Descargar

Mercado emergente y crisis financiera internacional (página 3)


Partes: 1, 2, 3

Pero el déficit crecía y ante este incremento y la falta de financiamiento, el gobierno dispuso un sistema de rescate de títulos de deuda para reducir sus compromisos. Esto dio a las grandes empresas la oportunidad de obtener nuevamente rentas financieras, en la medida que podían cancelar deudas fiscales y bancarias con bonos. A los fines, el Estado se convertía en socio de empresas en crisis

edu.red

5. El cambio sistémico internacional y su impacto en la relación

Argentina – FMI

Los atentados ocurridos el 11 de septiembre de 2001, que a nuestro entender cierran la década de los noventa, entendida ésta como la del triunfo del "capitalismo y la democracia", golpearon las perspectivas de la economía global y la economía argentina ya en dificultades. En este orden de ideas Gabriel Rubinstein sostiene que: "el 11 de septiembre será una fecha que no se borre fácilmente para la economía".

Como hemos sostenido: "Los atentados del 11 de septiembre además de un ataque contra los símbolos del poder norteamericano fueron, como cualquier acto terrorista, un ataque contra la libertad y los derechos de las personas que constituyen la razón primera de la democracia liberal. Aquél acto criminal fue calificado entonces como de "terrorismo internacional", y no sólo porque fue planeado por individuos de diferentes nacionalidades sino principalmente porque era un ataque contra la "seguridad y estabilidad" del orden internacional dominado por la potencia hegemónica estadounidense".

Con los atentados del 11/9 se da un cambio en la agenda de los Estados Unidos. Se dejará así definitivamente la "agenda de cooperación" iniciada en la era Clinton y se pasará a una "agenda de seguridad" que hasta el momento caracteiza a la administración republicana. Este cambio de agendas sobrevino cuando la Argentina presumía la llegada del tiempo para comenzar a indagar en la reestructuración de la deuda, "quizás la única receta capaz de ayudar a reanimar la economía deprimida desde hace tres años".

Como sostienen Russell y Tokatlián: "El martes 11 de septiembre de 2001 quedará en nosotros y en quienes nos sucedan como uno de los días que marcan una divisoria de aguas en la historia de la humanidad. Los atentados terroristas en los Estados Unidos constituyen no sólo el fin de un breve período de transición conocido como la posguerra fría, sino también el inicio nada auspicioso de un nuevo orden mundial. (…). La atmósfera en que operaron el comercio internacional, la inversión extranjera directa y los flujos de capital cambio a partir de dichos sucesos.

"Por primera vez en muchas décadas, la economía norteamericana sufrió en carne propia las reacciones negativas que los mercados internacionales suelen tener para castigar sin contemplaciones la falta de seguridad económica, política y jurídica de los países emergentes. Ésta vez, sin embargo, esos mismos mercados, que siempre vieron a Wall Street como la meca del capitalismo y las oportunidades, huyeron despavoridos y se llevaron sus inversiones en dólares a las más tranquilas aguas del euro y el oro, que el martes por la tarde se transformaron en el centro de las inversiones de todos aquellos operadores internacionales que buscaban un poco de tranquilidad".

Los mercados accionarios de Estados Unidos registraron de forma inmediata el impacto de los ataques al World Trade Center. Al reabrir los mercados el 17 de septiembre, el índice Dow Jones perdió un 14 % durante la primera semana después del ataque, lo que constituyó la mayor caída semanal desde 1933.

Aunque los mercados de valores se recuperaron luego del impacto inicial, el impacto acumulativo de los acontecimientos en una economía que ya estaba enfriándose -recesión de mediados de 2000 en la "nueva economía", cuestión que se reflejó en los datos del tercer trimestre del PBI, que indicaban una caída de más del 0,4 % en la marcha de la actividad económica norteamericana, lo que representaba su primera caída en 10 años. Los efectos del 11/9 se extendieron más allá de la economía estadounidense. En su rápida desaceleración Estados Unidos arrastra al resto de la economía global. Por ejemplo, Singapur y Taiwán, dos de las economías más exportadoras del mundo, comunicaron que su producción económica había caído un 5,6 % y 4,2 % en el tercer trimestre de 2001.

