Severo se queda murmurando, "Jazmín, Jazmín, Jazmín", nunca escuché ese nombre.
Leocadio empezó a afinar el instrumento y luego a interpretar un tema bailable (Huaylash) cuando terminó todos los presentes se quedaron admirados cómo interpretaba bien la música de su repertorio, "que cante, que cante", le pedían. Al cabo de un rato empezó a cantar: "soy un jardinero, jardinero de amor, cuando encuentro una flor la cuido como la niña de mis ojos, esa flor, esa flor, se llama Jazmín, Jazmín"
-¿Quién está cantando? –pregunta uno de los invitados.
-Es aquel muchacho gordo medio bizco, que al comienzo estaba callado y cuando le dieron aguardiente caliente se entonó y mira cómo canta, parece un profesional.
Y desde ese momento no le dejaron cantar y tocar al arpa a Severo y él, desde lejos, le miraba incrédulo mientras que Jazmín y otras muchachas se le acercaban con frecuencia a pedirle canciones o que improvisara algunas con el nombre de ellas.
-Primo, primo, ese gordo me quitó la felicidad, todo porque canta y toca el arpa bonito, nadie se fija en mí, ¿Te das cuenta?
-No llores, no llores, practica más y verás que tú le vas a ganar en otra ocasión.
Pasaron las horas y eran ya las cuatro de la mañana y a Leocadio no lo querían soltar las muchachas, hasta que con tanta insistencia lograron parar la música y a duras penas lo subieron al carro y lo llevaron al cuarto de Alfonso hasta que le pasara la borrachera. Mientras Severo se lamentaba por la pérdida de su primer amor, en su mente sonaba la dulce voz de Jazmín, Jazmín, y él no podía hacer nada porque ella le había dicho que le gustaba mucho los verdaderos artistas y él apenas sabía ocho canciones ya pasadas de moda, y así se quedó dormido.
-¡Alfonso, Alfonso! ¡Primo, primo! Despierta, mira que ya es la una de la tarde ¡Santo Dios! ¡Yo tengo un pedido importante en el comedor de los empleados para mañana y mira que hora es!
-Ay, ay mi cabeza, tengo ganas de vomitar ¿Dónde está el baño? –decía Leocadio que se levantó pálido.
-Por ahí, por ahí –le decían.
-¿Ahora qué hago primo?
-No te preocupes, yo te voy a dar el carro, así compra las verduras y con la misma vuelves, pero antes tenemos que devolver el arpa y a este aguafiestas.
-Yo no voy a la casa de Don Roque, recuerda que ayer dijo hasta las dos de la mañana y su nieto no debía tomar ni una gota de alcohol, ¿Lo recuerdas?
-¡Claro! ¿Cómo vamos a hacer para devolverle a este infeliz? Por culpa de este casi no bailé en la noche.
-Y qué dices de mi, yo perdí a Jazmín por culpa de este metiche… toma Leocadio, muerde canela, así tu abuelo no te olerá, masca, masca…
Se subió al carro Leocadio, el arpa y el primo Alfonso, se fueron con rumbo a la casa de Don Roque mientras Severo se quedó esperando y esperando marcaron las cuatro de la tarde y su primo Alfonso no regresaba, seis de la tarde y Severo daba vueltas y vueltas pensando cómo solucionar el pedido importante que tenía con el comedor de los empleados, fue hasta el paradero de los colectivos y le dijeron que salía mañana a las diez de la mañana y otro carro no salían antes y entonces regresó nuevamente a la casa de su primo y eran ya las siete de la noche… sonaron las nueve cuando Alfonso se apareció.
-Disculpa primo, lo que pasa es que no sabía cómo explicarle a Don roque lo sucedido el día de ayer y cuando volvía me encontré con Hortensia y tuve que llevarla a ella y a Jazmín para su casa, esas mujeres no hacen otra cosa que hablar de ese gordo bisco, que cómo canta lindo, que cómo toca el arpa lindo y todo lindo, como tú dices, yo no entiendo a las mujeres, bueno ya estoy aquí y toma la llave del carro y ve a hacer tu negocio.
Como pudo, Severo Callupe se subió al carro y tomó rumbo a Cajamarquilla, eran las diez de la noche cuando salió de Cerro de Pasco, en el trayecto pensaba "si yo pudiera cantar mejor y tocar mejor el arpa estoy seguro que Jazmín me haría caso, pero por más que escucho no puedo aprender a entonar mejor", ¿Qué haré? ¿Qué haré? Mmm, Jazmín, Jazmín, Jazmín, qué bella eres y tu nombre suena precioso, nunca sentí así antes, Oh, Jazmín, cuánto te amo, te amo locamente y tú te quedarás grabada aquí en mi corazón.
Y de un momento a otro sintió que el carro empezaba a emitir un sonido raro, rodó una media hora, perdió fuerzas otro poco más y se quedó varado. "Ay, Diosito lindo qué le habrá pasado a este carro y para colmo yo no sé nada de mecánica, ¿Qué haré? ¿Qué haré?"
…¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? Son las once de la noche y a esta hora casi no pasan los carros, los únicos que pasarán serán los de la empresa de buses que van a la selva a eso de las dos de la mañana y si me pongo a caminar de aquí hasta La Quinua está más o menos a una hora o de lo contrario, si voy hacia abajo está Chicrín por lo menos cuarenta y cinco minutos a una hora también y se llevan el carro, no, no, mejor me quedo aquí y en cuanto algún carro pase por aquí le pediré ayuda.
Se quedó dentro del carro y a través de la ventana del vehículo se podía ver una hermosa luna llena de junio y ahí afuera estaba haciendo un intenso helaje, en eso que se encontraba sumido en su pensamiento ligeramente se escuchó el sonido de un arpa y Severo se puso de sobresalto ¿Un arpa? ¿Un arpa? No, es la idea que me persigue de la fiesta de anoche, se dijo así mismo. Otra vez se escuchó el sonido de un arpa, esta vez más fuerte, ¡Un arpa! ¡Un arpa! ¡Si, es un arpa! Pero, ¿Aquí? Yo no veo casa o algo así.
Se bajó del carro y se dejó llevar por el sonido; caminó y caminó llegando hasta un riachuelo; continuo caminando y se perdió el sonido, luego se adentró un poco más y observó una especie de mini catarata con una luna preciosa, las aguas que caían parecían hilos de plata, se quedó otro rato más esperando escuchar más el sonido del arpa pero no continuó ese precioso sonido, al cabo de dos horas volvió a su carro pensativo y podía aún percibir el sonido claro y bien timbrado del afinamiento del arpa. Encontrándose ya dentro del carro Severo se preguntaba ¿Estaré soñando? Se volvía a tocar el cuerpo cuando se dio cuenta pasaba en ese momento un camión cargado que se dirigía hacia la selva peruana, la fuerte luz lo despertó de su pensamiento, bajó rápido e hizo señas para que le ayudaran, se detuvo el camión y le explicó cobre la falla de su carro, convinieron cuánto le costaría el arreglo y pudo seguir su viaje hacia Cajamarquilla, Severo llegando a su destino a las cinco de mañana compró su mercancía y regresó así a Cerro de Pasco no obstante cuando pasó por el lugar donde se había detenido la noche anterior miró y buscó el lugar y vio un hermoso riachuelo de aguas cristalinas. A unos trescientos metros hacia arriba se podía apreciar como una pequeña cascada era de un aspecto precioso. Pasó pensando "ese sonido, ese sonido no lo puedo olvidar".
Después de haber repartido sus pedidos y entregado el carro a su primo, se acostó en su cama muy pensativo y a su mente volvía una y otra vez lo ocurrido la noche anterior y ese sonido del arpa que a cada instante volvía a sus oídos, no lo podía evitar…volvía y volvía…
SEGUNDA VISITA AL LUGAR DE ARPA WAHANA
En sus sueños se le apareció una hermosa mujer de aspecto juvenil de largos cabellos color plata, ojos azules y unos labios carnosos. Un cuerpo esbelto. Le decía: "ven, ven, libérame, sácame de aquí yo quiero salir, yo quiero salir", Severo se fijó bien y vio que esta hermosa dama era sostenida por otro ser que la jalaba de sus cabellos y de ellos salía el sonido del arpa, Severo se despertó sudando y se incorporó.
-¡Oh, Dios! ¿Qué está pasando? Ufff, sólo fue una pesadilla, quizás comí mucho, bueno, tomaré agua y luego me acostaré.
Cuando estaba a punto de llevarse el vaso de agua a la boca volvió el sonido del arpa; lo escuchaba claro, ¿Qué me está pasando? ¡Santo Dios! ¡Ese sonido no lo puedo olvidar!, se volvió a acostar en la cama y el sueño volvió nuevamente: "Por favor sácame de aquí, libérame, ven, ven", le decía la mujer de cabellos plateados. Al día siguiente todo el día estaba dándole vueltas al asunto y así pasaron dos meses y de vez en cuando se repetía ese sueño hasta que se decidió volver al lugar de la cascada donde nacía un río. Se quedó en La Quinua en la casa de sus padres y ellos le decían: Severo, estás muy cambiado, ¿Qué te pasa hijo?, te pasaste todo el día diciendo palabras que no entendí y hasta emitías sonidos de la escala musical, eso yo nunca te había visto así, ¿Qué te pasa hijito?
