Descargar

Los chismes y las persona chismosas (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

Demóstenes 280 AC

El rumor

Se entiende que la forma de difusión de informes y comunicaciones suculentas, esencialmente es el rumor. Comunicación ésta que parte de un punto específico y que se va desplazando de persona a persona transmitiendo un mensaje sin malicia implícita, aunque puede contenerla, pero que carece de veracidad comprobada.

El rumor puede ser estrategia artera y manipuladora, ya que como carece de veracidad establecida, conduce a la desinformación.

Los políticos y los estrategas militares abusan de esta forma de comunicación. Como igualmente lo hacen las iglesias constituidas, los que mercadean efectos de calidad cuestionable, los que prometen lo que no pueden cumplir, y los padres cuando se presentan a sus hijos como dechados de las rectitudes morales de las que carecen — todos usan el rumor — o su hermanastra, la mentira.

A pesar de ser informal o de no tener un origen claro, el rumor cautiva porque nos proporciona una manera concreta de comprender al mundo. El rumor constituye un mecanismo con el que se trata de edificar una realidad ficticia como si ésta fuese la cierta.

Los rumores son tan viejos como la humanidad y el lenguaje, y su propagación, como si fueran noticias verdaderas, son tan antiguos como la civilización.

Paris, 1750

Parece ser que en 1750, para enterarse de lo que realmente estaba pasando en Francia y en el resto del mundo, la gente de París, se dirigía al árbol de Cracovia, un castaño grande y frondoso situado en el centro de la ciudad, dentro de los jardines del palacio real. Bajo la sombra de sus ramas tupidas, se intercambiaban las últimas noticias.

Los que allí se reunían, compartían información. Y los individuos que entonces estaban, afirmaban — basándose en "fuentes privadas" — que lo que ellos creían y pensaran eran sucesos genuinos provenientes de los pasillos del poder.

Este tipo de noticias se conocía como "ruidos públicos" y eran difundidos asimismo por medio de canards (panfletos frívolos) que se anunciaban a voz en cuello o que los organilleros cantaban adoptándolos a la música de coplas conocidas. Para enterarse de las noticias, uno simplemente se paraba en la calle y aguzaba el oído.

Otros dos modos de comunicación especialmente eficaces durante el París del siglo XVIII, fueron las letrillas y los chismes.

Según Robert Darnton, las canciones servían como dispositivos mnemotécnicos y como poderosos vehículos para difundir un mensaje, algo muy similar a los anuncios comerciales cantados de hoy. Algunas canciones se originaban en la corte misma, desde donde llegaban a la gente común y corriente, quienes a su vez, las cantaban, las modificaban, y en turno las devolvían a la corte. (Véase: Media and Political Culture in the Eighteenth Century por R. Darnton).

Los artesanos improvisaban canciones mientras trabajaban, agregando nuevos versos conforme lo pedía la ocasión. De niño tuve la oportunidad de ver los labradores de la hacienda de mi abuelo, cantar estrofas, por ellos improvisadas, bajo el ardiente sol tropical: "Por’ay María se va…".

El Chisme. Norman Rockwell

Una canción pegadiza podía correr como un reguero de pólvora y, al hacerlo, crecía. Eso era algo inevitable, pues adquiría nuevas palabras en el transcurso de la transmisión oral y todo el mundo podía unirse al juego de injertar nuevas estrofas a las viejas. Los nuevos versos se garabateaban en pedazos de papel y se intercambiaban en los cafés, al igual que las anécdotas que difundían los novelistas; así un gran número de personas que no sabía leer podía memorizarlos fácilmente.

Entonces, hablemos de los chismes que son informaciones que deforman, que tienen un ciclo similar a los rumores: nacen, como si fueran un ser vivo, se desarrollan y mueren. Incluso pueden reencarnar, con nuevos bríos o hasta en nuevos cuerpos.

El chisme

Para mí, el chisme consiste en un comentario infundado generalmente constituido por una serie de mentiras que tal vez llegarán a perjudicar a uno o varios individuos, dependiendo de la intención de quien, o quienes, lo genera.

En el chisme, Dino se distingue — siendo su mayor distinción como ser viviente. Dino nace como persona sin sentimiento moral y como enurético/encoprético cuya vida la realizó sin educación formal, porque sufrió de múltiples fobias. (Véase: Without Conscience: The Disturbing World of the Psychopath Among Us por R. Hare).

También, el chisme representa una situación natural que es producto de la convivencia social, y que se aprende con el tiempo, del que sería justificado decir que todos, de alguna forma, como sucede con la mentira, lo hemos practicado.

La estructura del chisme la conforman: el chismoso, el receptor de la habladuría, y la víctima — de quien se habla de forma negativa y sin fundamentos.

El chismoso, quien lo genera, suele saber poco acerca de quién victima y puede experimentar sentimientos de venganza y, en algunas ocasiones, de envidia.

Lo sorprendente es que acerca de esta actividad tan humana, no existe una postura oficial de la psiquiatría o de la sociología en relación con lo que el chisme es. (Un libro, bien escrito, aunque lleno de especulaciones, es: Grooming, Gossip and the Evolution of Language por R. Dunbar).

La gente, como Dino, que inventa un chisme proyecta inseguridad; a todos los que lo rodean los ve como rivales, por lo que tiene serios problemas de integración social o moral. Dino chismeaba porque carecía de valores.

De cualquier manera, el chisme es una forma de comunicación que está vigente, y que puede ir desde una simple crítica hasta la invención de toda una historia en torno a un sujeto determinado. O sea, se juega también a intentar cambiar la realidad.

Por ejemplo, Dino, el padre cruel y el esposo sin amor, trataría de proyectarse como el dechado de virtudes que nunca lograría ser.

Para algunos, el chisme, en sus orígenes paleolíticos, se utilizaba como cháchara destinada a mantener la paz entre los miembros de la tribu, que se entretenían arrojando palabras malsanas en lugar de las lanzas injuriosas.

Como sucede con el rumor o con el chisme — conceptos intercambiables, cualquier comunicación puede ser compendiada de seis maneras: por su fuente, por su contenido, por su proceso de difusión, por el medio a través del que se difunde, por el tema y por la naturaleza de sus efectos.

En sus orígenes, la palabra chisme (ragot), guardaba una referencia con la fuente y con el efecto de una comunicación: un ragot es un gruñido emitido por un jabalí. Los chismes son historias de baja estofa, que lindan con la calumnia y la difamación.

En el argot, Dino era soberano supremo. Cuando visitaba las casas de amigos inspeccionaba subrepticiamente todo lo que pudiera para hacer comentarios negativos acerca de quienes visitaba. Leía sus cartas, abría sus botiquines, todo lo inspeccionaba… todo, para chismear.

Dino era hablador…

La habladuría destaca el objeto del rumor o de la voz, y también se refiere a personas. En la habladuría encontramos las alegrías y desgracias de los grandes y pequeños personajes que nos rodean. El comadreo es una definición de la propia fuente. Al igual que el chisme, se trata de un juicio de valor.

En cambio, el rumor expresa un fenómeno definido por su fuente (no oficial), su proceso (difusión en cadena) y su contenido (se trata de una noticia referida a un hecho de actualidad). La veracidad, por el contrario, no forma parte de su definición formal.

La mentira, de la que tanto hemos escrito, era la única virtud que Dino lucir podía. Como tantos, Dino mentía cuando mentir no fuese necesario.

La transmisión de boca en boca no es más que un medio, y abarca, de hecho, una gran cantidad de fenómenos; las conversaciones entre parejas, las discusiones de grupo, las confidencias, las arengas, y asimismo, los discursos vacilantes.

Rumor: degradación de una verdad

En el mundo de la comunicación, el rumor es un fenómeno que provoca disturbios, y aunque se le identifica en la mayoría de las ocasiones como elemento de ruido, no se le puede desactivar de inmediato porque constituye una comunicación que serpentea por diferentes formas, que penetra, crea dudas y a medida que avanza se regenera con nuevos datos.

El rumor en su esencia, anticipa algo que puede ocurrir, — como también puede conducir hacia una versión falsa de lo comunicado, que trasciende, lo fabricado — según la perversidad — de quien lo transmite o el morbo del que lo repite.

Si el río suena, agua lleva…

Jean Noël Kapferer es quizás uno de los estudiosos principales de este fenómeno, y, para él, el chisme, como rumor, se encuentra en todas partes, cualquiera que sea el ámbito de nuestra vida social, y asienta de que es el medio de comunicación más antiguo. (Véase: The New Strategic Brand Management por J. Kapferer).

Este autor sostiene que, antes de la invención de la escritura, el único canal de comunicación de las sociedades eran los mensajeros que corrían de boca en boca. En otras palabras, el rumor era el vehículo de las noticias; hacía y deshacía reputaciones y precipitaba las rebeliones o las guerras, y lo paradójico es que el desarrollo de los actuales medios, lejos de suprimir los rumores, los ha hecho más especializados: cada uno posee ahora su propio territorio de comunicación.

La diferencia estricta entre el chisme y el rumor no existe, ya que traslapan. Para nosotros la diferencia es una de ámbito. El chisme es de ámbito local, sus ganancias son definidas para quienes lo hilvanan y poseen una cualidad de cobardía, ya que quienes los usan lo hacen pretendiendo poseer hechos inexistentes para documentar su táctica.

El rumor, como estrategia bélica

Los primeros estudios sistemáticos del fenómeno del rumor se realizaron en Estados Unidos, debido a la proliferación de éstos durante la segunda guerra mundial y los efectos negativos sobre la moral de las tropas.

Revisando los documentos de las bases de la propaganda política y de guerra de los nazis, redactados por Goebbels, ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, estos hicieron del rumor una estrategia de guerra, para desorientar al enemigo, engañar a las poblaciones que iban a invadir y crear falsas expectativas de triunfo en sus propias tropas.

Estos documentos, que abarcan 1942 y 1943, en uno de los principales puntos establecían que la propaganda debía afectar a la política y a la acción del enemigo de cuatro maneras:

1.- Suprimiendo el material propagandístico capaz de facilitar al enemigo informaciones útiles, que llegaban a manera de rumores. Esto es, se negaba a afirmar sobre victorias que anunciaba el enemigo, más valía que pensaran que habían logrado dar en el blanco correcto, sin que ello fuera correcto. Era la imprecisión de un rumor.

2.- Difundiendo abiertamente propaganda cuyo contenido o tono condujera al enemigo a sacar las conclusiones deseadas.

3.- Incitando al enemigo a revelar informaciones propias de carácter vital, y

4.- Absteniéndose de toda referencia a una actividad que perjudicara al enemigo cuando ella pudiera desacreditar tal actividad.

Los nazis hacían un juego doble con la verdad, que la esparcían a través de rumores, de falsos informes o de informes a medias. Su norma era que sólo la credibilidad debía determinar si los materiales de la propaganda habían de ser ciertos o falsos.

Goebbels sostenía que él decía la verdad y sus enemigos contaban embustes. Pensaba que la verdad debía ser utilizada con la mayor frecuencia posible; de lo contrario, el enemigo, o los propios hechos, podían demostrar la falsedad, en cuyo caso la propia credibilidad sufría detrimento. Por consiguiente, las mentiras o los rumores eran útiles cuando no podían ser desmentidos.

Un ejemplo clásico de un rumor de los nazis eran las historias referentes a un supuesto canibalismo por los soviéticos difundidas en países extranjeros, pero semejante material estaba proscrito en Alemania para que no aterrorizara a aquellos cuyos familiares estaban luchando contra los rusos.

El chisme es un pasatiempo para algunos que sufren de trastornos narcisistas de la personalidad.

Para Dino y sus análogos, el chisme no es vida — el chisme es la vida.

Sumidos en una cloaca de vaguedades morales y desprovistas de una autoestima saludable, el NP recurre al chisme, no para enseñar a los demás cuan bajos sus víctimas pueden ser, sino cuan menos bajos ellos mismos creen ser.

Dino, en su cobardía, fustigaba a sus hijos con flagelos, mataba a sus perros, los torturaba, sometía a su esposa a la violación conyugal, se mofaba de su hijo que de Asperger sufriera, mientras que él y su hermano se proyectaran ser seres especiales.

¡Pobre diablo!

El chisme no requiere pruebas. La opinión pública construye más a partir de impresiones que de hechos, por lo tanto, una mera acusación basta.

Además, el rumor tampoco requiere la existencia de grandes logros por el chismoso, a este le basta que su víctima luzca mal.

Por eso Dino mentía, construyendo la realidad demostrada en ficción inventada.

Dino y el chisme existen lado a lado. Son parte esenciales de la Naturaleza y de sus designios. Condenarlos no es justo, ya que ellos son tan necesarios como somos todos los seres vivientes: cucarachas, alimañas, bacterias, ratas y (por supuesto) los Dinos, para la supervivencia total. (Véase mi ponencia: Dino, el Marchante del Puente: Una reseña acerca del Narcisista Patológico [NP])

Pero, y a pesar de que tantas veces hemos incluido el tema del deber en nuestras lecciones, aquí aparece apropiado, hacerlo de nuevo.

El deber

Dr. Félix E. F. Larocca

De acuerdo al pensamiento psicoanalítico freudiano, dos llamadas se asocian con la felicidad: la del raciocinio o el deber, y la del placer. La llamada natural del placer se presenta asociada a necesidades corporales como la comida, el descanso, la búsqueda de felicidad. En cambio, la llamada de la inteligencia pide bienes, que atraen porque parecen favorables o se desean instintivamente: amor, amistad, educación, cultura, y deberes que nos imponen nuestra propia condición humana. El deber es una posibilidad libre que asigna racionalmente su elección: respetar la vida de los demás, su libertad, la propiedad, los compromisos. (Véase mi ponencia: Sé Culto).

Un deber esencial es el que tenemos para con nuestros hijos a quienes nos obligamos proteger, respetar, nunca mentirles o manipularlos. Y, más que nada, instilarles los valores humanos de la ética moral y del miramiento por los demás.

Fallo en hacerlo destruye la autoestima de quienes de nosotros dependen para su equilibrio emocional.

Pero no siempre resulta ser así, porque la gente inmadura y narcisista, centra su interés sobre sí mismos; viviendo para aprovechar lo que pueden de quienes pueden y para corromper a sus hijos. La práctica del bien supone el acatamiento de respetos inapelables, que no se pueden desoír sin que lo reproche la conciencia. Tampoco se cumple para obtener una ventaja práctica, o para ganar un laurel. Su observación trae consigo una satisfacción moral. La humanidad no podría subsistir sin obedecer a estos acatos éticos, que forman la base de la Ley Natural. Salvar al náufrago, atender al herido, retornar lo encontrado, socorrer a la víctima, agradecer el bien recibido sin inventar o diseminar calumnias. Debe ser así, aunque, a veces la acción vaya contra nuestro favor, el conductor que atropella a un peatón en un camino desierto y en vez de huir lo socorre — reconoce en sí mismo un bien superior.

En este reconocimiento se fundan la armonía de la sociedad, la solidez de los pueblos y la integridad de las personas. Sin este sentido de nuestros deberes, nos destruiríamos unos a otros, o solo viviríamos como los narcisistas patológicos, de quienes Dino y sus hijos, todos, tristemente nos recuerdan. (Véanse mis ponencias: La Mala Semilla y El Caso Difícil Número 7, que se encuentran en monografías.com) En la tumba de Kant se lee: "Dos cosas me llenan de admiración: el cielo estrellado fuera de mí, y el orden moral dentro de mí". Ese deber es un convencimiento interno de lo que conviene. Se llama "deber" porque su validez es universal. Respetar el deber moral significa sustituir la fuerza bruta por el respeto mutuo. Otros han opinado distinto a él. Hume, impuso un empirismo moral por el cual niega que existan deberes que se impongan por sí mismos, por ejemplo, que si alguien "es" un homicida, "deba" ser juzgado. Observa que estos deberes no son siempre iguales. No toma en cuenta la realidad de la existencia del deber moral, aunque en ocasiones esté afectado. Dice que es malo lo que desagrada y bueno lo que apetece, todo queda a nivel de los sentimientos. (Véase mi ponencia: El Principio de la Moralidad en el Ser Humano, publicado en monografías.com). Examinemos, entonces, la siguiente anécdota. El gerente de una empresa resolvió contratar a una nueva secretaria.

Después de exámenes y entrevistas, fueron seleccionadas tres candidatas muy jóvenes y bien parecidas. Para simplificar la elección, tomaron ante el gerente un último test; consistiendo para las tres en la misma pregunta:

¿Cuánto son dos y dos?:

  • La primera respondió: cuatro.
  • La segunda: pueden ser veintidós.
  • La tercera: pueden ser cuatro o veintidós.

El psicólogo redujo su veredicto a un análisis elemental, como, en seguida, veremos:

  • La primera dio la respuesta más obvia, actúa sin rodeos.
  • La segunda es prudente, intuyó un ardid y revela una mentalidad viva.
  • La tercera mostró flexibilidad y facultad diplomática.

¿Cuál de las tres escoge?

El gerente respondió sin titubeos: la rubia, con piernas largas y con ojos azules. (Véase mi ponencia: El atractivo físico: Para tantos, desventura cierta).

Muchas personas, como sucede con el narcisista patológico, al igual que este gerente, resuelven con las glándulas. Deciden según su gusto. Por ese camino se llega a preferir a una persona distinta del cónyuge, a respetar a los padres sólo si les favorece, a guardar la basura únicamente por el disgusto de ser multado, a respetar las leyes sólo cuando les conviene socialmente.

O, peor aún, forzar a sus niños a mentir y a sujetarlos a manipulaciones destructivas para lograr objetivos sórdidos. Modo infame de abuso psicológico, que caracteriza como educan a sus hijos las víctimas del narcisismo patológico, o Síndrome de Dino.Comte recoge parte de la doctrina de Hume y formula el positivismo, que sostiene que la única ética son las costumbres. No distingue entre el valor que tiene un comportamiento y su aceptación. Si es aceptado, lo considera valioso. Tampoco logra salvar el cómo admitir la crítica por disidencia y la objeción de conciencia. Nietzsche considera la voluntad de vivir como el supremo valor. Deberes como solidaridad, igualdad, fraternidad y compasión, los caracteriza como si fueran una corrupción individual inventada por los judíos, pueblo astuto, pero humillado, y trasmitido al Cristianismo, de quien decía "… (es) la peor mentira de seducción que ha habido en la historia". Afirmó que los judíos, por ser débiles, inventaron la religión y el más allá. Que tener compasión, es perder fuerza. Declaró la muerte de Dios y la vida del superhombre. No consideró que sea imposible convivir sin una moralidad básica.

Los deberes se imponen intelectualmente, y cada quien es libre de escoger la forma de vivirlos: Dedicación a cumplir obligaciones, amistad, placer, dinero, cultura. — o al robo, si es lo que resulta expediente. (Véase: Temas de Neurociencia: Las Religiones y su Génesis en Nuestro Universo Interior, publicado en monografías.com).

Hume, Kant, Comte, Nietzsche, se equivocaron en sus proposiciones porque no admitieron la trascendencia. Se trata de dos formas muy distintas de plantearse la existencia de las personas. Con una visión del hombre vista sólo por el hombre, con la total autonomía que da la libertad de opción; o con la perspectiva de ser tanto humano como un ser noble.

El ser humano en su desarrollo moral responde a leyes trazadas por la misma Naturaleza que son supeditadas a módulos natos e instintivos.

Sólo aquellos quienes se marcan una existencia amoral pueden evitar adoptar en sí los valores que desconocen como son: la honestidad, la integridad, el valor, el amor a los hijos y la decencia.

Para ellos la vida es una excursión recreativa por los derroteros del Principio del Placer. Sus propios hijos en sus destinos corrompidos lo confirman. (Véase mi ponencia: Los Dos Principios de la Función Mental, que aparece en monografías.com).

Se dice en algunos lugares que "de tal palo [sale] tal astilla".

Lección muy valiosa para quienes crían hijos que, como las malas semillas, son víboras venenosas, que aún a sus propias madres, emponzoñan.

La Mala Semilla…

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente