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La educación y las tecnologías en el contexto de la globalización


    Globalización, identidad cultural y procesos de conflictos étnicos en el escenario global. César Pérez Ortiz.

    El objetivo de este trabajo es analizar las articulaciones entre las sociedades regionales, las identidades y conflictos étnicos y su conexión desde los escenarios de la civilización con la globalización, mediante la sociedad red; en dicha retícula abordamos la problemática de la relación entre cultura regional, etnicidad con la globalización. En este caso proponemos una serie de reflexiones teóricas para abordar cierta problemática.

    Desde una perspectiva antropológica el reciente libro de (Ted Lewellen, 2008), aborda el estudio de la globalización y nos señala en el marco teórico, que dentro de la problemática a abordar en el modelo del paradigma global circunscrito, se localiza un diálogo y un ensamble de las problemáticas entre cultura, civilización y globalización; otros autores como (Ikenberry, 2008), a partir del paradigma de la globalización y de sus conexiones con la geopolítica y la geoeconomía, van mas allá del paradigma transformacionalista de la globalización. A su vez el enfoque de las sociedades regionales de (Lomnitz, 1995), permite analizar la relación entre globalidad y etnicidad y como operan las adaptaciones glocales de las sociedades regionales a frente a la globalización; las sociedades locales generan en la cultura local, paradigmas emic que opera como una cosmovisión de comunidad – idiográfica e ideográfica imaginada a partir de mitos fundacionales- que es un efecto de la interrelación sistémica entre las culturas íntimas de clase, las cultura de relaciones sociales, la ideología localista y la coherencia emic, interrelaciones en las que se construye la identidad étnica; a su vez dichos fenómenos regionales generan el contexto para la interconexión global (mediante la sociedad red) que genera nuevos mestizajes emic y nuevas etnicidades mediante una nueva criollización y relectura local glocales, recreando nuevas comunidades imaginadas con rasgos nuevos escenarios culturales anacionales, postnacionales y supraterritoriales. En concreto la etnicidad crea nuevas identidades fragmentadas, muchas de ellas nacionales, otras anacionales por un lado y nuevas etnicidades postnacionales (todas supraterritoriales) por el otro, dependiendo del nuevo contexto regional en que se incrusten o conecten, que pueden ser bilingües biculturales como punto de partida.

    La construcción y configuración de las nuevas identidades culturales étnicas a nivel global, están determinadas por las políticas de movilización social inspiradas en una ideología política mundial de respeto a las diferencias de identidades culturales étnicas; destaca un reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y a las autonomías culturales étnicas, un complejo escenario que, muchas de las veces, genera múltiples situaciones de conflictos y violencias étnicas impredecibles. Específicamente, el tipo de identidad cultural étnica al que se aludirá en esta lectura donde se pretende explorar la utilidad teórica de analizar los sentidos contextuales-socioculturales del término movilización étnica en contextos globales supranacionales así como su posible aplicación metodológica en investigaciones etnográficas comparadas. En múltiples niveles, tanto de análisis como físico-geográfico-ecológicos, denominado "movilización étnica" que adquiere otros significados que son muy distintos de aquellos que se emplean en el uso de está categoría, como sinónimo de confrontación violenta multiétnica, siempre en contextos de sociedades regionales, muchas de ellas con enclaves civilizatorios (Zelinsky y Lee: 1998), (Boggs: 2004), (Englund y J. Leach: 2004), (Sökefeld: 1999).

    A su vez la sociedad regional, es una adaptación de la cultura local a la globalización, entre la cual la sociedad regional transfronteriza y de espacios transregional resulta estratégica; las nuevas comunidades étnicas imaginadas multilingües son y operan como regiones abiertas transfronterizas y supraterritoriales. Paradójicamente las nuevas cosmogonías de comunidades imaginadas, manejan nuevos universos simbólicos en el contexto de una nueva criollización y relectura local, con mestizajes emic que vean mas allá del enfoque monolingüe, ya las cosmovisiones regionales se expresan en varias lenguas. Pero dichos mestizajes y etnicidades se constituyen a partir de la circulación regional de símbolos e información, que se enmarca en los paradigmas culturales locales o cosmovisiones regionales generadas por las plataformas configuracionales de las cosmologías o cosmogonías civilizatorias, plasmadas en mitos fundacionales emic, así como en las religiones universales que al ser universos simbólicos son interpretadas doctrinal e interpretativamente por las esferas locales en las culturas regionales, creando a su vez una nueva criollización y relectura local, con nuevos mestizajes emic enmarcados en procesos glocales que a su vez, generan transgeneracionalmente nuevas identidades étnicas glocales muchas veces contraculturales antisistémicas, contracivilizatorias, antiglobales; algunas de ellas con características de revitalizaciones etnocéntricas fundamentalistas transfronterizas y supraterritoriales.

