Hunley estaba destinado a atacar los barcos del Norte, que estaban bloqueando los puertos del Sur. El submarino tenía un largo poste con una carga explosiva en la proa, llamado «torpedo pértiga». El submarino tenía que acercarse al buque enemigo, ponerle el explosivo, alejarse y entonces detonarlo. Era extremadamente peligroso de operar y no tenía más suministro de aire que el contenido en el compartimento principal. Se hundió en dos ocasiones: la primera vez murió la mitad de la tripulación y la segunda vez se ahogaron los ocho tripulantes, incluyendo al propio Hunley. El 18 de febrero de 1864 el Hunley hundió al USS Housatonic en la bahía de Charleston, siendo la primera vez que un submarino lograba hundir otro barco, si bien fue hundido en el mismo combate poco después de comunicar su éxito. Otro submarino confederado fue hundido en su viaje inaugural en el lago de Pontchartrain; fue hallado en tierra en los años 1870 y actualmente se exhibe en el Museo Estatal de Louisiana. Los submarinos no tuvieron un gran impacto en el desenlace de la guerra, pero anunciaron su futura importancia en la guerra naval, aumentando el interés por ellos.
SUBMARINO ALLIGATOR
América Latina
El primer submarino fue el Hipopótamo construido por José Rodríguez Labandera en Ecuador, quien junto a José Quevedo cruzó el río Guayas el 18 de septiembre de 1838. Rodríguez Labandera realizó arreglos al Hipopótamo y cruzó el mismo rio Guayas en dos ocasiones más. Sin embargo, por falta de interés del gobierno u otra institución, la nave quedó varada en las orillas del Guayas, donde el tiempo se encargó de destruirla.
Luego, el Flach, diseñado y construido por el ingeniero chileno-alemán Karl Flach, en 1865, comisionado por el gobierno de Chile, durante la guerra que este país junto a Perú, libró contra España entre 1864 y 1866. El invento de Flach era simple. Totalmente hecho de hierro, el submarino tenía una eslora de 12,5 metros, una manga de 2,5 metros y un peso cercano a las 100 toneladas. Alcanzaba una velocidad de 2 a 3 nudos, impulsado a propulsión humana, con un sistema de cigüeñales y pedales que movían sus dos hélices, y se hundía con un ingenioso sistema de arrastre de pesos de un lado a otro de la nave. Su armamento consistía en dos cañones de retrocarga, ubicado uno en la proa. Contaba además con un ingenioso sistema de renovación de aire, por lo que su autonomía sumergido podía llegar a las 8 horas aproximadamente. Tenía una escotilla, pero no tenía periscopio, por lo que, cada tanto, el buque debía salir a la superficie para saber si iba en la dirección correcta. Su tripulación constaba de 11 hombres. Luego de numerosas pruebas, la nave se hundió en la bahía de Valparaíso, con toda su tripulación el 3 de mayo de 1866.
Submarinos de propulsión mecánica (finales del siglo XIX)
El primer submarino cuyo sistema de propulsión no era la tracción humana fue el francés Plongeur, botado en 1863, que usaba aire comprimido a 180 PSI.8
El primer submarino con motor de combustión fue el Ictíneo II, propulsado por vapor y peróxido, construido en Barcelona en 1867 por Narciso Monturiol y botado el 2 de octubre de 1864 en la Barceloneta. Medía 17 m de largo y desplazaba 65 t. Inicialmente la propulsión era una hélice que giraba mediante manubrios accionados por 16 hombres, pero en vista del escaso rendimiento dos años más tarde se añadió un motor a vapor de 6 CV, realizando el 22 de octubre de 1867 la primera salida a vapor.8 La nave estaba diseñada para albergar una tripulación de 2 personas, sumergirse 30 m y permanecer bajo el agua 2 horas. En la superficie usaba un motor a vapor, pero bajo el agua dicho motor habría consumido rápidamente el oxígeno del submarino, por lo que Monturiol recurrió a la química para inventar un motor que consumía una mezcla de clorato potásico, zinc y peróxido de manganeso. La elegancia de este método era que la reacción que movía la hélice liberaba oxígeno, que tras ser tratado se usaba en el casco para la tripulación y también alimentaba un motor de vapor auxiliar que ayudaba a propulsar la nave bajo el agua. A pesar de las exitosas demostraciones en el puerto de Barcelona, Monturiol no logró interesar a la armada española o de cualquier otro país.
En 1870, el escritor francés Julio Verne publicó el clásico de ciencia ficción Veinte mil leguas de viaje submarino, que narraba las aventuras de un inventor inconformista en el Nautilus, un submarino más avanzado que todos los existentes en la época. La historia inspiró a los inventores para construir submarinos más avanzados.
