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La Vida Compartida: Crisol Solemne del Auge Ético del Ser Humano

Enviado por Felix Larocca


  1. Vida en pareja: Un lazo que debe renovarse día tras día
  2. Una rutina de comunicación abierta
  3. Practiquemos el conocimiento mutuo
  4. Lo que conviene evitar
  5. En resumen
  6. Vida en matrimonio: Preguntas de mujeres casadas
  7. Parejas con diferencia de edad
  8. Los cuentos que nos relatan los expertos
  9. Problemas de pareja: la monotonía
  10. Bibliografía

En esta lección recopilamos varias lecturas que publicáramos a medida que fueran requeridas de nosotros para agotar temas de importancia. Temas que nuestros lectores, siempre ansiosos por alcanzar más conocimientos, y de leer artículos prácticos e inspiradores, solicitaran.

Como son trabajos circunscritos, ya delineados en formas de lecciones. No hemos seguido un plan que les da orden, sino que se presentan como partes individuales de una breve antología de este tema.

Esperamos que les sean de interés.

Vida en pareja: Un lazo que debe renovarse día tras día

Cada uno de nosotros somos distintos y trasladamos nuestras peculiaridades al ámbito de la relación de pareja: a unos les gusta mandar pero otros tienen un perfil más sumiso o conformista, unos prefieren decidir y otros que decidan por ellos, a unos les encanta dar y darse al otro, mientras que otros parecen haber nacido sólo para recibir de los demás, unos necesitan más cariño y a otros les abruman las emociones a flor de piel… Entendamos, que la pareja es un ente peculiar, una institución no por tradicional menos imprevisible, y formada por dos miembros a su vez distintos.

Es fácil convenir en que no hay una fórmula que garantiza el éxito de la vida en pareja. Cada unión se rige por unas reglas, normalmente no explicitadas por sus miembros pero que sirven para mantener viva (en el mejor de los casos, armónica) la relación mientras dura. Lo que sigue son sencillas propuestas generales para fomentar la armonía en la vida de pareja, partiendo siempre de dos puntos: la igualdad de derechos de sus miembros y la promoción de una dinámica activa, equilibrada, participativa y sincera en el desarrollo de la relación a lo largo del tiempo.

Sentir la presencia de la otra persona en ese camino que ambos han decidido compartir, percibir su compañía, su apoyo y su incondicionalidad, lo que no exime a cada uno de la responsabilidad de andar la parte del camino que le corresponde. Comunicarse desde el gesto y la palabra, con una verbalidad abierta y positiva, de quien cree y confía en su interlocutor y con un cuerpo que se expresa desde la receptividad, la amistad y la caricia. Compartirse no significa sólo intercambiar cosas, favores o deberes. Compartirse es darse, mostrarse involucrado, ofrecer abiertamente la vulnerabilidad de cada uno en la seguridad de ser entendido, aceptado y querido.

Una rutina de comunicación abierta

La búsqueda de la armonía de la pareja nos mueve a muchos a intentar identificar todo aquello que conviene evitar y también lo que debemos hacer cuando surgen los desencuentros. Comencemos por crear una rutina en la que queden desterrados los silencios con significados negativos, los enfados soterrados y los rencores acumulados. En su lugar, hablemos. Pongamos un diálogo constante y la negociación: el consenso y los acuerdos. Ante la discrepancia de opiniones, la alternancia en las decisiones es una buena opción: hoy eliges tú la película a ver en el cine, mañana decido yo a qué restaurante vamos. O cada uno va por su lado, por qué no.

Lo importante es mantener el buen ambiente y evitar los agravios o las desconsideraciones. No temamos los desencuentros ni las crisis, intentemos utilizarlos para fortalecer la relación. Unas buenas habilidades de comunicación nos sacarán de muchos atolladeros. Puestos a desterrar hábitos perniciosos, empecemos con la culpabilización. Abandonemos esa caza de brujas de quién ha sido el culpable, y pasemos a considerar global y lúcidamente qué parte de responsabilidad nos corresponde a cada uno en los hechos — a la más mínima duda, preguntemos.

