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Pensar la política

Enviado por yaryarheber


    1. ¿Qué significa hoy pensar la política?
    2. Palabra clave (metapolítica): Más allá de los esquemas binarios
    3. Filosofía política o pensamiento sobre la política
    4. Política: una hipótesis de interpretación
    5. Pensar la política

    INTRODUCCIÓN

    La política ha tomado nuevos cauces después de la segunda guerra mundial. Los regímenes políticos y la nueva geografía política renovaron el pensamiento social haciendo del armamentismo la herramienta dominante que, junto con los nuevos enfoques gubernamentales, han dado pie a la creación de economías de guerra en un mundo donde la capacidad de violencia representa el poder.

    La modernización se diluye así entre las decisiones de los hombres de poder, siendo cuestionada en su legitimidad y su vanagloriada democracia. La libertad pasó de ser un ideal a una utopía cada vez más lejana. Las fronteras se volvieron líneas de miedo, a la par los distintos modos de producción dividieron al mundo creando sociedades indiferentes a la existencia de otras en ambos polos del planeta.

    En todo este embrollo, la política parecía desvanecerse en su utilidad histórica y mediática como factor de entendimiento y valorización del ser humano en su esencia.

    Con el advenimiento de las nuevas técnicas de conciliación dominadas por el proceso económico, la sustitución de la política parecía irremediable; sin embargo, el ser humano dentro de su naturaleza siempre necesitará de la política puesto que ésta implica el razonamiento social, cultural, étnico y religioso para permitir una convivencia si no del todo cordial, cuando menos que fortalezca los valores filosóficos del individuo. La catalogación de la política como mediación del conflicto suscitó elementos explosivos dentro del entorno mundial, ya que la diferencia de intereses no permitió que la política realizara precisamente su labor, la mediación.

    En una época en la que la producción en masa supera cualquier interés, ya sea individual o colectivo, la pérdida de la relación tiempo-espacio ha trastornado toda comprensión posible de la sociedad, llegando a perder el significado de la existencia que provoca fenómenos aún más complejos que los orígenes de la separación mundial. La cuestión aquí es si tenemos la capacidad de encontrar de nuevo la coyuntura de la política con el presente, sustentando ésta relación en sus formas puras que nos permitan redimensionar a la sociedad en su justa interpretación cultural. Hemos perdido el vínculo entre perspectiva y expectativa.

    La perspectiva se puede estructurar a partir del conocimiento de la historia, ya que los hechos pasados nos permiten reconsiderar las dimensiones que pueden alcanzar nuestras decisiones. La expectativa es la reflexión positiva de este conocimiento perspectivo.

    La disyuntiva entre pensamiento y experiencia, nos mantiene alejados de la realidad y nuestra conciencia se ha cerrado a toda tendencia que permita recuperar la dimensión real del entendimiento. Por si fuera poco, el lenguaje también se ha limitado al conocimiento inmediato dejando para lo posterior el análisis creativo de los hechos.

    En el presente trabajo no pretendemos de ninguna forma plasmar las directrices del pensamiento político contemporáneo. Sencillamente, es un ejercicio de reflexión que aporte elementos suficientes y eficientes para comprender cuáles han sido los pensamientos predominantes principalmente en el mundo occidental. Conocer las circunstancias condicionantes de la evolución de las sociedades y proponer la continuidad practicando las enseñanzas de los pensadores filosóficos contemporáneos como son Weber, Marx, Bobbio, etc. complementándolo con los clásicos de Aristóteles y Sócrates para recuperar la visión del punto de fuga de la política, con la ubicación del tiempo-espacio comprendiendo su función más allá de la relación política-Estado para dejar a un lado la individualización del mundo, creando una relación crítica de estudio y la reconstrucción del conocimiento político.

    ¿QUÉ SIGNIFICA HOY PENSAR LA POLÍTICA?

    Biagio de Giovanni

    La política parece que ha perdido el rumbo para producir ideas, con pronunciamientos tan ligeros como imprecisos resulta un elemento peligroso para la estabilidad social. La identificación del Estado previsto por la política ha dejado de ser garantía o proyecto. La base fundamental de la política como garante de la constitución del Estado moderno se ha reducido al mero acto de toma de decisiones basadas en ideas y sensaciones abstractas que han hecho que el tiempo político se vea reducido.

