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La familia: su relación con las conductas socialmente inadecuadas

Enviado por Julia Vassallo Gámez


  1. La familia: Institución social, grupo familiar y sistema
  2. El grupo familiar y su marco de acción: el hogar
  3. Clasificación de la familia. Tipología de hogar
  4. Funciones de la familia. La educación familiar; la supra función
  5. Dinámica familiar=relaciones intrafamiliares+comunicación familiar
  6. Relación educativa: Familia – Individuo. Génesis del sujeto sancionado
  7. Bibliografía

La familia: Institución social, grupo familiar y sistema

La familia como institución social ha sido el marco y el espacio en el cual se ha desarrollado el hombre desde la antigüedad. Para su definición se tienen en cuenta diferentes criterios, destacándose los de consanguinidad, afectividad, y cohabitacional (Arés, 1984, p.5-20). O sea, existe una forma particular de modos de hacer y sentir que norma la interacción entre las personas unidas por los lazos de sangre, por la unión afectiva, o por la convivencia bajo el mismo techo; estando regulada por la constitución y el código de familia. Esta dimensión se constituye desde la perspectiva de lo que se desea y aspira en la sociedad, de lo establecido por ésta en cuanto a lo que debe ser la familia.

Al mismo tiempo, la familia constituye un grupo primario, configurándose en él, las interacciones entre las personas que lo integran. Compuesto por un sistema de relaciones cualitativamente diferente a la simple suma de sus miembros, está caracterizado por disímiles características delimitadas por variables estructurales y sociopsicológicas, expresadas a través del funcionamiento de la dinámica intrafamiliar, donde cada uno asume su interpretación subjetiva de la realidad familiar y su posición en el marco familiar.

A propósito, Arés (2002) la define como "… la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia común que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia, existe un compromiso personal entre sus miembros, y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia" (p.22-23, 39). Al respecto, Álvarez (1996) plantea que no siempre los grupos familiares muestran una imagen única, estable y armónica; que si bien hay que comprenderlo como un espacio de solidaridad, cooperación y afectos, es necesario concebirlo, también, como escenario en el que se producen contradicciones, confrontaciones de intereses, conflictos y negociaciones (Chávez et al., 2010, p.11-12).

Para trabajar con las familias, es preciso hacerlo a través de los grupos familiares y en ellos se verifica la existencia de la institución (abstracción que sólo se realiza a través de éste). Dada esta interacción dialéctica, no puede analizarse uno al margen del otro, pues se complementan y presuponen.

Por otra parte, existe un criterio que es el que más se adapta a las condiciones de la familia actual, al desarrollo de las ciencias y a las demandas de la práctica. Se trata de las concepciones sistémicas, avaladas por la teoría de los sistemas de L. Von Bertalanffy, que la concibe como un sistema, una estructura jerárquica, con sus relaciones y sus interacciones intra e intersistémicas; representando un subsistema integrante del macrosistema, que es la sociedad, y como intermediaria entre ésta y el sujeto. Implica que la familia es un sistema organizado en equilibrio dinámico con otros sistemas de su entorno, diferenciándose de éstos, en cuanto a sus objetivos, funciones, calidad e intensidad de los sentimientos que afectan a sus miembros. Los sistemas familiares se caracterizan por la totalidad, la circularidad, la capacidad autocorrectiva o de homeóstasis, y la capacidad de transformación o morfogénesis (Escartín, Palomar y Suárez, 2004, p.180-181). Las aportaciones de esta perspectiva a la familia se concretan, al considerar a ésta, como un:

» Sistema donde la conducta de los miembros está interconectada entre sí, cualquier alteración producida en una conducta individual, afecta al grupo en su totalidad; cuyas relaciones familiares son recíprocas y pautadas, afectando cada forma de comportamiento a las respuestas de los otros, dándose de forma iterativa y transmitiéndose de generación en generación; de aquí que se considere el problema de un miembro como el producto de la relación entre todos los miembros del grupo familiar.

» Sistema en constante transformación, que se adapta a las diferentes exigencias de los estadios de desarrollo por los que atraviesa, así como a las crisis; por su tendencia a mantener la estabilidad, unidad, identidad, ausencia de cambio y equilibrio frente al medio, asegurando la continuidad y el crecimiento psicosocial de todos sus miembros, la supervivencia del grupo familiar, y la influencia efectiva en la socialización de los individuos.

