Políticas Públicas y Participación Política: Una Visión desde el Sur
Enviado por Alicia Morffi García
El Trazado de Políticas Públicas y la Participación Política: Visión desde el Sur
El tema Políticas Públicas, irrumpe en el mundo académico, al menos desde finales de los 60s hasta la actualidad, no sólo como parte de un tema teórico sino, con mayor fuerza, como parte de la defensa de una ideología del mercado que resucita, entre otras razones, por las señales de una nueva etapa de la crisis estructural del Sistema[1]
Por ello, entre los principales postulados propuestos desde la generalidad de los autores de la Ciencia Política euroestadounidense, se encuentran argumentos que tienden a globalizar soluciones y alejarse de objetivos concretos de las Políticas Públicas, al menos de aquellas que inciden, con mayor fuerza, en el desarrollo de las mayorías de las personas para la supuesta igualación de los beneficios[2]
Sin embargo, y a pesar de las similitudes en el orden teórico, en el debate teórico acerca del tema Políticas Públicas se pueden distinguir dos etapas cardinales: la primera, desde finales de los 60s del pasado siglo XX hasta inicios de los 70s y la segunda, a partir de mediados de los 70s hasta la actualidad. Por supuesto, los principales presupuestos se pueden identificar entre un número de autores, en especial, desde el campo académico de la Ciencia Política del Norte[3]
En la primera etapa, los presupuestos teóricos de mayor grado de generalización se encuentran:
Políticas Públicas como el conjunto de acciones que desarrolla un gobierno para con sus gobernados, con el objetivo central de alcanzar el bien de los ciudadanos. (Podestá Arzubiaga, 1966)
Las Políticas Públicas son aquellas acciones que los gobiernos eligen hacer o no hacer. (T. Dye, 1972)
Las Políticas Públicas es el conjunto de acciones que se implementan desde el sector público hacia aquellos sectores "vulnerables" de la sociedad. (L. Mead, 1972)
Hasta los años 1973-74 del pasado siglo XX las políticas públicas, con independencia de criterios aislados, se consideraban políticas que los gobiernos tendrían que concretar con mayor nivel de responsabilidad para con sus gobernados, al menos en teoría estos axiomas no implicaban significativas complejidades en el debate académico.
Sin embargo, existe un giro en el estudio de estas Políticas a partir de, mediados de los 70s e inicios de los 80s. Dichas propuestas tienden, en lo fundamental a, minimizar la responsabilidad gubernamental con relación a las mayorías de los gobernados, desposeídos de medios de producción y/o servicios fundamentales que garanticen sus ingresos y alejar, en definitiva, los dilemas públicos de mayor alcance social de posibles soluciones que deriven de las acciones, directas o indirectas, desde sus respectivos gobiernos. Las principales propuestas se pueden sintetizar en las siguientes tendencias[4]
Tendencia globalista por definición: asumir el trazado de Políticas Públicas como aquellas que se podrían implementar, no sólo desde los gobiernos, sino, en lo principal, por actores no gubernamentales, la acción del "mercado" sería la mano invisible para dar solución a problemas de mayor demanda social. De esta tendencia derivan otras, como:
Tendencia economicista: el trazado de Políticas Públicas como aquellas acciones que generen menores costos gubernamentales y mayores beneficios empresariales-privados.
Tendencia "hacia fuera": priorizar el trazado de Políticas Públicas "proteccionistas" con relación a los intereses nacionales de las transnacionales de capital extranjero.
Tendencia a la "no-responsabilidad gubernamental": desde el trazado hasta la implementación la responsabilidad estaría compartida entre actores diversos de ambos sectores, público y privado y otros ciudadanos denominados, autónomos y contribuyentes[5]
Tendencia a la privatización de lo público como método para alcanzar las tres "E"; economía, eficiencia y eficacia: reducción abrupta de aquellos bienes y servicios de carácter público, indispensables para la reproducción individual de cada persona, en lo principal, la privatización de los servicios de la educación; de la salud; de las pensiones y jubilaciones; así como reducir las ofertas de empleos protegidos e incrementar aquellos del denominado "sector informal".
