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La economía bipolar (la "nueva normalidad" que la crisis nos legó) – Parte I (página 7)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Son apenas cuatro pinceladas de lo que podríamos llamar la "paradoja británica", cuyas circunstancias son fácilmente extrapolables a buena parte de las economías desarrolladas. Las finanzas vuelan, mientras se produce una destrucción masiva de la clase media europea, esa a la que se vendió un sueño de prosperidad construido sobre crédito que se ha transformado en pesadilla, a la que se presiona vía impuesto, tasas y contribuciones por ser la vía más rápida para captar recursos para las arcas públicas y cuya renta disponible es el instrumento preferido de devaluación interna de muchos Gobiernos. La misma que ahora va a ver cómo se incrementan sus costes de financiación sin haberle dado tiempo a sacar la cabeza del hoyo en el que se encuentra. 

Es verdad, el elemento demográfico es, sin duda, esencial para aventurar el potencial de riqueza de un país. Pero es este segmento social el que con su consumo, inversión e iniciativa construye las bases firmes sobre las que ha de consolidar su futuro. Sin ella, el retroceso económico y social será inimaginable. Al tiempo. La gran conquista de buena parte del siglo XX en muchas naciones, desmantelada en una década por quienes estaban llamados a protegerla: políticos y supervisores. Esta es la sociedad de locos en la que vivimos. Y que estamos obligados a cambiar. O, al menos, a intentarlo. Sirva esta columna para ello. (El Confidencial – 18/6/14)

Seis años después del estallido de la Gran Recesión, la crisis también golpea Bélgica y su Estado de Bienestar. Pese al repunte del paro desde 2010 o a los primeros recortes en diciembre de 2011, que elevaron  la edad mínima de jubilación de 60 a 62 años y, paulatinamente, hasta los 65, el país permanecía tranquilo y destacaba, en Europa y el mundo, por su bajo nivel de desigualdad.

Y ahí sigue. El último informe de Credit Suisse sobre la riqueza, The Global Wealth Report 2014, expone que, tras Japón, Bélgica es el país con menores diferencias entre la media de los sueldos más altos y los más bajos de las economías desarrolladas. Su sociedad sería la segunda menos desigual del mundo. Pero sólo en teoría, porque este "paraíso" está cambiando: comienza a mostrar una realidad oculta ahora convulsionada por los recortes.

El nuevo Gobierno del francófono Charles Michel lanzó, tras llegar al poder hace poco más de un mes, medidas de austeridad por 11.000 millones de euros que afectarían principalmente a la clase media. Además, pese a la amplia protección de sus servicios públicos, la pobreza afecta a más de un 15% de los belgas, lo que le sitúa en la cola de la UE.

Claroscuros en la riqueza de Bélgica: los datos contra la calle

El informe de Credit Suisse destacaba que las familias belgas tenían uno de los mayores poderes adquisitivos de Europa. De hecho, son casi un 12% más ricas respecto al año 2013. Están por encima de las suizas o estadounidenses, en las economías desarrolladas, o de las rusas e indonesias, en las emergentes. No obstante, en términos generales toda la UE tiene más poder adquisitivo gracias a la fuerte apreciación del euro frente al dólar u otras divisas. Y, aunque se han ralentizado, los precios inmobiliarios siguen subiendo en Bélgica, lo que aumenta la riqueza de los propietarios.

A pie de calle, la realidad es otra. "Hace cinco años no veía a tanta gente pidiendo, cada vez hay más jóvenes. Creo que ahora estamos viviendo el impacto real de la crisis", explica a El Confidencial Pol Minguet. Este joven abogado de Louvain la Neuve asegura que su padre "con 53 años, perdió su empleo hace tres y no está trabajando. Creo que es difícil para él, un ingeniero, encontrar trabajo otra vez tras el cierre de su empresa". Una situación similar a la que padece otro familiar directo de Minguet, un arquitecto sin empleo desde que cerró su estudio.

Con una tasa de paro estable en el 8,6% y poco menos de medio millón de personas sin trabajo, según los últimos datos de Eurostat, el mercado laboral belga saca los colores al español o francés. Aun así, excluida Francia, Bélgica tiene los mayores niveles de desempleo de todos sus vecinos porque su sector industrial se ha visto golpeado por la crisis. Importantes empresas como ArcelorMittal, Volkswagen o Caterpillar han cerrado algunas de sus plantas.

Un estudio sobre el mercado laboral europeo desmiente parte de las afirmaciones de Credit Suisse al poner el foco en un horizonte temporal más amplio. De 1993 a 2010, la diferencia entre empleos escasa y altamente remunerados en Bélgica ha aumentado. La crisis no sería la causa y sí un proceso mucho más amplio en toda Europa: el creciente uso de la tecnología en la industria y en ciertas actividades del sector servicios como las comunicaciones o el transporte.

El Confidencial ha hablado con Marteen Goos, uno de los economistas que ha realizado el estudio. El investigador universitario explica cómo "la revolución informática está provocando la polarización del mercado laboral, no sólo en las tareas rutinarias de la industria también en sectores como los libreros. Y lo que aumentan son los puestos mejor pagados como los managers, doctores… y los mal pagados".

"La gente se vuelve más pobre día a día"

Bélgica también viviría esta polarización laboral en términos salariales, lo que provoca una pérdida cualitativa de empleo, según Goos. "Si pensamos en la industria automovilística, totalmente automatizada, ahí vemos, en esos sectores, cómo el empleo está cayendo, mientras que sí está aumentando en aquellos sectores donde no hay una rutina realizada por los trabajadores". La clase media del país mengua, como tituló el diario flamenco De Standaard al informar sobre el estudio.

"Definitivamente, sí. La gente se vuelve más pobre día a día. La brecha está aumentando, parece que ahora o eres rico o pobre", exclama Bénedicte Van der Beke. Esta madre soltera de 45 años con dos hijos goza de una posición relativamente cómoda como administrativa en la Comisión Europea pero, a su juicio, "la clase media está decreciendo y aquí en Bélgica cada vez más gente está sufriendo por la crisis. Muchos ciudadanos no ven el final".

Una de las quejas más habituales de los belgas es que cada vez resulta más complicado llegar a fin de mes. Según Numbeo.com, la mayor base de datos online sobre condiciones de vida e indicadores sociales, los ciudadanos del país destinarían un 30% de sus gastos a manutención, a lo que añadir un 16% en restaurantes. Casi un 50% del poder adquisitivo se iría para vivir, el doble que en la vivienda.

"Lo que más me preocupa últimamente es que el coste de la vida en Bélgica ha explotado. Recientemente mi marido y yo incluso hemos decidido ir a tiendas de Luxemburgo y Francia, al otro lado de la frontera, a hacer la compra porque en conjunto es más barato", afirma Sandrine Eelbo, Office Manager en Bruselas de EMRC. Es otra ciudadana de clase media.

Van der Beke, con un salario que dobla el mínimo interprofesional del país, también reconoce dificultades para llegar a fin de mes. "Es difícil poder ahorrar como madre soltera", explica y pone otro ejemplo, el de su hermana, quien tras vivir 16 años en España volvió a su país de origen porque no veía ningún futuro. Pero en Bélgica  "todo se está volviendo más y más caro y ella, que encontró trabajo fácilmente, tiene dificultades para llegar a fin de mes", se lamenta.

La clave de por qué estos ciudadanos ven cómo vuela el dinero de sus monederos la acaba de publicar el organismo público SPF Économie, especializado en pymes y autónomos. Desde 2007 hasta 2012, el salario medio creció un 13,8%, casi lo mismo que la inflación. Pero en Bruselas, los salarios sólo subieron un 8,5%. El aumento del coste de la vida le ha pegado un mordisco de 5 puntos al sueldo mensual de un bruseliense.

¡Llegan los recortes!

"No podría decir cómo ha vivido la crisis la clase media, pero mi familia sí la ha sufrido", relata Minguet que observa un futuro incierto porque "las cosas van a cambiar, no sé si para bien o para mal". Parece que a corto plazo será apretándose el cinturón porque, siguiendo las indicaciones de la Comisión Europea, a partir de 2015 Bélgica cancelará el ajuste tradicional de los salarios a la inflación.

Además, se endurecen las condiciones a los desempleados, especialmente a los de larga duración, que deberán prestar servicios comunitarios dos días y medio por semana, según la carta enviada por el Gobierno belga. Parte de la población compartiría la necesidad de estos ajustes. Eelbo cree que la reforma del sistema para los desempleados "era necesaria" aunque las medidas sean duras. "La gente no se va a beneficiar de tanto dinero como en el pasado y ahora van a tener que demostrar que están buscando de manera activa empleo", concluye.

También elevará la edad de jubilación, de los 65 a los 67 años, y se dificultará la jubilación anticipada. Además, la intención es vincular la pensión del trabajador de forma efectiva a las expectativas de vida actuales. Funcionarios, pensionistas, desempleados… muchos belgas se sienten atacados por los nuevos recortes, así que desde hace semanas cada lunes el país vive protestas que paralizan su red de transportes.

"Le compromis á la belge"

Bélgica vivía en su burbuja política, polarizada entre dos comunidades lingüísticas, flamencos y valones, con el caudal de dinero de las instituciones internacionales y sin graves problemas sociales, incluso entre 2010 y 2011, cuando en los peores momentos de la eurozona el país estuvo 541 días sin gobierno. En parte por el carácter tolerante de su sociedad, propensa a alcanzar acuerdos beneficiosos para todas las partes.

El conocido como "le compromis á la belge" es, para Eelbo, directiva de una organización que trabaja en el desarrollo económico de África, la razón de la paz social vivida por su país durante los seis años de crisis económica. Dice que los belgas son "gente bastante tranquila y fácil de llevar, capaces de adaptarse a los cambios, ya sea identificando como sortear la ley" o llegando a ese "compromiso belga".

Pero este carácter "pactista" saltó por los aires hace un mes, cuando los sindicatos decidieron plantar cara a las medidas del "Gobierno Michel".

Bélgica y su "Papá Estado", hogar para la clase media

El país no había vivido protestas al estilo de la Plaza Sintagma de Atenas o de las mareas de profesionales en España en parte, en gran medida gracias a la enorme protección social prestada desde las instituciones. Incluso en los tiempos actuales de recortes. Este fue el correo electrónico que recibió el personal de la ULB, la Universidad Libre de Bruselas, una de las principales del país: "Aunque legalmente la ausencia por motivo de una huelga podría significar un impacto en la remuneración (y en los vales de comida, si los hay), se ha decidido no aplicar esta regla".

Los trabajadores de esta universidad, tanto si participaron en la huelga sectorial del 8 de diciembre como en la general del 15, no sufrirán un mordisco en sus nóminas gracias a una norma interna sobre la remuneración de los huelguistas de hace 90 años, cuando era imposible cómo contabilizar una ausencia de una jornada laboral. El portavoz de la institución, Nicolás Dassonville, explicaba a la prensa que se tomaba esta medida ante la celeridad con la que avanzan los acontecimientos.

Es sólo una muestra de la protección social en Bélgica, el tercer país con los impuestos más altos de la UE tras Dinamarca y Suecia. Con un IVA del 21% y una tasa a las ganancias del capital del 30%, el IRPF es el pilar que sustenta su Estado de Bienestar. Puede llegar al 43% del sueldo mensual, el mayor porcentaje de los 28 socios comunitarios, lo que permite pagar un subsidio cuasi-vitalicio si el trabajador pierde su empleo después de los 50 años y ha contribuido durante un mínimo de 20.

Hay colectivos de especial protección, como las personas y familias sin recursos para subsistir. Reciben lo que se conoce como Minimex, los fondos mínimos de subsistencia. Los jóvenes también son "cuidados" por el Estado de Bienestar: un estudiante que haya terminado su carrera podrá obtener una prestación social mínima tras un periodo de espera porque, como explica el abogado Minguet, "el Estado considera que durante años has gastado ese dinero en formarte, es como si estuvieses trabajando".

Y hay ayudas aún más curiosas, como la relatada por Eelbo. "Todas los costes relacionados con el cuidado dental son soportados por el gobierno, aunque recientemente han decidido incrementar el precio de la visita al doctor". Porque, en Bélgica, la asistencia médica se paga primero y luego se obtiene el reembolso de la seguridad social. Un sistema extraño para cualquier español que es la tónica general en Europa.

Todo este entramado asistencial hace que Cáritas casi no deba entregar bolsas de comida o vales de dinero para pagar la luz o el agua, como está ocurriendo en varios países de la UE. "Aquí se prestan más servicios de atención sanitaria o educación… hay rentas básicas, ayudas familiares…", confirma un representante de la división Internacional de la institución. Y aunque parezca extraño, también atienden a población musulmana pese a su vinculación con la Iglesia Católica.

Da la impresión de que Bélgica oculta sus bolsas de pobreza y marginación, especialmente entre los árabes musulmanes. Esta población es de las más perjudicadas por la crisis, reconocía en privado el dirigente de Cáritas. Un estudio de la Universidad de Rabat para la Fundación Rey Balduino señala que la mitad de la población belga-marroquí vive por debajo del umbral de la pobreza del país, 800 euros al mes, en parte porque sólo un tercio tendría un empleo fijo.

Quizás Credit Suisse olvidó contabilizarlos cuando declaró a Bélgica el segundo estado del mundo con menor desigualdad. (El Confidencial – 28/12/14)

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

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