El sector financiero fue aquel que se sintió más afectado por el impacto generado por los ataques terroristas. Especialmente debido a que el incremento de la recesión en la economía estadounidense redujo el capital disponible para la inversión y el sector más afectado fue el constituido por los mercados emergentes. El aumento del riesgo, y la caída de las ganancias hicieron que estos mercados fueran especialmente vulnerables a los recortes tras los ataques.

"Muchos, hasta se animan a pronosticar duras consecuencias para los países emergentes, entre los que está la Argentina, que serían los primeros y principales perjudicados si la economía mundial se resiente pro el ataque masivo a los estados Unidos, sobre todo si los inversores internacionales deciden bajar el riesgo de sus inversiones hasta que el panorama se aclare y retiran masivamente de sus carteras las inversiones en estos países".

En lo que respecta a América Latina, muchas exportaciones de nuestros países cayeron a lo que también debe sumarse una disminución del precio internacional de los productos exportados. Por ejemplo, el precio del crudo cayó un 31 % en los dos meses siguientes al ataque. Los de soja y café un 9 %, y del cobre un 6 %. Con implicancias directas para nuestro país en el caso de alguno de estos productos. El Banco Mundial estimó que los flujos de capital para los países en desarrollo caerían un tercio hasta los 160.000 millones de dólares.

Los atentados del 11/9 golpearon duramente a nuestro país. Siendo Argentina un país que dependía de la entrada de capitales para poder sobrevivir y sin credibilidad por parte de los mercados financieros internacionales, sufrir una disminución de los flujos de capital fue un retroceso que agravó la difícil situación. "Para la Argentina, las posibilidades de lograr más ayuda externa para canjes de deuda será ahora más difícil de obtener".

Tampoco nuestro país podía beneficiarse de una posible reorientación de la inversión externa de América Latina, debido a que las empresas argentinas no forman parte de las cadenas de producción verticalmente integradas con el mercado norteamericanos que vuelve a México un destino más atractivo. A esto debe sumarse la situación de colapso económico inminente que actuaba como desalentador de la inversión extranjera.

La mejora de la situación de Argentina pos atentados dependía de tres factores, a considerar:

  • La capacidad de implementar el canje de la deuda voluntario de manera ordenada y sin mirar la estabilidad del sistema financiero interno

  • La necesidad de mantener la estabilidad política

  • El apoyo de los Estados Unidos.

En lo que respecta a este último factor, ni el gobierno de los Estados Unidos ni el FMI parecían dispuestos a brindar un fuerte apoyo ni a proveer los fondos adicionales necesarios para ayudar a nuestro país a cubrir sus déficit internos y externos y a cumplir con los pagos de su deuda.

El miedo a una crisis financiera general desatada por una nación emergente fue súbitamente abandonado por la evidencia de indefensión que dejaron los ataques al país más poderoso del planeta.

A pesar que Argentina se mostró como aliada con Estados Unidos tras los atentados, cuestión mucho menos visible en los casos de México y Brasil, el golpe del 11/9 aceleró el derrumbe de la Argentina. Uno de los efectos de los ataques será que Estados Unidos se retraerá en sí mismo en pos de su seguridad, no olvidemos que con los atentados quedo demostrada su vulnerabilidad. Este centrarse en sí mismo, hipotecó el apoyo a nuestro país.

Es en este contexto que, en noviembre de 2001, llegó una nueva visita del FMI al país y tras el análisis de las nuevas condiciones, decidió suspender el financiamiento. De esta manera se sumaba la suspensión del financiamiento de los organismos internacionales a la ya suspensión del mercado privado.

edu.red

Acuerdos con el FMI. Año y Monto.

