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El todo y sus partes: coordenadas para un enfoque integral de la categoría individualidad


Partes: 1, 2

  1. Escuelas de orientación no marxista
  2. Escuela de orientación marxista

La Psicología como todo sistema científico, asentó su producción cognoscitiva en el espectro de posiciones filosóficas coexistentes a lo largo de la historia. Así, la comprensión del ser humano fluctuó desde el idealismo hasta el materialismo para explicar la esencia, origen y naturaleza de esta especie. La afiliación a una u otra posición determinó una concepción plural del hombre, mensurable en la escisión del pensamiento psicológico en dos subsistemas: las escuelas de orientación no marxista y la escuela de orientación marxista.

En las escuelas de orientación no marxista se vislumbra diversidad en cuanto a los principios, métodos y sistemas categoriales que se emplean para explicar la esencia humana. Su evolución se tipifica por constituirse en organizaciones teóricas cerradas al interno de la concepción filosófica que defienden, y abordar al individuo a punto de partida de mapas conceptuales rígidos que limitan el desarrollo del pensamiento científico en tal sentido.

Por su parte, la escuela de orientación marxista ha fundamentado su noción del individuo en el materialismo dialéctico, el cual se convirtió en principio teórico-metodológico aportando la concepción materialista de la dialéctica; la teoría materialista del reflejo; la teoría materialista de la actividad y la naturaleza social del hombre, desde un enfoque histórico-lógico. Estos postulados representan un nivel cualitativamente superior en la ciencia psicológica, en tanto desde un cuerpo teórico único explican la complejidad del psiquismo humano.

"[…] las distintas escuelas, corrientes han aportado conocimientos fragmentarios de una única y misma totalidad, y que cuando cada una ha creído ver el todo en su segmento, han dado lugar a teorías erróneas, distorsionadas o exageradas. A pesar de este proceso, cada escuela o corriente refleja parte de la realidad, que es necesario reencontrar y reubicar en la totalidad y unidad original […]. Hay que volver a recuperar lo que las escuelas, los métodos y los campos de la psicología desmenuzaron y dispersaron, desarticularon y formalizaron […] la tarea que incumbe realizar consiste en disolver falsas antítesis, transformando las antinomias irreductibles en lo que en realidad son: momentos de un solo proceso único […]".[1]La postura blegeriana define la línea de este estudio, afanado en la consecución de una teoría unificadora para comprender la individualidad a punto de partida de la formación, desarrollo y expresión de la personalidad.

Escuelas de orientación no marxista

  • Psicología Diferencial.

La Psicología Diferencial es un tipo de psicología experimental, cuyo objeto de estudio lo conforman las diferencias individuales con el propósito de establecer leyes válidas para toda la especie humana; la genética mendeliana resulta la plataforma teórica más adecuada para su práctica.

La génesis de sus estudios tiene como fundamentos la teoría evolucionista de Darwin de 1859, que postulaba las diferencias individuales en rasgos biológicos y conductuales cual factores determinantes en la selección natural; asimismo los trabajos de Francis Galton, quien introdujo el procesamiento estadístico de las diferencias individuales y la herencia.

Esta corriente advierte que la diversidad de rasgos entre los individuos es producto de causas constitucionales, asociadas a la herencia y a las influencias del medio externo. Cada uno de los rasgos que distinguen a un individuo de otro tienen un contenido genético y se trasmiten mediante los mecanismos de la herencia. La composición genética individual es estable y relativamente autónoma con respecto al ambiente, sin embargo la influencia de este adquiere notoriedad en el sentido de que individuos que comparten el mismo patrimonio genético no serán exactamente idénticos. Lo heredado se expresa en términos de posibilidad, y son las condiciones de existencia de las personas las que propician su materialización, ello se manifiesta en la expresión y desarrollo de las aptitudes.

Uno de los más connotados representantes de este movimiento es James Mckeen Cattell, quien estudió sistemáticamente las diferencias individuales mediante el empleo de test; no obstante su limitado alcance le impidió abordar el contenido real de la individualidad.

Los méritos fundamentales de la Psicología Diferencial son:

  • concebir conscientemente las diferencias individuales como núcleo teórico; si bien esto representa un aspecto de importancia en los estudios relacionados con la individualidad, dicho principio pierde relevancia al pretender legislar patrones para la especie como un todo, mediante la extrapolación de esquemas positivistas.

  • explicar acertadamente el automovimiento de lo biológico en la determinación de la individualidad.

  • reconocer la interinfluencia de lo heredado y lo ambiental como constituyentes de las diferencias individuales.

  • identificar la aptitud como indicador de la individualidad en su estructura y función.

  • Psicoanálisis.

Para Sigmund Freud, el autor principal de este enfoque, la configuración psíquica del individuo tiene un carácter esencialmente biologicista. El sujeto freudiano es una resultante de su mundo interno. Al respecto versa el análisis de Enrique Pichón Riviere:

"[…] Freud alcanzó por momentos, una visión integral del problema de la interrelación hombre-sociedad, sin poder desprenderse, a pesar de ello, de una concepción antropocéntrica, que le impidió desarrollar un enfoque dialéctico.

A pesar de percibir la falacia de la oposición dilemática entre psicología individual y psicología colectiva, su apego a la "mitología" del psicoanálisis, de la teoría instintiva, y su desconocimiento de la dimensión ecológica, le

impidieron la formulación de lo vislumbrado, esto es, de que toda la psicología, en un sentido estricto, es social."[2]

Su teoría de la personalidad define como determinantes del desarrollo psíquico la interacción entre las disposiciones heredadas- "constitución", la totalidad de elementos innatos y adquiridos en las fases del desarrollo biológico-; y las experiencias accidentales-"constelación", conjunto de situaciones exteriores a las que se expone el individuo. La evolución personológica está sujeta a las experiencias vitales que pueden estimular o limitar las potencialidades innatas; es entonces el ambiente factor de influencias prevalentes en la configuración de la personalidad.

Desde el punto de vista estructural, la revisión en 1921 de su teoría plantea la división de la personalidad en tres instancias: el ello, el yo y el superyo. El ello constituye el reservorio de lo heredado, especialmente de lo instintivo, expresa "la verdadera intención de la vida del organismo individual, a saber, la inmediata satisfacción de sus necesidades innatas."[3]Es inconsciente y constituye la fuente de energía psíquica. Da lugar al surgimiento del yo y el superyo; determina el dinamismo de la personalidad y representa el mundo interno de la experiencia subjetiva.

El yo es el mediador entre los requerimientos instintivos del ello y el superyo, busca el equilibrio de la personalidad. Está orientado hacia el mundo exterior, y en consecuencia facilita las percepciones del mismo propiciando el surgimiento de la conciencia; es en esencia consciente, "[…] el yo representa en la vida anímica la razón y la reflexión mientras que el ello representa las pasiones indómitas."[4]

El superyo se establece a escala individual como el regulador moral de la personalidad, encarnando valores sociales tradicionales y el ideal moral del yo. Es una instancia antagónica al ello, inhibe sus impulsos al imponerle los cánones morales de la sociedad en detrimento de los objetivos realistas. Es consciente.

Freud sitúa la realización individual cual fase superior de los procesos de regulación y autorregulación de la personalidad, resultante de la interacción entre el ello y el superyo. Este estadio en la concepción freudiana acontece en la medida en que el yo se fortifica en menos cabo del ello y el superyo. En esta etapa del desarrollo individual el yo profundiza en el conocimiento del superyo, sometiéndolo a una crítica racional que decanta el contenido irrelevante de esta estructura.Así, el yo se apropia de contenidos del superyo como unidades de sentido; se torna "dueño" de su función en la regulación conductual alcanzando la verdadera armonía entre las estructuras antagónicas. Ello da cuenta del lugar de la autodeterminación en el comportamiento humano.

Las aportaciones del psicoanálisis ortodoxo, específicamente de la obra freudiana, en la comprensión de la individualidad pueden resumirse en:

  • identificar los factores biológico, psicológico y social como constituyentes del psiquismo humano, y

  • entender la realización individual como un estadio superior en el proceso de desarrollo de la personalidad; en este sentido destaca la capacidad de autodeterminación como indicador de este proceso.

Alfred Adler, considerado como el fundador de la psicología individual, presenta dentro del psicoanálisis un enfoque sociocultural.

La comprensión del ser humano en Adler, es un manifiesto en defensa de la individualidad. Concebía al hombre como un ideofenómeno: "Tipos, semejanzas y parecidos aproximados son a menudo o entidades que deben su existencia meramente a la pobreza de nuestro lenguaje, incapaz de dar una expresión simple a los matices que siempre están presentes, o resultados de una probabilidad estadística. No debiera permitirse que la evidencia de su existencia degenerara en el establecimiento de una norma fija. Tal evidencia no puede acercarnos a la comprensión del caso individual. Sólo puede utilizarse para iluminar una zona en la que debe hallarse el caso individual en su unicidad."[5]

Plantea como determinantes de las particularidades individuales la herencia y el ambiente, y un tercer factor denominado "poder creativo" que surge tras los cuatro o cinco años y combinando las potencialidades innatas y las influencias ambientales; es en última instancia dicha síntesis quien determina lo distintivo en el ámbito individual. Es este factor el que marca fundamentalmente el desarrollo de la personalidad, actualizando su contenido motivacional y dinamizando la conducta.

El estilo de vida constituye "el movimiento persistente hacia la superioridad"; expresa las principales ideas del autor con respecto a la determinación de la individualidad. En el contexto del estilo de vida se revela la fuerza del poder creativo, quien cataliza el movimiento hacia la superioridad. Es el escenario donde se manifiesta la individualidad, debido a que el hombre en el tránsito a la superioridad despliega todo su potencial personológico en función de conseguir la meta, que aunque de carácter universal se individualiza dado el sentido personal y la actitud asumida por cada individuo.

No obstante privilegiar en el análisis el nivel individual de la subjetividad, reconoce el nivel social al suponer que las condiciones de vida en comunidad constituyen el punto de partida para el desarrollo personal. "El hombre únicamente podría bastarse a sí mismo una vez situado en condiciones particularmente favorables. Sin embargo, estas condiciones solo le son suministradas por la vida en grupo."[6]

Un sumario de los aspectos más relevantes de la teoría adleriana implica:

  • identificar los factores hereditario, ambiental, y el poder creativo como determinantes de la evolución personológica. En tal sentido vale destacar el impacto del poder creativo, entendido en términos de lo psicológico, en la dinámica de desarrollo de la personalidad al definir la direccionalidad de la conducta. Asimismo se reconoce el carácter interactivo que le concede a estos factores.

  • comprender la exclusividad del individuo, en tanto entidad personológica, única e irrepetible.

  • distinguir el principio de la individualidad como cualidad potencial de los sujetos; sin embargo, el mecanismo enunciado por el autor para la realización de dicha potencialidad, yerra al reducirlo a condiciones innatas de desarrollo en contraposición a su tesis de lo social como condición sine qua non para el desarrollo humano.

  • convergencia de lo social y lo individual superando el antagonismo precedente. Lo social figura como un posible punto de partida para el desarrollo individual.

Un elemento central en la obra de Carl Gustav Jung es la individuación, concepto que denota la plena diferenciación e integración de la personalidad.

Para Jung la individuación permite cumplir cabalmente "los destinos colectivos" del hombre, debido a que ser eficiente en la actividad social depende en cierto grado, de las posibilidades que este sistema de influencias propicia para la realización de las potencialidades individuales. Es un proceso de desarrollo psicológico que realiza los "destinos individuales" compulsando al ser humano a convertirse en individuo. "Individuación significa hacerse individuo, en tanto que por individuo entendemos nuestra más íntima, última e incomparable particularidad."[7]

Este autor plantea el desarrollo de la personalidad sobre la base de "posibilidades" y "disposiciones" primarias que se diferencian e integran progresivamente de lo general a lo particular. El sustrato de este proceso es de origen genético, y evoluciona en función de las condiciones ambientales. En este sentido, si bien el ambiente puede favorecer, Jung señala que tanto las exigencias sociales como el inconsciente colectivo pueden operar en detrimento del individuo: "La individuación significa libertad con respecto a estas fuerzas opresoras."[8]

La teoría junguiana de la individuación describe tácitamente cómo ocurre la evolución de la individualidad. La esencia de este proceso es el "conocimiento de sí", que transcurre al decir de Jung, del "anonimato inconsciente" al " anonimato consciente" en cuatro etapas con lapso aproximado de diez años cada una:

  • 1. Dominancia del inconsciente colectivo en los estadios iniciales del desarrollo debido a la ausencia de un perfil psicológico individual, lo que desaparece paulatinamente. Un hito lo constituye la conciencia del "yo" alrededor de los 3 años.

  • 2. Se enmarca en el comienzo de la pubertad, y está caracterizada por la progresiva ruptura psicológica con los padres.

  • 3. Se define por la coherencia del "yo" y culmina con la adquisición de la plena individualidad.

  • 4. Adaptación e integración en la conciencia individual del rol social. Entre los 40 y 45 años irrumpe el sentido de la vida como problemática fundamental.

Lo notable en la teorización de Carl G. Jung, se centra en:

  • comprender la individuación como proceso de evolución de la individualidad. Debe señalarse la elucidación de las etapas de dicho proceso como rasgo importante en la teoría junguiana, por cuanto se erige como referente para el análisis prospectivo de la categoría individualidad.

  • revelar el autoconocimiento como indicador del desarrollo de la individualidad.

  • dilucidar lo social en su doble condición como determinante de la individualidad, tanto en su aspecto positivo como negativo.

Erich Fromm sistematizó en sus trabajos la significación de la "libertad" en el proceso de gestación de lo individual, entendida como la "emergencia de la primitiva unidad indistinta con los demás y la naturaleza"[9]del hombre; y la plena expresión de sus potencialidades.

En las fases iniciales de la ontogénesis, el hombre aparece en simbiosis con las instancias socializadoras que le proporcionan seguridad y limitan al mismo tiempo la expresión afectiva, cognitiva y volitiva de su ser individual. A través del proceso de individuación, el sujeto progresivamente alcanza mayor "conciencia de sí mismo", que lo conduce al conflicto libertad versus evasión de la responsabilidad que ella entraña. La individuación hace referencia al "proceso por el cual el individuo se desprende de sus lazos originales".[10]

Las vías de solución al conflicto planteado implican por una parte la plena conciencia del yo individual, materializada en la autorregulación como nivel personológico superior estructurado sobre la base de la congruencia de lo cognitivo y afectivo; que manifiesta reconocimiento del sí mismo, capacidad de crítica, autonomía en el entorno social, capacidad creativa y de autodeterminación, como indicadores de la libre expresión de la individualidad. Por otra parte, supone la evasión de la conciencia del yo individual, sustituyéndola por lo instituido que compulsa a la estandarización de los individuos, anulando la expresión de su individualidad.

En este sentido Fromm describe tres mecanismos de evasión de la responsabilidad que significa la libertad: el autoritarismo, la destructividad y la conformidad automática. El autoritarismo implica la fusión del individuo con formas supraindividuales de existencia suministradoras de la energía que necesita; este mecanismo se evidencia en la tendencia a la sumisión y la dominación. La destructividad obedece a una predisposición a desechar los objetos que son percibidos por el organismo como una amenaza externa, con el objetivo de contrarrestar vivencias de impotencia ante el aislamiento. La conformidad automática es el más utilizado de todos; se trata de la solución del conflicto yo-mundo mediante la subversión de la individualidad a partir de que el sujeto adopte las regulaciones socialmente establecidas, que conllevan a la alienación, y en consecuencia a la superación del miedo al aislamiento. Estos mecanismos reflejan la impronta negativa de lo social en el desarrollo de la personalidad.

La individuación desde la perspectiva ontogenética es un resultado a posteriori de su análisis filogenético, así el autor descubre el carácter histórico de la evolución individual. "La historia social del hombre se inició al emerger este de un estado de unicidad indiferenciada del mundo natural, para adquirir conciencia de sí mismo como de una entidad separada y distinta de la naturaleza y de los hombres que lo rodeaban"; y continúa diciendo Fromm con respecto al proceso de individuación: "[…] parece haber alcanzado su mayor intensidad durante los siglos comprendidos entre la Reforma y nuestros tiempos".[11]

La determinación individual en Fromm tiene como corolario lo social, aunque no rechaza lo biológico-instintivo característico de las posiciones psicoanalíticas. El lugar de lo biológico en su concepción está en el temperamento que es el modo de reaccionar, siendo "constitucional e inmodificable"; en él se correlacionan los procesos somáticos y es heredado.(Wolman, B. B., 1967).

La convergencia de lo heredado y lo socialmente adquirido se observa en la comprensión del carácter, determinado por el temperamento y las influencias socioculturales. En el carácter se distinguen dos dimensiones: la individual, que aduce a las características que resultantes de la combinación original del conjunto de rasgos personales, diferencian a uno u otro individuo en el ámbito grupal; y la social, que alude a la totalidad de rasgos socialmente compartidos por los miembros de un grupo. Sin embargo, señala como determinante fundamental de esta estructura de la personalidad las condiciones socioeconómicas, que en cada formación y momento histórico-concreto acotan el desarrollo personal.

En su obra se aborda lo social y lo individual con una perspectiva dialéctica. Lo social se comprende a la luz de la configuración dinámica de la subjetividad individual, a su vez esta como reflejo de la realidad social se construye en su escenario.

Un inventario de los aspectos positivos en la elaboración teórica de Erich Fromm, apunta a:

  • reconocer el papel de lo histórico en el proceso de desarrollo de la

personalidad.

  • sistematizar las dimensiones de lo social en la formación y desarrollo de la personalidad, superando concepciones precedentes que reducían este factor a las influencias ambientales.

  • mostrar la dialéctica de lo social y lo individual en la conformación de lo psicológico; no obstante debe señalarse que este principio se desconoce al ponderar lo social como ente estructurador del contenido psicológico, otorgándole a lo individual un carácter reactivo al respecto.

  • identificar lo afectivo, cognitivo y volitivo como instancias de expresión de la individualidad.

  • enunciar como indicadores del desarrollo de la individualidad el autoconocimiento, la autonomía, la capacidad de crítica, la autodeterminación y la creatividad.

  • señalar patrones de conducta que tipifican la pérdida de la individualidad.

La teoría de Eric Erickson con respecto a la personalidad tiene como leiv motiv la maduración del ego, devenida de la solución de los conflictos que enfrenta el individuo durante su existencia. La naturaleza de estos conflictos se despoja del influjo psicoanalítico anterior, su origen no esta en necesidades sexuales sino en las limitantes de la cultura para la satisfacción de necesidades de otro orden. El desarrollo en la dinámica ericksoniana se asocia a la superación de problemas universales como la identidad, autonomía y confianza que poseen un carácter cíclico en la ontogenia humana.

La resolución de los conflictos favorece la cualificación en un nivel superior de las fuerzas del ego, que determinan la continuidad evolutiva de los sujetos. El desarrollo del ego está pautado por la relación de lo sociocultural y lo individual: en la medida en que los sujetos son capaces de operar efectivamente con los elementos de la cultura para solucionar sus conflictos, se alcanzan logros del ego, y en consecuencia este se fortalece.

Los principales logros del ego alcanzados durante el ciclo vital son en su esencia testimonios del desarrollo de la individualidad. Entre ellos el autor cita: el sentido de confianza(prepara para tomar decisiones, favorece la confianza y respeto hacia los otros); la autonomía (capacidad de elegir, tomar decisiones, autocontrol, autoafirmación, voluntariedad del comportamiento); la iniciativa(dimensión de la perspectiva individual a largo o corto plazo); laboriosidad(adquisición de habilidades para el desempeño competente ante las circunstancias de la vida); el sentido de identidad ( continuidad en los diversos roles que se asumen, proporciona estabilidad, dignidad y unidad; se enriquece por la valoración social recibida); el sentido de intimidad (su nutriente por excelencia es la capacidad de amar, se relaciona con la compasión, simpatía, y afiliación); la generatividad o productividad (capacidad para trabaja productivamente con remuneración); la integridad (se logra hacia la última etapa de la vida durante la cual se fortalece la personalidad en sabiduría y se unifica). Estos logros permiten la eficacia de la conducta individual y son signo de la madurez alcanzada por la personalidad.

El principal aporte de Erickson radica en:

  • enunciar posibles indicadores del desarrollo de la individualidad, que abordan desde un enfoque holístico la personalidad en las condiciones de interacción social.

  • Psicología Humanista.

La Psicología Humanista es una concepción opuesta al psicoanálisis y al conductismo. Parte del principio del ser humano como entidad irrepetible y con una compulsión hacia la autorrealización. La autodeterminación constituye por consensus ómnium el mecanismo directriz en la autorrealización, al sustituir las causas del comportamiento por intenciones y propósitos individuales. Este énfasis en el determinismo interno no niega la influencia de lo social en la formación de la personalidad; en esta escuela un criterio de salud es la integración social del individuo.

Andras Angyal desde un esquema biologicista explica la tendencia del individuo a la autorrealización. Supone que la vida de los "organismos" transcurre en función de la autoexpansión, proceso que tiene lugar a escala individual a través de la asimilación de factores externos al organismo, y la producción que trasciende sus límites. Ambos mecanismos son la piedra angular de esta tendencia, en tanto reflejan el automovimiento del organismo para la realización de sus potencialidades (autoexpansión).

Este proceso tiene como escenario la "biosfera", espacio que incluye al individuo y su medio como unidad indisoluble. Sin embargo, las fuerzas autónomas que direccionan la vida del organismo se oponen al influjo de los factores externos, lo que expresa su facultad de autodeterminación. En dependencia de la tendencia que predomine en la biosfera, sea autodeterminación ("autonomía organísmica") o determinación externa ("heteronomía ambiental"), esta se divide en dos polos: el sujeto y el objeto.

El sujeto de Angyal es en esencia de tipo biológico y está configurado simbólicamente en el organismo; en él se sintetizan la percepción del cuerpo, la actividad psicológica y factores externos. Su expresión se concretiza en la conciencia de sí mismo del individuo, la que se alcanza en el umbral de la autonomía dando cuenta de la funcionalidad del "yo" en los sujetos. La veracidad de esta representación subjetiva indica la tendencia de desarrollo del organismo: la autonomía organísmica se asocia con la estructuración y funcionalidad del sujeto; mientras la heteronomía reduce al sujeto a la condición de objeto.

En el ámbito grupal el desarrollo de los individuos esta pautado por la homonomía, "tendencia a estar en armonía con unidades supraindividuales, el grupo social, la naturaleza, Dios, el orden ético del mundo o cualquier otra cosa que la persona pueda formular".[12]A primera vista esta tesis podría resultar una paradoja con respecto a la autonomía, pero en este caso la tendencia a la integración social apunta a un desarrollo que trasciende desde la "individualidad" los límites individuales. Su objeto está en la búsqueda de identidad en el conjunto de atributos de la vida social.

El autor concibe el sistema de influencias sociales estructurado en dos niveles: el simbiótico y el cultural. En el primero las relaciones humanas no son profundas, aparecen en la esfera productiva y contribuyen al enriquecimiento del sistema axiológico de los sujetos. El cultural regula el comportamiento, comprende contenidos instituidos en el contexto social, así le otorga valencia positiva o negativa; su función más importante es catalizar la tendencia a la homonomía.

En la obra de Andras Angyal cabe significar los siguientes elementos:

  • otorgar carácter activo al sujeto en su proceso de autoexpansión, visto a través de los mecanismos de asimilación y producción.

  • señalar la percepción del cuerpo, la actividad psicológica y los factores externos al organismo como componentes estructurales del sujeto, revelándolo como constructo en el que se sintetizan lo individual y lo social.

  • reconocer la relación armónica entre lo individual y lo grupal en el desarrollo humano, donde lo segundo funciona como contexto de extensión de lo primero.

Gordon William Allport concibe el desarrollo de la ciencia psicológica a partir de la aceptación de la individualidad como premisa de la naturaleza humana; este hecho se fundamenta en la singularidad que aporta al individuo la combinación de factores constitucionales (lo congénito y lo hereditario), ambientales (lo adquirido), y psicológicos (la vivencia).

Como uno de los núcleos de la personalidad cita a la individualidad. La personalidad en Allport tiene una connotación interna y se refiere a "la organización dinámica en el interior del individuo de los sistemas psicofísicos (hábitos, disposiciones y actitudes)[13] que determinan su conducta y su pensamiento característicos"[14]. La individualidad le confiere distinción a la personalidad, evidenciándose en patrones exclusivos de adaptación a los acontecimientos del medio, denominados por Allport ajustes; estos ilustran el rol activo y transformador del individuo. La conducta es eficiente en la medida que permite el ajuste del sujeto al medio, así las necesidades encuentran su objeto de satisfacción en motivos, vistos por el autor como "rasgos" o " disposición personal". Estos se componen por un sistema de hábitos que responden a un mismo sentido psicológico, lo que explica las diferencias interindividuales del comportamiento humano en el proceso de adaptación. "Una disposición personal es una estructura neuropsíquica generalizada (peculiar del individuo), que posee la capacidad de convertir a muchos estímulos en funcionalmente equivalentes y de iniciar y guiar formas consistentes (equivalentes) de conducta adaptativa y estilística".[15] De esta forma se explica en su complejidad el contenido dinámico de la personalidad como sistema motivacional que tiene por principio la autorrealización.

El estudio de la personalidad en Allport define desde el punto de vista estructural categorías como el "yo", el "propium" y la "personalidad madura" para explicar su funcionamiento; dichas estructuras son estadios cualitativamente superiores del continuum que significa la personalidad.

El yo definido en este sistema teórico no difiere sustancialmente de la propuesta psicoanalítica, en tal sentido se subraya su interactividad con el medio dada la ubicación externa en la organización personológica. El autor asocia la productividad del individuo al comprometimiento de su yo con las diversas áreas de la personalidad. Esta formación tiene un carácter activo que permite integrar el contenido psicológico y direccionar el comportamiento en función de la motivación. Un nivel de profundidad mayor en el análisis de esta estructura condujo a la definición del sí mismo. Este tiene como elementos constitutivos: el sentido de sí mismo corporal; el sentido de una continua identidad de sí mismo; la estimación de sí mismo, amor propio; la extensión del sí mismo; el sí mismo como solucionador racional; y el esfuerzo orientado.

Cuando la autoconciencia (imagen de sí mismo), y la conciencia alcanzan autonomía en la regulación del comportamiento emerge el propium como nivel de mayor jerarquía en el desarrollo de la personalidad, síntesis cognitiva-afectiva del yo y del sí mismo. Esta estructura de fuerte contenido motivacional no siempre se hace consciente en la actuación del sujeto, dado el estatus de integración que representa. El propium constituye una característica de la personalidad madura.

La personalidad madura es un nivel funcional superior determinado por un sistema de indicadores que no estandarizan al sujeto, sino que se abren a la expresión auténtica de su individualidad. "Hay tantos modos de desarrollo como individuos en crecimiento y en cada caso el producto final es único".[16]

Los indicadores utilizados para definir este nivel de funcionamiento son: variedad de intereses autónomos socialmente orientados (riqueza de la esfera motivacional del sujeto orientada hacia la integración social sobre la base de su sentido psicológico); autoobjetivación (capacidad de ejercer adecuadamente juicios en torno a los recursos personales y las posibilidades del medio, acerca de sí mismo y en relación con los otros); y filosofía unificadora de la vida (concepción del mundo abarcadora que expresa el dominio de un amplio espectro de conocimientos, traducido en una variada esfera de intereses que movilice la proyección del sujeto de manera estable).

En la personalidad madura se integran las tendencias a la autorrealización y autorregulación a través de la autonomía funcional de los motivos. Este proceso tiene como vórtice la esfera de realización personal del sujeto, donde los contenidos psicológicos se tornan síntesis de mayor amplitud y calidad, alcanzando un nivel de desarrollo tal que le permite materializar autónomamente su tendencia autorrealizadora.

Las características que Allport distingue en la madurez dan cuenta de una personalidad autoconsciente, con un elevado potencial regulador y una autovaloración adecuada. Estos contenidos personológicos se erigen sobre una concepción del mundo tipificada por un alto nivel de elaboración, estabilidad emocional y una integración social armónica.

Los análisis de la personalidad en Allport merecen destaque por:

  • identificar la individualidad como uno de los entes estructuradores de la personalidad, que la hace singular.

  • señalar los aspectos biológico, psicológico y social como componentes de la individualidad.

  • reconocer la autorregulación como principio rector en el desarrollo de la personalidad.

  • definir la personalidad madura como nivel superior de funcionamiento en el que se integran las tendencias a la autorrealización y autorregulación.

  • enunciar los indicadores que definen la personalidad madura: variedad de intereses autónomos socialmente orientados, autoobjetivación y filosofía unificadora de la vida. Estos indicadores constituyen un referente para la evaluación del desarrollo de la individualidad, así como las características propias de este nivel funcional.

La cumbre en los estudios sobre la personalidad de Abraham Harold Maslow, es sin dudas su teoría de la motivación, la cual tiene un enfoque biologista y asume el principio psicoanalítico del placer. Postula una jerarquía de necesidades que se ubican desde el nivel que corresponde a las inferiores (necesidades fisiológicas), hasta las superiores (necesidades de autorrealización). Una vez satisfechas las necesidades de rango inferior emergen en el individuo motivos relacionados con la autorrealización. Dicha tendencia se define como "[…] realización creciente de las potencialidades, capacidades y talentos; como cumplimiento de la misión – o llamado, destino, vocación -; como conocimiento y aceptación más plenos de la naturaleza intrínseca propia y como tendencia constante hacia la unidad, integración o sinergia, dentro de los límites de la misma persona".[17]

Esta teoría expone la comprensión masloviana acerca de la individualidad. Según el autor, la autorrealización es "idiosincrática", en cada individuo adquiere un sentido diferente. La especie manifiesta comunidad en la satisfacción de las necesidades básicas, mientras que es en la respuesta a las demandas de orden superior donde se patentizan las diferencias, en tanto su contenido está en la naturaleza interna de los individuos. Los mecanismos satisfactores propuestos obvian la determinación social del hombre, apareciendo individuo y medio como entes aislados. En relación con este aspecto, la concepción de Maslow es ambigua al asignar en otras circunstancias carácter activo/ pasivo al individuo y al medio indistintamente.

La tendencia a la autorrealización tiene un condicionamiento interno de tipo biológico que combina los instintos con el potencial psicológico, configurándose inclinaciones y disposiciones que dirigen la conducta en función del autodesarrollo. Es una tendencia que siempre existe, aún de modo inconsciente. La autorrealización debe ser entendida como proceso que no evoluciona per se, sino está determinada por agentes externos como la cultura y las instancias de socialización. Existe en el individuo en términos de potencialidad, y su concreción depende de la capacidad del sujeto para ser consciente de las necesidades que están en su origen, a pesar del influjo nocivo que pudiera ejercer el medio. Esta capacidad de hacer consciente la potencialidad y en consecuencia regularse por su tendencia, manifiesta la individualidad. Maslow señala las "experiencias cumbres" y las de "trascendencia" como estadios superiores de la tendencia hacia la autorrealización, donde existe un alto nivel de integración de los contenidos de la personalidad expresados como sentidos psicológicos.

Cuando la tendencia a la autorrealización se encuentra obstaculizada sobreviene la enfermedad, así en este modelo teórico la salud psíquica se asocia con una personalidad autorrealizada que se caracteriza por una regulación pautada por las necesidades de orden superior. El sujeto sano es flexible, rico emocionalmente, capaz de reconceptualizar su campo de acción; tiene capacidad de juicio propio y un amplio conocimiento del medio, que le permiten actuar en este estableciendo vínculos interpersonales efectivos, de forma creativa y autónoma, teniendo como soporte una autoestima positiva.

El balance de la labor masloviana arroja como lo sobresaliente:

  • reconocer el papel de la individualidad en la autorrealización, aunque sin advertir el verdadero potencial que significa en la misma.

  • comprender el carácter procesal de la autorrealización, vista como potencialidad en todos los individuos y fuente primaria de sus diferencias.

  • señalar las características de la personalidad autorrealizada como posibles indicadores de la individualidad.

Carl Rogers admite el desarrollo individual a partir de una propensión innata a la realización ("autoactualización"), proceso que conduce a la diferenciación, mantenimiento y expresión del organismo. Esta tendencia se ordena alrededor del "yo" o "sí mismo".

El sí mismo resulta de la simbolización por parte del sujeto de su mundo experiencial; emerge como instancia organizadora de la totalidad de "experiencias" que configuran el psiquismo humano. Para el autor, esta entidad es una "Gestalt" conformada por las percepciones del yo en interacción con el ambiente y las valoraciones de los otros. "Está integrada por percepciones de las propias características y capacidades, los preceptos del sí mismo en relación con los demás y el ambiente, las cualidades valiosas que se perciben asociadas con experiencias y objetos; y las metas e ideales que se perciben como valencias positivas o negativas".[18]

La tendencia actualizante regula el comportamiento del sujeto en aras de la comprensión del sí mismo; tiene como ejes a la autoconciencia y a la autovaloración que propician su funcionamiento autónomo. Es el sustrato dinámico del comportamiento, mientras el sí mismo es quien lo direcciona. Al nivel subjetivo, esta propensión actualizante genera necesidades y motivos que movilizan a la personalidad, su objeto satisfactor emana del campo fenoménico interno del individuo que de conformidad con la experiencia pasada y presente, debe hacer soluble en el plano conductual estos requerimientos, revelándose la función reguladora del yo. Siendo el yo totalidad del campo de experiencias individuales, permite la autorrealización sin las limitantes que impone lo externo para la expresión auténtica de la personalidad.

Este proceso está mediatizado por un elevado nivel de autoconocimiento, adecuada autovaloración, autoestima positiva y capacidad de autodeterminación; lo que implica ser "genuinos" en consonancia con los afectos y cogniciones propios, independientemente de las restricciones sociales, las cuales ejercen presión psicológica y conducen a la alienación del sujeto en el entorno social dado su impacto en la gratificación afectiva. Lo social se convierte en contribuyente favorable de la autoactualización en la medida en que condiciona vínculos personales desarrolladores de la subjetividad individual, nucleados por la aceptación de la diversidad, la comprensión y la autenticidad; todo lo cual prescribe un clima interactivo saludable que se especifica por la integración, la expresividad, la iniciativa, la seguridad y la creatividad en el afrontamiento de los eventos vitales. "Cuando logro sentir con libertad la capacidad de ser una persona independiente, descubro que puedo comprender y aceptar al otro con mayor profundidad porque no temo perderme a mí mismo"[19]. Así, el principio rogeriano de la plenitud postula que las personas son plenas según referentes individuales, de ahí su condición única e irrepetible.

Lo más trascendente en C. Rogers a los fines del estudio, resulta:

  • identificar el nivel individual como centro en el abordaje del hombre, a través de la comprensión del sí mismo.

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