    Paralelamente a éste fenómeno, la relación entre cultura y política, que también se considera sustentable para la existencia del Estado, ha perdido rasgos de identidad ante el voraz crecimiento del mercantilismo mundial originando con ello la consecuente pérdida de identidad y el desgarramiento de la unidad nacional, ante el embate de hábitos externos de condicionamiento político y social.

    Quedan como reductos los pueblos autóctonos que se niegan a insertarse dentro del nuevo orden mundial, que consientes de su debilidad y vulnerabilidad, han cerrado sus puertas a todo aquello que no acate sus mandatos regionales. Como consecuencia de esta carencia de objetividad, la cultura política se ha concentrado en localidades inertes al desarrollo y convivencia humana. Simplemente se ha observado el interés comercial sin considerar al ser humano como parte vital del proceso evolutivo natural.

    La política ha perdido forma ante la facilidad con la que en tiempos modernos cualquier persona opina sobre política y lo que es más preocupante, sus opiniones son escuchadas y llevadas a las mesas públicas. El conocer cierto ámbito de convivencia social no quiere decir que tenemos la capacidad de hacer política. Entramos entonces en una retrospectiva que provoca la pérdida del valor de la política, llevando su entendimiento hacia lo impolítico.

    La política se llena de teoría que puede ser interpretada de formas tan diversas como actores políticos y tendencias se encuentren en la arena política. La calificación de legítima depende entonces del consentimiento de un sector incapaz de resolver la disyuntiva social y que pretende adecuar al acto político y someterlo al desconocimiento de la esencia política cuando debe ser a la inversa, el acto político debe dominar sobre la interpretación que se da de política.

    En el plano internacional, la capacidad bélica hace fuertes a las naciones dejando como única oportunidad de resistencia de los países débiles, la negociación sobre la invasión por migración. Es decir, los países débiles tienen como mayor producto de exportación la mano de obra, lo que no quiere decir que sea calificada, a su vez esto representa una grave amenaza para los países industrializados que sin duda verán afectada su armonía social con este fenómeno.

    La dominación en busca de materia primas, principalmente el petróleo, ha hecho que los países conquistados ya sea por invasión militar o dominación económica, se sometan a los designios de los grandes consorcios económicos y su falsa legitimación como es el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional.

    El siglo XX fue sin duda la ruptura entre lo que entendemos por Estados políticos y lo que podemos considerar como política de Estado, según la situación particular de cada nación y que ha llevado a la fusión de naciones pequeñas en grandes centros económicos como ha sucedido con la Unión Europea. ¿Qué tan parcial puede ser la interpretación de cada uno? Eso lo podemos responder según la época y situación de cada parte de la geografía política mundial, por lo que una respuesta general no la obtendremos jamás. Lo que sí podemos hacer, es un análisis proyectivo del devenir político y social, observando en su justa magnitud el fenómeno político actual. Redimensionar a la política de ésta manera, es colocarla de nuevo en su interpretación más pura. Se distingue de cualquier teoría e interpretación parcial, se recupera la práctica política razonable y racional y su función vuelve a dar sentido al concepto de Estado y la relación tiempo-espacio se vuelve objetiva.

    Pero no debemos perder de vista que el producto de la política es la democracia, una situación bastante complicada puesto que en ella (la democracia) se sustenta y justifica todo tipo de vilezas que afectan a toda una nación y más allá todavía, sus efectos tienen repercusiones extracontinentales.

    La democracia ha sido el baluarte de la política, su máxima expresión llevada a la acción. Sin embargo, se ha abusado tanto de ella que actualmente también ha perdido todo el valor que en su momento ostentó. Buscar el valor de la democracia implica una discusión de origen, rescatar el valor social que para el Estado representaba su legitimación total; lamentablemente no hemos tenido la capacidad de tomar el tema abiertamente y verificar su relación y repercusión en la sociedad.

    Cuando en la política contemporánea se hace referencia a la democracia, no tenemos bien claro si se está utilizando el término como potencial político o como justificación social, lo que ha convertido a la política en un oficio sumamente complicado puesto que se practica con los elementos más relevantes del entendimiento humano como lo es la libertad y al mismo tiempo, se enfrenta con la pérdida precisamente de este valor.

    La democracia presupone la racionalidad y la igualdad de los individuos conviviendo en situaciones distintas de capacidad y competencia, en donde la evolución del ser humano se ha subordinado al desarrollo económico.

    La democracia se convierte entonces, en una aproximación a la revalorización del ser humano ante los cambios geográficos y políticos, pero no deja de ser eso, una aproximación. ¿Dónde queda el pensamiento crítico? ¿Qué podemos esperar de la pérdida de sentido humano y el fortalecimiento de la vorágine económica?

    El espacio político ya no produce pensamientos políticos, de ahí que surja la necesidad de una visión metapolítica que obligue a la recuperación de la profesionalización del pensamiento político. El nihilismo ha sido en verdad fatal para la recuperación del oficio político debido al abuso que de éste se ha hecho.

    Los tiempos homogéneos de filosofía política estancaron la creación de propuestas alternas a los habituales conocimientos políticos y atrofiaron los mecanismos de proyección positiva, que dieran en algún momento origen, formación y perfeccionamiento al Estado.

    El presente debe ser actualizado a cada momento observándolo en su total y justa dimensión, procurando crear los métodos de percepción real valiéndose de análisis, estadísticas, procesos y todo aquello que nos permita describir el momento. Ninguna batalla será ganada sin esos datos.

    Entonces la política tiene por objetivo recuperar su calidad de fundamento del Estado moderno y proyectar su acción hacia la creación de mejores formas de convivencia. No puede detenerse simplemente por que el desarrollo del ser humano y sus sociedades no se detienen nunca.

    Palabra clave (metapolítica):

    Más allá de los esquemas binarios

    Acción / Sistema

    y

    COMUNICACIÓN / Estrategia

    Giacomo Marramao

    El juego de la política ha tomado nuevas dimensiones. Su complemento académico como la historia, la antropología y la sociología básicamente surgen en su auxilio proveyéndole de elementos que permiten reconstituir su esencia. Los foros políticos contemporáneos han puesto en tela de juicio la legitimidad de la democracia y sus formas de representación, no por el medio mismo, sino por la ineficaz distribución del Estado en relación con su sistema de partidos.

    La participación de nuevos actores de poder en un sistema de espacios políticos acotados ha derivado en la inserción de grupos que no tienen un proyecto político propio y tienen que adecuar sus plataformas políticas, "pirateándose" las de otros partidos representando intereses que no tienen un proyecto social objetivo, acentuándose la crisis por la falta de congruencia entre partidos-ideología-proyecto.

    El "boom" de esta crisis, devino con la pérdida del Estado de bienestar que en nuestro país se había obtenido con el triunfo de revolución y la integración al orden institucional de todos los actores políticos de la época. La sensibilidad que el Estado tiene para con la sociedad requiere de una nueva relación y proyección, resaltando las características del orden mundial contemporáneo. Ahí deriva el concepto de metapolítica.

    Pero entendamos el término. La metapolítica no representa el súper orden, la megacomprensión dimensional de la sociedad ni de la historia. Comprende la exigencia de identificar en la arena política mundial la gran diversidad ideológica; traducir esta complejidad de modo que sea cuantificable en todos los foros mundiales que se arguyan como defensores del orden, cualquiera que sea su ámbito.

    Podríamos decir que la metapolítica convierte a la divergencia en un concepto de comprensión política, lo cual no quiere decir que sea sencillo. Es una labor en verdad titánica que se puede materializar en un muy largo plazo si es que se tienen los elementos y métodos necesarios, pero sobre todo si se tiene la voluntad para llevarla a cabo.

    El primer obstáculo que enfrentará serán las condiciones en que debe trabajar, con los datos tan limitados con que cuenta y que impide el desarrollo de una metodología objetiva. Después, la catalogación de un orden por demás variante donde los líderes cuentan más por la riqueza de su geografía que por la riqueza de su gente. La relación política-proyecto en ambos casos es por demás conflictiva.

    La fuerza sin orden superará siempre a la lógica en la relación política-Estado. El conflicto deriva entonces en una sucesión de legitimación y justificación, objetividad y subjetividad, dejando en segundo plano la realidad social. La elección que deja el Estado recae en una nueva interpretación del "contrato social" cuyo rasgo distintivo fundamental es la secularización.

    Este proceso debe modificar el ambiente que conlleva el sistema social, incluyendo los miembros, grupos y sobre todo los intereses presentes. La relación de estas tres partes significa una participación sumamente activa y cambiante en sus fines, que puede perder su concepción natural de sociedad al realizar el análisis político ya que la función de grupos busca el fortalecimiento de sus ideales, sin que signifique que son los ideales de la sociedad en general, por lo que el análisis político se complica aún más.

    Los modelos de Durkheim y Parsons han quedado obsoletos debido a la disolución de modelos sociales. Los términos sistemáticos predominan en los objetivos sobre los cuales los individuos proyectan su relación con las instituciones utilizando la disuasión como herramienta y comparativo de fuerza y no como concertación. Lamentablemente el oficio político se ha visto tan viciado que esta disuasión se transformó en un acto violento cada vez más recurrente en nuestro país.

    Lamentablemente la sociedad se ha dado cuenta que también es capaz de ejercer la violencia sin que en ello medie actor alguno o sea sometida a castigo por parte del Estado. Aquí entran en juego los líderes sociales que se convierten en líderes colectivos del desacuerdo y la inconformidad. Ellos son quienes pueden sacar el mejor provecho, si lo manejan con sabiduría y tacto, de esta pérdida del diálogo y llegar a extremos que en muchos años no se habían experimentado en nuestro país.

    Esto se debe principalmente a que la sociedad ha perdido el eje, el vértice y el orden. La acción colectiva es cada vez más difícil de ordenar puesto que no se cuenta ya con un sistema acorde a las nuevas tendencias sociales. La sociedad carece de portavoz y representación real. Busca en método cuyos resultados sean inmediatos, sin considerar que el plazo corto puede ser más costoso que el largo.

    Claramente vemos que la legitimación del Estado depende entonces de la satisfacción inmediata de las demandas sociales, aunque las políticas sociales indiquen que el procedimiento es erróneo.

    La solución se vislumbra únicamente presentándose una ruptura a la antagonía que representa el orden impuesto por el Estado en contra del bienestar social. La metapolítica sería entonces el primer beneficiado con este cambio. Una alternativa es reemplazar las políticas restrictivas con programas abiertos de participación y complementación social, haciendo corresponsable a la sociedad en el ámbito del Estado-Gobierno, por que delimitaría específicamente el tiempo y el espacio que a cada uno implique, realizando una función concreta.

    Podemos considerar que la metapolítica ha venido estableciéndose desde la ruptura sociedad-Estado de los años 60´s. Con esta revolución del pensamiento los campos de ambas partes de han abierto, pero también se ha implantado un control más férreo por parte del Estado.

    ¿Entonces cuál ha sido la libertad ganada? En sí, la libertad depende del grado de restricción en el que aceptemos vivir. La colisión irremediable ocasionó la crisis en la que hoy se encuentra la política, al no poder acotar los espacios de expresión otorgados que se han salido del orden social mismo.

    Es decir, la sociedad ya no puede controlarse a sí misma debido al exacerbado margen de acción otorgado. La metapolítica debe entonces reconsiderar sus acciones de gobierno así como la sociedad los suyos, para encontrar el equilibrio sociedad-Estado reconquistando la legitimación de ambas partes en su justa dimensión.

    FILOSOFÍA POLÍTICA O PENSAMIENTO SOBRE LA POLITICA

    ROBERTO ESPOSITO

    Los cambios sin interrupción que se han dado en la política mundial, desde el materialismo filosófico de Marx, pasando por el pensamiento liberal de Fidel Castro hasta la ruptura del bloque socialista de la última década del siglo pasado, han perdido el vínculo con la política.

    La superposición de naciones que logran la supremacía según la capacidad bélica y económica, han difundido la urgencia de la concertación tácita sobre la interpretación del contrato social.

    Esta carencia de interpretación del pensamiento se ha tornado abismal debido precisamente a que el destino de la política es construir el pensamiento, entonces ¿cómo encontrar la solución en algo que se encuentra inherente a la existencia del problema mismo? ¿Los conceptos pueden producir el orden o el orden producirá los conceptos? ¡Vaya lió en el que nos hemos metido! Supongamos que el ideal de la filosofía política es eliminar el conflicto, para lo cual debe encontrar algo que denominamos "bien común", lo cual también representa una forma de poder.

    Lo importante es no permitir una nueva lucha por el derecho a realizar este "bien común", lo cual nos llevaría a otra contraposición puesto que el bien se lograría mediante acciones tendenciales a la eliminación de los opositores, en otras palabras, alcanzaríamos el bien por medio del mal. Como lo consideraría Maquiavelo, "sin importar los medios, el objetivo alcanzado justifica la acción".

    Pero Maquiavelo no fue el primero en considerar posible toda acción para alcanzar el poder, lamentablemente la manipulación ideológica nos indica que el cristianismo fue la primera doctrina filosófica en proponer el ejercicio del poder condicionando el "bien común" al sometimiento del pensamiento libre. La secularización se convirtió en el peor enemigo del "bien común", ya que representaba el poder natural del ser humano sin entrar en disyuntivas de justificación teológica; era sólo el poder de dominación, la cacería del hombre por el hombre mismo.

    ¿Qué rescatamos de este conflicto? Nietszche describe fielmente en "El anticristo" este poder del cristianismo, a través del análisis de una trayectoria accidentada por contradicciones en los relatos que nos dejan ver cuán impolítico es el cristianismo y su "bien común". Nietszche nos describe la realidad no como un valor, sino como un estado anímico que no tiene comparación ni alternativa, lo que en realidad sí es político ya que niega el doble sentido filosófico que permite el "bien común" a través del engaño.

    POLÍTICA: una HIPÓTESIS de interpretación

    carlo galli

    El deterioro del pensamiento político ha sido gradual pero constante. A través de los últimos cincuenta años hemos sido testigos de cambios profundos en los valores individuales del colectivo social. Hemos llegado a extremos inimaginables después de la primera guerra mundial.

    La política ha dejado de ser objeto, convirtiéndose en un principio cada vez más vacío que carece de valor de postulación y menos de exigencia. La política ya no es algo tangible, resulta ser un mero recurso cuya práctica se ha vuelto tan cotidiana que se perdió su esencia en un proceso carente de sentido y orden. Nos queda solamente recuperar su práctica y reordenar su teoría.

    Superar la conceptualización de que se refiere simplemente a la acción y el ejercicio de poder. Tal parece que los cambios mundiales han superado a todo pensamiento filosófico, puesto que no podemos adaptarnos al entorno económico sin sufrir alguna crisis.

    Reconquistar los valores de la política implica una práctica ardua que vaya más allá de las orientaciones tradicionales, procurando no llegar nuevamente a los conceptos idealistas, por el contrario, debemos "aterrizar" el pensamiento político en conceptos aplicables con objetivos y resultados propios de nuestros tiempos.

    La práctica política implica mediación. Si pudiéramos recuperar la política como una acción, diríamos que debemos traducirla en diálogo. Sócrates mencionaba que el conocimiento se construye a través del diálogo. ¿Por qué no podemos construir entonces?

    El conocimiento permite el poder, por consecuencia aquel que tenga capacidad de diálogo tendrá poder. Aristóteles mencionaba que la mejor virtud del que manda debe ser la prudencia y Hobbes termina por llamarle ley al acto de mandar y ser obedecido.

    ¿Podríamos desarrollar una tendencia política a través de las épocas de cada uno de estos filósofos, estudiando la interpretación del ejercicio del poder y entender entonces, como la política se ha ido descomponiendo de acuerdo al modo de producción dominante, empezando con el esclavismo hasta llegar a la globalización?.

    Sería constructivo encontrar un método que implique el nexo de uno con muchos o todos si fuera posible. Los beneficios serían varios, pero principalmente la inclusión de un contexto en el cual la política deje de ser simplemente interpretativa. Llegar a la participación en el sentido moderno del concepto, la participación del individuo libre que atienda a la razón humana.

    Recuperar el concepto de poder no como dominación, sino como participación habitual saliendo de lo individual y llegar al colectivo con el saber sobre el poder.

    Pero no perdamos de vista que el saber político representa su seriedad solo cuando actúa colectivamente, saliendo de su calificación santificada o satanizada. ¿Podríamos convertirla en una necesidad? Solo si la identificamos con el orden que ha sido generado por un problema en torno al cual gira toda la maquinaria mental del ser humano. Entendamos que las respuestas no deber ser inmediatas, sino mediáticas, haciendo de la política una dimensión concreta, secuencial y propositiva.

    Los cambios en las tendencias políticas han sido históricamente relacionadas con las revoluciones sociales. Por lo tanto, el desafío que representa para la política evitar la catástrofe consiste en corregir las distorsiones de las ideas sobre el contexto, entendido este último como el orden entre el argumento y el valor. De esta forma, la dinámica entre sociedad y Estado obligará al orden vertical en ambos sentidos y entonces la realidad no podrá ser evadida por ninguna de las partes.

    Las posibles rupturas podrán ser previstas en su verdadera magnitud proporcionando una perspectiva absoluta del saber político. La acción política puede entonces converger entre el saber y el hacer si retomamos su principal forma de mediación y el valor de la filosofía podrá pasar de ser un ideal, para convertirse en una práctica cotidiana y llena de saber.

    Pero la política nace del conflicto en sí. Conocer que existe un conflicto significa que ahí existe la política si la entendemos como mediación. Por estas razones la política debe ser reflexiva, ya que obliga al análisis sistemático de los hechos para valorar sus posibles consecuencias, además de proyectar los alcances de las acciones a realizar. Por lo tanto, la política no es totalmente definible sino interpretable como síntesis del conflicto presente que será legítima siempre y cuando se ejerza por medio de instituciones, cuya finalidad será incluir y representar a los diferentes intereses que la sociedad implica.

    La política no puede experimentar puesto que su campo de hacer es la sociedad, lo cual limita en demasía practicar con ella. Sin embargo, el discurso histórico político nos da la capacidad de prever y en algunos casos predecir cuál o cuáles serán los resultados de las acciones y las decisiones tomadas.

    Esta relación teoría-práctica pretende que las opciones no sean interpretativas, es mejor determinar las causas de los movimientos.

    PENSAR LA POLÍTICA

    GIUSEPPE DUSO

    La política implica reflexionar acerca de las acciones del ser humano. Los griegos consideraban a la política como la base del desarrollo de la civilización occidental. ¿Podemos entonces considerar que la política es una actividad universal? De acuerdo a la definición griega si, ya que la política existe donde existe la polis. El problema inicia cuando entendemos el significado de política en relación con el saber (como mencionamos anteriormente, el saber produce conocimiento y el conocimiento produce poder).

    Pero, si la política se ejerce por medio de instituciones, debemos incluir la relación política-ley para entender la relación de los hombres entre sí y sus formas de asociación. De Weber hacia atrás, la política representaba una relación colectiva del poder del más fuerte.

    De Weber hacia nuestros días, la política se puede entender como el orden estructurado del poder, donde el mando se ejerce con el consentimiento del mandado y se aplica por medio de instituciones creadas para justificar y legitimar ese mandato, de tal modo que la fuerza será ejercida por una autoridad única reconocida por todos en la cual convergen igualmente los derechos de todos; en particular el derecho de igualdad y libertad.

    Pero la comprensión de la política moderna va más allá de parafrasear el pensamiento liberal contemporáneo. Gobernar y ser gobernado es parte natural del desarrollo de la civilización y la desigualdad entre los hombres.

    En sí lo que se busca con la política moderna es un "buen gobierno", cuyo poder sea ejercido en igualdad de circunstancias ya que de lo contrario el "ajuste" de la sociedad no podrá ser posible, corriendo el riesgo de caer en la práctica política impositiva y despótica.

    Se debe buscar en mejores términos la constitución plena de la sociedad en un acuerdo que represente los principales proyectos políticos ejercidos por el Estado. Recordemos que el poder absoluto propicia la búsqueda del bien propio y produce el aislamiento y falta de comunicación. Esta forma de pensar la política incluye la racionalidad y el redimensionamiento de todo aquello que puede ser entendido como político.

    En sí, el reordenamiento del pensamiento político traducido en leyes, representa que ya se está tomando en cuenta el conflicto como factor de riesgo. El hecho de que las leyes prevean la existencia del conflicto y sus posibles formas de influencia, permite la construcción de un orden social y de Estado.

    No hay orden justo sin una reflexión estricta del planteamiento del problema que coincida con la razón. La reflexión filosófica entonces, no proviene de modelos clásicos, modernos o futuristas, sino de la realidad que comprende la relación saber-poder.

    MARHA RIVERO

    COMPILADORA

    JULIO CÉSAR GARCÍA RAMÍREZ

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

    FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

    SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA

    FILOSOFÍA Y TEORÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA

    PROF. FRANCISCO GONZÁLEZ AYERDI