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Ceder el paso a los sobreentendidos, los silencios acusatorios y las suposiciones genera posos de desconfianza y distanciamiento que envenenan la relación y resultan difíciles de disipar. Una pregunta, un comentario a tiempo, frena ansiedades y malestares y permite que fluya la comunicación.

Otra cosa es cuando surgen problemas de gran calado (discrepancias profundas en temas esenciales, relaciones sentimentales con personas fuera de la pareja, incompatibilidad de caracteres o costumbres, aburrimiento o cansancio en la pareja…), que requieren medidas a veces drásticas que no son objeto de esta reflexión. De todos modos, estas propuestas son también útiles para encarar situaciones excepcionales o graves que deterioran gravemente la relación.

Vivir en pareja no debería significar una actitud de dar sin límites y no esperar nada a cambio. Eso es una falacia y genera desequilibrios que, antes o después, terminan pasando factura. En la pareja, al igual que en toda relación, hay que dar y recibir. Hoy yo, mañana tú. Vasos comunicantes que se ladean en un sentido u otro y cuyo fin es mantener la estabilidad. Las desigualdades pueden dar lugar a situaciones de dominio que a largo plazo generan insatisfacción al menos en una de las dos partes.

Practiquemos el conocimiento mutuo

Conviene que nuestra pareja sepa qué nos gusta, qué y cómo lo queremos. Hemos de mantener informada a nuestra pareja del momento que vivimos, porque no siempre sentimos, ni queremos, ni vivimos lo mismo: nuestra vida es una sucesión de etapas, y cada una de ellas tiene sus peculiaridades propias. Somos, afortunadamente muy distintos, pero también compartimos cosas. A todos nos gusta que nos respeten, que nos quieran, que cuenten con nuestra opinión, que nos valoren como personas en toda nuestra dimensión: como trabajadores, como hijos, como padres, como amantes, como amigos, como interlocutores.

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El cuerpo es un gran comunicador y hemos de dejarle expresarse. Si queremos mantener un diálogo fluido con nuestra pareja, las relaciones corporales (no exclusivamente las sexuales, sino también las caricias, los besos, los abrazos) han de ser cotidianas y satisfactorias para ambos. Adaptémoslas a cada momento, circunstancia y etapa de nuestra vida. Que formen parte de ésta porque ayudan a garantizar que la calidez, la ilusión y la búsqueda del disfrute forman parte de nuestro código.

"Se hace camino al andar" decía la canción. La pareja se hace cuando cada día sentimos que vamos juntos en el mismo camino, comunicándonos desde el cuerpo y la palabra y compartiéndonos de forma incondicional. Establezcamos nuestro código propio, basado en la comunicación, la confianza, el respeto, la ternura y el placer.

Lo que conviene evitar

Esperar a que mi pareja adivine lo que quiero y necesito, a que se adelante a mis deseos antes de formulárselos, a que renuncie a su vida personal y me coloque en el centro de su existencia, a que sea la procuradora de mi felicidad.

  • Responsabilizarle de mis frustraciones, de que lo que obtengo de mi vida de pareja no se corresponde con mis expectativas, de los cambios que he tenido que introducir en mi vida.

  • Competir por quién es más o menos, mejor o peor, quién le debe más o menos al otro, quién es esto, aquello o lo otro, quién es el que más pone para mantener viva la pareja.

  • Ser infiel al proyecto en común, pero no entendido exclusivamente como las relaciones sentimentales y/o sexuales con otra persona sino en su totalidad. Para no perjudicar a nuestra vida en pareja hemos de mantenernos leales al compromiso adquirido, trabajar día a día para reavivar ese proyecto común, intentar que esa ilusión inicial, ese amor, crezca; o, al menos, se mantenga y la vida resulte gratificante para ambos.

  • Acumular, sin sacarlos a la luz y sin comentarlos de forma relajada, desaires, desacuerdos, enfados, reproches, faltas de respeto y desilusiones,

  • Dudar de la otra persona. Las fisuras por falta de confianza suponen el inicio del resquebrajamiento de la pareja. Es difícil, y muy duro, amar a alguien de quien se duda.

