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La infidelidad y sus efectos en las relaciones amorosas (página 2)

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

El ego del hombre es por su naturaleza diferente al de la mujer. Para el hombre ser infiel es fácil, ya que lo califica de "macho" (noción equivocada), mientras que para la mujer la traición es más traumática.

La tolerancia de la infidelidad entre los sexos es asimismo distinta, la mujer tendiendo a ser más sospechosa y el hombre, más vano y más seguro de sus proezas amatorias — existan éstas o no —se inclina a ser menos sospechoso.

Todo tiene su origen en el pasado paleolítico y su explicación en la neurociencia

Para los hombres es más difícil saber si les están siendo infieles, puesto que ellos tienden a ser menos observadores y reparan menos en cambios sutiles que sin embargo las mujeres descubren al instante.

Los hombres en general temen o sospechan que su pareja les está siendo infiel, cuando ésta se niega a mantener relaciones sexuales como de costumbre, porque el sexo lo es todo (o casi todo para el hombre inmaduro). Muchas mujeres, a pesar de que jamás perdonarían la infidelidad, deciden auto engañarse para no tener que enfrentarse a la realidad de que son abandonadas por el padre de sus hijos. Pero, siempre descubrir que uno ha sido traicionado por la persona amada, invariablemente constituye una experiencia dolorosa y hasta humillante, puesto que se ponen en juego los valores que fundamentan una relación amorosa, como son la confianza, la sinceridad, la solidaridad y el respeto.

Perdonar o no una traición depende de la persona y del tipo de relación que existe, ya sea por motivos religiosos o porque no quieren hacer sufrir a sus hijos.

En el caso de las mujeres que deciden perdonar (pero no olvidar). La infidelidad suele ser un arma esgrimida muy frecuente en las discordias, y que puede marchitar más una relación, ya precaria. Es preferible no mencionar constantemente la infidelidad de la pareja, si no se es capaz de superar y olvidar, quizá sea necesario plantearse, en esta coyuntura, una solución cortante. Muchas mujeres que han sido infieles se torturan porque no saben si contárselo a su compañero, se sienten mal, pero lo primero y más importante, no es la confesión, sino descubrir el porqué de la traición. Si se ha sentido esa necesidad es porque la otra parte no dio algo que ella sentía necesitaba y que no tiene por qué estar relacionado, siempre, con el sexo.

Hay que evaluar los pros y los cons antes de decidir compartirlo con el otro. Puede que haya sido simplemente una aventura que la haya hecho ver a una que no quiere, de veras, abandonar al amante. En este caso se puede tratar de reconstruir tu relación.

Pero si las dudas y los sentimientos de culpa hacen que se desee ser sincera y confesar, es posible que la pareja decida que no pueda perdonar lo que dependerá de lo importante que uno sea para el otro. Muchas veces ellos deciden perdonar, pero la infidelidad estará presente durante mucho tiempo en la memoria y será difícil que vuelva a confiar en la mujer, por ello es aconsejable buscar ayuda profesional y no depender de los consejos bien intencionados de las amistades.

La infidelidad y sus motivos

Las nueve razones más comunes por las que se es infiel son resultado de la búsqueda de la satisfacción de necesidades que no se encuentran en la pareja con quien se comparte el amor.

Una de las peores traiciones hacia cualquier pareja o por parte de ella es la infidelidad. Generalmente se asume que la persona infiel es la única culpable, sin embargo la infidelidad es el resultado de una crisis de ambos, pues quien es infiel lo hace porque busca en otra persona cuestiones sexuales, emocionales o intelectuales que la pareja no le da.

La infidelidad no sucede espontáneamente, siempre hay motivos que la provocan. La lista de razones es interminable, pero los profesionales especialistas en terapia de pareja coinciden en que en todas se intenta satisfacer carencias específicas y emocionales en la relación:

Las nueve razones más comunes

1. Sentirse devaluados. Terminado el enamoramiento, se enfrenta a la persona real y se olvida la idealizada, y sus conductas no siempre son placenteras y en la convivencia defraudan todas las expectativas. Si la pareja se aísla al centrarse sólo en sus objetivos personales y no en los de ambos, y al mismo tiempo uno se relaciona con una persona distinta que hace que uno se sienta más apreciado, esta nueva persona se elige inconscientemente como nueva compañera. Principalmente para las mujeres, es muy importante sentirse bellas y deseadas por el hombre de su vida. Si no se cumple este objetivo, se siente una gran frustración y se devalúa la autoestima. Una forma, lógica, aunque errónea, de sentirse de nuevo atractivas y deseadas, es siendo cortejadas, en una relación extramarital.

