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Abogado de Testamento (Novela)

Enviado por Mauricio Uribe


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

  1. Prólogo
  2. Cuerpo de Amatista
  3. Angustia de Amanecer
  4. Dinastía de amor
  5. Apariencia Celestial

Prólogo

Este "texto" es de una singular evasión. Sus protagonistas son abstractos pero reales. Dios procede de esta manera.

El protagonista vive, agónicamente, pero es abogado de élite. ¿De qué manera podría explicar yo el "texto"? La respuesta es sencilla: ¡novelando!

"Abogado de Testamento" es Liturgia de Dios en sacramento de las clases benefactoras de Chile.

Este "texto" es circular pero culmina paradójicamente. ¿Qué es la Vida?, me he pregunto: ¡La Vida es "Abogado de Testamento…"!

"Esperanza, fe, amor", son los condimentos del drama narrativo de este "texto".

¿Habrá formar de evitar pensar en Dios leyéndome?; pues bien: no lo habrá.

Mauricio Uribe

Abogado de Testamento

Primer Libro

Cuerpo de Amatista

Capítulo Uno

Cristian Undurraga conversa animadamente. Su interlocutor es funcionario de fiscalía. No reproduciremos su diálogo. Por tanto: habremos de utilizar la imaginación. Cristian Undurraga bebe café. Aroma a cafeína esparciéndose por la oficina de abogados en un céntrico edificio de Vitacura. Me cuesta concentrarme: la luz es opaca y se propaga a una velocidad celestial. La luz es diáfana y nos cubre con sutilezas que sorprenden al narrador: la luz es carisma, la luz es un ángel que custodia nuestras vidas, la luz es un lapicero a tinta sobre un escritorio elegantísimo, la luz es Dios. Me sobrecoge pensar en Undurraga. Me sobrecoge el funcionario de fiscalía; hombre sin destino, opaco, apagado, comprando a crédito todo lo que su vida puede comprar: un auto, un televisor último modelo, un refrigerador de dos cuerpos, una cama acogedora, una esposa, tres hijos estudiando en colegios subvencionados. El funcionario de fiscalía no tiene nombre ya que no es un individuo, es un funcionario del Estado. Undurraga le sirve un café: se apaga la sed de clarividencia del narrador. Su vida (la vida del narrador) culmina en la garganta del funcionario de fiscalía qué eructa sin poder evitarlo. Undurraga sonríe. Qué mal educado este tipo… La secretaria es prontamente llamada. "Su secretaria". Hembra táctil de treinta años. Buen aspecto, dactilógrafa, excelente remuneración, casada, sin hijos. La habitación es amplia, decorada sutilmente. Aire acondicionado. El funcionario fiscal se sorprende de la belleza de la secretaria. En su mente un piroto: Qué linda esta mujer Undurraga está acostumbrado a las mujeres guapas. Toda su vida ha vivido rodeado de féminas. Undurraga es soltero, treinta años. Es abogado. Buen pasar. El narrador impela las palabras para describir lo inenarrable. El narrador se esfuerza hasta límites indescifrables. Undurraga bebe su café. Tiene tanto trabajo. El fiscal se atormenta. Lleva años trabajando para el Estado y su pobreza es franciscana. No tiene envidia. Sólo cierta avaricia de poseer al menos una secretaria, bella, bien formada. Las secretarias de fiscalías son morochas, bajitas y gordas. No cuidan la estilística. Las secretarias estatales son mal pagadas. Un correo de texto impresiona a Cristian. Son malas noticias, no podrá almorzar. Deberá asistir a tribunales. Causa perdida, según él. Pero Undurraga es un abogado experto. Se excusa por un momento. Responde el correo electrónico. "Querido, la coima es cosa de gasto fatuo. Un narcotraficante de cuantía es costoso. Le darán al menos dos años de cárcel. Pero no remitida. Se despide. Víctor Hugo". El ordenador de Undurraga no puede ser cifrado por policía internacional. Ya que Undurraga ha contratado a un experto en la materia. Undurraga borra los mensajes. Realiza un drenaje de su ip. Nadie jamás sabrá lo que ha escrito. Cristian enciende el televisor, que, en la pared, alumbra. Es un plasma de gran dimensión. Están dando las noticias. Me tengo qué marchar. Unos y minutos y basta… El pensamiento de Undurraga es abarcador. Un delincuente de poca monta le necesita. Fernando Morales. Le han descubierto delinquiendo en Paseo Ahumada. El negocio de vender armamento ruso; es buen negocio pero peligroso. Fernando Morales, por consejo de su madre, ha decidido congelar sus activos pero sólo por dos meses. Las pandillas necesitan balas y Morales entrega calidad rusa. Un tonto, dejarse atrapar cartereando. ¿No tendrá acaso ahorros en el banco? Todo se lo gastan, estos traficantes "picantes" de la Pincoya. Undurraga está enojado. Ha cobrado cinco millones por defenderlo. Celestina González ha discutido con Undurraga pero Cristian es categórico. "Una estupidez se paga caro". El funcionario de fiscalía espera coima mientras la secretaria espera una orden.

-Puede retirarse, señorita…

-Gracias, don Cristian.

Mi jefe es un triunfador… me agradaría acostarme con él… pero… yo estudié en un instituto profesional, gano buen dinero… ¿Le gustaré? Yo creo que no… jamás me ha mirado de modo coqueto… debería buscarme un amante pero, ¿dónde? Gano bastante, estoy casada con un hombre aburrido… en un barrio pobre de la periferia de Santiago. Soy joven… intentaré seducirlo… no puedo quedar embarazada. Mi marido es infértil. Estoy aburrida de estar casada. Sí. Merezco algo mejor. Merezco a mi jefe…

Cristian se levanta de su sillón acolchado de color negro. Le entrega un cheque por cien mil pesos al funcionario. ¿Tan poco dinero…? El funcionario no protesta, es coima. La vitalidad de la vida nos hace estremecer. La vitalidad del ordenador que, nuevamente, envía un mensaje cifrado. "Evo Morales atacará Chile esta semana". La causa de los indios y el litigio ancestral por la salida del mar de Bolivia. Undurraga no trafica cocaína, tampoco la ha probado, Undurraga busca éxito laboral, vivir en una casona con empleada doméstica y chofer. Casi todo lo ha conseguido, menos el chofer.

-Puedes retirarte…

El fiscal piensa pero su pensamiento no es coherente.

Quinientos mil es lo qué merezco…

-¿Qué te sucede? Estoy ocupado.

El funcionario intuye. Pedir es muerte para él.

Se despiden.

Undurraga se sienta a escribir en su ordenador. Escribe durante quince minutos una extensa carta. Los narcotraficantes de Iquique le necesitan. Buscan a Cristian con simpatía. Pero Undurraga intuye que Evo Morales es un árbitro mal pagado de la mafia mexicana. Evo Morales no tiene ejército. Undurraga piensa. Está absolutamente seguro: es una trampa de policía internacional. Evo Morales es un indio y Presidente izquierdista indigenista. Evo Morales provoca a Chile. Evo Morales provoca pero no es tonto. Undurraga descifra el código. Escribe mentalmente. "Les voy a meter bala a estos cholos de policía internacional". El trabajo de Cristian es peligroso. Acecha la maldad. ¿Dónde comienza el límite? ¿Dónde termina la frontera de la realidad? Despacha el correo electrónico. "No me interesa la política exterior de Bolivia". Escueta renuncia a una supuesta ganancia de cien millones de dólares. Undurraga no es tonto. Tiene sus contactos. Toma su teléfono satelital. Llama a Bolivia. Cuelga tres veces desbloqueando su sistema de entrega. Nadie podrá escucharlo, ni grabarlo. "Intentaron ponerme una trampa. Son los polis de tu país. Buscan entregarme… Los quiero muertos…" Nadie responde. Ya que todo es sueño. Tres negros cholos bolivianos vestidos de travestis aparecen degollados: son policías antinarcóticos. Evo Morales no investiga. Evo Morales fanfarronea con quitarle Antofagasta a Chile. Undurraga guarda su "equipo" en una caja fuerte. Desconecta su buscador de personas. En quince minutos ha decretado la muerte a tres funcionarios internacionales. Nadie investigará (ya que la luz aún no colma el espíritu de Undurraga. Pero la luz le persigue). Arregla su corbata. El traje en su lugar. Toma las llaves del auto. Es temprano pero le ha dado hambre. Llama a su secretaria. Le pide un "hot dog". Lo mastica, lo saborea, lo deglute. Undurraga se lava los dientes. Orina. Un mundo pletórico de éxito a sus treinta años. Embriaga su Mercedes Benz. En tribunales lo espera un juez bastante eficiente, un fiscal anómalo y un estúpido traficante de armas rusas, que, por torpezas ha cartereado a una dama de ochenta años. Dama que lo ha denunciado. Undurraga llega adelantado: un fósil inscrito en tribunales de Chile ostenta la entrada del recinto. Nadie sabe, nadie lee, nadie se acoge a las reglas. Todos pagan coima en este país. Fernando Morales está nervioso. Lleva dos días bajo arresto. Es un "capo". Nadie le ha molestado. Pero se dice que el juez sospecha de él. Que tiene pruebas y que le inculpará de asesinato si es necesario pero que de la cárcel no se salvará. La dama de ochenta años respira quejosamente. Viste un abrigo de piel en pleno verano. El calor es sofocante pero la dama es arrítmica. No tiene sensación térmica. El juez le mira piadosamente. Undurraga se da cuenta. Pedirá cárcel remitida. Dos meses. Pero, seguramente, el juez se vengará de tantos casos perdidos. Seguramente Fernando Morales dormirá un año bajo la protección de gendarmería. Qué contradicción tan vital.

El juez comienza la sesión. Todos muy serios. El juez habla, no escucha. El juez quiere castigar.

Undurraga se declara culpable. Una indemnización podrían pagar.

-¿De cuánto estamos hablando? -pregunta la señora.

-Cien mil pesos.

Extrañamente la dama acepta. El juez protesta pero la octogenaria no acusa. Más bien desconoce a Fernando Morales.

-Es que soy tan vieja…

Undurraga se acerca al juez.

-Ha perdido nuevamente.

El juez se irrita pero calla.

Fernando Morales es retirado por gendarmes. Su madre lo abraza. Ha gastado una fortuna por defender a su hijo.

¿De qué modo funciona la justicia? ¿De qué manera hay paz? Yo dudo: por tanto existo.

Un juez que intenta incriminar. Un juez que vive alegremente decretando. "¡Cárcel para el delincuente!" Yo vivo feliz esperando el porvenir. Undurraga se acerca a la dama en cuestión. Un cheque al portador. La dama sonríe. "Usted sí qué es caballero". La dama se retira feliz de haber convivido con maleantes. Undurraga vuelve a la oficina. Le ha dado hambre. Un individuo de extraña apariencia le espera. Pero Cristian no quiere atender a más traficantes. Está hastiado. La secretaria insiste. El hombre es un santo, ha dicho Marisol Vera, no come, no duerme, no ve televisión. Undurraga se ha sorprendido de las tontas palabras. Pero, efectivamente, el hombre es un santo: ¡Es un bombero! Undurraga no coopera con la Comandancia. El hombre tiene un problema. Han chocado a un civil mientras conducían a extrema velocidad en busca de un incendio. Undurraga está cansado. Cristian cobra muy caro como para atender a gente que no recibe estipendio por su trabajo. Los bomberos en Chile trabajan gratis. Un instinto de supervivencia atosiga a Undurraga. Le pide a Marisol que baje la temperatura. Hace tanto calor. La secretaria obedece. Hay tres mafiosos esperando a Cristian. Pero el bombero ha llegado primero. Undurraga está cansado. Debería "jalopearse" pero no es adicto a la cocaína. Sólo cerveza. Desea mantenerse cuerdo en la vida y en la muerte. El bombero tiene unos ojos magnéticos. Los mafiosos le quieren asesinar (por costumbre nada más). La secretaria, qué es cándida, nada sospecha. Para ella sólo son hombres mal agestados. Marisol Vera habla con su jefe. Sus entrepiernas se humedecen. Se da cuenta y se avergüenza de su intimidad. Realmente está loca por su jefe. Lleva casada varios años pero su marido, qué es chofer de taxis, es trabajólico. Pocas veces hacen el amor. Menos llegar al éxtasis. Su marido es un fiasco. Undurraga bebe agua mineral. Su oficina está impecablemente. Lo siento se dice. El bombero deberá esperar…

Los mafiosos se burlan del hombre.

-¿Qué desean?

Los mafiosos hablan en jerga:

-Ya supimos de los travestis y buscamos a un abogado que tenga cojones. Tú los tienes y nos agradaría que nos protegieras. Siempre es bueno contar con un jurisprudente que tenga coimeado a jueces, letrados, abogados penalistas, ¡qué sé yo!, queremos inmunidad… somos obreros de la construcción y podríamos pagarte cien mil pesos diarios por tus servicios. No importando si nos enredamos plantando ladrillo o enterrando cemento. Nos dedicamos al rubro de las exportaciones. Vendemos plátanos. ¿Comprendes?

-Es muy poco lo que ustedes me ofrecen. El triple o nada.

El bombero se impacienta. La necesidad de luz es enorme. El bombero se precipita, se incomoda, detesta esperar, el bombero no apaga incendios, el bombero en finisecular.

La secretaria le ofrece un café.

-Sólo déme agua.

La intensidad de la vida nos sofoca el alma. Los mafiosos aceptan. Firman un pagaré. Los mafiosos son horrendos de cutis. Viven en casas "callampas" pero tienen parcelas de agrado en Villa Alegre. Sus autos son blindados y de niños sufrieron hambre y persecución durante la dictadura. Fabricaban armas hechizas y las vendían entre los izquierdistas. Los hermanos "Cara de Puta" hicieron una fortuna. Ahora se dedican al rubro de la construcción, según ellos. Pero no viven como obreros. Viven como gerentes.

Los "Cara de Puta" son feroces. Han matado a muchas personas. Ahora buscan tranquilidad. Buscan vivir pacíficamente en el rubro de la extorsión. Pagarán trescientos mil pesos diarios por protección. Undurraga es un buen médico para palear el frío de las cárceles. ¡Viva la vida!, en circunstancias en que en el mundo hay millares de niños que son asesinados por las mafias que revenden órganos. Mafias Occidentales, mafias Orientales, mafias inmundas.

El bombero se ha puesto nervioso. Dios le habla:

-Sé prudente, no te reveles…

La secretaria está alistando sus cosas. Le ha dado pena. El hombre alado no podrá ser atendido. Los mafiosos están cerrando trato, firmando y pagando un mes por adelantado. El hombre alado escucha las conversaciones ya que es omnisciente.

Hay duras realidades en el mundo: la luz es tenue, la caja fuerte se abre, los mafiosos intentan mirar, un atraco no sería nada de malo. Undurraga se da cuenta. Les advierte que no hay vandalismo sin consecuencias. Los "Cara de Puta" están intrigados. Cómo es que un niño de "bien" es tan ¿corajudo? Vestirse de corbata, vestirse de terno. Ellos deberían andar bien vestidos y dejar las pocilgas de población Pincoya. Deberían casarse nuevamente pero con rubias no oxigenadas. Rubias de nacimiento. Todas sus mujeres son gordas o golfas. Los "Cara de Puta" quieren blanquearse, vivir la vida a lo magnate. Ya tienen mucho dinero como para estar acorralados en el fango. No se van a retirar. Pero… ¿levantarían sospechas si se comprar una casa en Lo Curro? La verdad es que sí. Y ellos lo saben perfectamente. Para los polis; los "Cara de Puta" son ex combatientes de la dictadura. Pero en el mundo real son…

El bombero se pone bastante inquieto. El bombero estira sus alas. La secretaria se mira al espejo y no se sorprende ya que se vislumbra bella. Marisol Vera llegará a casa, se bañará, se cortará las uñas de los pies, se dará un masaje y encenderá el televisor. El marido llegará tarde, tipín once de la noche. El marido dormirá mientras ella necesita sexo. ¿Qué hacer?, es la pregunta. Undurraga es un buen partido pero ni se fija en ella. Undurraga es ¿gay? Marisol se cuestiona. Muchos hombres la desean pero hasta el momento se ha mantenido fiel. Le tiene miedo a su marido. Los taxistas son decididos.

Muerta y sepultada. Dos tiros en la sien. De ese modo moriría…

Los mafiosos se despiden del bombero.

-Hasta luego, señor.

Se ríen burlescamente.

Marisol Vera habla con el ángel:

-No podrá atenderlo hoy. Es hora de irnos…

-¿Y dónde se irán?

-A nuestras casas.

El bombero piensa: Yo soy un ángel y he venido a prevenir a Cristian. Prevenirle del infierno. Soy un ángel mensajero. Y trabajo de bombero para ganarme la vida. Soy trabajólico ya que poco duermo. Este Undurraga debe atenderme. Pediré a Dios por su alma. Qué nos cooperé. La Compañía lo necesita. Dinero. Unos quinientos pesos diarios. Con eso nos bastará. Pero el "Jefe" quiere salvarle del infierno. El "Jefe" parece que le necesita. Voy a intentar hablar con este bandido de corbata. Le mostraré mis alas. Tengo que ser cuidadoso. Puede morirse de un ataque al corazón. Le hablaré de Dios. Eso haré. No le mostraré mi naturaleza divina. Soy un bombero y punto; y necesito ayuda. Más bien él necesita. ¡Pobre hombre! Podrido en riqueza pero apunto de morir y ser flagelado por siempre. ¡El infierno! Digno lugar para un…

El bombero deja de pensar. El bombero está impaciente.

El ángel bombero llega a su Compañía. Hay amago de incendio. El ángel bombero está cabizbajo. No pudo concretar el decreto del Padre. Tocan la sirena y los voluntarios suben al carrobomba. El ángel bombero se viste de etiqueta: sus alas son enormes, sus alas tropiezan con las mangueras, los compañeros de labor le gritan improperios jocosos, el ángel bombero no ríe, está triste. ¿Qué hacer?, es la pregunta. El incendio es en un décimo piso. Llevan una escalera que tiene sólo capacidad hasta el quinto. ¿Qué hacer? Hay gentes quemándose, gentes muriendo y el ángel bombero pensando en Undurraga. Dios le murmura:

-Ayuda, para eso te pago…

El ángel bombero corre desesperado. Da respiración boca a boca a un moribundo. Se trepa a la escalera y, sofisticadamente, logra llegar hasta el décimo piso. Nadie se cuestiona. El ángel bombero apaga el amago de incendio. Hay dos personas que yacen en el suelo. Los paramédicos las auxilian pero la muerte es poderosa. El incendio ha sido controlado. El ángel bombero ha titubeado y dos personas están por morir. El ángel bombero reza al Padre y el Padre hace el milagro. Los paramédicos se sorprenden. La caída desde el tercer piso de un desesperado ha sido tremenda pero no se ha partido el cráneo. La caída no ha sido mortal. La otra persona respira quejosamente. El ángel bombero le da una friega en el corazón: la reanimación es perfecta. Nadie ha muerto pero el edificio está humeando. Desde la distancia Undurraga observa, paralizado. Le tiene pavor al fuego. Paralizado está de tanto observar. Ha reconocido al bombero. Se golpea la frente. "Debí atenderlo". Undurraga se baja del auto. Lo aparca de mala manera. Un inspector grita a Cristian. Le muestra, Undurraga, una tifa (que por su puesto es falsa). El inspector se queda tranquilo. No le multarán. Corre hasta el edificio siniestrado. El ángel bombero le mira.

-Usted quería hablar conmigo y no le atendí. Usted es un héroe.

Varias personas aplauden.

Undurraga le entrega su tarjeta.

-Mañana a las doce lo espero en mi oficina.

El ángel bombero extiende las alas. Undurraga se sorprende. Pero calla.

Un ángel ha bajado a la tierra. Un ángel con rostro humano, con zapatos de goma, con traje de hule. Con casco. Con guantes. Con mangueras. Un ángel (qué no es tan bello), ya que es un ángel obrero. Un ángel de izquierda.

Me estoy volviendo loco. Juraría qué el héroe… qué el bombero… extendió una alas… ¿un ángel…? De niño yo era creyente. Estudié en el Saint George"s College… provengo de una familia muy Católica… yo soy creyente… (¿O lo fui?) Pero… mi trabajo… Tengo que ganar dinero… pero, ¿cómo hacerlo sin venderme? Tengo treinta años. Soy buen abogado… Mi secretaria es bella, me agrada, lástima que sea casada, habríamos podido tener un "affaire". Le habría besado el cuello, le habría mamado los senos, le habría tocado la vulva pero… mientras pienso en cochinadas: el bombero se me viene a la cabeza… realmente estoy extasiado: ¡Un ángel! Y en mi oficina. Esto hay qué celebrarlo. Voy a invitar a unas amigas a mi departamento.

El ángel bombero se acerca a Undurraga.

-Señor, le necesitamos…

-Ya le dije… mañana…

El ángel bombero no sabe cómo hablarle. ¿Serán putas las amigas?

Dios murmura:

-Manteneos a distancia… pronto todo culminará…

Hay defectos en la vida. Undurraga no es putero, sólo coimero, tiene sus valores. Llama por teléfono a tres "nenas". Son bellezas. Las invita a su departamento. Las tres están prendadas. Undurraga es bello. Aceptan. El Mercedes Benz arremete por la ciudad, arremete con tanta fuerza que el pavimento extraordinariamente asfaltado rechina, el Mercedes Benz respeta la luz amarilla, el Mercedes Benz se detiene, nadie se le acerca, chocar a un Mercedes Benz es costo altísimo. Undurraga se mira por el espejo retrovisor. Aún no es tiempo de vacaciones pero las féminas ya andan semi desnudas por la ciudad. Undurraga es carismático pero no tiene dama. Es un solitario. En su departamento sus amigas beben coñac. Se embriagan. Las tres quieren sexo. Cristian se deja querer. Las féminas se pelean pero Undurraga no confía en sus "amigas". Le tiene miedo al matrimonio. Tampoco tiene deseo. Quiere festejar. Las amigas están ebrias. El departamento de Cristian es amplio. Llama al conserje. Buscan tres taxis para las damas. A casa con taxis pagado. Linda, una muchachita de quince años, es llevada por el marido de Marisol Vera. Linda tiene unos senos enormes. Dice que tiene veinte pero realmente es una púber de quince.

Undurraga se ha excitado con la quinceañera. Le toca un seno y le besa.

-¿Quieres acostarte conmigo?

-No puedo, estoy con la regla.

Cristian ignora la verdadera edad de Linda.

-¿Mañana entonces?

-Sí, mañana.

Undurraga se soba las manos. Linda es la más cándida de sus "amigas".

El ángel bombero se agita. El comandante le da las gracias públicamente. El bombero capitán le da un abrazo. Todos están contentos. El secretario general de la Comandancia, que es un aguafiestas, pregunta: "¿Cómo te ha ido con el millonario?" El ángel bombero no responde ya que se siente un miserable. Todos callan. El teléfono entonces avisa de un posible incendio. ¡Dios!, qué cruel es la vida de un bombero no remunerado. Todos están cansados. Como bombillas eléctricas sobrecargadas se visten raudamente. El teléfono ha paralizado el tiempo, el teléfono golpetea los tímpanos, el teléfono es bizarro a la hora de anunciar desgracias.

-Aló.

-¿Comandancia?

-Sí.

-Necesito hablar con el señor bombero… héroe.

-No hay nadie con ese apellido.

Undurraga se moleste.

-¿Usted es tonto?

-Preguntan por un héroe.

Todos ríen.

-Es por mí. Debe ser el millonario… Pásame el teléfono. Aló… ¿Señor Undurraga?

-Podría venir a mi departamento hoy mismo.

-Sí, voy para allá…

-Le doy las coordenadas y nos vemos…

-Allí estaré en diez minutos.

Undurraga limpia la alfombra. Los platos al fregadero. Tiene deseos sexuales. Linda será suya pero mañana sin falta. ¿Qué edad tendrá? Unos veinte, según ella. Pero parece de quince. Tengo que asegurarme. Pedirle el carné de identidad. Undurraga se coloca zapatos cómodos. Se siente tranquilo. Ha bebido un vaso. Decide lavarse los dientes. Está seguro: aquel bombero alado es un ángel. Pero, ¿cómo? Esa es la pregunta. ¿Cómo aceptar la realidad de una entidad deidad? En su colegio le enseñaron pero en la universidad olvidó. ¿Un ángel? Estoy seguro, le vi las alas… Las enseñanzas nos motivan: dar luz, dar esperanza, dar cotidianamente fe. Cristian ha perdido la razón humana por el dinero. Su cuenta bancaria es abultadísima. A Cristian le agradaría un año sabático pero su deber es con la "delincuencia". Abogado criminal. Undurraga se siente cómodo. Apuesto mi vida por los labios sensuales de Linda. Quince años. Cárcel. Quince delicados años. Cárcel. Pero Cristian lo ignora. La bebida lo ha entonado. No saber de qué hablar con el bombero. Sólo la necesidad de agradecerle su valentía. Salvar vidas es bello. Yo de niño quería convertirme en médico. Pero de ambulancia. Poner oxígeno a un atropellado, arreglarle el corazón al moribundo pero todo en una ambulancia. ¿Habrá médicos en ambulancias? Yo creo que no. Tal vez éste es el motivo de mi decisión de dedicarme a la abogacía: ganar dinero en vez de salvar vidas. Pero de niño… Linda ha olvidado su cartera. Se baja del taxis. "¿A dónde vas?, preguntan las amigas. Linda corriendo sube las escaleras. Toca el timbre. ¿Es el bombero? Linda quiere sexo.

-Hola…

-Linda, ¿qué haces aquí?

-Quiero ser tuya…

Undurraga se frota las manos. Realmente Linda es bella.

-¿Qué edad tienes?

-Quince pero no me importa, soy virgen, quiero ser tuya, ya te lo dije.

-¡Quince años! Un infierno para mí… Acuéstate en la recámara, ya voy, tengo un asunto.

Linda se duerme profundamente, tan desnuda, tan sensual, tan tonta.

Realmente tengo suerte. Esta muchacha vive sola. Sus padres están en Nueva York. Llamaré a su casa. Le preguntaré… oh, Dios mío, está completamente desnuda sobre la cama… qué senos tan hermosos… me acerco y se los besos… Linda no despierta… hurgo en su sexo… está húmeda… Y este bombero desgraciado qué no llega. En su cartera busco el celular. Encuentro el fono de su casa… llamo a la nana… "Linda no irá a casa… se ha emborrachado… yo la cuidaré". "Señor, ella tiene quince años". "Sí, ya lo sé, no se preocupe, soy abogado". La nana se tranquiliza… "No le diga nada a sus padres por favor". "Esto será un secreto entre usted y yo". Beso el cuerpo de Linda, me excito violentamente. Me desnudo. El bombero toca el timbre mientras penetro a la virgen qué gime. "Has despertado, mi amor". "¡No acabes, no acabes, ponte un preservativo"! "No tengo". "En mi cartera hay". La cópula es suave. La virgen se queja amorosamente. El ángel bombero espera pacientemente durante quince minutos.

-Estoy aburrido, estoy por irme…

Tocan el timbre insistentemente. Cristian se despide de Linda con un beso.

-Qué esto sea un secreto…

-Sí, lo será… ¿Me amas?

-Te adoro, eres preciosa.

Undurraga se viste con un pantaloncillo y una camiseta. Sin corbata. Está contentísimo. Una virgen es cosa difícil de encontrar. ¡Una quinceañera! Bota el condón por el escusado. ¿Pude haberla embarazado? No me aguanté… debo comprar preservativos… tendré mil…

Undurraga abre la puerta. Su impresión es abismal. Un hombre bastante alto. Un metro noventa y cinco. Corpulento. De alas enormes le mira con expresión enrabiada. El ángel bombero oculta sus alas. Sólo un instante de visión. Un segundo, una milésima. Undurraga se sorprende. Undurraga ha pecado pero su pecado es dulce como hiel. ¿Qué pensar? ¿Cómo sonreír? Se escucha la voz de Linda… "Querido, ven a hacerme tuya otra vez…" El ángel bombero se percata del aullido. Una voz dulce, de niña, voz que ha perdido contacto con la virginidad. Ha perdido lo más sagrado que puede entregar una mujer: "su himen". El ángel bombero le da la mano a Cristian. Es una mano enorme. Dura como roca. Undurraga se siente intimidado. Undurraga es bastante alto, moreno, ojos negros, le agrada el ciclismo pero el ángel bombero es una bestia. Cristian titubea. Calcula la edad del bombero pero no puede hacerlo. ¿Unos treinta como él? ¿O cuarenta? La edad del ángel bombero es indefinida. Realmente tiene un millón de años. Es joven. El ángel bombero está paralizado. Tiene los ojos enmarañados. Desearía amonestar a Undurraga, desearía advertirle del peligro de mantener sexo con una menor de edad pero se contiene. Dios le habla: "Acata mis órdenes, nada más…" Undurraga se disculpa:

-Pase… estaba por acostarme.

El ángel bombero no habla, se siente incómodo.

-¿Bebe coñac?

El ángel no responde.

-Usted me llamó, ¿para qué?

Undurraga se sorprende. El hombre es decidido.

-Es que… yo le vi salvar vidas, le vida arriesgarse, le vi trepar aquella escalera, le vi apagar el incendio y estoy impresionado… Usted es tan alto que me intimida. No tiene cabello, es calvo. Tiene pero cortísimo. ¿De qué color tendrá los ojos? No puedo observarlo. Se mantiene erguido. Le he pedido que se siente pero no desea. ¿Se sentirá incómodo? Advierto qué sabe que he fornicado con Linda. Su expresión, su frente amplísima. Estoy cierto: me denunciará… El bombero me escucha pero no me juzga. Estoy como una polea loca escupiendo cobre. Me pongo muy nervioso. Enciendo el televisor. Columnas de adolescentes protestan por una educación de calidad. Yo estudié en un excelente colegio, soy de sepa. De rancia aristocracias. Vivo en el mejor barrio del gran Santiago. ¿Qué más quiero? ¿Qué hago con un bombero conversando? ¡Dios!, me estoy volviendo loco.

Undurraga se sirve un coñac.

-Bueno, usted fue a mi oficina.

-Sí, pero no me quiso atender.

-¿En qué puedo servirle?

-¿Puede cooperar en nuestra Compañía?

-¿De qué modo? ¿Con dinero?

-No necesariamente. Con alimentos, con frazadas, con un mínimo de aporte. Quinientos peso diarios, por ejemplo.

-¡Quinientos pesos diarios! No es mucho para la gran labor que realizan… ¿Si me quemo apagará el fuego?

El ángel bombero ríe.

-Si no puede decidirse ahora podría ir yo mañana a su oficina. Dígame usted la hora.

-Sí, sí, mejor mañana… tengo compañía. Usted sabe, soy joven… mi novia…

-No me diga nada… ¿a qué hora puede atenderme?

-A las nueve. ¿Le parece?

El ángel extiende las alas y desaparece.

Undurraga duerme con Linda. No siente culpabilidad pero un poco de miedo. Al amanecer, la muchacha despierta. No recuerda mucho. Toca su vulva. Tiene un poco de sangre. "Oh, qué me ha pasado". La muchacha está desnuda. "Oh, qué he hecho". Undurraga duerme. Linda se acurruca. He perdido la virginidad… Se sonríe, cierra los ojos y sueña con ángeles. Su sueño es espeso. Un girasol en el Paraíso emite rayos cósmicos. El girasol es pureza, el girasol habla: "Vos eres una virgen que un atontado ha desposado. Ya no eres por tanto digna del Paraíso. Hay que casarse pura para ascender. Este es el decreto de Dios". Los ángeles se burlan de Linda, que estudia en colegio Católico, pero que está de vacaciones. Pronto cumplirá dieciséis en el mes de marzo. Ya es toda una mujer. Sus padres confían en ella. Linda no es tonta. Siempre lleva a los "carretes" preservativos de última generación. La madre es beata, el padre un santurrón; pero Linda es distinta, le agrada el misticismo, pero el misticismo carnal. Busca un monje pero uno con verga potente. No recuerda mucho pero huele olor extraño en sus pechos. Se toca y la sangre coagulada le da la expresión extraña de felicidad. Le agrada ya no pertenecer al grupo de las "tontas". Ahora tiene experiencia y puede darse el lujo de vivir con un millonario. Está acostada. La cama es exquisita, la cama está sudada. Debieron fornicar durante toda la noche. Pero Linda no recuerda. Qué mala "pata". No recordar su desfloramiento… ¿Y si lo denuncio…? Estos pensamientos tan malignos de Linda. Jamás ha tocado un sexo masculino. De espaldas duerme Undurraga. Linda lo palpa tan pequeño e indefenso. De este modo se duerme: con las manos en el sexo de Undurraga.

A las siete de la mañana, el despertador. Linda continúa durmiendo. Undurraga no sabe a qué atenerse. Está descompuesto. Destapa la cama. La muchacha en su desnudez despierta.

-¿Qué haces?

-Te quería observar.

-¿Hicimos el amor?

-Sí.

-¿Con preservativos?

-Por supuesto. ¿Quieres hacerlo de nuevo?

-Sí, me gustaría.

-Ven, vamos a la ducha. Te voy a enseñar… pero, qué edad tienes…

-Veinte…

-Por qué me mientes. Tienes quince.

Linda se queda callada.

-No te voy a denunciar.

-Eso espero.

Undurraga toca la espalda a Linda. Un espléndido baño y tina para dos personas. Juguetean, se tocan, se besan. Linda quiere sexo pero Undurraga no. Es más viejo, menos potente. Tiene una sita además con el ángel bombero. Linda quiere observar un sexo ardiendo, tiene deseos de estar en vivo. "¿Cómo puedo excitar a un hombre?", se pregunta. Toma sus caderas y se cimbra, el agua es tibia y golpea las partes íntimas. Linda es bellísima. Nunca me lo he metido en la boca. La verdad es que nunca me lo he metido en ninguna parte, que yo recuerde. "¿Es verdad qué hicimos el amor?" Undurraga no responde. Realmente está muy excitado pero la espuma de la bañera esconde su sexo. Linda se sienta suavemente y el toque del pene entre las piernas la enloquece. Quiero tener sexo pero sin condón. Linda pierda la noción del tiempo. Saca cuentas. ¿Podré quedar embarazada? Al parecer no. Undurraga no piensa sólo actúa. Linda abre las piernas, la penetración es perfecta, cuerpo, mente y alma en un solo acto sensual. Linda menea la pelvis, Linda se excita, se curva, se toca los pechos, Undurraga intenta no colmarse pero a los diez minutos en un abrazo cósmico acaban. "Ahora sí que he perdido la virginidad". Undurraga no responde. Destapa la tina mientras Linda piensa en sus padres. Soy una niña pero con cuerpo de mujer. Linda no sabe qué decir, ha gozado y mucho.

-¿Te gusto?

-Eres lo más hermosa del mundo.

El ángel bombero está esperando a Cristian. La secretaria le ofrece café. El ángel bombero no bebe café. Bate las alas, el traje de goma le molesta, se saca el casco, se detiene a pensar pero su pensamiento no es captado por el narrador. El ángel bombero espera latamente, Undurraga no aparece. Bastante tarde y con el cabello mojado el abogado ingresa a su despacho. Tiene tanto trabajo pero ha valido la pena la quinceañera. ¿Se habrán de encontrar nuevamente? Sólo el destino lo dirá. La secretaria entra en la oficina. El aspecto de Cristian es aún más atractivo. La secretaria se humedece. Se da cuenta. Se pone colorada. "¿Qué le sucede, señorita?" La secretaria no responde. Apenas habla. Eso de las feromonas. El ángel bombero, qué es vidente, ríe de las torpezas humanas; el ángel es compasivo. Habla a la secretaria:

-¿Usted es casada?

-Sí, lo soy…

-Respete a su marido entonces.

La secretaria entra al baño para orinar. Las palabras pedantes del miserable hacen mella en su enhorabuena. Le ha dado pirria observar el casco del ángel. Le ha dado tanta rabia. ¿Sabrá? ¿Se habrá dado cuenta? La secretaria no piensa, sólo actúa. Tiene todas las intenciones pero se contiene. Se seca. Se sube las bragas. Hoy no por favor. Hoy estoy en mi periodo más fértil… Undurraga responde varios telegramas. "Fármacos en mal estado han llevado a prisión a hermanos mexicanos. Salvadlos. Un millón de dólares por proeza. Viajar esta semana a Guadalajara para los preparativos. Tuyo… Felipe Guzmán". Undurraga sabe. Deliberadamente responde. La jerga la domina. "No viajo a México. Tengo novia. Tuyo. Víctor Hugo". Undurraga se recuesta en su sillón giratorio. Llama insistentemente a su secretaria que aún no culmina en su vicio solitario. El ángel bombero se aburre. "¿Cómo es que los hombres no se exterminan? ¡Qué comportamiento tan vil!" El ángel bombero se levanta. Toca la puerta del sanitario.

-Señorita, usted tiene marido…

La secretaria acaba por fin. Se lava. Se siente viva. Está realmente cansada.

Ha escuchado con claridad las palabras del bombero. ¿Y éste será clarividente? La secretaria habré la puerta. Escucha el teléfono. Corre. "Aló". "Marisol, ¿aún me espera el bombero?" La respuesta es positiva. "No podré atenderlo hoy. El próximo lunes si quiere…" El ángel bombero cuenta los días mentalmente. Son muchos. El ángel bombero recibe la noticia malencarado. No habla. No piensa. Con su espada fulminaría a la parejita de tórtolos. El ángel bombero extiende las alas. Marisol Vera se sorprende.

-Qué lindo traje tiene usted…

-¿Coopera con bomberos?

-No.

-Debería hacerlo.

El ángel bombero recibe una llamada de alerta. Se disuelve y aparece en el lugar del siniestro. Un carro volcado. El ángel bombero ha llegado raudamente. Un herido. Necesita urgentemente un tanque de oxígeno. Ha llegado la televisión. El auto estalla. No hay muertos pero la colisión es grande. Llegan los restantes bomberos. Extinguen el fuego pero el herido está entre un montón de fierros retorcidos. La televisión enfoca al ángel bombero. En su oficina Undurraga observa. ¿Cómo hizo para llegar tan rápido…? El ángel bombero saca al agónico. Es un hombre obeso de unos doscientos kilos. Todos le dan por muerto. El ángel bombero le toma en brazos y camina cien metros. No está cansado ya que es un ángel. Todos están admirados pero nadie se cuestiona. Llegan los paramédicos. El ángel bombero da instrucciones. Un tubo a la nariz, un pinchazo y masajes cardiacos y mucho oxígeno. No pueden subirlo a la camilla, menos llevárselo al hospital. Lo estabilizan allí mismo. Un periodista consulta al héroe. El ángel bombero intenta escabullirse pero le es completamente imposible.

-¿Cómo es que hizo para salvar al hombre?

-Soy bombero y ejerzo mi oficio…

-Pero a ustedes no les pagan.

-No tenemos dinero ni para comprar café.

El comentarista se sorprende. Pero desde la central le cortan el reportaje. El periodista está pasmado. El ángel bombero es alto, macizo pero no un atleta. Fuera de cámara le consulta:

-¿Cómo es que lo hizo?

-¿Hacer qué?

-Salvarlo. El hombre es un obeso.

-Creo en Dios…

-¿Con eso le bastó?

-Sí.

El reportero se sorprende. Pero nada puede hacer.

Marisol Vera llama a su madre. Le comenta lo sucedido en el sanitario. Marisol Vera llora. "Es que ya no puedo vivir con mi marido. Me quiero divorciar". La madre le aconseja. "Es que tienes niños…" "Madre, soy Marisol, mi marido es estéril". La secretaria cuelga violentamente. Llora en descontrol. Va al sanitario y se sacude la blusa. Está decidida. Hoy mismo le pedirá a su "taxista" el cobro de una multa de separación. Ya no resiste. Está enamorada; y su jefe es su vínculo con el amor. Llama por celular al taxista. Le explica la situación. El taxista se violenta.

-¿Te quieres separar de mí? ¡Entonces te mato!

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