(En millones de dólares).

Desde este momento, el país estaba técnicamente en default, pero el Gobierno apeló a un nuevo canje de la deuda para no reconocer esta realidad y a una colocación forzosa de títulos de la deuda en las AFJP.

Este hecho demostraba que el Estado no podía recaudar los mínimos pactados y se veía obligado a imponer un canje compulsivo de sus títulos demostraba que sus finanzas estaban en estado terminal.

A esto se sumaba la constante pérdida de depósitos bancarios que reducía la liquidez y la capacidad crediticia. La liquidez del sistema financiero medida por su dinero disponible y encajes en relación a los depósitos, cayó del 24 % al 12 % durante el transcurso del año 2001.

Sobre finales de 2001 se dio un fuerte retiro de depósitos de las reservas y su consiguiente traslado al exterior o bien, simplemente su salida del sistema.

Según el Banco Central de la Argentina, en los días previos "al corralito", salieron del sistema más de 7.000 millones de dólares, lo cual recordaba los momentos vividos en la época del Plan Bonex.

Con la medida "del corralito" se logró frenar la constante salida de depósitos y estabilizar el sistema bancario. Pero se profundizó la recesión y la caída de la recaudación impositiva. La instauración de esta medida indicaba el sistema bancario no podía sostenerse por sus propios medios y nos daba la pauta que el sistema económico se encontraba claramente quebrado.

El corralito y la emisión de monedas paralelas y bonos fueron las últimas medidas para intentar oxigenar el modelo antes del descalabro final. A fines de 2001, trágicos acontecimiento callejeros resultan en la caída del gobierno acosado por la irresolución de la crisis económica y el vacío de poder político abriendo así un período de inestabilidad que derivará en la suspensión de los pagos de la deuda externa y la posterior devaluación.

Al registrarse la caída de Argentina, se declaró en el FMI: "Estaremos muy contentos de apoyar el nuevo equipo económico y las nuevas autoridades cuando asuman". Anne Krueger, primera vicedirectora gerente del FMI, continuo sosteniendo que: "Todos los datos a la fecha sugieren que los mercados ya habían descontado completamente cualquier cosa que esté pasando en Argentina, o si no lo han descontado, han aprendido a diferenciar

entre Argentina y los países vecinos. Los mercados, en este momento, parecen estar viendo la diferencia entre los países".

El portavoz sostuvo que: "Hemos estado trabajando con las autoridades en una situación muy difícil. Hemos estado tratando de asistir a las autoridades en su intento por lograr sus objetivos", dijo Dawson, quien subrayó que el programa económico es "propiedad" de Argentina y su responsabilidad, incluso el régimen cambiario que quiera tener". En clara oposición a las palabras de Horst Köhler, quién había sostenido octubre de 2001, que: "El mantenimiento del régimen de convertibilidad es considerado por las autoridades como el ancla más importante para la estabilidad de precios y financiera".

"Nosotros dejamos en claro que no estábamos pidiendo ningún tipo de política en concreto. Nuestro intento fue ayudar a los argentinos a que desarrollen ellos mismos un programa que sea sustentable, tanto económico como político, y ese sigue siendo nuestro objetivo". Se deben recordar también las palabras de Anne Krueger, quién respondió a si la Argentina debía abandonar el tipo de cambio, con posterioridad a una presentación de Köhler en la cual recomendaba a todos los países emergentes la flexibilidad en el tipo de cambio, de la siguiente manera: "decir que debe haber una flexibilidad mayor no quiere decir que debe aplicarse a todos los países en todas las circunstancias".

La cuestión central es que la crisis se había impuesto a las decisiones, el Plan de Convertibilidad se volvía insostenible. Fue la crisis y no una decisión la que se puso fin a la Convertibilidad. Para el defensor de FMI, Michael Mussa, las fallas del FMI pasan por no haber presionado más y mejor a la Argentina. El FMI debería haber presionado más enérgicamente a nuestro país en la cuestión de la política fiscal y sobre todo a principio de la década del noventa durante "aquellos años de crecimiento".

"Si el Fondo cometió importantes errores en la Argentina como creo que cometió se trataron básicamente de pecados por omisión: ya sea fallas del Fondo al no presionar con la fuerza y la prontitud necesarias por la implementación de medidas por parte del gobierno argentino que muy probablemente hubiesen mejorado los resultados, o deficiencias del Fondo al no desestimular de manera suficientemente enérgica las políticas que exacerbaron la crisis"277.

El proceder al blindaje de la economía argentina era algo lógico desde el punto de vista del FMI. "Desde la perspectiva del Fondo, un sustancial paquete de ayuda parecía algo lógico, según el principio general de uniformidad de tratamiento, que es uno de los dogmas básico que gobierna todas las actividades del Fondo".

Éste principio implicaba que se le debía ofrecer a Argentina una última oportunidad para poder evitar la catástrofe, con un grado de ayuda internacional, sujeto a determinadas condiciones, comparable con los anteriores casos de crisis similares.

  • 6. El juego de las opciones y las diferencias

Lo importante del caso argentino es extraer lecciones de lo que se debe hacer o no en materia financiera, y de los riesgos que acarrea la conjunción apertura de capitales y tipo de cambio fijo. El "caso argentino" demostraría, finalmente, la inconsistencia de una paridad cambiaria fija que restaba anualmente competitividad general a la producción exportable y que sumada a una acelerada apertura comercial, facilitó el ingreso por importaciones de bienes y servicios que deterioraron progresivamente el aparato productivo doméstico y ahondaron el desequilibrio de la balanza de pagos (Cesarin, 2003).

edu.red

El elevado interés de los propios argentinos por traer disciplina al sistema, fue la esencia de la destrucción de ese sistema. Esto nos demuestra en principio que los extremos nunca son buenos, y menos en economía donde es difícil evitar los costos de las decisiones pasadas.

Hay que pensar cuidadosamente el concepto de disciplina y qué tipo de disciplina se busca, no olvidemos que en la historia se han justificado atrocidades con esta palabra. Es una palabra que implica una actitud necesaria para el desarrollo, pero hay que darle verdadero límite y contenido. Se trata de buscar nuevas estrategias, que surjan de los propios países, que dejen de ser impuestas, no hay mayor disciplina que la autoimpuesta. Necesitamos disciplina para el desarrollo y ésta, producto de nuestra propia dinámica económica, constituirá el cambio de modelo.

  • 7. El legado de la crisis

Los efectos internos sobre nuestra economía fueron de una gravitación tal que pronto se constituyeron en la "peor crisis del país". En lo que respecta a las quiebras empresariales, de un total que oscilaba en el año 1989 en el orden de las 700 quiebras anuales, se llegó a más de triplicar ese número, mostrando en los años 1999 y 2001, totales de 2.438 y 2.696 quiebras, respectivamente.

edu.red

En lo que referente a la desocupación, los niveles de la misma hacia 1991se mantuvieron en un promedio del 7 %, comenzándose a incrementar paulatinamente, alcanzándose en mayo de 1995 un pico de 18,4 % (efecto de la Crisis del Tequila). En octubre de 1999 la desocupación descendió hasta el 13,8 % llegando a octubre de 2001 nuevamente al porcentaje alcanzado en mayo de 1995.-

Con respecto a la subocupación, ésta sufrió un aumento sostenido, pasando del 8,5 % en 1989 al 14, 3 % en 1999 y al 16, 3 % en 2001. La desocupación y subocupación, en conjunto, ascendían al 28,1 % para 1999 y al 34, 7 % para el año 2001

En los salarios y la distribución del ingreso, el índice del salario real ascendía a 82,21 en 1989. En 1999, éste era de 66,77 y en 2001 de 64,18. La consecuencia fue el deterioro de la distribución del ingreso, ampliándose así aún más la brecha existente entre ricos y pobres.

En 1991, el 20 % más pobre de los argentinos recibía el 4 % del ingreso total. En 1999, ese mismo sector percibía tan solo el 2 %. Como correlato, el 20 % de la población más rica aumentó su participación ando del 65 % en 1989 al 70,8 % en 1999.

edu.red

En referencia al sector público, y como se sostuvo, el plan económico surgido de la Ley de Convertibilidad sólo era sustentable si el déficit presupuestario se mantenía en niveles reducidos. En 1994, reapareció el déficit fiscal, haciéndose persistente a pesar de los ingresos por las privatizaciones y del aumento de la presión fiscal. Elemento que, como sostiene Broder, "realimentaba a la vez la recesión"280 . Llegando el déficit fiscal al 2,6 % par 1999 y al 3,1 % para 2001.

Más allá del aumento de la deuda externa, tema que ha sido motivo de cantidad de análisis y comentarios del más variado carácter, lo que me interesa analizar aquí es el deterioro en la capacidad de repago de la deuda. El PBI de nuestro país sufrió las distorsiones producto de su sobrevaluación cambiaria, por lo cual su utilización como coeficiente de análisis (deuda Externa/PBI) suele sustituirse por el coeficiente de deuda externa/exportaciones que para el período 1999/2001, revela un valor de 7, lo que implica que se habría necesitado el producto de las exportaciones de siete años sumadas para cancelar el endeudamiento externo.

edu.red

"El caso argentino es único en la historia contemporánea ya que ningún otro país occidental, (…), produjo tamañas regresiones sin entrar en guerra. En efecto, la Argentina, ubicada justo detrás de las grandes potencias a principios de siglo XX, inaugura el XXI en una posición bien lejana de las mismas. Lo llamativo en nuestro caso es el proceso de descomposición profunda y el retroceso continuo a pesar de ciertos paréntesis que lograron provocar ilusión.

A escala global, la imagen que generalmente se tiene de los disfuncionamientos internacionales, es a menudo aquella de las guerras o crisis regionales que llegan a su fin tras la intervención de las organizaciones de seguridad colectiva, en una gestión de salida de crisis y reconstrucción. Los modelos utilizados para analizar este tipo de disfuncionamientos hacen referencia a la "explosión". En la Argentina, nos encontramos ante un fenómeno de "implosión"

A partir de esta implosión, Argentina es excluida, en gran parte y por un determinado período de tiempo, del sistema internacional. Es a partir de los cambios de Autoridad ocurridos al interior del FMI, como consecuencia de la crisis asiática, que se da un cambio en la concepción de los directivos del FMI, y es desde ese momento que se comienza a hacer visible esta posibilidad de que las naciones se caigan del sistema internacional por razones distintas a la guerra.

A lo largo del siglo XIX y XX, las grandes potencias pusieron bajo tutela a las naciones o regímenes que plantearan problemas. Hoy en día, el sistema internacional pone en cuarentena y excluye del juego a aquel que entra en disfuncionamiento, cual virus en una computadora bajo el sistema de antivirus, sin darse cuenta que al hacer esto, simplemente, puede estar contribuyendo a crear más inestabilidad en el sistema internacional. Un sistema internacional de exclusión siempre es inestable. Como sostienen Russell y Tokatlián, "el gobierno de Bush utilizó a la Argentina como "conejillo de indias" de su nueva política para los países emergentes que atraviesan crisis financieras.(…), ella sostiene que no tiene sentido prestar el dinero de los contribuyentes estadounidenses a países cuya estructura de deuda no es sustentable, ni salir al rescate de quienes realizaron malas inversiones en economías de alto riesgo en busca de mayor rentabilidad. (…), Argentina constituye así el primer test case de este nuevo tipo de

política. "La lectura que se hizo en Washington fue que los costos para los intereses estadounidenses serían pequeños y que no habría efecto contagioso en otras naciones emergentes, como sí había ocurrido con las crisis de México, el Sudeste Asiático Rusia y Brasil". A principios de 2002, las declaraciones del titular del Departamento del Tesoro norteamericano, Paul O"Neil, reflejan lo sostenido por los autores argentinos antes mencionados. "Nos es justo utilizar la plata de los carpinteros y plomeros estadounidenses para rescatar bancos y empresas que han mal invertido en países de alto riesgo en busca de una rentabilidad más alta y más rápida. En este sentido, el caso argentino es el primero, y hasta el momento, único; y constituye el verdadero test case de un nuevo tipo de política internacional en materia financiera promovida por Estados Unidos. Como sostiene Guilhou: "Y es sobre todo de una gran pertinencia para todos (…) porque se encuentra a mitad de camino entre los modelos de desarrollo de las grandes potencias y los de las zonas de desmoronamiento situadas a lo largo de las grandes fallas geoestratégicas del planeta".

El autor antes mencionado continua: "Si la Argentina, al día siguiente de terminar su fase de reconstrucción, logra afirmar una nueva madurez en términos de gobernabilidad, e impone un cuestionamiento -por ejemplo, en torno al pago de sus deudas o su anulación -, la onda de shock para el conjunto de los intereses occidentales será equivalente a varias veces el 11 de septiembre, y afectará especialmente los equilibrios financieros, sobre todo, si otros países, como Brasil, toman el mismo camino. (…), como la historia nos acostumbra a tales reveses, sería imprudente descartar tal o cual cosa de un posible guión o escenario, sobre todo cuando parece inconcebible. Desde este punto de vista, el caso argentino resulta especialmente estratégico" La caída de la Argentina no fue en silencio, desde este punto de vista no se puede comparar con la caída de la URSS, país que para Waltz desapareció no sólo como potencia sino también como país calladamente. Argentina permanece unida como país, pero de poco servirá si no logramos una estado de resiliencia, entendida como la capacidad de recuperar las propiedades iniciales aún después de duras pruebas. "La resiliencia consiste en lograr extraer vida de una situación desesperada. Debemos lograr extraer esas condiciones de resiliencia, aún "si la realidad resulta inconcebible, entonces debemos forjar caminos inconcebibles. Esta es tan sólo la "simple" tarea de los argentinos unidos.-

Conclusiones

El análisis del caso argentino, a la luz de las experiencias mexicana y asiática, nos deja la sensación que ninguno de los países emergentes puede declararse a salvo de las consecuencias potenciales de la inestabilidad que caracteriza a las corrientes internacionales de capital financiero y de sus efectos en los eslabones más débiles del sistema.

Estos países tendrán que dirigir sus políticas a reducir su vulnerabilidad frente a las crisis financieras. En la medida que uno tras otro, los mercados emergentes opten por encontrar soluciones de manera unilateral, no se podrá lograr un cambio en el sistema financiero internacional.

No todos los países que están bajo presión financiera internacional enfrentan una única y misma tipología de crisis, por lo tanto, las soluciones no son inequívocamente las mismas, inclusive en algunos casos, ni siquiera existen las condiciones económicas objetivas que sirvan para justificar dicha presión internacional; salvo por la cuestión de tratarse de economías emergentes que han recibido importantes ingresos de capital, con diferentes formas de inversión, y que por ende están sujetas a los cambios en el "sentimiento del mercado", personificando aquí una abstracción. Los mercados financieros son intrínsecamente inestables. El carácter estructural de esta inestabilidad plantea la necesidad de una voluntad política para remediarlo.

Al tener presente esta realidad económico – política internacional, es que se plantea como necesidad que estas economías nacionales den respuesta para poder superar los períodos de crisis.

Las crisis de funcionamiento se consideran a partir del modo en que el sistema selecciona la información, busca cambiar sus fines y procura cambiar el ambiente interno y externo. La fase en la cual el sistema ha alcanzado un nuevo equilibrio, estable o inestable, marca el fin de la crisis, pero no necesariamente su solución. La crisis puede estar simplemente adormecida, retirada pero latente, y por consiguiente manifestarse nuevamente en una fase sucesiva. Si esta cuestión se repite muchas veces, es probable que haya una patología escondida en la estructura del sistema.

El neoliberalismo, y los modelos que de él emanan, se han demostrado, y se están demostrando, como insuficientes para un desarrollo en el sentido más cabal del término. Con los modelos neoliberales se analiza al estado en términos de cantidad y no de calidad.

El caso argentino, fue el último y más duro de estos golpes. Cada uno de estos golpes adquiere características particulares. Aún nuestro caso puede ser considerado una crisis de funcionamiento en lo que respecta al sistema capitalista, pero a la vez pareciera arrojar a la luz la característica patológica del sistema mismo.

Hoy en día, el sistema internacional pone en cuarentena y excluye del juego a aquel que entra en disfuncionamiento, cual virus en una computadora bajo el sistema de antivirus, sin darse cuenta que al hacer esto, simplemente, puede estar contribuyendo a crear más inestabilidad en el sistema internacional.

Los atentados del 11/9 fueron el factor externo que contribuyó al desenlace de nuestro país. Estos actos de terrorismo, al convertirse en el tema central de la agenda provocaron que el caso argentino perdiera significación. El cambio de prioridades en la agenda internacional de los Estados Unidos en pos de la seguridad, dejaba a América Latina y nuestro país fuera de ella. A pesar de los años de aplicación del realismo periférico, Argentina aun seguía siendo irrelevante para los Estados Unidos.

En lo que respecta a los errores estructurales, éstos se relacionan con el propio tipo de inserción de nuestro país en el sistema, inserción basada en esa ideología neoliberal globalizatoria. El caso argentino muestra que la inserción basada en una visión fundamentalista de la globalización, y no a partir de procesos endógenos articulados con factores externos, fracasa a corto o mediano plazo. Pronto quedan atrás quedan los primeros años de bonanza. Los errores en la inserción económica internacional, en la política económica escogida y en la política comercial externa son también fundamento de la crisis financiera argentina.

El "caso argentino", demostraría, la inconsistencia de una paridad cambiaria fija que restaba anualmente competitividad general a la producción exportable y que sumada a una acelerada apertura comercial, facilitó el ingreso por importaciones de bienes y servicios que deterioraron progresivamente el aparato productivo doméstico y ahondaron el desequilibrio de la balanza de pagos.-

Sólo con un retorno a las bases de la economía real esos posibles años de bonanza podrán generalizarse. Es necesario que los países logren elegir a partir de opciones autocentradas. Los que renunciaron siempre fueron más de los que fracasaron. Pensar no es renunciar y menos aun es fracasar. Es simplemente buscar caminos entre muchas opciones, y si bien es verdad que una cosa es conocer el camino y otra transitarlo, jamás ha sido dado un deseo sin que se haya otorgado el poder de hacerlo realidad. Si el deseo es el padre del pensamiento y el deseo da el poder de la realidad, entonces pensar – cambiar – poder es la misma cosa.

 

 

Autor:

Betancourt Virginia

Aguirre Kimberling

Solano Darianna

Enviado por:

Profesor:

MSc. Ing. Iván Turmero

Universidad Nacional Experimental Politécnica

" Antonio José de Sucre "

Vice-rectorado de Puerto Ordaz

Departamento de Ingeniería Industrial

INGENIERÍA FINANCIERA

CIUDAD GUAYANA 1 DE FEBRERO DE 2012

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente