Indice1. Introducción 2. Conclusiones
Parece que por regla cualquier exposición debe empezarse por la conceptualización del tema a tratar. En este caso habría que comenzar dando los conceptos de dignidad, primero, y luego, de Derechos Humanos. En este sentido es menester diferenciar la condición humana de la dignidad humana. Pero ¿cómo definir la dignidad humana? El problema es que, como señala Elías Neuman en un diálogo con Antonio Beristain, dos grandes criminólogos de actualidad, al referirse a este interesante tema nos dice: "dignidad humana" y "derechos humanos" encierran conceptos de universalidad capaces de traspasar cualquier sistema político-social. Son valores idénticos que no sólo deben sentirlos todos los habitantes del planeta, sino hacerse efectivos por sobre las contradicciones de cualquier formulación o interés. Hay cosas que se viven o sienten, pero que no se pueden definir. Así, uno puede ignorar lo que en realidad es la dignidad, y entender muy bien lo que es la humillación. De ahí que cualquiera sea la circunstancia en la que se halle el ser humano, no pierde o no debe perder la dignidad. A pesar de la dificultad de definir la dignidad, a nadie le puede molestar que ella constituya la suma de las virtudes y atributos humanos. Por eso es que, como veremos luego, se pueden perder o ver limitados ciertos derechos aún los fundamentales mas no la dignidad, o por lo menos es reclamable. Semánticamente es un concepto adjetivado atribuido a una persona individual, física, natural, pero que dadas las circunstancias, también se aplica a las personas colectivas. El Estado, conocido también como "Nación", ya que así como se habla del "Estado boliviano", también se menciona, y es corriente, a la "Nación boliviana", personas colectivas a las que se le puede atribuir DIGNIDAD. De esta manera la dignidad pasa a ser un atributo de la persona, así como "bueno", "malo", "bondadoso" o cualquier otro. Una muestra actual y bastante clara la dio el pueblo guaraní cuando dice que va suscribir un "tratado de paz" con España. Es de resaltar que este pueblo kereimba (guerrero) e indómito nunca se sometió a la corona española. La DIGNIDAD como atributo de toda la colectividad exige de ésta y de cada uno de sus componentes una actitud que la haga merecedora. Al hablar de derechos humanos se requiere necesariamente poseer vida, existir realmente, entonces la dignidad se hace patente. En el Art. 6 de la constitución política del estado boliviano se instituye que "la dignidad y la libertad de la persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado"; precepto recogido del artículo I de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que dice: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros" Así empieza a enmarcarse jurídicamente la DIGNIDAD como fundamento de los derechos reconocidos a todos los seres humanos, cuyo conjunto se expresa en el Estado o la Nación. Esta y no otra es la razón por la que el precepto constitucional referido primero hace referencia a la DIGNIDAD y luego pasa a enumerar los derechos y garantías. ¿Qué se precisa, entonces, para reclamar el reconocimiento y respeto de los derechos humanos? Poseer ante todo y sobre todo DIGNIDAD, hay que ser digno a poseer tales derechos. Con la globalización actual que abarca todo el quehacer humano, y hasta el pensar, ya que todos piensan de modo liberal, el derecho nacional está siendo abarcado por el derecho internacional. No nos detengamos, entonces, en los derechos individuales, sino en el derecho colectivo, en la dignidad colectiva que irradia al individuo, aunque bien puede ser del individuo a la colectividad. En este sentido, la DIGNIDAD es un valor, que vale, por lo que la dignidad debe ser objeto de valoración por los que valoran. No es posible reclamar la vigencia y reconocimiento de los derechos si no se tiene merecimiento para ellos. Se puede decir que es suficiente vivir para ser merecedor de los demás derechos, acorde con la opinión del insigne Prof. Eugenio Raúl Zaffaroni, quien sostiene que "es también más o menos obvio que el Derecho Humano a la vida es prioritario en el marco de los derechos humanos o, al menos, lo señala de modo preferencial un elemental dato óntico. Sin vida no hay posibilidad alguna de ejercer los restantes derechos humanos". Pero o olvidemos que la dignidad es el fundamento de los derechos humanos. La dignidad es una expresión del alma que aflora en el cuero y por ello vence todos los peligros y adversidades, permitiendo la realización de los derechos que universalmente se le ha reconocido a todo hombre por su sola condición humana; sin embargo, este hombre con tantos derechos, ha "encontrado más peligro entre los hombres que entre los animales", como señalara Federico Nietzsche. El que no posee virtudes no puede ni siquiera dormir bien y esto es lo que pasa con aquel (hombre o pueblo) que carece de dignidad, por eso mínimamente se debe aspirar a una buena reputación y a un pequeño tesoro. Toda la imperfección existente y que nos rodea es lograda por el hombre y si queremos que ella no exista, el hombre debe ser superado, por eso hay que amar as virtudes, la dignidad: HAY QUE SER DIGNO. Hay quienes hablan mucho de dignidad y virtud. Y no entienden nada de la dignidad porque se arrodillan y extienden la mano en busca de la dádiva, del regalo. Pretendemos ser misericordiosos y nos estamos acostumbrando a que nos tengan misericordia. Por la vía de la misericordia se pretende lograr lo que no por la dignidad. En cuanto a Bolivia se refiere, se trata de justificar nuestra falta de dignidad atribuyéndonos la condición de país pobre y subdesarrollado. Nada más falso, si bien no estamos al día con los avances de la tecnología de punta de los países llamados del primer mundo, no quiere decir que seamos pobres. ¿Quién ha dicho que el desarrollo es felicidad? Más bien, el escritor tarijeño William Bluske Castellanos sostiene que el "subdesarrollo es felicidad". Con sobrada razón dice este insigne escritor tarijeño que "… la felicidad es un estado espiritual y no un resultado de la técnica y el desarrollo". Claro que habría que especificar a qué pobreza se hace referencia. En este sentido de repente la sentencia resulta cierta, ya que como sostiene Juan Renjifo Llanos en su artículo intitulado "Bolivia… un país pobre", publicado en la página Editorial del Diario El Deber del 26 de mayo de 1999, "hay pobreza en el respeto a las leyes y pobreza en dignidad, honor, justicia y verdad. Hay muchos pobres de conciencia y de las principales virtudes humanas que empobrecen el espíritu y el alma. En fin hay mucha pobreza en buenas costumbres como hijos, como padres, como maestros, como esposos, como verdaderos amigos, como líderes, como autoridades, como políticos…" Esta y no otra es la pobreza que nos sacude hasta los tuétanos.
He comenzado, como ven, refiriéndome de manera sucinta para cumplir con nuestro cronograma, a la DIGNIDAD humana. Ahora bien, en cuanto a los Derechos Humanos debemos señalar que ellos se asientan sobre valores creados por el hombre porque responden a su propia naturaleza. Es decir, los derechos humanos son inmanentes a la naturaleza humana, o dicho de otro modo, son esenciales a su propia naturaleza. El ser humano nace con ellos, están en él, nadie se los otorga ni reconoce ni siquiera el Estado, porque derivan de la ley natural. Debemos convencernos definitivamente que no es el Estado ni la ciudad ni la familia los que han hecho al hombre, sino, como dice Tristán de Ataide, citado por Pablo A. Ramella en su libro "Los Derechos Humanos", "el hombre existe, como hombre, en la sociedad o fuera de ella. Ésta es apenas una necesidad condicional, un medio para que aquél realice mejor su finalidad completa". Por eso es mejor que, siendo los derechos atributos inseparables de la persona humana, deben ser respetados sin reparo ni distinción alguna. Así está reconocido en el código social elaborado por la Unión Internacional de Estudios Sociales de Malinas, que dice: "Teniendo el hombre un destino personal, la sociedad es para él el medio necesario que le ayuda a alcanzar su propio fin. Sus derechos dimanan de su naturaleza". Cuando el hombre vio peligrar sus derechos, creó su "Dios Mortal", el Leviatán de Tomas Hobbes, y desde entonces el Estado está obligado a reparar las medidas lesivas de la libertad, de la propiedad, del honor, y de la salud de todos, que deben respetarse las minorías étnicas y devolverse a la persona humana la dignidad que Dios le concedió desde el