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El doctor Martí: ilustre artífice del idioma español (página 2)


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"Lo que por fuera ya ha de ser la lengua en América. Reflejo nuestro carácter autónomo, de nuestro clima y abundancia, nuestra educación mezclada, de nuestro cosmopoliticismo literario, de nuestros hábitos fieros e independientes, de nuestra falta de costumbres de reglas largo tiempo imperantes, de nuestro amor natural, como reflejo de nuestra naturaleza, la abundancia, lujo y hermosura".

Pero el deseo de Martí de que el español americano tuviera su propia forma de expresarse, no atada al modelo peninsular, lo hizo caer en el error que incurrieron no pocos escritores hispanoamericanos de su época, quienes vinculaban la indecencia política y económica de España como la necesidad de una total independencia idiomática. Martí, como excelente escritor y periodista que fue, sabía que el lenguaje había que cultivarlo y cuidarlo, protegerlo. Por eso era un celoso guardián de la lengua española, sin caer en purismos excesivos y castrantes, pues "Los idiomas han de crecer como los países, mejorando y ensanchando con elementos afines sus propios elementos".

En su artículo "El Castellano en América", publicado en el periódico La Nación, el 23 de julio de 1889, podemos apreciar plenamente la madurez que, como escritor, cultivador y defensor de la lengua de América, logro acumular y transmitir. Para él, el lenguaje es una materia moldeable, pues, "Hay algo de plástico en el lenguaje, y tiene él su forma escultórea, y su color, que se percibe viendo en él mucho", además de que "El lenguaje es siempre hermoso y presenta una atendible novedad: es a la par mágico y romántico". Aunque Martí estaba convencido de que "El hombre es superior a la palabra." También tenía conciencia de que "La grandiosidad del lenguaje invita a la grandeza del pensamiento.

Martí era muy cuidadoso al escribir y sopesaba cada palabra que utilizaba. Por ejemplo, utilizó el vocablo cañales en lugar de cañaverales, a la hora de describir en Guatemala el paisaje en que abundaban los terrenos sembrados de caña de azúcar.

Esto llamó la atención de Fernando Ortiz, quien, por ello motivado, escribió el artículo "Cañales, dijo Martí", en el cual señaló lo siguiente: "un lingüista tan consultado como José Martí debió apreciar la impropiedad de la voz cañaveral sin referirse a cañaveras." Llamo la atención al respecto que Fernando Ortiz, una de las figuras más sobresalientes de la intelectualidad cubana del siglo XX, calificó a Martí como lingüista. En efecto, Martí fue un lingüista, un estudioso de la lengua, un renovador de la misma. En su largo peregrinar por tierras hispanoamericanas, pues "Lejos nos lleva el desuelo de la patria", utilizó numerosos regionalismos en sus escritos, y con parte de ellos confeccionó una interesante lista de 160 americanismos de las más diversas procedencias.

En su prosa descriptiva figuran numerosos indoamericanismos, como numerosos fueron los países hispanoamericanos que visitó. Así hallaremos en sus escritos infinidad de neologismos, mayismos, nahuatlismos, quechuismos, mapuchismos, caribismos, y muchas voces indígenas americanas de diversas procedencias, como: hicano, guanábana, cacique, totopo, chucho, tocolote, milpa, tzité, icbuk, vincha, papa, tápara, etc.

La toponimia indígena americana atrajo su atención e incluso en algunos casos explicó su etimología, como en Jocotenango (Jocote quiere decir ciruela, y esta terminación ango quiere decir lugar).

Siempre trató de estar informado sobre todo lo que se hiciese en las lenguas amerindias, de su mejor conocimiento y de su aporte al español americano. Por eso, en sus diversos artículos periodísticos, eligió los trabajos de Arístides Rojas, Esteban Pichardo, y Tapia, de Bachiller y Morales. También uso palabras de elogio para los filósofos, lexicógrafos, y gramatólogos. Por eso significó de "notabilista filólogo, y como un verdadero filosofo del idioma" a José Cuervo. Martí se dio cuenta de la importancia de la lengua española como vehículo para la comunicación a nivel nacional y universal.

El concepto de América Nuestra, cuyo sello inconfundible lo constituye la lengua española siempre es resaltado por Martí: así en 1839 escribe sobre "la América de habla castellano". En fin, que la lengua española era y continúa siendo lo más representativo de este mosaico de naciones que es Hispanoamérica, y Martí tenía plena conciencia de ello pues la lengua española, la " compañera del tiempo" en tiempos de la conquista y colonización de América, en manos devino el mejor instrumento de trabajo para derrocar el yugo colonial, fue el mejor recurso de que dispusieron Martí y otros próceres hispanoamericanos en su lucha por la independencia y el desarrollo de la inmensa América Nuestra.

Martí además fue un excelente traductor, con gran dominio de la lengua inglesa y francesa, como lo demuestran algunos de sus artículos y notas, o la carta a María Mantilla el 9 de abril de 1895, en la que le explica como debe ser de cuidadosa al realizar una traducción ya que "La traducción ha de ser natural, para que parezca como si la hubiese escrito en la lengua a que la traducen." Le recomienda además ser muy cuidadosa en el uso del lenguaje ya que "El que ajusta su pensamiento a la forma, como una hoja de espada a la vaina, ese tiene estilo." Así creó un estilo muy propio que sobresalió en su prosa, pues ".el verso improvisa, pero la prosa no; la prosa viene con los años".

Por eso fue un gran innovador de la lengua de su tiempo: el verbo y el adjetivo tuvieron gran importancia en el gráfico y armonioso lenguaje martiano. Por eso, De los Ripoll destacó que Martí adelantó a los modernistas en el manejo del idioma, además que fue por otro camino y tuvo otras intenciones. De ahí que Roberto Fernández Retamar aclare que ". en verdad, lo que Martí inicia no es una escuela, ni un movimiento (como Darío llamaría al modernismo), ni siquiera (exclusivamente) un período de la literatura hispanoamericana, lo que inicia es una época histórica, con su correspondiente literatura."

Martí fue nuestro escritor más universal como lo catalogó Juan Marinello. La lengua española, moldeada por el muy propio estilo martiano, se nos manifiesta como supradialectal, o sea, no matiza por una modalidad regional, hispanoamericana, de la lengua española, ni tampoco por el modelo madrileño. Pero en su hispanoamericanismo hallaremos la pizquita de la americano, de ese "sabor cubano" – lingüísticamente hablando- en alguno de los pasajes de su Diario de Campaña (de Cabo Haitiano a Dos Ríos), presentes en nuestros topónimos, nombres de plantas, frutos o animales, así como en alguna que otra expresión cubana: ".tenemos fuego en el corazón y quimbo en el cinto."

Algunos criterios de diversas personas tanto de Cuba como fuera de ella acerca de José Martí:

Yusnier Urrutia Ramos (2008)

-Martí es la utopía hecha realidad del siglo XIX cubano, en sus escritos hallan acomodo el concejo oportuno, la guía insustituible, el concepto que se rehúsa a aparecer en diccionario alguno, el aliento a continuar el camino por largo y difícil que pueda parecer y sobre todo las obras martianas poseen la virtud de rescatar en el lector los más nobles y raros valores que pueda poseer cualquier ser humano que ame a su Patria y respete sus raíces históricas.

Miguel de Unamuno (1921)

  • El modernismo, para mí, era novedad diferente, era libertad interior. No, Martí fue otra cosa, y Martí estaba, por esa "otra cosa" muy cerca de mí. Y, cómo olvidarlo, Martí era tan moderno como los otros "modernistas" hispanoamericanos.

Juan Ramón Jiménez (1938)

-¡Ah mina sin acabamiento esta de la persona de Martí!…Martí continúa siendo todavía mina a medio volcar, el metal que está a la vez aflor de tierra y metido en vericuetos oscuros del espíritu y el idioma.

Gabriela Mistral (1945)

-Martí es una de las naturalezas literarias más dotadas de América, pera gran parte de su obra, y su vida misma, fueron sacrificadas a su apostolado de libertad. Su arte es un arte relámpago; cada relámpago revela y esconde explorados paisajes."

Alfonso Reyes (1945)

-Martí, caído en Dos Ríos, había de erigirse, a la vez, en hombre de su tiempo y de todos os tiempos; en definidor del presente y anunciador de lo futuro. Que su obra sigue respondiendo, en este centenario de su natalicio, a todas las preguntas que sobre nuestra América nos hacemos cada día."

Alejo Carpentier (1953)

-Martí fue . el hombre cuya palabra y cuyo ejemplo habría que recordar cada vez que se quisiera decir o hacer algo trascendente en esta patria. porque José Martí es mucho mas que cubano; es americano. y su voz escucha y se respeta no sólo aquí en Cuba sino en toda la América."

Ernesto Che Guevara (1960)

  • Los aportes de Martí al verso de su época, fueron de una decisiva importancia. sin duda, es el más grande creador que hemos tenido, es también el poeta de idea más honda y bella, más eterno."

La grandeza de Martí como Maestro del idioma centellea y su palabra relumbra, la lengua martiana auque es muy novedosa no se aparta de los clásicos de la lengua española; todo lo contrario la hace más depurada, la enriquece, la renueva. Admiraba y respetaba extraordinariamente su lengua materna, pero concebía el idioma como algo vivo.

Martí atrae la atención por su riqueza de vocabulario. En sus obras se encuentran algunos arcaísmos y frecuentemente americanismos y neologismos como: Acobardadores, Avatrén, belfudos, bibliógenos, bombg, centáurica, centurial, contradibujo, crucificantes, denteado, desdibujo, despaciosisimamente, diveo, dudadora, édicos, encasacada, encogullan, enfrenados, empequeñamiento, extranjeriza, floreador, fusteado, hiberniano, hímnica, homagno, ignorador, lópeos, murmurosa, perfumoso, pomulosa, radifican, rapacear, reyecía, sabichoso, sensuosos, sobrerrodea, tibiedades, tigral, trenodio, valsa.

El adjetivo hacedero que aparece en Nuestra América es un ejemplo de arcaísmo. Creó variedad de términos para transmitir mejor lo que quería expresar. A veces sustantivos: indecoroso, desolmiento, hojosidad; otros son verbos que comunican más dinamismo: "desortiga la tierra" para referirse a la acción de arado. La expresividad de la frase descansa en el verbo creado ¡y que decir de los adjetivos martianos! ¡Una verdadera renovación!

Conclusiones

El quehacer de Nuestro Héroe Nacional en pos de enriquecer nuestro idioma no se puede dejar a la espontaneidad de las personas vulgares y chabacanas. Es responsabilidad de los educadores, de todos aquellos que tenemos la responsabilidad de continuar con el desarrollo cultural de los pueblos, los encargados de conservar la obra del Maestro. Desde nuestra posición podemos hacer bastante, nuestras clases deben favorecer un uso correcto de nuestra lengua materna con la exigencia constante para lograr adecuadas formas de expresión, argumentación y fundamentación enriquecedoras de los temas tratados.

Bibliografía

– Español – literatura 11 no Grado libro de texto.

Revista Cubana de Educación Superior. # 3/ 05 Págs. (1-100)

-Abreu Ríos, Gerardo. Martí y la lengua castellana.

-Fernando Ortiz (1939) "Cañales, dijo Martí" En revista Bohemia Cubana. La Habana Vol. 44 páginas 21 – 295.

-González Álvarez, José Márquez Argonte: Valores éticos Para la Convivencia. Editorial el Búho, Santa Fe de Bogotá, 1999, Pág. 43

 

 

 

Autor:

Yusnier Urrutia Ramos

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