-Nada, papá, sólo me estaba acordando de una canción… eso es todo, a mi no me pasa nada.
PRIMER ENCUENTRO
En cuanto oscureció faltando una hora para la media noche, Severo se dispuso a caminar con rumbo al riachuelo donde había escuchado el sonido del arpa. Caminó y caminó, y cuando avistó el lugar se encontraba muy oscuro, trató de poner toda la atención posible para escuchar nuevamente el sonido que tanto esperaba. Exactamente a las doce de la noche se escucharon las primeras notas musicales del tan esperado instrumento, primero el afinamiento completo del arpa y luego desglosaba los realísticos de esas notas musicales; era un banquete para aquel que gusta o practica la música en sí.
Severo, en medio de la oscuridad, buscaba quién era él o los ejecutantes pero por más que buscó no encontró persona alguna, sólo se escuchaba la melodía dulce y profunda de un arpa que se mezclaba con el sonido de la pequeña cascada. Severo se dejó llevar por el sonido y cuando se dio cuenta se encontraba en medio de la pequeña catarata, ni cuenta se dio de lo empapado del agua fría que se encontraba; perdió la noción del tiempo. Cuando hubo desaparecido el sonido del arpa recién se dio cuenta del tiempo que había transcurrido: eran las cuatro de la mañana. Estaba temblando de frío a punto de congelarse. Caminó de retorno a la casa de sus padres a unos cincuenta minutos de donde se encontraba la noche anterior…
-¡Papá, papá! ¡Severo se va a morir… corre… corre!
-¿Dónde, dónde? –contesta el padre.
-Está tirado en el suelo temblando y está morado, yo no sé lo que le pasó!
En cuanto pudo verlo el padre de Severo lo atendió de inmediato, lo abrigaron, le dieron bebidas calientes, lo metieron dentro de la cama y todos empezaron a rezar. Después del medio día se recuperó Severo y empezó a contar que había tenido un accidente la noche anterior, que se había caído al río pero los padres le preguntaban cómo, y éste sólo les alcanzaba a decir que fue un accidente y nada más, que no se preocuparan que ya se encontraba bien. A nadie le contó la realidad de las cosas. Sólo él escondía su secreto personal.
TERCERA VISITA
Después de la segunda visita al lugar donde se escuchaba el sonido del arpa, Severo Callupe soñaba casi todas las noches con esa hermosa dama de cabellos plateados, donde le pedía que la liberara y que lo esperaba con ansias. En una de las tantas noches volvieron a sorprender a Severo caminando desnudo con dirección a la pequeña cascada donde él había escuchado el sonido del arpa pero esta vez Severo cerrando los ojos como sonámbulo repetía: "sí mi amor…sí mi amor… yo te sacaré de allí…yo iré, te lo prometo"
El padre de severo, como una de las tantas veces, lo capturó envolviéndolo con una bayeta (tela tejida con lana de oveja) y lo condujo a su casa. "no sé qué vamos a hacer con Severo, ya casi es un año que hace lo mismo, ya no trabaja, no quiere comer, duerme todo el día y cuando se acerca la media noche corre como loco con dirección hacia Chicrín pronunciando palabras que a veces no entiendo" ¿Quién le habrá hecho la brujería? ¡Pobre mi hijo! Él no era así. Ahora hasta tengo que amarrarlo para que no se me escape de la casa. Ya lo llevé para que lo curen hasta la selva pero no se cura, no sabemos qué vamos a hacer, el administrador de la hacienda me dijo mejor será llevarlo a Lima a internarlo en el hospital para locos… es mi hijo, yo no puedo permitir eso…
Todos se preparaban para la fiesta de mayo "Fiesta de las Cruces". En esa temporada el sol sale brillante todas las mañanas y, en las noches, una noche plateada y estrellada, es un hermoso panorama en toda la sierra. Esa noche en la casa de Severo todos estaban calmados, Severo hacía como dos semanas que no le había dado la recaída (ya no salía en las noches). Entre los familiares comentaban: ¿Ya viste? Severo come tranquilo… ya no sale en las noches, hace como tres noches que ya no le amarro en la cama, gracias a Dios que ya se está sanando, así comentaban sus padres. Eran exactamente las once de la noche cuando en sus sueños Severo se encontró con su amada, "ven, ven…no temas, ven quiero amarte, ven" –le decía la voz que sonaba como un susurro del viento mezclado con música suave de un arpa bien afinado.
Severo se levantó y salió al encuentro de su amada. Esta vez toda la familia se encontraba completamente dormida. Caminó, caminó hasta llegar al riachuelo, subió unos cincuenta metros más y avistó la cascada, faltaban unos minutos para las doce de la noche. El cielo estaba lleno de estrellas. La luna parecía brillar aún más. Era una noche de plenilunio. Se acomodó a la espera del primer sonido y a las primeras notas de afinamiento. Luego escuchó una hermosa melodía, la misma que escuchaba en sus sueños pero esta vez los sonidos eran bien claros y fuertes. Buscó de dónde venían exactamente, buscó, buscó ahí en medio de la catarata. En la oscuridad algo emergía, lentamente y al compás de la melodía. Primero pudo ver la silueta de un arpa, según cómo iba saliendo se veía la otra parte del instrumento, pero, pero, ¿Dónde está mi amada? ¿Dónde está mi amada?, se preguntaba Severo. Al fin se pudo ver completamente el arpa. El instrumento de cuerda era impresionante. Con la luz de la luna pudo apreciar unas piedras preciosas incrustadas sobre los bordes de distintos colores. Las cuerdas parecían de plata y el soporte final en el piso brillaba como oro. Severo nunca había visto un instrumento musical de esa naturaleza. Se quedó boquiabierto. Quiso agarrarlo pero una voz lo detuvo ¡No, no hagas eso! ¡No lo toques!
Severo se detuvo asustado ya que la voz era fuerte como un trueno. Sintió que le retumbaba hasta las entrañas. Al mismo instante se quedó mirando hacia la catarata y el arpa que hace unos segundos sonaba, ahora era una hermosa mujer de cabellos largos y plateados, suplicante y haciéndole unas señas le decía: "aquí estoy, aquí estoy"
Severo no pudo salir de su asombro. Primero un arpa y luego esa bella mujer que todas las noches se aparecía en sus sueños. "sí, es ella…es ella", decía para sus adentros, "pero que bella y hermosa es, si yo pudiera besarla como en mis sueños, tocarla como en mis sueños"
Volvía la voz y lo sacó de sus pensamientos.
-¡Tú eres uno de los candidatos!… pero… debes cumplir tres deseos: primero, entregarnos tus seres queridos, segundo, tu castidad (estar o no haber tenido contacto sexual alguno), y tercero, tu alma. Si tienes todos estos requisitos te entregaré esta doncella y además serás incomparable en la ejecución y voz de ese instrumento (arpa).
Mientras Severo se reponía de la escena vivida, la hermosa dama de sus sueños empezaba a desaparecer dentro de la catarata y con la mano le decía suplicante: "sácame de aquí, yo te haré feliz, sácame de aquí."
Pensativo y cabizbajo retornó Severo a la casa de sus padres. Eran las cinco de la mañana. Sus padres se encontraban en la puerta de su casa. ¡Hijo, Hijito! ¿Dónde has estado?, le decía su madre mientras le acariciaba, y su papá lo miraba desde lejos un tanto callado. "No te preocupes mamá, sólo me levanté temprano y salí a caminar, como ves, no estoy mojado ni tengo frío… estoy bien, estoy bien…" y se retiró a su dormitorio.
La voz volvía una y otra vez: "Dame tus seres queridos, dame tu virginidad, dame tu alma…" esas frases volvían una y otra vez. Desde esa fecha Severo no volvió a salir en las noches y ni se volvió a enfermar. Se repuso y volvió a su negocio anterior, pero en las noches soñaba con ella y cada vez que pasaba por el lugar se detenía y le llevaba flores. Algunas veces le hablaba de sus sentimientos.
EL PLAZO CUMPLIDO
En una de sus tantas visitas al lugar donde se encontraba su amada, se encontró con un joven pastor y le dijo:
-Severo, Severo… mi señor me manda a decir que ya se va a cumplir el plazo o de lo contrario perderás todo, a partir de ahora en adelante tienes tres meses para cumplir los requisitos que tú ya sabes…
-¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes mi nombre? –no pudo decir la última palabra cuando el pastorcito desapareció y él, todo confundido, se preguntaba, "¿Plazo? ¿Plazo? ¿tres meses…tres meses? ¿Cómo hacer? Yo amo a esa mujer y en mis sueños me hace muy feliz, ¿Entregarle a mis seres queridos? ¿Cómo será entregarle a mis padres? ¿Entregarle mi castidad? Yo nunca me acosté con una mujer, yo no conozco siquiera una mujer desnuda… ¿Y mi alma? ¿Qué será eso? Yo nunca la he visto…
Así, sumido en sus pensamientos, prosiguió su viaje hacia Cerro de Pasco donde debía entregar la mercancía (verduras).
Faltando un mes para que se cumpliera el plazo, Severo se encontraba solo en su cuarto. No podía dormir. En eso sintió que alguien golpeaba su puerta, ¿A esta hora y en éste lugar?, ¿quién será…? Abrió la puerta y ahí estaba ella. Sus ojos grandes y azules, sus labios sonrientes le decían: "¡Hola mi amor! Te hice esperar mucho, aquí estoy, he venido por ti, porque hace ya casi un mes que no vienes a verme y te extraño mucho y aquí estoy, vengo porque te amo". Severo no salía de su asombro. Había soñado tanto con ese momento, y ahora ahí estaba insinuante. Entró a su cuarto y Severo corrió a abrazarla y ella le dijo: "¡Espera mi amor! ¡Espera! ¡Mi amor… espera!" Lo detuvo con sus manos blancas y suaves. Sus uñas parecían de marfil. "primero tenemos que definir nuestra situación y luego seré tuya, tuya para siempre…" Severo Apenas alcanzó a balbucir algunas palabras: "siii… si". Mientras tanto ella se despojaba del manto que le cubría la cabeza y se sacó el abrigo y quedó solamente con su vestido rojo lo cual se ceñía perfectamente a su esbelto cuerpo. Severo no dejaba de mirarla atónito por la belleza de la dama.
-Y bien, ¿hasta dónde has avanzado con la proporción de tutor? –le dijo la dama.
-Buen, bueno, hay algo que yo no entiendo, lo de mis padres…eso sí se lo doy, mi alma, no sé qué será eso, en fin, también se lo doy, pero hay algo que me da vergüenza decirlo…yo…yo…
-No tengas pena, mi amor, ya nos conocemos mucho tiempo y sé que tú me amas y espero que tengas confianza en mí.
-si, si…es que…es que yo nunca me acosté con una mujer, ¿eso importa?
-¡Claro!, eso es lo más importante. Eso quería escuchar de tus labios, por eso he venido a buscarte. De hoy en adelante nadie nos va a separar.
-¿De veras? ¿Nadie, Nadie? ¿Cómo hago para cumplir la promesa?
-El próximo viernes, como hoy, vas allá a la catarata y llevas contigo una tela blanca y otra de color rojo y te vistes de color blanco, todo de blanco, a la hora de siempre. Adiós mi amor te esperaré allá, no faltes… ¿Me oíste? No faltes. –le recalcó la dama que a la vez se vestía nuevamente. Luego salió como una gacela perdiéndose en medio de la oscuridad.
SE FIRMA EL PACTO
Llegó la semana esperada. Eran las cuatro de la tarde del día viernes del mes de julio. Severo se encontraba nervioso y muy pensativo. Su primo Alfonso le dice:
-¡Primo! ¡Primo! ¿Qué te pasa? ¿Te duele algo? ¿Puedo ayudarte en algo? ¿Y esa ropa blanca? Yo no sabía que te gustaba ese color ¿Dónde es la fiesta? Desde la última vez que fuimos a la fiesta de mi novia Hortensia, no hemos ido a ninguna otra, ¡Ah…! Hablando de esa fecha nuevamente, llegó Jazmín, ¿Te acuerdas de ella? La chica que te gustaba mucho, ¿Te acuerdas? Ella preguntó por ti y…
-¡Alfonso, ya cállate! No me interesa ninguna chica, ninguna fiesta, déjame tranquilo, no me molestes, ¿está bien?
-Bueno…bueno, no te enojes, sólo quería ayudarte, eso es todo. –diciendo esto, su primo se retiró.
Se apresuró a llegar al paradero de buses para dirigirse a su destino. Faltando quince minutos para las doce de la noche Severo llegó a su cita. Anduvo, como él ya conocía el camino, tomó el sendero lentamente, como las otras noches, el cielo estaba estrellado, la luna estaba en su punto. Se oyeron los primeros acordes y luego la inconfundible melodía. Suspirando hondo, Severo se acercaba más y más. Entonces apareció el arpa luego de algunos minutos. Del mismo arpa emergió la doncella con sus cabellos plateados, sus grandes ojos azules que le hacía señas para que se acercara más. Severo, una vez adentro del agua y vestido de blanco, sonriente pasó por debajo de la cascada. Flotaba. El piso era como de algodón y al fondo lo esperaba una comitiva todos vestidos de rojo con negro. Era como un inmenso salón adornado para un acontecimiento especial. La luz era un tanto tenue. Al fondo, un personaje lo miraba atento y muy serio. Y su amada se encontraba con un grupo de doncellas. Parecían hadas. Caminó, caminó y le hicieron un gesto de alto. Se le acercó un hombre alto vestido rigurosamente de negro y le dijo: "Tendrás fama, fortuna, hasta nueve años, y luego vendrás a formar parte de nosotros, ¿estás de acuerdo?", "Sí señor".
Sacó un rollo de pergamino, tomaron a Severo y a la dama dos personas a cada uno y de un jalón el primer hombre le arrancó una vena llena de sangre mezclándola con la de la dama y firmaron el pergamino. Severo sintió en la mano izquierda como cosquilleo y luego pasó. Después de haber firmado dicho documento de compromiso le increpó, al aparecer, el jefe mayor: "De hoy en adelante usted no se llamará Severo, sino "Arpa Wahana", es así como se llama tu novia, hoy tu esposa".
Al cabo de un tiempo, Severo, ya bautizado como "Arpa Wahana", se retiró y cuando se incorporó se encontraba en su cuarto de Cerro de Pasco dormido, se levantó rápidamente, se revisó y vio su muñeca izquierda: tenía una cicatriz reciente. De vez en cuando le dolía.
-¿Dónde está? ¿Dónde está? -se preguntaba- ¿Dónde está mi amada? Me dijeron que me había casado y, ¿dónde está mi esposa?,
-Aquí, aquí mi amor… aquí estoy, contigo, y no me separaré de ti, aquí estoy…aquí…
Buscó y buscó y lo que estaba viendo no lo podía creer, ahí estaba el instrumento que lo había visto tantas veces allá en la catarata, se acercó, lo tocó despacio, era un instrumento bellísimo,
-Pero…pero, ¿dónde está ella?
Y una vez más escuchó esa voz:
-Aquí estoy mi amor. – Miró detenidamente y la voz salía dentro del arpa.
-Mi amor, ¿estás ahí?- preguntó Severo.
-¡Si! ¡Si! Si mi amor, estoy aquí, allá afuera hace mucho sol, espera, me verás en la noche y seré toda tuya, por ahora estoy aquí, si quieres acaríciame que yo lo siento ji, ji, ji…
Severo tomó el arpa en su mano, lo abrazó, lo besó, lo estrujaba entre sus brazos y entre dientes le decía: "mi amor, mi amor, cuánto te amo, te amo, te amo…
Así pasó largas horas acariciando el instrumento. Durante todo el día Severo no salió del cuarto encerrado. De vez en cuando miraba el reloj y recién eran casi las once de la mañana, otra vez las doce horas. "faltan ocho horas para ver a mi amada". Y así se pasó contando las horas, hasta que llegó las diez de la noche. Como una de las tantas veces, Severo se acercó al instrumento y lo acarició y preguntó: "¿Dónde estás mi amor? ¿Ya vas a salir?". Mientras que ella le decía: "falto poco". Las once y media. "¿Mi amor, ya vas a salir?" Y ella le contestaba: "falta poco…falta poco". Hasta que llegó las doce de la noche y la voz le dijo: "apaga las luces…ven a acariciarme". Severo acariciaba el arpa, siguió acariciándolo, cuando de pronto sus manos sintieron su piel suave y tersa y se encontró en brazos de su tan ansiada dama.
Se besaron apasionadamente y por primera vez Severo se acostaba y se entregaba a una mujer, se envolvieron en un tálamo de amor y de pasión. Severo parecía encontrase volando entre las estrellas y no quería bajarse, repetía una y otra vez: ¡Qué bella es, qué bella es! Hasta que el cansancio y bañado en sudor le sorprendió el sueño. Eso era el cumplimiento de su primer contrato o compromiso, entregar su castidad… (Virginidad).
ENTREGA DE LA SEGUNDA PROMESA
Los vecinos del lugar se quejaban constantemente:
-Hace mucho tiempo que no puedo dormir con tanta bulla que reina en este vecindario. No sé que vamos a hacer vecina; casi todas las noches, ese vecino del frente no nos deja dormir, en algunas ocasiones son quejidos de mujeres y otras sonidos como de arpa o piano, algo así, pero es exactamente a las doce de la noche, antes no había escuchado algo así, ya nos quejamos con el jefe del campamento y hasta la fecha no hace nada…
Severo había prosperado económicamente; se hablaba que compraría una casa en Huancayo y muy pronto pondría un gran negocio en la capital. Sus amigos se preguntaban: ¿Cómo Severo en menos de un año había subido tan rápido económicamente? Pero eso sí, casi no lo veían, hasta andaba en un carro del año y bien alejado, decían los que lo conocieron antes. Esa noche a eso de las diez de la noche su amada (Arpa Wahana), le habló suavemente:
-Mi amor, mi niño. –le decía – mi tutor me dijo que el día de hoy habría que cumplir la segunda promesa.
-¿Segunda promesa? ¿Qué segunda promesa?
-¿No te acuerdas mi amor? El día que me entregaron a ti, firmaste un contrato y hoy tienes que cumplir la segunda promesa, hoy antes de las doce de la noche debes llevar a tus padres a mi casa (la catarata) y presentarlo a mi tutor, de lo contrario ya no me verás más y perderás todo lo que tienes y que lograste.