» Sistema activo que se autogobierna mediante reglas desarrolladas, modificadas y mantenidas a lo largo del tiempo hasta llegar a una definición estable de la relación frente a las tensiones producidas en cada transición por las etapas vitales que atraviesa, para adaptarse a la nueva situación.

» Sistema abierto en interacción con otros sistemas de su entorno inmediato, aportándole un carácter dialéctico a las relaciones familiares respecto al conjunto de las relaciones sociales.

El grupo familiar y su marco de acción: el hogar

Según Ander-Egg (1984) el grupo familiar representa el conjunto de personas relacionadas entre sí por consanguinidad o afinidad, que viven bajo un techo común, enmarcado en el hogar, la casa o el domicilio, como la sede esencial, y relativamente estable, de las relaciones humanas íntimas y directas. Se refiere, generalmente, a la vivienda, al equipo doméstico y todos los accesorios necesarios (p.146, 152).

El hogar se define como la persona o grupo de personas, con o sin vínculos de parentesco, que tienen un presupuesto común, cocinan para el conjunto y conviven en forma habitual, ocupando una unidad de alojamiento o parte de ella (ONE[1]2005, p.135).

En correspondencia, Vera (2003) señala que el hogar, refiere al grupo de personas que conviven bajo el mismo techo, sean consanguíneos o no. Desde esta posición, la familia es definida por Espronceda (2002) como un sistema de parentesco, conyugal, residencial y doméstico, resaltando su funcionalidad como grupo para garantizar la socialización de la descendencia y la transmisión de la cultura. En este punto, Mesa (2003) establece un patrón de lo que debe ser la familia por regla, al integrarse por los cónyuges o compañeros, su descendencia y por otros parientes, enmarcados en el espacio físico del hogar o casa de familia (Chávez et al., 2010, p.13-14).

Los hogares o unidades domésticas son concebidos como acotaciones de espacio y tiempo, que no definen a priori la existencia y el funcionamiento de un grupo familiar.

En este sentido, afirma Díaz (2000) que cada individuo tiene su propia elaboración y representación acerca del grupo familiar, ya sea por su valor referencial o por constituir el grupo de pertenencia primario, donde cada persona construye su modelo de familia a partir del lugar que ocupa en el sistema de relaciones grupales, lo que se relaciona directamente con el plano subjetivo, ya que la familia abarca una red de relaciones mucho más amplia y sutil que las limitadas al espacio del hogar, a la vez que cumple otras funciones que trascienden sus fronteras (Chávez et al., 2010, p.13).

Clasificación de la familia. Tipología de hogar

La familia está constituida por un conjunto de individuos que tienen entre sí relaciones de origen o semejanza; y pueden ser ascendientes, descendientes, colaterales y afines con un tronco genético común (Ander-Egg, 1984, p.130).

Con el objetivo de agrupar a las familias que se perciben como semejantes, de acuerdo con determinadas características y constituidas en el marco para entender la multiplicidad de las formas de convivencia que sus miembros adoptan; Arés (2002) las clasifica, atendiendo a su composición en:

1) Nuclear: Llamada también familia elemental, simple o básica; está formada por dos adultos y su descendencia reconocida socialmente, constituyendo una relación bigeneracional; y de acuerdo a su membrecía, se cataloga en:

a) Nuclear monoparental: Existe sólo un padre con su descendencia.

b) Nuclear biparental: Existen ambos padres con su descendencia.

c) Nuclear reensamblada: Está constituida por una pareja de segundas intenciones que aportan la descendencia de matrimonios anteriores y/o comunes; cuando la nueva pareja tiene hijos en común, suele llamársele reconstituida o pluriparental.

2) Binuclear: Existe una pareja estable sin hijos.

3) Extensas: Están constituidas por más de dos generaciones (pueden llegar hasta cuatro) entre las cuales existen relaciones afectivas y de consanguinidad. 4) Extensas compuestas, extendidas o ampliadas: En la que cohabitan miembros de la familia que no proceden de las líneas generacionales directas, son personas sin grado cercano de parentesco y consanguinidad.

Por otra parte, la ONE (2005) ofrece la valoración de las tipologías que en su definición clasifican más a los hogares que a las dinámicas familiares, como: 1) Unipersonales: Está integrado por un solo individuo.

