Dios y la riqueza ¿Cómo atraer abundancia y prosperidad a tu vida? (página 2)
Enviado por Alexander Ortiz Oca�a
Dios está diluido en el espacio y en el tiempo, así como está la sal en el mar. Dios es el creador de todo el Universo. Está fuera del Universo y está dentro del Universo. Dios es fortuito, autónomo, aleatorio e independiente, no tiene causa que lo haya originado, es eterno, todopoderoso e infinito. Dios no tiene límites, no tiene principio ni final, es amplio, profundo y atemporal. No tiene tiempo ni espacio, es dueño de todo el tiempo y de todo el espacio. Dios es omnipresente y omnipotente.
Estoy plenamente convencido de que Dios sí existe y que fuimos creados por El y no por otras razones, causas o motivos.
En este Año de la Astronomía se han hecho muchos planteamientos relacionados con las tesis sobre el origen del universo[1]y se ha ampliado la discusión sobre si la expansión del universo tendrá un fin o será seguida por una contracción, y cuándo llegará. Pero, a pesar de estas reflexiones, siempre queda pendiente la pregunta de todos los siglos: ¿Qué existía antes del Big Bang? Aquí la ciencia no tiene cabida, no puede intervenir con sus métodos sofisticados, no puede opinar, emitir criterios y mucho menos llegar a conclusiones, por cuanto estamos hablando de una realidad muy difícil de comprobar científicamente.
Muchas preguntas se han hecho al respecto buscando una respuesta convincente, desde los filósofos presocráticos en Grecia, y quizás la más avanzada fue la de Aristóteles con su teoría del motor inmóvil, que "mueve sin estar sometido al movimiento".
Si la filosofía no nos ha dado una respuesta convincente, lo único y más valioso que queda es la fe. Tanto los materialistas como los que aceptamos la existencia del espíritu estamos de acuerdo que el camino para encontrar el origen del universo no es otro que el acto de fe. Aceptamos entonces científicamente que el universo no es eterno, que tuvo un comienzo, por lo tanto, o tenemos fe en que surgió espontáneamente a partir de la nada, o asumimos que alguien inteligente lo creó y lo puso en marcha. Y ese alguien inteligente es Dios.
Me gustaría preguntarte ¿en cuál de estas tres posiciones estás tú?:
1.- ¿Crees en la teoría de la evolución de las especies, de Darwin, sin la intervención de Dios?
2.- ¿Crees que el ser humano se ha desarrollado durante millones de años a partir de formas menos perfectas con la autorización de Dios?
3.- ¿Crees en la teoría creacionista de la Biblia que planea que el hombre fue creado de una vez como somos en la actualidad hace 20.000 años?
En el año 2004, en un estudio que se hizo en Estados Unidos, el 17 % de los encuestados eligió la opción 1, el 38 % escogió la opción 2, y el 45 % de está en la posición 3.
Francis Collins (2007), uno de los científicos que descubrió el genoma humano, uno de los hallazgos más fascinantes en la actualidad, nos revela que los principios de la ciencia se complementan con los principios de la fe.
La diversidad de votos en las respuestas a la encuesta aplicada se estrecha cuando los científicos nos muestran la maravilla que constituye una célula humana.
En cada célula está contenido un manual de funcionamiento de más de 3 mil millones de letras. Este es el instructivo que explica nuestros procesos habituales de vida (afectivos, cognitivos e instrumentales). ¡Inverosímil!. Pero cierto.
¿Es posible seguir sin creer en Dios ante semejante hallazgo?
Es más creíble la idea de que el hombre como invento creativo es el resultado del diseño inteligente y perfecto de Dios, que creer en cualquier otra concepción de la creación por causa del azar. Sólo basta con analizar la perfección del funcionamiento del ser humano para darnos cuenta que tuvimos que haber sido diseñados por alguien o algo, y ese alguien o algo es precisamente Dios.
Si analizamos el perfecto funcionamiento del ojo humano, con tantas partes y minicomponentes desempeñándose de manera simultánea, la maravillosa y espectacular estructura interna de nuestros oídos, nuestro extraordinario sentido del olfato y del tacto, nuestra hermosa capacidad de amar y de pensar, y los perfectos, rítmicos y sonoros latidos de nuestro corazón, sobran razones para confiar y tener Fe de que fuimos creados por Dios.
Y para creer en la existencia de Dios, no necesariamente debemos ser religiosos, basta con preguntarnos:
1. ¿Por qué existe todo esto tan bello y precioso, tan preciso, fiel y exacto dentro del Universo en un mundo tan asombrosamente diseñado?
2. ¿Quién, qué y cómo organizó todo esto tan sorprendente, admirable y milagroso?
3. ¿Quién, qué y cómo creó el maravilloso Universo?
Si quieres puedes seguir esperando para ver cuánto se avanza en este debate que nunca va a concluir. Sin embargo, es paradójico que, existiendo tanta gente común con muchas dudas, los científicos cada día acepten con mayor ahínco la existencia de Dios. Ya expuse el caso de Francis Collins, y podemos hablar también de Sir Bernard Novell, director del observatorio y radiotelescopio de Jodrell Bank, a quien, al finalizar una conferencia, uno de los participantes le preguntó qué había antes del Big Bang, y el sabio le contestó con sencillez y humildad que si en verdad quería saber eso, debía remitirse al primer capítulo del Génesis. ¡Espectacular respuesta! ¿Cierto?
A ti, amigo lector, que no crees en la existencia de Dios, te exhorto a que no lo desafíes, no cuestiones su existencia, no dudes sobre su vitalidad, no busques razones "científicas" para argumentar que no existe. Te afirmo con toda seguridad que El si cree en ti, y además te confieso que hace algunos años yo pensaba igual que tú, pero cuando conocí quién, qué, para qué y cómo es Dios, realmente mi vida cambió y dio un giro de 180 grados.
Dios está más cerca de ti de lo que tú te imaginas. Te invito y te exhorto a que lo descubras dentro de ti, en tu corazón, y elimines tus dudas, temores, incredulidades y escepticismos. Estoy seguro que el Dios que yo conozco es el mismo Dios que tú necesitas.
Sigue leyendo y me darás la razón……
Una conversación con Dios
Después de varias semanas asistiendo a la Iglesia, pidiéndole a Dios que me ayudara a tener dinero y hacerme rico, me sentía decepcionado por su ausencia. El no aparecía en mi vida para ayudarme. El crepúsculo me acusaba por mi soledad.
Se marchaba el añejo sábado y llegaba el joven domingo. Esa resplandecida noche, a la una de la madrugada, Dios se apareció ante mí, en mi propia casa, en mi propia habitación.
– ¡Dios!, ¿Qué haces aquí? – exclamé admirado -, y de súbito emergieron de mis labios varias preguntas como si fueran estrellas escapadas de la noche: ¿Cómo descendiste hasta acá?, ¿No estabas tú en el cielo?
– Vine a ayudarte, hijo – me dijo con dúctil y sosegada voz, al parecer salida de una afligida nube -. ¿No eres tú quien me ha estado llamando durante todos estos días?
– ¿Y por qué tardaste tanto en venir? – le reclamé encolerizado -, ¡pensé que ya no vendrías!
– Pues, heme aquí – objetó.
– Además, jamás imaginé que te presentarías en mi propia casa, en mi propia habitación – le dije incrédulo. ¿Por dónde entraste?, la puerta está cerrada. ¿Alguien te vio llegar? – le pregunté un poco enojado por su tardanza y a la vez atónito por su impresionante presencia ante mí.
– No te preocupes hijo – me dijo para tranquilizarme – , nadie me vio entrar y nadie me verá. Te lo aseguro. – Él estaba seguro que sólo yo tenía en ese maravilloso momento el privilegio de verlo y conversar con Él -. ¿Qué necesitas de mí? – me dijo complaciente y con espíritu de servidor.
– Quiero que me muestres el camino para obtener mucho dinero – manifesté al instante y sin hacer ninguna pausa, quizá por la ansiedad que me invadía.
– ¿Y para qué quieres mucho dinero? – me preguntó extrañado. Quien busca la plata, jamás estará satisfecho con ella.
– Para ser rico. Quiero ser rico – le dije mostrando una extraordinaria convicción en mis deseos y aspiraciones de hacerme rico.
– ¿Y para qué quieres ser rico? – preguntó otra vez muy extrañado.
– Para tener mucho dinero – respondí.
– ¿….?
Dios hizo un gesto de asombro y confusión a la vez, que me dejó un poco preocupado con lo que me dijo:
– No me agradan tus pensamientos hijo.
– Pero, ¿por qué Señor?, ¿qué tiene de malo poseer mucho dinero?, ¿qué tiene de malo desear ser rico y ser feliz con mi dinero? – repliqué confundido por su actitud.
– No te esfuerces en hacerte rico; hijo mío, deja de preocuparte por eso – me dijo con una increíble tranquilidad -, si te fijas bien, verás que en realidad no existen las riquezas; de pronto se van volando, como águilas, como si les hubieran salido alas. Y además, los mejores placeres son gratis.
A pesar de sus argumentos yo insistí con la fuerza de mis deseos, y al ver mi intransigencia me dijo:
– Dime una cosa, hijo, cuando yo te llame a cumplir otra misión en otro mundo, ¿a dónde te gustaría ir?, ¿al cielo, o al infierno? – preguntó pretendiendo demostrarme algo.
– Por supuesto que al cielo – le dije preocupado.
– Recuerda que más fácil entra un camello por el ojo de una aguja, que un rico en el reino de los cielos – me argumentó con una fuerza en sus palabras que las paredes de la habitación se estremecieron cual montaña sumergida en un peligroso volcán.
Seguidamente, sin esperar apenas a que Él hiciera su segunda reflexión, le lancé una ráfaga de preguntas que engalanaron de incertidumbre su adorable alma:
– ¿Entonces si soy rico iré al infierno? ¿Todos los millonarios van al infierno? ¿No podré nunca jamás en mi vida ser exitoso y tener mucho dinero?
– ¡Cuánta confusión hay en tu mente hijo mío! – me dijo con rostro de preocupación. No es lo mismo tener dinero, ser millonario, ser rico y ser exitoso. Una persona puede ser rica sin tener mucho dinero, alguien puede tener mucho dinero y no tener éxito en su vida.
– ¿Quiere eso decir que una persona puede ser exitosa sin ser millonaria?, ¿Se puede ser millonario sin tener mucho dinero? – le dije manifestando interés en el tema.
– Así es, hijo mío, todo depende de tus pensamientos, de tu mente, de las ideas que tengas acerca de la riqueza y del éxito. Tener dinero no es una condición para alcanzar el éxito – puntualizó. Las cosas materiales de la vida no son las que te definen como una persona exitosa – añadió -, si miras a tu alrededor te darás cuenta que los mayores placeres de la vida son gratis: el amor, los amigos, los hijos, los nietos, el amanecer, el anochecer, el viento, el mar, la luz, los árboles, una puesta de sol, la luna, las estrellas, los niños, el gusto, el tacto, el olfato, la vista, el oído, el sexo, la salud, las flores, la lluvia, e incluso la propia vida es gratis.
Mientras Él exponía sus argumentos, yo fruncía el ceño cual niño privado de un delicioso helado o de su juguete preferido.
– La verdadera riqueza no está en el dinero, sino en estar desprendido de lo material, en renunciar voluntariamente al dominio sobre las cosas. Por eso hay pobres que realmente son ricos y al revés, ricos en dinero que no son exitosos ni felices, son pobres en amor y espiritualidad. Si no eres egoísta, pon tu empeño en no priorizar las riquezas materiales, con el mismo empeño que ponen la mayoría de las personas del mundo en poseerlas, ostentarlas y priorizarlas en su vida.
Cuando terminó de hablar le repliqué diciendo:
– ¿Y de qué manera se puede ser exitoso y feliz sin tener dinero? ¿Cómo puedo convertirme en millonario sin tener dinero?
– A eso precisamente vine, hijo, a aclararte esa confusión que tienes en tu mente.
– ¿Entonces me convertirás en un millonario? – le pregunté mostrando más regocijo que las flores cuando saborean la lluvia.
– Eso no es posible, hijo – me dijo con firmeza.
– ¿Cómo que no es posible? – le dije extrañado por su afirmación tan inequívoca -, quiero un milagro de ti y tú sí puedes concedérmelo, quiero ser millonario.
– Eso no es posible, hijo – repitió con una fuerza en sus palabras, capaz de arrancar de raíz un árbol frondoso.
– Oh, Dios, con tu grandeza, hiciste la luz, el día y la noche, el cielo, la tierra, los ríos y el mar, el sol, la luna y las estrellas, los animales, y hasta el descanso fue creado por ti. Y me diste vida a mí. Gracias por crearme Señor, eres todopoderoso, tú todo lo puedes, Dios, para ti no hay nada imposible. ¿Cómo es posible que no puedas convertirme en millonario?
– Es cierto que la creación fue obra mía, en siete días lo logré, pero el proceso de la creación es muy diferente al proceso de convertirte en millonario.
– Tu palabra es fuerza Señor, y tu voluntad es realidad, si lo deseas y lo dices, entonces yo seré rico y millonario – le dije con la convicción de que accedería a mi petición.
– No es lo mismo ser rico o millonario, que tener bienestar, abundancia y riqueza en tu vida. ¿Sabes qué es la riqueza? – me preguntó insinuando mi ignorancia al respecto -, antes de querer ser rico y millonario debes saber primero qué es la riqueza – acentuó para demostrarme que yo quería algo sobre lo que no sabía ni su definición.
– No – respondí apesadumbrado.
– Antes de averiguar cómo convertirte en millonario, debes analizar qué es la riqueza – dijo enojado -, porque si no sabes qué es la riqueza, es difícil saber qué deseas atraer en realidad a tu vida y cómo atraer eso que deseas.
En ese momento pensé: ¿Cómo definir a un rico o a un millonario?
Pensé que lo mismo ocurre con la prosperidad, con la abundancia, con el éxito, que son conceptos muy abstractos y subjetivos. Y, por supuesto, lo mismo ocurre con la riqueza.
– Cuando estamos en presencia de la riqueza, lo sabemos, la sentimos, pues algo dentro de nosotros la reconoce – le dije perceptiblemente contento a Dios.
– Sí, eso es cierto – dijo -, pero…………..trata de definirla.
– ¿…..?. No, Dios – le dije con una manifiesta impotencia -, no soy capaz de definirla.
¿Por qué se escribe este libro?
Mientras que no busquemos soluciones definitivas, de impacto, trascendentales e integrales a nuestros principales problemas seguiremos siendo personas subdesarrolladas, individuos sin rumbo fijo, sin destino, o peor aún, con rumbo al abismo; seres humanos sin expectativas y sin sueños, o peor aún, con un sueño eterno del que no despertaremos jamás.
El ser humano del siglo XXI necesita iniciar un proceso de cambio en su forma de sentir, pensar y actuar respecto al dinero. Necesitamos cambiar nuestra mentalidad sobre la riqueza y la prosperidad. En este libro se hace un llamado a la acción de todos los seres humanos para implicarnos en un proceso que nos convierta verdaderamente en personas ricas y prósperas.
Los principales principios de la riqueza que aporta este libro brindan una base para que todos los seres humanos trabajemos de manera mancomunada en la implementación de un proceso autoformativo que incluya estos componentes básicos para atraer riqueza y prosperidad a nuestras vidas. Sólo personas responsables, con sentido de pertenencia y comprometidas a cambiar nuestra propia vida podemos tener una significativa, estable, positiva y duradera influencia en la vida de aquellos que nos rodean, incluyendo a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que hoy buscan desesperadamente modelos a seguir e imitar.
En este libro propongo un nuevo estilo de vida basado en los principios básicos de la abundancia y la riqueza. El propósito de este libro es ayudarte a reconstruir tu estructura mental para convertirte en una persona rica y próspera.
Una persona próspera construye su prosperidad sobre principios básicos que garantizan una estabilidad en el tiempo y la cultura, y no perecen ante las circunstancias o el reto que implican los problemas de hoy y de mañana.
La comunicación interpersonal es un acto muy difícil y complejo. Es muy difícil saber si realmente nuestras ideas son comprendidas o no por los que las reciben. Por eso, al escribir este libro lo hago con prudencia, porque deseo comunicarte de una manera clara y sencilla los principios básicos para que atraigas riqueza y prosperidad a tu vida.
Para ser rico y próspero necesitas tener una clara comprensión acerca de lo que es la riqueza y la prosperidad. No tengo una definición exacta acerca de lo que es la riqueza y la prosperidad, ya que son conceptos muy amplios, profundos, complejos, polisémicos, y sobre todo tienen un carácter resbaladizo, subjetivo e individual, ya que todos nos dirigimos hacia lo que personalmente definimos como riqueza. Generalmente se asocian la riqueza y la prosperidad a lo físico, lo terrenal, lo material, el dinero, la abundancia de cosas externas que no son vitalicias ni trascendentales. De ahí que la riqueza y la prosperidad sean también conceptos tramposos, engañosos y falaces.
Para iniciarte en el camino de la riqueza y la prosperidad y luego transitar por él, debes tener una base sólida acerca de la riqueza y la prosperidad, es decir, debes tener una idea más o menos cercana acerca de lo que expresan y significan estos conceptos. Es por ello que en varios capítulos y epígrafes del libro, se dedican espacios a la reflexión sobre los pensamientos o la imagen mental que todos nosotros tenemos acerca de nosotros mismos, de la vida, de nuestros problemas y sobre todo del dinero, de la riqueza y de la prosperidad.
No hay recetas para atraer riqueza y prosperidad a tu vida, sin embargo en este libro se explican diez principios básicos que te pueden dar una luz, sentar algunas pautas y ayudarte a triunfar, ser rico y feliz, vivir en paz y armonía, y sobre todo lograr lo que desees en tu vida. Ahora bien, los principios básicos de la riqueza y la prosperidad deben estar siempre en consonancia con las Leyes de Dios, fundando los cimientos de una estructura mental que proporcione la riqueza y la prosperidad en la persona que los aprenda, los comunique y los aplique en su vida cotidiana.
En este libro se muestran el dinamismo y acción eficaz de Dios, como rasgos muy especiales que lo convierten en un protagonista muy propicio para esta época de Globalización, Tratados de Libre Comercio, empresarios, ejecutivos, y hombres y mujeres de negocio. La estrategia de salvación que El concibió para la tierra fue preparada minuciosamente, con lujo de detalles, con mucha prudencia, inteligencia y anticipación, y la cumplió de una manera plena, vigorosa, enérgica y eficaz hasta sus últimas consecuencias, así como nosotros debemos cumplir con nuestras metas, propósitos, aspiraciones y sueños.
En ese sentido, este libro es una alternativa de solución a los males de un mundo caracterizado por la ambición, el narcisismo, odios de todo tipo, enfermedades incurables, la división, la discriminación racial y sexual, la miseria, las guerras, el hambre, el desempleo, las persecuciones, la explotación, las injusticias, la apatía generalizada, las desesperanzas, el tedio, el temor al fracaso, la soledad, la depresión y el suicidio, lo cual, a nuestro juicio, son consecuencias de un sistema en decadencia, hogares e instituciones educativas que han colapsado porque proporcionan un aprendizaje que ya no es válido para el tercer milenio.
En este libro obtendrás LO QUE DESEES TENER en tu vida, encontrarás EL VERDADERO SECRETO SOBRE EL BIENESTAR y la riqueza, descubrirás LA CLAVE PARA RESOLVER CUALQUIER PROBLEMA que tengas, aprenderás cómo ATRAER PROSPERIDAD y riqueza a tu vida, pero también conocerás lo que no nos dijeron sobre EL SECRETO PARA SER RICO, conocerás LAS MENTIRAS QUE NOS HAN DICHO sobre El Secreto para enriquecerte.
En este libro se plantea una nueva interpretación sobre EL SECRETO PARA VIVIR EN ABUNDANCIA, propongo una visión espiritual acerca del dinero, la riqueza y la prosperidad, y por ello te conectarás con un DIOS MILLONARIO, revelarás al Dios Todopoderoso que está dentro de ti, en tu corazón, y por supuesto, aprenderás a ORAR Y ENRIQUECERTE.
Ahora bien, cuando se plantea una nueva teoría, concepción o interpretación, a veces resulta útil indicar los enfoques a los cuales se opone de manera más radical y contundente. En este caso, sólo la Fe es un categórico y contundente argumento de oposición a otras concepciones acerca del dinero, la riqueza y la prosperidad. Lo más importante es que creas, aunque no veas.
Asumimos una concepción espiritual acerca de la riqueza y la prosperidad, por cuanto la humanidad disfruta de una relación especial con Dios todopoderoso, nuestro Señor, único Creador de todo el Universo, debido precisamente a que fuimos creados a su imagen y semejanza, y por ello hay un gran abismo de separación entre los seres humanos y los animales o el resto de seres vivos creados por Dios, que actúan por instinto y sobreviven precisamente sin estar inmersos en procesos y dimensiones espirituales.
Pero los seres humanos no somos simples animales de dos pies con capacidades, inteligencias y un cerebro altamente desarrollado. Por el contrario, somos personas creadas a imagen y semejanza de Dios, y por consiguiente, tenemos libre acceso a él, participamos y disfrutamos de los beneficios del ambiente, el entorno y la Naturaleza Divina.
El amor y el intelecto son rasgos humanos universales porque son parte de las exclusividades de Dios. La singularidad y particularidad humana se argumenta a partir del hecho de que Dios apartó al hombre del resto de seres vivos y no vivos de toda la creación, con el fin de ser la única criatura entre los habitantes de la tierra que fuera responsable de sus actos y respondiera por ellos (Génesis 1:28).
El ser humano tuvo la sagrada función de ser administrador de la creación de Dios. Sólo el ser humano actúa como vicegerente de Dios sobre la tierra. Él es nuestro jefe mayor, el Gerente de todo cuanto habita en el Universo, precisamente por ser su creador, único y eterno dueño de todos nosotros. Además, Dios también nos dotó (a los hombres y a las mujeres) con la preciosa y necesaria habilidad de vivir la maravillosa vida intrínseca de la mente a través del pensamiento interno (cognición), la verbalización externa (expresión) y la manifestación de nuestras emociones, sentimientos, y amor por el prójimo (afectividad), y nos dio la capacidad de dejar huellas positivas de amor en nuestros semejantes, así como trascender nuestro mundo y el de nuestro propio ser mediante la conciencia.
Según la Biblia, los seres humanos fuimos creados con la habilidad de comunicarnos (competencias comunicativas) y desarrollar relaciones personales con Dios (inteligencia espiritual), nuestro creador. La imagen y semejanza de Dios ocupa, está presente y se extiende a todos los aspectos del individuo, incluyendo las relaciones financieras, económicas y comerciales. Los seres humanos fuimos creados a imagen de Dios, mental, espiritual y físicamente.
En las escrituras se acepta y se respalda la consideración de varias dimensiones humanas, varias partes del hombre como copropietarios y partícipes de la imagen de Dios. Luego entonces, si Dios es Amor, ¿Qué somos nosotros los seres humanos?, la respuesta es lógica: Amor. Los seres humanos en la creación fuimos dotados de amor, bondad, confianza, racionalidad y justicia. De ahí que el amor necesariamente debe ser la base de nuestra relación con el dinero. Debemos asignarle al dinero, a la riqueza y a la prosperidad una dimensión espiritual, lo cual implica que la búsqueda del dinero deje de ser un fin en sí misma para convertirse en un resultado de nuestra conexión con Dios, un efecto de nuestras relaciones armoniosas basadas en la Fe y una consecuencia de darle vida a nuestra dimensión espiritual.
Sin embargo, en la actualidad los jóvenes ya no son tan amorosos, bondadosos, responsables, laboriosos, estudiosos, racionales, amables, solidarios, disciplinados, ni justos. Su vida está sustentada en el dinero, en bienes materiales, y la posesión o no de esas cosas que supuestamente proporcionan felicidad determina su estatus social y condiciona sus relaciones humanas. Tanto la sociedad humana en general como las relaciones personales individuales están plagadas de violencia, alienación, irracionalidad, ingratitud, atraco, enajenación, brutalidad y egoísmo.
La humanidad ha cambiado, lo podemos observar en nuestra cotidianidad, y este cambio es la consecuencia de su rechazo a Dios y haber elegido su propio camino. Como resultado, las personas se alienaron de Dios (Génesis 3:8-10), (2:17; 3:19). Dios ha estado solo en este mundo que El mismo creó para nuestro disfrute. No obstante, aunque la imagen se ha fracturado y distorsionado gravemente, no ha sido destruida (Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7; Jonás 3:9). Dios ha estado sufriendo por causa de nuestro abandono, pero aún está vivo, aún muestra signos de vitalidad para restaurar su imagen a través de la nuestra.
Aunque la imagen se ha quebrantado y desfigurado enormemente, no ha sido destruida totalmente, aún no ha sido pulverizada del todo, aún existen en la humanidad cenizas de la imagen después de la caída, algunos fragmentos de estrellas divinas aún iluminan nuestro horizonte en medio de la sociedad putrefacta y menguada. Por lo tanto, aunque algunas personas están torcidas y perdidas como resultado de la caída, aún son seres humanos que sienten y piensan, aún tienen un corazón que late. Y en algún pequeño rincón de su alma todavía hay un espacio para Dios.
Estos criterios, preceptos y fundamentos basados en la Fe cristiana nos llevan a plantear algunos principios básicos sobre la riqueza y la prosperidad, conformados en una ESTRATEGIA, integrada por PASOS PARA OBTENER LO QUE DESEES EN TU VIDA, estructurados mediante acciones metacognitivas y preguntas problematizadoras que te guían hacia la riqueza y la prosperidad.
Pasos para atraer riqueza a tu vida
(DECÁLOGO DE LA ABUNDANCIA Y LA PROSPERIDAD)
1. Planteo mi problema, la situación que me incomoda (situación, hecho, evento, acontecimiento). Defino el objeto de transformación y modificación. [Identifico, formulo y planteo un por qué]
2. Formulo mi propósito humano (objetivos, deseos, metas, intenciones, motivaciones, intereses, sueños, aspiraciones, expectativas, anhelos, fines, esperanza, resultado esperado). [Redacto un para qué]
3. Despliego mi voluntad emocional. [Defino qué y con qué]
4. Manifiesto una actuación afectiva. [Cumplo con el cómo]
5. Logro una conexión espiritual. [Me conecto con Dios, no cuestiono quién es El]
6. Tengo Fe. [No me preocupo por el cuándo, ni por el dónde, ni por el cuánto, sé que Dios se encargará de resolver el problema y de cumplir mi propósito. Espero pacientemente el resultado de su labor. El me complace.]
7. Muestro gratitud. [Cumplo con el cómo]
8. Doy bendiciones. [Cumplo con el cómo]
9. Practico alabanzas. [Cumplo con el cómo]
10. Recibo la acción divina de Dios. [No investigo cómo lo hizo, sencillamente reconozco que Dios responde mi por qué, soluciona mi problema]
El libro se estructura en ocho capítulos a través de los cuales voy describiendo a profundidad estos pasos propuestos para conseguir lo que desees en tu vida. Espero que estos modestos conocimientos, extraídos de mi experiencia y de mi vida real, sean útiles para ti, amigo lector, en el proceso de atraer riqueza y prosperidad a tu vida, con la ayuda de Dios.
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Autor:
Alexander Ortiz Ocaña
Ph. D.
[1] Las posibles dimensiones del "átomo" o "huevo primitivo", la separación entre materia y energía, la progresiva distinción entre las CuatroFuerzas fundamentales, la asombrosa, maravillosa, extraordinaria y admirable ruptura de la supersimetría inicial que hizo posible las realidades discretas, o sea, que existan "cosas".
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