-Tú…tú no puedes irte, ¿qué haría yo sin ti? Me muero…me mueroooo (Severo lloró como un niño)
-Está bien mi amor, todo lo que tienes que hacer es llevar a tus padres y así cumplir tu promesa y viviremos felices como hasta ahora.
Severo se subió al carro todo pensativo… ¿Qué les pasará a mis padres?, pero si yo no los llevo, me quitarán a mi amada ¡Eso no! ¡Eso no lo soportaría!
Así llegó hasta su casa de la pequeña población llamada "La Quinua".
-Papá mamá levántense, ahora mismo nos vamos APRA Huánuco a darnos una vuelta apúrense, suban al carro que se nos hace tarde. –le dijo.
-¡Pero hijo!, nos tomas de sorpresa después de casi un año de ausencia, sin saber nada de ti, ¿Y ahora apareces y nos dices que nos vamos para Huánuco? No te entiendo. Además tu mamá está enferma, casi no puede caminar, así no podemos ir a ninguna parte.
-Lo que pasa, papá es que me enteré que mi mamá estaba enferma y quiero llevarla para que la vea un buen doctor, si eso es…
-¡Ay! Hijo sólo tú te preocupas de tu madre –diciéndole esto, su madre lo abrazó; pero en ese abrazo su madre sintió el cuerpo de su hijo como congelado -¿Qué te pasa hijo? ¿Tienes frío?
-¡No mamá! Lo que pasa es que acabo de llegar de Cerro de Pasco y, como sabrás, allá hace un frío terrible, más en esta época, ¡Vamos, vamos, casi no tenemos tiempo! –le dijo Severo.
-Bueno, al menos avisaremos a mi compadre Timoteo para que cuide la casa ¿No? –increpó el padre.
-No te preocupes papá, yo ya le avisé antes de venir aquí.
Como pudieron rápidamente subieron al carro de Severo y al mismo tiempo su mamá le decía:
-¡Qué bonito carro hijo! Y es nuevo, te habrá costado mucho.
-No mucho, no mucho mamá –decía apenas Severo.
Pero miraba constantemente su reloj, lo cual faltaban veinte minutos para las doce de la noche, aceleró y faltando cinco minutos llegaron a su destino (la catarata).
-¡Papá, mamá, bájense rápido, aquí arriba se encuentra un curandero muy bueno, allí estaré una hora y después nos vamos para Huánuco, sólo quiero consultar si mi mamá se curará, vamos papá, sólo una hora nomás.
-¡Pero hijo!, tu mamá no puede caminar, y yo no puedo ver nada y ni siquiera traemos con qué alumbrarnos.
-¡No, papá! Espera un momento, llamaré a alguien para que nos ayude.
En efecto, se bajó Severo, caminó unos minutos para luego aparecer con dos personas altas y fornidas. Sin decir nada, los extraños personajes tomaron a los padres de Severo y los condujeron adentro de la catarata, mientras tanto los viejos (padres de Severo) gritaban:
-¡Hijo, hijo! No nos dejes… ¡No nos dejes!
Severo se tapó los oídos con las manos y en ese momento apareció su amada.
-¡Mi amor! Aquí estoy para protegerte y amarte. –Lo tomó en sus brazos consolándolo –no llores, ya te pasará, más bien, ahora vámonos para la selva de vacaciones y luego volveremos.
Así lo hicieron. Mientras tanto, en la casa de sus padres de Severo, los parientes extraños no salín de su asombro, "hace más de un mes que no sabemos nada de la familia de Severo y ni siquiera de él, ¿qué habrá pasado con esa familia?".
Los padres de Severo desaparecieron como por encanto, por más que buscaban y averiguaban, nadie daba noticias de los viejos, todas las cosas quedaron intactas en sus respectivos lugares, por más que las autoridades investigaban no llegaban a nada.
Hasta que Severo apareció e hizo el simulacro de dolor; fue a las autoridades, lloró y allí quedó todo…
Mientras Severo era conocido por distintas partes y cada día se volvía más rico. No tenía tiempo para nada, según él, los empresarios se peleaban por contratarlo, en todas sus presentaciones era un lleno total. Los artistas lo admiraban, pero Severo más conocido como "Arpa Wahana" no se separaba de su instrumento ni de día ni de noche. Cuando alguna admiradora (mujer) se le acercaba; el arpa sonaba de una forma distinta y otras ocasiones se rompía alguna cuerda, entonces allí "Arpa Wahana" evitaba hablar con cualquier ser del sexo femenino.
Las mujeres artistas, especialmente las cantantes, le coqueteaban pero Severo muy serio decía que se había casado hace mucho tiempo y no quería problemas con su esposa y que él confesaba que la amaba con locura y cada vez que hacía esta afirmación se dirigía a su arpa y lo acariciaba. Casi siempre "Arpa Wahana" se encontraba solo. Evitaba reunirse con la gente. No asistía a ninguna reunión, sólo a sus presentaciones en público donde arrancaba suspiros, aplausos en cada canción que interpretaba "arpa Wahana". Se había convertido en una estrella máxima de la canción.
ENTREGA DE LA ÚLTIMA PROMESA
"Arpa Wahana" ya era famoso y con mucho dinero. Sus joyas extravagantes que usaba llamaba mucho la atención. No sólo eso, también viajó a Argentina para grabar un disco. Cuando salió su voz en los discos de carbón y se escuchaban por las emisoras, comentaban: "el eximio cantautor de la música Vernácula se presentará en el coliseo Cerrado del Puente Ejecutivo el día de mañana". Y ese recinto se llenaba tanto, que algunas veces las localidades se agotaban antes de iniciarse la función. "Arpa Wahana" estaba en la cúspide de la fama y la fortuna.
Tenía dinero, fama, admirado por el sexo opuesto, pero siempre huía de cualquier reunión con la gente.
En el escenario, había mejorado grandemente, tenía dominio escénico, bien timbrada voz y al momento de ejecutar la música con el arpa, las melodías parecían acariciar dulcemente hasta el punto que algunas personas afirmaban ver que el arpa en ocasiones, especialmente en las presentaciones nocturnas, se transformaba en mujer. Cuando le preguntaban a Severo, éste sólo se sonreía, no negaba ni mucho menos afirmaba.
… Era un domingo de julio en la capital de Perú Lima, en el "Coliseo Mundial", lugar donde se presentaban los artistas ya consagrados, estaba programado "Arpa Wahana", el empresario para encontrarlo y contratarlo había esperado casi dos años y ese era el día, los provincianos que se encontraban en la capital del Perú lima, con anticipación compraban sus entradas, faltando dos días ya no había entradas.
Severo Callupe, más conocido como "Arpa Wahana", en la noche del viernes tuvo una conversación con su amada:
-Mi amor, mi niño, este domingo cumplimos nueve años de habernos casado ¿Te acuerdas mi amor?
-¡Qué bárbaro! Cómo pasó el tiempo, eso me parece como si hubiera sido ayer.
-Mi amor…mi niño, hace unos minutos estaba aquí mi tutor y vino por la paga del último compromiso.
-¿Compromiso? ¿De qué compromiso estás hablando? ¿Acaso no le bastó que le entregara a mis viejitos queridos? –Lloraba –durante el día no puedo ver a mi esposa, y no sólo eso, ¡Hasta me tiene prohibido hablar con la gente! No tengo amigos… ¡no tengo a nadie! ¡Estoy solo!, y…y ahora no sé qué quiere ese tal tutor.
Diciendo estas palabras, salió corriendo del hotel sin rumbo alguno. Tomó el primer carro que encontró y era un bus que se dirigía hacia Huaraz Departamento de Ancash. Al cabo de cinco horas de viaje, el carro sufrió una falla mecánica y se dio varias volteretas muriendo casi la totalidad de los pasajeros. Severo salió ileso, sin algún rasguño. Al día siguiente lo trasladaron nuevamente a la capital Lima. Regresó a su hotel. Lloraba, hablaba solo: "¿Por qué? ¿Por qué habré aceptado tal locura?". Y la voz inconfundible que salía del instrumento musical (el arpa), le decía: "Arpa Wahana ya no tienes escapatoria, tú firmaste el compromiso con tu sangre y con tu puño y letra, debes cumplir a como dé lugar, ellos vendrán en cualquier momento y te encontrarán en cualquier lugar donde te escondas, no tienes escapatoria". Pero Severo lloraba: "¡Cállate, no sigas! ¡Al menos debía haber muerto anoche y aquí estoy vivo! ¡Maldita sea!". Golpeaba los puños en la pared y de un arranque de ira corrió con todas sus fuerzas y se arrojó por la ventana de un edificio de 7 pisos cayendo al pavimento destrozándose completamente en un charco de sangre bajo la mirada aterradora de los testigos.
La noticia corrió rápidamente: "murió el máximo exponente de la canción folclórica, Arpa Wahana, se suicidó arrojándose del séptimo piso".
Precisamente el domingo a las tres de la tarde, cuando Severo Callupe, más conocido como "Arpa Wahana", debía estar deleitando a sus fans allá en el Coliseo Mundial. Los admiradores lo estaban llevando en un ataúd rumbo al cementerio.