Los argumentos antedicho y otros se visualizan como parte de los programas para la implementación de las Políticas Públicas hasta la actualidad. Por ello, es necesario repensar, no sólo en la conceptualización sino en todo el proceso de las Políticas a partir de una inversión metodológica[6]para su profundización y concreción, desde dentro de cada país, distanciadas de fórmulas y esquemas teóricos, que quizás, para los países desarrollados sean exitosos, no así para la generalidad de los países del Área después de más de tres décadas de aplicación[7]
Es por ello, entre las razones fundamentales la propuesta de, reanalizar qué son las Políticas Públicas, para qué y por qué priorizar a determinadas políticas de mayor demanda societal, con un enfoque desde el Sur y para el Sur, aún con mínimo análisis en la literatura especializada tradicional. De igual manera, reanalizar y repensar con visión Sur la ecuación Estado-Gobierno-Sociedad Civil, atendiendo a las condiciones histórico-concretas y situacionales de cada nación[8]
Políticas garantes, desde dentro y con mayor responsabilidad gubernamental las cuales tiendan a "incluir personas" y beneficiar la reproducción individual, familiar y colectiva que, en su dinámica coadyuven al desarrollo humano digno y decoroso de las mayorías de las personas en países como los nuestros con estructuras económicas aún deformadas y dependientes, subdesarrolladas.
En síntesis, la visión Sur se enfoca en, distinguir y priorizar aquellas Políticas Públicas con mayor incidencia en la vida material y espiritual de las personas. Tales Políticas podrán actuar como fortalezas para alcanzar el desarrollo humano desde una debilidad común, herencia del Sistema Político Capitalista Mundial: el subdesarrollo.
Sería otra arista del concepto, el conjunto de acciones, desde los gobiernos con voluntad política y máxima responsabilidad ante sus gobernados, para aunar esfuerzos entre los diferentes actores políticos y las organizaciones de la sociedad civil para destinar bienes y servicios indispensables para el desarrollo de la vida humana. A este conjunto de Políticas Públicas es el que la autora designa como, Políticas Socio-humanistas.
Tales políticas tendrán que estar garantizadas por un sector público sólido y un sector privado comprometido, no excluido empero subordinado a intereses de las mayorías, no sólo de la representatividad de las Organizaciones de las Sociedad Civil, sino de la totalidad de los miembros de una Sociedad. Ello incluye, garantías desde los presupuestos estatales con máxima responsabilidad gubernamental para concretar su efectividad[9]
Entre esas Políticas destacan: las garantes de servicios de la salud; de la educación; de la asistencia social y de los empleos protegidos. A estos sectores corresponderán dinamizar, aún en condiciones del subdesarrollo, el desarrollo humano con políticas, no sólo legisladas sino legitimadas, que ofrezcan las oportunidades para las mayorías que hoy denominan "sectores vulnerables de la población"[10].
De tales razones, la Nueva Ciencia Política, enfoque Sur, sin pretender fórmulas acabadas ni esquemas totalizadores y/o universales hace un llamado al análisis de nuestros dilemas socio-políticos nacionales, desde lo nacional. El tema Políticas Públicas, ahora con una propuesta y visión socio-humanista es dar prioridad, entre los factores del proceso del desarrollo al factor Humano, de forma sostenible, sustentable y con derecho a las oportunidades que tendrán que tener las personas humanas, con independencia de nacer en países subdesarrollados o, en países desarrollados en condiciones del subdesarrollo[11]
Ello implica, construir Políticas Públicas nacionales, atendiendo a las peculiaridades de cada país, desde dentro y hacia dentro, con máxima responsabilidad de los gobernantes para con los gobernados. Podrán intervenir otros actores del sector privado y de las organizaciones sociales y no gubernamentales, empero la voluntad política de los gobiernos y sus representantes serán los que puedan impulsar dichas políticas, legisladas y controladas hasta su implementación efectiva, es decir legitimadas por las mayorías de los miembros de una determinada Sociedad Civil.
En este proceso y en el curso de acciones para el trazado de las Políticas Públicas socio-humanistas tendrá una fortaleza indudable la participación ciudadana, no sólo en su diseño y en la legalidad de su proceso, sino, en especial, para su legitimación desde cada uno de los miembros de las sociedades civiles. Podrán existir otras vías, sin embargo, la participación ciudadana como participación política en la construcción de Políticas Públicas humanistas merece un análisis de mayor profundidad si se quiere alcanzar un Mundo de mayor inclusividad y desarrollo de la condición humana.
__ La Participación Ciudadana y la Política en la construcción de las Políticas Públicas Socio-humanistas. ¿Diferentes o Complementarias?
