- Origen de la filosofía
- ¿Qué es la filosofia?
- La evolución del concepto de la filosofía
- Contenido teórico y práctico de la filosofía
- Definiciones dadas por los filósofos
- Los métodos de la filosofía
- El objeto de la filosofía
- Origen de la historia
- ¿Qué es la historia?
- ¿Quién es el historiador?
- La evolución de la historia
- El método de la historia
- Conclusión
- Bibliografía
En nuestro trabajo presentaremos en su s dos puntos de vista: primero la Filosofía y segundo la Historia. En este sentido en nuestro presente trabajo diremos que la Filosofía, se explica y se define como una ciencia del conocimiento de las cosas por sus causas. Y la Historia se define como una ciencia de narración verdadera de los sucesos, hechos que han surgido en el proceso de la humanidad.
De esta manera explicaremos el término de la Filosofía e Historia, para introducir en el conocimiento de los primeros filósofos y con su ayuda comprender la peculiar naturaleza del saber que ellos inauguraron y todavía hoy nosotros buscamos poseer. Esta es la principal enseñanza de los filósofos y es por esta razón la filosofía sólo puede entenderse, en el sentido que ellos dieron, como búsqueda de la verdad, aspiración a conocer del modo más profundo desde las primeras causas la totalidad de las cosas.
De esta manera tenemos como:
Objetivo general:
Describir la Filosofía e Historia de manera explícita, para dar a conocer a partir de sus puntos de vista de analogía.
Objetivos específicos:
* Explicar claramente sus funciones de la Filosofía e Historia.
* Describir la evolución de estas ciencias.
* Correlacionar la Filosofía e Historia recíprocamente.
En este sentido, en nuestro presente trabajo, hemos de realizar para saber a éstas dos ciencias, sumamente muy importantes para el saber humano.
El método que utilizaremos en nuestro trabajo es descriptivo, reflexivo, con mucha atención a cada una de estas ciencias a través de las obras, es decir, de los libros de diferentes autores que surgieron en el proceso del presente trabajo.
En cuanto las fuentes del presente trabajo, hemos utilizado, fuentes de Bibliografías de diferentes autores, sobre todo fuentes bibliográficas de estas ciencias, tanto de Filosofía como de Historia, para alcanzar el conocimiento teórico como también para llevar a la práctica en la vida cotidiana.
El término de la Filosofía es atribuido a Heráclides Póntico, a Pitágoras; es decir, que éste término ellos llamaron por primera como Filósofo. En un principio entre los siglos VI y V antes de Cristo, el término filosofía tuvo un significado bastante genérico y designaba la actividad intelectual.
Para Platón, la Filosofía es búsqueda de la sabiduría, de una sabiduría que es en sí misma ilimitada, esto es saber absoluto que sólo compete a Dios; es porque para los hombres corresponde una búsqueda, preguntarse e investigar por la totalidad de lo real. Y para Aristóteles, el saber filosófico tiene esa misma característica de totalidad, de pregunta sobre toda la realidad sin exclusión alguna, distinguiéndose así de las ciencias particulares, limitadas a explicar determinadas sectores de ella. Es decir, la Filosofía es una explicación puramente racional y no basta al filósofo, y a cada uno de nosotros constatar lo superficial y necesariamente debemos conocer las causas y las razones, y tratar de investigar lo real, es decir las causas primeras.
Sin embargo, la Historia es escrito por un historiador, todos los sucesos o hechos, como decíamos tal cual es la historia de una persona o de la humanidad. Es decir, hablando de la Filosofía, proponer el pensamiento de los filósofos para que sirva de ayuda a nuestra inquisición de la sabiduría.
En el siglo pasado discutieron largamente los historiadores sobre la antigüedad de la filosofía. Unos la hacían remontar hasta el origen de la humanidad. "El día en que el hombre comenzó a reflexionar, ese día comenzó también la filosofía".
Los panbabilonistas sostuvieron, su origen oriental. "Todo cuanto pensamos y todas las maneras como pensamos tienen su origen en Asia" (Conde de Gobineau). Otros como Zeller, la consideraban una creación espontánea y peculiar del genio griego: "A excepción de las fuerzas ciegas de la naturaleza, no se mueve nada en nuestro mundo que no sea griego en su origen" (Sumner Maine).
Creemos innecesario reproducir esta vieja discusión, en la que hay que distinguir numerosos matices y en la que cabe un prudente término medio. Carece fundamento la pretendida etapa alógica o prelógica, que los evolucionistas no han sido capaces de demostrar. El hombre, desde el momento en que aparece sobre la tierra, ha poseído la facultad de pensar, y la ha ejercitado enfrentándose con los problemas que le plantea la realidad, tratando de darles solución con sus propios recursos racionales. El animismo, el fetichismo, el totenismo, la mitología, etc. Son formas primitivas de dar una respuesta a los fenómenos de la naturaleza, buscando sus causas y su explicación. Son modos primarios de pensar y expresión del juicio rudimentario que los hombres primitivos hacían del origen de las cosas.
Pero debemos distinguir entre el conocimiento vulgar y conocimiento científico.
* Lo adquirimos pro el funcionamiento directo de nuestros sentidos. Así conocemos cosas y sucesos particulares de los que el entendimiento abstrae conceptos universales, que coordina entre sí en formas ínfimas y rudimentarios de juicio.
Su campo es lo concreto, lo particular, lo sujeto al espacio, al tiempo y a la mutación. Así conocemos muchas cosas, pero la inteligencia, si bien funciona espontáneamente elaborando y coordinando verdaderos conceptos universales, sin embargo no llega a plantearse de una manera reflexiva la pregunta sobre las esencias de las cosas, ni sobre sus razones de ser, sobre sus qués y sus porqués, a no ser de una manera concreta, inmediata y particular.
* No basta conocer cosas ni sucesos particulares, sino que hay que llegar a conocer sus esencias y sus razones de ser. Para esto es necesario superar la particularidad, la mutabilidad y la contingencia de las realidades concretas, elaborando conceptos abstractos y llegando a formular juicios necesarios de validez universal.
Es preciso también ordenar y organizar los conceptos en forma más o menos sistemática. La ciencia no es una simple acumulación de datos, sino es un saber ordenado y organizado.
Aristóteles y Patón: estos dos filósofos señalan como principio de la filosofía el deseo de saber, innato en todo hombre, excitado por la admiración y la curiosidad ante los fenómenos de la naturaleza.
Es característico del filósofo el estado de ánimo de la admiración, pues no otro es el principio de la filosofía. Y no estableció mal la genealogía el que dijo que Iris (la filosofía) es hija de Thaumante (la admiración). Pero el hombre no se contenta con saber cosas ni sucesos particulares, sino que trata de penetrar más arriesgándose sus porqués, es decir, sus causas.
La admiración antes un fenómeno insólito produce en el hombre la conciencia de un problema, pone de manifiesto su ignorancia y le acucia a la investigación hasta que encuentra una razón para explicarlo. De esta manera, la admiración combinaba con la curiosidad, es el origen natural y remoto de la ciencia.
Entendida la filosofía en sentido amplio, existe indudablemente antes de los riesgos. Pero si la tomamos en sentido más estricto, como un saber científico, organizado, articulado, sistematizado, elevado, por encima del aspecto puramente empírico, desligado de la forma mítica y con principios y métodos propios y rigurosos, entonces la cuestión presenta un aspecto muy distinto, y podemos afirmar que hasta los griegos no ha existido propiamente filosofía.[1]
Etimológicamente, es lo mismo que "amor a la sabiduría" (de las palabras griegas "philos" = amante, amigo y "sophía" = sabiduría).[2]
Pitágoras, dice Diógenes Laercio, fue el primero que se llamó "filósofo" (amante de la sabiduría), conversando familiarmente en Sección con Leonte, como refiere Heráclides de Ponto. "Ninguno de los hombres, es sabio: lo es sólo Dios – dijo Pitágoras".
Por su contenido, la filosofía puede definirse como la ciencia de los primeros principios y últimas causas de todas las cosas, adquirida con las solas fuerzas de la razón humana.
Esta no es la única definición que se ha dado de la filosofía, aunque es, con toda probabilidad, de las menos vagas e imprecisas de cuantas han sido formuladas hasta ahora. De su definición se desprende que la filosofía es:
a) Una ciencia, pues a más de tener un objeto material (todas las cosas) y un objeto formal (primeros principios y últimas causas) bien definidos, pretende dar a sus investigaciones un carácter metódico, sistemático, racional.
b) Una ciencia universal, desde el momento que abarca en su estudio a todos los seres, sea cual fuere su índole o naturaleza (orgánicos, inorgánicos, materiales, espirituales, ideales, imaginarios…), aún los simplemente posibles.
c) Una ciencia trascendental, porque no se detiene en el aspecto fenoménico de las cosas ni en el estudio de sus causas inmediatas, sino que orienta su investigación hacia aquellos aspectos de la realidad que rebasan la experiencia, como son los primeros principios, la naturaleza íntima de las cosas, las últimas causas.
d) Una ciencia puramente humana, pues prescinde, sin despreciarlos, de los socorros de la Revelación Divina. En esto se distingue de la Teología, que fundamenta sus investigaciones sobre los cimientos de las verdades reveladas por Dios.
LA EVOLUCION DEL CONCEPTO DE LA FILOSOFIA
En la antigüedad designaba este concepto la totalidad del saber humano, cualquier esfuerzo del espíritu para ilustrarse.
En la Edad Media se introdujo la distinción entre el saber racional y el saber revelado, de donde las dos grandes ramas de la Ciencia Medieval: la Filosofía (saber racional) y la Teología (saber revelado). La primera abarcaba la suma de conocimientos logrados con las solas fuerzas de la razón humana; la segunda, la Teología, se caracterizaba, y se caracteriza, por el desarrollo progresivo del contenido de la Revelación Divina, merced al concurso de la razón.
El concepto de Filosofía sufrió una nueva profunda modificación. Debido al asombroso incremento que tuvieron las ciencias basadas en el cálculo y en la observación (ciencias matemáticas y ciencias de la naturaleza), acabaron éstas por desprenderse definitivamente del árbol añoso de la Filosofía, para formar ramas independientes del saber. De este modo la Filosofía hubo de ceñirse al estudio exclusivo de aquellas realidades que por su naturaleza trasciende la experiencia, sea interna (de la conciencia) que externa (de los sentidos).
La Filosofía suele dividirse en las siguientes:
La Metafísica es la ciencia que estudia todos los seres en sus aspectos trascendentales y se dividen en:
Ontología
Ciencia del saber en sí.
Cosmología
Ciencia del mundo material o corpóreo.
Psicología racional
Ciencia del alma: su existencia, esencia, propiedades.
Teodicea
Ciencia de Dios: su existencia, esencia y atributos.
Ciencia que estudia la estructura del pensamiento y la validez del conocimiento humano.
Ciencia de lo bello, filosofía del arte.
Ciencia que estudia la moralidad de los actos humanos.
Al lado de estas ramas tradicionales de la Filosofía, han ido surgiendo otras ramificaciones, como la Filosofía de las Ciencias, la Filosofía del Derecho, la Filosofía de la Historia, etc., cuyo objeto es indagar los principios supremos de estas actividades humanas.[3]
CONTENIDO TEORICO Y PRACTICO DE LA FILOSOFIA
En sí, en lo que tiene de especulativo, de teórico, la Filosofía tiende a satisfacer la innata curiosidad humana, el nobilísimo anhelo de conocer la verdad en toda su extensión y profundidad. En este sentido, ninguna ciencia puede llenar más cumplidamente este cometido que la Filosofía.
No obstante su abstracción y aparente alejamiento de las realidades concretas de la vida, la Filosofía tiene un valor práctico inapreciable:
Es escuela del pensamiento y disciplina de la razón. Condiciona la mente el saber matemático y científico, a la par que sugiere los métodos más apropiados para su progreso.
Asienta sobre sólidos cimientos los principios y normas de la conducta humana en todos los sectores de la vida (individual, familiar, social, religioso, económico, político, científico, artístico…). los que gobiernan el mundo siguen siendo los filósofos, pese a su aparente aislamiento. Su pensamiento es aquél que orienta y da sentido al acontecer humano.[4]
DEFINICIONES DADAS POR LOS FILOSOFOS
El pensamiento de Platón resulta desconcertante, si tratamos de interpretarlo conforme al concepto corriente de Filosofía. La filosofía, para Platón, no consiste en una especulación pura y desinteresada ni en un simple deporte intelectual, sino que es una empresa en que entra en juego el destino final del hombre. No hay filosofía sin virtud, ni virtud sin filosofía. Incluso no sería exagerado afirmar que mientras en todos los demás filósofos la Etica es una aplicación de los principios especulativos a la dirección práctica de la vida, en Platón más bien sucede lo contrario.[5]
El fondo ontológico (tratado del ser en general) de la filosofía epicúrea, esencialmente materialista, sensista y empirista, procede del atomismo de Demócrito. Epícuro rechaza las matemáticas por no considerarlas de utilidad práctica. Se propone solamente conseguir la felicidad en cuanto que es posible en esta vida. Su norma es la sencillez y la utilidad. Toda filosofía es inútil si no sirve para conseguir la felicidad.
Divide la filosofía en tres partes, subordinadas entre sí:
Canónica (lógica)
Es la teoría del conocimiento, inspirada en el materialismo y de las normas y criterios para distinguir lo verdadero de lo falso.
Física
Su finalidad es esencialmente práctica, para suprimir en el hombre el temor al destino, a los dioses y a la muerte, que considera los tres mayores obstáculos para lograr la tranquilidad del alma, la paz y la felicidad.
Ética
Es la parte fundamental, en la cual se trata de los medios adecuados para alcanzar la felicidad. (el placer = vivir evitando el dolor, que es el único mal, y conseguir la mayor cantidad posible de placer). No todos los dolores son absolutamente malos, sino que a veces son preferibles a los placeres, pues pueden reportarnos un bien mayor.
La filosofía, para Epícuro, es el "ejercicio que por la palabra y el discurso procura una vida feliz".[6]
La filosofía para Aristóteles representa un gran esfuerzo para dar solución al problema del ser y de la ciencia, tal como venía planteando desde Heráclito y Parménides, y que Aristóteles recoge en el punto en que lo había dejado su maestro.
Aristóteles conserva el concepto platónico de la ciencia como un conocimiento fijo, estable y necesario.
La misma diversidad ontológica de sus objetos materiales y formales determina la diversidad de los métodos que deben emplearse en la investigación científica. No puede emplearse el mismo procedimiento para estudiar la cantidad (objeto de matemáticas), la moralidad (objeto de ética), etc.
El método lo impone en cada caso la naturaleza misma de la realidad, a la cual debe adaptarse, lo mismo que en la guerra hay que adaptar distintas tácticas eficaces para ciencia su método, variable, que debe acomodarse a la estructura misma que queremos conocer. En unos casos, el método deberá ser inductivo; en otros deductivo; en unos experimental, y en otros racional. En unas materias puede llegarse a la certeza absoluta, mientras que en otras tendremos que contentarnos con un grado mayor o menor de probabilidad.
La filosofía tiene por objeto el conocimiento racional de las cosas temporales y mudables del mundo sensible. La sabiduría se ocupa del conocimiento intelectual de las realidades y verdades eternas e inmutables del mundo suprasensible o intelegible de sus propias fuerzas. El objeto formal quo o la ratio sub qua de la filosofía es la luz de la razón. el resultado del proceso de investigación filosófica es la ciencia, la cual solamente se produce en el entendimiento en virtud de la evidencia intrínseca, bien sea inmediata (intuición). El filósofo sabe los objetos sobre que se versa.
Es difícil determinar la filosofía, tratando de deducirla de los múltiples conceptos que de ella han dado los filósofos. Pero más difícil aún resulta precisar la de historia, pues a las divergencias acerca del concepto de ciencia vienen a sumarse las discrepancias sobre la historia.
Los temas de la historia, del ser histórico y de la historicidad son típicos de nuestro tiempo. Se dice que a partir de Hegel se despierta agudamente la conciencia de la historicidad del ser en sentido ontológico, coincidiendo con el auge impresionante que por entonces adquiere la historiografía en las ramas más diversas de la cultura. Rebasa los límites de una introducción, entrar en este problema, es uno de los más complejos y debatidos en nuestros días; pero es indispensable hacer algunas consideraciones que nos ayuden a determinar la historia.
El tema de la historia da origen a una rica problemática, que se despliegan en múltiples cuestiones. En primer lugar debemos distinguir dos aspectos:
La historia como realidad y la historia como ciencia. Algunas lenguas poseen dos palabras distintas para expresarlos. Podemos distinguirlos escribiendo la primera con minúscula y la segunda con mayúscula. La historia como realidad consiste en un conjunto de acciones humanas realizadas sucesivamente en el tiempo, y de sus resultados relacionados entre sí. La Historia como ciencia es el estudio crítico y la narración ordenada de esos acontecimientos.
En el primer sentido, el problema se plantea en función del concepto del ser y de la realidad en cuanto tal. El problema del ser histórico no es más que un aspecto del problema general del ser y de la realidad.
Considerada la historia en cuanto ciencia, o sea como una rama particular del saber humano, el tema se disgrega en una multitud de aspectos: puede plantearse l cuestión de si es un saber científico, o solamente una técnica, o una arte. Admitiendo que sea ciencia, cabe investigar sus condiciones de posibilidad y de legitimidad y el modo como debe hacerse el estudio y la realización de la historia para construir un saber verdaderamente científico (historiografía, que a su ves puede ser una aplicación de una metodología a la historia)
Pero el concepto de historia es múltiple y ha sufrido numerosas variaciones a lo largo de los siglos. A nosotros nos interesa en concreto la de la filosofía, la cual puede considerarse de dos maneras: una en sí misma y en sus condiciones de posibilidad y legitimidad en cuanto rama particular de la historia general, con lo cual cabe hacer una Filosofía de la historia de la filosofía; y otra, en cuanto a su origen y las distintas modalidades que la manera de hacerla ha ido revistiendo a lo largo de los siglos, lo cual da lugar a una Historiografía de la historia de la Filosofía.
Etimológicamente del latín historia, y éste de griego historia, de histos, o histeron, pasado posterior.
La historia es un relato de acontecimientos y de los hechos dignos de memoria: a Herodoto se le llama el padre de la .historia. La historia es un desarrollo de la vida de la humanidad, y es más la historia es una narración y exposición verdadera de los acontecimientos pasados y cosas memorables. En sentido absoluto se toma por la relación de los sucesos públicos y políticos de los pueblos; pero también se da este nombre a la de sucesos, hechos o manifestaciones de la actividad humana de cualquier otra clase: historia de la filosofía… o historias de un pueblo, etc.[7]
¿QUIEN ES EL HISTORIADOR?
El historiador hasta la última parte del siglo XIX se solía considerar a los historiadores la categoría de literatos y la mayoría de los historiadores notables fueron aficionados en el sentido de que poseían escasa preparación formal y, a menudo, en el que contaban con un modo de vida propio, de modo que su actividad histórica no era la forma de generarse la vida.
El historiador es un hombre de experiencia en los asuntos públicos, como Tucídides y Polibio en el mundo antiguo, y Francois Guizot, Adoplphe Thiers y Thomas Macaulay en el siglo XIX. La preparación profesional en historia como estudio organizado se desarrolló en Alemania a comienzos del siglo XIX, y de allí se extendió poco a poco al resto de Europa y Estados Unidos en las escuelas superiores y universidades. Al mismo tiempo al multiplicarse los cursos de historia en escuelas y facultades, aumentó la posibilidad de convertir la historia en actividad lucrativa.[8]
Edad antigua
La edad antigua es desde los orígenes hasta el año 395 (muerte de Teodosio) en esta edad comprendía las civilizaciones de los pueblos antiguos más conocidos del Occidente ( Egipto, Caldea, China, India, Fenicia, Persia, Grecia y Roma), y se extendió desde la caída del imperio Romano de Occidente en 476.
Edad media
Esta edad comienza el año 395 hasta 1453 (toma de Constantinopla por los turcos o descubrimiento de América). En esta edad se extendió desde esta fecha hasta la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, y comprende las cruzadas, el feudalismo y el principio de las nacionalidades.
Edad moderna
La edad moderna es de 1453 hasta 1789 (revolución Francesa). En esta edad alcanzó desde el establecimiento de los turcos en la Europa oriental hasta la revolución Francesa (1453 – 1789), comprende la invención de la imprenta, los grandes descubrimientos geográficos, el Renacimiento, la reforma, las consiguientes guerras de religión y las motivadas por rivalidades dinásticas, la poderosa reacción contra la intolerancia y el absolutismo y la gran revolución que tan hondamente transformó el régimen social.
Edad contemporánea
La edad contemporánea comprende desde 1789 hasta nuestros días. En esta edad contemporánea, empezó con la revolución Francesa y se continúa hasta nuestros días con las guerras Napoleónicas, la Restauración, el desarrollo de las nacionalidades, las explotaciones geográficas en Africa y Asia, las rivalidades políticas y comerciales de las grandes potencias, y las grandes configuraciones que fueron su consecuencia.
Las épocas históricas no pueden empezar a fecha fija. Multitud de factores influyen en los cambios que experimenta la humanidad y aún su mismo concepto de la vida; además, resulta imposible separar de una forma tajante una "edad" de la anterior o de la siguiente. Las características de estos cambios no se definen todas a la vez, ni en un momento. De ahí que, si bien muchos manuales han seguido conservando esta clasificación, con objeto de resultar más claros al lector poco formado, la mayor parte de los historiadores modernos la rechaza, como estudio global de la vida del hombre en el tiempo, ya motivadas por la reconsideración de que dichas épocas no pueden ser en modo alguno válidas para los países no europeos.
La historia es una ciencia de carácter peculiar y quiere un método propio, acomodado a la materia sobre que versa su investigación. No se puede aplicar el método empírico de las ciencias físicas biológicas, las cuales parten de la observación de hechos particulares, pero se elevan por abstracción de lo individual hasta la formulación de hipótesis, de teorías, de principios, que son posibles en virtud de la naturaleza misma de sus objetos, cuya fijeza de comportamiento permite la expresión de leyes universales que sabemos han de realizarse en circunstancias similares. El orden científico en estas ramas del saber es el siguiente: observación de los hechos o fenómenos. Interpretación. Formulación de la hipótesis. Comprobación, positiva o negativa. Elevación a teoría y formulación de principios leyes.
La historia se mantiene también dentro del campo de los hechos particulares. Pero para ser verdadera ciencia no necesita remontarse a la formulación de leyes universales, que son incompatibles con la contingencia radical de los acontecimientos históricos. Se puede llegar a formular ciertas leyes generales, o más bien diagramas, debe ser dentro de la flexibilidad exigida por la contingencia de los hechos y la intervención de sucesos pasados. Pero respecto de los futuros no rebasan el grado de una prudente probabilidad.[9]
El historiador trabaja sobre los hechos pasados, a cuyo conocimiento solamente puede llegar por medio de los documentos y testimonios a través de los cuales se ponen en comunicación con los acontecimientos pretéritos. Y es bien sabido que sólo una mínima parte de las acciones humanas ha quedado registrada en los documentos, y la labor crítica a que hay que someter las fuentes para adquirir certeza de su valor y de su veracidad.
Sería absurdo querer aplicar a la historia un método matemático, y también es inadmisible un método dialéctico a priori, a la manera de Hegel. La historia no versa sobre esencias abstractas, ni sobre conceptos universales, sino sobre hechos concretos y sucesos particulares, en los cuales, además de un elemento más o menos fijo y permanente, que responde al comportamiento general de la naturaleza humana, intervienen otros muchos fortuitos, libres, y, por lo tanto, imprevisibles. La historia no versa sobre lo que pudo haber sucedido, sino sobre lo que efectivamente sucedió. A la historia solamente interesa los que llegaron a la existencia. Por tanto no puede ser a priori, sino a posteriori, arrancando de la experiencia propia, si el historiador fuer testigo presencial, o de la ajena, cuando tiene que valerse de testimonios y documentos.
La historia es una ciencia, y como tal debe tener un orden en que los hechos aparezcan distribuidos en su sucesión cronológica y en sus conexiones reales, lógicas o causales.
El concepto de la filosofía que hemos propuesto lleva implícita la noción de historia, porque la filosofía es un producto de la actividad intelectual del hombre elaborado a lo largo del tiempo. Las cosas inmutables tienen duración, pero no historia. Solamente tienen historia los resultados de la actividad humana que se hacen, se desarrollan y perfeccionan en el tiempo.
Si existiera la filosofía en sí misma, como una entidad sustancial hecha y estética, tendría duración, pero no historia. Lo mismo sucederá si hubiese sido hecha de una vez parra siempre. En este sentido la historia solamente le correspondería señalar la fecha de su aparición. Pero la filosofía no existe de esa manera. Los que existen, o han existido, son los filósofos, que son quienes la han ido haciendo poco a poco, a costa de innumerables esfuerzos, con la aspiración de llegar a la conquista de la verdad.
Cada ciencia tiene su acampo específico sin necesidad de interferirse ni de suplantarse unas a otras en su labor. Es por esta razón el historiador tiene bastante con el papel que corresponde, sin necesidad de pisarle el terreno a los cultivadores de las restantes ramas particulares de la ciencia y sin incurrir en interferencias muchas veces enojosas y siempre inoportunas. Con estas tendencias se relaciona la cuestión en que se debate si la historia de la filosofía es o no es filosofía.