Muchos seguidores de "Arpa Wahana" lloraban, se lamentaban, y se preguntaban cómo pudo suceder tal cosa, si él tenía dinero, fama y todo lo que quisiera. Así lo comentaban: ¿Por qué…por qué?
Lo enterraron ese domingo, y el día lunes recibieron la noticia más extraña: "la tumba del cantante y compositor Severo Callupe (Arpa Wahana), fue saqueada y desapareció el cuerpo de dicho artista, las autoridades investigaron el caso y nunca dieron cómo, quién y dónde fue a parar el cuerpo de dicho artista.
Según cuenta el abuelo, por esa misma fecha habría fallecido en suicidio otro artista en la cúspide de su carrera, un artista de color, (negro) y al cabo de veinticuatro horas habría desaparecido su cadáver. En cuanto al instrumento, desapareció del cuarto como por encanto. Nadie sabe del paradero de dicho instrumento hasta la fecha; pero muchos artistas y músicos que al principio apenas podía arrancarle un sonido al instrumento que pretendía tocar, fueron grandes músicos y cantantes con tan sólo asistir una o dos veces a la catarata del pequeño riachuelo ahora llamada "Arpa Wahana" (donde el arpa llora), que se encuentra entre la localidad de la Quinua y el asiento minero de Chicrín.
"Usted… ¿Quiere aprender a cantar o tocas algún instrumento? Vaya a la cascada Arpa Wahana, (huajana)pero eso sí… mucho cuidado con lo que acepte por conseguir fama y dinero… mucho cuidado…" Estos son cuentos del abuelo
LEON COCHA
León Gocha.- Después de las fiestas.- León Gocha se come a los intrusos.- El rescate.- El encuentro de la sorpresa agradable
LEON GOCHA
Esta historia se remonta a muchos años. Se trata de una familia muy poderosa que vivía en las cercanías del Departamento de Junín. Se dice que la familia Castañeda Diego, eran los primeros criadores de toros de Lidia (toros preparados para torear), más finos, los cuales llevaban a las diferentes plazas de toros, como Trujillo en el departamento de la Libertad, la capital Lima en el mes morado y eran los toros infaltables del gran Coliseo Huancayo. La particularidad de estos brutos, eran el embestir elegantemente y muy bravos. Cuando observaban el moño (distintivo de la ganadería que pertenece), poseían el color inconfundible de morado y blanco, los mismos que se colocaban en la parte superior del animal comprendido entre el cuello y la cabeza. Con ellos los acompañaban con los hermosos caballos de paso ataviados por sillas enchapadas en pura plata, las mismas que eran hechas en el fundo llamada "Casa Blanca" de la propiedad de Don Ángel Castañeda, dueño de casi toda la comarca.
Y las fiestas que se realizan en dicha hacienda eran tan pomposas que todos los moradores de su alrededor esperaban con ansias para asistir, ya que en él, todos los que vivían tenían que casarse, bautizarse, realizar todo sacramento en la fiesta veinticuatro de septiembre, fecha memorable, cuando sacaban a la patrona del lugar "Nuestra Señora de las Mercedes"
En la víspera se ponían castillos de fuegos artificiales, competencia de fuerzas especialmente para los que querían ser hombres (esto consistía en que los que pasaban las edades de veinte años debían demostrar su destreza, ecuanimidad como Hombres).
Se realizaban diferentes actividades que duraban hasta un mes de fiesta, y en el día central después de la misa, Don Ángel Castañeda, regalaba a todos los asistentes una medalla de plata de nueve décimos donde la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes estaba acuñada, al cura le pagaban con plata pura. Los danzantes de la Virgen (los Chonginos) estaban ataviados en plata, inclusive los adornos del zapato tenía plata. Era todo lujo, contrataban para esa fiesta las mejores orquestas folclóricas. Para esta fiesta se preparaban un año, ya que la chicha de jora debería descansar exactamente un año enterrado allá abajo en el trapiche (lugar donde se procesaba la caña de azúcar), porque con un capitán, emborrachaban a los bebedores, o algunos fastidiosos. Se engordaban cerdos, toros, carneros y se criaban docenas de gallinas y lógicamente no podía faltar ese suculento "picante de cuy" y para ello se criaban a la intemperie en cantidades que casi no se sabía cuántos cuyes había en dicho corral
La preparación de la chicha era todo un acontecimiento, se juntaban dos o tres familias y discutían entre sí, cómo mejorar el sabor de la chicha de jora. La chicha de maní, la chicha morada y cómo darle un sabor especial al guarapo. Los utensilios que utilizaban eran hechos de barro cocido gigantes "porongos" (vasijas grandes de una capacidad más o menos de unos doscientos litros), para cada bebida se usaban cinco diferentes porongos.
Al fundo "Casa Blanca", para las fiestas patronales llegaban de distintos lugares y todos los que llegaban, propios o extraños, eran bien recibidos.
Un buen día el cura le preguntó a Don Ángel Castañeda:
-¿Cuántas personas son los que gastan para estas fiestas patronales? ¿Y cuánto gastan?
-¡Ah! –Le dice Don Ángel –no son varios, todo el gasto los hago yo solito.
-¿Solito? ¡Santo Dios! ¿Cuánto te cuesta todo? ¿Cuánto gastas?
-Bueno no tanto…
-¡Cómo que no tanto! –Le dice el cura –Si aquí todo es gratis hasta… ¡hasta le regalas medallas de plata a todos los asistentes!
-¡No se exalte, señor cura! Esto es un secreto que guardo de mis antepasados, ¿usted sabía que yo pertenezco a la dinastía Inca…?
-¿Inca? No lo puedo creer, tu apellido (segundo nombre) es Castañeda y ese apellido es Español, no me va a decir que no.
-Yo sé…yo sé. De parte de mis abuelos yo pertenezco a la dinastía Inca, yo soy de la línea del gran rebelde cavide, ya que esa familia vivió siempre en estas tierras lo cual yo recibí por heredad y dentro de estas tierras están escondidos muchos secretos que hasta la fecha no han sido revelados. Yo sólo pude rescatar el secreto de "León Gocha"
-¿León Gocha? Siempre lo mismo, siempre me contestas con eso de "León Gocha" y nunca me dices qué es, no vaya a ser que tú estés entrando en la herejía, si es así voy a tener que descomulgar a ti y a tu pueblo…
-¡No! ¡No padre!, no se trata de lo que está pensando. "León Gocha" es una mina de plata que me dejaron mis antepasados, de ahí es donde yo saco toda la plata para adornar la capilla para adornar los caballos de paso, para adornar los bailarines de Chonginada y hasta para pagarle a usted…
-¡Espere hijo! Espere, yo no te pido que me pagues en plata pura, tú eres el que se empeña en hacerlo.
-No padrecito, no se altere, yo pienso que es la mejor forma de pagarle o contribuirle, ya que usted viene de muy lejos y, además, ese dinero o plata pura, yo sé que usted lo utiliza en Huancayo para ayudar a los pobres, ¿no es cierto?
-Mmm, ¡Claro…¡Claro! Yo los reparto entre lo pobres. Bueno, volviendo al asunto, cuéntame, ¿dónde queda esa mina de la que me hablas? ¿Está lejos? ¿Podríamos ir?
-¡Claro padrecito! Sólo que tendremos que esperar hasta el año entrante en el mes de junio o julio porque esa es la fecha en que yo saco la plata de la mina.
-¿Y qué pasa si vamos ahora mismo?
-No podríamos entrar, porque el agua del…
-Está bien hijo, de esta conversación no vaya a contar a nadie, esto es un secreto entre los dos ¿Oyó hijito?
-Si usted lo dice padre… yo sé guardar secretos.
El cura se quedó pensando todo el tiempo que se quedó en la hacienda "Casa Blanca". Luego, un día antes de partir, el cura nuevamente le habló a Don Ángel Castañeda:
-Mira hijito, no vayas a pensar que yo soy ambicioso o algo por el estilo, lo que pasa es que yo pienso en tu seguridad ¿Eh?…bueno cuéntame cómo le haces para sacar la plata de la mina y cuánto sacas…
-Bueno, le voy a contar todo porque usted, es hombre de Dios…cuando llega el mes de junio preparo una mula y me voy hacia arriba de esta casa, a unas dos horas de camino… ¿Ve ese pico hacia la derecha? Ese es el guaguruncho, ese pequeño del lado izquierdo es él Llama Llama, entre esos dos picos está ubicado "León G", es una laguna no muy grande, hasta hay patos silvestres, venados a la vizcacha su carne es delicioso, hasta ahí el hila (amuleto para aumentar el cuy)…
-Hijo, hijo…no te vayas por otro camino como otras veces…cuéntame acerca de la mina.
-Ay padrecito, es que cuando vayas allá arriba te vas a quedar maravillado del paisaje, de los animales entre otras cosas.
-¡Bueno! ¡Bueno! ¿Qué dijiste sobre la mina?
-Primero, antes de entrar al lugar, rehago su ofrenda, y esa ofrenda tengo que prepararla con tiempo, luego de Chakchapar (masticar la hoja de la coca) y entregar lo que le pertenece a mamá Pacha (madre tierra), cojo mi herramienta que consiste en un cincel, un martillo y entró a la mina, camino unos cien metros o más y corto a mano lo que necesito… ¡La plata! ¡Ah…la plata! Pero debo calcular bien, para que no me falte ni me sobre plata, porque si no, mamá Pacha se enojaría, entonces nunca más me dejaría sacar sus riquezas, luego de…
-¡Espere…espere! ¿Así de sencillo? ¿Entras y cortas la plata y sales?
-Sí padre…así de sencillo.
-¿Cómo cuánto sacas en cada entrada a la mina? –increpa el cura
-Unos diez kilos o doce, los que me alcance para pagar músicos, comida… ¡Ah y para acuñar la cara de la mama Mercedes!
-¿Y por qué no sacas más?
-¿Para qué? Si yo no la necesito, después de eso distribuyo la plata y así todos los años…
Pasó la fiesta y llegó el día del Aywualla (despedida). Don Ángel Castañeda despidió a todos sus invitados, no antes regalándole a cada uno un presente, y por último llegó la despedida del señor Cura.
Los moradores de la hacienda le besaban las manos pidiéndole su bendición, mientras hacía eso, el señor Cura buscaba con la mirada a Don Ángel…
-Bueno…hijito ya me voy y no olvides nuestra promesa. En cuanto vayas para sacar de lo que ya hablamos me avisas con tiempo, y de esa forma con bendición de Dios nos va a salir mejor, no se te vaya olvidar avisarme.
-No se preocupe padrecito, yo le avisaré…yo le avisaré.
Y el cura antes de subirse al caballo, volvió a cogerle de los hombros a Don Ángel: "todo lo que necesites para poner al altar de Mamá Pacha (madre de tierra) yo lo compro en Huancayo y te lo traigo… ¿Oyó hijito? -Le dijo al oído. "Sí padrecito, se lo haré saber", le contestó Don Ángel.
El cura le dio la bendición y partió, mientras Don Ángel se quedó con el pensamiento y se preguntaba a sí mismo, ¿será correcto que le avise el día que yo voy a sacar la plata para Mamá Mercedes?…Eso lo consultaré a mi coca y me avisará –decía así mismo.
DESPUÉS DE LAS FIESTAS
Pasaron dos meses de las fiestas patronales de la hacienda "Casa Blanca". Don Ángel Castañeda ordenó que se reuniera toda la población o los habitantes de la comarca. ¡Macedonio! ¡Macedonio!… haga sonar las campanas para que el pueblo se reúna el día de mañana frente a la capilla de mamá Mercedes, le decía Don Ángel.
Llegó el día y toda la población estaba reunida a la hora indicada. En dicha reunión se formaron las comisiones para festejar la próxima fiesta de la "Virgen de las Mercedes"
El patrón y dueño de la comarca decía: "Pacho, tú y tus hijos viajarán a la ciudad de Huancayo y comprarán todo lo que se necesite para hacer la comida…Severo, Tafur y Domitila se harán cargo de recolectar los cuyes, gallinas y cerdos". Así, Don Ángel encargaba comisiones o trabajos que debía realizar para el próximo año. Al cabo de dos días Pacho y sus hijos viajaron a la ciudad de Huanuco a comprar lo indicado, ya estando en dicha ciudad, Pacho le dice a su hijo mayor: "Vaya al mercado central y compra incienso, mientras tu hermano y yo iremos al mercado mayorista a comprar cintas y otras cosas que necesitamos y dentro de una hora nos encontraremos aquí frente a la iglesia inmaculada". Cada uno se fueron a lo acordado y cuando regresaron, el hijo mayor no encontró incienso y muy preocupado le contó a su padre:
-¡Papá…papá! No encontré el incienso por ningún lado, ¿ahora qué vamos a hacer?
-¡No puede ser! ¿A dónde iremos ahora?
El hijo mayor le sugiere a su padre:
-Tata, Aquí al frente está la Iglesia inmaculada… ¿Y si les decimos a los padrecitos que nos vendan un poco? ¿Nos venderán?
-No sé hijo, pero de todas maneras vamos…
Entraron a la iglesia y se acercaron a la oficina, grande fue su sorpresa, allí se encontraba el cura que había oficiado la misa en el pueblo el año anterior.
-¡Padrecito…padrecito! ¡Qué bueno que lo encuentro aquí!
El cura sorprendido le pregunta:
-¿Quién eres? ¿De dónde me conoces?
-¿No se acuerda padrecito? Usted fue el nos bautizó a nuestros hijos el año pasado en "Casa Blanca"
-¿Casa Blanca? ¡Ah, sí… sí claro! ¿Te dio algún encargo para mí el viejo Castañeda?
-Papachi no nos dijo nada. Lo que pasa es que no encontramos por ningún lado el incienso y veníamos aquí para ver si nos podría vender aunque sea un poquito.
-Mmm… vamos a ver… ¿Qué incienso dices?
-Para poner a la virgencita pues…
-¡Ah…si! Pero antes dime, ¿El viejo Castañeda ya fue a la mina?
-Eso yo no sé, padrecito
-¿Y con quién va a la mina?
-¡Con quién va a ser! ¡Pues conmigo! El me tiene mucha confianza, por eso yo lo quiero como a mi tata.
-¡Bueno, bueno! Dime hijo… ¿Tú conoces el lugar y cómo se entra en ella?
-¡Claro pues! ¡Es facilito!
-¿Entonces todavía no va el viejo?
-Yo creo que no todavía.
-Mira hijito, yo te voy a dar una bendición especial si me haces saber la fecha exacta cuando uno puede ir. Yo quiero ir primero a la mina antes que el viejo Castañeda para sacar cualquier peligro, así al viejo no le va a pasar nada.
-Está bien padrecito, yo te haré saber todo, pero véndame el incienso.
-Ven por aquí, hijo, toma de ese armario la cantidad que quieras, no te voy a cobrar nada, pero no te olvides de avisarme y te pagaré todo los gastos de pasajes, comida, hasta te voy a regalar un sombrero nuevo de marca Borsalino, como tú sabrás, eso los usan sólo los que tienen dinero.
-Gracias padrecito, yo le haré saber, inclusive, yo mismo vendré aquí ya que conozco dónde encontrarlo, pierda cuidado padrecito.
-Recuerda hijito que este encuentro no lo vayas a contar al viejo Castañeda ni a nadie o de lo contrario la Virgen te va a castigar porque ella me lo cuenta todo, bueno, hijito, recibe mi bendición.
Luego de largo camino, al día siguiente llegaron al atardecer a la hacienda de Casa Blanca.
LEÓN COCHA SE COME A LOS INTRUSOS
Pacho y sus hijos estaban controlando cuando llegara la gran fecha que debería ir a cortas la plata (así llamaban cuando iban a sacar plata de la mina). Llegó el mes de junio, la fiesta de Santiago, fiesta de todos los pastores y es el mes de verano en toda la sierra del Perú, amanece con un hermoso sol, las aguas de los ríos bajan del caudal, los pastos se secan y por la madrugada cae la escarcha y es época de hacer secar la cebada, quinua, entre otras cosechas.
Pasó Santiago, y una tarde Don Ángel Castañeda mandó llamar a Pacho y sus hijos, y cuando fueron, les dijo que dentro de una semana irían a cortar la plata y que se prepararan chacchando bien, debían tener la manta de colores tejido por su mujer de pacho en puro algodón traído exclusivamente de la costa. La manta se utilizaría para poner la ofrenda a Mamá Pacha. Cuando amaneció, Pacho salió de madrugada con rumbo a Huancayo, al cabo de unas horas se entrevistó con el cura y convinieron regresar inmediatamente con destino a "León Gocha". A duras penas y con el cuerpo adolorido, el cura y su acompañante llegaron al tan ansiado lugar de "León Gocha".
-Realmente este paisaje es fantástico, ni en mi patria, España, he visto uno igual, ¿qué es lo primero que debemos hacer para cortar la plata? –decía el cura.
-Lo primero que vamos a hacer es Chakchapar y luego entregar la ofrenda a Mamá Pacha y después…
-¡Qué mamá Pacha ni qué nada! ¡Entremos ya! ¿Te olvidas que Dios está conmigo?
-¡Pero… mi papacha hace eso primero!
-No hijo, no lo necesitamos hacer, entremos ya porque la noche nos va a garrar cargados y se nos va a hacer difícil volver.
El cura y su acompañante, jalando una mula cada uno, ingresaron a la mina de "León Gocha", caminaron unos cincuenta metros y el cura se quedó asombrado: "¡Ay, San Cipriano! ¡Mira qué filón tan hermoso de plata!, con un poco de estos podría comprar medio pueblo mío".
Cortaron a mano la plata de uno de los filones, cargaron a las mulas y emprendieron el regreso. Cuando faltaban unos diez metros sintieron que el agua les quedaba en el tobillo, jalaban a duras penas las mulas. Trataron de caminar más y el agua seguía aumentando más y más. "¡Padrecito…padrecito! ¡Háblale a Mamacha Mercedes para que nos ayude… a ti te escucha más!".
De un momento a otro el agua aumentó y el cura quedó sepultado por las aguas, a duras penas y muerto de frío salió Pacho y cuando alcanzó la orilla vio un león gigante que arañaba la tierra y por las narices vertía fuego. Al sentir ese ruido, las mulas se hundieron en la laguna y Pacho logró escapar y llegar hasta la hacienda. Don Ángel, en su pequeño taller, fundía un poco de plata y las sobres las ponía en un costado.
