (o al menos a permanecido estática). Nuestro autor, se pregunta por qué la metafísica no es una ciencia infalible y duradero, por qué "no está hecha".

    En el plano metafísico, decir que el alma, el mundo y Dios no puedan conocerse, y decir que no existen fuera de nuestra mente son cosas muy distintas. Por el contrario, tener estas ideas nos posibilita el conocimiento de estas realidades. En la razón ya tenemos estas ideas de una forma natural, esperando que por algún principio se conviertan en objetos, mas no por el principio de la experiencia posible.

    Kant está separando un lugar muy especial dentro de su sistema para el conocimiento objetivo de las ideas trascendentales, el conocimiento de fe, el cual, es abordado desde la siguiente obra de Kant, la Crítica de la Razón Práctica, en donde, sin pretensión de sumergirnos en su discurso, propone que el alma, el mundo y Dios, son supuestos que dan coherencia al actuar humano y a la libertad, partiendo de una realidad innegable: el sentimiento moral. Y más aún, en la Critica del Juicio, Kant completa la prueba de la existencia de Dios por la finalidad de la moral en el hombre.

    Si hacemos un recuento del proceso que esta investigación ha llevado, se muestra que Kant lo que quiere es construir la metafísica como ciencia experimental: en el primer capítulo, mostramos las corrientes modernas que influyeron en la formación del pensamiento kantiano, a saber, el racionalismo, el empirismo y el idealismo, de los cuales Kant intenta realizar una síntesis; en el segundo capítulo, analizamos los elementos claves de toda la filosofía crítica: el juicio sintético a priori y la experiencia posible. de igual forma se explicó como el conocimiento científico tiene elementos previos a la experiencia que le proporcionan total universalidad y necesariedad; en el tercer capítulo, nos introdujimos en la doctrina elemental trascendental, a fin de describir cómo es posible el conocimiento a priori en las categorías, y de cómo este conocimiento es totalmente objetivo pues esta regido por el yo puro, que es la regla universal de la objetividad para toda razón humana, una conciencia trascendental; en el cuarto y último capítulo, nos introdujimos al análisis kantiano de la metafísica, y de cómo todo conocimiento de este orden (metafísico), no es más que una trasgresión de los límites que la propia razón pura tiene, pues no fundamenta, ni puede, su validez (de la metafísica) en el campo de las ciencias puesto que no puede construir ni uno solo de sus objetos en la experiencia posible, es decir, la metafísica no es ni nunca podrá ser científica.

    Kant, analizando las matemáticas puras y la física, descubre ésta están construidas a priori en el entendimiento a través de los principios de la razón pura. Para que un conocimiento cualquiera sea universal y necesario (científico), tiene que ser construido en la razón a priori y ser objeto de una experiencia posible. Mas la metafísica actúa por medio de juicios analíticos y nunca podrá construir su objeto en la experiencia posible, sino que es un conocimiento cuyo principio de verificación es otro (el sentimiento moral), y, sin embargo, es completamente objetivo (comunes a toda razón humana).

    La metafísica es entonces un conocimiento totalmente válido, objetivo y útil, pero que no entra en el ámbito de las ciencias empíricas, pues sus objetos, el alma, el mundo y Dios, nunca serán objetos de una experiencia posible. La razón pura nunca puede por si sola, probar que estos objetos existen en la realidad. Así, el conocimiento de la razón pura en la KRV de Emmanuel Kant, tiene un poder ilimitado, pero inmanente, encerrado dentro de los límites que la misma razón pura se traza.

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    Enero 2005