- Introducción
- Aspectos generales del desarrollo sostenible
- Principios del desarrollo sostenible
- Fundamentos sobre análisis del ciclo de vida de los productos
- Surgimiento y desarrollo del análisis del ciclo de vida de los productos
- Beneficios del análisis del ciclo de vida de los productos
- La sostenibilidad en la logística inversa
- Logística verde
- Vertientes de la logística verde
- Referencias bibliográficas
1. Introducción
El hombre en su afán de alcanzar el desarrollo económico a través del aumento de la productividad, ha descuidado el impacto negativo que infringe sobre el medio ambiente, sin percatarse que paradójicamente, todas las afectaciones que cause al entorno frenarán no solo el progreso económico y social, sino que atentarán contra su propia supervivencia.
Es a partir de los años sesenta que se empieza a tomar una verdadera conciencia de la necesidad de preservar el medio ambiente; las organizaciones comienzan a cambiar sus concepciones y se adentran en la tarea de crear procesos en los que no solo se busque la satisfacción económica, sino que también se promueva la participación social vinculada al logro de producciones más limpias y sostenibles. Juega un papel fundamental en el cumplimiento de estos objetivos el desarrollo de la logística inversa como área en la que se promueve la recuperación de todo aquello que pueda ser reutilizado, así como el trabajo con todo tipo de residuo proveniente de los procesos de producción. Por lo que esta investigación persigue conocer los fundamentos acerca del desarrollo sostenible, su relación con la logística inversa, así como el papel que juega el análisis del ciclo de vida de los productos y la logística verde en la preservación del medio ambiente.
Son varias las ocasiones en las que las personas cuando quieren hablar sobre desarrollo sostenible utilizan la palabra sostenibilidad, y es que cada día estos dos términos cobran mayor importancia debido a la situación actual por la que atraviesa la humanidad. Es por esta razón que resulta preciso, que antes de adentrarse en los aspectos que componen el desarrollo sostenible, definir qué es la sostenibilidad y en qué se diferencian ambas terminologías.
La sostenibilidad es un paradigma para pensar en un futuro, en el cual las consideraciones ambientales, sociales y económicas se equilibran en la búsqueda del desarrollo y de una mejor calidad de vida. Estos tres ámbitos – sociedad, medio ambiente y economía– están entrelazados, de manera que se logre satisfacer las necesidades actuales sin que se comprometa a las generaciones futuras. Por ejemplo, una sociedad próspera depende de un medio ambiente sano que provea de alimentos, recursos, agua potable y aire limpio a sus ciudadanos (Educación para el Desarrollo Sostenible, UNESCO, 2012).
Por su parte el desarrollo sostenible (otros términos utilizados son: desarrollo perdurable o desarrollo sustentable), es el desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades. Este término se formalizó por primera vez en el documento conocido como Informe Brundtland elaborado por distintas naciones en 1987, fruto de los trabajos de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas, creada en Asamblea de las Naciones Unidas en 1983 (Educación para el Desarrollo Sostenible, UNESCO, 2012).
Debido a la importancia que ha venido ganado el desarrollo sostenible para las nuevas generaciones, distintos autores se han dado a la tarea de analizar este nuevo fenómeno vertiendo diferentes conceptos acerca del mismo:
En el 1987, Redclift argumentó que desarrollo sostenible es sostener los niveles de consumo.
Bojo en 1990 plantea que es lograr la sostenibilidad de todos los recursos: capital humano, capital físico y recursos ambientales.
Para Carpenter (1991) es sostener los recursos naturales.
Carvalho en 1993, define el desarrollo sostenible como "el proceso de transformación en el cual la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación del desarrollo tecnológico y el cambio institucional se armonizan y refuerzan el potencial presente y futuro, con el propósito de atender las necesidades y aspiraciones humanas"; agregando que para que exista un desarrollo sostenible se requiere:
Que todos tengan cubiertas sus necesidades básicas y les sean proporcionadas oportunidades para concretar sus aspiraciones a una vida mejor.
La promoción de valores que mantengan los patrones de consumo dentro de los límites de las posibilidades económicas y que todos puedan aspirar a ellos de manera razonable.
La conservación de las especies animales y vegetales.
Minimizar los impactos adversos sobre la calidad del aire, del agua y de otros elementos naturales, con el fin de mantener la integridad global del ecosistema.
Hay otras definiciones también interesantes como la que proponen Pearce D., Markandya A. y Barbier E.B., en la cual se establece que en una sociedad sostenible no debe haber:
Un declive no razonable de cualquier recurso
Un declive significativo de la estabilidad social
Por su parte Daly H., propone que una sociedad sostenible es aquélla en la que:
Los recursos no se deben utilizar a un ritmo superior al de su ritmo de regeneración.
No se emiten contaminantes a un ritmo superior al que el sistema natural es capaz de absorber o neutralizar,
Los recursos no renovables se deben utilizar a un ritmo más bajo que el que el capital humano creado pueda reemplazar al capital natural perdido. Concretando esta definición en un caso práctico, el de los combustibles fósiles, significa que se tiene que utilizar una parte de la energía liberada para crear sistemas de ahorro de energía o sistemas para hacer posible el uso de energías renovables que proporcionen la misma cantidad de energía que el combustible fósil consumido.
De forma general la diferencia entre los términos sostenibilidad y desarrollo sostenible va a radicar en que la primera suele considerarse como un objetivo a largo plazo (es decir, un mundo más sostenible), mientras que el desarrollo sostenible se refiere a los muchos procesos y caminos que existen para lograr ese objetivo; por ejemplo, la agricultura y silvicultura sostenible, la producción y consumo sostenible, el buen gobierno, la investigación y transferencia tecnológica, la educación y formación (Educación para el Desarrollo Sostenible, UNESCO, 2012).
Justificación y condiciones para el desarrollo sostenible
Existe una tendencia a considerar que el desarrollo sostenible se justifica a partir de dos hechos fundamentales (Educación para el Desarrollo Sostenible, UNESCO, 2012):
1. Se cuenta con recursos naturales limitados, los cuales son susceptibles de agotarse.
Estos límites de los recursos naturales van a estar condicionados por tres reglas básicas relacionadas con los ritmos de desarrollo sostenible:
Ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación.
Ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente.
Ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sostenible.
2. La existencia de una creciente actividad económica, que sin más criterio que el económico, produce graves problemas medioambientales, los cuales pueden llegar a ser irreversibles.
La sostenibilidad guarda en sí ideales y principios estrechamente relacionados con conceptos como la equidad entre las generaciones, la equidad de género, paz, tolerancia, reducción de la pobreza, preservación y restauración del medio ambiente, conservación de los recursos naturales y justicia social. Los mismos pueden guiar a los gobiernos, comunidades y organizaciones en la creación de sus objetivos de sostenibilidad y de programas que permitan cumplirlos. La Declaración de Río (1992) contiene 27 principios entre los que se incluyen los siguientes:
Los seres humanos tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.
El derecho al desarrollo debe ejercerse de forma tal que responda equitativamente a las necesidades ambientales y de desarrollo de las generaciones actuales y futuras.
Erradicar la pobreza y reducir las disparidades de los niveles de vida, en los distintos pueblos del mundo, es indispensable para el desarrollo sostenible.
La protección del medio ambiente constituye parte integrante del proceso de desarrollo y no puede considerarse en forma aislada.
Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberán reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insostenibles y fomentar políticas demográficas apropiadas.
Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la gestión ambiental y el desarrollo. Por lo tanto, es imprescindible contar con su plena participación para lograr el desarrollo sostenible.
La guerra es intrínsecamente destructiva para el desarrollo sostenible. La paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente son interdependientes e inseparables.
Como se puede apreciar la Organización de las Naciones Unidas ha defendido los valores relacionados con la dignidad humana, las libertades fundamentales, los derechos humanos, la equidad y el cuidado del medio ambiente. El desarrollo sostenible lleva estos valores un paso adelante, ampliándolos más allá de la generación actual a las generaciones futuras.
Reuniones y programas llevados a cabo para el logro del desarrollo sostenible
Son disímiles los esfuerzos realizados en vistas a lograr un desarrollo sostenible, los cuales con el decursar de los años se han hecho más intensos y profundos, viéndose materializados en los diversos programas y encuentros internacionales llevados a cabo con este fin, entre los que se pueden destacar por su importancia los siguientes:
Conferencias de Naciones Unidas sobre el Medio ambiente y el Desarrollo.
Estas conferencias conocidas mundialmente como Cumbres de la Tierra, han sido organizadas por la ONU, con el objetivo de alcanzar una conciencia mundial hacia la preservación del medio ambiente, en aras de lograr la supervivencia de la raza humana mediante el desarrollo sostenible.
La primera tuvo lugar en Estocolmo (Suecia) del 5 al 16 de junio de 1972, en ella se manifiesta por primera vez a nivel mundial la preocupación por la problemática ambiental global.
En Río de Janeiro (Brasil) se celebra del 2 de junio al 13 de junio de 1992 la segunda cumbre, en la cual se discutieron temas como: la utilización de fuentes alternativas de energía para el uso de combustibles fósiles y la creciente escasez de agua. Uno de sus principales logros fue el acuerdo sobre la Convención Marco de las Naciones Unidas, la cual pretendía lograr la conciencia pública de los problemas relacionados al cambio climático, llevando después al Protocolo de Kyoto. Otros documentos resultantes fueron la Declaración de Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo y el programa Agenda 21, el cual es un plan detallado de acciones que deben ser acometidas para lograr un desarrollo sostenible.
Es importante destacar que en esta cumbre el Comandante Fidel Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba en ese momento, advirtió del peligro que corría la especie humana si no tomaba conciencia del daño que le estaba causando a la naturaleza en nombre del desarrollo, al expresar lo siguiente:
¨… Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre,… páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre,…cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo…¨
La tercera y última Cumbre de la Tierra que se ha llevado a cabo, se sucedió en Johannesburgo (Sudáfrica) del 23 de agosto al 5 de septiembre del 2002. En esta cumbre se acordó mantener los esfuerzos para promover el desarrollo sostenible, mejorar las vidas de las personas que viven en pobreza y revertir la continua degradación del medioambiente. Su principal objetivo era renovar el compromiso político asumido diez años antes con el futuro del planeta mediante la ejecución de diversos programas.
Carta de la Tierra (29 de junio del 2000).
Esta declaración contiene un planteamiento global de los retos del planeta, así como propuestas de cambios y objetivos compartidos que pueden ayudar a resolverlos. Esta fue promovida en el entorno de las Naciones Unidas y de sus organizaciones. La iniciativa de la Carta de la Tierra constituye una red civil global que trabaja para poner en práctica sus principios, entre los que se encuentran: el respeto y cuidado de la vida, la integridad ecológica, la justicia social y económica y el de democracia, no violencia y paz. Es un medio para transmitir los valores inherentes al paradigma de la sostenibilidad (Educación para el Desarrollo Sostenible, UNESCO, 2012).
Carta de Aalborg.
La Carta de las Ciudades Europeas hacia la Sostenibilidad, conocida como Carta de Aalborg, fue aprobada por los participantes en la Conferencia Europea sobre Ciudades Sostenibles celebrada en Aalborg, Dinamarca, el 27 de mayo de 1994. En esta carta las ciudades, y unidades territoriales firmantes se comprometieron a participar en las iniciativas locales del programa Agenda 21 de las Naciones Unidas y a desarrollar programas hacia un desarrollo sostenible, a la vez que iniciaron la campaña de ciudades europeas sostenibles.
Protocolo de Kyoto.
Es un protocolo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y gases industriales fluorados. Aunque el protocolo fue inicialmente adoptado el 11 de diciembre de 1997 en Kyoto, Japón, no entró en vigor hasta el 16 de febrero de 2005. En noviembre de 2009, eran 187 estados los que ratificaron el protocolo; Estados Unidos el mayor emisor de gases de invernadero mundial no ha ratificado el protocolo.
XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático (COP15).
Fue una conferencia internacional celebrada en la ciudad de Copenhague, capital de Dinamarca del 7 al 18 de diciembre de 2009. La reunión fue organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
A la conferencia asistieron miembros 192 países entre los que destacaron personalidades como el presidente norteamericano Barack Obama, el entonces primer ministro británico Gordon Brown, el presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva?, el primer ministro de China, Wen Jiabao, los presidentes de Venezuela y Bolivia, Hugo Chávez y Evo Morales, así como cientos de representantes de movimientos sociales y organizaciones a favor del clima. Los criterios sobre la cumbre han estado divididos ya que muchos han considerado que los objetivos de Copenhague fueron boicoteados por las presiones del mandatario norteamericano para que el proyecto de una nueva convención contra el cambio climático y la contaminación fuera aprobada.
El teólogo e intelectual brasileño, Leonardo Boff, sintetizó en un artículo titulado "El problema no es la Tierra, sino nuestra relación con ella", lo siguiente acerca de esta cumbre:
¨…Los líderes mundiales demostraron una vez más la preferencia por el desarrollo del capital en detrimento de la vida…¨
Con respecto a lo ocurrido, el compañero Fidel Castro expresó en su reflexión "El derecho de la Humanidad a existir":
¨…En Copenhague reinó un verdadero caos y sucedieron cosas increíbles. A los movimientos sociales e instituciones científicas no les permitieron asistir a los debates. Hubo Jefes de Estado y Gobierno que no pudieron siquiera emitir sus opiniones sobre vitales problemas. Obama y los líderes de los países más ricos se adueñaron de la conferencia con la complicidad del gobierno danés. Los organismos de Naciones Unidas fueron relegados…¨
A pesar de los esfuerzos llevados a cabo por distintas personalidades e instituciones a nivel mundial en vistas a llegar a un consenso en materia de preservación de los recursos naturales y el logro de la justicia social y económica, estos se han visto menguados por la acción de otros, que todavía no reconocen que la única vía de garantizar la existencia del hombre es el desarrollo sostenible. El incumplimiento de los programas y protocolos por países tan influyentes en la economía mundial como Estados Unidos y la irreverencia por parte de mandatarios en las citas y cumbres, son factores que atentan contra el logro de la sostenibilidad. No resulta posible pensar en un futuro si no cesan las guerras, la desigualdad, es necesario lograr el comprometimiento de todos, esta es la vía hacia la supervivencia.
El impacto ambiental de un producto inicia con la extracción de las materias primas y termina cuando la vida útil del mismo finaliza, convirtiéndose en un residuo que ha de ser gestionado adecuadamente. Durante la fabricación, las empresas deben evaluar el impacto ambiental que tiene su proceso, además tienen la responsabilidad sobre el impacto que ocasionan las partes involucradas en el proceso hasta que el producto llega al cliente o consumidor, denominando esta cadena ciclo de vida de un producto.
Para llevar a cabo el análisis de esta cadena se emplea el denominado análisis del ciclo de vida (ACV o LCA, de sus siglas en inglés) de un producto, siendo varios los autores y entidades que han emitido un concepto acerca del mismo y sus objetivos, entre los que se encuentran:
En 1995 Castells et al., define el ACV como una herramienta que permite identificar flujos de materia y energía, asociados con un producto a través de todo su ciclo de vida, de manera que los impactos ambientales puedan ser determinados.
La Organización Internacional de Estandarización (ISO) plantea en su serie ISO 14040:1997 sobre el ACV, que el mismo es un proceso objetivo para evaluar las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad, mediante la identificación y cuantificación de la energía y los materiales usados, así como los residuos emitidos al entorno, para analizar el impacto de éstos sobre el medio ambiente y evaluar e implementar posibles mejoras, proporcionando información valiosa que permitirá a los empresarios tomar decisiones dirigidas a mejorar el desempeño ambiental de sus productos y/o servicios. Además suministrará ventajas comparativas y competitivas al proporcionar todos los elementos de análisis, a las organizaciones que deseen certificar sus productos bajo el esquema de etiquetas ambientales.
Otro concepto señala que el análisis del ciclo de vida es una herramienta versátil para cuantificar (bajo el enfoque "desde la cuna a la tumba") todos los impactos ambientales de una actividad (producto, proceso, o servicio). El objetivo fundamental es elegir la mejor actividad con el menor efecto sobre el entorno (salud humana, recursos naturales y ecosistemas). Existen otros objetivos que van desde probar que un producto es ambientalmente superior al de la competencia, hasta establecer una línea base de información sobre el uso total de los recursos de un sistema, el consumo de energía, y las cargas ambientales (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, 2001).
En el Fórum Ambiental desarrollado en el 2003 se conceptualiza el ACV como una metodología que intenta identificar, cuantificar y caracterizar los diferentes impactos ambientales potenciales, asociados a cada una de las etapas del ciclo de vida de un producto. Básicamente, se enfoca al rediseño de productos bajo el criterio de que los recursos energéticos y materias primas no son ilimitados y que, normalmente, se utilizan más rápido de lo que se reemplazan o surgen nuevas alternativas. Por tal motivo, la conservación de recursos privilegia la reducción de la cantidad de residuos generados (a través del producto), pero ya que éstos se seguirán produciendo, el ACV plantea manejar los residuos en una forma sustentable –desde el punto de vista ambiental– minimizando todos los impactos asociados con el sistema de manejo, lo cual se representa en la figura 1.
El primer ACV de un producto fue realizado en 1969 por el Midwest Research Institute (MRI) para la Coca-Cola, donde la premisa fundamental fue disminuir el consumo de recursos y, por lo tanto, disminuir la cantidad de emisiones al ambiente. Los estudios continuaron durante los años setenta, y grupos como Franklin Associates Ltd. junto con la MRI realizaron más de 60 análisis usando métodos de balance de entradas/salidas e incorporando cálculos de energía.
Entre 1970 y 1974, la Environmental Protection Agency (EPA) realizó nueve estudios de envases para bebidas. Los resultados sugirieron no utilizar el ACV en cualquier estudio, especialmente para empresas pequeñas, ya que involucra altos costos, consume mucho tiempo e implica micro-manejo en empresas privadas (Guía, 2001).
Figura 1. Análisis del Ciclo de Vida (ACV). [Fuente: CNPLM, (2001)].
Por su parte, en Europa, se llevaron a cabo estudios similares en la década de los sesenta. En Gran Bretaña, Lan Boustead realizó un análisis de la energía consumida en la fabricación de envases (de vidrio, plástico, acero y aluminio) de bebidas. Pero fue a partir de los años ochenta cuando la aplicación del ACV se incrementó. En esta misma década fue cuando se desarrollaron dos cambios importantes: primero, los métodos para cuantificar el impacto del producto en distintas categorías de problemas ambientales (tal como el calentamiento global y agotamiento de los recursos); y segundo, los estudios de ACV comenzaron a estar disponibles para uso público.
La Sociedad de Toxicología Medioambiental y Química (SETAC, según sus siglas en inglés) es la principal organización que ha desarrollado y liderado las discusiones científicas acerca del ACV. En 1993, formuló el primer código internacional: Código de prácticas para el ACV (Code of Practice for Life Cicle Assessment), con el fin de homogeneizar los diversos estudios realizados para que siguieran una misma metodología. Esto impulsó el inicio de desarrollos masivos de ACV en diversas áreas de interés mundial, pues se realizaron conferencias, talleres y políticas sobre ACV.
Posteriormente, la ISO apoyó este desarrollo para establecer una estructura de trabajo, uniformizar métodos, procedimientos, y terminologías, debido a que cada vez se agregaban nuevas etapas, se creaban metodologías, índices y programas computacionales dedicados a realizar ACV en distintas ramas de la industria (Romero Rodríguez, 2003).
Después de treinta años el ACV ha tenido un avance impresionante, sin embargo, se reconoce que la técnica está en una etapa temprana de su desarrollo. Muchos ACV realizados han sido parciales (sólo se ha practicado la fase de inventario) y aplicados mayoritariamente al sector de envases (aproximadamente un 50%), seguidos de los de la industria química y del plástico, los materiales de construcción y sistemas energéticos, y otros menores como los de pañales y residuos (Zaénz y Zufía, 1996).
3. Metodología para llevar a cabo el análisis del ciclo de vida
El análisis del ciclo de vida como cualquier metodología requiere para su puesta en marcha la determinación de aquellas etapas de trabajo que son necesarias para poder desarrollar el estudio.
De acuerdo con la ISO 14040, el análisis del ciclo de vida consta de cuatro fases:
1. Definición de los objetivos y el alcance.
2. Análisis del inventario.
3. Evaluación del impacto.
4. Interpretación de resultados.
A continuación se representan estas fases (ver figura 2) y una breve explicación de cada una:
Definición de los objetivos y alcance.
Teniendo en cuenta que en general, un ACV se puede utilizar para determinar los impactos ambientales potenciales de un producto, proceso, o servicio, la definición de los objetivos y alcances determinarán el tiempo y los recursos necesarios; así mismo, guiará todo el proceso, asegurándose de que los resultados obtenidos sean significativos.
Figura 2. Fases de un ACV. [Fuente: ISO 14040 (1997)].
La definición de los objetivos es la fase de un ACV donde se precisa el propósito de incluir la evaluación de los impactos ambientales en el procedimiento de toma de decisiones. En esta fase se determina el tipo de información necesaria para agregar valor al procedimiento de toma de decisión, la exactitud necesaria de los resultados y como deben ser interpretados estos resultados para que sean significativos (Hertwich, 2000).
El establecimiento del alcance define las funciones del sistema a estudiar, la unidad funcional, los límites del sistema, el procedimiento a utilizar en la asignación de cargas, los impactos a tener en cuenta y la metodología usada en la evaluación de los impactos.
Análisis del inventario.
El análisis de inventario es un proceso de cuantificación de los flujos de energía y materiales que entran y salen de una actividad durante su ciclo de vida (Castillo, 2000). Un análisis del inventario es fundamentalmente un balance de materia y energía del sistema, aunque también puede incluir otros parámetros como: utilización de suelo, radiaciones, ruido, vibraciones, biodiversidad afectada, entre otros aspectos.
El desarrollo de un análisis de inventario puede ser útil en diversas formas, por un lado éste puede apoyar el desarrollo de un nuevo producto o proceso al considerar la incidencia ambiental en la selección del material, y por otro, al desarrollo de regulaciones que disminuyan el impacto de los recursos naturales (extracción) y de las descargas en diferentes medios.
Evaluación del impacto del ciclo de vida.
Este es un proceso técnico cualitativo o cuantitativo que permite caracterizar y evaluar los efectos de las cargas ambientales identificadas en la fase de inventario. De igual forma, la evaluación de impactos, es la fase de un ACV, en donde se valoran los impactos o efectos potenciales sobre la salud humana, los ecosistemas y los recursos naturales, debidos a las descargas identificadas en el análisis del inventario durante el ciclo de vida. La evaluación del impacto, permite establecer una relación, o vínculo entre un producto o proceso y sus impactos medioambientales potenciales.
Uno de los conceptos más importantes en la fase de evaluación del impacto, es la definición de las condiciones que pueden generar este, por ejemplo, si un proceso genera gases de efecto invernadero, el aumento de estos gases en la atmósfera puede incrementar el calentamiento global. Las condiciones que hacen que se genere o incremente un efecto, son las que deben ser identificadas para una eficiente evaluación del impacto.
Según Hoagland (2001), existen cuatro fases para la evaluación del impacto del ciclo de vida, las cuales son:
1. Clasificación o definición de las cargas.
2. Caracterización de los impactos.
3. Normalización (comparación de los impactos definidos con algún criterio conocido).
4. Valoración e interpretación de los resultados obtenidos.
Interpretación.
La interpretación por su parte, es una técnica sistemática para identificar, cuantificar, verificar y evaluar información de los resultados del inventario de ciclo de vida (LCI) y de la evaluación del impacto (LCIA), y comunicarlos eficazmente.
La Organización Internacional para la Estandarización ha definido los dos siguientes objetivos de interpretación de ciclo de vida:
1. Analizar los resultados, concluir acerca del alcance, explicar las limitaciones y proporcionar recomendaciones basadas en los resultados de las fases precedentes de un ACV.
2. Proporcionar una presentación fácilmente entendible, completa y consistente de los resultados de un estudio de ACV, de acuerdo con los objetivos y alcances definidos para el estudio.
Análisis de mejoras.
Esta no es una fase en sí, pero se considera de vital importancia, ya que constituye una evaluación sistemática de las necesidades y oportunidades para reducir las cargas ambientales en todo el ciclo de vida de un producto, proceso o actividad, teniendo en cuenta los objetivos propuestos y alcances reales que se pueden obtener (Hendrickson, 1998).
De forma general se puede llamar a la segunda y tercera fase como fases activas o dinámicas, ya que en ellas se recopilan y evalúan los datos. Por su parte la primera y cuarta fase pueden considerarse como fases estáticas. A partir de los resultados de una fase pueden reconsiderarse las hipótesis de la fase anterior y reconducirla hacia el camino que ofrezca el nuevo conocimiento adquirido. El ACV es, por lo tanto, un proceso que se retroalimenta y se enriquece a medida que se realiza.
Es importante destacar que aunque en la norma ISO 14040, se establecen los fundamentos de la evaluación del ciclo de vida, es decir, el marco metodológico, y se explica brevemente cada una de las fases, la preparación del informe y el proceso de revisión crítica; es en las normas ISO 14041, ISO 14042 e ISO 14043 donde se exponen detalladamente cada una de estas etapas.
Como se ha venido expresando desde su conceptualización el análisis del ciclo de vida no sólo es un instrumento para proteger el medio ambiente y conservar los recursos naturales, sino un instrumento empresarial para reducir costos y mejorar posiciones en el mercado.
Referido a los aspectos financieros, el ACV puede ser una ayuda útil para bajar los costos en la medida que el nuevo diseño y los nuevos procesos de fabricación, transporte y distribución, entre otros, promuevan una mayor eficiencia en la asignación y el empleo de materias primas, insumos y energía (Trama y Troiano, 2002).
Al mismo tiempo provee ventajas comparativas y competitivas al proporcionar todos los elementos de análisis a las empresas que más tarde deseen certificar sus productos bajo esquemas de sellos ambientales o etiquetas ecológicas (ecoetiquetado). La misma World Trade Organization, plantea que cada vez son más las etiquetas ambientales que basan su análisis en el ACV.
En el concepto de desempeño ambiental del producto se encuadran temas tales como su diseño, los procesos de fabricación, los medios de transporte, el tipo de energía necesaria en las distintas etapas de su ciclo de vida, las recomendaciones para su uso y la forma y el momento para su disposición final, si es que antes no se le recicla o rehúsa. En la medida en que, por la aplicación del ACV, se identifiquen oportunidades de mejora y se implementen efectivamente en el producto, también se habrá logrado una mejora en el desempeño ambiental de ese producto.
El lograr una recuperación ecológica sostenible, recuperar el valor de los productos y conseguir una mejor imagen corporativa, son algunos de los aspectos comunes que se pueden apreciar en distintas conceptualizaciones sobre logística inversa, y es que estos tres vectores (ambiental, económico y social), componentes del desarrollo sostenible, han promovido el desarrollo de la logística inversa dentro de la logística empresarial.
La integración del concepto de sostenibilidad en la logística inversa representa un enfoque estratégico en los negocios. Sin embargo, para que la sostenibilidad llegue a ser parte de la gestión de la logística inversa, se requieren tres condiciones.
El proceso debe ser gratificante para todos los involucrados: debe haber una retribución para cada uno de los participantes de la cadena de suministro.
Debe emprenderse en colaboración con otros: esfuerzo coordinado entre los participantes.
Las reglas del mercado deben respaldar el esfuerzo hecho para mejorar la sostenibilidad en la cadena de suministro.
Si se logran cumplir estas condiciones, deben considerarse algunos elementos que se vislumbran como obstáculos para que la sostenibilidad no se incorpore en la administración de la cadena de valor, a pesar de que la misma en la gestión de logística inversa representa una fuente potencial de contribución a la estrategia competitiva de la empresa. Encontrándose entre estos obstáculos los siguientes:
La gestión sostenible de la logística inversa, es compleja y hay poco conocimiento disponible al respecto: la sostenibilidad es por sí misma un concepto ambiguo, así que la idea de crear sostenibilidad en la logística inversa es un verdadero reto administrativo.
Las compañías son generalmente medias y pequeñas para que les importe: la sostenibilidad en la cadena de suministro requiere de mucho esfuerzo, aún para las empresas de corte internacional, ningún negocio por si sólo puede llevar a cabo los cambios necesarios, ello implicará que sus proveedores normalmente de corte mediano y pequeño se sumen al esfuerzo compartido de la sostenibilidad en la cadena de suministro.
Perspectiva de largo/corto plazo: trabajar bajo un enfoque de sostenibilidad es a largo plazo, mientras que para la mayoría de las empresas, especialmente en épocas de recesión, persiguen intereses económicos a corto plazo.
Haciendo un análisis de cómo estas tres aristas han impulsados el desarrollo de la logística inversa, queda en evidencia la importancia que han tenido las cuestiones ambientales como vía para la emisión de nuevas regulaciones que promueven la recuperación de materiales a fin de cuidar el medio ambiente y conservar los recursos naturales.
En este aspecto los países desarrollados, en especial los países miembros de la Unión Europea han adoptado políticas comunes en materia de residuos, con el fin de minimizar la cantidad que de los mismos se genera. Para esto han establecido un orden jerárquico para la planificación de tareas:
Prevención: minimización de la generación de residuos desde la fuente, a través de medidas de reducción en los procesos productivos, o cambios en el diseño de productos de consumo.
Recuperación: la eliminación de generación de residuos en la fuente muchas veces no es factible, ya que ello implica cambios en los procesos extractivos y productivos, cambios en los hábitos de consumo, además de que termodinámicamente no es posible alcanzar una tasa cero de generación de residuos. De esta manera la recuperación es la segunda alternativa para minimizar la generación de los residuos. Dentro de esta categoría se tienen la reutilización, el reciclaje, valorización y/o aprovechamiento en este orden jerárquico.
Disposición final / confinamiento: la eliminación final mediante disposición en vertederos o envío a confinamiento.
Un ejemplo fidedigno de lo anterior lo brinda Alemania, país en el cual se ha dictaminado una "Ley sobre el tratamiento económico y correcto de desechos". Esta Ley pone en práctica la Directiva del Consejo de la Unión Europea 91/156/EEC del 18 de marzo de 1991, que establece:
"…Las partes que desarrollen, manufacturen, procesen o traten, o vendan productos tienen responsabilidad sobre el producto para lograr los propósitos del manejo de los residuos conforme al ciclo cerrado de las sustancias. Para cumplir con esta responsabilidad, los productos deben de ser diseñados, de ser posible, en forma tal que la generación de residuos se reduzca durante su producción y uso, y que se asegure que la recuperación y disposición de los residuos resultantes sean compatibles con el ambiente…"
En Estados Unidos la ley federal que legisla los residuos sólidos es la "Ley de Conservación y Recuperación de Recursos" (RCRA, por sus siglas en inglés), vigente desde 1976. Esta Ley tiene como propósito conservar y recuperar los recursos, así como prevenir riesgos a la salud y al ambiente, de manera que su enfoque es evidentemente preventivo.
Por su parte, la vertiente económica resulta la más conocida, si se mira desde el punto de vista del valor que se les añade a los productos y las ventajas e ingresos que obtiene la organización. La recuperación de materiales (productos y residuos) fuera de uso implicaría la sustitución de materias primas vírgenes o componentes originales por los materiales recuperados, lo que podría generar una disminución en los costos de fabricación y/o en el precio de venta de estos. Eliminar residuos en la cadena de suministro ahorra recursos y dinero. De forma general, se persigue el crecimiento de los ingresos y acceso a los mercados, así como el ahorro de costos.
La parte social adquiere un papel muy importante en la logística inversa, no sólo desde la óptica regulatoria, elaborada para cuidar la salud de los consumidores, sino también desde la óptica preventiva que implica el grado de conciencia ambiental de los consumidores y clientes y, cómo éstos se involucran e integran en las estrategias medioambientales de las empresas.
Muchas iniciativas correctivas o mitigadoras de recuperación de materiales han surgido en el seno de la sociedad, consciente del grado de deterioro de su medio ambiente. Adicionalmente, las acciones de recuperación de materiales vinculadas a los vectores económico y ambiental no se lograrían sin la participación de la comunidad, aunque aún falta mucho por hacer.
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