  • Permitir o propiciar los silencios ante situaciones que pueden provocar un desencuentro o bronca. Positivicemos: una circunstancia crítica puede ayudar a aclararnos, a adoptar compromisos y acuerdos. El silencio es el vacío y en éste (aunque en principio pueda resultar apacible y llevadero) no hay nada.

  • Renunciar a formular nuestras quejas, necesidades y querencias de una forma clara, concisa y directa. Hemos de mostrar una clara intención de negociar cambios concretos y de acordar en firme con plazos determinados, todas las cosas que planteamos.

  • La ironía, el sarcasmo, la crítica destructiva, el grito, el insulto, la ridiculización, la descalificación o el desdén al dirigirnos a la otra persona. Las formas cuentan, y mucho. La familiaridad no debe convertirse en ordinariez, falta de respeto o grosería. Hemos de procurar que las discusiones tengan un cierto protocolo, unos límites que no conviene sobrepasar. Todo puede decirse con un mínimo de corrección y respeto al otro. Lo cortés no quita lo valiente. Culpabilizar al otro de todo cuanto no ha salido como esperábamos.

  • Relegar las relaciones sexuales a un plano secundario. Son imprescindibles para el mantenimiento del compartir, de la confidencialidad y la ilusión en la relación de pareja. La carencia de estas relaciones corporales abonan el desánimo y la apatía en la comunicación de la pareja. La rutina y la inercia que la acompaña nos puede llevar a un callejón sin salida.

  • Gestionar mal las cosas prácticas. Una vida en común tiene muchos aspectos tangibles, prácticos y cotidianos sobre los que hay que llegar a acuerdos. Hemos de hacer frente a tareas domésticas, gastos y otros cometidos familiares. Habrá que hablarlo y ver cómo vamos a organizar los gastos, la distribución de las tareas domésticas, la crianza de los hijos o, incluso, las vacaciones. Lo mejor es una negociación continua que se adapta a cada etapa de la relación.

  • Creer que sólo existo en cuanto que miembro de la pareja. La relación es cosa de dos, pero de dos que suman. Por tanto, empieza por uno mismo y es por ello que me cuido física y anímicamente, me mimo y hago de mi vida una vida rica en situaciones, experiencias nuevas y sensaciones; en esa medida, aporto riqueza a esa relación. Cada uno tiene su propia vida y la pareja es la expresión de dos vidas que se unen para sumar, para aportar la una a la otra.

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En resumen

La vida en pareja garantiza la salud y es causa aparente de la longevidad. Pero, vivir en pareja requiere un nivel abundante de madurez, de devoción, de anticipación a las necesidades y las ansiedades de otro, a quien profesamos amor y apego incondicionales.

Para vivir en pareja se requiere una dosis elevada de paciencia y de deseos de ponderar, sin críticas negativas, los pensamientos del otro para resolver y, mejor aún, para evitar los conflictos.

A medida que envejecemos, se fomenta una unión que solamente y de veras, la muerte es la única que puede disolverla.

Continuamos…

Vida en matrimonio: Preguntas de mujeres casadas

Dr. Félix E. F. LaroccaDespués de varios años de matrimonio, es usual que se generen preguntas sobre el desarrollo actual de la relación en comparación a sus inicios. En esta lección les presentamos las más comunes entre las mujeres.

  • ¿Por qué ya no nos besamos cómo antes?

Las mujeres siempre recuerdan esos besos eternos de adolescencia en la puerta de la casa, donde el romanticismo y la fantasía eran el ingrediente principal de la noche; ahora se percatan de que escasean cada vez más y basta que se vaya a películas de amor, donde esas escenas de pasión interminable se ven, para que se anhelen, con nostalgia eso que algún día, ya en el pasado, también se vivió.

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Primer beso por M. Chagall

Conforme pasan los años, los espacios para el romance son muy cortos e irregulares o en algunos de los casos, no existen del todo. Aunque no se puede generalizar, la falta de besos en un matrimonio, puede significar un síntoma de que las cosas no caminan bien. Pregúntele si él también extraña los besos y cómo podrían hacer para recuperar esos días y noches románticas que tanto disfrutaron al inicio. ¿Podrían explorar un nuevo estilo de besarse? ¿Cómo pueden destinar tiempo para los dos solitos? Recuerden que la falta de romanticismo, surge por la falta de tiempo, pero sobre todo por la falta de comunicación; si ella es de las que calla todo lo que le molesta y él a su vez la evita para no discutir, puede estar contribuyendo a que ambos se distancien emocionalmente, porque el hecho de dormir en una misma habitación con su pareja, no implica intimidad como tal, y eso hay que detectarlo a tiempo si se quiere combatir.

  • ¿Seguirá pensando que aun soy una mujer sexy?

Envejecer tiende a ser un proceso mucho más duro, aunque más gratificador, para las mujeres que para los hombres; quienes ignoran los cambios con mayor naturalidad. Algunas mujeres pueden considerar que sus maridos con la edad adquieren un atractivo distinto y particular, — cuando por ejemplo aparecen canas en el pelo o aumentan las arrugas alrededor de los ojos — mientras que los medios de comunicación y la sociedad en general, se encargan de hacerle creer a los hombres que entre más jóvenes sean las mujeres, más bellas serán, entonces ante esa "potencial competencia" las mujeres hacen hasta lo imposible por tratar de lucir mejor, y cuando eso no sucede; se frustran y se lamentan de la falta de tiempo, de la edad, de las preocupaciones de los hijos, la falta de motivación, y de la amenaza de ponerse viejas.

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Danza al Bougival por P. Renoir

Pero no se trata de hacer un gran esfuerzo para parecer diez años más joven. Lo importante es sentirse bien con una misma, al margen de si se asemeja o no al prototipo de mujer perfecta que constantemente se vende. Si se siente bien consigo misma, téngalo por seguro, que su marido la seguirá viendo sexy e interesante como siempre. Lo que más importa en estos casos, es la actitud que se tenga ante la vida, porque bien sabemos que por más hermosa que sea una mujer, al final de cuentas la belleza más importante es la que por dentro se lleva.

  • ¿Todos los maridos serán tan poco sociales como el propio?

Es más frecuente de lo que usted cree que los maridos aleguen "dolores de espalda", "problemas estomacales" o "migraña" con tal de no asistir a reuniones o actividades sociales, sobre todo si éstas son organizadas por los amigos de su mujer. Aunque muchas parejas prefieren complacer al otro y ceder ante los compromisos sociales, pueden darse casos de parálisis por fobias sociales, tan comunes. Socializar es muy importante para una vida sana en pareja, el compartir otras experiencias y conocer a otras personas, ayuda a practicar la tolerancia y valorar lo que se tiene en casa. Pero muchas personas pagan un precio muy elevado de ansiedad y tensión cuando tratan de participar en grupos. (Véanse mis artículos acerca de las fobias).

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Ahora bien, ningún extremo es bueno. Si su marido siempre quiere estar en presencia de otras personas o grupos, puede estarse obviando la presencia de un problema de intimidad con la pareja, ya que la idea de un matrimonio, al final de cuentas es sentirse a gusto y totalmente pleno al lado de la otra persona sin necesidad de ningún complemento adicional.

  • ¿Es una extraña porque a veces disfrute de la ausencia del marido?

De ninguna manera, ni eso tampoco signifique que no lo ame. Su ausencia lo que permite es tener el control absoluto de su casa, sus hijos si los tiene y de su espacio libre para disfrutarlo. Tiempo para pensar, dormir, leer, hacer ejercicio, tomar café con una amiga que hace mucho no ve, apreciar la comunicación interna.

El matrimonio es una combinación entre dependencia e independencia, al cual se le debe dar el mismo valor y respeto en ambas situaciones para que prospere.

  • ¿Será que estoy a punto de serle infiel?

Esta pregunta es muy común, y puede aun decirse, que todos, hombres y mujeres la preguntan a algún punto en la vida matrimonial.

Luego de muchos años de matrimonio, algunas mujeres pueden sentirse atraídas por otro hombre, muchas veces porque generan una amistad con alguna persona en la que encuentran interesantes temas de conversación que luego desencadenan otros sentimientos. Generalmente, esto es síntoma de que la relación matrimonial no está en buen estado o se encuentra estancada. Antes que esta incómoda situación pase a otro nivel, es necesario que se reflexione en cuáles aspectos no caminan bien en el hogar y cómo se pueden solucionar. Buscar terapia especial para parejas, resulta muy conveniente en estos casos, ya que normalmente una persona entrenada puede visualizar con mayor claridad los problemas que atraviesan y de manera objetiva buscarle soluciones y cambios de rumbo a la relación deteriorada.

La comunicación es la base de toda relación sana, siempre y cuando sea franca. Comunicación franca requiere haberla practicado por mucho tiempo y no una improvisación extemporánea, como muchos entienden.

Proseguimos…

Parejas con diferencia de edad

Dr. Félix E. F. Larocca

El entendimiento de las relaciones matrimoniales o interpersonales es disciplina de reciente arraigo. En tiempos pasados, el hombre adquiría esposa cuando estaba económicamente seguro, eligiendo, a menudo, una consorte más joven.

El advenimiento de la prolongación de la juventud subordinada a la dependencia de los padres, con la necesidad de completar una carrera universitaria y, con la relativa igualdad de los sexos, cambios básicos resultaron en la estructura marital y de la diferencia de edad entre esposos.

Generalmente se acepta que la diferencia en años favorece al hombre por unos cinco años, siendo éste mayor que la mujer. Pero, existen todos tipos, incluyendo la distancia de edad pasmosa que separaba al padre de Julio Iglesias y a su esposa dominicana.

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Cenizas. Edvard Munch

Los cuentos que nos relatan los expertos

Los especialistas señalan que esta atracción tiene que ver con necesidades psicológicas no resueltas y que lo fundamental no va ligado a lo físico, sino a la personalidad, la sabiduría y al poder que simboliza una persona con experiencia y, a menudo, con dinero. En los tiempos actuales, cada vez es más común encontrar parejas que cuentan al menos más de diez años de diferencia entre ambos. Si bien la tendencia, histórica por lo demás, sigue siendo mayoritaria en cuanto a hombres mayores que se unen con mujeres menores, los especialistas aseguran que existe un claro aumento de relaciones inversas, es decir, en que la mujer tiene más edad que su pareja.

De este último tipo de relaciones se sabe menos, ya que sigue siendo mal mirado a pesar del cambio en la percepción social. Lo contrario ocurre con los hombres maduros, quienes hasta son valorados públicamente por estar envueltos con una mujer mucho menor.

Cuando la mujer es la mayor

La relación en que la mujer tiene más edad se da con mayor frecuencia que antes, pero sigue siendo clandestina. Casi siempre, ella no se atreve a hacerla pública porque siente vergüenza y culpa frente a sus hijos, su familia y la sociedad en general. Además, tiende a darse más en la clase alta, donde una situación así es difícil de tolerar. Camilla Parker y Edward Windsor, encontraron este rompecabezas, ya que sus edades son muy cercanas, y ella luce mayor que nuestro primogénito, cuyas incertidumbres de labor y profesión parecen proceso interminable, gracias a la longevidad de una madre pertinaz.

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En cifras, sólo se puede constatar lo que registran las uniones legales y que son un ínfimo porcentaje —– se estima extraoficialmente que una cuarta parte –— respecto de las que se establecen de hecho. De los 178.077 matrimonios civiles que se celebraron en 2004, en Chicago, el 5,1 % fue de parejas con una diferencia de más de diez años. El 4,3 % (13.421) correspondió al caso donde el hombre es mayor y sólo el 0,8 % (1.560) a la instancia en que la mujer contaba mayor edad.

Razones

En general, los pronósticos de los especialistas no son muy auspiciosos para este tipo de uniones, ya que señalan que se trata de relaciones transitorias, siendo pocas las que llegan a envejecer juntas. No duran más de cinco años, período tras el cual cualquier relación tiende a quebrarse o a consolidarse, comentan los expertos.