-¡Papachai! ¡Papacha! –Gritaba Pacho -¡Ay… ay, papacha! ¡Perdóname!
-¿Qué pasa? ¿Qué tienes? ¿Por qué gritas así?
-¡Ay papacha! Ha ocurrido una desgracia muy grande… ahora sí Mamacha Mercedes nos va a castigar.
-¡Cálmate, cálmate, toma un poco de agua…!
Después de tomar algo de agua, un poco calmado, Pacho contó lo ocurrido.
-Ahora qué vamos a hacer, ya casi amanece y es peligroso salir, peor porque la luna ya se va a ocultar y no sabemos qué vamos a hacer. Ven siéntate aquí, abrígate junto al fogón y en la madrugada saldremos a rescatarlo.
EL RESCATE
Muy de mañana salieron Don Ángel y cinco acompañantes, mas llegando al lugar indicado, "León Gocha", grande fue su sorpresa: encontraron al cura despedazado, los brazos tirados de un lado a otro, la cabeza tirada a unos treinta metros, sin vísceras, le faltaban las piernas, era casi irreconocible. Caminaron un poco más. Encontraron tres surcos como arañados en la tierra y Don Ángel dijo a los que lo acompañaban: "todo lo que ven aquí, así castiga a los ambiciosos "León Gocha". Cuánto más ambición tengas, peor es el castigo que recibirás, por ello toma lo que necesites y come lo que te llene tu estómago y nunca desperdicies nada y mucho menos se dejen encandilar por la avaricia, porque Mamá Pacha nos da sustento suficiente con sus frutos ¿Para qué tratar de tener más?
Cuando estaban de regreso a la hacienda "Casa Blanca", por el camino, Don Ángel comentaba: "con razón que mi coca saltaba y no podía encontrar la coca quinto (hoja de la coca bien formada y verde) ya que anteriormente consulté a mi coquita y siempre saltaba fuerte y me preguntaba ¿Quién morirá? Y mira lo que pasó, mi coca no me engaña nunca.
Al cabo de muchas investigaciones de lo sucedido, las autoridades del lugar no pudieron saber lo que realmente ocurrió, una y otra vez los policías de Huancayo iban y venía y no sabían realmente lo que había sucedido. El padre policial decía: "el sacerdote José María de las Casas murió por accidente". Y desde esa fecha todos los moradores de la hacienda y sus alrededores tenían miedo de hablar acerca de lo acontecido y hacían penitencias en masas para que Mamacha Mercedes los perdone y nunca caigan maldiciones a la hacienda "Casa Blanca".
Después de la muerte de Don Ángel Castañeda, heredaron sus hijas, pero como ellas vivían en la capital, no podían atender de la hacienda. De vez en cuando, llegaban para ver como iban, mas no se quedaban a lo más por espacio de una semana o dos.
Simona, la hija menor de Don Ángel, era la que más frecuentaba a la hacienda, mientras que la hija mayor llamada Doctosa casi no iba. Simona tuvo cinco hijos; cuatro mujeres y un solo hijo, lo cual heredó por nombre Papachiti, nombre del abuelo. Así le llamaban a Don Ángel Castañeda.
Un buen día la hija menor, Simona, contó de la mina "León Gocha" y posiblemente sacaban plata de una mina que perteneció a sus antepasados, los que le escuchaban decían que era sólo un cuento y otros decían que los Incas tuvieron minas y que hasta la fecha no habían sido descubiertas. Pero uno de los yernos que recientemente se había recibido de Geólogo, se interesó mucho en lo que la suegra contaba. Doña Simona, ¿Cuándo me invita a su hacienda?, decía entre broma y broma, "lléveme y yo domaré a ese León gigante", decía el yerno. Otros comentaban:
"¿León? ¿Cómo puede vivir un león a una altura a más de tres mil quinientos metros sobre el nivel del mar?, otro yerno decía: "Yo no le creo a esa vieja, sólo dice patrañas…hasta donde yo sé, un león vive en la selva… ¿No será un oso polar? Ja, ja, ja"
El yerno geólogo buscó a Doña Simona al día siguiente.
-Doña Simona… ¡Vamos y muéstreme esa mina "León Cocha" yo le pago todo los gasto y de pasada ve cómo están las cosas por allá!
-No hijo –decía la suegra –ya la reforma agraria acabó con todo, sólo ha quedado la casa grande donde nací y sobre la mina, yo no sé nada, porque mi papá antes de morir nos hizo prometer que no enseñáramos ese secreto a nadie. Pero de todas maneras, pienso ir para Santiago y ver cómo andan mis carneritos y unas vaquitas que nos quedaron, si tú quieres vamos en julio para Santiago, pero tienes que abrigarte ya que en la sierra el verano comienza desde el mes de mayo hasta fines de agosto. Porque por las noche hace frío y por las mañanas también.
EL ENCUENTRO DE LA SORPRESA AGRADABLE
Llegó el mes de julio y al comienzo, Eduardo, el yerno geólogo, recordó a la suegra una vez más:
-Señora, acabo de comprar una máquina detectora de metales, es una máquina moderna recién salida de los Estados Unidos, con ella no vamos a fallar ¿Cuándo viajamos allá?
-La próxima semana –le dijo Simona.
Llegó el gran día. Compraron lo necesario y partieron con rumbo a la sierra. Cuando pasaron por Ticlio, Eduardo se enfermó mucho a tal punto que el pobre se quería regresar a la capital Lima.
-¡Ay…ay! ¡Señora…me duele la cabeza…tengo náuseas! ¡Aggg –vomitaba -ayyy!
-Hijo, tómate este té de coca, esto te va a hacer bien, déjame que te frote la cabeza con timolina, eso te va a sentir bien.
-¡No! ¡No! ¡No! Señora, eso huele muy mal, ese té de coca no lo puedo pasar, es horrible, ¡Ay! ¡Ay!
Llegaron a la ciudad de la Oroya, luego pasaron por Pachacayo y casi en la entrada del valle, a eso de las seis de la mañana, Eduardo se quedó maravillado por el inmenso valle que recorría y el paisaje andino, decía: "¡Oh…! ¡Nunca había visto tan hermoso paisaje! ¿Ese nevado cómo se llama? Eduardo no salía de su asombro del paisaje natural. "cierto hijo, que bonito es mi valle y ese nevado se llama Huaytapallana" (donde se recogen flores). "¡Mire qué hermoso color allá arriba y ese cielo es bellísimo que pone de fondo azul…qué hermoso es todo!
Se quedaron un día en la ciudad incontrastable de Huancayo. Allí pudo ver Eduardo las fiestas de "Tayta Shanty". Saliendo las pastoras a la calle vestidas con sus trajes típicos bailando, dando sus guapidos (gritos folclóricos), llevando consigo una Tinya (pequeño tamborcito hecho de cuero de carnero) sonando los cuernos, eran comparsas de diferentes coloridos. "no creí que estos serranos fueran tan alegres" –decía para sus adentros el yerno. Muy de mañana salieron temprano a la estación del tren con destino a "Casa Blanca". "Apúrate que ya casi sale el tren Macho" –decía la suegra.
Al cabo de cuatro horas largas de camino, avistaron recién el hermoso paraje de Papache Ángel. Se veían otros matices andinos y por el camino se encontraron con algunos aledaños, quienes saludaban muy atentos y con reverencia.
Casi al atardecer llegaron a su destino. Eduardo se encontraba muy cansado y cuando se quería sentar, lo hacía de lado porque todo su cuerpo le dolía.
-Bueno, al fin llegamos señora, pero hace mucho frío.
-Ponte algunas cholas y te calentarás" –le dijo la suegra.
¿Qué serán esas cosas?, pensaba Eduardo, "seguro que me acostaré con alguna lugareña o algo así". Como adivinando lo que pensaba Eduardo, la suegra le dijo: se trata de dos botellas de a litro con agua caliente, a esas cosas se les llama "cholas". Eduardo, antes de acostarse, se dio un pequeño paseo por los alrededores de la casa, se encontraba algo descuidada, era muy grande, tenía muchas habitaciones con cuadros muy antiguos, se utilizaban candiles llamados mecheros, desde el segundo piso se podían ver algunas chozas donde vivían los otros habitantes.
Al canto del gallo en el corral se despertaron. Eran las cinco de la mañana:
-¡Señor! ¡Señor! ¡Abra la puerta, le trajimos su desayuno!
Eduardo apenas pudo oír:
-¿Eh? ¡Eh! ¿Qué hora es?
-Son las cinco señor, ya está su desayuno.
-¡Uy…! ¡Qué frío! –se cobijó el cuerpo y luego salió.
-¡Gracias! ¡Gracias! Pero es muy temprano.
-No señor –le dice –aquí todos nos levantamos a las 4:00, aunque la señora Simona nos dijo que a las 6:00 a.m. porque tenía que ir a "León Gocha" y de pasada contar cuántos carneros, vacas, caballos…
-Tratándose de esa Lina, no importa la hora –dijo Eduardo.
Al cabo de una hora todos estaban listos. ¡Cuidado! ¡Cuidado!…esos instrumentos son muy costosos, ponlos con mucho cuidado, decía Eduardo a los que le ayudaban. En promedio de seis personas, salieron con rumbo a lo esperado, después de cabalgar por espacio de casi dos horas:
-¡Mira! ¡Mira! Esa laguna es "León Gocha"
-¿Ese es? –preguntaba Eduardo.
-¡Sí! ¡Ese es! –Decía la señora Simona –no es cerca, te lo dije.
Eduardo mascullaba:
-Para mí no es cerca, claro, y este caminito es como si fuera para ratones, tan delgaditos y muy peligrosos. No entiendo cómo esta gente puede soportar tanto frío y caminar cargados por estos angostos senderos.
-Mira Eduardo, esta es la laguna, te dejamos aquí para que veas, pero ten mucho cuidado. Para que te ayude se queda contigo Cipriano, es él muy fuerte y conoce estos lugares. Volveremos en una hora, porque yo tengo que ir a la casa de Víctor, quien nos cuida de los caballos, vacas y algunos carneros que todavía nos quedan, aprovechando esta visita le llevaré comida, sal y alguna ropita que compré en Lima. Bueno, hijo ya volveremos. Eduardo, entusiasmado preguntaba:
-¿Dónde queda exactamente la entrada de la mina del viejo Don Ángel Castañeda?
Cipriano, balbuceando le decía:
-¡Es muy peligroso señor! ¡Es muy peligroso si no le pedimos permiso a Mamacha Mercedes! ¡Nos va a pasar cualquier desgracia!
-¡No! ¡No! Yo tengo esta máquina ¿Ves? Esa máquina nunca falla, ¡Sólo dime por dónde es la estrada y ya!
-Yo casi no me acuerdo –decía Cipriano –yo vine a sacar plata cuando era un niño, y entonces era de noche, nunca de día.
-Como mi suegra dice que tú conoces muy bien estos lugares –replicaba Eduardo –
-Cierto, yo conozco estos lugares porque yo nací aquí y nunca salí, yo no conozco otros lugares. Este es mi terruño…
-¡Ya! ¡Ya! Sólo dime dónde está la entrada y se acabó
– Por ahí…por ahí.
Eduardo se metió al agua hasta la cintura y el aparato que traía empezó a funcionar, sonaba al manómetro de tal forma que Eduardo se entusiasmó, quería seguir adentrándose más y más, de pronto Cipriano le despertó como de su letargo:
-¡Señor! ¡Señor! ¡No muy adentro!
Eduardo, cuando se dio cuenta, las piernas no le respondían, se estaba congelando. Paralizado por el tremendo frío glacial del mes de Julio.
-¡Ayúdame! ¡Ayúdame! ¡No puedo moverme! ¡Tira el lazo rápido!
Cipriano lanzó con todas sus fuerzas hasta que a duras penas pudo sacar al ingeniero hacia la orilla de la laguna.
-¡Qué frío! ¡Qué frío! -temblaba Eduardo.
-Tómate un poco de aguardiente –decía Cipriano.
-¡Dámelo rápido!…Glub… gluub… -tomó uno o dos tragos mientras Cipriano lo arropaba con cuanta manta encontraba.
-¿Ya le pasó señor? –preguntaba Cipriano.
-Ya me estoy calentando… ya sé por dónde es la entrada de esa mina y sé también que es cierto que hay metal precioso porque mi máquina vibraba con tanta fuerza, lo cual es síntoma que allí hay metal precioso.
Cipriano apenas lo miraba con indiferencia, para sí comentaba: "casi se muere de fío, y sigue pensando en la plata, estos hombres blancos solamente piensan en eso. Mamacha Mercedes nos libre"
-¡Allí viene! ¡Allí viene! –Gritó Cipriano –allí viene la señora.
-¿Qué pasó Eduardo? ¡Pero si estás temblando y mojado! ¿Qué pasó Cipriano? ¿Qué pasó? ¡Ay, Dios mío! –clamaba la señora Simona.
-¡No es para tanto! ¡No es para tanto! –Decía Eduardo –lo que pasa es que me adentré un poco al fondo y se me congelaron estas malditas piernas, pero Cipriano me lanzó una acuerda y salí, ya estoy bien. Cipriano, si tienes otra botella de esas que me diste, pásamela, está buena… parece güisqui.
Al día siguiente, Eduardo abrió los ojos, miró por todas partes. Se levantó asustado, salió corriendo y cuando abrió la puerta se encontraba en el segundo piso de la casa hacienda. "ayy… qué dolor de cabeza"…
En el patio grande, todos lo miraban sonrientes y por el otro lado estaban señalando a los ganados. Un par de señoras con sombreros de vicuña adornados con flores silvestres que crecen en las faldas de los nevados y vestimentas de colores con cintas y en la mano una tinya (tamborcito hecho de cuero de carnero) cantaban en lengua materna quechua coplas alusivas a la fiesta de Yayta Shanty. Todos corrían de un lado a otro agarrando los ganados. La vista era hermosa, desde ahí se podía ver el hermoso panorama serrano. Eduardo bajó, caminó un poco. Al hijo le decía la suegra:
-Hijo, ¿cómo pasaste la noche?
-Bien señora… bien.
-Ahora para que te pase ese dolor de cabeza tómate este Yaco Chupe (caldo de papas con verduras) y se te quitará el malestar.
Eduardo pensando y caminando a la vez decía: "yo tengo que volver a esa mina, pero con otras personas más y con más instrumentos", y sin darse cuenta llegó al lado opuesto de la casa hacienda y allí se encontraba el pequeño tallercito o fundición del viejo Castañeda. Era el lugar donde fabricaba y fundía la plata extraída de la mina "León Gocha", se veían vestigios y utensilios, y al lado estaban unos fierros mohosos, los mismos que utilizaban para atrancar las puerta de la antigua hacienda, casi por accidente, Eduardo se agachó y observó esos fierros viejos llenos de moho. Grande fue la sorpresa que se llevó Eduardo: ¿Qué? ¿Qué es esto? ¡Dios mío! Sacó un cortaplumas y rasgó esos trozos de metal que se encontraban en el piso a la intemperie por largos años. No lo podía creer. Corrió al patio principal, allí existía una puerta grande. Miró hacia el piso, allí estaba otro trozo de metal, lo agarró.
-¡Señora! ¡Señora! ¡Venga rápido!
-¿¡Qué pasa hijo!?
-¡Mire! ¡Mire! –le dijo Eduardo.
-¿Qué debo mirar? ¿Dónde?
-¡Aquí…! ¡Aquí!
-¡Ah…! Este, bueno, esos son los fierros que utilizaban mis padres parar atrancar las puerta de la hacienda. De esos muchos son fierros viejos que no sirven. Nosotros lo ponemos en las puertas para que el viento no las abra.
¡No! ¡No! Querida suegrita, estos no son fierros comunes y corrientes…son trozos de plata, ¿Se da cuenta a hora de lo que le estaba hablando?
-¿Seguro que ese montón de fierros son plata?
-¡Seguro! ¡Es tan seguro como que este es mi gran día!
La señora Simona ordenó que juntaran todos los fierros tirados por la casa hacienda, y Eduardo iba adelante dando el veredicto. Después de una ardua labor de todo el día en un cuarto, lograron juntar una gran cantidad de plata pura. Según cuenta el abuelo, eran más o menos como unos ochocientos kilos de plata pura, los residuos de la plata extraída de los filones de "León Gocha" por espacio de dos generaciones.
Al cabo de un año la señora Simona y su yerno Eduardo pudieron mejorar su situación económica de una forma considerable. Según cuenta el abuelo, Eduardo volvió al lugar en varias ocasiones sin poder sacar nada, en la última oportunidad perdió cinco hombres y dos ingenieros, Eduardo se salvó a duras penas.
Algunos lugareños cuentan que llegaron de otros pueblos a enterarse de la existencia de estas minas pero también pasaron la misma suerte, murieron por congelamiento y otros por accidente.
Pasó el tiempo. Ese lugar, Casa Blanca y la Virgen de las Mercedes, se hizo caseríos y hoy por hoy sólo queda el recuerdo, y cada vez que llega el 24 de septiembre, algunos moradores, especialmente los más viejos, recuerdan la casa hacienda de Casa Blanca y las minas de "León Gocha".
Y suspirando con tristeza decía: "esos tiempos fueron mejores"
EL REGALO QUE NUNCA LLEGÓ
Otra vez Navidad.- El avión de cuatro motores.- Carta a Papá Noél.- El regalo que nunca llegó.- Reconciliación
OTRA VEZ NAVIDAD
El ambiente reinaba en la casa de Daniel y Patty. Era de color y sabor a Navidad. Todos estaban sumidos a buscar un regalo para su ser querido, pero Daniel muy por el contrario, reuía a las conversaciones referentes a la fecha. "¡Papá! ¡Papá! Santa Claus me va a traer un juguete muy bonito que le pedí, por ello me estoy portando bien para que se cumpla mi deseo… "
Daniel, muy para sus adentros pensaba: "Santa Claus…si supiera quién le va a regalar esos juguetes, mi hijo no pensaría así". La voz de su esposa le sacó de su letargo.
-¡Daniel! ¡Daniel! ¿Cuáles de tus amigos traerás para la Noche Buena?
Daniel, uno poco ofuscado, le respondía:
-Tú sabes mujer, que a mí, esas fiestecitas no me gustan y tú te empeñas siempre por juntar acontecimientos para esa fecha y te lo repito como todos los años… ¡No cuenten conmigo!
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