Esta obra se divide en tres segmentos, si así queremos llamar a su contenido.
Lo primero es el Prólogo que ya ha sido publicado.
Después viene la primera parte que la he llamado “Preámbulos Históricos” y que explica la historia anterior a la existencia de países árabes en el norte africano. Esta primera parte contiene cuatro capítulos:
1) La época antigua, 2) El surgimiento del Islam 3) La conquista y la reconquista de España y por último 4) El Imperio Otomano. En este último capítulo hay un poco de historia de las cruzadas
Como segunda parte de la obra sigue con la “Edad Moderna” y en ella trataremos casi todos los países árabes hasta llegar a la época actual y el despertar de este pueblo y sus luchas por terminar con la opresión en busca de una sociedad moderna y en algunos casos choca con el deseo de volver a las fuentes del Islam.
Prólogo
Pensé ponerle a esta obra el título "La rebelión de las masas árabes", pero no quiero que se confunda con el libro de Ortega y Gasset. Que nadie piense que intento copiar las ideas de ese acreditado escritor. Al contrario, veo que muchos de sus postulados hoy son equivocados: no corresponden a la realidad objetiva de esta época. Mas, no puedo dejar de referirme a su obra, ya que he de escribir de algo que está ocurriendo tanto en África (también en Europa y América) y, en especial, en todo el Oriente Medio. El pueblo árabe, cansado de ser atropellado y explotado se levanta y se moviliza para realizar protestas masivas en las calles, protestas que empezaron pacíficamente, producto de la represión violenta de sus gobiernos, adquirieron el carácter insurreccional.
Estas protestas se están desbandando porque los manifestantes han sido sometidos a una dura represión policial. Se les asesina sin contemplaciones. Esta es una verdadera rebelión de las masas, una rebelión del pueblo árabe del mundo del siglo XXI. Se manifiestan personas de diferentes edades, pero sobre todo, jóvenes. También estas protestas se realizan en otras partes del mundo.
En Europa, desde España, las protestas se han extendido como una infección a Berlín, París, Budapest, Lisboa, Praga, Varsovia, Londres y Viena, entre otras. Por supuesto que las protestas en el mundo árabe tienen mayor justificación que las que se hacen en Europa. Hay mayor pobreza en los países árabes y mayor injusticia, además que en ellos no existe libertad ni democracia. Con esto no quiero decir de que las protestas en el resto del mundo son injustificadas, al contrario, pero si se apoyan estas protestas, ¿qué razón puede haber para no apoyar las de los países árabes?
Pero es una infección positiva que trae vientos nuevos. El poema de la joven Ayat al Qormozi, leído en la plaza Manama de Bahréin, que representa el sentir de toda la juventud árabe del mundo lo dice todo. Influido por este poema hice uno propio que, aunque no es una copia del poema de la joven Ayat, ella me inspiró y me dio la idea central:
Cuando leí el poema de la joven Ayat, me recordó al joven de Lisle que produjo la Marsellesa. Algo parecido a los manifestantes de Bengasi o de la plaza Tahrir debe haber sido ese grupo abigarrado que penetró en París en apoyo de la revolución burguesa. En la plaza del Sol (Madrid), ahora allanada y despejada de manifestantes por las fuerzas del orden, quedó muy en claro que hay un enorme descontento por la falta de empleo, de trabajo para los jóvenes. Y lógicamente, las protestas se vuelcan contra todo lo que signifique el status quo, la inmovilidad, lo mismo que motivó a las juventudes en Túnez, Marruecos, Egipto, Libia, Jordania, Yemen, etc. Una amiga mía no pudiendo entender todo este fenómeno, se preguntaba:
¿Por qué ocurren estas protestas ahora en el mundo árabe y casi simultáneamente? Creía ver en ello la mano siniestra de la CIA, influenciada por lo que decía Gadafi o lo que dice al Assad, que pretenden encubrir la triste realidad que viven sus respectivos pueblos. También bajo la influencia de los analistas de izquierda que se han quedado estancados con sus criterios del siglo pasado. ¿Es que los pueblos necesitan de USA, de la Unión Europea, de la CIA, esa organización terrorista, o del MI6 de Gran Bretaña para indignarse y protestar?
Voy a citar acá lo que dice un pensador sirio, Elías Khoury en un escrito que lleva el nombre de Al-Quds al-Arabi: "Con el inicio de la revolución, el poeta Adonis ofreció la primera excusa al rechazar que las manifestaciones salieran de las mezquitas. Cierto es que esta postura suya abrió la veda a las dudas, pero no puede atribuírsele el fenómeno, pues este pertenece al bagaje político y cultural bien implantado en una estructura "izquierdista" general que no conserva de su antiguo discurso de izquierdas más que la bandera del antiimperialismo, de la que ha hecho una percha de la que cuelga su caudal político y su apego voluntario a la dictadura […]. El entrecruce entre el discurso de los de la izquierda que siente nostalgia por el tiempo de la guerra fría […] y entre el discurso de Hezbollah, ha supuesto un shock. Esta situación se ha visto empeorada con el ímpetu de algunos escritores y periodistas libaneses neoliberales que trabajan en los medios de comunicación petroleros en su defensa del levantamiento del pueblo sirio con un discurso retrógrado que lleva las semillas del odio al movimiento nacional árabe y a sus posturas contrarias al dominio imperialista y la ocupación israelí."
No hay ninguna duda que las rebeliones que han estallado en varios lugares de Europa, en especial en Inglaterra y España, es producto de la brutalidad policial y las protestas de los indignados de España tienen mucha semejanza con otras de Europa y de otras partes del mundo. La guerra civil en Libia no habría estallado si Gadafi hubiese escuchado las críticas que se le hacían en las manifestaciones pacíficas, pero sintiéndose seguro por su aparato militar, recurrió a la represión violenta dando muerte a muchos jóvenes desarmados. Lo mismo está sucediendo en otros países árabes y también ocurrió en Siria. De manifestaciones pacíficas se han transformado en luchas encarnizadas en las calles de todas las ciudades de Siria, hoy es una guerra civil. Todas estas rebeliones tienen en común la desocupación de gran parte de la juventud. Y desocupación significa pobreza, mala salud, drogadicción, aumento de la criminalidad. A todas luces es un fracaso del sistema capitalista neoliberal y, en especial, un fracaso de los gobiernos de todos los países árabes, sin excepción. Es un fracaso del sistema "democrático" que se demostró no tener nada de democrático. Allí todos los gobiernos sin excepción, llámense repúblicas o monarquías, son verdaderas dictaduras, solamente oprobiosas dictaduras.
Hasta aquí, el sistema capitalista neoliberal, que le ha restado muchos derechos a la clase trabajadora, adquiridos en duras luchas, se ha mantenido gracias a un ejército de trabajadores de reserva, de desempleados dispuestos a cubrir los puestos de los que son echados de sus trabajos por revoltosos. Así, una gran parte de la clase trabajadora se mantiene sumisa y no se atrevía a protestar. Los que ahora se levantan ya no son los que tienen empleos, aunque éstos estén mal pagados; son en su mayoría los desempleados y los estudiantes secundarios. Claro está, para los políticos que quieren demostrar que el sistema es maravilloso, los que protestan son sólo un grupo de criminales que se aprovechan para asaltar negocios y robar. Claro está que, cuando suceden protestas que terminan en enfrentamientos, siempre hay bandas de delincuentes que se aprovechan de la situación. Y también, es lógico que suceda, la indignación se puede desbordar cuando los gobiernos no quieren escuchar y recurren a la violencia institucionalizada. Hay que escuchar el sentir de las masas, sobre todo, cuando despiertan y están dispuestas a la lucha. Lo dijo en forma muy clara la gente que vive en Tottenham, Londres (un lugar multicultural muy pobre que tiene una comunidad africana importante, además de turcos, pakistaníes y afrocaribeños, con un gran porcentaje de cesantes), en donde las demostraciones se han trasformado por obra policial, en verdaderas batallas campales con numerosos heridos por ambos bandos.
Qué el sentir de la juventud de los diferentes países y lugares es en el fondo un solo pensamiento, lo demuestra con claridad las manifestaciones en Budapest. Allí los manifestantes, los indignados, protestaron frente a la embajada española apoyando a los indignados de España. Era un claro apoyo al movimiento 15-M. Algo similar ocurrió en otras capitales de la UE. Toda esa juventud aboga por una democracia real y por cierto, una democracia participativa. No hay duda que entre ellos hay muchos de tendencia socialista, pero no todos. Y no solo ocurría en el continente, también se produjo en Londres frente a la embajada española.
A diferencia de la obra "La rebelión de las masas" que expresa que la masa no actúa por sí misma, estamos viendo otro paisaje muy distinto. Son las masas las que actúan y presionan a los gobiernos con peticiones que éstos tienen dificultad para aceptar. Y, algo muy especial, la mayoría de estos movimientos masivos no responden a un solo partido o agrupación política. Ni siquiera están representados los partidos políticos: es una masa sin un color político, aunque, desde luego, hay mucha gente que se ubica en la izquierda. Se trata, claro está, de política, toda vez que política es una forma y un medio de relación entre personas y clases, y entre el Estado y la sociedad civil. Aunque se trate de movimientos pacíficos, no se quedan cruzados de brazos y si la acción policial es brutal, son extremadamente combativos y no se dejan amedrentar ni por el empleo de matones ni por las fuerzas armadas. Ni siquiera por las masacres ordenadas por las satrapías como la siria, la yemení, la egipcia o la libia.
Estas masas no precisan de una elite dirigente para reunirse y actuar. Y aquí se deja en evidencia que la teoría de que el hombre se ve forzado a buscar una instancia superior para actuar, está equivocada, es acientífica desde el punto de vista social. Ahora la técnica se impone para bien y para mal, ella proporciona los medios para organizarse y reunirse: internet y sus páginas sociales como Facebook, Twitter, Youtube y otras más. Las elites conductoras de las rebeliones han sido reemplazadas por miles de jóvenes de ambos sexos que están prontos a manifestarse por un mundo mejor, no sólo en el futuro, no en un tiempo que tendría que llegar, sino ahora. Ahora, porque vivimos en un tiempo apurado, y la juventud no tiene tiempo que perder. La juventud se va y luego somos viejos, sobre todo ahora que se vive tan rápido.
Que la masa actúa de una sola manera, linchando a algunos de sus opositores, es a todas luces un error, hoy al menos Al contrario, lo que estamos presenciando hoy es tan distinto: son los regímenes oprobiosos y que sólo se interesan en los dueños del capital o de los mandamases los que linchan a los manifestantes. Son los sátrapas los que se han visto sorprendidos y están temerosos del futuro que les depara este despertar de las masas. Muchos terminarán sus días exiliados, entre rejas o ejecutados por sus crímenes.
Todo este drama empezó en Túnez y se fue extendiendo a los países árabes del norte de África provocando grandes sacudidas a los gobiernos de esa región. Luego se extendieron al Oriente Medio y de pronto, como nadie podía imaginárselo, pasó a Europa y lo vimos en Inglaterra, Francia y España. Y también a América del norte y del sur. Los pueblos despiertan de su letargo, y ya no se tragan los cuentos de los sátrapas de todos los continentes. Ni siquiera de los sátrapas elegidos en forma casi democrática, digo casi, porque todavía hay mucha gente que no puede votar por varias razones, sociales y políticas y no menos económicas. Además, el uso de la Media en esos países llamados "democráticos" que desinforman y tergiversan la noticia. Y por último, está la razón ideológica, que es muy fuerte en los países del mundo árabe. También, aunque no se crea, la razón ideológica es importante cuando se maneja desde el púlpito de una iglesia. Muchos votan por el candidato que recomienda el sacerdote, no importándoles para nada que intereses ese candidato representa.
La juventud hoy quiere una sociedad que les permita vivir mejor y sin opresión, ninguna forma de opresión. Ninguna jaula de oro, pero jaula al fin. Libertad para vivir. Aire limpio para respirar, sin miedo a ser detenidos por no pensar como el sátrapa de turno. Además, que exista trabajo y bien remunerado para que la familia pueda vivir y gozar de la vida, porque eso es lo que en el ínterin todos deseamos: vivir y ser felices. Vivir sin ver miserias de otros, sin niños tirados en la calle cubiertos de parásitos y muertos de hambre. Sin pequeños explotados despiadadamente, y sin padres o familiares que les den cariño y cuidado. Sin un mundo de extremo lujo al lado de la más cruenta miseria. Una juventud también que desea realizarse como seres humanos. Y no me refiero a unos pocos jóvenes de las clases altas y medias. Hablo en general de la justicia social, que debería habernos proporcionado el socialismo, tal vez que ha de llegar en algún momento aunque ahora, por cierto, no se ve cercano. Y no podrá estar cerca mientras haya gente en la izquierda que no sea capaz de ver sin miedo lo que sucedió y se atrevan a hablar por sí mismos y no por boca de partidos que se equivocaron tanto y, que en sus "revoluciones", reprodujeron, en gran parte, la ideología clasista del sistema que queríamos cambiar.
En las rebeliones de los árabes, cualquier intento o declaración favorable a los revoltosos por parte de los países desarrollados o de las potencias actuales, esta izquierda ve solo el deseo de apropiarse del crudo, de los energéticos y no se detiene a analizar en profundidad, sobre todo, el temor de USA de quedar ausente y enfrentada a toda una región que antes era parte de su dominio mundial, y que lo hacía a través de los sátrapas de turno: me refiero al norte de África y a Oriente Medio. Si bien es cierto USA mantenía férreamente bajo su control y dominio a los gobiernos de los países árabes, sus pueblos en su gran mayoría eran contrarios a USA, sobre todo estos últimos años en que ha ido surgiendo el fundamentalismo religioso que ve a USA como su enemigo principal, como los nuevos cruzados que atentan contra su fe. Frente a los hechos que ocurrían en el mundo árabe y las posibilidades que tenían los sátrapas frente a sus pueblos y, en especial de Libia, los cursos de acción que le quedaban al presidente Obama eran los siguientes:
Primer curso de acción:
Que hubiese cambios muy controlados para que nada cambiase. Esto significaba que los sátrapas renunciasen y se fuesen a gozar de sus riquezas mal obtenidas. Por eso los dictadores de Túnez y Egipto a instancias de USA se fueron y las FFAA los reemplazaron sin que nada importante cambiase de fondo. A Mubarak un grupo de generales norteamericanos le convencieron que dejase el poder y se fuese a disfrutar de sus miles de millones de dólares que tiene en distintos bancos del mundo. Se pensaba que con Gadafi iba a ocurrir lo mismo, pero Gadafi no quiso irse y, además, ya había habido demasiadas muertes por las represiones de sus fuerzas militares: había quemado las carabelas.
Segundo curso de acción:
El segundo curso de acción era apoyar a los sátrapas, pero eso era aún más riesgoso, porque se iba contra todo el pueblo árabe. Y como USA no es un país al que los pueblos árabes le tengan simpatía, al contrario, aumentaría la antipatía por los norteamericanos. De esa la ganancia sería muy pobre y muy inestable.
Tercer curso de acción:
El tercero, apoyar la rebelión: parecía el mejor y más astuto desde la perspectiva de quedar bien con los árabes, en donde está realmente la riqueza petrolera. Eso significaba despreciar y obligar a los sátrapas a dimitir por las armas y con la posibilidad de que dentro de sus fieles surgiesen quienes lo derribasen. Este curso de acción presentaba el riesgo que la situación no pudiese ser controlada por los sectores realmente moderados ?o pro occidentales? y estos países cayesen en manos de los islamistas o peor aún, en manos de Al-Kaeda, enemigo mortal de USA y de la OTAN. Había sí, la posibilidad de atraer hacia USA a los movimientos islamistas moderados.
Para USA, el verdadero peligro no son los sátrapas, sino lo que puede venir más adelante, porque los pueblos árabes han despertado y las rebeliones empiezan a mostrarse violentas y decididas. En el caso de Gadafi, éste fue en un momento un buen aliado que "había tomado el camino correcto", es decir, había dejado su antiimperialismo, si verdaderamente algún día existió, y pasaba a ser uno más de los ricachones del mundo interesado en las altas finanzas. En tanto que, las rebeliones en todo ese mundo podrido de dictadores de todos los pelajes, avanzan aunque no al ritmo que debiera ser, pero las grandes potencias no pueden controlarlas y, con toda seguridad que, si triunfan, los grandes perdedores van a ser USA, la OTAN e Israel. Razón esta que hizo temblar al partido republicano estadounidense que se manifestó en las críticas y negativa de apoyo presupuestario a Obama en los gastos de la guerra en Libia, una forma de criticarlo por haberse entrometido en esta guerra sin el beneplácito de las altas finanzas. El Imperio teme a los islamistas, porque son enemigos de Israel y, por tanto, enemigos también de la geopolítica de USA en esa zona. Teme USA que si se desploman estos sátrapas, ellos perderán terreno y muchas bases norteamericanas tendrán que cerrar. Y eso es pérdida del control militar y geopolítico de una zona tan importante en el mundo de hoy, porque allí abunda el petróleo y el gas natural. Y no quiero decir con esto que los norteamericanos van a llegar con sus barcos tanques a robarse el crudo, como lo dicen algunos que analizan esto muy superficialmente. Les basta que ese crudo salga de los puertos con destino a Europa y USA vendido por los países dueños, aun-que a veces pertenezcan a multinacionales en donde el capital en gran parte es norteamericano; lo importante es que el crudo siga su camino y no cree una situación que puede agravar la crisis económica que empezó en el año 2008 y que todavía no ha terminado.
El volcán político que se había formado por décadas de abusos, de apropiación indebida de los recursos de esos países por los sátrapas de turno y la falta de respeto a los derechos humanos, terminó por reventar y ha sido cada vez más violenta esta terrible y grandiosa explosión, que algunos periodistas como Beatriz Pascual Macías lo llaman terremoto.
El pueblo árabe ha despertado de su letargo y está luchando no solo por un cambio de forma, sino, más bien, de contenido de su sistema político. Hombres y mujeres que ya son adultos, nacieron bajo dictaduras ?cuyos gobiernos han usado distintos nombres: reyes, jeques, "presidentes", lideres, etc. Pero que no son otra cosa que gobiernos autoimpuestos sin respeto a la mayoría de la población que, como es normal y así debe serlo, desean ser también los que dirijan su propio destino. Lo más irónico y hasta ridículo son los "presidentes" que son de carácter vitalicio, que se perpetúan en el poder mediante elecciones fraudulentas, y aún más, sus hijos heredan la presidencia. Es una forma artera de engañar a sus pueblos. Debieran denominarse Reyes, porque así responden al mismo principio de toda monarquía, es decir, gobiernos que rigen los destinos de un país, generalmente, por derecho hereditario. Pero al denominarse presidentes crean la ilusión de ser gobiernos democráticos, aunque se elijan entre ellos mismos con el apoyo de unos pocos partidarios o simplemente no llaman a elecciones. En el caso de Gadafi, éste llegó al poder mediante un golpe de Estado que en ese tiempo tenía un contenido progresista. Después, le tomó el gusto al poder y se quedó transformando su gobierno en una autocracia más y pretendía que fuese hereditaria como la de Asad en Siria, Mubarak en Egipto, los reyes de Jordania, Arabia Saudita y muchos más. La verdadera democracia estaba muy lejos y ni siquiera una democracia burguesa se veía en camino.
En todo el mundo árabe había ya un volcán político y social que acumulaba presión y que estaba a punto de estallar. La juventud no permanecía tranquila, aunque en la superficie parecía que no había una ebullición que pondría a esos países en un estallido violento, aun cuando, la violencia vino, más bien, de los que pretenden aferrarse al poder, defendiendo el privilegio de explotar y enriquecerse a costa de sus pueblos. Este volcán necesitaba sólo una chispa para reventar, como también dice el adagio, faltaba una gota para rebalsar el vaso. O como lo dice tan bien, la articulista María Eugenia Eyras citando al escrito famoso de Mao Tsetung: "una sola chispa puede incendiar la pradera". Ni USA ni los países de UE se imaginaban que este estallido estaba tan cerca y que bastaría una chispa para incendiar las praderas y los desiertos en donde viven los pueblos árabes. Y esa chispa fue la inmolación de Mohamed Bouazizi, que se quemó frente a las oficinas del gobernador en su ciudad, como una protesta porque se le había confiscado su carrito que le permitía la venta de legumbres.
En lo personal estoy en contra de la guerra y de las masacres de cualquier clase y realizada por cualquier tipo de gobiernos (por eso no pude simpatizar con Gadafi) y también me da mucha lástima cuando alguien llega a inmolarse como forma de protesta o como arma, pero ¿quién soy yo para decirle a los de abajo, a los reprimidos, a los muertos de hambre, cuáles medios deben de usar ellos para combatir a sus explotadores y represores? ¿Dónde empieza a regir la moral social y la conciencia y el despertar de la necesidad de la lucha y de la revolución? ¿Qué es lo moral y dónde se encuentra su límite con lo inmoral o amoral? ¿Acaso lo considerado moral no es algo establecido por la religión y después llevada a los escritos llamados leyes? ¿No es parte de una cultura que tiene el carácter de histórica? Quisiera preguntarle al o a la que lee esta obra, ¿es moral la explotación de nuestros semejantes? Este acto tan terrible logró despertar a la juventud oprimida y adormecida por los dictadores de turno, a veces usando de la ayuda de la Iglesia que mantiene en muchos países una relación estrecha con los gobernantes de turno. Y cuando algún imán levanta su voz para protestar contra la represión o la inmoralidad de los gobernantes, es considerado un terrorista, perseguido y encarcelado. Y eso sucede también en los países occidentales. Y aunque estoy en contra de la guerra, veo que los pueblos no tienen otra alternativa cuando estos sátrapas de turno se mantienen en el poder gracias a las FFAA y a los aparatos policiales, en especial a la policía secreta; también en grupos de matonaje que existen en casi todos estos regímenes, grupos que torturan y asesinan sin misericordia mientras los regímenes hacen vista gorda y niegan estas acciones criminales y a las cárceles secretas en donde se tortura y se asesina.
Los movimientos de protesta en esta primavera que empezó en Túnez se han disparado y hoy ya existen en Marruecos, en Jordania, en Arabia Saudita, en Bahréin y todavía no han terminado en Egipto, ni en Túnez y, en tanto que en Libia, Yemen y Siria, se transformaron en guerras civiles. Veo que estos movimientos no van a quedarse en protestas solamente. En la misma medida en que sus sátrapas sigan reprimiendo, los jóvenes tendrán que recurrir a las armas como la única forma de conseguir sus propósitos, aunque nadie sabe dónde ha de desembocar todo esto. No hay duda de que los islamistas han logrado avances en estos tiempos, ya que los gobiernos que los reprimieron, hoy los declaran legales y les permiten una acción política que antes no tenían.
Vivimos una época diferente a la que planteó Lenin en 1916 en su famoso escrito "El imperialismo, fase superior del capitalismo" en el que planteaba la acción depredadora y despiadada de las potencias imperialistas que condujeron al mundo al desastre y genocidio en dos guerras mundiales. Marx había dicho en sus escritos que para definir una época económica lo fundamental no era lo que se hacía, sino con que herramienta se hacía. A esta época yo la llamo la Tercera Revolución Industrial y la época de los Estados Multinacionales, como por ejemplo es hoy en día la Unión Europea. Un arma importante de esta revolución tecnológica que golpea a la puerta de los sátrapas de todo el mundo, es un artefacto pequeño, pero complejo y poderoso: el ordenador, que permitió la existencia de Internet y, con ello, un enorme avance de las comunicaciones y de la distribución de la información a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Así, la juventud árabe se puso al día y comprendió que la sociedad árabe estaba retrasada política, social y económicamente, viviendo en un sistema parecido al de la Edad Media, más que al sistema que impera hoy en casi toda la Tierra.
La primavera del pueblo árabe está recién comenzando. Las tiranías como la de Yemen, Arabia Saudita, Argelia, Siria y Jordania recurren a una represión descontrolada y eso, aunque por ahora les sea favorable al desmantelar los movimientos de protesta, a mediano plazo les será desfavorable porque eso incita a la revuelta armada. Y aquí hago también un paralelo con la Primavera de Praga. En un comienzo fueron sólo protestas, pero al ser reprimidos e invadidos por las fuerzas del Pacto de Varsovia encabezadas por las fuerzas soviéticas, el pueblo checo salió a la calle armado de lo que podían encontrar, aunque el ejército checo se mantuvo dentro de sus cuarteles mirando impávidos como sus hermanos eran masacrados. Espero que eso no ocurra en esta primavera y los soldados abandonen a los sátrapas y permitan así los cambios políticos y sociales que se precisan hoy.
Hay quienes muy despistadamente acusan al Imperio estar detrás de las revueltas y de las manifestaciones. Los pueblos no cuentan, serían solo marionetas. Para terminar, quiero citar aquí lo expresado por el periodista Gabriele del Grande en una entrevista realizada por Alma Allende: "En Libia, como en Túnez, Egipto, Yemen y ahora también en Siria, las revueltas han sido espontáneas y populares y no el resultado de complots estadounidenses, sino más bien, la respuesta más natural que podíamos esperar tras décadas de dictaduras apoyadas por las grandes potencias en nombre de la estabilidad y de los buenos negocios. Asombra que ciertas teorías conspiratorias procedan del campo de la izquierda. Pero eso ocurre también quizás, porque estas revoluciones trascienden y superan las categorías de la izquierda. Es interesante analizar esta paradoja. En las calles de El Cairo, como en Túnez y en Bengasi, están sobre todo los pobres. Pero los pobres no piden salarios, no gritan contra los patrones, no se identifican como clase obrera. O por lo menos, no todavía. Antes que nada reclaman libertad y, por sobre todo, se consideran árabes y se identifican como ciudadanos".
Pero la última palabra no la tienen los analistas, tampoco los líderes de gobiernos progresistas o de gobiernos de izquierda, ni los imperialistas, sino los propios pueblos que es de esperar triunfen con la ayuda de quién quiera apoyarlos, con tal de que no se vendan y que puedan derribar las dictaduras y construir sobre sus ruinas una sociedad más justa, libre y democrática.
Autor:
Abel Samir
Estocolmo, octubre de 2012