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Teologia del pecado

Enviado por Jesus Morillo


  1. Pecado
  2. Pecado según el cristianismo
  3. Pecado según la Iglesia Católica
  4. Pecado en otras religiones
  5. Pecado social
  6. El pecado

Pecado

Proviene del latín peccatum es la transgresión voluntaria de un precepto tenido por bueno.

Origen conceptual del pecado

Para los griegos pecado se decía hamartia: fallo de la meta, no dar en el blanco". Los escritores griegos solían utilizar la forma verbal hamartáno con respecto al lancero que erraba su blanco y, por implicación, aludía al concepto de vivir al margen de un código moral o intelectual tenido por meta ideal, debido a una actitud errónea, consciente o inconscientemente.

En hebreo la palabra común para "pecado" es jattá'th, que también significa "errar" en el sentido de no alcanzar una meta, camino, objetivo o blanco exacto. En Jueces 20:16 se utiliza la forma verbal jatá' en una frase negativa para referirse a los benjamitas como "personas que podían tirar piedras con honda a un cabello y no erraban" (véase tambiénJob 5:24). Igualmente se aplica a desviarse de métas morales, como en Proverbios 8:35,36, que dice que el que halla sabiduría piadosa halla vida, pero "el que no alcanza (heb. jatá') la sabiduría le está haciendo violencia a su alma", pues la lleva a la muerte. En Arameo la palabra para "pecado" es khata.

El concepto religioso aún vigente de pecado como "delito moral" alude a la trasgresión voluntaria o involuntaria de normas o preceptos religiosos. Dado que existen innumerables normas de este tipo, existen innúmeros pecados, a los cuales se les asigna mayor, menor o ningún castigo según las distintas creencias.

En los estados confesionales, que tienen una "religión oficial", puede estar penado con la privación de libertad, e incluso de la vida -, y en entornos culturalmente pobres, aun en sociedades modernas, se suelen achacar los problemas o accidentes físicos a la comisión de pecados.

Pecado según el cristianismo

La tradición judeocristiana, cuya fuente fundamental es la Biblia, ha entendido el pecado, en términos generales, como el alejamiento del hombre de la voluntad de Dios.

De acuerdo al Tanaj o Antiguo Testamento, esta voluntad está representada por la Ley (Torah), preceptos y estatutos dados por Dios al pueblo de Israel, y registrados en los libros sagrados.

Aun hoy, para el judaísmo no existe un pecado genérico a manera de naturaleza subyacente en los actos de los hombres, sino solo transgresiones objetivas y concretas (no pensamientos o intenciones del corazón) que se cometen voluntariamente. En cambio, de acuerdo con el Nuevo Testamento, y la tradición del cristianismo, existe una naturaleza pecaminosa en el ser humano, heredada de la primera transgresión de Adán. Esta naturaleza pecaminosa del hombre afecta tanto sus actos como sus pensamientos, y no se puede superar con el solo esfuerzo de seguir la Ley de Dios, por lo tanto, sólo mediante la sangre de Jesucristo este pecado genérico del hombre, y las culpas individuales, son expiadas. Esta expiación se hace válida para la persona mediante la fe en Jesucristo y un renacer espiritual. Así puede vencerse esta naturaleza, y por ende, dejar de pecar.[cita requerida]

Las distintas corrientes del cristianismo han elaborado de distinta forma la doctrina que sustenta esta concepción del hombre en lucha permanente contra el pecado, como naturaleza propia, y la victoria sobre él.

Definición de pecado y su subdivisión[editar]

La Biblia y la tradición eclesiástica definen y se refieren a las diferentes clases de pecados:

El pecado en general, consiste en una transgresión libre y deliberada de la Ley de Dios. Por leve que sea, es pecado cualquier desviación de los mandatos divinos. La naturaleza esencial del pecado es la rebelión contra Dios, y es pecaminoso cualquier acto en el cual la voluntad humana se opone a la voluntad divina conocida ya sea por un mandamiento revelado o por la conciencia sembrada por Dios en cada ser humano. El pecado, con excepción del pecado original, se llama pecado actual y se divide en pecado venial y pecado mortal de acuerdo a la gravedad de la transgresión y con el grado de voluntad y deliberación.[cita requerida]

Los pecados en contra de la sociedad, que según la Biblia "claman justicia al cielo", y en ocasiones implican culpas colectivas son, entre otros: el derramamiento de sangre inocente, oprimir viudas y huérfanos, el defraudar de su jornal al trabajador, y la inmoralidad sexual crasa, como en el caso del relato de Sodoma y Gomorra. Los pecados capitales no solo llevan a la muerte física, sino a la condenación eterna, como el "pecado contra el espíritu santo", también los hay que han sido definidos por la Iglesia y son: la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza.[cita requerida]

Pecado según la Iglesia Católica

La Caída del Hombre (1592) por Cornelis van Haarlem;El Pecado original, la expulsión de Adán y Eva para el judaísmo y el cristianismo.

De acuerdo a lo señalado en el Catecismo católico, el pecado es "una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como "una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna" (S. Agustín, Faust. 22, 27; S. Tomás de A., s. th., 1-2, 71, 6) )" 3

El pecado se considera "una ofensa a Dios: "Contra ti, contra ti sólo he pecado, lo malo a tus ojos cometí" (Salmos 51:6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de El nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse "como dioses", pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gen 3:5). El pecado es así "amor de sí hasta el desprecio de Dios" (S. Agustín, civ, 1, 14, 28). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf Flp 2, 6-9)" 4

No obstante ello, se asume que en la Pasión, la misericordia de Cristo vence al pecado. "En ella, es donde éste manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traición de Judas tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos. Sin embargo, en la hora misma de las tinieblas y del príncipe de este mundo (Juan 14:30), el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que brotará inagotable el perdón de nuestros pecados". 5

El pecado imperdonable[editar]

El pecado imperdonable es aquel que, según la Biblia, se comete en contra del Espíritu Santo.

Por eso, os digo, todo pecado y toda blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo, no será perdonada. Y si alguno habla contra el Hijo del Hombre, esto le será perdonado; pero al que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado ni en este siglo ni en el venidero.

(Mateo 12:31-32)

De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.

(Marcos 3:28-29)

A cualquiera que hable mal contra el Hijo del Hombre, le será perdonado, pero a quien blasfemare contra el Santo Espíritu, no le será perdonado.

(Lucas 12:10)

Cabe especificar, que el pecado imperdonable, es aquel que hicieron los fariseos al Espíritu Santo. La blasfemia contra el Espíritu Santo (pecado imperdonable: Los Fariseos clamaban que el Señor estaba poseído por el demonio "Beelzebú" (Mateo 12:24) Ahora, notemos que en Marcos 3:29-30, Jesús es muy específico acerca de lo que ellos cometieron exactamente: "la blasfemia contra el Espíritu Santo".

Pecado en otras religiones

Bahaísmo[editar]

En la Fe Bahá'í, los seres humanos son considerados naturalmente buenos (perfectos), fundamentalmente seres espirituales. Los seres humanos fueron creados por el amor inconmensurable de Dios. Sin embargo, las enseñanzas bahá'ís comparar el corazón humano a un espejo, que, si se apartó de la luz del sol (es decir, Dios), es incapaz de recibir el amor de Dios.

Budismo[editar]

El budismo no reconoce la idea detrás de pecado, sino que cree en el principio del karma, por lo que el sufrimiento es la consecuencia inevitable de la codicia, la ira y la ignorancia (conocido como los Tres venenos). Si bien no hay equivalente directo del concepto judeocristiano de pecado, el de "maldad" si es reconocido en el budismo. El concepto de la ética budista es consecuencialista en la naturaleza y no se basa en deberes para con una divinidad.

Hinduismo

En el hinduismo, el término pecado (papa en sánscrito) se utiliza a menudo para describir las acciones que crean karma negativo por violar los códigos morales y éticos, que automáticamente trae consecuencias negativas. Esto es diferente del concepto de pecado en las religiones judeocristianas en el sentido de que "papá" no es un crimen en contra de la voluntad de Dios, sino en contra (1) Dharma, o el orden moral, y (2) el orden propio de uno.

Islam[editar]

Los musulmanes ven el pecado (dhanb, thanb ???) como algo que va en contra de los mandamientos de Dios (Allah). El Islam enseña que el pecado es un acto y no un estado del ser. El Corán enseña que "el alma es ciertamente propensa al mal, a menos que el Señor le conceda su misericordia" y que incluso los profetas no absolverse de la culpa. Se cree que Iblis (Satanás) tiene un papel importante en la humanidad tentadora hacia el pecado. En el Islam, hay varios grados de pecado: sayyia, khatia: errores (Suras 7:168; 17:31; 40:45; 48:2 47:19) itada, Junah, dhanb: inmoralidad (Suras 2:190,229; 17:17 33:55) haram: transgresiones (Suras 5:04; 6:146) ITHM, dhulam, fujur, su, fasad, Fisk, kufr: la maldad y depravación (suras 2:99, 205, 4:50, 112, 123, 136; 12:79; 38:62; 82:14) shirk: atribuir un socio a Dios (Sura 4:48) Uno puede arrepentirse sinceramente a Dios por los pecados cometidos y buscar el perdón, como se dice en el Corán: "¡Señor! Perdónanos nuestros pecados, quite de nosotros nuestras iniquidades, y toma para ti a nuestras almas en compañía de los justos". (Al-Imran.193 / 3.193). "Oye a mis esclavos que se rebelaron desesperadamente contra sus almas, no de la misericordia de Dios, en verdad Él perdona todos los pecados, ciertamente Él es el Indulgente, el Misericordioso" (al-Zumar)

Pecado social

Si bien todo pecado es personal, porque es un acto de libertad de un hombre en particular, y no propiamente de un grupo o comunidad, es al mismo tiempo social: "en virtud de una solidaridad humana tan misteriosa e imperceptible como real y concreta, el pecado de cada uno repercute en cierta manera en los demás." 6 Por ello mismo la Iglesia, cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos colectivos de grupos sociales más o menos amplios, o hasta de enteras naciones y bloques de naciones, sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Las verdaderas responsabilidades son de las personas» 7 .

Algunos pecados, en particular, constituyen por su objeto mismo una agresión directa al prójimo. Estos pecados se califican como pecados sociales. "Así se considera como social todo pecado cometido contra la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona. Es social todo pecado contra los derechos de la persona humana, comenzando por el derecho a la vida, o contra la integridad física de alguien; todo pecado contra la libertad de los demás, especialmente contra la libertad de creer en Dios y adorarlo; todo pecado contra la dignidad y el honor del prójimo. Es social todo pecado contra el bien común y contra sus exigencias, en toda la amplia esfera de los derechos y deberes de los ciudadanos. En fin, es social el pecado que se refiere a las relaciones entre las distintas comunidades humanas." 8

El 10 de marzo de 2008, el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, Cardenal Gianfranco Girotti, presentó la siguiente lista, que ha sido divulgada ampliamente por los medios de comunicación, con la denominación de pecados sociales o, como algunos medios les han querido llamar equivocadamente, nuevos pecados capitales,9 aunque esto último es un error ya desmentido:10

No realizarás manipulaciones genéticas. No llevarás a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones. No contaminarás el medio ambiente. No provocarás injusticia social. No causarás pobreza. No te enriquecerás hasta límites obscenos a expensas del bien común. Y no consumirás drogas.

Estos son los nuevos pecados capitales, según publicaba este fin de semana el 'Osservatore Romano', periódico oficial de la Santa Sede. La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia, los tradicionales siete pecados capitales enumerados por el Papa Gregorio I hace 1.500 años y recogidos después por Dante Alighieri en 'La Divina Comedia', se habían quedado obsoletos para el mundo globalizado de hoy.

Así que el Vaticano ha decidido modernizar la lista exhibiendo una atención especial hacia los llamados pecados sociales, aquellos cuya comisión va en contra de la Justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona.

El resultado son siete nuevos pecados capitales, que condenan como ofensas a Dios acciones tales como no reciclar la basura, enriquecerse a costa de los demás o algunas investigaciones científicas con implicaciones bioéticas.

El pecado

I. La misericordia y el pecado

1846 El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los pecadores (cfLc 15). El ángel anuncia a José: "Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). Y en la institución de la Eucaristía, sacramento de la redención, Jesús dice: "Esta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26, 28).

1847 Dios, "que te ha creado sin ti,  no te salvará sin ti" (San Agustín, Sermo 169, 11, 13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesión de nuestras faltas. "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia" (1 Jn1,8-9).

1848 Como afirma san Pablo, "donde abundó el pecado, […] sobreabundó la gracia" (Rm 5, 20). Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y conferirnos "la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor" (Rm 5, 20-21). Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su Palabra y su Espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado:

«La conversión exige el reconocimiento del pecado, supone el juicio interior de la propia conciencia, y éste, puesto que es la comprobación de la acción del Espíritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: "Recibid el Espíritu Santo". Así, pues, en este "convencer en lo referente al pecado" descubrimos una «doble dádiva»: el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la verdad es el Paráclito» (DeV 31).

II. Definición de pecado

1849 El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como "una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna" (San Agustín, Contra Faustum manichaeum, 22, 27; San Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 71, a. 6) )

1850 El pecado es una ofensa a Dios: "Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces" (Sal 51, 6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse "como dioses", pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3, 5). El pecado es así "amor de sí hasta el desprecio de Dios" (San Agustín, De civitate Dei, 14, 28). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf Flp 2, 6-9).

1851 Es precisamente en la Pasión, en la que la misericordia de Cristo vencería, donde el pecado manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traición de Judas tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos. Sin embargo, en la hora misma de las tinieblas y del príncipe de este mundo (cf Jn 14, 30), el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que brotará inagotable el perdón de nuestros pecados.

III. La diversidad de pecados

1852 La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los Gálatas opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: "Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios" (5,19-21; cf Rm 1, 28-32; 1 Co 6, 9-10; Ef 5, 3-5; Col 3, 5-8; 1 Tm 1, 9-10; 2 Tm 3, 2-5).

1853 Se pueden distinguir los pecados según su objeto, como en todo acto humano, o según las virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto, o según los mandamientos que quebrantan. Se los puede agrupar también según que se refieran a Dios, al prójimo o a sí mismo; se los puede dividir en pecados espirituales y carnales, o también en pecados de pensamiento, palabra, acción u omisión. La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad, según la enseñanza del Señor: "De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones. robos, falsos testimonios, injurias. Esto es lo que hace impuro al hombre" (Mt 15,19-20). En el corazón reside también la caridad, principio de las obras buenas y puras, a la que hiere el pecado.

IV. La gravedad del pecado: pecado mortal y venial

1854 "Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1Jn 5, 16-17) se ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La experiencia de los hombres la corroboran."

1855 El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior.

El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.

1856 El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita una nueva iniciativa de la misericordia de Dios y una conversión del corazón que se realiza ordinariamente en el marco del sacramento de la Reconciliación:

«Cuando […] la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad por la que estamos ordenados al fin último, el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal […] sea contra el amor de Dios, como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del prójimo, como el homicidio, el adulterio, etc […] En cambio, cuando la voluntad del pecador se dirige a veces a una cosa que contiene en sí un desorden, pero que sin embargo no es contraria al amor de Dios y del prójimo, como una palabra ociosa, una risa superflua, etc., tales pecados son veniales» (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 88, a. 2, c).

1857 Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: "Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento" (RP 17).

1858 La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: "No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre" (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño.

1859. El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el conocimiento del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios. Implica también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón (cf Mc 3, 5-6; Lc 16, 19-31) no disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado.

1860. La ignorancia involuntaria puede disminuir, y aún excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección deliberada del mal.

1861 El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana como lo es también el amor. Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque podamos juzgar que un acto es en sí una falta grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios.

1862 Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento.

1863 El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados; impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece penas temporales. El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de Dios. "No priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna" (RP 17):

«El hombre, mientras permanece en la carne, no puede evitar todo pecado, al menos los pecados leves. Pero estos pecados, que llamamos leves, no los consideres poca cosa: si los tienes por tales cuando los pesas, tiembla cuando los cuentas. Muchos objetos pequeños hacen una gran masa; muchas gotas de agua llenan un río. Muchos granos hacen un montón. ¿Cuál es entonces nuestra esperanza? Ante todo, la confesión…» (San Agustín, In epistulam Iohannis ad Parthos tractatus 1, 6)..

1864 "Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada" (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cfDeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.

V. La proliferación del pecado

1865 El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta su raíz.

1866 Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano (Conlatio, 5, 2) y a san Gregorio Magno (Moralia in Job, 31, 45, 87). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza.

1867 La tradición catequética recuerda también que existen "pecados que claman al cielo". Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4, 10); el pecado de los sodomitas (cf Gn 18, 20; 19, 13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3, 7-10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (cf Ex 22, 20-22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24, 14-15; Jc 5, 4).

1868 El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:

— participando directa y voluntariamente;— ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos; — no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo; — protegiendo a los que hacen el mal.

1869 Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la bondad divina. Las "estructuras de pecado" son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un "pecado social" (cf RP 16).

¿Creó Dios el pecado?

No. Dios no creó el pecado. Dios es santo y Él no crearía algo contrario a Su naturaleza. El pecado es lo opuesto a la santidad. El pecado es una infracción de la Ley:

  • "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley." (1 Jn 3:4).

Dios es el autor de la Ley, la cual es un reflejo de Su santo carácter (Éxodo 20). Por lo tanto, Dios no puede crear aquello que viola directamente Su Ley; esto es, simplemente imposible.

Pero si Dios no creó el pecado, ¿de dónde viene entonces? Esta es una pregunta que ha sido discutida por años, tanto por teólogos como por filósofos. Tampoco podemos decir que tenemos una respuesta mejor que ellos. Sin embargo, permítanos aventurarnos.

Dios creó las condiciones donde las criaturas con libre albedrío fueran capaces de tomar una decisión entre obedecer o desobedecer a Dios. Esta condición existía cuando Dios creó un ángel llamado Lucifer, el cual, no tenía pecado y tenía libre albedrío. Lucifer, escogió rebelarse contra Dios y pecó (Is 14:12-15; Ez 28:13-15). De igual manera, Adán y Eva, habiendo sido hechos por Dios sin pecado, escucharon al diablo y escogieron rebelarse contra Dios (Génesis 3).

Pero Dios no hizo que ellos pecaran:

  • Santiago 1:13: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;".

En la libertad de su libre albedrío, ellos decidieron rebelarse contra Dios y el pecado, entró en el mundo:

  • Romanos 5:12: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron."

Podemos encontrar una analogía en la relación entre un padre y su hijo(a). Un padre puede crear la condición que haga posible la desobediencia de su hijo(a), sin embargo, el padre permanece inocente si él/ella peca. Por ejemplo, si un padre le pide a su hijo(a) que limpie su cuarto y no lo hace, es él/ella quien demuestra rebeldía. Pero el padre no es responsable por el pecado del hijo/de la hija, ni él hizo que él/ella pecara ya que tuvo la oportunidad de obedecer o no.

De igual manera, Dios ha creado la condición en el mundo donde la capacidad para rebelarse contra Él, es posible. Sin embargo, Dios no es responsable por esa rebelión una vez que la misma ha sido cometida. Por lo tanto, el pecado originado por Lucifer, y quien fuera el primero en rebelarse, permitió que este entrara al mundo a través de Adán quien de igual manera escogió desobedecer.

 

 

Autor:

Jesus Morillo