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La educación de la personalidad en estudiantes de la educación superior (página 2)


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Al hacer referencia a la importancia de la etapa juvenil como período sentido para promover la autoeducación y potenciar el desarrollo de contenidos de la personalidad donde el propio sujeto devienen como protagonista de su desarrollo y del de los demás, donde este participa de una manera consciente de su construcción y reconstrucción de los mismos y de la forma en que estos son devueltos a la cultura; siendo estos estimulados precisamente desde la propia interacción con los otros, dándose la formación de motivaciones y proyecciones futuras hacia el autoperfeccionamiento desde la propia valoración que hace el sujeto de sí mismo y de su realidad personal e histórica – concreta.

La personalidad posee, una naturaleza configuracional, por ello se concibe "…como sistema de formaciones diferentes, donde un mismo elemento psicológico parcial, puede aparecer de forma simultánea en unas u otras de dichas formaciones, incluso con un sentido psicológico diferente." (González,1989 pág.33). La naturaleza configuracional de la personalidad radica en la integración de contenidos psicológicos cognitivos y afectivos en una nueva realidad, de ahí la importancia de estudiar la vivencia como aquella categoría psicológica que precisamente expresa esa interrelación o unidad de los cognitivo y lo afectivo en la personalidad. Lo configuracional en la comprensión de la personalidad expresa, de modo esencial, el dinamismo de su estructuración y manifestación reguladora.

Abordar la educación de la personalidad desde este enfoque configuracional de la misma donde aparece integrado en forma de sistema los estructural y los funcional, permite estimular las habilidades relacionadas con la estructuración y reestructuración de la realidad personal y de la imagen de sí mismo, a partir de concebir la tendencia a la autorrealización y auto actualización como modo de expresión de los contenidos motivacionales y que le brindan dinamismo al desenvolvimiento de la personalidad y el autoconocimiento, autovaloración, autoorganización del desarrollo a través de la autoconcientización del desarrollo como factor regulador en ese desenvolvimiento de la personalidad en su expresión comportamental.

Se considera la tendencia a la autorrealización no como una tendencia inherente a todos los individuos, como algo que existe en potencia en cada uno y que busca su modo de expresión; sino como un conjunto de orientaciones de la personalidad que en algunos individuos puede formarse en diferentes grados en el curso de la actividad, o puede no formarse en otros casos, de acuerdo a sus condiciones y modos de vida (D¨Angelo, 1996).

La autorrealización como un aspecto importante de la personalidad desarrollada enfatiza aquellos elementos direccionales y conscientemente empleados por el sujeto que encauzan la personalidad hacia el desarrollo de sus capacidades y necesidades. Esto significa el empleo creativo de las potencialidades del sujeto, la apropiación y elaboración conciente de los valores sociales más elevados y su expresión en el enriquecimiento de la actividad social y en el propio enriquecimiento del mundo interior.

La tendencia a la autorrealización puede concebirse como el conjunto de orientaciones de la personalidad que; expresando aquellas necesidades y fines que se integran al proyecto de vida futuro del individuo, se dirigen de manera conciente a la realización de aquellas metas que implican el desarrollo de sus capacidades y necesidades, el enriquecimiento y profundización de sus expresiones en la actividad (D¨Angelo, 1984), por lo tanto, esta es expresión del desarrollo de la autoconciencia.

Por su parte, lo consciente es una expresión psicológica que posibilita interacciones más complejas, socializadas, transformadoras en la realidad. Posibilita al sujeto dar cuenta de diferenciar la realidad y autodiferenciarse, trascender el presente y anticipar el futuro apareciendo la realidad sintetizada en significados y sentidos de diversa complejidad.

Los contenidos más complejos adquieren real significación psicológica en diferentes momentos del comportamiento mediante la participación activa del potencial regulador consciente a través de la reflexión, de la elaboración, con compromiso afectivo. Lo externo alcanza sentido propio. En la medida que el sujeto consigue darse cuenta de las diferentes condiciones externas e internas en que ocurre su aprendizaje y el de los demás; así podrá proponerse regularlos de una manera beneficiosa para su desarrollo y el del resto del grupo.

Ese propósito consciente de regulación del comportamiento hacia niveles cualitativamente superiores conllevan a la asunción de dinámicas de autoorganización del desarrollo; entendidas esta como dinámicas que expresan como el sujeto organiza de manera conciente su propio desarrollo a manera de estrategias que implican planteamientos de objetivos, tareas y una organización temporal para su ejecución, a través de pasos o etapas.