    Samuel Huntington en su obra Choque de Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial señala que las civilizaciones -como redes de culturas- culturalmente subyacen a la globalización, la cual sería superficial, epidérmica y/o cosmética. En este sentido las civilizaciones son las constelaciones cosmológicas y cosmogónicas que operan en las estructuras profundas y que enmarcan mediante cosmovisiones y paradigmas emic las culturas de las periferias, semiperiferias y núcleos del moderno sistema mundial. Ello quiere decir que las nuevas culturas regionales (sociedades regionales abiertas transfronterizas y supranacionales) reinterpretan mediante la criollización, mestizajes emic y relecturas locales y glocales, las cosmologías y cosmogonías civilizatorias y en el ensamble con la sociedad red se generan las revitalizaciones étnicas, muchas veces movimientos sociales antisistémicos, en los contextos de las sociedades regionales. Nuestro enfoque difiere de los modelos culturalistas, relativistas, indigenistas etnicistas encriptados que abordan la etnicidad como algo dado a priori, sin ver que son efectos de sociedades regionales, al permanecer anclados teóricamente en el particuralismo relativista norteamericano, o en el culturalismo indigenista. Ante las transformaciones globales las sociedades regionales son la plataforma para las reconfiguraciones regionales globales, contextos abiertos de revitalizaciones étnicas que son una respuesta a las redes de la globalización, que se generan a niveles locales y regionales, a partir de las cosmovisiones emic, reinterpretadas de las cosmologías civilizatorias, a veces situacionalmente confrontadas con otras cosmovisiones civilizatorias o glocales. Dicha globalización con su orden y desorden cíclico en las olas de ascenso emanadas de los núcleos diamante y descenso en crisis generan en las culturas regionales revitalizaciones étnicas que en muchas casos son fundamentalismos etnocéntricos y racistas frente al subyugamiento que hacen las tranformaciones globales mediante la sociedad red en los contextos de las sociedades regionales a las etnicidades generadas en las culturas locales, en este proceso se concretan campos y arenas donde se expresan múltiples dimensiones de movilización y conflicto étnico.

    Una de las dimensiones socioculturales más importantes de estas categorías –movilización y conflicto étnico– es aquella que tiene que ver con la construcción transnacional de identidades culturales regionales que se configuran y concretan en nuevas sociedades regionales supraterritoriales. La movilización étnica de estas identidades culturales regionales tiene que ver con la capacidad que tienen los distintos miembros de las culturas regionales para promover y desenvolver políticas culturales que les permitan defender, valorar y difundir su cultura más allá de su espacio sociocultural de pertenencia territorial. Este es un proceso social donde la movilización étnica recurre a diferentes recursos de intelectualidad orgánica localista para trabajar una historia cultural emic que valide, en los niveles supraterritoriales de la región cultural, la autenticidad de la cultura de pertenecimiento territorial. Dicho territorio como fuente de identidad emic, está ligado a estructuras mitológicas fundacionales, ligadas a configuraciones civilizatorias, para legitimar la ideología local, aún en contextos supranacionales, al operar como una cosmovisión local y a la vez paradigma emic supraterritorial, en medio del desorden global. Para el caso de México, las características importantes de este tipo de movilización étnica, se configuran y se han originado por el incremento constante de los flujos migratorios principalmente hacia los Estados Unidos y Canadá. En combinación con los flujos migratorios de Europa, estas dinámicas de movimientos de población, concretaron, de un modo desigual, la estructura económica, política, sociocultural y espacial de muchas regiones metropolitanas de los Estados Unidos y Europa (Pandit y Holloway: 2006).

