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- Los Post-Keynesianos
- El crack de 1929 y la gran depresión
- Biografía de Lord Keynes
- El legado de Lord Keynes
- Referencias
John Maynard Keynes
Keynes desarrolla toda su teoría en el marco de una economía monetaria. " Una economía monetaria es,
esencialmente, una en la cual cambios sobre los puntos de vistas acerca del futuro son capaces de influenciar la cantidad de empleo y no sólo su dirección" (Keynes 1936:VII). En ella las transacciones y los contratos se pautan en términos monetarios. En esta manera, las firmas tratan de controlar sus costos de producción, y donde sean posible sus ingresos por ventas, en un mundo donde el conocimiento de las condiciones futuras es incierto. El dinero no se mantiene solo como medio de cambio – facilitar las transacciones-, sino también como almacén de valor, como uno de los activos financieros en los que puede mantenerse la riqueza.
Cumple con esta función aunque devengue muy poco interés o ninguno, porque hay ventajas por mantener
parte de la riqueza en dinero o cuasi-dinero (ya señaladas). Esto es así porque como estamos en una economía monetaria, los contratos están pactados en términos nominales, siempre que el poder de compra del dinero se espera sea relativamente estable. El precio que pueda obtenerse por la venta de activos financieros o reales, si debieran ser vendidos en el futuro, no puede ser conocido debido a la incertidumbre inevitable sobre las condiciones que prevalecerán en el futuro.
El equilibrio en el mercado monetario, en cualquier período de tiempo, depende de que los precios nominales de los activos financieros sean tales que los agentes individuales tomadores de decisiones en la economía estén dispuestos a mantener un mix de activos financieros y dinero. Esto último, hace referencia a que la(s) tasa(s) de interés de equilibrio (de corto plazo) están determinadas por los stocks de demanda y oferta de dinero, donde el termino preferencia por la liquidez fue usado por Keynes para representar la demanda de dinero. Alternativamente, el análisis puede ser efectuado aludiendo al mercado de bonos, donde en este caso la (o el conjunto de) tasa(s) de interés (de largo plazo) de equilibrio que iguala la demanda y la oferta de bonos. En este caso, es la actitud de la gente a mantener bonos (o dinero) la que determina las tasas de interés.
El foco de atención al stock de demanda para mantener dinero en la Teoría General, es el resultado lógico de desarrollar un modelo histórico temporal, donde el conocimiento incierto sobre las condiciones futuras no
puede ser ignorado, y el dinero puede ser utilizado como reserva de valor. De esta forma, Keynes niega el
postulado clave de la teoría clásica1, según el cual la tasa de interés de equilibrio está determinada por la
demanda y la oferta de ahorro corriente. De esta manera, el ahorro y la inversión están en función de la tasa
de interés, la cual se ajustaría para garantizar su igualdad. Así, aumentos en el ahorro llevan a una baja en la tasa de interés, debido a la mayor oferta de flujos disponibles para la inversión, lo que estimularía el
incremento de la inversión eliminando el exceso de oferta de ahorro; y viceversa. Para los clásicos, constituía un elemento importante como argumento analítico que pondrían en movimiento las fuerzas que devuelven a la economía hacia el pleno empleo. En cambio, la tasa de interés determinada por el mercado monetario, independientemente del nivel de inversión y ahorro corriente, constituye las bases para que esas mismas fuerzas que llevan a la economía al único equilibrio posible (el de pleno empleo), la alejen del pleno empleo hacia un equilibrio (que se mantiene en el tiempo) con desempleo. En cambio la igualdad entre el ahorro y la inversión dependerán de las variaciones del producto.
En la Teoría General, Keynes supone (sólo para simplificar la cuestión y no porque así lo pensara) que la
oferta de dinero está exógenamente determinada por la autoridad monetaria. La cantidad de dinero no está
determinada por el público (consumidores y firmas). Este supuesto es contrario al manifestado por Keynes en el Treatise on Money, donde la autoridad bancaria estaba muy influenciada por los individuos y en el cuál la porción de depósitos de dinero estaba en función de la atracción comparativa, de acuerdo a las valoraciones subjetivas de los depositantes, con bonos alternativos. En cambio, en los papers de Keynes posteriores a la Teoría General, dio gran importancia como determinante de la oferta monetaria a las demandas de las firmas para financiar sus planes de inversión. En este caso, la oferta monetaria es endógena y está determinada por las firmas. Ideas que van a ser desarrollada por los post-keynesianos (entre los norteamericanos encontramos a Shackle, Davidson, Minsky y entre los de Cambridge de Inglaterra Nicholas Kaldor) de la teoría de la oferta monetaria endógena, en la cual la oferta de dinero es solo el residuo que queda al completarse el proceso productivo (producción, distribución y consumo). El banco central no tiene poder alguno para fijar la oferta de dinero, y por lo tanto el tipo de interés. La autoridad monetaria es pasiva.
La demanda de dinero
El modelo planteado en la Teoría General contiene un sistema bancario, supervisado por un banco central,
que maneja la oferta de dinero de la economía, incluyendo dentro de la denominación de dinero a los
depósitos bancarios.
Una persona que mantiene una suma de dinero tiene un comando inmediato sobre los bienes igual al poder de compra de dicha suma. Un individuo que mantiene otros activos financieros (bonos) o físicos (edificios) tiene un comando potencial sobre los bienes, que no es inmediato porque los activos (financieros o físicos) primero deben ser vendidos con el fin de obtener ese comando inmediato. Keynes utiliza el término "líquido" para significar "inmediato". De esta forma escribe que un individuo que ahorra puede decidir si quiere o no mantener parte de su ahorro en la forma de comando inmediato, líquido. A fin de no mal interpretar sus líneas Keynes establece las diferencias entre inmediato e instantáneo y entre dinero y deudas (bonos y todo activo financiero que devengue un interés) incluyendo en la categoría económica de dinero a los depósitos a plazo.
Luego de ello, Keynes pasa a desarrollar la demanda de dinero o de liquidez (en sus propios términos),
analizándola en términos de la preferencia por la liquidez.
Para Keynes, la demanda de dinero depende del nivel de ingreso y de la tasa de interés. La tasa de interés
puede ser vista como el costo de oportunidad de mantener dinero, mientras que el nivel de ingreso indica la
demanda de dinero con el propósito de efectuar transacciones. Siempre es conveniente mantener dinero para gastos personales y de negocios. La necesidad de conservar disponibilidades en efectivo con el fin de cubrir la brecha existente entre los ingresos y los gastos corrientes planeados. Esto último fue denominado por Keynes como " motivo transacciones " para mantener dinero.
La incertidumbre sobre las condiciones futuras – una incertidumbre doble, que involucra tanto, la posibilidad
de necesitar dinero adicional en cualquier momento, como las tasas de interés que prevalecerán en el
momento de la venta – nos lleva al " motivo precaución" para mantener dinero. Que hace referencia al
hecho de mantener dinero como almacén de riqueza, una demanda cuya causa se debe a la existencia de
incertidumbre sobre las condiciones que prevalecerán en el futuro. Un individuo que cambia parte de sus
tenencias en dinero a bonos ganará ingresos en concepto de interés, pero si antes de que madure el bono,
dicho individuo necesita dinero adicional (comando inmediato) para realizar una determinada transacción,
entonces el individuo deberá vender sus bonos antes de tiempo. Si las tasas de interés se incrementaron en el intervalo, el precio que obtenga por su venta será lo suficientemente bajo2 para haber hecho de la tenencia de dinero (liquidez) un curso de acción preferible. También podemos decidir mantener dinero por motivo precaución, para atender aquella clase de pagos que no se pueden considerar como regulares y planeados, tales como el pago de una factura inesperada, situaciones de emergencia debida a enfermedades o accidentes, en el caso de que no fuera posible la realización de otros activos con la rapidez suficiente para poder utilizarlos en el momento adecuado.
El propio Keynes no era partidario de considerar que la demanda de dinero por el motivo transacciones y por el motivo precaución estuviera, en cierto sentido, fijada técnicamente respecto al nivel de ingreso, pues advirtió que la conveniencia que se pueda mantener dinero se podría compensar con los ingresos de otros activos. Consideró que la demanda de dinero para transacciones y precaución era función del tipo de interés.
Sin embargo, en su análisis no insistió en este punto, debido a que al respecto puso énfasis en el motivo que Keynes denominó " motivo especulativo". Keynes otorga una importancia particular a la incertidumbre sobre las condiciones futuras que lleva a diferentes puntos de vista sobre el comportamiento de las tasas de interés. Los Individuos que tienen expectativas sobre las tasas de interés futuras que difieren de aquellas que se reflejan en los precios corrientes de los bonos, dejarán de mantener bonos y pasarán a mantener dinero, y viceversa, dependiendo de cómo difieran sus expectativas. Si esperan que las tasas de interés futuras sean elevadas ( y por ende el precio de los bonos sean bajos) que aquellos que son asumidos por el mercado (que se reflejan en el precio corriente del bono), tendrán incentivos para vender los bonos y mantener dinero, evitando las pérdidas de capital. Por el contrario, si los individuos esperan que las tasas futuras caerán ( y los precios de los bonos subirán), tendrán incentivos a pedir prestado fondos de corto plazo y comprarán bonos. Esto último es lo que Keynes denominó " motivo especulativo" para mantener dinero, la ganancia o premio que se obtiene por saber mejor que el mercado, lo que traerá el futuro.
Conviene aclarar que cuando Keynes habla de tasa de interés (de largo plazo) sin ningún adjetivo, habla del complejo de varias tasas de interés corrientes referidas a diferentes períodos, por ejemplo para deudas de diferentes maduraciones Todas estas son tasas de interés de largo plazo y dependen del plazo de los bonos que los individuos mantienen. La estructura de tasas de interés pueden variar, al variar la demanda de bonos.
Mientras que cuando se refiere a las tasas de interés de corto plazo son las que resultan del mercado monetario y las que pueden ser controladas fácilmente por la autoridad monetaria.
En la Teoría General, Keynes combina el motivo precaución con el motivo transacciones en una sola función dependiendo solo del nivel de ingreso. Sin embargo en papers posteriores afirma " nuestro deseo de mantener dinero como almacén de riqueza es un barómetro del grado de nuestra desconfianza sobre nuestros propios cálculos y convenciones concerniente al futuro" (Keynes 1937), pone dudas sobre la afirmación anterior ya que el motivo precaución no dependería solamente del nivel de ingresos3. La demanda de dinero para satisfacer cada uno de los tres motivos mencionados está relacionada inversamente con la tasa de interés, dadas las expectativas y el nivel de ingreso. Cuanto más elevada sea la tasa de interés mayor será el costo de oportunidad de demandar dinero por motivo transacciones. También sucederá lo mismo con el motivo precaución cuando costo de mantener dinero con dicho fin es mayor a un determinado grado de incertidumbre; o cuando las expectativas sobre las tasas de interés futuras permanecen invariables aunque las tasas de interés corrientes se eleven. Sin embargo, Keynes centra toda su atención en la relación tasa de interés-dinero en el motivo especulativo. " La experiencia indica que la demanda agregada de dinero para satisfacer el motivo especulativo generalmente muestra una respuesta continua a cambios graduales en la tasa de interés " (Keynes 1936). Esta afirmación se refiere a la situación donde no hay cambios en las expectativas de largo plazo. Los cambios graduales en la tasa de interés, digamos que cae, significa que menos personas ahora esperan una nueva caída, mientras que más personas esperan que la tasa se eleve.
Como consecuencia la demanda especulativa de dinero se elevará ( para evitar pérdidas de capital provocadas por las caídas en el precio de los bonos). Aquellos individuos que esperan que la tasa de interés seguirá cayendo ( por ende el precio de los bonos continuaran con su tendencia a la suba) fueron denominados, por Keynes (en su Treatise on Money de 1930), "toros". Mientras aquellos individuos que esperaban subas en la tasa de interés ( por ende baja en el precio de los bonos) fueron denominados "osos". En el equilibrio, la tasa de interés es tal que los dos puntos de vista conflictivos, aquel de los toros y el de los osos, se compensan uno con otro. " El precio de mercado (de los bonos) será fijado en el punto en el cual las ventas de los "osos" y las compras de los " toros" se compensan" (Keynes 1936).
La trampa de la liquidez
Keynes señaló que a un nivel bajo de tasa de interés, los pequeños ingresos que se ganan por mantener bonos serían compensados por los miedos de sufrir grandes pérdidas de capital (es decir, que el precio de los bonos se desplomen). En este caso, la preferencia por la liquidez se vuelve virtualmente absoluta (TG: Cap XIII, Sección II, página 155) en el sentido de que casi todos prefieren dinero que activos financieros. En estos casos, la autoridad monetaria pierde el control efectivo sobre la tasa de interés.
Este caso es una situación particular, que se produce cuando la economía atraviesa una gran depresión y la tasa de interés es muy baja, tanto que no hay expectativas de que siga bajando. Esto desemboca en lo que se llama trampa de liquidez. Bajo este contexto, ( una curva LM totalmente plana), la incertidumbre de la crisis provoca especulaciones respecto al largo plazo. La tasa de interés muy baja implica una preferencia por liquidez abundante, se produce una retirada del dinero de los bancos porque se piensa que en el largo plazo la tasa de interés empezará a aumentar. En esta situación, si el gobierno quisiera aumentar la cantidad de dinero buscando reducir aún más la tasa de interés ya deprimida, dada tal indiferencia, los agentes privados la absorberán como saldo especulativo o transaccional y no lo aplicarán en la adquisición de bonos, por lo que no aumenta la demanda de los mismos, no aumenta su precio y por lo tanto no disminuye la tasa de interés.
( Recuérdese que si aumenta el precio de los bonos disminuye la tasa de interés). A pesar de que la trampa de la liquidez está presente en la bibliografía keynesiana, no fue considerada por Keynes en su análisis.
La tasa de interés de equilibrio en la teoría de Keynes está determinada por la intersección de la demanda y la oferta monetaria. La tasa de interés es el " precio" que equilibra el deseo de mantener la riqueza en la forma de dinero de acuerdo a la cantidad de dinero disponible en la economía.
La ambivalencia del análisis de Keynes – el desarrollo de una forma estructural, y luego las observaciones hechas por el propio Keynes lo ponen en duda – también se da en lo relativo a la inversión, llevando a diferentes interpretaciones de su análisis. La interpretación de Hicks y su modelo IS-LM se concentra en las posibles soluciones de equilibrio, basando toda su interpretación en funciones estables. En realidad Sir J Hicks, al igual que todos aquellos pertenecientes a la síntesis neoclásica de Keynes (Sir J. Hicks, Don Patinkin, Franco Modigliani, Hansen, Paul Samuelson, Klein, J. Tobin, W. Baumol, J. E. Meade, J Duesenberry, Robert Solow entre otros.), busca reducir todo el análisis de Keynes a una caso particular de la teoría neoclásica (ponerle a la teoría neoclásica el parche del caso de equilibrio con desempleo), demostrando de esta manera que la de Keynes no era una Teoría General. De más está decir que este grupo de economistas constituiría el núcleo fundamental de la ortodoxia económica de la segunda posguerra.
Muchos definieron de manera errónea a este enfoque de los problemas macroeconómicos como "neo keynesiano" . Por su parte el post keynesiano de Cambridge Joan Robinson los denominó "keynesianos bastardos", término fuerte pero ilustrativo desde el punto de vista de su fidelidad al pensamiento de Keynes.Pero si el foco de análisis se concentra en la importancia de las "expectativas fluctuantes que caracteriza a la inversión", expectativas que no pueden ser explicada en este tipo de modelos, entonces hay importanteslímites para el desarrollo de un análisis formal de la inversión. Es necesario que los economistas presten mayor atención al marco histórico, social e institucional en el cual las decisiones de inversión se toman y las tasas de interés se determinan.
La teoría clásica del Interés
Como afirmamos al principio, en los clásicos la tasa de interés estaba determinada por la demanda y la oferta de ahorro corriente, por la demanda de inversión (inversamente relacionada con la tasa de interés) y la oferta de ahorro (positivamente relacionada con la tasa de interés). Para ellos, el interés era una variable real, es decir, dependiente e la tecnología y se determina como el precio del ahorro. En equilibrio, permite igualar los ahorros y las inversiones.
Keynes critica a la teoría clásica de la tasa de interés, sosteniendo que la intersección de dichas curvas no puede determinar la tasa de interés, ya que la inversión y el ahorro no se determinan de manera independiente. La oferta de ahorro depende del nivel de ingreso, que a su vez es una función de la inversión.
Cambios en la demanda de inversión causarán cambios en la oferta de ahorro. Keynes considera que la teoría clásica está sub determinada porque hay dos variables endógenas (que se resuelven en el modelo), el nivel de ingreso y la tasa de interés, y solo una ecuación que muestra la igualdad entre el ahorro y la inversión4. Así, Keynes apela a su función de preferencia por la liquidez para completar su sistema.
De esta manera, en la Teoría General, Keynes objeta la teoría de lo clásicos por señalar erróneamente como determinantes de la tasa de interés los flujos corrientes de ahorro e inversión. Señala como determinante de la tasa de interés al stock de dinero en existencia, y en plazos a los cuales el público está deseoso de mantener sus stocks de dinero ( o alternativamente, stocks de bonos y plazos a los cuales el público está deseoso de mantener sus stocks de bonos). La tasa de interés que puede se puede obtener por ahorro o aquella que debe ser pagada por la emisión de bonos para financiar inversiones, depende de estos flujos solo de manera indirecta, a través de sus efectos sobre el nivel de ingreso o las expectativas de largo plazo, y sobre la demanda de dinero. Así, para Keynes el ahorro se ajusta a la inversión, no por la tasa de interés, sino por medio de las variaciones de la renta generadas por las propias inversiones. Contrario a los clásicos, en este proceso el interés no desempeña ningún papel.
Si bien Keynes no expresó las diferencias fundamentales entre su teoría y la de los clásicos, señala que el error de estos últimos se debe a que consideran al interés como una recompensa por esperar (por no consumir hoy. Al igual que Senior y su teoría de la abstinencia de 1836), en vez de considerarla como un premio por no atesorar el dinero. Para Keynes la tasa de interés es una variable monetaria.
La tasa de interés " segura" o "convencional"
Una vez más debemos recordar que la teoría de Keynes no puede ser fácilmente entendida si no hacemos referencia al tiempo histórico. Las expectativas y valoraciones sobre el futuro no pueden ser conocidas, tienen un rol central en la demanda de dinero por motivos precaución y especulativo y se encuentran afectadas por los detalles de las experiencias pasadas. La función de preferencia por la liquidez se encuentra influenciada por la historia reciente.
Keynes expresa este última afirmación de acuerdo a los puntos de vista de los individuos sobre los niveles seguros (safe) o convencionales (conventional) de la tasa de interés, puntos de vistas que dependen de la experiencia pasada. Al explicar el motivo especulativo para mantener dinero, Keynes escribe " lo que importa no es el nivel de tasa de interés absoluta ( i ), sino del grado de divergencia con lo que es considerado un nivel seguro de i " . Este nivel, suele explicar por qué la autoridad monetaria experimenta dificultades al tratar de bajar de manera substancial las tasas de interés de largo plazo, en contraste con su habilidad para controlar las de corto plazo. " Pero la tasa de largo plazo será mas recalcitrante cuando, una vez que ha caído a un nivel que de acuerdo con la experiencia pasada, las expectativas presentes sobre la política monetaria en el futuro, es considerado "inseguro" (" unsafe" ) por la opinión representativa".
En la opinión de Keynes, el nivel de tasa de interés segura o convencional constituye el ancla de la función de preferencia por la liquidez. " Cualquier nivel de interés que sea aceptado con suficiente convicción como el probable nivel que prevalecerá en el tiempo, será el que prevalezca en el tiempo; sujeto, en una sociedad cambiante, a fluctuaciones por muchas razones en torno al nivel normal esperado". Entonces, en el análisis de Keynes el valor para dicho nivel de tasa de interés permanece de manera subjetiva y susceptible a los cambios de opinión de los agentes. De esta manera, Keynes explica por qué la tasa de interés natural de Wicksell, o la versión que aparecía en su Treatise on Money (expuesta previamente), no puede servir como ancla para la función de preferencia por la liquidez.
Diferentes niveles de equilibrio de corto plazo se caracterizan por diferencias en los niveles de tasa de interés, como de empleo. Dada la función de consumo y la eficiencia marginal del capital, podemos denominar a un nivel particular de tasa de interés como la tasa de interés "natural " para su correspondiente nivel de equilibrio del empleo. Pero cada tasa de interés podría ser considerada, bajo estas condiciones, una tasa natural para sus niveles asociados de inversión y empleo: " para cada tasa de interés hay un nivel de empleo para el cual la tasa de interés es la tasa natural; en el sentido de que el sistema permanecerá en equilibrio con esa tasa de interés y ese nivel de empleo". Si una de estas tasas naturales de interés se encuentra asociada con un nivel de empleo que coincide con el nivel de pleno empleo, siguiendo el análisis de Keynes, dicha tasa natural podría ser denominada tasa " neutral" de interés. Pero dado que su análisis nos lleva a la conclusión de que la posición de pleno empleo es solo una de las tantas posiciones de equilibrio, no hay razón para que las expectativas se centren en la tasa " neutral" como tasa " natural" de interés.
La tasa de interés y el empleo. La eficiencia marginal del capital
Para Keynes los niveles de actividad y de empleo dependen de las decisiones de inversión. Esta afirmación tiene dos implicaciones teóricas. La primera es que, si el nivel de empleo depende del nivel de inversiones más que de su composición, el mecanismo neoclásico – para el cual se lograba el pleno empleo mediante el cambio de los precios relativos de los factores y la consecuente variación de las demandas relativas- quedaba despojado de validez teórica. Sin embargo, Keynes lo percibe tardíamente tal implicación ( Relative movement of real wages and output, 1939) y ni siquiera le dio una excesiva importancia. Sin embargo, durante los debates de los 50 y 60 dicha implicancia teórica se convertirá en un factor diferencial fundamental entre la escuela post-keynesiana y la neoclásica.
La segunda implicación se refiere a la explicación de la inestabilidad del capitalismo. El problema en el que Keynes concentró sus esfuerzos es el de la razón por la que las inversiones no logran fijarse a un nivel que garantice el pleno empleo. Las inversiones dependen de la eficiencia marginal del capital, que es una estimación de la rentabilidad de la inversión. Los empresarios formulan una estimación de los rendimientos futuros – Rt (t = 0,1,…, n) de sus inversiones. La eficiencia marginal del capital, r, se calcula como el tipo de
descuento que iguala el valor actual de dichos rendimientos al coste de los bienes del capital, K:
Cuanto más altos son los rendimeintos esperados por una determinada inversión, más alta es la eficiencia marginal del capital. Keynes supuso que, para un determinado nivel de expectativas, la eficiencia marginal del capital disminuye al aumentar las inversiones. Por lo tanto, para determinar el importe de las inversiones será suficiente conocer el tipo de interés, i, que se toma como un indicador del costo de la financiación ( para el costo de K). Pero el problema es que los rendimientos de las inversiones, sobre cuya base se calcula la eficiencia marginal del capital, no son elementos concretos, sino variables psicológicas que dependen de las expectativas de los empresarios respecto a la tendencia futura de la economía. Sin embargo, el futuro es incierto. Los estados de ánimo, la confianza, los animals spirits de los empresarios: todo ello desempeña un papel esencial a la hora de determinar sus expectativas, y por ende sus decisiones de inversión. De esta manera, los niveles de actividad y de empleo pasan a depender de un factor psicológico imponderable, incontrolable, sobre todo inestable. Todo esto debería bastar para entender la profunda diferencia que existe entre el concepto de eficiencia marginal del capital y el de productividad marginal del capital.
La tasa de interés, determinada por las condiciones de la demanda y la oferta de dinero, no tiene porque tomar, dada la eficiencia marginal del capital, un nivel consistente con el nivel de inversión que garantice el pleno empleo. Ni siquiera se podría utilizar la política monetaria para producir cambios en la tasa de interés que lleven a mayores niveles de inversión y de empleo, debido a posibles efectos adversos en las expectativas de largo plazo5. Es probable que el nivel de inversión fluctúe como resultado directo de la variabilidad de dichas expectativas, y no hay nada en el funcionamiento de la economía capitalista que permita mantener anclada en valores consistentes con el pleno empleo a las fluctuaciones en la inversión.
Los Post-Keynesianos
El término economía postkeynesiana (PKE de aquí en adelante) se refiere a un grupo que comparte los siguientes temas: un grado de pesimismo respecto al funcionamiento de los mercados, especialmente el de trabajo; la insuficiencia de la demanda agregada para mantener el pleno empleo; un importante énfasis sobre la incertidumbre y el papel que desempeña el tiempo en la toma de decisiones económicas; un reconocimiento de que los factores monetarios pueden causar perturbaciones económicas reales; una aceptación de que los precios se determinan por las grandes empresas y otros temas. Desde la perspectiva metodológica, la incertidumbre, la irreversibilidad del tiempo y el comportamiento de los agentes, como miembros de los grupos sociales más que el de los individuos,significan que los acontecimientos no convergen automáticamente hacia «el equilibrio». Es más, la perspectiva convencional según la cual cada hipótesis tiene que proceder de un supuesto de comportamiento racional y maximizador de los individuos en todo momento y lugar (y estar luego sujeto a la comprobación econométrica) resulta demasiado reducida.Por lo tanto, en gran parte de las aportaciones de los postkeynesianos (PK) se puede observar una conciencia deliberada histórica, sociológica y cultural.Como tal, puede considerarse que la PKE ofrece una crítica de la economía convencional u ortodoxa (neoclásica) y por ello se la alinea con otras escuelas de pensamiento heterodoxas, en concreto con los institucionalistas,pero también, en lo que se refiere en algunos temas, con la economía marxista.
Esta percepción respecto a la PKE tiende a situar su punto de partida en algún lugar a comienzos de la década de los años setenta del pasado siglo cuando aparece un grupo de estudiosos de los PK1. Sin embargo, esta es solo una de las perspectivas de la PKE, propiciada probablemente por los economistas ortodoxos para situar la PKE fuera de las corrientes principales y mostrarla de una forma negativa, como una fuente objeto principalmente de crítica. Existe otra perspectiva, recogida por John King en su History of Post Keynesian Economics (2003). Sitúa el origen de la PKE en 1936, año en el que Keynes publica su Teoría General, y la contempla como un intento de desarrollar un cuerpo coherente de teoría económica a la luz de sus ideas, más que como un oferente oportunista de críticas a la economía ortodoxa.De esta perspectiva se desprende que la PKE es una representación y un desarrollo más fiel de las ideas de Keynes que la que se ncuentra en las escuelas neokeynesianas o newkeynesian. Un efecto obvio de situar los orígenes de la PKE en la propia Teoría General es reconocer las contribuciones de los primeros estudiosos (algunos de los cuales fueron contemporáneos e incluso colegas del propio Keynes). Los más importantes fueron Joan Robinson y Michel Kalecki.Con cualquiera de las posturas que se tome de la PKE («crítica» o «desarrollo») resulta claro que las ideas de los PK se pueden encontrar inconfundiblemente en los ámbitos más especializados de la economía.Llevar a cabo una revisión de todas ellas en un breve artículo resulta imposible. Por tanto, en los apartados siguientes mostraremos el pensamiento de los postkenesianos referente a la fijación de precios, expectativas e incertidumbre, el mercado de trabajo y el dinero2. Considerados conjuntamente, estos temas soportan la propoestos temas soportan la proposición central de la economía postkeynesiana, según la cual la producción está sujeta a una inestabilidad considerable y, puesto que los mercados no se equilibran automáticamente,se necesita una gestión activa de la demanda para alcanzar el pleno empleo. Comenzamos con la fijación de precios, ya que en ella la aportación de los PK proporciona un número de características de las que acabamos de señalar.
La fijación de precios3
En las principales corrientes económicas se supone,generalmente, que las empresas operan en un entorno competitivo, siendo su único (o al menos principal) objetivo la maximización de beneficios. Este objetivo universal origina la regla según la cual el coste marginal (CM) tiene que ser igual al ingreso marginal (IM). En mercados perfectamente competitivos, el precio que la empresa puede establecer cuando se sigue esta regla viene dado (y de hecho coincide con el CM y el IM). En el caso de un monopolista, la situación es un poco más compleja.La regla CM=IM tiene aún que satisfacerse, pero el precio que la empresa puede establecer en este punto (el ingreso medio que puede ganar) se observa en la curva de demanda, y normalmente será mayor que el CM y el IM proporcionando más beneficios al monopolio.Nótese que se supone que las empresas se comportan de una forma independiente unas de otras y que no hay problemas respecto a la información a la hora de tomar una decisión sobre la fijación de precios. Es más,una vez que se establece el precio, este equilibra el mercado. No hay exceso de oferta o de demanda.Para los PK esta explicación presenta algunos problemas.En primer lugar, la empresa típica dispone de información imperfecta, especialmente sobre su curva de demanda (AR). Esta información resulta costosa de obtener y puede estar sujeta a cambios frecuentes (si es que no son continuos). Una razón que explica esto es el comportamiento de otras empresas cuyas decisiones sobre la fijación de precios y anuncios afectarán a menudo a sus rivales. Esto se produce porque las estructuras modernas de los mercados no son habitualmente competitivas, sino que más bien, en cierto grado, son oligopolísticas. En segundo lugar, estos problemas sobre la información hacen que la maximización de beneficios sea un objetivo improbable para la empresa. Es más importante la ganancia de un nivel estable y adecuado de beneficio, por lo que es necesario ejercer algún tipo de influencia sobre el entorno en el que la empresa lleva a cabo su actividad. Esto es especialmente cierto para las grandes empresas en las que la propiedad y el control están separados. Las estructuras oligopolísticas del mercado proporcionan un cierto grado de control. Finalmente, estas dificultades en cuanto a la información significan que probablemente están basadas en bastantes reglas empíricas simples, que aseguran que los precios se establecen en un nivel en el que mantienen a la empresa «a salvo», pero que pueden no proporcionar el máximo beneficio.
La regla básica de la economía postkeynesiana sobre fijación de precios se inicia con sus costes de producción (sobre los que tienen una información razonablemente buena) y fijando el precio que les permita cubrir estos costes y conseguir un nivel de beneficios adecuado.El principio es conocido como fijación del precio según el coste total (cost-plus pricing). Los análisis de los PK centran su atención en qué parte de los costes corresponde al fundamento o base de cálculo y, cuando se excluyen algunos costes, qué es lo que determina el tamaño del margen de beneficios aplicado a la base para cubrir los costes excluidos. Como veremos seguidamente existen diversas posibilidades.
1 Véase por ejemplo LEE (2000) y HOLT y PRESSMAN (2001, página 2). También EICHNER y KREGEL (1975).
2 Si se tuviera más espacio se habría incluido un análisis sobre la metodología. Sin embargo, algunos de sus aspectos distintivos, insinuados anteriormente, surgirán en el análisis de los temas
importantes. Para más detalles véase DOW (1990 y 2011).
3 Exposiciones útiles sobre las teorías postkeynesianas sobre la fijación de precios se pueden encontrar en LAVOIE (2001) y DOWNWARD (2000).
Sin embargo, antes tenemos que señalar algunas de las implicaciones que tiene para el mercado esta aproximación a la fijación de precios. El primer aspecto a señalar es que para el caso de la empresa típica, que es prudente respecto al nivel de producción, los costes medios variables de producción son estables a lo largo de una amplia cantidad de producto. Por tanto, la respuesta a las fluctuaciones de la demanda en el mercado generalmente supone un ajuste en la cantidad ofertada más que en el precio. En segundo lugar, en los mercados en los que la oferta puede ajustarse rápidamente (como no ocurre, por ejemplo, en los mercados de productos básicos o agrícolas) los precios reflejan más bien los costes de producción que la escasez. En tercer lugar, los costes medios totales a menudo se reducen conforme la producción aumenta, proporcionando otro incentivo a las grandes empresas y a la creación de estructuras oligopolísticas en el mercado. Es bastante habitual que en dichas estructuras una empresa actúe como líder en materia de precios, mientras que el resto ajusta su margen sobre el coste para igualar al líder.
Una de las aportaciones más simples referentes a la fijación del precio según el coste total es la de Michel Kalecki y se conoce como «la aportación kaleckiana del margen de beneficios». Supone que los precios se determinan a través de «costes unitarios directos» (o costes directos), que son los costes del trabajo, los bienes intermedios y las materias primas. Como hemos indicado anteriormente, para muchas empresas son casi constantes en una gran cantidad de producción, por debajo de la plena capacidad y por tanto importa poco el nivel de producción al que se calculan estos costes.Desde un punto de vista formal: P DC Q _ (1- _). Donde: P es el precio, ??es el beneficio bruto, DC son los costes directos y Q es el nivel de producción. Kalecki fue el primero en desarrollar estas ideas a finales de los años treinta del pasado siglo, pero siguió perfeccionando los detalles algunos años después4. Nótese que Kalecki no contempla los costes fijos, incluyendo el coste de capital, que tiene que venir acompañado de un margen de beneficios. Más adelante nos referiremos a los determinantes de este margen.Se propuso una aportación alternativa, la de Hall y Hitch (1939), conocida como fijación de precios según el coste total, casi al mismo tiempo en que Kalecki comenzó a considerar el tema. Como se desprende del término, la base de cálculo supone contemplar todos los costes unitarios, incluyendo los gastos generales, no solo los costes directos.
4 KALECKI (1954, cap. 2). Para un examen detallado de la teoría de Kalecki sobre la fijación de precios véase BASILE y SALVADORI (1984).
Según la perspectiva de Lavoie, «la mayoría de los macroeconomistas [PK] prefieren el planteamiento del margen de beneficios porque su simplicidad les permite abordar complejas cuestiones macro sin que las matemáticas se vean perjudicadas por un complicado procedimiento de fijación de precios» (Lavoie, 2001, página 24). Esta preferencia por parte de los economistas PK no descarta la posibilidad de que distintas empresas,en diferentes sectores de la economía, adopten diversas reglas de fijación de precios, la mayor parte o todos de los que hemos expuesto han sido utilizados en algún momento (Lee, 1998, capágina 12). Dada la popularidad de la fijación del precio según el margen de beneficios,en la que el beneficio bruto se aplica a los costes directos unitarios, nos centramos ahora en los determinantes de ese margen de beneficios.
Lógicamente la fijación de precios según el margen de beneficios no descarta la maximización de beneficios:se puede establecer el margen de beneficios con esa intención. Sin embargo existe una dificultad ya que hay evidencia empírica (por ejemplo, Koutsoyiannis,1984) que sugiere que en muchos mercados la elasticidad-precio de la demanda es menor que uno. Esto implica que el ingreso marginal es negativo, ya que la venta de producción adicional supone una caída del precio suficiente como para que la empresa obtenga menos ingresos en total. Por ello, parece que las empresas, como regla general, no pueden ser maximizadoras de beneficios, se adopte o no la fijación de precios según el margen de beneficios. ¿Cuál es la alternativa?
Recuérdese que estamos suponiendo que las empresas eligen aplicar un margen bruto sobre los costes directos. De ello se deriva que para conseguir cualquier nivel de beneficios y un rendimiento positivo del capital, el margen de beneficios tiene que ser suficiente para cubrir los costes fijos y, por tanto, variará positivamente con el nivel de costes fijos unitarios, repartiendo estos costes en gastos de mano de obra y costes de capital. Los determinantes de estos últimos son los más controvertidos. En primer lugar, el elemento capital de los costes fijos tiene que depender de la cantidad de capital utilizado en los niveles de producción que la empresa considera como normales. Cuanto mayor sea esta ratio mayores serán el coste fijo de capital y el margen de beneficios. El elemento capital de los costes fijos tiene que depender también de la tasa de retorno que se quiere obtener, y parte del razonamiento indica que dicha tasa dependerá del grado de competencia existente en la industria (más elevada en un monopolio) y que puede medirse mediante el coeficiente de concentración de la industria. El mismo razonamiento añade que dependerá de la fortaleza sindical a la hora de llevar a cabo la negociación colectiva —algo que es bastante difícil de medir—Otro argumento plausible es que el coste fijo unitario atribuible al capital dependa de la relación capital-capacidad (como antes), pero esta vez la tasa de beneficios que se quiere conseguir está determinada por el nivel de los tipos de interés, que dependerá de las actuaciones de política monetaria por parte del Banco Central.
Desde esta perspectiva, la acción política establece la tasa libre de riesgo y las empresas imponen entonces lo que podría denominarse una prima empresarial para cubrir los riesgos comerciales, los de liquidez y otros riesgos La prima variará según las industrias y el margen cambiará en cada caso con las actuaciones del Banco Central. Desde luego estas prácticas no tienen que ser necesariamente exclusivas.
Hemos tratado de proporcionar una idea de lo que constituye la Economía Poskeynesiana.
Nos hemos referido a su escepticismo acerca del vaciado de mercados, y en particular a la posibilidad de que la economía se sitúe de forma natural en el pleno empleo.
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