2) Nucleares: Están formados enteramente por un tipo de familia nuclear.

3) Extendidos: Están constituidos por dos o más personas emparentadas entre sí que no integran una familia nuclear, o en los que hay al menos un pariente del jefe del hogar que no forma parte de su familia nuclear.

4) Compuestos: Donde al menos uno de sus miembros no está emparentado con el jefe del hogar. En algunos casos puede ser el resultado de la convivencia de dos o más familias nucleares junto a otros parientes.

Funciones de la familia. La educación familiar; la supra función

La familia desempeña determinadas funciones para mantener su propia vida y para contribuir al funcionamiento del sistema social; constituyendo éstas, el conjunto estructurado de actividades, relaciones y aspectos encaminados a satisfacer sus necesidades. Al respecto Arés (2002) desarrolló un modelo analítico que comprende cuatro funciones familiares o "complejos de funciones" que cumple en su cotidianeidad:

1. Biosocial-Reproductiva: Se relaciona con las necesidades de procreación y reproductora de la familia, donde se generan las relaciones sexuales y emocionales de la pareja, las afectivas y de parentesco. En ésta, es importante encaminar la orientación familiar hacia cuestiones tales como la planificación familiar y el desarrollo de las condiciones favorables; a partir del análisis coherente del status y las posibilidades reales de la pareja, teniendo en cuenta la responsabilidad y el compromiso social y personal que se asume.

2. Económica: Se refiere al mantenimiento de la familia en la convivencia del hogar común, a través de la realización y distribución de tareas domésticas y rutinas cotidianas de la vida, la división de roles, la planificación del presupuesto, la satisfacción de necesidades materiales y el abastecimiento y consumo de alimentos, generando relaciones de dependencia económica entre los miembros. Ésta constituye una función determinante para el desarrollo del proyecto familiar; pues su funcionamiento inadecuado, puede desencadenar consecuencias desfavorables para los miembros dependientes de otros.

3. Cultural-Espiritual/Afectiva: Se ocupa de la transmisión cultural transgeneracional de valores y pautas de comportamiento para la formación de la identidad individual y genérica de los miembros, la matriz relacional básica y el espacio de comunicación, a la vez que, proporciona sostén emocional, protección, satisfacción y refugio. Tiene que ver, además, con las actividades para el empleo del tiempo libre en la familia.

4. Educativa-Formadora/Socializadora: constituye una supra función que deviene del cumplimiento de las anteriores, como resultado de múltiples actividades y relaciones establecidas en la familia, e incluye elementos importantes dentro de los que se destacan: la crianza, el apoyo y protección psicosocial, la culturización y socialización. Actualmente ésta función está encaminada hacia la prevención, orientación y desarrollo de las potencialidades de los miembros más jóvenes.

Dinámica familiar=relaciones intrafamiliares+comunicación familiar

La funcionabilidad familiar se corresponde con el estilo de funcionamiento de la familia, manifestándose en y a través de la dinámica familiar y sus elementos componentes. Referida esta última, al sistema de funcionamiento de las relaciones, las interacciones mutuas y las actividades que se producen en la familia en función del vivir cotidiano y la satisfacción de las necesidades comunes; se expresa mediante el modo del cumplimiento de sus funciones y la creación de los espacios para el crecimiento personal de cada uno de los miembros, según la percepción de cada miembro en cuanto a sus vivencias afectivas generadas por la convivencia y el grado de participación en la misma.

Watzlawick (1994) explica que la familia es una estructura dinámica que mantiene una estabilidad mediante procesos de realimentación (Escartín, Palomar y Suárez, 2004, p.180). De lo anterior se desprende el análisis del funcionamiento de la estructura familiar, al constituir la organización de las relaciones familiares, la cual resulta ordenada a través de los roles por los que opera la familia para delimitar los límites y la territorialidad, modificándose durante el curso de la vida familiar. Éstos, a su vez, se derivan de las normas sociales y son garantizados mediante el cumplimiento de las reglas, en función de regular la interacción y el comportamiento familiar de acuerdo a los valores de la familia y la sociedad, evolucionando a través del tiempo.

El carácter de las relaciones entre los miembros de la familia es un importante indicador de la dinámica concreta producida al interior de ésta, resultando condicionadas por la comunicación que, como proceso educativo y formativo, se basa en la calidad y cantidad de la información y en el ejemplo personal de quien la transmite, originando su propio estilo comunicativo, el cual influye fuertemente a y en sus miembros y éstos al relacionarse con los demás. En la familia la comunicación se da como un proceso de interacción social donde los miembros intercambian entre sí, a partir de la transmisión de señales y símbolos que cada uno codificará y decodificará dentro de un marco conceptual, referencial y operativo; determinando la formación de sus cualidades psicológicas y la línea de tendencia de su personalidad. Su forma está constituida por las relaciones interpersonales, y sus vínculos, con las múltiples formas de actividad y costumbres del ser humano, en tanto su contenido se refiere al nivel racional y emocional de la información.

Cumple tres funciones: la informativa, la regulativa y la afectiva[2]a la vez que constituye un medio básico en la realización de las tareas en un clima apropiado para el desarrollo familiar. Esto exige de cada miembro durante el acto de dar y recibir la información y al evaluar sus significados, el uso de formas digitales o verbales[3]y analógicas o no verbales y paralig?ística[4]donde todos actúan como emisores y receptores de mensajes y significados en dicha interacción.

La familia constantemente se enfrenta a la aparición de conflictos[5]propios de la dinámica familiar y otros externos, dada la existencia de problemas que muestran distorsiones en la comunicación, lo cual entorpece el normal desarrollo de la familia, dificultan el buen funcionamiento familiar y constituyen ciertos malestares que no se cuestionan cotidianamente; lo que puede representar un peligro o una oportunidad; ya que la forma en que se comuniquen puede favorecer o no el crecimiento familiar. En este punto la legalización[6]y la negociación[7]del conflicto se promueven a través de una comunicación adecuada.

Una buena comunicación familiar permite que se respeten los espacios, el desempeño adecuado de los roles y el establecimiento de los límites y la territorialidad, contribuyendo a la cooperación entre los miembros para la realización de las tareas asignadas. Igualmente, favorece el clima propicio para la existencia de apropiados vínculos, que ayudará a enfrentar positivamente las situaciones de cambio por las que necesariamente atraviesa la familia. Por lo que es preciso comunicarse asertiva y afectivamente, elaborar mensajes claros, escuchar y dejar hablar en el momento oportuno, dialogar, desarrollar la empatía, tolerar, reconocer y convivir con las diferencias.

Relación educativa: Familia – Individuo. Génesis del sujeto sancionado

Se comprende que el equilibrio ideológico-moral, afectivo, cultural y social de la familia, es el factor más importante y su influencia la más decisiva. Al ser el primer grupo humano con el que se relaciona el hombre desde su nacimiento y en el que realiza sus primeras experiencias sociales, se le atribuye la principal función socializadora, adquiriendo para éste una gran significación educativa. Según Ander-Egg (1984), el aprendizaje social se produce por la adquisición de hábitos y nuevos comportamientos, y la asociación repetida estímulo-respuesta (17). Así, pues, la primera dimensión del proceso de socialización del individuo, lo constituye la función educativa de la familia[8]que sirve de mediadora a la influencia formativa que ejerce la sociedad sobre éste, y donde aporta, sus valores, normas y costumbres; todo lo cual recibe de manera activa y creadora, reproduciéndola de forma novedosa y convirtiéndose en objeto y sujeto de las relaciones sociales.

La relación dialéctica sociedad-grupo-individuo permite comprender a la familia como un sistema ubicado en el nivel intermedio que contempla dos subsistemas interrelacionados e interdependientes; a nivel macrosocial (las relaciones familia-sociedad) y el microsocial (la relación familia-individuo). La interrelación e interdependencia entre estos dos subsistemas, se manifiesta en la vida cotidiana y, en particular, en la familia como ámbito de expresión de la subjetividad, en tanto reflejo activo de la realidad social (Zabala, 2010, p.92).

La familia como unidad básica de la convivencia humana, lugar por excelencia de génesis y transformación de la personalidad y de concreción y reproducción de los sujetos ideológicamente deseados[9]tiene gran trascendencia social; pues al constituir el elemento clave de intermediación entre la estructura social y la individual, desempeña un papel decisivo en los procesos socializadores (Urrutia, 2003, p.179, 185).