principio, oponiéndose a la explotación de los hombres por el hombre. Ninguna razón de Estado puede justificar a violación de los derechos primordiales del hombre. Para una mejor comprensión de lo dicho, he traído las expresiones del extinto presidente argentino Juan Domingo Perón que en 1950, en un mensaje al parlamento, dijo: "Frente a un mundo absolutamente dividido en dos fracciones diametralmente opuestas de individualismo y colectivismo, nosotros realizamos en nuestros país, y proponemos a la humanidad, la doctrina del equilibrio y la armonía del individuo y la colectividad por la justicia social que dignifica al trabajo, que humaniza el capital, que eleva la cultura social, que suprime la explotación del hombre por el hombre, que produce la realidad positiva de los derechos del trabajador, del anciano, del niño y de la familia, de tal manera que el "nosotros" de la sociedad se realiza y perfecciona por el yo individual, dignificado como persona humana". "La validez universal de los Derechos Humanos –dice Paloma Durán L:_ es una cuestión práctica referida a la ratificación, por las naciones del mundo, de la Declaración Universal de 1948 y los pactos internacionales posteriores de las Naciones Unidas". Históricamente se sostiene que los acontecimientos que pueden considerase fuentes de los Derechos Humanos, son las ideas reformadoras de Martín Lutero (1517) expuestas en sus 95 tesis sobre la venta de indulgencias de la Iglesia católica, hasta ese momento homogénea. A las ideas y tesis luteranas se adhirió Calvino con similares tendencias, provocando una creciente que fue discriminándose por toda Europa y llegaron a América como sectas protestantes. Sumóse, a esos hechos eminentemente ideológico-religiosos surgidos por necesidad de tolerancia y libertad de conciencia que se consolida, el advenimiento del pensamiento capitalista seriamente cuestionado por Marx, que ve en la sociedad de mercado la formación de una plebe que se mantiene en el nivel mínimo de subsistencia, y reclama que el Estado debería asumir la función garantista de la dignidad humana. En síntesis, los sistemas políticos de las sociedades occidentales han tenido que atravesar etapas perfectamente delimitadas: desde el régimen feudal al Estado absoluto, para pasar al Estado Liberal donde harán su aparición los derechos fundamentales, bajo el principio de igualdad de derechos, basado en la autonomía individual y su desarrollo. La idea central que podemos encontrar en todos los momentos históricos, será el reclamo por la vigencia de la dignidad humana. En cada época esta dignidad se realiza de acuerdo con las condiciones económicas, sociales, culturales y políticas, y sólo en el mundo moderno a través de los derechos fundamentales. El Art. I de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, transcrito arriba, dice que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". A continuación el Art. II, sostiene: "Toda persona tiene los derechos y las libertades proclamadas en esta declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía".
Ambos preceptos han sido recogidos en el artículo 6 de la constitución política del Estado Boliviano, ley suprema del ordenamiento jurídico nacional.
La libertad es la máxima expresión de la dignidad y de los derechos humanos. En ella se hallan subsumidos ambos conceptos. La negación total y absoluta de la libertad es la esclavitud, proscrita en los ordenamientos jurídicos de todo el mundo civilizado. En nuestro país, en el artículo 3 de la constitución política del estado de 1880, se lee: "La esclavitud no existe en Bolivia. Todo esclavo que pise territorio boliviano es libre".
Bajo esos principios universales y constitucionales se yergue el Derecho Penal como órgano de control social garantista, dirigido a proveer seguridad jurídica al conglomerado social, a través del aseguramiento de la dignidad y de los derechos humanos cuando ellos resultan lesionados por acciones contraventoras del ordenamiento jurídico nacional e internacional, de ahí que se exprese en un catálogo conductual bajo normas prohibitivas e imperativas que todos estamos en la obligación de observar, es decir, Actuar conforme a derecho.
Ya Rouseau señalaba que "la obediencia a la ley que se ha prescrito es la libertad".
La libertad es la medida que determina el ejercicio de los derechos. Cuando la Ley suprema dice en el Art. 7: "Toda persona tiene los siguientes derechos fundamentales, conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio: a) A la vida…", debemos entender no como derecho a vivir, sino como el derecho a disponer de la propia vida. Nadie puede quitar la vida a otro, ni siquiera el Estado, por eso la pena de muerte esta proscrita. Esa es la razón por la que no esté penado el suicidio y sí el homicidio. La ley penal no protege la "cosa en sí misma", sino la "relación de disponibilidad" del titular de la cosa. Ahora bien ¿qué precisamos para ejercer plenamente los derechos sean fundamentales o no? En primer lugar tenemos que despojarnos de la miserabilidad humana, ser dignos de ser seres humanos, orgullosos de nuestra estirpe zoológica. Darnos cuenta del rol protagónico individual. Alguien dijo que en este pueblo todos quieren ser caciques, ninguno indio. ¿Y qué de los valores éticos y morales? Estos parecen haber desaparecido por completo. Aunque esto suene apocalíptico, estamos siendo testigos, sino protagonistas, de la pérdida paulatina del respeto, estima, dignidad y hasta despersonalización, en suma de la pérdida de valores de la sociedad boliviana en los últimos tiempos. No todos pueden ser directores generales o propietarios de empresas comerciales o industriales. ¿Qué harían los arquitectos e ingenieros con sus grandiosos planos y proyectos si no hubieran albañiles? Y ¿qué harían los compositores y los directores de orquesta si no hubieran músicos? –Dice Otto Goldman en su obra citada. Bastan estas dos interrogantes para darnos cuenta de cuan importante somos en el puesto que nos corresponde actuar, sin que ello signifique un menoscabo de nuestra dignidad. Este es el punto de convergencia de todas las profesiones y aptitudes, todos los actos y los méritos, el respeto mutuo que hace posible la convivencia pacífica. Dentro de cada actividad que se desarrolle simplemente pretendamos ser el mejor. Nada más. Esta es la lucha que se debe emprender día a día. Hagamos las cosas por placer y superación y no solamente por dinero. Cuando Dios mandó al hombre: "Dominad la tierra", le dijo que trabajara honradamente y transformara lo que en bruto había creado sobre ella, por el bien de todos; muchos fueron los que a través de la historia se dedicaron al logro de esa transformación para el bien de todos. Sólo así se explican las grandes obras, bellas y útiles producidas por el hombre, aunque no faltaron los que se preocuparon por la deformación y destrucción del mundo. Contradicciones propias y necesarias de un mundo donde hay diferencias, así, "han usado el acero no sólo para fabricar arados y tractores sino también para bayonetas y tanques; de los extractos vegetales no sólo han hecho medicamentos, sino también para los asesinatos en masa y destrucción", nos dice con toda claridad Otto Goldman. El gobierno habla de un Plan de Dignidad Nacional, pero para hablar de dignidad nacional primero tenemos que hablar de dignidad personal: "Aquello que es el hombre eso es la humanidad". Sin embargo, hay hechos, o actos, mejor dicho, que desvirtúan todo sentido de dignidad y son los criminales. Conductas descriptas en el código penal como delitos. El país que vive en el delito o del delito carece de dignidad, y no son todos los delitos, sino aquellos que afectan en mayor medida la dignidad, porque los delitos, de diversa gravedad, existieron en toda la historia desde que el hombre se organizó de la manera que ahora se halla organizado, pasando por todas las etapas que la sociología nos enseña por la boca de H. Lévy-Bruhl, en su obra "Sociología del Derecho". Por eso nada nuevo se tiene que decir. Basta con señalar que esta sociedad es imperfecta. Sin embargo, a pesar de la imperfección reclamamos el reconocimiento y respeto a los derechos humanos. Decía que hay delitos que realmente degradan al ser humano a nivel de animal inferior, pero es como dice Franceso Carnelutti, el delito es un acto de incivilidad, porque si fuéramos realmente civilizados no realizaríamos ninguna de las conductas descriptas en el código penal. Este catálogo describe conductas para que no las realice el ser humanos, por eso las conmina con una pena. Cada uno de los hechos recriminables constituye un atentado contra los derechos de los demás, aparte de aquellos que el individuo por sí solo manifiesta en su comportamiento que deben ser delitos pero que no se hallan descriptos en el código penal, como por ejemplo, la condición de "humildad" (entre comillas), porque ninguna persona debe sentirse "humilde" (sigue entre comillas) en el sentido peyorativo, es decir como un ser que merece misericordia de sus semejantes. Es posible que esa misericordia no provenga de Dios, pero nunca de otros seres humanos iguales. El ejemplo mayor lo tenemos con el narcotráfico. Bolivia supuestamente ocupa un lugar preponderante en este delito cuyo bien jurídico protegido es impreciso; y en corrupción, figura jurídica que tiene muchas manifestaciones. Nunca se detuvieron ni por un momento a pensar en el enorme daño que le inflingen a la sociedad en su conjunto a través de la corrupción y deshumanización individual. Han visto, eso sí, la facilidad con la que por ese medio pueden ganar mucho dinero sin esfuerzo alguno, porque se dieron cuenta que el dinero es el motor del mundo, la fuerza motriz que impulsa al hombre y lo mantiene en movimiento. El dinero gobierna al mundo y también al hombre, dice Otto Goldman en su opúsculo intitulado "Lo que importa es ganar dinero", publicado en 1996. Quizás el individuo que pugna por hacer dinero, aunque sea de mala manera, en algún momento ha meditado sobre el riesgo de sus acciones; pero siendo tanto su apetito de enriquecimiento, el riesgo corrido únicamente encarece el servicio. Total no le gusta el trabajo honrado, aquél que dignifica al humano. Ignoran que el trabajo ya es una categoría de "valor". No hay nada que hacer, el economicismo se ha apoderado del mundo y del alma y espíritu del hombre. Éste ya no tiene conciencia, ha perdido su dignidad. El dinero fácil proviene de menos trabajo, del menor esfuerzo, mayor tiempo libre. Han despojado al trabajo de su valor profundo y del dinero han hecho un ídolo, sin darse cuenta que como todo ídolo es frío y duro. Este preciado ídolo ha sido y es el causante de los más grandes crímenes, traiciones, asesinatos, infidelidades y crueldades. Por creer que el dinero es lo más importante en la vida, se destruye la persona y la felicidad, si no echemos una mirada en las celdas carcelarias o policiales donde guardan detención aquellos que pretendieron ser ricos de la noche a la mañana en base a la corrupción, actitud nada razonable porque se olvidó el hombre que la dignidad es el único valor del ser humano que está por encima de los otros valores, su auténtica realidad, porque es la forma con la que nos asemejamos a Dios. No nos vamos a detener en el análisis de las figuras penales, más bien nos vamos a referir a los comportamientos que tienen directa relación con el ejercicio de los derechos humanos. Si hemos hecho referencia a los delitos es porque queremos resaltar que los derechos humanos son reclamables únicamente cuando nos comportamos conforme a las normas y no cuando las transgredimos. Toda violación a la norma es una negación de los derechos que la naturaleza nos proporciona porque perdemos dignidad. La dignidad entonces se constituye en el fundamento de los derechos humanos, queremos decir que si no tenemos dignidad no podemos reclamar el reconocimiento ni la vigencia de nuestros derechos, aunque ellos se hallen reconocidos por las instancias internacionales y nacionales como tenemos señalado arriba. Un individuo que no se precia a sí mismo no puede de ninguna manera exigir que se le reconozcan sus derechos. Lo propio ocurre con una nación que se ha desidentificado o sencillamente vive en el delito o la miserabilidad. No es pecado ser pobre de solemnidad, lo que es repudiable es el hecho de que no sepamos aceptar esta condición grandiosa a los ojos divinos y nos ocupemos de pretender superar la situación merced al delito o al regalo. Toda vez que aceptamos un regalos perdemos parte de nuestra dignidad. Un obsequio siempre es un compromiso que se debe retribuir, y cuando no se está en condiciones de retribuir es signo de dependencia, de sometimiento. Hay instituciones que se prestan, so pretexto de dar soluciones al problema de la pobreza, para instigar y hasta determinar a la colectividad a la pérdida de la dignidad. El 26 de mayo de 1999, se publicó en el diario EL Deber una noticia que da cuenta que los obispos paceños, a obre dela Iglesia Católica, pedirán la "condonación de la deuda externa de Bolivia", con la advertencia falsa de que "no es para no pagar la deuda"; pero es que ¿acaso condonación no significa no pago de la deuda? Condonación no tiene otro significado que el de perdón. Lo que se está pidiendo es que se nos perdone la deuda. Con ese fin se han dado a la tarea de recolectar firmas de los ciudadanos. Claro que en La Paz todos van a firmar porque creen erróneamente que de ese modo están defendiendo los intereses de las "clases" o "población" (entre comillas) más desfavorecidas, amén que a ellos les agrada el fenómeno de la rebaja por todo y por nada. Actitud no recomendable para ser dignos de mejor suerte. ¿Qué país o institución financiera tendría confianza en Bolivia como país si en vez de honrar sus compromisos económicos pide que al final le regalen el dinero que inicialmente le fue dado en calidad de préstamo? Haciéndose eco de esta interrogante, el monseñor Terrazas, obispo de la diócesis cruceña y presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia, en el mismo diario El Deber, del 31 de mayo de 1999,dijo: "No basta pedir que se nos perdone la deuda externa, hay que pedir también que se haga justicia. No es posible que nos perdonen una deuda dejando a los que robaron la plata o los que malgastaron libres, tranquilos y felices gozando de ese dinero que nos tiene oprimidos a todos los que vivimos en este país". Y continúa llamando la atención a los gobernantes ya quienes administran justicia para que "pongan la ley donde debe estar, porque ese dinero que ha venido al país y no se ha invertido en lo que se debe, anda en bolsillos y cuentas particulares". "No es posible –dice- que estos señores estén regordeándose y diciendo que vayan a pedir perdón y que nos manden más plata para dilapidar una vez más". Termina haciendo referencia a la dignidad nacional cuando sostiene que "no son capaces (los gobernantes) de buscar una salida que dignifique al país":No pudo el Monseñor Julio Terrazas ser más claro y concreto en su apreciación de la dignidad. Otra cosa muy distinta, pero también violación de la dignidad es el tratamiento penológico que brinda la justicia tardía a los encausados por un hecho delictivo, cuya explicación criminológica es realmente desalentadora a la luz de los derechos humanos. Pero no todo es cuestión de ejecución de la pena, sino que la violación a los fundamentales derechos de la persona humana subyacen en la misma ley sustantiva y adjetiva, lo cual ha sido denunciado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos en un estudio e informe pormenorizado de las legislaciones de los países suramericanos. La eficacia de las cárceles para el cumplimiento de los fines de la pena viene siendo cuestionada desde hace mucho tiempo, toda vez que constituyen reservorio de presos sin condena que viven hacinados sin consideración alguna a su condición humana. Este tratamiento ha motivado levantamientos y huelgas de los reclusos en justo reclamo de su dignidad. Mucho hay que decir sobre tan delicado tema, pero este no es justamente el escenario adecuado. Me doy por satisfecho por la atención que sobre el tema se me ha prestado y agradezco a ustedes profundamente.
- La dignidad es un atributo de toda persona sea individual o colectiva.
- Es condición previa para el reconocimiento de los derechos humanos la dignidad.
- Los derechos humanos son inherentes a la naturaleza humana. El hombre nace con ellos.
- Los preceptos constitucionales sobre la dignidad y los derechos humanos han sido tomados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
- El delito es una negación de los derechos humanos y de la dignidad, por ser un acto de incivilidad.
- La justicia que viola la dignidad humana no es justicia.
Autor:
Blas Aramayo Guerrero. Master en derecho penal y constitución, catedrático de derecho penal y clínica forense en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, Santa Cruz de la Sierra – Bolivia