En 1879, durante la Guerra del Pacífico, el gobierno peruano encargó la construcción de un submarino. Así nació el completamente funcional Toro Submarino, pero nunca fue empleado en batalla, ya que fue hundido tras la derrota de Perú en la guerra para evitar la captura por el enemigo.
El primer submarino construido en serie, sin embargo, era de tracción humana. Fue el submarino del inventor polaco Stefan Drzewiecki: 50 unidades fueron construidas en 1881 para el gobierno ruso. El mismo inventor construyó en 1884 un submarino impulsado por energía eléctrica.
Las discusiones entre el reverendo inglés George Garrett y el experto industrial y comercial sueco Thorsten Nordenfelt llevaron a una serie de submarinos impulsados a vapor. El primero fue el Nordenfelt I (1885), un buque de 56 toneladas y 19,5 m de largo parecido al malogrado Resurgam de Garrett (1879), con un alcance de 240 km y armado con un único torpedo. Como el Resurgam, funcionaba a vapor en la superficie y apagaba el motor para sumergirse. Grecia, temerosa del regreso de los otomanos, lo compró. Nordenfelt construyó entonces el Nordenfelt II, un submarino de 30 m de largo con dos tubos de torpedos, que vendió a la preocupada armada alemana. Los esfuerzos de Nordenfelt culminaron en 1887 con el Nordenfelt IV, con motores y torpedos gemelos. Fue vendido a los rusos, pero resultó ser inestable, encalló y fue desguazado.
El primer submarino militar completamente útil fue el submarino de Peral de propulsión eléctrica construido por el ingeniero, marino y profesor español de física matemática en la Escuela de Ampliación de Estudios de la Armada, Isaac Peral y Caballero para la Armada Española, prototipo que iba a ser usado en la Guerra Hispano-Estadounidense. Se botó el 8 de septiembre de 1888. Tenía un tubo lanzatorpedos, con dos torpedos de recarga además del que iba ya montado en el tubo, nuevos sistemas de aire, un casco ahusado, propulsor y controles externos con forma de cruz, anticipando diseños muy posteriores. Su velocidad subacuática era de 10 nudos, pero adolecía de un corto alcance debido a la alimentación por baterías de sus sistemas. Las baterías eran una modificación de Peral de un sistema zinc-dicromato potásico. En junio de 1890, el submarino de Peral lanzó el primer torpedo de la historia disparado con éxito, desde un submarino sumergido en el mar. La armada española terminó cancelando el proyecto. Muchos más submarinos fueron construidos en esta época por varios inventores, pero no llegarían a ser armas eficaces hasta bien entrado el siglo XX.
De finales del siglo XIX a la Primera Guerra Mundial
El cambio de siglo supuso una época crucial en el desarrollo de los submarinos, haciendo su debut un número importante de tecnologías, y siendo construidos y adoptados ampliamente por varios países. La propulsión diésel-eléctrica pasaría a ser el sistema de energía dominante y artilugios tales como el periscopio serían normalizados. Se efectuaron un gran número de experimentos sobre tácticas y armas efectivas para los submarinos, lo que culminaría con el gran impacto que supusieron en la próxima Primera Guerra Mundial.
En 1895, el inventor irlandés John Philip Holland diseñó un submarino que, por primera vez, equipaba un motor de combustión interna en superficie y un motor eléctrico alimentado por baterías bajo el agua. En 1902, Holland recibió la Patente USPTO nº 708553. Algunos de sus buques fueron comprados por los Estados Unidos, el Reino Unido, la Armada Imperial Rusa y Japón, y encargados sobre 1900 (1905 para Japón: demasiado tarde para la guerra).
Encargado en junio de 1900, el submarino a vapor y eléctrico Narval, diseñado por el francés Maxime Laubeuf y por el ingeniero español Raymondo Lorenzo d'Equevilley Montjustin, introdujo el clásico diseño de doble casco, con un casco de presión dentro del casco exterior ligero. Este buque de 200 t tenía una autonomía de unas 100 millas en superficie y unas 10 millas bajo el agua. El submarino francés de 1904 Aigrette ("martinete") mejoró el concepto al usar un motor diésel para la navegación en superficie. Se construyó un gran número de estos submarinos, con 74 terminados antes de 1914
Submarinos en la Primera Guerra Mundial
Durante la Primera Guerra Mundial los estrategas militares dieron verdadera importancia a las batallas navales. Primero trataron con modelos que usaban energía diésel y eléctrica pero requerían ser recargados con frecuencia y solo alcanzaban una velocidad máxima de 16 km/h.
