Una de los aspectos que he encontrado más fascinantes del lenguaje y el discurso humano es el desarrollo, evolutivo, de la capacidad por el chismoteo.
Pero antes del chisme — dicen los lenguaraces — primero era el verbo (Véase mi artículo: Dislexia y Neurociencia).
Pero antes del verbo, como primates únicos, vino el lenguaje. (Véase: The Language Instinct por S. Pinker).
Después del lenguaje, nos llegó el chismorrear.
Para explicar esta acción que, para algunos, constituye pasatiempo vital, teorías abundan. Aquí resumimos una que encontramos atractiva:
"La palabra "chisme" en inglés significa ‘persona relacionada a otra en Dios’. Hasta el año 1800 se consideraba señal de amistad. Hoy se define en inglés como: ‘Hablar por hablar — o la difusión de información íntima o sensacional’.
"Muchas personas pueden beneficiarse de los chismes que, acerca de ellos se difunden — de acuerdo al profesor Jack Levin, autor del libro: Gossip the Inside Scoop.
"Para otros, el chisme puede ser un vehículo de dejarnos saber, sin confrontaciones, que algunos no aprueban de nuestros comportamientos". (Extraído de Psychology Today — Agosto del 1996).
Para mí, quizás la razón que existe en nuestra especie es para darnos algo con que ocuparnos — mientras vivíamos en el pleistoceno — en lugar de masacrarnos mutuamente.
Porque como, sabiamente nos dijera Freud: "La civilización nació el día que el hombre enarboló una palabra en vez de una lanza".
El chisme y la persona chismosa
La persona que lo ama, como mi amigo Marino, y que vive del chisme, merece un lugar muy especial en nuestro entendimiento del comportamiento aberrante del ser humano.
Entre los que he conocido, analizado y estudiado, Dino (a quien ya conocimos en el Caso Difícil Número 7, publicado en monografías.com) ocupa una posición establecida de chismoso, entre otras "virtudes", que merece una mención especial.
Entendámonos, una de las formas más efectivas de comunicar ideas o hechos entre humanos, es recurrir al sistema más elemental y arcaico que conocemos: el de persona a persona o el de palabra de boca, lo que representa el estilo puro, inicial y espontáneo de la correspondencia entre nosotros.
Así fue en el Neolítico. Y así sería, porque la comunicación verbal antedata la escrita y la semiótica.
Aún en este avanzado siglo XXI, la palabra articulada viva y directa sigue siendo el método más eficaz y la forma más poderosa de comunicar lo que deseamos todos conozcan, — aunque lo que tengamos el propósito de comunicar no sea estrictamente verídico. (Véase mi ponencia: La verdad acerca de la mentira).
Por esa razón nos parecería curioso que uno de los candidatos pasados del PLD fuera un tartamudo. Aunque oradores tartamudos los ha habido en la historia.
Recordemos aquí al ilustre Demóstenes de Grecia, cuya carrera como orador fuera frustrada por el hecho de ser gago, impedimento que él sobrepondría logrando pasar a la historia como uno de sus grandes panegiristas.
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