Por el camino del pensamiento sociológico de Niklas Luhmann
Enviado por Ing.Licdo. Yunior Andrés Castillo Silverio
- El quehacer de la sociología
- Análisis funcional y teoría de sistemas
- Aspectos conceptuales
- Planteamientos teóricos
- Bibliografía
La incorporación del pensamiento sistémico-cibernético en la investigación social se basa en la búsqueda de una comprensión holista de la sociedad.
Uno de los autores que más ha contribuido a la construcción de un cuerpo teórico y metodológico basado en dichos planteamientos ha sido el sociólogo alemán Niklas Luhmann.
Su trabajo constituye un método cualitativo de conocimiento de la sociedad, vinculado a una teoría funcional de los sistemas sociales.
El objetivo de este escrito es presentar una visión general de la obra de este autor, de tal suerte que el lector motivado profundice en ella a partir de su producción bibliográfica.
En su obra, Luhmann subraya la necesidad de asumir de una forma nueva la tarea que se impuso la sociología desde finales del siglo XIX: describir a la sociedad en la que vivimos y explicar en lo posible sus peculiaridades, pero haciendo énfasis en que la sociología es parte de la sociedad que describe.
En este sentido, la sociología debe poder observarse en su papel de observadora y describirse en su papel descriptivo.
Es más: debe poder observar su propio punto ciego: "observar que no puede ver lo que no puede ver". Metáfora introducida en el pensamiento científico por el físico Heinz von Foerster: "Si no veo que estoy ciego, estoy ciego, pero si veo que estoy ciego, veo".
De acuerdo con Luhmann, la sociología ha eludido este problema acudiendo, en la descripción, a instancias externas a la sociedad: es posible observar desde afuera (Emile Durkheim) o es posible observar desde el sujeto (Max Weber e incluso Talcott Parson). Y a discusiones como la sostenida entre el aseguramiento de la práctica de la ciencia (Karl Popper) y la estrategia teórica y práctica del sujeto (Theodor Adorno, Jürgen Habermas), las cuales no logran conciliarse porque las partes han eludido de forma diferente el mismo problema: cada una ve el punto ciego de la otra, pero no el propio.
Este estancamiento de la sociología contrasta con el rápido proceso de cambio que se está dando en la investigación interdisciplinar.
El autor considera que, en un mundo como el nuestro, con sistemas biológicos, psíquicos y sociales interconectados, que se observan a sí mismos y entre sí, no existen posiciones privilegiadas desde las que se pueda observar correctamente el mundo, como tampoco hay a priori un sujeto que pueda distanciarse por un simple acto de voluntad.
Trasladada al ámbito social, tal afirmación implica que la sociedad no puede ser observada desde fuera por una conciencia individual.
Por ello propone que sólo mediante la observación de observaciones (observar es generar una diferencia con la ayuda de una distinción, sin dejar por fuera algo distinguible, incluye todo lo que es observable e, incluso, al observador mismo), también conocida como observación de segundo orden (en la que se supera la inmediatez entre el observador y lo observado externo a él, para observar al observador mismo y al proceso de observación.), se puede construir el mundo de manera íntersubjetiva.
El mundo es un correlato de la observación de observaciones. Incluso, por esta vía se aborda de manera diferente el enigma del entendimiento del Otro, pues no se observa a otro individuo de la propia especie sino al Otro como observador.
La importancia de esta propuesta radica en que cambia la forma de la relación entre la sociología y la sociedad. Se cancela la distinción entre el sujeto y el objeto, que permitía al sujeto enjuiciar al objeto sin autoimplicarse.
Luhmann considera que la sociología debe asumir como tema-problema la reducción de la complejidad social, derivada de la imprevisibilidad de los sujetos en el ámbito social: la incertidumbre de coincidir en la vivencia y en la acción con otros sujetos, la posibilidad ilimitada de otras opiniones. La sociología debe poder enfrentar la problemática de la constitución íntersubjetiva de sentidos en el mundo.
Análisis funcional y teoría de sistemas
El pensamiento sociológico de Luhmann parte de una crítica a la teoría estructural-funcionalista del sociólogo estadounidense Talcott Parson, para proponer una teoría funcional-estructuralista.
Dicha crítica no obedece a una simple banalidad de cambio de nombres. El cambio radica en la posibilidad de aplicar el análisis funcional: éste consiste en seleccionar un número de variables como referentes funcionales (problema de teoría del conocimiento) y ejercitar un método que posibilite (problema lógico científico) el ordenamiento de los fenómenos sociales con arreglo a tales variables.
El análisis funcional implica una afirmación del universo de lo que acaece y establece un código de procedimientos en el ordenamiento de los fenómenos sociales.
La primacía del concepto de función sobre el de estructura posibilita establecer todo el conjunto de estados y estructuras diferentes que puede adoptar un sistema para la solución de un problema. Su definición es congruente con la definición matemática: una función se refiere a una variable que es considerada en relación con otra u otras variables, respecto a las cuales puede ser expresada o de cuyo valor depende el suyo.
Luhmann afirma que una teoría funcionalista no es un sistema hipotético-deductivo. El análisis funcional apunta a la búsqueda de nuevas posibilidades y amplía la forma de pensar en líneas causales mediante la introducción de un método comparativo. El funcionalismo -como método– abstrae un problema de referencia y lo relaciona con un rango de soluciones alternativas.
El análisis funcional es una técnica analítica cuyo objetivo es formular unos principios básicos desde los cuales es posible ordenar los fenómenos sociales, en contraste con la teoría de sistemas, acogida –por el autor– como una teoría sustantiva para la identificación de problemas y la formulación de preguntas, a las que se les puede aplicar el análisis funcional.
Otra distinción básica en la obra de Luhmann es el rechazo a la idea ontológica de sistema, que dio origen a los conceptos de organismo y máquina.
El sistema se concebía como un ordenamiento que integraba un todo, entendido como algo más que la suma de las partes. Por ello, Luhmann acoge el modelo cibernético que sustituye la relación todo/partes por el de sistema/entorno (o ambiente). Esto constituye –a su juicio– un primer cambio paradigmático en la teoría de sistemas.
Un cambio paradigmático tiene lugar cuando un conjunto de nuevas concepciones incorpora otro, que le precede, dando cuenta de sus planteamientos centrales de modo innovador.
Es así como el antiguo principio aristotélico: "el todo es más que la suma de las partes" representa una concepción de sistema que permaneció por largo tiempo, hasta ser reemplazada, a mediados del siglo XX, por la concepción de sistemas abiertos a su entorno, en interacción con éste. Aporte del biólogo Ludwig von Bertalanffy.
Siguiendo el modelo del pensamiento sistémico-cibernético, Luhmann acoge y redefine diversos conceptos. Una síntesis de ellos se presenta a continuación:
Un sistema es una entidad real que se mantiene idéntica en su relación con el entorno. El entorno siempre es más complejo que el sistema y tanto uno como otro existen en el mundo.
El mundo es una categoría última sin límites, suma de todas las posibilidades posibles. Si algo existe, forma parte del mundo.
Cualquier amenaza de destrucción debe ser pensada como posibilidad dentro del mundo. El mundo es extraordinariamente complejo.
La complejidad es la totalidad de todos los acontecimientos posibles; no es sólo una categoría metodológica sino el problema sustantivo –último de referencia– en la investigación funcional.
Si bien su definición resulta incompleta, como todas las que se refieren al concepto de posibilidad, ello no significa una deficiencia sino una alusión al problema que designa el concepto.
La complejidad tiene una naturaleza relacional.
En términos antropológicos, un sujeto experimenta el mundo como complejo cuando se enfrenta, en sus vivencias y acciones, a una variedad de posibilidades.
La complejidad está vinculada al concepto de selección. La experiencia de la complejidad exige un proceso de selección para reducir la complejidad.
La selección remite, a su vez, al concepto de contingencia.
La contingencia significa que algo puede ser también de otra manera y designa las posibilidades de selección. Pero este proceso no es casual; por ello se necesita el concepto de sentido.
El sentido es una estrategia de comportamientos selectivos bajo condiciones de elevada complejidad.
Se forma en el horizonte del mundo como una identidad que alude a otras posibilidades y designa la forma ordenadora de la vivencia humana. La vivencia humana siempre es selectiva, transita entre la complejidad y la contingencia.
Como la complejidad significa impulso de selección y la contingencia significa peligro de frustración y necesidad de exponerse a riesgos, la vivencia adquiere la forma de una selectividad llena de riesgos.
Los sistemas sociales –a diferencia de las máquinas– son sistemas identificables por el sentido. Los de un sistema social no son límites físicos, sino límites de lo que puede ser relevante en términos de sentido.
La sociedad es un sistema cuyas estructuras son decisivas para mantener el alto nivel de complejidad de la humanidad, para vivir y actuar con sentido.
La producción de los sistemas sociales se comprende con base en el concepto de autopoiesis.
Este concepto fue introducido por los biólogos chilenos Francisco Varela y Humberto Maturana para explicar la circularidad de la producción de los sistemas vivos, a partir de las investigaciones sobre autoorganización (Heinz von Foerster, Janos von Neumann).
El concepto de autopoiesis guarda relación con el concepto de autorreferencia: un sistema autorreferente es una unidad autopoiética que produce, ella misma, los elementos que componen el sistema; ello requiere la capacidad de distinguir los elementos que pertenecen al sistema de los que pertenecen al entorno. La autorreferencia es el proceso mediante el cual un sistema se refiere a sí mismo en la constitución de sus elementos y en sus operaciones fundamentales.
Los sistemas sociales son sistemas autorreferentes y autopoiéticos.
El concepto de autorreferencia implicó –a juicio del autor– un segundo cambio paradigmático en la teoría de sistemas. La autorreferencia subsume la noción de sistema/entorno, como parte del proceso interno de autorreferencia.
No podría considerarse completo (o, por lo menos, parcialmente completo) un recorrido por la sociología de Luhmann si no se hace referencia a algunos de sus planteamientos teóricos sobre los sistemas sociales. Los siguientes párrafos dan cuenta de ello.
Luhmann afirma que lo único constante en todos los sistemas sociales es su función: todos son modalidades que involucran una reducción de la complejidad.
Todo sistema social es funcionalmente equivalente: la conformación ya sea de una familia o de una organización burocrática o de un organismo planificador o de un grupo de anarquistas reduce la complejidad de su entorno mediante selecciones con las cuales termina caracterizándose.
Frente a la infinita complejidad del mundo, los sistemas sociales son "islotes" de complejidad reducida. Su acción se presenta en dos niveles: por medio de la estructuración o reducción de la complejidad interna y por medio de la selección o reducción de la complejidad externa.
La complejidad interna de los sistemas sociales conduce al proceso de diferenciación social, y la externa, a la especialización y clausura autopoiética frente al entorno.
Con base en los procesos de diferenciación y construcción de los sistemas sociales, el autor plantea sus teorías de la evolución sociocultural y la diferenciación funcional de las sociedades complejas.
Por evolución sociocultural se entiende una modificación específica y crucial del mecanismo constructor (diferenciador) de los sistemas sociales en el interior de la sociedad.
La observación de la evolución sociocultural se centra en los procesos de selección y diferenciación, excluyendo la idea de adaptación.
La evolución sociocultural es un proceso interno de diferenciación de las sociedades, orientado a la constitución de sistemas altamente especializados que desarrollan sus funciones de manera autónoma. Es un proceso despojado de la noción de progreso.
Este proceso ha dado lugar a las siguientes cuatro clases de formaciones sociales:
a. Sociedades segmentarias, basadas en la simetría y la igualdad, en las cuales las funciones sociales son estructuradas a partir del sistema de parentesco. Por ejemplo, algunos grupos aborígenes de cazadores-recolectores.
b. Sociedades constituidas de modo asimétrico, cuyo modelo de diferenciación interna se estructura a partir de las relaciones entre centro y periferia, o en términos de jerarquías sociales. Tal es el caso de la antigua Roma, de la sociedad Inca y del sistema feudal en la Edad Media.
c. Sociedades funcionalmente diferenciadas, basadas en la especialización funcional y en sistemas sociales parciales, autorreferentes y autopoiéticos. Esta clase de sociedad comprende a los modernos Estados–nación.
d. La sociedad mundial o globalizada, entendida como el impulso hacia la ampliación y el fortalecimiento de las tendencias diferenciadoras que trascienden a los Estados-nación.
La diferenciación funcional de las sociedades complejas ha conllevado, en virtud de su dedicación exclusiva a determinadas funciones (selectividad respecto al entorno), a la emergencia de diversos sistemas sociales parciales, los cuales, al estabilizar sus estructuras internas, pueden generar nuevas diferenciaciones.
Algunos de estos sistemas son:
La familia: se presenta como el sistema social más propicio para la actualización, el cuidado, el impulso y el tratamiento comunicativo de la individualidad emocional, por medio de relaciones íntimas, privadas y amorosas que caracterizan su operatividad.
El amor, al igual que la amistad, constituye una comunicación altamente especializada, en el sistema social.
La economía: se considera como un sistema altamente definido en el conjunto de los sistemas parciales. La observación de la economía en tanto sistema autopoiético permite reconocer que los elementos que la componen provienen del sistema mismo: el dinero crea dinero.
Los límites de dicho sistema están definidos por sus operaciones monetarias.
El derecho: cumple con la importante función de generalizar y estabilizar expectativas de conducta y regular conflictos mediante la constitución de procedimientos para hacerlo. En este sistema, lo justo se diferencia de lo injusto por medio de decisiones internas al sistema legal. Ningún otro sistema opera en forma similar.
La ciencia: se asume como un sistema funcional diferenciado que se esfuerza por lograr del conocimiento y la verdad, el sentido que ella misma impone.
Es un sistema que acepta la verdad sobre la base de las pruebas que en él se determinan, es decir, de sus propios criterios de verdad.
La religión: tiene por objeto el mundo, las realidades últimas, la comunicación con Dios.
En otras palabras, la transformación de lo indeterminado (lo inaccesible) en complejidad determinable; problema para el cual no existe otro sistema funcionalmente equivalente.
El arte: su función es la confrontación de la realidad mediante otra versión de la misma.
El arte se compone de obras de arte que son reconocidas como arte en el arte, y no necesariamente por el público.
El arte se determina por medio de un sistema especializado autorreferente y produce arte en el arte.
Además de los descritos, también son sistemas sociales parciales: la política, la salud, la moda, la milicia, el deporte y la tecnología, entre otros.
En suma, la obra de Niklas Luhmann constituye un esfuerzo por construir una teoría mediante la cual sea posible comprender el universo de lo social y que sea ella misma, tema de su propia investigación.
Corsi, Giancarlo, Elena Esposito y Claudio Baraldi (Editores). 1996. Glosario sobre la teoría social de Niklas Luhmann. Universidad Iberoamericana – Anthropos, México.
Luhmann, Niklas. 1998. Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferencia. Trotta, Barcelona.
Luhmann, Niklas. 1998. Sistemas sociales: lineamientos para una teoría general. Anthropos – Centro Editorial Javeriano, Bogotá.
Perez-Agote, Alfonso e Ignacio Sánchez. 1996. Complejidad y teoría social. Colección Academia – CIS, Madrid.
Rodríguez, Darío y Marcelo Arnold. 1990. Sociedad y teoría de sistemas. Editorial Universitaria. Santiago de Chile.
Enviado por:
Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
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Santiago de los Caballeros,
República Dominicana,
2015.
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