La primera vez que los submarinos militares tuvieron un impacto significativo en batalla fue en la Primera Guerra Mundial. Cuerpos como los U-Boot alemanes actuaron en combate en la Batalla del Atlántico y fueron responsables del hundimiento del RMS Lusitania, lo que recibe buena parte del crédito de la decisión de Estados Unidos de entrar en la guerra.
La capacidad de los U-Boot para servir como máquinas de guerra útiles residía en nuevas tácticas, en su número y en tecnologías submarinas tales como el sistema de energía diésel-eléctrico que había sido desarrollado en años anteriores. Más como barcos sumergibles que como submarinos modernos, los U-Boot operaban primordialmente en superficie usando motores convencionales, usando sus baterías para sumergirse ocasionalmente y realizar ataques. Su casco tenía una sección aproximadamente triangular, con una quilla distintiva, para controlar el oleaje, y una proa distintiva. En 1916, el serbio Konjovic entró en la historia como el primer piloto que destruyó un submarino desde el aire, concretamente un submarino francés en el Adriático. Cuando vio que había supervivientes tras el bombardeo, amerizó su hidroavión y los salvó. Por esta acción heroica, el gobierno francés le condecoró el 14 de febrero de 1968 con un reconocimiento especial por el heroísmo, humanidad y compasión en las batallas marítimas. Todavía hoy hay un retrato de Konjovic salvando a los marineros en la sede oficial de la armada francesa.
Submarino alemán U9 (1910). Hundió tres cruceros británicos en pocos minutos en septiembre de 1914.
Avances entre las guerras mundiales
Varios diseños de submarinos nuevos fueron desarrollados en los años entre las guerras mundiales. Entre los más notorios estaban los submarinos portaaviones, equipados con un hangar impermeable y una catapulta de vapor, que podía lanzar y recoger uno o más pequeños hidroaviones. El submarino y su avión podían así actuar como una unidad de reconocimiento por delante de la flota, un papel esencial en una época en la que el radar aún no existía. El primer ejemplo fue el HMS M2 británico, seguido del francés Surcouf y numerosos buques de la Armada Imperial Japonesa. El Surcouf de 1929 también fue diseñado como un «crucero subacuático», destinado a buscar y entrar en combate en superficie.
Submarinos en la Segunda Guerra Mundial
ALEMANIA:
Alemania tuvo la mayor flota de submarinos durante la Segunda Guerra Mundial. Debido a que el Tratado de Versalles limitaba las fuerzas navales de superficie, la reconstrucción de las fuerzas navales alemanas no había hecho más que empezar seriamente un año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Sin esperanzas de derrotar a la inmensamente superior Marina Real Británica en el combate en superficie, el alto mando alemán detuvo de inmediato la construcción de grandes barcos de superficie con excepción del casi terminado Bismarck y dos cruceros, y dedicó sus recursos a los submarinos, que podían terminarse mucho más rápidamente. Aunque ampliar las instalaciones de producción y empezar la fabricación masiva costó la mayor parte de 1940, al final de la guerra se habían construido más de 1.000 submarinos.
Los submarinos alemanes tuvieron un efecto devastador en la Batalla del Atlántico, intentando (pero finalmente fracasando) cortar las rutas de suministro británicas al hundir más barcos de los que los ingleses podían reemplazar. Estas rutas eran vitales para la alimentación y la industria británicas, así como para el armamento estadounidense. Aunque los U-Boot habían sido mejorados en los años anteriores, las mayores mejoras fueron las de las comunicaciones, cifradas gracias al uso de la famosa máquina de cifrado rotativo Enigma. Esto permitió las tácticas de ataques masivos o wolfpacks (en alemán Rudeltaktik), pero también la caída definitiva de los U-Boot.
Tras hacerse a la mar, los U-Boot operaban de forma prácticamente independiente para localizar convoyes en las zonas que les había asignado el alto mando. Si encontraban uno, el submarino no atacaba inmediatamente, sino que lo seguía de cerca para permitir que otros submarinos de la zona encontrasen al convoy. Luego se agrupaban en una fuerza mayor y atacaban simultáneamente al convoy, preferiblemente de noche y en superficie.
En la primera mitad de la guerra, los submarinos lograron éxitos espectaculares con estas tácticas, pero muy pocos tuvieron algún efecto decisivo. En la segunda mitad, Alemania tenía submarinos suficientes, pero esto era contrarrestado por el número igualmente mayor de buques de escolta, aviones y avances técnicos como el radar y el sónar. Huff–Duff y Ultra permitieron a los aliados guiar a los convoyes entre los wolfpacks cuando los detectaban por sus transmisiones de radio.
Winston Churchill escribió que la amenaza de los U-Boot fue lo único que le llegó a provocar dudas sobre la victoria final de los aliados (en referencia al tipo XXI).
JAPON:
Japón tuvo la flota más diversa de submarinos de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo torpedos tripulados (Kaiten), submarinos enanos (Ko–hyoteki, Kairyu), submarinos de tamaño medio, submarinos especializados en el aprovisionamiento (la mayoría para uso del ejército), flotas de submarinos de larga distancia (muchos de los cuales llevaban un avión), submarinos con las mayores velocidades subacuáticas de la guerra (clase I-200) y submarinos que podían transportar múltiples bombarderos (el mayor de la guerra, el I–400). Estos submarinos también estaban equipados con los torpedos más avanzados de la guerra, los tipo 95, propulsados por oxígeno.
En general, y a pesar de sus virtudes técnicas, los submarinos japoneses fueron relativamente ineficaces. Se usaron a menudo en ataques contra barcos de guerra, que eran rápidos y maniobrables y tenían mejores defensas que los barcos mercantes. En 1942, los submarinos japoneses hundieron dos portaaviones además de otros buques de guerra, pero no fueron capaces de repetir estos éxitos más adelante. A finales de ese año, los submarinos pasaron a usarse en el transporte de suministros a las guarniciones isleñas.
ESTADOS UNIDOS:
Los Estados Unidos usaron sus submarinos para atacar barcos mercantes (asalto comercial o guerre de course), destruyendo más barcos japoneses que todas las demás armas juntas.
Donde Japón tenía los mejores torpedos de la guerra, la marina estadounidense tenía quizá el peor, el torpedo a vapor Mark 14, con una espoleta de detonación magnética Mk 6 y una espoleta de contacto Mk 5, ninguno de los cuales era fiable. El mecanismo de control de profundidad del Mark 14 fue corregido en agosto de 1942, pero las pruebas de campo de los explosivos no fueron realizadas hasta mediados de 1943, cuando los ensayos en Hawái y Australia confirmaron los fallos. En un intento de corregir los problemas se puso en servicio un torpedo eléctrico sin estela, lo que provocó las pérdidas del USS Tang y el USS Tullibee como resultado de impactos de sus propios torpedos y graves daños en el USS Wahoo debidos a un impacto circular en su proa antes de sufrir un bombardeo aéreo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, 314 submarinos prestaron servicio en la armada estadounidense, de los que 111 estaban en servicio el 7 de diciembre de 1941 y 203, de las clases Gato, Balao y Tench, lo hicieron durante la guerra, en la que se perdieron 52 de ellos y 3.506 vidas. Los submarinos estadounidenses hundieron 1.392 barcos enemigos con un tonelaje total de 5,3 millones de toneladas, incluyendo 8 portaaviones y unos 200 barcos de guerra.
LOS SCHNORCHEL :
Los submarinos diésel necesitaban aire para hacer funcionar sus motores, por lo que equipaban enormes baterías eléctricas para la operación subacuática. Esto limitaba su velocidad y autonomía cuando estaban sumergidos. Los schnorchel (una invención holandesa anterior a la guerra) fueron usados por los submarinos alemanes para navegar justo por debajo de la superficie, intentando evitar la detección visual y del radar. La armada alemana experimentó con motores de peróxido de hidrógeno para permitir el uso del diésel bajo el agua, pero las dificultades técnicas eran enormes. Los aliados experimentaron varios sistemas de detección, incluyendo sensores químicos para «oler» los gases de combustión de los submarinos
Submarinos modernos
En los años 1950, la energía nuclear reemplazó parcialmente a la propulsión diésel-eléctrica. Este sistema se desarrolló para extraer también oxígeno del agua del mar. Estas dos innovaciones dieron a los submarinos la habilidad de permanecer sumergidos durante semanas o meses, y permitieron viajes previamente imposibles, como la travesía del Polo Norte bajo la capa de hielo ártico por el USS Nautilus en 1958. La mayoría de los submarinos militares construidos desde esa época en los Estados Unidos y Rusia han sido propulsados por reactores nucleares. Los factores que limitan la permanencia subacuática de estos buques son los suministros alimenticios y los problemas psicológicos de una tripulación confinada en un espacio tan limitado.
Aunque la mayor autonomía y rendimiento de los reactores nucleares implica que estos submarinos son mejores para misiones de larga distancia o de protección de una fuerza de portaaviones, los submarinos diésel-eléctricos han seguido siendo producidos por países con y sin capacidad nuclear, pues pueden ser más difíciles de detectar, salvo cuando necesitan usar su motor diésel para recargar las baterías. Los avances tecnológicos en insonorización, aislamiento y cancelación del ruido han erosionado sustancialmente esta ventaja. Mucho más limitados en cuanto a velocidad y capacidad armamentística, los submarinos convencionales son también más baratos de construir. La introducción de buques con propulsión anaeróbica ha provocado un resurgimiento de este tipo de submarinos.
Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron grandes flotas de submarinos que se jugaban al gato y el ratón. Esta tradición permanece en la actualidad a una escala mucho menor. La Unión Soviética sufrió la pérdida de al menos 4 submarinos durante este periodo: el K-129 se hundió en 1968 (la CIA intentó recuperarlo del fondo de océano con el buque Glomar Explorer diseñado por Howard Hughes), el K-8 en 1970, el K-219 en 1986 (episodio narrado en la película Hostile Waters) y el Komsomolets (el único submarino de clase Mike) en 1989 (que ostentaba un récord de profundidad entre los submarinos militares: 1.000 m). Muchos otros submarinos soviéticos, como el K-19 (el primer submarino soviético nuclear y que navegó bajo el Polo Norte) sufrieron graves daños por incendios o fugas radiactivas. Los Estados Unidos perdieron al menos tres submarinos en esta época: el de propulsión diésel USS Cochino (por un fallo técnico en el mar de Bahrents el 25 de agosto de 1949); y los nucleares USS Thresher (también por un fallo técnico) y Scorpion (por causa desconocida). En agosto de 2000 ocurrió el desastre del submarino ruso K-141 Kursk.
El hundimiento del PNS Ghazi en la guerra indo-pakistaní de 1971 fue la primera baja de un submarino en la región del Subcontinente Indio. El Reino Unido usó submarinos nucleares contra Argentina en 1982 durante la Guerra de Malvinas. El submarino atómico HMS Conqueror fue el primer submarino nuclear en entrar en combate, hundiendo al buque de guerra argentino ARA General Belgrano en zona neutral mientras se negociaba un acuerdo de paz promovido por la ONU.
Un narco submarino es comúnmente construido por narcotraficantes para transportar cocaína a los Estados Unidos. Debido a que los narco submarinos son de fibra de vidrio y que se desplazan prácticamente al raz de la superficie del mar, es muy difícil detectarlos por medio visual, radar o por sonar.
SUBMARINOS MODERNOS:
En las redes del tiempo
La historia de los sumergibles y submarinos es centenaria, pues desde el Siglo XVI el hombre comenzó a pensar seriamente en diseñar uno de estos navíos.
En 1578, William Bourne, un artillero retirado de la Marina Real Británica, diseñó la primera embarcación para la navegación submarina. Era un barco completamente cerrado que podía ser sumergido y conducido con remos bajo la superficie del agua. Con un marco de madera y piel impermeable, estaba basado en tanques de lastre que eran llenados para sumergirse y vaciados para emerger, los mismos principios que hoy se usan en los submarinos.
Aunque la idea de Bourne nunca pasó de la mesa de dibujo, un aparato similar fue lanzado en 1605, pero los diseñadores no tomaron en cuenta la tenacidad del lodo submarino y el artefacto se atascó en el fondo del río durante su primera prueba.
En 1620, Cornelius Van Drebbel, un médico holandés residente en Inglaterra, desarrolló el primer sumergible "práctico", un buque cubierto con piel engrasada e impulsado con remos que salían por orificios sellados pero flexibles en el casco. Unos tubos de aire eran mantenidos sobre la superficie mediante flotadores, permitiendo la inmersión durante varias horas. La nave maniobró exitosamente a profundidades de 4 a 5 metros en el Río Támesis.
Van Drebbel diseñó otros dos modelos más grandes. Se dice que el Rey Jacobo I de Inglaterra paseó en uno de ellos para demostrar su seguridad. Pese a sus exitosas demostraciones, la invención no consiguió despertar el interés de la Armada Británica, en una época en la que la posibilidad de un combate submarino estaba aún muy lejana en el futuro.
En 1680, el italiano Giovanni Borelli ideó un artefacto capaz de sumergirse y emerger. Se trataba de una embarcación con varias pieles de cabra insertadas en el casco, cada una conectada a una abertura en el fondo. El inventor planeaba sumergirla llenando las pieles con agua y emerger sacándola con una barra de torsión. Aunque nunca se construyó, el submarino de Borelli aportó la primera aproximación al moderno tanque de lastre.
El primer submarino de los Estados Unidos apareció en 1776, año en que ese país proclamó su Independencia. David Bushnell, un graduado de Yale, construyó un buque torpedero submarino. Diseñado para un solo tripulante, se sumergía admitiendo agua dentro del casco y emergía sacándola con una bomba manual.
La nave, llamada Tortuga, flotaba con aproximadamente 12 centímetros de su superficie expuesta y era impulsada por una hélice de pedales. El operador se sumergía bajo su objetivo y le colocaba un torpedo con una carga explosiva de pólvora, que era detonada mediante un mecanismo de reloj.
La Tortuga dio a los revolucionarios la esperanza de poder destruir los barcos de guerra británicos anclados en la bahía de Nueva York. En la noche del 7 de septiembre de 1776, un voluntario del ejército, el Sargento Ezra Lee, condujo la nave para atacar al Buque de Su Majestad Eagle.
Sin embargo, la herramienta de perforación no pudo penetrar el casco y cuando el Sargento Lee intentó trasladar la Tortuga a otra posición bajo el buque británico, perdió contacto con éste y se vio forzado a abandonar el torpedo, que sin estar fijo a su objetivo fue detonado por el mecanismo de reloj una hora después.
El resultado fue una espectacular explosión que forzó a los británicos a incrementar su vigilancia y a mover sus buques hacia las afueras de la bahía. Sin embargo, las bitácoras y reportes de la Marina Real de este periodo no mencionan el incidente, por lo que el ataque de la Tortuga pudiera ser más una leyenda submarina que un evento histórico.
22 años después, el estadounidense Robert Fulton construyó en Francia el primer sumergible en incorporar dos sistemas separados de propulsión: una vela mientras navegaba en la superficie y una hélice con una manivela mientras estaba sumergido. También llevaba grandes frascos de aire comprimido que permitían a sus dos tripulantes permanecer sumergidos durante cinco horas. Tras probar exitosamente su nave, Fulton se dedicó a construir barcos de vapor.
Durante la Guerra Civil de los Estados Unidos, los bandos en conflicto probaron diversos prototipos de sumergibles como el Caimán y la Ballena, pero todos fracasaron. El Hunley, rediseñado a partir de un modelo de Horace Lawson Hunley, inventor que se ahogó al probar su creación, logró atacar y hundir al barco de vapor Housatonic en la bahía de Charleston, tras lo cual desapareció. Fue encontrado 131 años después, en 1995.
Los inventores se dieron cuenta de que debían encontrar un método de propulsión mejor que la fuerza humana; mientras tanto, no valía la pena el esfuerzo de construir submarinos.
Durante la última década del Siglo XIX, el vapor reemplazó a las velas como fuente de propulsión en la Marina de los Estados Unidos, que en 1896 pidió al inventor John Holland, un inmigrante irlandés, que construyera un sumergible propulsado por vapor.
Holland objetaba su uso en submarinos, pero accedió a cumplir el contrato y construyó un sumergible con tres motores de vapor para cumplir con las necesidades de velocidad de la Marina. Durante las pruebas en el muelle, la temperatura alcanzó más de 700 grados Celsius, convirtiendo el lugar en un infierno en el que era imposible permanecer cuando intentaban sumergirse.
Más tarde, el motor de combustión interna ofreció mayor velocidad y resistencia en la superficie, pero sus mortales emanaciones de monóxido de carbono y su alto consumo de oxígeno eran obstáculos para la vida bajo el agua.
En 1900, los diseñadores resolvieron el problema de propulsión con el uso de acumuladores y motores eléctricos. John Holland fue el primero en concebir el empleo de motores de combustión interna para impulsar las naves sobre la superficie del agua y de motores eléctricos para las operaciones submarinas.
El submarino denominado Holland alcanzaba la "sorprendente velocidad" de 7 nudos en la superficie gracias a su motor de combustión interna de 45 caballos de fuerza y podía mantenerse sumergido durante varias horas, impulsado por baterías eléctricas recargables. Su diseño le permitía balancear el peso con el del agua que desplazaba, así como sumergirse y emerger diagonalmente.
Estaba armado con un tubo de torpedos y una pistola neumática de dinamita que se disparaba a través de una abertura en la proa. Llevaba tres torpedos con un pistón sensible a la presión para controlar la profundidad de su recorrido. La estabilidad de los torpedos era controlada por un péndulo y la dirección con un giroscopio. Muchos torpedos modernos han usado dicho sistema.
Pese a todas sus innovaciones, el Holland tenía un gran defecto, la falta de visión mientras estaba sumergido. La nave debía asomarse a la superficie para que la tripulación pudiera mirar por las ventanas de una pequeña torre, lo que le quitaba una de las mayores ventajas de los submarinos, permanecer oculto.
El principal competidor de Holland era otro estadounidense, Simon Lake, quien diseñó su Argonauta, con ruedas para arrastrarse por las aguas poco profundas y compuertas de aire para permitir a los buzos entrar y salir del casco de madera mientras estaba sumergido.
El submarino Foca fue el primero que Lake construyó para la Marina, el cual podía ascender verticalmente e incluía, para resolver el problema de visibilidad, un mecanismo de prismas y lentes llamado omniscopio, precursor del periscopio.
Sir Howard Grubb, diseñador de instrumentos astronómicos, desarrolló el periscopio moderno, un artefacto que es izado para observar el exterior desde poca profundidad y que fue usado por primera vez en los submarinos diseñados por Holland para la Real Armada Británica. Durante más de 50 años, el periscopio fue la única ayuda visual para los submarinos.
En 1904, el submarino francés Aigette fue el primero en ser construido con un motor diesel para su propulsión en la superficie y un motor eléctrico para las operaciones bajo el agua. El diesel es un combustible menos volátil que el petróleo usado hasta entonces y pronto fueron reemplazados los antiguos motores.
Durante la I Guerra Mundial, los estrategas militares le dieron verdadera importancia a las batallas navales, por lo que fue hizo necesario cambiar las prioridades en la construcción y operación de submarinos. Para ser efectivos, requerían mejorar su capacidad de permanecer ocultos, ser capaces de realizar violentas zambullidas y tener una larga resistencia mientras se retiraban tras un ataque de torpedos.
Los modelos existentes en ese entonces eran demasiado pequeños para ser exitosos, pero eran los únicos que podían ser construidos rápidamente. Un ejemplo típico de esa época es el H-boat o buque-H, que estaba sobrecargado con la adición de armamento e instrumentos como oscilador, giroscopio y ventiladores para el cuarto de torpedos. Además, requería ser recargado con frecuencia.
Los Estados Unidos participaron con 24 submarinos, cuya misión principal era escoltar a los barcos aliados y repeler las amenazas de los submarinos alemanes. Aunque las naves demostraron ser efectivas para defenderse de los ataques, no lograron hundir ningún submarino enemigo.
Los submarinos alemanes llamados U-boats o buques-U eran muy superiores a los estadounidenses. Algunas de sus ventajas eran mejores motores diesel, la construcción de un doble casco con mayor protección contra ataques profundos, válvulas en los tanques de lastre que operaban rápidamente para veloces zambullidas, mayor rango de operación y un impresionante sistema de ventilación.
Por su parte, los británicos desarrollaron el sonar para poder detectar a los U-boats alemanes. Se trata de un sistema de sonido para detectar submarinos y barcos dentro del agua.
Existen dos tipos de sonar: activo y pasivo. Al usar un sonar activo, un submarino transmite un pulso de sonido dentro del agua y escucha cuando éste rebota en algún objeto, como otra nave. Esto le da información sobre la dirección y distancia de ésta, pero al usarlo delata su presencia para cualquier otro barco o submarino con un equipo similar.
Por lo tanto, los submarinos de guerra utilizan el sonar pasivo para, sin emitir ruido alguno, escuchar los sonidos de otras naves y así obtener información sin revelar su propia posición. Este sistema requiere de operadores muy bien entrenados, que son como detectives capaces de determinar cuestiones como la velocidad de una nave, el número de hélices y hasta el tipo exacto de barco con tan sólo escuchar sus sonidos. Los primeros sistemas de sonar pasivo fueron instalados en 1917, casi al final de la I Guerra Mundial.
En las décadas siguientes, hubo muchas mejoras en el diseño de los motores diesel y eléctricos, un aumento en la capacidad de sus acumuladores, el desarrollo de sofisticados sistemas de disparo de torpedos y un perfeccionamiento de la tecnología del sonar para filtrar los ruidos naturales del mar y otras interferencias.
Otro importe avance tecnológico fue el radar, desarrollado en la década de los 30 para detectar aeroplanos, que junto con el sonar fue instalado en todos los submarinos aliados durante la II Guerra Mundial para poder detectar ataques marinos y aéreos.
Los alemanes instalaron los primeros artefactos conocidos como snorkel en sus submarinos U-264. Se trata de un ingenioso sistema que mediante mástiles y válvulas provee el aire necesario para que pueda funcionar el motor diesel a baja profundidad y recargue así las baterías del motor eléctrico.
La desventaja del snorkel es que, al sobresalir ligeramente en la superficie, los submarinos pueden ser detectados por el radar durante su uso.
Sin embargo, el mayor problema que tuvieron los alemanes fue que desarrollaron sus innovaciones ya muy avanzada la guerra, lo que los puso en desventaja desde un principio.
Del otro lado del mundo, tras el ataque a Pearl Harbor, el uso de los submarinos fue decisivo para que los estadounidenses pudieran destruir a más del 30% de la Armada Japonesa, así como al 60% de su marina mercante, lo que aceleró la rendición de Japón y el fin de la II Guerra Mundial.
Durante los años posteriores aparecieron submarinos con mayor autonomía, pero los motores diesel y eléctrico permanecieron como sus únicas fuentes de propulsión hasta que en los años 50 apareció la energía nuclear, lo más parecido a la mágica fuerza que impulsaba al legendario Nautilus del Capitán Nemo en la novela "20,000 Leguas de Viaje Submarino" de Julio Verne.
En 1954 fue fabricado en los Estados Unidos el primer submarino nuclear, basado en el tipo XXI alemán. Obviamente, fue bautizado Nautilus en homenaje al visionario escritor francés.
El nombre "nuclear" o "atómico" se refiere a la forma de propulsión de los submarinos y no al tipo de armamento con el que cuentan, el cual puede ser de misiles nucleares, pero que comúnmente es de explosivos convencionales como los torpedos.
Un submarino nuclear funciona con un reactor que usa como combustible uranio, un metal radioactivo. El reactor genera calor por un proceso llamado fisión, que ocurre cuando los átomos del uranio se separan. El calor generado es usado para calentar agua y producir vapor, que hace girar los motores y generadores eléctricos, de la misma manera en que lo hacen las calderas que queman combustibles derivados del petróleo.
La seguridad es un punto crucial, por lo que el reactor está rodeado por un escudo que reduce casi totalmente los niveles de radiación. De hecho, un tripulante de un submarino recibe menos radiación a bordo que una persona que se asolea en la playa.
Los submarinos de la II Guerra Mundial no podían avanzar a su máxima velocidad, 10 nudos, durante más de una hora, ya que debían economizar energía y no podían permanecer bajo el agua más de un día, porque tenían que recargar sus baterías. Llevaban combustible diesel para menos de 90 días y no podían bajar a más de 100 metros de profundidad.
La energía nuclear permite a los submarinos navegar a una velocidad de más de 25 nudos, sumergirse a más de 250 metros y operar bajo el agua por un periodo indefinido de tiempo. No deben subir a la superficie para recargar su energía, pues el combustible nuclear dura décadas y cuentan con equipo para fabricar oxígeno y mantener el aire limpio de contaminantes.
Mientras que las naves anteriores eran "sumergibles", es decir, buques torpederos dedicados a realizar sus misiones sobre las aguas del mar pero con posibilidad de sumergirse por breves períodos de tiempo, el modelo nuclear es el primer "submarino" verdadero, capaz de navegar por las profundidades del mar sin necesidad de emerger, limitado sólo por la duración de sus provisiones o a la capacidad de aguante de sus tripulaciones.
Otro avance tecnológico fue la instalación de una televisión submarina a bordo del submarino nuclear Nautilus, de gran ayuda para no depender exclusivamente del periscopio.
En los años siguientes, el submarino fue perfeccionado con el diseño de un nuevo casco en forma de lágrima que reduce tanto el ruido como la resistencia del agua, además de permitir mayor velocidad y maniobrabilidad.
Hoy en día existen submarinos civiles, que se utilizan para la investigación o el turismo, y militares, que se usan para operaciones de espionaje y, en caso de guerra, torpedear a submarinos y buques enemigos.
Con la combinación de tecnología de computadora, navegación de precisión, regeneración atmosférica, equipo sensitivo de sonar y armas de precisión, los submarinos de guerra se cuentan entre las máquinas más avanzadas que jamás se han construido.
A pesar de su poderío bélico, sólo se han probado una vez en una batalla. Fue en 1982, durante la Guerra de las Falkland o Malvinas entre Inglaterra y Argentina, cuando el Submarino de Su Majestad Conqueror apuntó sus torpedos convencionales contra la nave de guerra argentina ARA General Belgrano y la hundió de dos impactos, matando a sus 323 tripulantes.
En la actualidad, existen más de 600 submarinos en el mundo, pertenecientes a 43 países. Todos los de Estados Unidos y el Reino Unido son nucleares, pero muchos submarinos modernos aún son propulsados por motores diesel. China, Francia y Rusia cuentan con algunos submarinos nucleares, siendo este último país el que cuenta con mayor número de naves, de ambos tipos.
Dentro de un submarino, que puede medir lo mismo que un campo de futbol, pero de tres pisos de altura, hasta 140 tripulantes trabajan y conviven durante meses, viajando por todo el mundo bajo la superficie del mar. Sin embargo, a diferencia del Capitán Nemo, carecen de ventanas y no pueden ver nada del aún misterioso mundo marino.
Autor:
Alam Miguel Loyo Ramos
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