Introducción
Es muy frecuente encontrarnos en la obra martiana con muchos vocablos de los que no conocemos su significado e incluso no aparecen en diccionario alguno. En estos casos estamos en presencia del inagotable acervo cultural que poseía el Apóstol de la Revolución Cubana quien expresó en una oportunidad que: "usaría lo antiguo cuando fuera bueno y crearía lo nuevo cuando fuera necesario" quizás sea esa la esencia misma de la creación idiomática de Martí. En estas líneas pretendo mostrar al Maestro más allá de su pensamiento Latinoamericanista, de su sentido de independencia, de ser uno de los teóricos fundamentales de la Revolución Cubana, en estas páginas encontraremos a Martí el maestro de idioma español, el traductor y sobre todo el hombre que hizo aportes a la lengua que hablamos.
Mar y Mártir. Dos sustantivos. Los sustantivos nombran lo sustancial, lo distintivo, lo particular. El Mar sugiere lo infinito y lo inmenso. Mártir alude al sacrificio y la abnegación. Estos términos esenciales sintetizan a Martí: un "MAR MÁRTIR" al decir de José Lezama Lima, uno de los más prestigiosos escritores cubanos.
Martí, más que sustantivo era verbo. Amar, por ejemplo, es un verbo modelo porque en todos los modos y tiempos verbales mantiene la regularidad en la conjugación. A Martí puede conjugársele en todos los modos y para todos los tiempos.
Amó a Cuba desde la distancia sin perder el vínculo con ella. Cuatro tomos conforman el "Epistolario Martiano", páginas poéticas, hombre que trocó el odio en amor. Un ser humano que domestica la palabra cuando hablaba con sus familiares, amigos, o las personalidades necesarias de la guerra patria. Las palabras del Apóstol surcaban el aire o quedaban grabadas en el papel como concepto político bello. Su torrente verbal podía comprender al emigrado indeciso, incluso al acérrimo.
Pintaba frases y esculpía ideas. El efecto Martí existe hoy en la palabra efecto Mozart en la música, al decir del profesor Jorge Lozano. El Maestro armó de amor su periodismo, su narrativa, su teatro, su poesía.
Desarrollo
Platsits fue un joven que aprendió español con Martí en Nueva York: "es más fácil olvidar un idioma, que borrar del recuerdo la impresión de un hombre noble", escribió en la Revista Cubana de 1953. Él mismo resumió algunas ideas de su modo de impartir clases: "el instructor de español que su intento ha sido enseñar la gramática sin parecer que la enseña (.) Enseñó el idioma utilizando la pronunciación y la ortografía (.) La relación de los tiempos verbales españoles con los otros idiomas, fue plenamente expuesta (.) El constante uso de la pizarra familiarizó la mente de los estudiantes con las ideas creadas por el instructor."
Y continuaba diciendo: "su método se fundaba a partir de la enseñanza de las palabras aparentemente semejantes que los estudiantes tenían que emplear en oraciones. Las cláusulas se leían en el aula. Un día el Maestro retó al aula ha escribir con los vocablos Papa, papa y papá. Martí iba revisando por los pupitres los escritos, y cuando leyó para sí uno de los exámenes empezó a reírse. Los estudiantes no lo entendían, pero se contagiaron con su llanto de alegría. Después de mucho reír, pudo contenerse e hizo público lo escrito: El Papa no come papa, ni tampoco mi papá"…
Porque Martí luchó denodadamente por la independencia de Cuba con todos los recursos de que podía disponer, su sentimiento independentista no se limitó a las estrechas fronteras de su país, sino que lo extendió al resto de la América española. Por esto Martí fue el más cubanos y, a su vez, el más universal de nuestros escritores. Concebía la América hispanohablante como una comunidad de pueblos unidos por estrechos lazos culturales y lingüísticos, sin dejar de reconocer que "toda nación debe tener un carácter propio y especial"
Ese hispanoamericanismo de Martí fue viable gracias a la realidad de que en América, colonizada por España, emergió un medio de comunicación afín: la lengua heredada de la metrópoli y adaptada a nuestras necesidades de comunicación como hispanoamericanos. Así, la lengua española, dio unidad dentro de la diversidad geográfica y cultural de América a las diferentes y nuevas comunidades que iban surgiendo del lado azul del Atlántico como el mismo lo llamara: "Y con los pueblos vinieron sus lenguas." ¿Quién pone en duda que la lengua española es el sello más distintivo del multifacético mosaico hispanoamericano? Por ello Martí, en su sexto cuaderno de apuntes escribió lo siguiente entorno a "La lengua castellana en América":
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