La literatura especializada en estos temas presenta una infinidad de aproximaciones conceptuales acerca de la Participación Ciudadana y la Política, sus diferencias y similitudes[12]Sin embargo no es propósito valorar cada una de ellas ni proponer otras diferentes sino asumir que, la acción de participar, con conocimiento del proceso, en el proceso de toma de decisiones políticas, a través de una diversidad de métodos y procedimientos, es un paso insoslayable y necesario para el trazado de Políticas Públicas, al menos para aquellas con carácter socio-humanista.
La diversidad de esquemas teóricos-metodológicos que llegan, como propuestas para el trazado de Políticas Públicas, estilo Ciencia Política del Norte presenta mínima referencia al rol e importancia de la participación ciudadana en la vida política y en el hacer de Políticas. Por el contrario, abundan las referencias a la representatividad de las diversas Organizaciones Sociales de la Sociedad Civil, con reducido análisis a la participación directa individual y a través de los diferentes colectivos de las personas[13]
Por ello la presente propuesta parte de, la necesidad insoslayable de una participación mayoritaria, con conocimiento de las mayorías de las personas, supuestamente destinatarias de tales Políticas Públicas las cuales se distinguen como socio-humanistas. Tal propuesta, aún en los marcos teóricos, exhorta a repensar las prioridades para incluir a las personas en el proceso del desarrollo, entendiéndose este proceso como un desarrollo humano sostenible y sustentable que tendrá que pasar por una efectiva participación política para señalar alternativas de Políticas desde el diseño hasta la implementación con el control y evaluación eficaz de tales estrategias[14]
Sin embargo, no es ajena la estructura económica dependiente de nuestros países del Sur en este análisis, signado, en su generalidad, por la huella del subdesarrollo y de Relaciones Políticas Internacionales, centristas y hostiles. No obstante, la alternativa parte, en última instancia, de la imperiosa necesidad de la inclusión de las mayorías de las personas en su condición de ciudadanos, como actores políticos para la búsqueda de opciones, aunque lo social no podrá excluir criterios individuales, por el contrario, tendrá que ser expresión de las individualidades desde cada localidad a nivel nacional y viceversa[15]
Por otra parte, asumo que la, Participación Política tendrá que ser analizada en las sociedades en concreto y en momentos históricos concretos[16]Por supuesto, al distanciarnos de las propuestas tradicionales de cientistas políticos del Norte nos distanciamos, asimismo en defender fórmulas universalistas, cada nación, gobierno y miembros de las sociedades civiles tendrá que tener presente sus peculiaridades para diseñar las estrategias y tácticas de mayor factibilidad y alcanzar una amplia participación.
No obstante, el estudio de la historia del desarrollo de la sociedad humana brinda ciertas enseñanzas que podrían coadyuvar en la profundización de, cómo alcanzar una mayor participación ciudadana y política de mayor inclusión social para el trazado de las Políticas Públicas socio-humanistas. Entre esos preceptos se pudieran referir[17]
Necesidad de profundizar, como reto para alcanzar el desarrollo, en un proceso de enseñanza–aprendizaje creativo, basado en la consolidación de valores humanos, donde se respeten criterios individuales y se fortalezcan los sociales como aspiraciones de cada comunidad, desde lo local a lo nacional.
La participación ciudadana-política tendrá que desbordar los procesos electorales. No podrá ser coyuntural sino característica inherente del sistema político para alcanzar su legitimidad.
Tendrá que ser resultado de comportamientos individuales conscientes los cuales logren alcanzar consensos, no sólo en los planteos de los problemas sino en las propuestas de soluciones. Concordar lo discordante-al decir de Roa-lo cual no implica eliminar contradicciones sino por el contrario que ellas sirvan para impulsar soluciones.
La denominada consulta participativa tendrá que ser, flexible, continua y sistemática. Ello dependerá, en última instancia, de la participación micro societal, a niveles de barrio o localidad, de cada vencidad. Las metas microsocietales tendrán que impulsar lo macrosocietal traducido en diseños de políticas públicas no sólo legisladas sino legitimadas a través de esta participación.
En última instancia, la voluntad política de los gobernantes propiciará, según peculiaridades nacionales, el ascenso consciente de la participación ciudadana como participación política e impulsará una participación de mayor inclusión social que garantice alternativas viables y factibles para el trazado de Políticas Públicas socio-humanistas.
Sin ánimos de conclusiones, la presente propuesta plantea:
A) Para trazar Políticas públicas, al menos aquellas que designan Socio-humanistas, depende, en última instancia, de la voluntad política de los gobiernos para impulsar métodos de mayor nivel de inclusión ciudadana.
