Hashem: Un ensayo de teología supraconfesional avanzada para masones. Parte 2
Enviado por Fernando Edmundo del Cármen Laredo Cárter
Hashem: un ensayo de teología supraconfesional avanzada para Masones.
Parte 2
Este hermoso escudo es el emblema oficial de la Gran Logia Unida de Gran Bretaña. Fusiona los escudos de los Antiguos y Modernos Masones de Inglaterra. Obsérvese el Arca de Dios bajo la mirada y las alas de dos ángeles en la parte superior del escudo, y los cuatro animales de las visiones de Ezequiel, en el A. T. y de San Juan en el Apocalipsis del N. T. .- Todos ellos datos simbólicos esencialmente bíblicos. Incluso se muestran dos escuadras unidas por sus vértices para formar una cruz. Los tres torreones de la izquierda, además de evocar al número tres y a la Santísima Trinidad, nos recuerdan aquel versículo del Libro de los Proverbios que dice: TORRE FUERTE ES EL NOMBRE DE YAHVEH, A EL CORRERÁ EL JUSTO Y SERÁ LEVANTADO. (Prov. 18,10).
Hace cuatro meses se publicó en www.monografías.com, categoría Religión, la primera parte de este ensayo de teología supraconfesional para masones latinoamericanos. En ese intertanto este autor ha dictado un seminario de introducción a la kábalah aplicado al rito escoses antiguo y aceptado, para masones de la gran logia mixta chilena. Tal actividad ha permitido recolectar una serie de preguntas, inquietudes y necesidades de los miembros de esas logias, que ahora nos habilita para ampliar y profundizar los enfoques que se pretendían originalmente para esta segunda parte de la monografía. En este Ensayo, en sus conclusiones finales se agregará una síntesis de lo tratado en la primera parte, de modo que para la mayoría de los lectores es posible que no les sea necesario leer aquella, salvo para propósitos de investigación masónica especializada.
En realidad, la Biblia, la kabalah y la masonería son una cadena continua de tres eslabones inseparables, que conforman el ser y la razón de ser o el logos divino de la augusta institución ya tres veces centenaria, desde su reorganización londinense de junio de 1717. Quien no lo comprenda así es porque aún no ha entrado en el secreto o en el esoterismo de la hermandad, y se mantiene en la cascara de sus misterios. Esa superficialidad es causa de graves conflictos en el seno de la institución augusta, apenas atemperados por la tolerancia que reina en sus talleres, pero que nos muestra una sombra de ignorancia que es incompatible con el espíritu de conocimiento metafísico de la masonería.
Lo que en Grecia se denominaba como la Doctrina Esotérica en la escuela pitagórica, en la academia platónica y en el liceo del gran Aristóteles, en los ambientes esenios y kabalísticos se llamaba HOCMAH NISTERAT o la sabiduría secreta, y en algunos textos simplemente como NISTEROT o "las cosas no evidentes" de las Sagradas Escrituras. Las "cosas evidentes" a los ojos del entendimiento de cualquiera se denominaban como NIGUELOT. Y entre masones hay que tener cuidado de no juzgar con criterio de Niguelot aquello que por esencia es algo profundo que pertenece al reino de la Hocmah Nisterat o Nisterot.
La Hocmah de la Biblia es sinónimo de Sabiduría Divina y equivalente al concepto de Verbo de Dios o de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. El libro de Proverbios 8,22 al vers. 36 nos habla de la sabiduría creadora de Dios que existía desde antes que el mundo fuese. Y nos dice que esa sabiduría primordial fue el arquitecto diseñador del universo. Lo mismo nos dice san Juan en su evangelio. Que el Verbo era Dios y que sin el nada de lo que ha sido hecho sería existente. Y agrega que Ese Verbo o Palabra que se hizo hombre, y que existía desde antes que el mundo fuese. (Evangelio de Juan 1,3; y 1,14; y 17,5 y 17,24).
Y en el capítulo Nueve del mismo libro de los Proverbios dice que esa Hocmah o sabiduría divina edificó su Casa Y LABRO SUS SIETE COLUMNAS. (Prov. 9,1). Es evidente que dicho texto es la base escritural de aquella regla masónica ancestral que establece que para constituir una Logia y abrir los trabajos regularmente se debe contar con la presencia de siete maestros masones y no menos. Esta relación entre el hombre iniciado y la columna de un templo tiene su fundamento específico en dos textos del Nuevo Testamento. Se trata de Gálatas 2,9 en que san Pablo afirma que Jacobo, Cefas y Juan, los tres más altos dignatarios de la comunidad cristiana primitiva eran considerados COMO TRES COLUMNAS VIVIENTES DEL TEMPLO DE DIOS. Esas tres columnas dirigentes de la iglesia antigua se reflejan en los tres más altos oficiales de una logia masónica: El Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo Vigilante.
Y luego san Juan en el Apocalipsis 3,12 nos enseña que aquellos discípulos que vencieran y alcanzaran la perfección espiritual serían transformados en COLUMNAS DEL TEMPLO DE DIOS POR EL MISMO CRISTO, EL VERBO DE DIOS EN PERSONA. Y NUNCA MAS SALDRIAN DE ALLI, es decir, su estatus y rol de columna sería eterno, e implica la condición de liberados de la rueda samsárica (jivanmukta), o lo que los kabalistas denominan los justos (Tzadik) emancipados de la Guilgul Ha-neshamot o los ciclos reencarnatorios de las almas.