Los profesionales explican que en este tipo de uniones el atractivo físico y la atracción sexual no es lo fundamental. Influye más la personalidad, la sabiduría y el poder que simboliza una persona mayor. También pesa la seguridad económica que pueda brindarse, la superioridad cultural y la experiencia.

Expertos agregan que la elección de parejas mayores se relaciona con necesidades psicológicas inconclusas, de las que en general, no se tiene conciencia: A nivel inconsciente se busca en el otro, satisfacer necesidades no resueltas. Por ejemplo, mujeres que han tenido una carencia paterna importante durante su infancia tienden a buscar hombres mayores que les den protección y seguridad, aunque no siempre.

En la contraparte, el varón joven se siente atraído por mujeres mayores porque busca en ella una imagen materna. Son relaciones bastante edípicas, en la que ellos sienten que es más cómodo que una mujer les dirija la vida, dice el psicoanálisis.

Futuro, ¿bueno o malo?

En casos extremos, cuando hay una diferencia de más de 20 años, uno de los dos trata de llevar al otro a su ámbito. Si la mujer es menor, trata de rejuvenecerlo o termina adoptando aspecto matronil para poder relacionarse con el entorno de él. Contra la creencia popular que supone un hombre mayor embobado con su joven pareja, la gran parte de las veces, es la mujer quien se adapta al estilo de vida que impone el varón, restringiendo su autonomía. Estas uniones tienden a fracasar si el principal vínculo es el paternalismo. Cuando los roles dentro de la relación son muy rígidos, en el sentido de que el hombre siempre actúa como el padre de su pareja, es muy difícil que sigan adelante, señala mi experiencia cínica.

Entre más extremas son las edades, más difícil será que se prolongue la relación porque en algún momento la parte menor querrá tener a su lado a alguien más joven. En esta fase, la sexualidad juega un rol importante. El éxito de este tipo de uniones está determinado por la adaptación de ambos mundos a las vivencias, necesidades y experiencias del otro, sin la obligación de perder sus propias libertades.

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Separación. Edvard Munch

Viñetas

Cuando tenía 20 años, Jacqueline inició una relación con un hombre separado de 35 años de edad. Duró poco más de dos años. "Me deslumbró a través de conversaciones, literatura y música… A pesar de la diferencia de edad, teníamos mucha afinidad e intereses en común: nos unía el gusto por el arte, por los mismos libros, él escuchaba música clásica y yo era fanática de las flores. Él me protegía. Sentir que me guiaba me daba mucha seguridad. Además, fue muy astuto, ya que se integró rápidamente a mi grupo de amigos, por lo que al poco tiempo éramos considerados una pareja más. Fue una relación muy intensa y marcó mi paso de adolescente a mujer".

Rafa, de 25, mantiene una relación con una mujer diez años mayor. "Lo que más me atrae es su espíritu de libertad que rompe mis esquemas, junto al hecho de que tiene más experiencia en todo sentido. El sexo es un elemento más de la relación, pero para mí, no es el vital. Con ella las cosas son claras, sin rodeos, a diferencia de las mujeres de mi generación donde todo requiere introducción y explicaciones. Eso sí, tratamos de no ser vistos en público, porque nos hemos encontrado con amigos comunes y no han sido buenas experiencias. En una ocasión me preguntaron que si ella era hermana de mi mamá".

El aspecto del sexo

La mujer alcanza su mayor energía sexual cuando el hombre comienza a declinar. El hombre tiene su plenitud a los 38 años y se mantiene en forma intensa hasta los 80 ó más en algunos casos, edad en que comienza gradualmente a decaer. La curva de la mujer es al revés. Generalmente, comienza a tener una vida sexual satisfactoria después de que nacen sus hijos, es decir, después de los 30. Se produce una explosión intensa, y después de los 40 tiene un renacer sexual que se prolonga bien dentro de la sexta y la séptima década de su vida. (Véanse mis artículos acerca de la menopausia y el climaterio en ambos sexos).

Los hombres promiscuos, gordos y aquéllos que abusan del tabaco y drogas, ven el ocaso de su vida sexual llegar mucho más temprano.

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Por ello cerca de los 60 años, porque la mayoría cae dentro de las categorías de riesgo mencionadas anteriormente; son pocos los hombres que se mantienen activos a un nivel satisfactorio para una mujer joven. En ese sentido, no resultaría extraña la unión entre un hombre de 25 años y una mujer de 40 ó 45, ya que ambos están en su apogeo sexual. Mientras que un hombre y una mujer, donde lo opuesto es verdad, podrán tener dificultades en su compatibilidad sexual.

De todas maneras, es cierto que los hombres suplen su decadencia sexual con la experiencia y con su dinero, si lo tienen, lo que puede resultar muy cómodo para mujeres que aún no logran su apogeo.

En resumen

El matrimonio y las relaciones entre parejas cuya edad es discrepante, afecta no sólo a la pareja en su ajuste entre ellos, sino que afecta el modo como ellos se relacionan con sus hijos y amistades; y, más que nada, impacta en sus configuraciones psicológicas de modo decisivo.

Esto hay que tenerlo en cuenta cuando se tratan individuos o parejas.

Finalmente…

Problemas de pareja: la monotonía

El aburrimiento se puede evitar, pero es necesario modificar actitudes y cambiar algunas pautas externas.edu.redEn las parejas que llevan conviviendo un cierto tiempo cabe la posibilidad de que la rutina de lo diariamente establecido convierta la relación en una inercia carente de sorpresas. Los días pasan sin que nada nuevo suceda. Existe la sensación de que ya está todo dicho, el sexo ha dejado de ser una novedad, los silencios terminan pesando y se cree tener un conocimiento exhaustivo de las reacciones del otro. Sin duda, el aburrimiento amenaza con convertirse en el tercer compañero de viaje.

Pero el aburrimiento se puede evitar. Como emoción negativa, nos lleva a percibir la vida vacía y sin sentido. Como actitud personal, conduce al bloqueo mental y paraliza la posibilidad de emprender iniciativas para salir de una situación rutinaria. Aunque hay personas con tendencias a convertir el aburrimiento en un estado de ánimo permanente, por lo general estar aburrido es una sensación esporádica, relacionada con la apatía y la pobreza de vida afectiva y social en un determinado momento. En cualquiera de los casos, el aburrimiento nubla las perspectivas del futuro, disminuye las relaciones personales y apaga el interés por el alrededor.

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Ya ni sé quién eres…

La relación individual con el aburrimiento

El aburrimiento es consecuencia de la motivación, o más bien de su falta. Si la motivación es interior, lo que mueve a la persona procede de su propio ser. Pero, si es exterior, los estímulos que nos movilizan proceden de las circunstancias que nos rodean.

Cuando existe motivación interior y exterior el resultado final es positivo y las emociones gratificantes están aseguradas. Es poco probable que el aburrimiento no pase de ser algo esporádico. Si hay motivación interior pero el entorno no favorece, el individuo se mueve a pesar de las circunstancias y con un cierto grado de dificultad, pero su esfuerzo por modificar el ámbito tiene muchas posibilidades de que con ello abandone la apatía. Si hay motivación desde fuera pero falta el dinamismo interno, el individuo se mueve muy a su pesar y el movimiento suele ser de poca calidad y corta duración.

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Ayúdame a arreglarlo…

Cuando no existen ni la interior ni la exterior, la persona cae en la abulia, la apatía y la desmotivación. En definitiva, convive con el aburrimiento.

La relación de la pareja con el aburrimiento

Cuando ambas personas de la pareja gozan de dinamismo personal, se puede decir que, aunque las circunstancias repetitivas de la vida en pareja induzcan a la rutina, existe la posibilidad de que a base de comunicación y diálogo auténtico se traten de introducir variables que hagan la convivencia experiencia placentera.

Si uno de los dos carece de dinamismo interior, se convierte en un peso para la pareja que intentará tirar de la otra persona proporcionando iniciativas nuevas que tendrán poca probabilidad de ser aceptadas. En esa situación pueden surgir la fatiga y el desaliento para emprender la búsqueda de novedades.

En el caso de que ninguno de los dos posea el entusiasmo suficiente, la vida en pareja se convierte, por consenso tácito, en una coexistencia tolerada que se caracteriza por compartir la satisfacción de las necesidades básicas para seguir viviendo de una manera aparentemente digna, pero evidentemente tediosa.

Muchas veces, cuando no se soporta más el tedio y sin haberse producido situaciones extremas, la pareja se disuelve.

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No el mejor remedio…

¿Cómo combatir el aburrimiento en la pareja?

En primer lugar, tiene que haber interés en combatirlo, en que se suavice la rutina y se restablezca el entusiasmo por la convivencia. Los escépticos suelen ser poco proclives a los intentos por cambiar, bien porque cuando lo han intentado no ha funcionado, bien porque no quieren hacer cambios en su persona con la excusa de que la otra tampoco va a cambiar.

Para evitar el aburrimiento y asegurarse una mejor calidad de la convivencia es preciso:

Modificar las actitudes propias

  • Es necesario que cada uno de los dos crea firmemente que "a su edad" es posible cambiar.

  • Es imperativo que cada cual crea en su propia potencialidad, que muchas veces se desconoce o no se aprecia.

  • Es imprescindible que cada cual crea que la otra persona también es capaz de muchas cosas, aunque hasta el momento no lo haya demostrado.

  • Es vital que cada cual redescubra en su interior cualidades escondidas que seguramente tiene y aún no se han manifestado.

  • Puede ser incluso interesante acudir a ayudas externas profesionales para apoyarse en ese proceso de redescubrir la valía personal.

Alterar algunas circunstancias externas

  • Hay que arriesgarse a que pasen cosas nuevas, probablemente no sujetas a un control total.

  • Dejar que las sorpresas tengan un papel en la vida diaria, por muy pequeñas que sean, satisfacen a quien es objeto y a quien las procura.

  • Establecer nuevos escenarios. Visitar lugares diferentes juntos, aunque sea una vez al año.

  • Compartir nuevas relaciones en actos culturales.

  • Cultivar aficiones y distracciones no conocidas.

  • Para todo ello es necesario un cierto grado de valentía, de perder el miedo al ridículo, al control social y aceptar la posibilidad de que algunos de los nuevos intentos sean un fracaso, porque será un fracaso común.

Cuando una pareja se involucra en este tipo de cambios, tanto en la actitud personal como en la modificación de las circunstancias y los hábitos, es imprescindible hablar sobre lo que se está intentando lograr con el fin de valorar el proceso, conocer cómo lo vive cada cual y estimar si es necesario rectificar o introducir otra serie de variables. Mientras se nutre el proceso conjunto, ha de alentar el viraje individual. Para ello, debe existir el consenso de que cada cual tenga una cierta vida propia que procure una convivencia serena. Que dos personas se quieran supone, entre otras muchas cosas, la habilidad para crear espacios que faciliten que la otra persona sea ella misma, que tenga su propio espacio no compartido.

En resumen

La monogamia debe ser una solución preferida para una especie que viven una vejez prolongada, a veces holgada y a menudo, rodeada de descendientes — sean éstos legítimos o no…

Para llegar al paraíso de envejecer con el cónyuge de toda la vida, es necesario ganar su confianza, su fe y su respeto — lo que no puede lograrse si no existen avenidas de comunicaciones abiertas entre ellos.

Hay que aprender a dar, a recibir y a hacer compromisos para llegar muy lejos como parejas — así la vida es siempre una aventura conjunta sin posibilidades de tedio o de aburrimientos.

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Juntos para toda la vida…

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

(Nota: Para la compleción de esta tarea, he consultado innumerables fuentes de conocimientos, los que he adaptado a mi estilo, añadiendo mis propias consideraciones y opiniones — lo que he logrado sin encender la llama del conflicto o de la polémica.

Por consiguiente, a todas mis fuentes, aquí expreso mi firme gratitud mientras ofrezco una solemne promesa de honrar sus labores en forma de reconocimientos; para quienes soliciten mis datos bibliográficos).

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca