Aportes para un estudio de la historia del Partido de la Costa.-
- Objetivo, fuentes y método
- El circulo virtuoso
- Una sola actividad
- Propiedad y pertenencia
- Perspectivas
OBJETIVO, FUENTES Y METODO:
El objetivo de este trabajo consiste en aportar ideas para el estudio de la dependencia de una comunidad a un solo tipo de actividad económica, a través del auge y desarrollo del Partido de la Costa y su posterior decadencia.- Este partido bonaerense, creado por Ley 9024 del 11 de junio de 1978 con la denominación de Municipio Urbano de la Costa posee una superficie de 226 km2 y se extiende en la parte norte del litoral marítimo bonaerense.-Sus límites son: al norte la Bahía de Samborombón, al sur el Partido de Pinamar, al oeste el Partido de General Lavalle y al este el Mar Argentino.-
Hemos estudiado particularmente la década de los años ‘80, desde el año 1978 hasta 1992 a partir de tres líneas de análisis vinculadas entre sí:
- La característica original que presentó un tipo especial de turista y que hemos dado en llamar "turista propietario";
- La situación generada por la dependencia del turismo como única industria local; y
- La existencia de una importante actividad económica de temporada, desarrollada principalmente por comerciantes no residentes.-
Creemos que la conjugación de estos elementos a partir, basicamente de circunstancias de distancia, factores climáticos de la época en estudio y la influencia de una concepción cultural, hicieron que esta zona, en esa época, gozara rápidamente de prestigio y fuera elegida por gran cantidad de público, para luego perder vigencia y protagonismo con la misma velocidad.-
Las fuentes de este trabajo son variadas: Datos estadísticos del INDEC (Censos Nacionales de Población de 1980 y 1991 y Censos Nacionales Económicos de 1974 y 1985) y del Registro Estadístico Bonaerense, información del Servicio Meteorológico Nacional (Servicio de Información Meteorológica) y de la Dirección Provincial de Vialidad, datos aportados por la Municipalidad del Partido y de empresas y organismos de la zona (Fundación Mundo Marino, Aeródromo de Santa Teresita, etc) y, finalmente, encuestas y entrevistas desarrolladas entre residentes, propietarios no residentes y comerciantes.-
Durante los años ’70, y como históricamente a partir de los años ’40, existía en nuestro país la clase social tipificada como "clase media", consecuencia directa del modelo de acumulación conocido como "Estado de Bienestar" y constituída por profesionales, empleados de mediana jerarquía, y pequeños productores, comerciantes e industriales.- En general hijos o nietos de inmigrantes extranjeros, con estudios secundarios completos y en algunos casos universitarios, sus ingresos les permitía satisfacer sus necesidades de alimentación, vestido, vivienda y en el caso que nos ocupa, esparcimiento; disfrutando, además, de una mediana capacidad de ahorro, la cual, sin embargo desde mediados de esa década comenzaba a verse amenazada por las diversas políticas económicas aplicadas por los gobiernos de la época (Rodrigazo, la "tablita", etc) y por una situación política insegura (gobierno de facto, conflicto limítrofe con Chile, etc).-
Sin compromiso político partidario en general, pero con peso electoral, eran en su mayoría herederos de varios conceptos formados por sus ascendientes inmigrantes: En lo económico la aspiración prioritaria era el asegurarse como primer bien la vivienda propia, e invertir los excedentes en bienes raíces como forma de ahorro, y en lo social-familiar el cumplimiento de ciertos roles familiares estancos según los cuales el padre debía proveer el bienestar familiar, mientras que la madre debía criar a los hijos.- Esta estructura se sustentaba con un nivel de ingresos que, para esa época y gracias al modelo de estado de bienestar todavía vigente, permitía que no fuera necesario un segundo salario en la familia.- De la aplicación de estos principios, esta clase social conformaba una célula familiar clásica para la época: El padre proveedor que desarrollaba su actividad laboral aportando los medios para satisfacer las necesidades del grupo familiar y la madre ama de casa, especialista en economía doméstica y dedicada a la crianza de los dos o tres hijos que completaban la familia, todos residentes en una casa propia.-