Lograr que el estudiante haga conciencia de los ritmos de su propio desarrollo; así como de aquellas estrategias que utiliza para lograrlo, junto a los factores que intervienen como facilitadores o barreras del mismo; implica ser trabajado en los marcos del proceso enseñanza – aprendizaje por etapas, de manera tal que garantice que el estudiante una vez que haga conciencia de estos aspectos pueda trazarse estrategias de regulación comportamental y de aprendizaje que propicien de manera eficaz su propio desarrollo y que a su vez las incorpore a su estilo de vida como muestra de un verdadero desarrollo de la personalidad en este sentido.

Desde esta postura se considera la clase como forma básica de la organización del proceso de enseñanza; pues permite llevar a cabo, de forma sistemática y como un proceso único, la enseñanza y la educación con todos los alumnos que integran el grupo (Colectivo de autores; 1989: 283). Precisamente, se considera que, en su labor cotidiana, el profesor debe tener en cuenta las cualidades que, en esta concepción, definen la educación de la personalidad, las que le servirán de parámetros para poder determinar hasta qué punto sus estudiantes han crecido desde el punto de vista personal.

En el nivel micro-curricular se ubica la clase como forma fundamental de organización y de desarrollo del proceso docente educativo en un tiempo establecido y en un lugar seleccionado para ese fin, donde el docente propicia la instrucción y la educación, interactúan los alumnos con el profesor y entre ellos mismos y se cumplen los objetivos propuestos (Castro, 2011).

La responsabilidad profesional de los docentes contemporáneos radica en dominar las regularidades de la Didáctica y organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje a tono con ellas, para aspirar así a lograr la eficiencia deseada y que se necesita. En efecto, «al conocer los componentes y las leyes el profesor puede dirigir el proceso docente educativo en su conjunto, como un todo, haciéndolo eficiente, es decir, logrando el objetivo y utilizando el mínimo de recursos humanos y materiales» (Álvarez de Zayas, 1999:21).

Esta concepción histórico – cultural del desarrollo ha devenido en importantes aportes a la teoría pedagógica y su perfeccionamiento en aras de enriquecer el proceso educativo. Una sistematización de la misma llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Ciencias Pedagógicas "Silverio Blanco" de Sancti Spíritus contribuyó al análisis de las leyes que la han constituido desde diferentes posturas epistemológicas.

En la concepción de la educación de la personalidad en los marcos del proceso enseñanza – aprendizaje que en esta investigación se propone se asumen como leyes de la pedagogía y que por tanto deben encontrar su expresión en la organización y dirección del proceso pedagógico; así como en la didáctica del proceso enseñanza – aprendizaje las siguientes (Remedios et. al; 2013):

  • Ley de las relaciones entre las condiciones políticas, económicas, y sociales y los fines y objetivos del proceso pedagógico

  • Ley de las relaciones entre instrucción – educación y formación -desarrollo en el proceso pedagógico.

  • Ley de la vinculación entre la teoría y la práctica en el proceso pedagógico

  • Ley de la interrelación del encargo social con las particularidades individuales y grupales en el proceso pedagógico.

Estas a su vez integran las necesidades y misión de la política educativa cubana, ofrece una contextualización del proyecto social cubano con un carácter esencialmente humanista y sustentado en una concepción dialéctico – materialista del conocimiento científico que permiten estructurar y dirigir el proceso pedagógico de manera coherente con cada uno de sus postulados teóricos que se asumen.

Se asume además la propuesta de principios que realizan los investigadores del ICCP para la educación de niños y jóvenes: (Ministerio de Educación, 2012:95-101 y Citado por Remedios et. al; 2013).

  • Contenido ideológico y orientación consciente

  • La vinculación con la vida, el trabajo y con la práctica de la construcción socialista.

  • La educación de la personalidad en el colectivo.

  • Unidad de las exigencias y el respeto a la personalidad.

  • Orden y sistematicidad de las influencias educativas.

  • Consideración de las particularidades de las edades y de las diferencias individuales.

Estos a su vez son consecuentes con las leyes de la pedagogía abordadas con anterioridad y tiene como principal aporte la especificación de la necesidad de la consecución de un orden en la influencia educativa lógicamente estructurada y sobre las bases de las propias particularidades de la edad dentro de un grupo etáreo; así como las propias características del educando y del grupo en cuestión con un carácter de estabilidad en el tiempo (sistematicidad).

Por su parte se considera además de vital importancia para la concepción de un proceso pedagógico educador de la personalidad del estudiante a la altura de las necesidades formativas en la sociedad cubana actual, el principio pedagógico propuesto por Remedios et. al (2013) respecto a la integración de las influencias educativas en la concepción y ejecución de la tarea pedagógica.

Se considera que precisamente en los procesos de concepción, ejecución y control de la tarea pedagógica es donde debe lograrse una sinergia entre los componentes del proceso enseñanza – aprendizaje (personales y no personales), la estructuración del sistema actividad – comunicación, los procesos metacognitivos, autoorganizativos del desarrollo y motivacionales (lo significativo – valorativo); de manera tal que permita concretar la influencia educativa en aras de estimular la educación de la personalidad desde las relaciones que se establecen entre profesor – alumno, alumno – alumno y alumno – grupo en espacios de intermediación. Este principio tal como se fundamenta por los autores que lo proponen Remedios et. al; (2013) proyecta la tarea pedagógica como principal espacio donde se concreta la influencia educativa.

La necesidad de lograr una adecuada dirección del proceso de enseñanza para favorecer la educación de la personalidad del alumno en su proceso de aprendizaje ha sido centro de atención de la ciencia pedagógica y la didáctica a través del desarrollo histórico. Se asumen los principios didácticos para una dirección efectiva del proceso de enseñanza-aprendizaje, según el criterio de Silvestre y Zilberteins (2000) donde estos plantean como principios:

  • Diagnóstico Integral de la preparación del alumno para las exigencias del proceso de enseñanza aprendizaje, nivel de logros y potencialidades en el contenido de aprendizaje, desarrollo intelectual y afectivo valorativo.

  • Estructurar el proceso de enseñanza aprendizaje hacia la búsqueda activa del conocimiento por el alumno, teniendo en cuenta las acciones a realizar por este en los momentos de orientación, ejecución y control de la actividad.

  • Concebir un sistema de actividades para la búsqueda y exploración del conocimiento por el alumno. desde posiciones reflexivas, que estimule y propicie el desarrollo del pensamiento y la independencia en el escolar.

  • Orientar la motivación hacia el objeto de la actividad de estudio y mantener su constancia. Desarrollar la necesidad de aprender y de entrenarse en cómo hacerlo

  • Estimular la formación de conceptos y el desarrollo de los procesos lógicos de pensamiento, y el alcance del nivel teórico, en la medida que se produce la apropiación de los conocimientos y se eleva la capacidad de resolver problemas.

  • Desarrollar formas de actividad y de comunicación colectivas, que favorezcan el desarrollo intelectual, logrando la adecuada interacción de lo individual con lo colectivo en el proceso de aprendizaje.

  • Atender las diferencias individuales en el desarrollo de los escolares, en el tránsito del nivel logrado hacia el que se aspira.

  • Vincular el contenido de aprendizaje con la práctica social y estimular la valoración por el alumno en el plano educativo.

Estos son válidos para la formación del profesional en el nivel superior por la actualidad y la significación que tienen en la propuesta que se realiza.

En el nivel micro-curricular se ubica la clase como forma fundamental de organización y de desarrollo del proceso docente educativo en un tiempo establecido y en un lugar seleccionado para ese fin, donde el docente propicia la instrucción y la educación, interactúan los alumnos con el profesor y entre ellos mismos y se cumplen los objetivos propuestos. (Castro, 2001)

La responsabilidad profesional de los docentes contemporáneos radica en dominar las regularidades de la Didáctica y organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje a tono con ellas, para aspirar así a lograr la eficiencia deseada y que se necesita. En efecto, «al conocer los componentes y las leyes el profesor puede dirigir el proceso docente educativo en su conjunto, como un todo, haciéndolo eficiente, es decir, logrando el objetivo y utilizando el mínimo de recursos humanos y materiales» (Álvarez de Zayas, 1999:21).

Sin embargo en la actualidad, la practica educativa muestra que desde el propio contexto de la clase, no se utilizan todos los elementos de la dinámica interna del proceso enseñanza – aprendizaje para lograr su optimización a manera de regularidades que deben estar presentes en el diseño de cada una de las situaciones de influencia educativa que se estructuran y diseñan con fines educativos.

Las regularidades son concebidas por Boullosa (2000:46), como: identificar las relaciones, vínculos internos y dependencias generales, esenciales, duraderas que se repiten entre los fenómenos de la realidad objetiva. También expresa grado de obligatoriedad en las relaciones de carácter causal, necesario y estable, entre los fenómenos y propiedades del mundo objetivo, lo que implica que un cambio de algún aspecto exige la transformación de otro. (C. Álvarez, 1998:17).

Los conceptos presentados por los autores, las leyes y principios pedagógicos y didácticos en los que se fundamenta esta propuesta; permitió concretar como regularidades que deben estar presentes en el proceso enseñanza – aprendizaje para que sea educador de la personalidad las siguientes:

  • 1. Deber ser un aprendizaje personalizado, consciente, transformador responsable y colaborativo.

  • 2. Énfasis en la significatividad de los procesos en el sentido de Ausbel, Novak y Hanesian 1978 y citados por Pozo, 2010) y Castellanos (2001); donde se parte de estructuras cognitivas, afectivas, motivacionales y experienciales precedentes en los estudiantes para que los elementos a incorporar recobren sentido y significación para este.

  • 3. Los componentes motivacionales constituyen el dinamizador del proceso formativo y por ende necesario de ser abordado con carácter procesal y desde la metacognición de la motivación.

  • 4. Los procesos metacognitivos encuentran su finalidad en la autoorganización del desarrollo como factores que fungen como reguladores del proceso de educación de la personalidad.

Según los estudios que ha hecho la autora (Veloso; 2010, 2012. 2013), la educación de la personalidad en los marcos del proceso enseñanza – aprendizaje, no se produce de modo lineal, sino de manera contradictoria, con retrocesos y avances que señalan su progresión dialéctica, como manifestación del desarrollo de la Personalidad. Las influencias educativas en el contexto escolar deben encaminarse a facilitar y propiciar procesos estimuladores de esa educación de la personalidad desde el interjuego en la ZDP de lo individual y lo colectivo a través de la relación alumno – alumno, alumno – profesor, alumno – grupo.

Debe estructurarse un tipo de aprendizaje que sea personalizado, consciente, transformador responsable y colaborativo. Es decir; un aprendizaje comprometido con la práctica social y responsable ante su transformación, la transformación de su objeto social que es la subjetividad humana. Para ello necesita ser consciente de sí mismo, sus habilidades, características, factores que actúen como barreras o facilitadores de ese actuar transformador de sí y de la realidad que constituye su objeto social (el psicólogo transforma la percepción que los sujetos tienen de la realidad y en esa transformación va transformando la realidad en sí). Esto se logra a través de ese interjuego que se debe potenciar desde la influencia educativa (en la tarea pedagógica) de lo grupal y lo individual, lo personalizado y lo colaborativo en espacios de intermediación en la ZDP.

Se hace necesario además estructurar la dinámica interna del proceso enseñanza – aprendizaje partiendo de las propias estructuras previas cognitivas, afectivas – motivacionales y experienciales del alumno, esto no solo hará que el contenido recobre sentido y significación para el sujeto sino que constituye la base para los proceso autoorganizativos del desarrollo del estudiante a partir de la metacognición, permitirá a demás poder apreciar los saltos cualitativos del desarrollo o sus retrocesos (que muchas viene son la manifestación del salto logrado) en los estudiantes o en la propia dinámica del proceso enseñanza – aprendizaje.

Devienen los contenidos motivacionales como dinamizadores del proceso educativo en los marco del proceso enseñanza – aprendizaje puesto que son precisamente estos contenidos los que impregnarán el ritmo, la secuencia en los logros o retrocesos obtenidos en términos de desempeño personológico, la incorporación o no de estos al estilo de vida del estudiante y en este sentido deben dirigirse también los procesos metacognitivos.

La metacognición para la autoorganización en los marcos del proceso enseñanza – aprendizaje garantiza que los procesos autoorganizativos del desarrollo llevados a cabo constituyan en primera instancia una expresión auténtica de las habilidades y estrategias ya alcanzadas por el estudiante. En segundo lugar garantiza, que los procesos autorregulativos y movilizadores del comportamiento y del aprendizaje se sostengan sobre la base de la conciencia de aquellos factores que actúan como barreras o facilitadores en dichos procesos. En tercer lugar los procesos autoorganizativos del desarrollo actuando como reguladores de la educación de la personalidad del estudiante en el marco del proceso enseñanza – aprendizaje facilita la incorporación de estas habilidades al estilo de vida de este a manera de estrategias de desarrollo personal, una vez que las mismas se estructuran desde los procesos metacognitivos.

La estructuración de la dinámica del proceso enseñanza – aprendizaje sobre las base de estos elementos dinamizadores y reguladores del mismo permite formar un alumno capaz de transformase a sí mismo y transformar la realidad en la que se haya inmerso a la altura de la exigencias que la Sociedad demanda de un graduado de las instituciones e la Educación Superior en Cuba. Un estudiante auténtico, congruente y responsable con su práctica profesional.

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Autor:

* MS.c. Ariadna Veloso Rodríguez.

Profesora Universidad "José Martí" de Sancti Spíritus.

** Dr.C Eduardo Veloso Pérez.

Profesor Universidad "José Martí" , de Sancti Spíritus.

*Licenciada en Psicología. Máster en Ciencias de la Educación, doctorante y profesora principal de Psicología Educativa. Universidad "José Martí" de Sancti Spíritus.

**Licenciado en Psicología. Máster en Ciencias de la Educación. Doctor en Ciencias Psicológicas. Universidad "José Martí" de Sancti Spíritus, Cuba.

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