Esa sabiduría-verbo de Dios labra sus columnas, es decir, ella prepara a los seres humanos que escoge para esa función mística de sostenedores ocultos del templo de la humanidad trascendida o exaltada. Como también de la humanidad virtuosa encarnada. El Zohar, que es un comentario esotérico de la Escritura, dice que el mundo es sostenido espiritualmente por 36 tzadikim o justos trascendidos. Así se demuestra, una vez más, que nuestros antepasados, los ilustres maestros fundadores miraron a la Biblia para crear los ritos, símbolos, usos y costumbres de la masonería, y para darle el espíritu que ella tiene, y que algunos quisieran ignorar.
Este segundo Ensayo Teológico supraconfesional para masones latinoamericanos se denomina Ha-Shem porque en hebreo significa EL NOMBRE, y no cualquier nombre, pues se trata del Nombre de Dios revelado a Moisés y a los Patriarcas. Ha-Shem es la palabra que reemplaza a Yahveh, o a Elohim o a Adonay en los textos bíblicos. Ha-Shem tiene el valor gematrico de 345, que es equivalente e idéntico al valor gemátrico de EL Sadai, y el de Siloh, el enviado, y el de Moisés. Y que corresponde a las proporciones geométricas del triángulo rectángulo de los egipcios y de los pitagóricos. En esas cifras 345 la geometría sagrada y kabalah judeo-cristiana se unifican. Ha-Shem, EL Sadai, y Siloh son uno. En estas cifras la palabra perdida ha sido encontrada. (Siloh es el Mesías Enviado, el Escogido de Dios y El Sadai es el nombre divino escondido en el triangulo rectangulo).
Valor Gemátrico: 345.
Relación de 3 – 4 – 5 .
Por lo tanto Ha-Shem es el nombre o palabra sagrada sustitutiva de un nombre divino, del mismo modo en que las palabras sagradas de los distintos grados masónicos son encubrimientos o sustitutas del nombre de Dios de los hebreos. O son sus versiones recortadas o resumidas. De allí que hay grados masónicos que usan Adonai como Palabra Sagrada, O bien, YOD, IAO, YAH, para no decir Yahveh. O hablan de la piedra que suda sangre y agua para evitar decir Iehosuáh. (En el grado 18 del Caballero Rosacruz, en cuyo texto ritual también se nos enseña que La Palabra que estaba perdida se hizo hombre y ha sido encontrada).
O dicen Señor del Universo, en vez de decirlo al modo kabalístico, como ADON AOLAM que significa SEÑOR DEL UNIVERSO, PERO COMO SU VALOR GEMATRICO HEBRAICO ES 207, equivale a AUR, la Luz, y también equivale al 207 de la palabra Ein Sof, Lo Infinito o lo Ilimitado. Ese 207 o 9 o 27 u 81, recorre todos los grados simbólicos y capitulares de la masoneria. Kabalísticamente el 207 es la cifra clave de La Luz, del Infinito y del Señor del Universo.
Y en la Biblia, como en la teología, se nos muestra un Dios que es Luz trascendente e inmanente al mismo tiempo. Un Dios que está tanto fuera del universo como adentro del hombre y del cosmos. Así lo describe el salmo 139, un Dios Omnipresente. Pero San Pablo lo dice con una claridad meridiana que vale la pena reproducir textualmente, en la Segunda Epístola a los Corintios, cap. 4,6: PORQUE DIOS, QUE MANDO QUE DE LAS TINIEBLAS RESPLANDECIESE LA LUZ, ES EL MISMO QUE RESPLANDECIÓ EN NUESTROS CORAZONES, PARA ILUMINACIÓN DEL CONOCIMIENTO DE LA GLORIA DE DIOS EN LA FAZ DE JESUCRISTO.
Precisamente Dios inmanente es quien resplandece en el interior del ser humano para impulsarlo en la búsqueda de la Verdad eterna y universal. Dios inmanente es quien inspira los actos virtuosos y la ley moral en lo íntimo de la conciencia, e inscribe la ley eterna en cada una de las almas. Ley interior que por causa del pecado y la ignorancia ha debido ser escrita en los libros sagrados de Oriente y de Occidente por los profetas y videntes iluminados de todas las culturas.
El Dios inmanente que les otorga la intuición a los hombres para escoger a las instituciones que han de guiarlo en el camino de la existencia, y que también les permite intuir la presencia de los grandes maestros y profetas enviados para iluminar los caminos de los hombres, aquí y en el más allá. Dios inmanente que en los grados superiores de la masonería es denominado como el Emmanuel o el Immanuel, "Con nosotros Dios" y en los grados inferiores se puede denominar como el Espíritu Santo, el cual está claramente representado en la Espada Flamígera que esgrime el Venerable Maestro en las consagraciones de los neófitos y de otros grados azules de las logias.
Dios inmanente que se manifestó como una misteriosa neblina luminosa en el interior del Templo de Salomón, en Jerusalén, cuando el rey terminó de hacer la plegaria de consagración del santuario. (Primer libro de Reyes 8,10-11; y Crónicas 5,13-14). Nube blanca que los kabalistas denominan Shekinah, o la Divina Presencia, la cual también se manifestó en la cumbre del Monte Tabor durante la Transfiguración de Jesús delante de los tres apóstoles que serían las tres columnas de la iglesia primitiva, Jacobo, Cefas y Juan. (Ver Mateo 17,5). Nube de luz que también se manifestó sobre el monte Sinaí. (Exodo 19,16; 24,15-18)) Y también en el camino del pueblo de Israel hacia la tierra prometida.(Exodo 40,34.38).
Esa extraña luminosidad fosforescente neblinosa también ha sido observada en ceremonias tibetanas en Sikkim, India, en Julio del año 1959 al despedir al alma de un connotado adepto del lamaísmo tibetano. Esa luz nubosa llenó toda la estancia de ese templo tibetano, demostrándose que la narración de los antiguos cronistas bíblicos es veraz y no fruto de la imaginación. (El hecho fue narrado por el gran lama tibetano, muy conocido en occidente, Sogyal Rimpoche, en su libro EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE, página 340, capítulo 16 de la obra).
Y así debe ser, pues la comunión con la Divina Presencia o Shekinah, manifestada como nube fosforescente que llena un templo o un edificio no es algo privativo de judíos y cristianos. El korán nos dice también que la shekinah se hizo presente alguna vez en la vida y apostolado de Muhamed, e incluso en la vida de Sri Ramana Maharishi, durante sus meditaciones, y delante de decenas de personas reunidas en su presencia, entre los años 1930 a 1940. Se vio que desde la base de su cuerpo y hasta perderse en la altura del techo de la caverna donde meditaba, surgía una gran columna de luz vertical que lo rodeaba por completo. (Referido por el Dr. Arthur Osborne, en una Biografía de Bhagavan Ramana Maharshi).
El fenómeno es semejante a la columna de luz o fuego nocturno y humo diurno que guiaba al pueblo de Israel por el desierto de Sinaí, narrado en el Exodo cap. 13, 21-22. Fenómeno semejante es narrado por Muhyddin Ibn Arabi, observado en relación con los místicos sufíes andaluces del siglo XII en España. Así pues, existen pruebas suficientes de que la nube luminosa o la columna de luz de la Shekinah o de la divina presencia está presente en casi todas las religiones del mundo. Al punto de que en las leyendas británicas del Mago Myrddin o Merlin, se hace presente una neblina luminosa en determinados momentos de su vida al ejecutar algunos prodigios de magia que lo inmortalizaron en la memoria de los britanos.
Esta clase de manifestaciones de luz fosforescentes neblinosa que rodea a un profeta, a un yogui o a un chaman determinado es destacado por el gran antropólogo rumano de las religiones comparadas, Mircea Eliade, en su obra "El Chamanismo y las técnicas arcaicas del Extasis". Y en ese mismo documento demuestra el carácter chamánico extático de las experiencias supraconscientes de los profetas o videntes de la Biblia.
Por lo tanto estas narraciones de los cronistas bíblicos NO ESTAN TRATANDO DE ENGAÑARNOS NI DE MOVERNOS A LA CREDULIDAD. Están narrando un hecho objetivo, único y sorprendente para ellos, en ese momento de la historia religiosa de Israel o del nacimiento del Cristianismo, que ellos o sus contemporáneos observaron directamente. Más tarde, ya en pleno siglo XIX y XX, se nos da la posibilidad de comparar experiencias místicas y doctrinas religiosas de todos los pueblos del mundo, y así tomamos conciencia de la universalidad de estas manifestaciones, que pensábamos erróneamente que eran exclusivas del judeo-cristianismo. Y no podría ser de otra manera, pues san Pablo, Isaías, San Pedro y San Lucas, nos dicen que Dios de Israel es el Dios de todas las naciones. ( Isaías 56,7 ; 2, 2-4 ; Hechos de los Apóstoles 10, 34-3; Romanos 3,29 ).
Así, teólogos contemporáneos como Rudolf Otto o Karl Rahner, nos dicen que todos los hombres de la tierra, o mejor dicho, la naturaleza humana como tal, tiene siempre en su interior la posibilidad de la experiencia religiosa trascendental, una apertura estructural a la Gracia o al Don de Si mismo del Dios inmanente, que es uno con el Dios Trascendente y no diferente de El, como también cualquier ser humano a través de la historia, y especialmente los fundadores de las grandes religiones, tuvieron la experiencia de Lo Numinoso, de lo Sagrado o de lo divino, vivencia que rompió los límites del conocimiento sensorial y racional común, elevándoles a la esfera de lo infinito suprarracional, o del Ser Absoluto, pero no de lo incomprensible o de lo ilógico.
Esta shekinah de la tradición judeo-cristiana se expresa masónicamente en la presencia de la luz eterna, o del fuego sagrado, que cuelga de la plomada cósmica que desciende de la Estrella de David que resplandece en la cúspide de la bóveda celeste de todos los templos masónicos del mundo. Luz eterna que se cierne sobre el Ara de los juramentos y de las consagraciones. Ara o altar de doble cubo, donde se pone el Volumen del Conocimiento Sagrado (la Biblia), la Escuadra y el Compás, y donde se alza, invisible a los ojos mortales, la escalera de Jacob, por la que bajan y ascienden los ángeles, y en cuya cúspide está la Persona misma de Gran Arquitecto del Universo, según narra el libro del Génesis 28, 11-22.
Shekinah como columna de luz y de fuego.
Ese Volumen del Conocimiento Sagrado, o la Biblia, DEBE ESTAR ALLI, ABIERTO, EN TODAS LAS LOGIAS DEL MUNDO, PORQUE TODO EL SIMBOLISMO ARQUITECTONICO Y LOS VALORES RELIGIOSOS, ESOTERICOS Y MORALES DE LA MASONERÍA ESTAN ESCRITOS EN ESE LIBRO. Lo cual no impide que esté el Korán, o el Bhagavad Guita, O el Tao Te King, O el Bardo Todol, acompañando a la Biblia, cuando se deban tomar juramentos a personas de otros credos religiosos. Los otros libros sagrados no hacen énfasis en el simbolismo arquitectónico que utiliza la masonería en todos sus grados, ni en los datos kabalísticos, numerológicos y místicos, palabras misteriosas y personajes que son parte esencial de los ritos masónicos.