B) De la participación política ciudadana eficaz de la totalidad de los miembros de la Sociedad Civil que se encuentren en condiciones, según edad y, sin ningún otro criterio discriminatorio, de sexo, etnia o razas para ejercerla como derecho.
C) De la educación y cultura alcanzada por cada sociedad, no sólo en sí sino para sí, que implica conocimientos de sus principales dilemas socio-políticos-económicos y por ende pensar en sus alternativas y posibles soluciones, desde lo micro a lo macro. Desde el Sur político que requiere salidas autóctonas a problemas autóctonos.
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Autor:
Alicia Morffi García.
[1] El concepto Políticas Públicas se disemina por un conjunto de autores occidentales que alcanzan cierto consenso en definirla como aquellas políticas que, “por naturaleza es función de los estados y los gobiernos al hacerse cargo de la igualación ciudadana y sus beneficios, de dicha condición derivan las buenas democracias y los virtuosos gobiernos” traducido al español en el libro, Enfoques de Políticas Públicas, Barcelona, España, 1969, Págs.13-15, sin entrar en su verificación, al menos en teoría esta explicación del concepto Políticas Públicas alcanza cierto consenso a partir del desarrollo de los sectores público y privado en la gestación de los estados modernos. Sin embargo, desde finales de los 60s, los principales resultados propuestos, en especial, los “del proceso y las etapas en el proceso”, tienen la tendencia a priorizar, criterios de costes/beneficios. Con relación a ello existen tantas propuestas como autores, no obstante se visualizan aspectos teóricos similares que se mantienen hasta la actualidad. Ello significó un giro en el estudio de las políticas públicas si lo comparamos con las primeras consideraciones en la génesis del término. De igual manera, desde finales de los 60s se comienzan a visualizar las señales de una nueva etapa de la Crisis Estructural del Sistema Capitalista Mundial y, aunque no estalla hasta los años 1973-74 con la Crisis Energética convertida en poco tiempo en Crisis General, desde esos años hay una preparación de los países del Norte para enfrentar la nueva etapa lo cual influye y condiciona, en última instancia el diseño de las políticas públicas. En especial, las imposiciones desde los Estados Unidos de Norteamérica relacionado con la “política” hacia la mayoría de los países de la Región inciden en la abrupta reducción de los gastos públicos y sociales como requerimientos condicionantes para los acuerdos económicos-comerciales y políticos, todo ello tiende a la minimización del sector público y las políticas públicas. (Véase Documento de H. Kissinger, “Seguridad Nacional, perspectivas latinoamericanas”, 1969 así como “El Informe sobre América” presentado por D. Rockefeller en ese mismo año, ambos se pueden leer en el libro de J. D Cockroft, págs. 92-99 referenciado en la bibliografía de este trabajo)
[2] La discusión teórica del Tema Políticas Públicas a partir de los postulados teóricos que proponen autores estadounidense, europeos y otros desde la Ciencia Política tradicional no estaría en validar dichas propuestas, sino, en su validación efectiva para contextos diferentes. La generalidad de esquemas para diseñar tales Políticas más que estudios desde dentro de cada país, tienden a defender las fantasías que se podrían alcanzar y se caracterizan en lo fundamental, por los vacíos contextuales de tales fórmulas.
[3] Ciencia Política del Norte, occidental y/o tradicional es la forma de designar, para su distinción y distanciamiento, a los estudios e investigaciones realizadas en este campo académico por autores del primer mundo y/o mundo desarrollado con relación al tema Políticas Públicas, en especial autores europeos y estadounidense por su amplia diseminación en la literatura especializada. También otros, en línea con estas definiciones, desde países de América Latina que los asumen, minimizando o anulando la significación de las peculiaridades nacionales con diferentes niveles de desarrollo. Entre los autores con mayor nivel de diseminación de teoremas acerca de qué entender por Políticas Públicas, desde el Norte, en específico desde los Estados Unidos de Norteamérica se pueden citar, por ejemplo, Charles Merriam (1951); Harold Laswell, (1951-70); Yakehezel Dror, (1972-84); Lindblom, (1979-86); Nelson, (2001-2005), entre otros que, al menos en la literatura especializada, alcanzaron difundir sus consideraciones y encontraron seguidores de sus esquemas teóricos metodológicos. En América Latina, seguidores de estos estudios y en línea con estas fórmulas se pueden citar, entre otros, a: Aguilar Villanueva, (1992-96); Facio Lima, (2001-02); Federico Barragán, (2003-05); Uvalle Berrones, (2004); Pirez, (2004); Lahera, (2006). No obstante, es preciso subrayar que no es objeto de este trabajo analizar planteos teóricos que proceden de estos autores sólo se realiza una síntesis de postulados principales que sirven de punto de referencia como estudios precedentes, y distinguir el enfoque, desde el Sur y para el Sur del tema Políticas Públicas propuesto por la autora.