2. La monotonía. Cuando la pareja descuida el tiempo en común por sus actividades personales y deja de tener detalles cariñosos con el otro, se siente que el amor se acabó, se produce un distanciamiento y uno comienza a sentirse destinado a pasar el resto de los días atascado en una relación que ha perdido su encanto.

Un matrimonio sumido en la rutina y en el aburrimiento se puede desplomar a causa de un encuentro con un intruso que llegue y aborde la pareja descontenta con el misterio, encanto y riesgo de los que carece la relación existente.

3. Una vida sexual deficiente. El sexo es un elemento esencial en la unión y si éste es defectuoso, quien se siente insatisfecho tiende a buscar fuera de la relación la satisfacción sexual que no encuentra en su amante. Si a pesar de sentir un gran amor por la pareja, en el lecho del amor nada excitante se encuentra, uno puede resarcirse teniendo relaciones sexuales con otra persona, porque uno se siente enojado con una persona que no quiere hacer el amor o no quiere llevar a cabo las fantasías sexuales de la otra.

4. Dependencia emocional de los padres. Si la pareja no es emocionalmente independiente de los padres y no establece límites respecto a ellos, esta conducta infantil los hace sentir sin su apoyo, y la necesidad insatisfecha de ser escuchados y atendidos los puede impulsar a buscar una relación extramarital. Simplemente para encontrar alguna otra persona que les sirva de soporte o de apoyo.

5. Procurar nuevas sensaciones. Si se acaba la seducción del enamoramiento y se vive en el hastío de una relación yerta, hay quienes necesitan seguir satisfaciendo la necesidad de seguir enamorados. La curiosidad de experimentar el sexo con otras personas y de vivir la aventura es un fuerte motor para buscar una liaison.

6. Idealización de la pareja. Para continuar idealizando a la pareja, muchas veces se eligen como amante a una persona totalmente opuesta. Hay quienes llevan a cabo todas sus fantasías sexuales con el amante y no con su pareja para sentir que la siguen manteniendo en el concepto de lo "decente".

7. La pareja lo permite. Se dan casos en que la otra persona está de acuerdo en que se tengan relaciones extramaritales, porque es consciente de que son esenciales para el otro satisfacer las deficiencias que existen en la propia relación.

8. Sentir amenazas contra la libertad. Cuando la pareja es asfixiante o da miedos de apropiar la independencia del otro, atrapándolos en una relación sofocante, se puede intentar sentirse libres cometiendo actos de infidelidad rebelde.

9. Alardeo de poder. Por haber obtenido poder, dinero y una posición social, hay quienes sienten que se han ganado el derecho a tener un mayor potencial sexual con el sexo opuesto. Pregunten a Paris Hilton, Donald Trump y tantos otros por ustedes conocidos.

En resumen

La infidelidad es un síntoma de la serie de crisis por las que, casi todos, atraviesan, usualmente, como pareja. Si exploramos en el fondo, comprenderemos que se es infiel cuando no se encuentra en la pareja lo que se desea y que la relación entre ambos no satisface completamente todas las necesidades mutuas tanto físicas como emocionales. Sin embargo, superar la crisis dependerá de la forma en que ambos logren comunicarse entre ellos.

Debido a su relevancia para la estabilidad y para la preservación de la más importante de nuestras instituciones humanas. Hemos decidido cubrir este tópico con la asistencia de muchos a quienes reconocemos aquí por su ayuda inestimable.

La infidelidad, sus causas y su prevención

La infidelidad en la relación de pareja es un asunto de la mayor importancia para todos quienes creen en los valores de la monogamia exclusiva y en sus ventajas saludables.

Un hecho sólo corrobora los aspectos emocionales que son saludables de las parejas que son mutuamente fieles: es que viven más tiempo, vidas que son más largas. Otros aspectos existen que hemos ya mencionado cuando escribimos en tiempos pasados acerca de la salud y de una vejez idónea que a tantos evade. La mayoría de las parejas suelen pasar por momentos de crisis en su relación que, en muchos casos, si no se superan, corren el riesgo de caer en la trampa funesta de la infidelidad. Veamos por tanto en qué consiste, por qué ocurre y cómo afecta la infidelidad a la relación de pareja.

1. ¿Qué es la infidelidad? 2. Causas de infidelidad 3. ¿Cómo prevenirla? 4. ¿Qué suele ocurrir después?

1. ¿Qué es la infidelidad?

Infidelidad. La violación de la confianza y de la fe básica por medio de la traición astuta. Mentira ésta que provoca desconfianza y dolor en la pareja.

Traición, mentira, engaño, son algunas de las palabras empleadas por la persona ofendida. La infidelidad se produce cuando una pareja rompe el compromiso de lealtad sentimental contraído. Es una traición a una promesa hecha por la pareja, una promesa de exclusividad, de amar sólo a esa persona.

No siempre tras la infidelidad se produce una ruptura, algunas parejas consiguen superarlo, pero a un alto costo. Otras rompen con la pareja, no están dispuestas a continuar una relación en la que se ha perdido lo fundamental, la confianza, además de tener el temor de que vuelva a ocurrir.

En ambos casos la infidelidad trae consigo un gran dolor, pérdida de confidencia en el otro, pérdida de autoestima, humillación, impotencia y rencor.

Cuando se produce la infidelidad, pensamos que es por un motivo importante, una situación insostenible dentro de la relación o por otro gran amor. Sin embargo, la mayoría de las veces es por situaciones más banales.

La infidelidad no solamente es cosa de pareja sino de uno mismo, se produce por una falta de autocontrol y por no saber evitar a tiempo situaciones comprometidas.

2. Causas de infidelidad

Los motivos por los que alguien puede ser infiel son muy variados, los más frecuentes son:

– Búsqueda de nuevas experiencias, esto ocurre sobretodo en personas sin experiencia, que no han tenido relaciones con otras personas.

– Después de varios años de convivencia se produce el cansancio y el deterioro de algunas parejas que no han dispuesto de los medios para evitarlo y esto, junto con el tedio, puede conducir a la infidelidad final.

– Insatisfacción emocional. Esta causa de infidelidad se produce sobre todo en las mujeres en las que el motivo principal es la falta de amor y el abandono afectivo por parte de su pareja.

– En personas inseguras. La infidelidad puede ser vista como logro personal.

– Como venganza a una infidelidad anterior de la pareja.

– En la llamada crisis de los cuarenta. Existe en muchos casos donde surge la necesidad de sentirse joven y atractivo a pesar del envejecimiento.

– Falta de valores o creencias morales.

– La soledad entre pareja, junto con la atracción física o la afinidad en gustos e inquietudes por otra persona puede desembocar en la infidelidad.

3. ¿Cómo prevenirla?

La mejor manera de prevenir la infidelidad es a través de la comunicación y de la dialéctica diaria contra la costumbre y la rutina que hacen que se pierda interés por la relación y por la pareja, y que se produzca un abandono de la vida en común.

Para que una pareja se mantenga unida es fundamental que se conozca íntimamente. Es imprescindible conocer los gustos, la personalidad y deseos del otro. Saber que son importantes el uno para el otro y expresarse el amor día a día.

Para conseguirlo es necesario un esfuerzo y una dedicación de energías y de tiempo. Para evitar la infidelidad lo mejor es que la pareja se sienta satisfecha como pareja y orgullosa de ser como son juntos.

4. ¿Qué suele ocurrir después?

Es cierto que aunque, en principio, se oponga; cualquier persona puede verse envuelto en una infidelidad. ¿Qué hacer ante esto?

– Si se toma la decisión de proceder con ellos, continuar ignorando las consecuencias sin reproches ni venganzas. Aunque teniendo en cuenta que si la pareja desea regresar de nuevo, a pesar de todo, debe de ser porque, de alguna manera, uno es la persona con la que desea estar.

– Si la decisión ha sido la de abandonar al otro, no olviden que se pasarán por momentos dolorosos hasta que se logre construir otra vida sin la otra persona. Puede que se haya sufrido y que, a veces, se haya uno sentido desencantado, pero igualmente se reconoce que ha existido el cariño y que se ha vivido una etapa de la vida, plenamente satisfactoria. Eso es de importancia.

– Puede ocurrir que la persona que ha sido infiel no desee retomar la relación, lo que comenzó como una simple "cana al aire" puede desarrollarse y transformarse en algo serio y duradero que conduzca a concluir la relación anterior.

Conviene aclarar que, aún existe una doble moral respecto a la infidelidad, muy distinta para el hombre que para la mujer. En el caso del hombre es aún vista socialmente como algo inherente a su condición sexual. Pero en el caso de la mujer esta situación es criticada con mucha más severidad. Por esto las mujeres tienden a sentirse más culpables y son más propensas que los hombres a confesarlo a su pareja. Acción que llevan a cabo a un riesgo enorme.

La infidelidad es más que un acto sexual extramarital. Es un conjunto de fenómenos específicos de la especie y asimismo genéticos y culturales, por lo que debe de ser entendida como un asunto del mayor interés por su complejidad inherente y sus repercusiones remotas.

Caveat, no todo terapeuta está calificado para desenmarañar este asunto. Así que, en la búsqueda de ayuda, debes de ejercer mucho juicio.

Después de la aventura… ¿Qué hacer y qué no…?

En la vernácula erudición, no tan excelsa, de mi juventud dominicana mis amigotes solían expresar con malicia conspicua, para justificar, en anticipación la eventual llegada de sus aventuras extramaritales, resultado de un machismo tan promiscuo como infiel: "Yo seré casao, pero no capao…"

Para la mujer subyugada, no en acato de creencias prosaicas; la fidelidad, la dedicación, el idilio romántico, que por su naturaleza misma entra en conflicto con la infidelidad, la relación extramarital no es asunto de frivolidad. Lo es así por razones necesarias a la supervivencia de la especie.

Que suceda o no suceda, obedece a factores cuya explicación pertenecen en otras ponencias.

La cuestión es ésta, una vez consumado el "quebrantamiento", es contar o no contar… Confesar o silenciarlo…

Hablaremos aquí solamente a la mujer…

Caíste o te arrojaste a los brazos de otro. Quizá por la vez única, o quizá hayas iniciado una relación paralela. Miras a tu novio o a tu marido dispuesta a confesar: hablando se entiende la gente. ¿Verdad? ¡Mentira! A veces, no es así, ni es tan simple.

Una buena pareja no tiene secretos, sostiene la sabiduría popular. Pero una mujer despabilada sabe que a veces es mejor no seguir ciegamente ese consejo. Seamos honestos. No le cuentas absolutamente todo a tu hombre, ¿no? ¿O le dices que te preocupan sus signos de futura calvicie, que no te pareces a su mamá, y que, a veces finges, un orgasmo mientras piensas en otro más?

Bueno, supongamos que te asfixia la culpa por un secreto oscuro, profundamente guardado… por qué le fuiste infiel. ¿Te inclinas por contarle? ¿Deberías? "Sólo si quieres que tu matrimonio se termine", advierte Graciela (nombre ficticio), de 40 años, cuyo marido le exigió el divorcio cuando encontró en un abrigo de ella una carta erótica que le había mandado Julio, su amante. Graciela jura que no dejó el abrigo con la terrible evidencia en un sillón de la sala, porque deseara ser descubierta — pero su terapeuta piensa lo contrario. "Si hubiera podido controlar cómo y cuándo darle la noticia — insiste — hubiera preferido hacerlo en público, tal vez delante de algún amigo o de mi hermana, así él no hubiera podido hacer la escena que hizo".

Según algunos consejeros de familia, muchas parejas vuelan por los aires, no por el descubrimiento de un affaire, sino por ocultarlo. Su teoría es: si se mantiene en secreto tal aventura, se traiciona la intimidad de la pareja, y nadie puede recomponerla. El matrimonio tiende a derretirse por dentro y, luego de otras andanzas, finalmente se desmorona.

No obstante, un dilema tan complicado como contar o no decir, no puede resolverse con tan simple un sí o un no. Cuando una ha sido infiel, la primera pregunta que debe hacerse –– insisten los expertos — es ¿qué espera lograrse con la confesión?

Alejandra, de 31 años, siente que dañó irreparablemente su matrimonio al revelarle a su esposo, en un impulso, que una noche se había acostado con otro. Él estaba fuera del país por un negocio cuando ella se encontró con Enrique — un ex compañero de facultad, que en su momento le había resultado muy atractivo — y se fueron a tomar algo. Los tragos se prolongaron en una cena y la cena en un tórrido encuentro en el apartamento de Enrique. Seis meses más tarde, Alejandra y su marido festejaban su quinto aniversario en un restaurante súper elegante. Brindaron con champagne y comenzaron a hablar de viejos amigos a los que hacía tiempo no veían. De pronto, dice Alejandra, "le solté la historia de cómo me había encontrado con este ex compañero de la facultad y cómo había terminado en la cama con él". "Guillermo se volvió loco. Se levantó, tiró la mesa y se largó del sitio gritando, para que todos lo oyeran: ‘¡Puta! ¡Eres tan puta como todas las chopas en tu familia!’".

Aunque le juró que desde esa vez nunca había vuelto a ver o a hablar con Enrique, y que no tenía la menor intención de hacerlo, el resto del festejo se ahogó en lágrimas y rencilla. A la mañana siguiente todo estaba más o menos en calma de nuevo, y nunca se volvió a hablar del asunto. Pero algo había cambiado para siempre. "Tengo la impresión de que Guillermo no confía en mí y todo el tiempo parece estar esperando que lo engañe. Cometí un error que nunca voy a poder corregir. No me refiero a haberme acostado con Enrique (‘lo que nunca olvidaré, tan bueno era’), sino a haberle contado el asunto a Guillermo". Considera Alejandra.

¿Culpa? ¿Pero qué rompiste?

Las mujeres tienen aventuras por distintas razones, las que ya hemos discutido anteriormente: Porque se encuentran apresadas en un matrimonio infeliz, porque se enamoran desesperada-mente de un hombre que no es su pareja digna o adecuada, y todos los matices intermedios.

No menos dramáticas e importantes son esas relaciones efímeras que hacen que se olviden los problemas personales. Si una mujer acaba de tener un bebé, si su carrera está estancada, si se siente aburrida, inquieta o insegura, es humano desear un poco de pasión, algo que sacuda la rutina… pero no que implique, necesariamente, un divorcio. A veces sucede que el otro hombre no le atrae perdidamente, pero siente que él la desea como hembra, lo que es justamente lo único que necesita. No es extraño si, luego de unos meses, la mujer comienza a perder interés y empieza a sentir renovado amor — y hasta deseo intensificado — por su pareja. Para entonces, el affaire ya causa más problemas que otra cosa. Se corta, y la vida sigue. Ella se siente mucho mejor, tanto así que comienza a pensar, con remordimiento masoquista, si no debiera confesarle a su pareja ese (enorme) secretito…

Antes de abrir la boca, es necesario analizar con mucho cuidado lo que impulsa esa urgencia a hablar. Para los expertos, confesar no es una buena idea, sobre todo si el romance duró muy poco o pasó hace mucho. Esa confesión sólo serviría para aliviar una conciencia en conflicto de la manera más fácil — sin pensar en lo que se está haciendo y en sus consecuencias, sin evaluar por qué pasó lo que pasó y cuál es el mejor camino a tomar —, mientras que la pareja arriesgará quedarse con ese dolor para siempre… y ¡ahí sí que empiezan los verdaderos problemas! ¿Vale la pena que él se sienta traicionado por un acto que no se cometió como traición contra él? ¿Vale la pena que una relación, hasta entonces estable, se agriete por una relación pasajera cuya existencia no afectó directamente al otro? ¿Vale la pena poner a prueba la tolerancia del otro por un evento que no lo involucra?

Deténganse a pensar el asunto como si le hubiera pasado a otra: una chica comprometida tiene una aventura extramatrimonial. Antes, durante y después del affaire, su relación con el novio o marido sigue su curso independiente. ¿Qué se hizo de malo? ¿Qué crimen de lesa humanidad se cometió? ¿Cuántas víctimas hubo? Sentir culpa por un daño que no se cometió carece de sentido. Porque — recordemos — el cuerpo en que vives es tuyo y lo que hagas con él al ser infiel no puede realmente herir el honor de tu pareja. En cualquier caso, te hiere más a ti. Estamos en el siglo XXI y, desde el siglo pasado, el matrimonio ya no es una cárcel que convierte a la mujer en propiedad absoluta y subyugada del hombre.

Inés, una licenciada en marketing que trabaja para un laboratorio, se había sentido atraída por su jefe, Miguel, durante mucho tiempo. Ambos estaban felizmente casados y, por lo tanto, solían flirtear con impunidad, sólo para divertirse. "Nos sentíamos seguros explica Inés. Ninguno de los dos estaba en busca de un amor, ni siquiera de una escapadita juntos". Pero el laboratorio los envió a una conferencia sobre las políticas de marketing de las distintas sucursales, en Londres, sin sus parejas. Como, a menudo sucede, entre reuniones, cócteles, cenas elegantes y hoteles caros. La tercera tarde, después de demasiados tragos, Inés y Miguel sucumbieron a la tentación. Aunque el sexo estuvo fantástico, ambos acordaron que no volvería a suceder. Volvieron a casa sin resentimientos, broncas ni tensiones entre ellos, sólo con culpa. Mucha culpa. Tanta que decidieron preguntarle a un psiquiatra si debían confesar a sus parejas que habían tenido un affaire. "El terapeuta nos preguntó por qué queríamos contarlo. Probablemente confesar sólo haría que nuestros matrimonios estallaran, cosa que ninguno de los dos quería", cuenta Inés. "Claramente nuestro asunto había terminado. Ninguno de los dos esperaba nada más del otro". No lo hicieron. Son felices.

Confesar puede ser peligroso

Una aventura extramarital suele ser un intento disfuncional para estabilizar un matrimonio y confesarlo puede favorecer la posibilidad de arreglar los problemas y forzar cambios positivos. Desde luego, confesar presenta riesgos. Pero también los presenta guardar el secreto. La confesión, es más peligrosa para las mujeres que para los hombres. "Cuando algo anda mal en una pareja, las mujeres tienden a echarse la culpa y los hombres son menos capaces de comprender y perdonar. Además, las mujeres necesitan del matrimonio mucho más que los hombres, por razones económicas, biológicas (sí, biológicas) o de otro tipo".

Nancy Kolodny, mi colaboradora de antaño sugiere no contar — o al menos guardar el secreto por algún tiempo — en las siguientes situaciones: * Si tu novio o esposo está bajo gran estrés (lo despidieron, lo operaron, perdió a uno de sus padres o un amigo) * Si es "un rencoroso que te va a martirizar por el resto de tu vida" * Si puede reaccionar con violencia y abusar físicamente de ti * Si el affaire fue debut y despedida (como el de Inés y Miguel) o si sucedió hace mucho tiempo. La honestidad absoluta no es siempre lo mejor – se lee en toda revista de peluquería, pero incluso si no confiesas debes entender por qué viviste ese romance. Si engañaste por amor — si estás comprometida en una relación extramatrimonial apasionada, que no tiene fin a la vista y que parece más fuerte que la oficial — resulta bastante improbable que tu matrimonio o tu noviazgo pueda sobrevivir. Entonces no confieses. Antes de decidir, busca ayuda profesional para resolver el impasse.

Por ejemplo, tenemos el caso de María de 34 años, que hace dos mantiene una relación clandestina con Daniel. Ambos están casados y — lo que hace que se extrañen más — viven en distintas ciudades. Hablan por teléfono o chatean todos los días para intercambiar confidencias y fantasear sobre un futuro en común. María cuenta que no pasa una hora sin que ella piense en Daniel. Cuando hace el amor con su marido, Toni, cierra los ojos y trata de imaginar que es Daniel; luego se da vuelta para ocultar las lágrimas. "Mi matrimonio ya fue. Toni no hizo nada malo, pero no puedo seguir en este estado de perpetua agonía. Me asombra que Toni no sospeche nada. Tengo que confesarle lo de Daniel No puedo seguir así", se angustia María.

Nadie puede garantizarle que Daniel se separe de su mujer más o menos pronto. "Sé que no está listo para terminar su matrimonio. Tal vez nunca lo esté", cree ella. "Pero cualquier cosa, hasta quedarme sola, es mejor que este tormento. Siento que mi esposo es un desconocido y que Daniel es mi alma gemela". Al confesar, María se arriesga a perder de golpe y porrazo marido y amante, pero no ve otra opción.

En resumen

No todo es muy simple. Pero, siempre, por su naturaleza especial y por su constitución férreamente superior, las mujeres sufren más (a veces, más de lo justo) de lo que les toca.

Dicen en círculos científicos: Que para vivir muchos años se necesitan buenos genes. Para encontrar una unión estable entre parejas, se necesitan suerte, y determinación — con mucho esfuerzo.

El flirteo, ¿infidelidad o retozo?

Por mucho que presumamos de una relación liberal, no es un asunto de buen gusto ver a tu novio o amante flirtear descaradamente con otras. Pero, ¿qué hacer en estas ocasiones? ¿Dejarlo plantado por lo que puede ser un simple "tonteo" o darte la vuelta y fingir no ver nada?

La carcajada inicial de "mira a mi niño hablando con esa chopa" se va torciendo en una mueca cuando, al fijarte, te das cuenta de que está flirteando con ella bajo tus propias narices. Intentas mantener el coraje delante de los amigos ("tan sólo es un jueguito sin ninguna maldad"). Pero la verdad es que no te hace ninguna gracia, y mucho menos cuando descubres que la persona con la que habla, demuestra cierto interés por él. ¿Qué hacer? ¿Quedarte quieta hasta que se acuerde de que ha venido contigo? ¿Atacar a la susodicha, cual leona en celo? ¿Dejarlo plantado delante de todos sus amigos, no sin antes haberle dicho que se ha portado como un ratón?

¿Es flirtear ser infiel?

En la palabra flirtear se encuentra el "quid" de la cuestión. ¿Qué significado tiene para ti? ¿Simplemente es una manera de gustar a los demás o lleva connotaciones que rayan en la traición? Para muchas, un flirteo es un juego inevitablemente inherente al ser humano, como animal social que es. Y es que el hombre, por ser débil, tiene la necesidad de engraciar a todos quienes le rodean, más si éstas son mujeres atractivas. Para otras muchas, el coquetear con otros, aunque sólo sea por el hecho de agradar, puede despertar una respuesta, y es aquí donde se presenta el peligro real de la infidelidad como situación viciada. Por eso, el flirteo en sí mismo ya es una forma de infidelidad, aunque no haya contacto físico de por medio. Así lo es, ya que se está solicitando una atención que no es precisamente la de una amistad sin interés sexual. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua nos da la solución: el flirteo "es un juego de seducción entre un hombre y una mujer". Así pues, siempre y cuando no haya un entendimiento previo entre la pareja, flirtear es un modo de infidelidad. Puro y simple.

Cuestión de límites

Pero no todo en la vida es blanco y negro y por eso, un coqueteo no tiene por qué suponer una ruptura. Dependerá de los límites que uno se haya marcado como pareja. Algunos determinan las zonas de peligro en el contacto físico. Mientras sólo haya palabras, todo vale. Pero ten en cuenta que, a veces, las palabras son más peligrosas que los hechos. El Internet así lo ratifica. A través de una mera pantalla, y sin ningún contacto físico, puedes practicar cibersexo con distintas personas o contar con numerosos ciberamantes. Para que no haya ninguna confusión que pueda destruir una relación estable, lo mejor es marcar las propias reglas. Si se violan las normas y tu pareja te hace sentir incómodo, una vez tras otra con sus coqueteos, no es el tipo que necesitas. Pero cuidado: si eres tú la que no paras de lanzar miraditas a diestra y siniestra, puede que estés arriesgando el futuro mismo de tu relación. Y es que flirtear puede resultar bonito, e incluso positivo, para todos, ya que a muchos llega a elevar la autoestima, pero siempre y cuando no te haga daño ni a ti, ni a los demás.

El flirteo es cosa de tres

¿Te has dado cuenta de que cuando existe un "tonteo" fuera de la pareja hay tres personas implicadas? Tú, tu pareja y esa tercera persona en discordia de la que nos solemos olvidar, pero a la que podemos causar mucho daño sin enterarnos. Puede que tu pareja y tú tengan un acuerdo entre ustedes acerca del flirteo. Incluso, puede que se conviertan en cómplices el uno del otro en este peligroso juego. Pero puedes estar dañando a alguien que no sabe de que existe este acomodamiento. Entonces, cuando esa persona se siente atraída por ustedes, ¿qué hay que hacer con ella? ¿Se le cortan las alas de golpe y porrazo — dejando que se precipite contra el suelo? En resumen, todo este asunto del flirteo puede dar lugar a situaciones embarazosas más allá de la propia pareja. Es un terreno turbio en el que hay que tener cuidado para no caer, ni hacer caer, a los demás.

Tómatelo con humor

Puede que consideres que la fidelidad no existe y que los coqueteos son algo innato al ser humano, así que nada mejor que tomarse las cosas con humor. Al menos, así lo ha entendido un ciudadano del Brasil, José Adauto Caetano, que tras ser traicionado sucesivamente por ocho esposas, ha fundado una "Asociación de Cornudos" dedicada a dar consejos sobre cómo lidiar con la infidelidad. El experto, poco convincente como "experto", nos aconseja: "Con mi experiencia puedo ayudar a la gente… La infidelidad es algo normal y no puede convertirse en un trauma, pues anula al hombre", asegura el propio José Adauto Caetano. Y es que, como él mismo dice, ser "cornudo" no es extraño, lo que pasa es que nadie lo admite. Por lo menos, así no pasaría con él en ocho oportunidades al bate sin un "hit".

A sus 54 años, está casado de nuevo y confiesa que no ha perdido la ilusión de amar. Además, confía en que su nueva mujer jamás le traicione. Aunque el número nueve siempre espera a progresar. Así que abandona tus complejos, sigue los consejos de José Adauto y no te quedes anestesiada con la situación. Plántale cara con humor, mientras demandas a tu hombre que se porte como ser maduro y no como niño acomplejado.

Remediando la infidelidad

El adulterio y la infidelidad no son situaciones idénticas e intercambiables. Por la mayor parte de la historia humana una forma u otra de apareamiento ha existido entre los sexos ratificando su existencia universal. Sin embargo, en tiempos prehistóricos no siempre fue así, no siendo hasta que las primeras manifestaciones de la aparición de la Ley Natural hicieran su presencia, que la unión matrimonial con la que somos familiares hiciera sentir su estampa en sus diversas configuraciones.

Castigo africano a la mujer infiel

La Ley de los Tres fue la que primero se hizo evidente. Esta consistió en que para lograr adquirir y mantener la presencia de un hombre en su vida, la mujer embarazada tenía que usar todos los subterfugios a su alcance para persuadir un macho, en búsqueda de hembras para fecundar, que permaneciera a su lado fungiendo de padre por los primeros tres años críticos de la vida de un recién nacido humano.

Cuando surgieran los contratos civiles, la necesidad de proteger más las fortunas que a los propios hijos, con el dominio del feudalismo avasallante, brotó el imperativo machista de sojuzgar la mujer y de hacerla propiedad exclusiva del marido. El adulterio con sus rígidas penalidades nunca ha sido tan severo con el trasgresor masculino como siempre lo ha sido con la vilipendiada mujer. El arte, plenamente lo justifica y aun lo soporta por doquier.

Pero, si los tiempos cambian, los sentimientos éticos de que algunos seres humanos son capaces, son prueba de que la moralidad, virtud que evade cambistas, banqueros fraudulentos, abogados meretrices, políticos venales y muchos prelados — nos enseñan que el adulterio es una prueba de fuego que destruye a aquellas parejas en las que falta el amor, pero fortalece a muchas que realmente se aman y que pueden perdonarse entre sí.

Hombres y mujeres infieles

Existe el mito de que el hombre tiende más a ser infiel que la mujer, porque tiene un mayor apetito sexual. Esta falsedad es tan espuria como sexista. La mujer tiene más deseos sexuales que el hombre, lo que el hombre desconoce es la diferencia. Sin embargo, un problema social como el adulterio no se puede resolver con un argumento biológico. Lo que, por el contrario lo agrava, tolerando más esta conducta y el promoviendo el machismo insulso.

De la infidelidad sabemos que el hombre lo ha hecho durante toda la historia, pero hoy la mujer también suele ser infiel y mucho más frecuentemente de lo que imaginamos. Hoy la mujer ha decidido buscar por fuera del matrimonio lo que por alguna razón no encuentra en su casa.

Durante siglos las necesidades de las mujeres han sido ignoradas, sin embargo en el mundo occidental hemos cambiado, ya que las mujeres actualmente son dueñas de su propia vida y pueden experimentar con todo lo que desean, incluida la, para ellas vedada, satisfacción sexual subrepticia.

Afrontando el conflicto

Cuando uno en la pareja se entera de, o se le confiesa, la infidelidad, no existen fórmulas para enfrentar en calma la crisis que resultará, ni razones válidas que sirvan como excusa. Los efectos son devastadores. Resultando en un choque emocional muy fuerte y doloroso. La traición menoscaba la confianza y la seguridad que de antes se sentía entre ambos, ataca la autoestima y hace que alguien se sienta inferior, aunque, a veces, se siga sintiendo un gran apego emocional hacia el inculpado.

La pareja engañada atraviesa por diferentes fases que van desde la indiferencia hasta la furia. Su reacción suele estar cargada de hostilidad, pudiendo devolver la infidelidad teniendo conductas infieles. La persona asimismo se vuelve desconfiada y persigue cualquier pista que le asegure que la infidelidad terminó. A menudo se compara con el amante en todo y a veces lo busca personalmente, simplemente para verlo y, o para establecer comparaciones muy tristes.

Pero la consecuencia más frecuente y terrible es la separación, o incluso el alejamiento entre la pareja, pues hay quienes perdonan pero no olvidan y la relación juntos nunca vuelve a ser la misma. Una simple aventura sexual pasajera puede, como error irreparable, acabar con la relación de pareja y destruir a la familia, provocando un desequilibrio emocional muy difícil de superar.

¿Qué hacer ante una infidelidad?

El adulterio es una verdadera prueba de fuego, porque destruye a aquellas uniones en las que falta el amor, pero que puede asimismo fortalecer a algunas parejas maduras que se aman. La infidelidad puede estrechar los lazos de la relación, siempre y cuando se hable del por qué y que esto último sea resuelto.

Lo que hay que tener claro es que sí existen soluciones para salir de esta situación y superar la crisis, pero para ello es necesario:

* Abandonar el papel de víctima contra el engañador. * Tener una comunicación abierta entre ambas partes. * Analizar los motivos por los que se sienten infelices en la relación. * Reflexionar en la realidad de el hecho de que si las razones para la existencia de la relación (amor, confianza, estabilidad) todavía persisten. ¿Por qué echarlo todo a perder por un affaire transitorio?

Sin embargo, hay que estar conscientes de que para que se dé la ruptura de una relación, no es necesaria la existencia de un amante, sino que es suficiente perder cosas tan valiosas como el placer de estar juntos, el calor emotivo, la intensidad, la satisfacción sexual o la comunicación.

Para lograr una salida, hay que tener buena voluntad y gozar de asistencia profesional calificada y competente.

¡La infidelidad es tan buena que nunca debe de ser saboreada, porque como sucede con las drogas todo lo que es noble lo destruye!

Bibliografía

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Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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