Pero en virtud del ciclo[10]de vida familiar no siempre se desarrollan en las mejores condiciones y lejos de contribuir a la socialización, pone trabas a ésta, introduciendo valores cuyos contenidos conforman un proceso de transformación, afectando a todas sus estructuras y otros procesos asociados (Zabala, 2010, p.93).

De aquí que, según Rivero (1998), puede reproducir patrones saludables o distorsionadores de los procesos de aprendizaje de vida, que pueden no ser funcionales a los fines del sistema dominante y constituir, entonces, un terreno de choque y de cambio, convirtiéndose ella en un elemento de ruptura. En este punto, se relacionan los efectos que podrían derivarse de la existencia y la reproducción de las inadecuadas pautas de crianza[11]y un conjunto de fenómenos negativos[12]que expresan debilidades en el proceso socializador de

las jóvenes generaciones, que muchas veces no encuentran la debida resistencia en la ideología familiar, pues, en cierta medida, están asociados al modo de vida familiar[13]y a patrones internalizados y proyectados por los miembros adultos de la familia (Urrutia, 2003, p.179, 182, 186).

Son incuestionables los vínculos entre la familia y los diversos comportamientos transgresores de lo socialmente instituido. Las fallas en su función socializadora, habitualmente, conducen a transgresiones diversas que alejan a los individuos de los preceptos y valores que la sociedad desea reproducir; los que son totalmente opuestos y que, en términos generales, podemos llamar actitudes antisociales y delictivas. Los grupos familiares que favorecen la aparición de tales manifestaciones, se caracterizan por peculiaridades moralmente negativas y perniciosas que dañan sensiblemente a las personas sometidas a su influencia[14]alejándose de los fines sociales provechosos e individualmente constructivos (Lugones, 1985, p.201).

Las transgresiones de los jóvenes se originan como defectos, principalmente, de la educación familiar en el desarrollo de su formación personal, al mismo tiempo por las fallas en los mecanismos sociales de influencia positiva sobre él. Esta confluencia en el tiempo de factores y condiciones que la propician y permiten su desarrollo con su insuficiente accionar, genera afectaciones que van más allá del marco individual, afecta a la familia y, a su vez, es afectado por ella.

La influencia nociva del lugar de convivencia y el medio familiar se evidencia cuando, además, no existe otro contrapeso positivo en la interacción con otros elementos sociales como son el marco estudiantil y el círculo de amigos. Aquí se incluyen las relaciones familiares y otras de carácter estable que forman una unidad dialéctica particular y única; las que conforman o ayudan a asentar la transmisión de valores contrarios al desarrollo de la sociedad, expresada a través de una insatisfactoria formación moral de la personalidad la cual facilita una decisión amoral para satisfacer una necesidad.

Para Ibarra (1995), la educación supone un proceso de interacción entre las personas que intervienen enseñando y aprendiendo simultáneamente en un interjuego de relaciones personales que le confieren una dinámica particular a este proceso. Comprender su carácter integrador, es una actividad permanente que integra a todos los miembros de la familia, los que deben acometer coherentemente las diversas acciones necesarias para su participación activa en la educación de sí mismos (p.65-67). Hacia esta dirección, se impone con mayor fuerza el nivel de atención primario, de orientación y prevención del trabajador social, en función de reforzar las influencias educativas y lograr la convergencia de sus objetivos, recursos y procedimientos educativos que potencien el desarrollo de la personalidad de cada sujeto de forma armónica y consistente, en tanto prevenir el rompimiento del núcleo familiar, en caso de la existencia de conflictos. Es necesario destacar que las conductas antisociales y delictivas unido a las formas incorrectas de educación, no pueden ser eliminadas de manera espontánea sino que resulta imprescindible elaborar y poner en práctica medidas sociales sobre bases científicas que permitan enfrentar, con más eficiencia este fenómeno, en especial, todo lo relacionado con el trabajo social en el medio familiar, ya que en éste, es donde con mayores posibilidades, pueden ser desarrolladas.

Bibliografía

  • Ander-Egg, E. (1984). Diccionario del Trabajo Social. (10ma.ed.). México, D.F.: Ed. "El Ateneo".

  • Arés, P. (1984). Mi familia es así. La Habana: Ed. Ciencias Sociales.

  • Arés, P. (2002). Psicología de Familia. Una aproximación a su estudio. La Habana: Ed. Félix Varela.

  • Castellanos, R. (2003). Psicología. Selección de Textos. La Habana: Ed. Félix Varela.

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  • Coy, E y Martínez, Mª del C. (2009). Desviación social: Una aproximación a la teoría y la intervención. (2da.ed). La Habana: Ed. Félix Varela.

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  • Domínguez, L. (2003). Psicología del desarrollo: adolescencia y juventud. Selección de lecturas. La Habana: Ed. Félix Varela.

  • Escartín, Mª J.; Palomar, M.; Suárez, E. (2004). Introducción al Trabajo Social II. (Trabajo social con individuos y familias). (2da.ed.). La Habana: Ed. Félix Varela.

  • Escartín, Mª J. (1998). Manual de Trabajo Social. (Modelos de práctica profesional). (2da.ed.). Alicante: Ed. AGUACLARA.

  • Lugones, O. (1985). La delincuencia. Problemas teóricos y metodológicos. La Habana: Ed. Ciencias Sociales.

  • ONE. (2005). Informe Nacional del Censo de Población y Vivienda. Cuba, 2002. Oficina Nacional de Estadísticas. La Habana.

  • Urrutia, L. (2003). Sociología y Trabajo Social Aplicado. Selección de Lecturas. La Habana: Ed. Félix Varela.

  • Zabala, Mª del C. (2010). Familia y pobreza en Cuba. Estudio de casos. Centro Félix Varela. La Habana: Publicaciones Acuario.

 

 

Autor:

Julia Vassallo Gámez

[1] Oficina Nacional de Estadística que llevó a cabo el más reciente censo de población efectuado en el país (utiliza el hogar como fuente y herramienta fundamental, que, aunque determinan las tendencias y características sociodemográficas familiares en determinados períodos, no dan cuenta de las modificaciones que se producen en las relaciones familiares).

[2] Produce frecuentemente el nivel analógico de la comunicación, originando fenómenos de doble vínculo, trayendo consigo la metacomunicación.

[3] Se emplea el lenguaje y las palabras, constituyendo el código más generalizado, el oral.

[4] Se realiza a través de la cara, el cuerpo, la voz, utilizando indicios extraverbales e imágenes.

[5] Se manifiestan frecuentemente a través de emociones, palabras obscenas, comparación con terceros, reclamos sin respuesta, y el no reconocimiento individual de la causa de un problema, produciendo efectos acumulativos de las incomprensiones no expresadas.

[6] Se reconoce la existencia del conflicto y la necesidad de solucionarlos.

[7] Proceso mediante el cual las personas implicadas construyen un acuerdo, al definir intereses que se perciben incompatibles a partir de un conocimiento profundo del mismo. Avanza en la medida en que se genera el respeto y la confianza y se abren expectativas positivas entre las partes, al transmitir mensajes positivos, clarificar aspectos dudosos y malentendidos, y disminuir las malas percepciones y las diferencias que puedan entorpecer el proceso.

[8] En 1975 y 1978 aparece reconocida en el Código de la Familia y en el de la Niñez y la Juventud, respectivamente, la familia como célula elemental de la sociedad y su autoridad en la formación moral, física y espiritual de sus miembros más jóvenes, dada la obligación de conducir su desarrollo integral; formalizándose en 1986, en el Programa del Partido aprobado en el Tercer Congreso y, en 1992, en la versión modificada de la Constitución Cubana.

[9] La no construcción de metas, objetivos y propósitos familiares, puede ser un obstáculo en el alcance de los fines ideológicamente planteados.

[10] Son las etapas que vive una familia, basándose en las periodizaciones de formación/constitución, ampliación/expansión/extensión y ruptura/disolución, las que suponen potenciales crisis transicionales.

[11] Podrían afectar al desarrollo individual del sujeto, al no potenciar su coherencia e inteligencia, a la vez que condiciona con rasgos negativos en el surgimiento de la personalidad.

[12] Tales como: desajuste en la comunicación intergeneracional, indisposición a asumir responsabilidad social, innovación delictiva, nuevas vías de materialización de aspiraciones por los jóvenes (delito, prostitución, drogas, mercado negro, etc.).

[13] Forma en que se despliegan las funciones familiares en las condiciones de vida concretas y la actividad vital de la familia, según las circunstancias inmediatas.

[14] No todas las influencias actúan del mismo modo, ni con igual intensidad sobre cada individuo.