[4] Existen documentos desclasificados donde se pueden develar que tales tendencias, aunque no son las únicas para trazar Políticas Públicas eficientistas, llegan desde las propuestas estadounidenses, como alternativas hacia la mayoría de los Países de la Región para entrar a la Modernidad los cuales se desarrollan desde finales de los 60s y se comienzan a aplicar a finales de los 70s e inicios de los 80s, con mayor agresividad en los 90s y hasta la actualidad. Desde el denominado Consenso de Washington y sus plataformas (1977-2007), hasta las investigaciones generadas por instituciones estadounidenses, como por ejemplo Internacional Transparency, Freedom House, la Universidad de Chicago, y la Fundación Kaplan, entre otras, que imponían la drástica reducción de gastos públicos, del volumen del sector público y por ende el reajuste de las Políticas Públicas, como fórmulas priorizadas para entrar en la Era de la Globalización. este estudio histórico se puede ampliar en D. J. Cockroft, “Historia y política de los Estados Unidos hacia América Latina, país a país”, Ed. Uniones, Bogotá, Colombia, 2006.
[5] Esta terminología, “ciudadanos autónomos y contribuyentes” tiende a generalizarse entre autores de diferentes campos académicos de América Latina en línea con fórmulas hacia la modernidad, estilo Norte, entre ellos destacan, Aguilar Villanueva, Pedro Pírez, Eugenio Lahera, con mínima claridad, al menos teórica de, quiénes serían esos ciudadanos capaces de trazar e implementar tales políticas independientes de los gobiernos y estados.
[6] En línea con Thalía M. Fung Riverón autora fundacional y pionera en la alternativa de construir una Nueva Ciencia Política, enfoque Sur, los estudios en este campo académico requieren una inversión metodológica en las investigaciones, lo cual no sólo nos distancie de esquemas y axiomas estilo Norte, sino que nos acerque a nuestras realidades nacionales. Es el planteo de llegar a las “esencias”, develar las relaciones causales a los problemas socio-políticos que tienen nuestros países del Sur, no sólo para comprender al mundo sino para transformarlo, enseñanza que nos legó Marx y explicitó en su 11na tesis a Feurbach. Por ello, las investigaciones en el campo académico de la Ciencia Política tendrán que tener como punto de partida los referentes nacionales, desde dentro de cada país, en nuestro caso, desde el Sur, para el Sur y del Sur.
[7] No es objeto de este trabajo valorar el triunfo o no de estos esquemas y modelos en el trazado de políticas públicas “eficientistas” en países del denominado primer mundo o mundo desarrollado. El presente trabajo tiene como punto de partida el deterioro del sector público y la reducción de políticas públicas con mayor demanda societal en la gran mayoría de los países de América Latina las cuales han tenido como base teórica estas fórmulas “importadas” desde la Ciencia Política estilo Norte. Por supuesto se exceptúan países como Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina, entre los países que mayor dinamismo presentan, en los últimos diez años, en políticas públicas de mayor alcance societal, las cuales llegan a beneficiar a sectores de la población con menores niveles de ingreso. (Fuente CEPAL, Informe Regional, 2011)
[8] En el caso de la conceptualización de Sociedad Civil se comparte argumentos de Thalía Fung cuando explica que, (…) sería un error reducir este concepto a “esquemas organizativos, la dinámica tan cambiante de la sociedad civil obliga a repensarla histórica y situacionalmente”(Fung, 1997, p.32) es por ello, entre otros que, las fórmulas universalistas no serían las mejores alternativas para pensar la sociedad civil, no obstante comparto, asimismo que en el análisis de la sociedad civil se tendrá que distinguir su “movilidad cualitativamente superior al quietismo estatal”(Fung, 2009, p.86)
[9] Por razones de espacio en el presente trabajo no se podrá explicar la propuesta de la utilización eficaz de los presupuestos fiscales, aún en países como los nuestros con una economía deformada y subestructurada. No obstante, desde cada poder gubernamental, si existe la voluntad política de gobernar con sentido público para mayores beneficios de los gobernados se pudieran estructurar diversas alternativas, donde la participación ciudadana y política sería un hecho insoslayable. Este tema lo retomaremos más adelante.
[10] Aún hoy, en los diferentes Informes Mundiales de la CEPAL y el PNUD designan con esta denominación a los “excluidos” del proceso de desarrollo impuesto por la transnacionalización del capital y del poder político en la época de la denominada Globalización Neoliberal. Lo que no se esclarece del todo en estos Informes es que, dichos sectores son hoy mayorías de personas, quizás no incluidas ni en el concepto de sociedad civil, al menos para la generalidad de los países latinoamericanos (Informe Mundial, PNUD, Bogotá, Colombia, 2011)
[11] Nacer en países designados como “Desarrollados” no excluye que existan personas que viven en condiciones, no sólo de subdesarrollo sino en condiciones infrahumanas lo cual implica a personas individuales y familias sin accesos a bienes y servicios indispensables para la reproducción de la vida humana, personas sin acceso a agua potable, a viviendas higienizadas, a ser alfabetizadas, entre otros, lo cual se puede confirmar según datos que ofrecen los Informes Mundiales del PNUD, la UNICEF, la FAO, registrados en nuestra bibliografía.
[12] Se podrían citar una serie de autores y títulos que definen tanto la Participación Política como la Ciudadana, sin embargo, no es objetivo referenciar dichas conceptualizaciones, sino distinguir, que, para el trazado de Políticas Públicas Socio-humanista, entre los factores indispensables, el factor de la participación ciudadana como participación política efectiva es decisivo. Ello implica, además que estos ciudadanos comporten como actores políticos.
[13] Conceptos como representación y representatividad se leen con mayor frecuencia en la literatura occidental no así la de participación política directa de los individuos que conforman la totalidad de una Sociedad. Es conocido que existen Constituciones en determinados países de la Región que no amparan, desde este documento magno de la legalidad de un país, a todos los nacionales como ciudadanos, empero este sería otro tema a analizar. A los efectos de este trabajo se considera que todos los nacionales tendrán que tener la condición de ciudadanos, con derechos y deberes para con su país y por ello el derecho a participar de forma activa en la toma de decisiones políticas, así como el deber de estar comprometido con ello. Por ello, nos distanciamos de la definición de representatividad estilo occidental la cual excluye la participación de las mayorías.
[14] Las Estrategias y Tácticas constituyen herramientas de la Nueva Ciencia Política enfoque Sur, para trazar las alternativas, no sólo en el plano de la teoría sino en la praxis, en la búsqueda de salidas hacia el desarrollo como proceso inclusivo, sostenible y sustentable atendiendo a nuestros referentes reales nacionales.
[15] Es consideración de la autora que, lo individual, lo local y lo nacional a nivel de país tendrá que conjugarse y conformarse como juicios de valor de las mayorías que coadyuven a la solución de problemáticas diversas. Otra de las herramientas teóricas que nos brinda la Nueva Ciencia Política con enfoque Sur, al decir de Thalía Fung, “…la política se ocupa de las relaciones de poder ejercidas por el gobierno y el estado y el curso efectivo de dichas acciones en los sujetos a los que se les impone. Son relaciones comportamentales, luego subjetivas; pero no son unidireccionales, implican interacción constante entre sujetos colectivos y también singulares…”, (Fung, 1997, p.8). De explicación tal derivo que la interacción entre gobernantes, gobernados, desde cada individuo tendrá que ser un requisito indispensable para alcanzar una Participación Política eficaz, ciudadana y de mayor carácter social.
[16] Asumo, al igual que otras dinámicas sociales, que la participación política tendrá que repensarse en cada país a partir de sus peculiaridades. Un país con varias etnias y costumbres diferentes unas de otras no será factible proponer formas homogéneas de participación en el proceso de toma de decisiones políticas. Por ejemplo, en la República Bolivariana de Venezuela se respetan las formas que tradicionalmente mantienen las comunidades aborígenes para realizar su participación en la vida política del país lo cual, constituye, en mi consideración, un digno ejemplo de la diversidad para la unidad y la consolidación de las vías de desarrollo en ese país.
[17] Fuentes bibliográficas diversas repasadas para el presente trabajo brindan enseñanzas aplicables en el análisis de la participación política y su ascenso cada vez más social. Entre ellos; Raúl Roa, 2001; Fung, 1997; Meza Aguilar, 2005; Lenin, 1921; Castro Ruz Fidel, 1999.