En este marco económico-cultural no era extraño que una familia de clase media pudiera disfrutar de largos períodos vacacionales coincidentes con los recesos escolares estival (alrededor de tres meses) e invernal ( quince días) y el feriado de Semana Santa.- En época estival, en particular, la familia podía trasladarse a un centro veraniego donde el padre compartía con su familia un período de descanso de veinte días o un mes, pues los viajes al exterior no estaban incorporados a la mentalidad de esta clase, principalmente debido a los costos.- Los insipientes viajes a Miami o Brasil tenían como fin la provisión de artículos de consumo importados, pero todavía esos destinos no se constituían como turísticos.-
Si interpretamos en forma conjunta estos conceptos: disponibilidad (principalmente económica) de vacacionar, la prioridad de "la casa propia" y la necesidad de invertir en bienes raíces o divisas extranjeras para mantener el capital ahorrado (que ahora comenzaba a verse amenazado), podemos entender que la aspiración de la familia consistiera en pasar largas vacaciones en una zona veraniega, pero en un inmueble de su propiedad ya que, dentro de esa concepción no era aceptable el cambio de rutina que se produciría en el caso del alojamiento familiar en hoteles, donde la vida cotidiana de la familia se vería notablemente alterada, pues ello demandaba, por ejemplo, almorzar y cenar en restaurantes o lavar la ropa en comercios dedicados a tal fin, entrando en conflictos los roles tradicionales e incrementándose el costo de las vacaciones.- Entonces, el poseer una vivienda veraniega constituía varias ventajas:
1-Desde lo social, por un lado, el inmueble propio garantizaba vacaciones, pues estaba disponible, año tras año y para todos los recesos vacacionales, sin necesidad de reservas previas, siendo utilizable por otros miembros de la familia amplia como abuelos o amigos; solo se trataba de cambiar temporariamente de domicilio, sin cambiar las costumbres ni afectar en gran medida la rutina familiar.-
2-Desde lo económico, por el otro, en un ambiente coyuntural inestable y de incertidumbre, poseer una vivienda de estas características generaba la seguridad de tener siempre un destino vacacional sin costo extra, y en última instancia constituía una inversión.-
Surge asi la necesidad de establecer un sitio propio de veraneo, es decir, adquirir un lote (y construir en el una casa) o un departamento, en una zona vacacional para trasladarse libremente la familia durante el comienzo del receso estival.- Este sitio propio permitía al padre proveedor compartir 15 o 20 días con la familia y luego regresar a su lugar de origen a desarrollar sus tareas habituales (el 75% de los propietarios no residentes del Partido de la Costa se domicilian en Capital Federal y Conurbano), viajando durante los fines de semana a la zona de veraneo, para regresar la familia completa al finalizar el período vacacional.- El resto de la familia permanecía en la residencia de veraneo, a cargo de la madre ama de casa.- Es razonable, en esta línea de análisis, que la familia buscara para instalar su propiedad de veraneo un lugar cercano al trabajo del padre, de fácil acceso y que no constituyera un nucleo urbano importante del tipo de Mar del Plata (pues las propiedades costeras eran económicamente inaccesibles por tratarse de casonas de principios de siglo, propiedad de familias de alcurnia).- De esa forma, el litoral marítimo del Partido de General Lavalle, con sus pequeñas villas veraniegas constituía el enclave adecuado para instalar una vivienda vacacional: Cerca de Capital Federal y Conurbano, con gran cantidad de lotes en oferta y económico.-
Es así que a mediados y fines de los ’70, los balnearios ya existentes (pequeñas villas despobladas que databan de los años 30 y 40) comenzaron a recibir oleadas de turistas que adquirían lotes para edificar chalets.- Junto con ellos, empresas especializadas comenzaron a construir edificios de departamentos de uno a tres ambientes o pequeños chalets en duplex a razón de cuatro o cinco por lote, generándose una rápida urbanización de la zona, desde la línea costera hacia el interior; y este hecho, a su vez, provocó un incremento en las sumas que el municipio recibía en concepto de las tasas correspondientes.- Estos propietarios, asimismo, conformaron un importante caudal turístico que redundó en un incremento de la actividad comercial, elevándose también la percepción de tasas vinculadas a la misma.-
A comienzos de los ’80 se encuentra ya disparado, en el ámbito local un período de prosperidad y se genera un círculo virtuoso de expansión e impulso, pues a mas turismo, mas actividad comercial y mas crecimiento urbano y mas atractivos turísticos y nuevamente mas turismo.- Este círculo virtuoso se confirma, y a la vez se repotencia con otros hechos que se suman.- Los mas destacables fueron: a partir del año 1978 comenzaron los vuelos de Aerolíneas Argentinas a Santa Teresita, permitiendo el acceso a la zona por otra vía, además de la terrestre; en enero de 1979 abrió sus puertas Mundo Marino, constituyéndose en una atracción novedosa, original y exclusiva, no solo en la zona sino en el país; también en enero, pero de 1981 se abrió definitivamente la ruta provincial 11 en su tramo Pipinas – Esquina de Crotto, dotando al Municipio de la Costa de una ruta propia, distinta a la entonces peligrosa y lenta ruta 2, que ya no soportaba el tráfico vehicular que esta zona generaba; en el año 1982 se inauguró una planta transmisora de televisión, dotando a la zona de su propio canal televisivo; ya para febrero de 1986 se celebró la primera carrera de Turismo Carretera en el entonces circuito semipermanente del Partido.- Desde otra perspectiva, acontecían otros hechos, consecuencia y a la vez motivo del desarrollo de la zona: en marzo de 1981 se inauguró la
Casa del Municipio de la Costa en Capital Federal, a fin de atender a la cantidad de propietarios radicados en esta ciudad y Gran Buenos Aires, y finalmente el 23 de mayo de 1983 el Municipio Urbano se transforma en Partido, logrando su plena autonomía.-
No solo los hechos humanos aportaban al éxito de La Costa, pues, según los registros del Servicio Meteorológico Nacional, en los años 1983, 1984, 1985, 1987, 1988 y 1989 se produjeron las marcas climáticas mas óptimas en temporada estival, con un promedio de 5 días por mes de mal clima entre diciembre y marzo, lo que hacía a la zona un verdadero paraíso.-
El importante flujo turístico produjo, durante los años en análisis, una alta tasa de ocupación durante los períodos vacacionales (en especial los estivales), generándose una gran cantidad de fuentes de trabajo.- La gran demanda de mano de obra, teniendo en cuenta la escasa población de entonces, provocaba que se abonaran tentadores salarios y esto actuaba como imán de atracción para gente del resto del país que se trasladaba en verano a fin de cubrir puestos de trabajo e incluso ocurría que jóvenes turistas, cuyas familias veraneaban toda la temporada, se emplearan en comercios (en general confiterías o balnearios) a efectos de procurarse un ingreso extraordinario.- Durante el resto del año, los residentes afrontaban el invierno con los recursos que toda la familia había generado durante la temporada estival y con el ingreso del trabajo estable del jefe de familia que en el 80 por ciento de los casos consistía en empleos públicos, provinciales o municipales; mantenimiento de las casas y edificios que luego de la temporada quedaban desocupados; o en relación de dependencia con las cooperativas de servicios locales; o empleos en el ramo de la construcción.- Asimismo, en época invernal, gracias al receso escolar, se producía un pequeño movimiento turístico, nada comparable con el verano, pero suficiente como para que los comercios estables locales (almacenes, confiterías, restaurantes y otros) pudieran reforzar su economía hasta la próxima temporada y, finalmente, entre los meses de octubre y diciembre, se producía una pretemporada motivada por los propietarios-turistas que concurrían a acondicionar sus casas para el próximo verano para uso propio o para ofrecerlas en alquiler; acaparando la actividad, en este caso, los comercios de ferretería, pinturerías, casas de sanitarios, corralones e inmobiliarias.-
Puede observase que toda la actividad económica, en temporada, o fuera de ella, tanto de los particulares, como del Municipio, era altamente dependiente, en forma directa o indirecta, del turismo, ocurriendo que no se desarrollaba alguna actividad local (pesquera, ganadera, agrícola o aún financiera) paralela, pues la poca industria existente apenas empleaba alrededor de 500 personas.-
Establecimientos fabriles no relacionados con el turismo:
Año 1974 (Cenco Nac. Económico): 119 *
Año 1985 (Censo Nac. Económico): 126 **
*Incluye Partido de Gral. Lavalle ** Generados 513 puestos de trabajo.-
La prosperidad de la zona, en un contexto de la economía general del país de mediado de los ’80, bastante difícil, tentaba a muchas familias a radicarse en el Partido de la Costa, con el objeto de instalar un comercio vinculado al servicio turístico, o conseguir empleo seguro durante las temporadas, produciendo esta situación un doble crecimiento demográfico: el natural de la población estable y el crecimiento dado por las radicaciones.- Este aumento poblacional produjo, asimismo, el incremento del número de comercios estables y de establecimientos educativos y de salud, con la consiguiente generación de nuevos puestos de trabajo.-
En general la población estable se concentraba en núcleos urbanos antiguos como San Clemente y Mar de Ajó, mientras que los nuevos residentes se radicaban en poblaciones de reciente crecimiento como San Bernardo y Santa Teresita.-
Evolución de la población estable:
Año 1980 (Censo Nacional): 25.652 habitantes
Año 1991 (Censo Nacional): 47.278 habitantes
Sin embargo, a pesar de las consideraciones hechas con respecto a la actividad fuera de temporada y al incremento poblacional, existía una notable diferencia en la cantidad de habitantes de las ciudades entre el invierno y el verano, pues con mas del 70 % de las viviendas y comercios vacíos, los centros urbanos en época invernal, parecían verdaderos pueblos fantasmas, siendo los residentes los virtuales dueños de todo el lugar, desarrollando una vida tranquila propia de un pequeño pueblo provinciano.-
Cantidad de viviendas*:
Año 1980 (Censo Nacional):
Total: 40.831 viviendas
7.267de residentes (17,80 %)
33.564 de turistas propietarios (82,20 %)
Año 1991 (Censo Nacional):
Total: 72.008 viviendas
14.587 de residentes (20,26 %)
57.421 de turistas propietarios (79,74 %)
* Se incluyen viviendas y locales comerciales
Ese contraste entre el invierno y el verano producía un ciclo de gran actividad – receso – gran actividad: La ciudad casi vacía durante el año, se insertaba en el vértigo de una urbe ciudadana durante la temporada estival; así, después de la parsimonia invernal, en pocos días, a fines de diciembre se producía un vertiginoso movimiento de vehículos y personas, consecuencia de los locales y comercios que se rehabilitaban ante la proximidad de la temporada, y durante la plenitud de esta (enero y febrero), aún mayor vértigo, con locales nocturnos, espectáculos teatrales, playas colmadas, calles desbordantes de turistas, restaurants colmados, etc; mientras que, a fines de marzo, nuevamente en pocos días, los edificios se vaciaban y la mayoría de los comercios cerraban sus puertas.- En entrevistas realizadas a residentes de la zona, estos reconocieron que este contraste les generaba alternadamente una sensación de invasión, y una sensación de vacío.-
Otro aspecto relevante de esta dependencia del turismo que venimos analizando se dio con el fenómeno de los comerciantes de temporada.- Estos comerciantes no eran residentes, pero desarrollaban una residencia estival (entre fines de noviembre y principios de abril) dedicada a la provisión de servicios turísticos instalando comercios minoristas principalmente de reventa de artículos textiles y de calzado, confiterías, pizzerías y rotiserías, etc.- La instalación de estos comercios, si bien significaba para el Partido una fuente de ingresos adicional en concepto de tasa de habilitación, y para los residentes una fuente de empleos, en general bien pagos pero temporarios y por ello mismo intensivos (sin francos semanales y de extensas horas de trabajo), también significaba, al finalizar la temporada estival, una importante transferencia de recursos fuera del Partido, pues los comerciantes estivales retiraban sus ganancias para reinvertirla en su lugar de origen.- Ello explica el porqué, a pesar del intenso tráfico turístico y comercial, nunca se desarrolló en el Partido de la Costa una actividad bancaria o financiera importante, salvo las aperturas temporales de casa de cambio durante los veranos en que la inflación y la depreciación monetaria obligaba a los comerciantes a la compra de dólares a fin de mantener el valor de los ingresos.- Los depósitos a plazos fijos u otro tipo de inversión bancaria, dada la proximidad con la Capital Federal y el Conurbano, se efectuaban en las entidades bancarias en las cuales el comerciante era cliente.- Las sucursales bancarias instaladas en el Partido siempre proveyeron a la plaza local de servicios menores como el pago de haberes jubilatorios o cobro de servicios y tasas, operando exclusivamente en servicios financieros con los residentes que, como consecuencia de la temporada, hubieran conseguido algún ingreso que les permitiera efectuar dichas operaciones; pero lo cierto es que el grueso del capital generado por la actividad turística era transferido fuera del Partido.- Esta pérdida de recursos solo se atemperaba en forma indirecta a través del incremento del volumen de las tasas de construcción percibida por el municipio derivado de la reactivación de la construcción en el período inter temporadas y los ingresos que el sector privado percibía debido al movimiento económico que esa actividad impulsaba en la plaza local.-
Analizamos anteriormente la situación de los residentes y los comerciantes temporarios.- En ambos casos, si bien en distinto grado, existió un vínculo de pertenencia con la zona: En el caso de los residentes es claro, y en el caso de los comerciantes temporales, justamente esa situación era la que los obligaba a mantenerse en contacto con la realidad cotidiana del Partido, aún fuera de los períodos vacacionales, pues la necesidad de rehabilitar su comercio en la siguiente temporada, con la expectativa de lograr una ganacia lucrativa, hacía que se vincularan durante el año, a través de viajes o contacto con residentes.- En cambio, el turista puro, el que vacacionaba durante la época estival y visitaba el Partido durante Semana Santa y vacaciones invernales, aún siendo propietario de bienes inmuebles de la zona, en general jamás se involucró con la realidad del Municipio mas alla de aportarle mensualmente el pago de la tasa municipal, a la cooperativa de servicios, el costo del servicio utilizado y al estado provincial el impuesto correspondiente.- En entrevistas realizadas con propietarios no residentes, la mayoría de ellos negó conocer datos mínimos acerca del Partido fuera de los vinculados a lo tuístico, como por ejemplo los sucesivos Intendentes, o que en alguna oportunidad la zona hubiera pertenecido al Partido de General Lavalle, además reconocieron que nunca se interesaron por el Partido de la Costa mas allá de su propiedad, que no se sintieron nunca parte de esa sociedad y que desconocían la actividad de los residentes fuera de la temporada.-
Esta autopercepción de los propietarios no residentes como simples turistas es decir, el comportamiento social similar al de turistas, de parte de quienes en realidad eran propietarios, que de desearlo hubieran podido, incluso, participar en la elección de las autoridades municipales con un simple trámite de cambio de domicilio, colaboró con el desarrollo de la dependencia turística, en virtud de que se presentaban ante los ojos de los residentes, de las autoridades municipales y de los comerciantes temporales como un "mercado cautivo" en un doble sentido:
- Por ser propietarios, quedaba garantizada su presencia todas las temporadas y su contribución tributaria; y
- Por comportarse como turistas, quedaba garantizado el movimiento comercial que el turismo genera.-
La década en estudio se caracterizó porque ese "mercado cautivo" se comportó tal cual se esperaba de él: Rutinariamente los propietarios construían sus propiedades en el Partido y abonaban sus impuestos; a fines de diciembre o principios de enero se trasladaban a su casa o departamento durante un mes, o hasta prinicipios de marzo y consumían los servicios que se les ofrecían.- Finalizada la temporada, retornaban a su lugar de origen y durante el año continuaban abonando sus impuestos, tasas y servicios, hasta la llegada del próximo verano.-
¿Que ocurriría si ese "mercado" decidiese, un verano, no concurrir a la Costa? No era una pregunta válida durante los años ’80, pues el círculo virtuoso antes descripto demostraba año tras año que eso no ocurriría, solo se trataba de generar, año tras año mas atracciones turísticas.-
En el caso de los residentes se debe hablar de sentido de pertenencia, pero en el caso de los propietarios, que se representaban a si mismos como turistas, el sentido de propiedad reemplazaba al sentido de pertenencia pero cumplía, paradojicamente, un rol semejante: el propietario no vacacionaba en "el Partido de la Costa", sino que vacacionaba en "su casa de la costa", esto entendido como símbolo de status económico y tradición a la vez, pero no como "ser" o "sentirse" parte del lugar.-
Lo dicho parece una sutileza dialéctica pero tiene una importante implicancia para la zona, pues si se analiza en profundidad se podrá ver que lo impensable en plenos ’80 se transformó en una realidad a principios de los ’90, cuando por causas económicas, se cambió al Partido de la Costa por destinos externos, o simplemente, se dejó de gozar de vacaciones.- Es que el turista propietario se comportó, precisamente, como lo había hecho hasta entonces, es decir, aplicando el sentido de propiedad, en función del cual eligió el destino que le resultaba mas económico y mas afín con sus ideas, económicas y de familia, las cuales también, a partir de fines de los ’80 y principios de los ‘90 comenzaron a modificarse al ritmo de los cambios que se imponían en los planos económicos y financieros generales del país (privatizaciones, convertibilidad, reforma del estado, etc).-
Recordemos que, entre otros cambios se modificaron las ideas de consumo, utilización de servicios, turismo e incluso de familia, vigentes hasta entonces y que analizamos al comienzo de este trabajo.- De haber existido sentido de pertenencia antes que sentido de propiedad, posiblemente hubiera sido distinto, pero los hechos demuestran que las propiedades sitas en la costa comenzaron a ofrecerce masivamente en alquiler o venta o se prestaron a familiares de menores recursos produciéndose, alrededor de 1992 en adelante, un proceso de recambio en el perfil del turista.- Esta nueva generación de turistas, en general ya no de clase media, sino de clase media empobrecida o de clase trabajadora, no propietarios, reemplazó a aquellos, modificándose el círculo virtuoso que explicamos al principio, pues estos últimos ya eran turistas en sentido puro, sin relación de pertenencia, ni siquiera de propiedad con la zona, no constituían el "mercado cautivo" de la década precedente y no mantenían el nivel de consumo de los anteriores generándose una retractación de la actividad comercial.-
Por su parte, la nueva economía del país produjo un redireccionamiento de las inversiones, las cuales dejaron de fluir hacia la construcción de unidades veraniegas con la consecuente y notable disminución del volumen de obras, el menor ingreso de las correspondientes tasas para el municipio y el creciente nivel de desocupación de la mano de obra ligada a la construcción ahora detenida .-
Así, el Partido de la Costa gozó de éxito y popularidad durante una década en la cual se estaba gestando un modelo económico que, una vez impuesto a pricipio de los ‘90, se cobró, entre otros, con la desarticulación de la clase media que aportó al desarrollo de la zona.- Este hecho y el no haber desarrollado actividades productivas a la par de la "turismo dependencia" colocó a este Partido en una encrucijada de díficil solución: La clase media propietaria, asfixiada por otros compromisos no solo dejó de veranear en la zona sino que también dejó de pagar sus impuestos; la actividad turística, que se limitó a una quincena en cada uno de los meses de enero y febrero, se hizo casi inexistente el resto del año.- El estado municipal a la luz de los mandatos económicos superiores, se encontró en permanente achicamiento, sumido en conflicto con los trabajadores y embarcado en la privatización espasmódica y desprolija de servicios vitales.-
En nuestro país, a partir de los hechos de diciembre de 2001, se abrió un proceso en el cual, la elección del actual Gobierno Nacional marca, presuntamente, el comienzo de una nueva etapa.- Si se logra producir un cambio similar a nivel local y desde allí proyectar hacia el futuro conociendo los errores pasados, es mucho lo que los residentes y las autoridades locales pueden hacer tomando la iniciativa y aprovechando los recursos humanos y naturales: El turismo debe seguir impulsándose, pero además hay campo para el desarrollo de actividades vinculadas a la producción agropecuaria, la pesca y otras; y en esta etapa deberán requerir de los propietarios no residentes su participación, hacerlos protagonistas y explorar las capacidades de ese grupo, a partir de actividades integradoras y utilizando la estructura existente en la Ciudad de Buenos Aires, como la Casa de la Costa o las oficinas de las cooperativas en esa Ciudad.- Así por ejemplo la celebración de cursos, charlas, jornadas o talleres, la organización de concursos o promociones o cualquier otra actividad que genere vínculos de pertenencia entre los no residentes, todo ello sin esperar ayuda o asistencia de los gobiernos provincial o nacional los cuales, por ahora, poco pueden hacer.-
Por Daniel Di Paolo ©
Quilmes Pcia de Bs As