En nuestra disciplina entran dos términos: historia e filosofía y se pueden interrogar ¿a cuál de ellos debe inclinarse, o cuál debe prevalecer, la historia o la filosofía? A nuestro juicio, una vez que hemos identificado la filosofía, creemos que la cuestión carece de razón de ser. La historia es una ciencia, y por lo tanto, una parte de la filosofía. La historia es el hecho de haber sido logradas esa ideas, elaboradas y formuladas en tal o cual lugar, y por tal o cual personaje concreto. Este es el fundamento y la labor que corresponde a la historia. Así pues, una cosa es hacer filosofía y otra cosa es hacer la historia, que ha llegado a ser lo que es actualmente.
Lo verdaderamente histórico es el proceso o las vicisitudes a través de las cuales han llegado a construirse es el proceso o las vicisitudes a través de las cuales han llegado a construirse las ciencias, mediante una serie de esfuerzos realizados por la inteligencia de los hombres para llegar a la verdad.
Así pues, cada rama de la ciencia tiene su propia historia en cuanto que todas han tenido que seguir un proceso más o menos largo y penoso para llegar a constituirse. La ciencia pura versa sobre las esencias de las cosas, que son inmutables e intemporales. La ciencia pura aspira a la verdad en sí misma. No busca lo que han dicho los hombres, sino cuál es la verdad. Es decir, la verdad es intemporal, inmutable en el mismo grado en que llega a la captación de la verdad.
El historiador debe fijarse en las etapas que los hombres han seguido para llegar, o no llegar, a la verdad.
A la ciencia pura le corresponde discernir la verdad del error. Pero el historiador, en cuanto tal, no le compete definir si un sistema es verdadero o falso. Le basta con exponer fielmente las doctrinas tal como las formularon sus autores. Cumple su misión con señalar la existencia de tales o tales doctrinas como hechos históricos, en un momento dado del tiempo y en determinadas circunstancias.
Tampoco es lícito a un historiador juzgar los sistemas filosóficos contrastándolos con el que él prefiera como favorito.
El principal es que la Filosofía no es obra de un solo hombre, sino el resultado de una labor colectiva, pero no coordina, sino realiza por muchos pensadores, en las condiciones más diversas y en las más variedades circunstancias de tiempo y lugar.
Para concluir el presente trabajo, queremos expresar la Filosofía e Historia es muy amplio, pero los objetivos que nos hemos propuesto, nos han ayudado para lograr un conocimiento profundo histórico de la relación entre Filosofía e Historia, además, nos a ayudado a conocer los diferentes etapas: momentos por los que ha pasado dicha relación.
Por otra parte, al delimitar el trabajo nos hicimos la siguiente pregunta ¿qué es la Filosofía y también qué es la Historia?
Para dar respuesta a esta interrogante es que hemos querido hacer un análisis histórico de la relación entre la Filosofía e Historia, de este análisis podemos sacar las siguientes conclusiones.
La Historia es una ciencia y una rama particular de la Filosofía o de la ciencia, al igual que la Filosofía es una ciencia, pero a parte de ser filosofía es más una ciencia que trata de dar las explicaciones últimas de la realidad con las solas luces de la razón.
Es por esta razón debemos desglosar que la distinción entre la Filosofía e Historia permite conjugar la unidad, la verdad, la inmutabilidad y la intemporalidad propia del saber científico o filosófico. Es decir, las primeras propiedades debe recogerlas la ciencia o la Filosofía pura, mientras que las segundas entran de lleno en el campo en que tiene que moverse la Historia.
Así que cada rama de la ciencia tiene su propia Historia. Y de las que están ya constituidas ninguna puede considerarse como conclusa y terminada.
Es decir, en todas cabe una continuación, desarrollo, progreso, ampliación, enriquecimiento y mayor penetración en extensión y profundidad en la captación del objeto que le corresponde.
A. P. E., en NUEVA ENCICLOPEDIA DEL MUNDO, N° 16, Ed. Instituto Lexicográfico Durvan, Madrid, 1993
FRAILE Guillermo, Historia de la Filosofía, T. I, Ed. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Madrid, 1965
Historia, en ENCICLOPEDIA UNIVERSAL ILUSTRADA EUROPEO AMERICANA, N° 27, Ed. Hijos de J. Espasa, Barcelona, 1925
PALESTRO Romeo, Aprendamos a Razonar, Ed. Don Bosco, La Paz, 1988
Juan Javier Carlo Q.