Salomón, Hiram, Juan, Jesús, Moisés, Ageo, Zorobabel, la Reina de Saba, Esdras, Melquisedec, Noé, Adam, Aarón, Tubalcaín, son personajes nombrados permanentemente en los ritos masónicos, junto con la piedra bruta, el ara, la plomada, la cadena, la piedra angular, la Nueva Jerusalén, el Tabernáculo, el templo de Jerusalén o de Salomón, las columnas Jakin y Boaz, el Arca de Dios, el Árbol de la Vida, la Cruz, el Nombre de Yahveh, Elohim, Sadai, Yah, Yesua, Emmanuel, Adonai, el Ojo de Dios. El Sol y la Luna, el candelabro de siete luces, Etc. Todo eso y más, son símbolos, objetos o personas que están en la Biblia, desde el Principio al Final, y también en los ritos y en los templos masónicos. Es, por lo tanto, irracional e incongruente con la esencia espiritual, los ritos y los símbolos de la masonería, querer eliminar la Biblia del Ara de los templos y de los corazones de los masones.
Las razones dadas son la base de aquel landmark antiguo que establece con absoluta propiedad y claridad del uso obligatorio de la Biblia en los altares masónicos. Tal obligatoriedad es esencial y concordante con todos los contenidos rituales, simbólicos y alegóricos usados desde hace siglos en el seno de la Augusta Institución. La Biblia es el trazado arquitectónico fundamental y atemporal que debe guiar el pensamiento de los actuales y futuros maestros de la hermandad.
La construcción del templo de Salomón es el Eje y Centro Atemporal de todas las concepciones morales, sociales, místicas y filosóficas que la masonería pueda tener en el presente, en el pasado o en el futuro de la humanidad. De allí que la Biblia dedica muchos capítulos del Antiguo y del Nuevo Testamento a describir y a explicar la importancia de aquel templo, su antecedente, el Tabernáculo, y sus derivaciones lógicas, que son el ser humano como Piedra Escogida o el ser humano como Templo de Dios o del Espíritu Santo, e incluso la iglesia universal como un templo invisible de piedras vivas unidas por el amor fraternal y el amor a la Divinidad Constructora del Cosmos.
Vamos a probar estas afirmaciones paso a paso, una por una, para demostrar la coherencia racional y el espíritu universal de estas concepciones que fueron inspiradas interiormente por el Altísimo en el corazón de los antiguos maestros creadores o si se quiere el de los reorganizadores de los ritos y símbolos de la masonería, durante aquel interesante período de transformación que va del siglo 16 al 18 en Gran Bretaña.
Comencemos por el Ha-Shem, la doctrina del Nombre Divino encarnado en un Templo, según lo establecido en la Torah, y luego lo que se nos explica en Crónicas y Reyes acerca del mismo tema.
En el capítulo 12 del Deuteronomio (5° libro de la Torah) se nos dice en tres versículos diferentes que el pueblo de Israel debe peregrinar y reunirse EN EL LUGAR QUE YAHVEH HAYA ESCOGIDO PARA HACER MORAR SU NOMBRE. (Deut. 12, 5 ; 12, 11 ; y 12, 21). Esa es la clásica doctrina oriental referida a los nombres sagrados o a los nombres profanos. Para un judío, un egipcio, un arameo, o un semita EL NOMBRE DE ALGUIEN CONTIENE Y EXPRESA LA ESENCIA Y LA VIDA DEL SER NOMBRADO. EL NOMBRE ES EL ESPIRITU DE UNA PERSONA VISIBLE O INVISIBLE, DE UN ANIMAL O DE UNA PLANTA. INCLUSO EL NOMBRE MARCA EL DESTINO O EL DISEÑO DE LA VIDA DE LOS PRINCIPALES PERSONAJES DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS. Esa misma doctrina está en la India y entre los Sijs del Gurú Nának, en la China y en el Tibet.
Es decir, allí donde mora el Nombre de Dios ESTA DIOS EN PERSONA. Invisible, pero real. Los hindúes dicen a este respecto que DIOS Y SU NOMBRE SON UNO. Lo mismo afirman los sacerdotes egipcios, e incluso los monjes del Monte Athos dicen que Jesús y su Nombre son Uno, son inseparables. Donde se nombra al Immanuel o a Jesús allí está El. El lector debe recordar que para las doctrinas religiosas expresadas en la Biblia NO EXISTE LA NOCIÓN DE UN DIOS IMPERSONAL O DE UNA FUERZA CREADORA ABSTRACTA. El Dios de la Biblia, como el del Korán, o el del Bhagavad Guita, es un Dios Personal. Y cuando decimos Dios Personal no queremos insinuar, como hacen algunos devotos hindúes, que el Dios Persona es un ser corporal, y que cuando hablamos de un Dios-Espíritu infinito estamos hablando de un ente impersonal.
Al decir o usar el concepto teológico de Dios como Persona Infinita queremos decir que DIOS ES UN YO COSMICO O SUPRACOSMICO, CON AUTO-CONCIENCIA, VOLUNTAD INMUTABLE, PROPOSITO UNIVERSAL, Y ORIGEN DE LAS CONCIENCIAS INDIVIDUALES O PERSONAS FINITAS. UN YO OMNIPRESENTE E ILIMITADO, UNA LUZ RESPONSABLE Y COMPASIVA, UNA INTELIGENCIA INFINITA QUE ESCUCHA A LAS INTELIGENCIAS FINITAS Y QUE ES CAUSA DE LA VIDA y SOSTENEDOR DE LAS LEYES DE LA MATERIA Y DE LA MENTE. (responsable significa capaz de responder a los pensamientos y al clamor de quien le busca y le invoca). Es el Dios Personal que los místicos y los grandes iluminados han encontrado en todas las épocas y lugares del mundo, en el interior de si mismos y más allá de si mismos. Decir un Yo consciente sin límites es hablar del Ojo de Dios, o de la Omnisciencia del Creador.
El ojo es el órgano de conocimiento por excelencia de los seres superiores y conscientes, también de los seres inteligentes. Un ojo divino que al mirar otorga vida y entendimiento a los seres racionales. Un ojo que es el punto supremo de irradiación de la Conciencia Cósmica hacia los seres creados o hacia los entes finitos para que también sean conscientes y cognoscentes, capaces de buscar el origen metafísico de su existencia.
Un ojo óntico que se manifiesta como el centro de toda realidad del cielo y de la tierra, es decir, de aquellos planos de la realidad universal representados por el compás y la escuadra.
En el capítulo 8 del Primer Libro de los Reyes se nos dice SEIS VECES que el Templo de Jerusalén ha sido edificado y consagrado PARA QUE ALLI MORE EL NOMBRE DE YAHVEH, en plena concordancia con lo expuesto en el Capítulo 12 del Deuteronomio, como se dijo en párrafos anteriores. En el capítulo 6 del Libro Segundo de las Crónicas, al hablarnos del motivo de la construcción del templo de salomón, nos dice 8 veces que está hecho para que en él MORE EL NOMBRE DE YAHVEH. Es una habitación para que el Nombre o la Divina Presencia o la Shekinah permanezca en medio de su pueblo.
Eso queda plenamente confirmado en el sueño hiperlúcido que Salomón tiene con Dios después de consagrar el templo. Este sueño iluminado enviado por Dios está narrado en el Segundo Libro de Crónicas y en el Primer Libro de Los Reyes, capítulos 7 y 9 respectivamente, y en ambos documentos se nos informan las siguiente palabras de una solemne promesa de Dios al rey: YO HE SANTIFICADO ESTA CASA QUE TU HAS EDIFICADO, PARA PONER EN ELLA MI NOMBRE PARA SIEMPRE; Y EN ELLA ESTARÁN MIS OJOS Y MI CORAZÓN TODOS LOS DIAS. EN CRONiCAS DICE "PARA SIEMPRE" respecto de los ojos y el corazón de Yahveh puestos en el interior del templo.
Moisés Maimónides nos dice, en la Guia de los Perplejos, que esos antropomorfismos de Dios no deben ser tomados literalmente, porque como Dios es Espíritu. Lo que nos quiere decir es que SU CONCIENCIA Y SU MENTE ESTARÁN ENFOCADOS EN ESE LUGAR, PARA ATENDER LAS PETICIONES DE LOS HOMBRES DE ISRAEL Y DE OTROS PUEBLOS QUE LE INVOQUEN, pues la oración que Salomón pronunció en ese lugar tenía un carácter Universalista, pidiendo que cualquier extranjero que invocara la ayuda Divina del Dios de Israel vuelto hacia el templo de Jerusalén fuera oído y atendido por el Señor.
Si hubiese que utilizar un simil para explicar esto de cómo una presencia universal y espiritual puede tener un punto de manifestación en el plano físico, diríamos que así como el sol proyecta sus rayos sobre toda la superficie de la tierra, al modo de la luz omnipresente de Dios, si pongo una lupa de lente grande a cierta altura, tal vez a unos 20 centímetros del suelo, puedo concentrar la luz del sol en un solo punto del terreno y quemar la rama de un árbol o una hoja de papel. Al hacerlo focalizo la luz omnipresente en un punto sin que ella pierda su naturaleza universal. Eso es lo que hacen los ritos de consagración de un templo. Crean un lente mental a través del cual nos llegan los rayos del espíritu omnipresente con una densidad mayor de la que se da naturalmente en la vida humana común.
Leyendo con atención estos textos de Crónicas y de Reyes debemos alabar la fidelidad de los Maestros creadores de los ritos y de los símbolos de los templos masónicos, pues expresan exactamente lo que la Biblia describe y narra, tanto en el orden de la acción litúrgica como en el orden de las ideas religiosas expresadas en el texto sagrado. Por eso no puede extrañar a ningún masón la presencia del Ojo de Dios al oriente de los templos, o que se diga que el Ara de los Juramentos es un símbolo del Corazón del hombre, y del Corazón del Adam kadmón, y que ambos son la imagen de Dios. Y por analogía una imagen del Corazón del Creador. El simbolismo del ojo de Dios y del Ara expresa la respuesta de Dios a Salomón en el sueño supraconsciente que tuvo tras la consagración de aquel santuario.
Con todos estos antecedentes, y antes de continuar con estos análisis, nos cabe preguntarnos cómo puede ser masónica una actitud de rechazo al uso de la Biblia y del Nombre de Dios, como ocurre en las logias que se dicen seguidoras del pensamiento del Gran Oriente de Francia. Simplemente es una horrible incongruencia y una flagrante superficialidad. Han creado una grave razón de discordia universal y una distorsión del espíritu de la institución, por no tener las agallas de decir que han querido crear una nueva institución que ya no es masónica, y que la honestidad les debería obligarlos a cambiar su nombre por el de Caballeros Agnósticos, o algún otro semejante.
Con todo lo expuesto acerca del Templo de Salomón como una Morada de Yahveh no puede extrañarnos el que en todos los grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, en el Rito del Real Arco, en el Escocés reformado, y en otros ritos masónicos, como el Francés, o el de Menfis y Mizraim, se use el nombre de Yahvéh en los collares del Venerable Maestro de los grados azules, en el Delta de Oriente en los grados capitulares, y en las palabras sagradas de casi todos los grados más allá del 3°.
Así en todos los grados tenemos dispersos los nombres de Adonai, Yah, Yahvéh, Elhanam, Elohim, IAO, Emmanuel, Yod, El, Eloha, Ieshua, INRI, Abba, El Sadai, etc. Todos son nombres de Dios tomados de la Sagrada Escritura. Esos nombres no se usan por jugar, son para expresar el espíritu místico y creyente de los maestros fundadores y de sus discípulos, los masones fieles actuales. Y, además de expresar el espíritu de los antepasados, esos Nombres divinos APUNTAN HACIA LA REALIDAD TRASCENDENTE, LA CAUSA PRIMERA, AL PRIMER MOTOR INMOVIL DEL UNIVERSO.
Cuando se le da la luz masónica a un neófito que ingresa a una logia el venerable maestro invoca a la Luz que le será dada, y luego cita textualmente el versículo 3 del Primer Capítulo del Génesis, donde dice: Y DIJO ELOHIM: HAGASE LA LUZ Y LA LUZ FUE HECHA, cambiándose la palabra Elohim por El Gran Arquitecto del Universo, conservándose el resto del versículo intacto. Y la logia en pleno, con un coro de voces, termina el versículo de Génesis 1,3 sellando las palabras del Venerable Maestro. Ese nuevo aprendiz se ha constituido en un nuevo universo y la luz interior de ese microcosmos ha sido otorgada por la Omnipresente Palabra del Creador.
Sin embargo, el uso de la palabra "arquitecto" para mencionar a Dios es un concepto rigurosamente bíblico, pues lo utiliza san Pablo en el Nuevo Testamento, en el versículo 10 del Capítulo 11 de la Epístola a los Hebreos, donde elogiando la fe de Abraham dice: PORQUE ESPERABA LA CIUDAD QUE TIENE FUNDAMENTOS, CUYO ARQUITECTO Y CONSTRUCTOR ES DIOS. De allí que la masonería va uniendo armónicamente los conceptos de Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento.
La Nueva Jerusalén, Ciudad Cúbica de oro, con doce puertas zodiacales y apostólicas. (ver el Apocalipsis 21, vers. 10 al 16).
Por todo lo dicho es realmente una desgracia el hecho de que los masones contemporáneos sean tan ignorantes en materias bíblicas, y, cuando se manifiestan como expertos en ella, lo hacen para encontrar defectos y errores en los textos sagrados, torciendo el recto espíritu creyente y sabio con que los maestros fundadores de los ritos tomaron los textos de la Biblia.
El concepto del Cuerpo del Hombre como Templo de Dios o como Templo del Espíritu Santo está dado en el capítulo 2°, vers. 19 al 22, del Evangelio de San Juan, donde el propio Jesús afirma que su cuerpo es templo de Dios y que si fuese destruido en tres días lo levantaría, es decir, lo resucitaría. Lo mismo se confirma en las Epístolas de san Pablo. En Primera de Corintios 3,16 dice a la letra: NO SABEIS QUE SOIS TEMPLOS DE DIOS Y QUE EL ESPÍRITU DE DIOS MORA EN VOSOTROS?
Y en la misma Epístola, ahora en el capítulo 6,19 dice: ¿O IGNORAIS QUE VUESTRO CUERPO ES TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO, EL CUAL ESTÁ EN VOSOTROS, EL CUAL TENEIS DE DIOS, Y QUE NO SOIS VUESTROS?. Estas palabras y las anteriores son las prueba escriturales del Dios inmanente mencionado en páginas anteriores, del Dios con nosotros, el Omnipresente o el Immanuel del grado 18 o del Caballero y Soberano Príncipe Rosacruz de la masonería francesa y del rito escocés antiguo y aceptado.
Lo mismo está expresado por Pablo en Colosenses 1,27 : A QUIENES DIOS QUISO DAR A CONOCER LAS RIQUEZAS DE LA GLORIA DE ESTE MISTERIO ENTRE LOS GENTILES; QUE ES CRISTO EN VOSOTROS, LA ESPERANZA DE GLORIA. Esta es, precisamente, la doctrina del Cristo Interior, tan usada por los grupos de la Nueva Era y por el Rosacrucismo, y desde luego por las logias masónicas de tradición cristiana, que son la mayoría. El propio Jesús afirma que el Reino de Dios está dentro de nosotros, en el Evangelio de san Lucas 17, 21. No es necesario leer un evangelio apócrifo para saberlo.
La palabra griega "En" que aparece en el texto original tiene tres significados, tal como todas las cosas masónicas. Y eso se ve en la diversidad de las traducciones. Significa que el reino de Dios está "Entre" nosotros, como un sistema de relaciones de amor y de luz. En la Primera Epístola de Juan dice que Dios es Luz y es Amor. O "En medio" de nosotros. Y "dentro" de nosotros. Y todos esos significados cuadran con el concepto de Emmanuel o Immanuel.
Incluso las palabras "en medio" de nosotros significa en medio de mi ser, es decir, en mi corazón, en el centro de mi ser, lo cual coincide perfectamente con el concepto de Cámara del Medio, lugar de reunión propio de los Maestros masones. (Que Dios es Luz lo dice en Primera de Juan 1,5, y que Dios es Amor, lo dice en la Primera de Juan 4,8 y 4.16).
Por eso el neófito o el aprendiz recién iniciado es sentado al noreste del pavimento mosaico, pues aparte de representar a una piedra fundamental para un nuevo edificio EL MISMO ES EL EMBLEMA DEL TEMPLO DE JERUSALEM, pues en los tiempos de Cristo EL TEMPLO DE DIOS ESTABA AL NORESTE DE LA CIUDAD SANTA. Hoy, con el enorme crecimiento urbano de Jerusalén la mezquita de Omar, situada en la misma plataforma del antiguo templo, ha quedado al oriente de la ciudad y no al noreste. Pero el rito masónico ha grabado el hecho al sentar a los neófitos en ese punto semi-cardinal, entre Oriente y el Norte.
El candidato a la masonería, como también el neófito, es una piedra bruta. En Israel los altares primitivos eran construidos con doce piedras brutas, que el hierro no hubiesen tocado. Así dice la Biblia. (Deuteronomio 27,5). Por eso el neófito es puesto al noreste del templo, para que sea un nuevo altar, un nuevo templo. Como el templo de Jerusalén, que estaba al noreste de la ciudad de David en los tiempos de Cristo.
El aprendiz debe devastar la piedra bruta por un largo tiempo, hasta conseguir darle forma cúbica o por lo menos de un cuadrilongo, usando el cincel, el mazo y la escuadra, y la regla de 24 pulgadas. Obsérvese que el 24 es divisible por tres y nos da ocho pulgadas. Esa relación entre el 3 y el 8 tiene razones bíblico-kabalísticas. Y esta también vinculada a las medidas del cubo. Y del cubo de oro que había en el templo de Salomón, al lugar santísimo, que era una habitación cúbica de oro, y contenía el arca de Dios en su interior. Un Cubo de oro como la Nueva Jerusalén.
Veamos las razones bíblico-kabalísticas del uso de la regla de 24 pulgadas aplicadas a nuestro cubo de piedra, arquetipo de perfección. Recordemos el 8 y el 3. 8 x 3 = 24. Si sumo las dos cifras del 24 me da seis. Y seis caras tiene el cubo. ( 2 + 4 = 6 y 2 x 4 = 8). Lo que pasa es que el lugar santísimo del templo de Salomón medía 20 codos de largo, 20 de ancho y 20 de alto. Al multiplicar las tres cifras en codos me da 8.000 codos cúbicos. Y el Nombre de Yahveh, famoso tetragrama hebraico suma 26, es decir 8. Pues los expertos en gematria suman las dos cifras del nombre de Dios 2 + 6 = 8. El lugar santísimo es un 8 amplificado por mil. Un 8 expandido hacia las tres dimensiones del espacio.
Además, en la órbita de la Kabalah cristiana, el nombre de Iesous, en griego, donde la letras también tienen valor numérico, las seis letras del salvador valen 888. Entonces 8 + 8 + 8 = 24.
El desglose letra por letra es como sigue: Iota= 10 , Eta= 8 , Sigma= 200 , omicrón=70 , upsilón= 400, y sigma= 200. Total 888.
Una vez más el rito masónico une armoniosamente el Antiguo con el Nuevo Testamento, el 8 de Yahveh con el 24 o con el 888, de Jesús. Y el 24 puedo sumarlo y me da seis. Bueno, el cubo tiene 8 vértices, 6 caras y 12 aristas. (Yod=10; he=5; vau=6; he=5=26 son las letras del nombre de yahvéh).
Tres ochos que se vinculan a la santísima trinidad. Y un 8 solo, además de vincularse con el nombre de cuatro letras de los hebreos, se vincula con Sadai, el todopoderoso, cuyas letras hebreas Shin, Dalet y Yod, nos suman 314: 3 + 1 + 4 = 8. 314, las mismas cifras de la palabra hebrea Shitah, la Acacia. (Shin= 300, Tet= 9, He= 5 = 314). También coincide con las cifras del nombre de Metratón.
Ese 888 del nombre de Jesús en griego tiene directa relación con la división de la regla de 24 pulgadas en tres partes de ocho pulgadas cada una, es decir, son ocho pulgadas para el largo del cubo, ocho pulgadas para el ancho del cubo y ocho para el alto o altura del cubo. Y eso no es mera especulación, pues, además de las medidas cúbicas de la nueva Jerusalén, y las medidas cúbicas del lugar santísimo del Templo de Salomón, existen palabras de san Pablo que nos instruyen acerca de las medidas cúbicas del Amor de Dios, en la Epístola de los Efesios cap. 3, vers. 17 al 19.
"PARA QUE HABITE CRISTO POR LA FE EN VUESTROS CORAZONES, A FIN DE QUE, ARRAIGADOS Y CIMENTADOS EN AMOR, SEAIS PLENAMENTE CAPACES DE COMPRENDER, CON TODOS LOS SANTOS CUAL SEA LA ANCHURA, LA LONGITUD, LA PROFUNDIDAD Y LA ALTURA, Y CONOCER EL AMOR DE CRISTO, QUE EXCEDE A TODO CONOCIMIENTO, PARA QUE SEAIS LLENOS DE TODA LA PLENITUD DE DIOS".
Es por eso que en los ritos de Menfis y Mizraim se agregan, sobre el ara, a la biblia, la escuadra y el compás, la regla de veinticuatro pulgadas. Es por la perfección cúbica del nombre de Jesús en griego. Y en una de las versiones de nombre de Iehoshuah en hebreo, la suma de sus letras nos da la cifra de 391, lo cual se vuelve a sumar y nos da 13. Bien, Ahaba es Amor en hebreo, y sus letras suman 13 también. (Alef = 1 , He = 5 , Bet = 2 , He = 5 . Es decir, 1+5+2+5= 13 ).
La kabalah dice que la equivalencia de números es semejanza de poder o una igualdad de esencia o de naturaleza. Ahaba es la mitad de valor del 26 de Yahveh, y el 13 que falta es la palabra EJad, o UNO en hebreo, que también suma 13. (Alef= 1, Jet= 8, Dalet= 4 . Total 13) Por lo tanto Yahveh es el AMOR UNO. O un Ahaba más Ejad igual Dios. O 26. U Ocho. No en vano la marcha misteriosa del Maestro Masón se compone de 8 pasos.
En realidad el secreto esotérico escondido en estas cifras y en estas estructuras es que LA ENCARNACIÓN DEL NOMBRE DE DIOS O DE UN PODER INVISIBLE EN UN TEMPLO SÓLO SE PUEDE LOGRAR SIGUIENDO LAS REGLAS DE UNA META-GEOMETRIA COMO LA EXPUESTA EN ESTAS PÁGINAS. Para cuidar y perpetuar ese secreto ha sido creada la masonería. Es algo parecido a lo que los kabalistas enseñan como magia talismánica. Es decir, el arte de cargar o impregnar un objeto con un poder espiritual.
Por eso es el cuidado que tiene Hiram y Salomón de darle esas medidas al lugar santísimo y hacerlo un cubo de oro. La cifras del Tetragrama determinan la estructura del templo. Y las cifras del altar de doble cubo determinan las medidas del lugar santo. Este mide el doble del lugar santísimo. Pero todo eso se hace obedeciendo a la visión y al modelo del tabernáculo que Moisés percibió con el ojo espiritual en el Monte Sinaí. (Exodo 25,40. Y Hebreos 8,5).
Así pues el modelo de las cosas celestiales que vieron Moisés y otros videntes como Ezequiel y San Juan Apóstol son los diseños o paradigmas que se usaron para construir el templo de Salomón, y varios modelos nunca ejecutados por los arquitectos hasta el advenimiento de la masonería medieval, y después con la masonería moderna. Ya las catedrales europeas eran un resumen de ciencias meta-geométricas necesarias para la plasmación de espacios sagrados que hasta hoy perduran, ciencia de la cual se sentía orgulloso de poseer Antoni Gaudí, el famoso arquitecto místico español de comienzos del siglo XX.
Para Gaudí la construcción de un templo masónico y la construcción de una iglesia era una obra de creación divina, en la que unía su mente al Gran Geómetra con oración y ayuno, y así percibía espiritualmente, con el ojo de la mente incorpórea, el diseño celestial del edificio sagrado o profano que debía construir e inmortalizar. En Gaudí se unían Platón, Pitágoras, Hermes y la Biblia sin conflictos ni contradicciones. Este arquitecto iluminado es espiritualmente un excelente modelo a seguir por los masones de hoy y de mañana.
Veamos ahora las vinculaciones del simbolismo de la piedra a Jesús el Cristo. Como dato previo es necesario recordar que la palabra griega Xristo o Jristo, significa UNGIDO, es una cualidad espiritual y no es una entidad distinta de la persona que posee esa cualidad. Teológica y bíblicamente hablando el Cristo no es un ser diferente de Jesús. Sólo puede ser alguien diferente cuando el texto sagrado se refiere a algún otro rey ungido, como David, Salomón, Saúl, o a algún sacerdote, que también son ungidos por aceite sagrado o ungidos por el Espíritu Santo, como es el caso de Jesús.
En el Evangelio de san Juan Jesucristo se vincula personalmente con la piedra-ara-altar de Dios, ya en el primer capítulo del mismo evangelio Joánico. (en el versículo 51). Pero para un profano en conocimientos bíblicos ese versículo no Le dice nada. Para comprenderlo hay que ir al capítulo 28 del Génesis, al mismo texto que usamos para explicar la mística escalera de Jacob. Y fijarnos en el ritual de UNGIMIENTO CON ACEITE DE LA PIEDRA DONDE JACOB HABIA APOYADO SU CABEZA MIENTRAS TENIA EL SUEÑO HIPERLÚCIDO CON LOS ÁNGELES DEL SEÑOR QUE SUBIAN Y BAJABAN ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA.
Y Jacob, tocando esa piedra ungida en aceite hace un juramento al Dios que se le apareció en la visión espiritual. Y años más tarde vuelve a ese mismo lugar y lo constituye como el Santuario conocido como Betel, o Beit-El o Casa de Dios. Casi en los mismos términos con que Salomón nombra al templo de Jerusalén. Casa de Yahvéh. "El" es un nombre semítico de Dios más antiguo que Yahvéh. No es un pronombre, es un sustantivo que nombra al Dios del Cielo.
Jesús se identifica plenamente con la piedra ungida por Jacob, pues dice, en el versículo 51 mencionado anteriormente: DE CIERTO, DE CIERTO OS DIGO: DE AQUÍ EN ADELANTE VEREIS EL CIELO ABIERTO Y A LOS ANGELES DE DIOS QUE SUBEN Y DESCIENDEN SOBRE EL HIJO DEL HOMBRE. El Hijo del Hombre es un título mesiánico usado por el Profeta Daniel para nombrar al hombre celestial escogido por Dios para venir a la Tierra como su representante y mesías. Y predice también su muerte violenta.
Página siguiente |