    En este sentido, las civilizaciones son también plataformas geopolíticas, enmarcadas en el moderno sistema mundial, que engloban redes de cosmovisiones frente a la sociedad red y la globalización supraterritorial homogeneizante, a partir de áreas globales y hemisferios geopolíticos, enclavadas en zonas diamante. El resultado son movimientos de revitalización étnica que situacionalmente hacen alianzas geopolíticas, anacionales, civilizatorias frente a las civilizaciones supraterritoriales homogeneizante que se irradian desde el núcleo global de la sociedad-red. Por ello resulta estratégico estudiar las conexiones entre lo étnico y lo civilizatorio en los ensambles regionales y en sus procesos glocales en una nueva criollización y relectura local frente a las transformaciones globales supraterritoriales. Por lo tanto las nuevas etnicidades se transforman revitalizadas por las cosmovisiones regionales glocales frente a las cosmologías y cosmogonías civilizatorias y la globalización supraterritorial descontextualizante homogeneizante. Ello quiere decir que los procesos de identidad local son a su vez parte de las reconfiguraciones civilizatorias frente a la globalización. Frente a las constelaciones globales supraterritoriales se generan nuevas configuraciones civilizatorias, que se revitalizan en las sociedades regionales transfronterizas y a su vez se revitalizan las etnicidades glocales de las culturas regionales como espacios abiertos. El resultado es el crepúsculo del estadonación como comunidad imaginada y la reconfiguración civilizatoria de las civilizaciones núcleo debido a la revitalización de las constelaciones globales enmarcadas en nuevos núcleos de redes económicas, políticas y civilizatorias regionales como América del Norte, Japón, China y la Unión Europea. El desorden global tiene la particularidad de revitalizar de manera suave o de manera dura las identidades étnicas mediante complejos procesos de glocalización -nueva criollización y relectura local- que en realidad son irradiaciones globales supraterritoriales homogeneizantes del núcleo sistémico que se irradia desde la sociedad red y la nueva economía de redes.

    La idea principal que manejamos es que las revitalizaciones étnicas se reconfiguran glocalmente, por las constelaciones civilizatorias frente a las transformaciones globales supraterritoriales homogeneizantes que se conectan con lo regional en el ensamble regional reconfigurando las culturas locales, o frente a nuevas reconfiguraciones civilizatorias. Ello quiere decir que la revitalizaciones étnicas operan como transformaciones estructurales, –nueva criollización glocal y relectura local– de las redes civilizatorias frente a las oscilaciones sistémicas de las constelaciones globales irradiándose supraterritorialemente, mediante la sociedad red. El desorden global permite la revitalización étnica ante el debilitamiento del estado-nación pero la reconfiguración cultural regional que genera fundamentalismo étnico es producto de sociedades regionales políticas frente a la globalización en el contexto de revitalización civilizatoria, frente a la propia globalización y otras civilizaciones. Ello quiere decir que los modelos de región política de (Fábregas y De la Peña, 2007) conjuntamente con los enfoques regionales de Lomnitz permiten generar un escenario territorial de revitalización étnica frente a la sociedad red y la globalización, pero con conexiones civilizatorias de revitalización fundamentalista. Estos procesos de revitalización étnica pasan por los campos regionales y arenas locales de la política informal con facciones, cuasigrupos locales y coaliciones regionales que tienen objetivos públicos de renacimiento civilizatorio plasmados en la revitalización étnica fundamentalista de una nueva criollización glocal y relectura local; dicha revitalización va acompañada de movilizaciones populistas en estados etnicistas o populistas generados en las crisis globales. Véase el caso de revitalización étnica en Bolivia y de los pueblos originarios de

    Sudamerica así como el subcomandate Marcos y el EZLN y otras revitalizaciones. El mismo día que México se articuló con la globalización se generó la respuesta de la revitalización étnico-populista en Chiapas.

    Retomando como punto de partida el modelo antropológico propuesto por Jonathan Friedman para estudiar el sistema global (Friedman: 2004), es posible aproximarse a diferentes enfoques y abordajes de las movilizaciones étnicas si se teoriza a partir de la interacción existente entre fuerzas globales de integración y la movilización política de la etnicidad. Para referirse a la situación contemporánea de fragmentación y globalización, Jonathan Friedman argumenta lo siguiente: la transformación del sistema global es un cambio en el cual hay combinación de polarización vertical y horizontal, polarización entre clases, y la fragmentación de pueblos dentro de identidades culturalmente definidas y defendidas (Friedman, Ibid: 69). Dentro de esta perspectiva global, no existen muchos desacuerdos con respecto al hecho de que el mundo está impregnado por una plétora de estrategias políticas culturales de grupos de indígenas, migrantes, "minorías", "marginales"; que aspiran a un tipo de liberación cultural de las fuerzas homogenizantes del estado, todo ello a partir de sociedades regionales y sus revitalizaciones étnicas. De este modo, el resurgimiento de los movimientos indígenas es parte de este proceso sistémico total, el cual, por decirlo de alguna manera, no es el resultado de un movimiento mecánico determinista. Aunque relacionados entre si, existen dos aspectos completamente diferentes de este proceso, uno que es social, y otro derivado del disenso sociocultural acerca de la concepción-aplicación universal de los derechos humanos, este último aspecto ha dado origen a una serie diversa de conflictos étnicos al rededor del mundo. El proceso social consiste en la desintegración de los procesos de homogenización que fueron el soporte principal del estado-nación. Esto dio origen al incremento de conflictos acerca de la concepción universalista del derecho y los derechos de pueblos particulares, un conflicto real entre los derechos particulares y los colectivos, y lo nacional versus lo étnico.

    En general, las políticas culturales son políticas de la diferencia, una transformación de la diferencia en reclamos colocados en la esfera pública, para el reconocimiento de la identidad cultural, por el control y manejo los recursos ecológico energéticos significativos, por los usos y tenencias de la tierra. Pero estas diferencias son a su vez diferenciadas en importantes e interesantes maneras, no únicamente en relación a estructuras existentes de identificación. Tanto las identidades indígenas como las identidades de las sociedades regionales, (niveles de identidad), reclaman al estado-nación, una identidad que está basada en la idea de una "aboriginalidad" auténtica (Friedman: Ibid). Son reclamos sobre la territorialidad como tal, y esos reclamos están basados en una situación contraria a la que es definida como productos de conquista y neocolonialidad (Ashcroft: 2006). Las raíces aquí están localizadas en un paisaje particular. La movilización étnica, en las geografías globales, puede definirse como la eficacia del potencial político que manejan los grupos étnicos para vincularse, representarse y moverse en arenas y campos políticos que trascienden el nivel de la villa y/o la comunidad local/regional; espacios donde pueden viabilizar y operacionalizar sus procesos de reivindicación de su vieja nueva identidad socioterritorial, ecológica y étnica-cultural a partir de las ideologías locales y las culturas íntimas de clase regionales, de proyección supraterritorial. Paradójicamente, dicha reterritorialización opera sociedad abierta supraterritorial

    Las nuevas identidades étnicas en la escena local, en las sociedades regionales implican las redes de culturas de relaciones sociales que ensamblan y articulan las culturas íntimas de clase, mediante la coherencia local y el mestizaje, que dan como resultado la identidad étnica glocal, reordenado las configuraciones civilizatorias (como cosmologías y cosmogonías), plasmadas en cosmovisiones. Las constelaciones globales supraterritoriales homogeneizantes que se irradian desde los núcleos diamante de las ciudades del Moderno Sistema Mundial, como Londres, Los Angeles, Nueva York, a las sociedades regionales del mismo núcleo y hacia las sociedades regionales de la semiperiferia y la periferia, implican culturas descontextualizadas homogeneizantes de masas, frente a las sociedades regionales enmarcadas en la cultura popular, heredera de la cultura vernácula folk, que contiene los elementos de una subcultura generacional étnica, con potenciales rasgos glocales de contracultura global y anticultura sistémica, materializada en múltiples estrategias situacionales de identidad étnica. La cultura vernácula y/o folklórica y/o étnica y/o indígena, es la fuente de la identidad étnica, mediante la tradición y la costumbre; que tiene sedimento vernáculo irreductible cultural local profundo, en las múltiples escenas y sociedades regionales, génesis de movimientos de revitalización étnica. En periplos metodológicos, culturalmente estamos hablando de la plataforma ideográfica e ideográfica civilizatoria anclada en sociedades regionales (con sociedad civil, y con estructuras de un mercado), que genera nuevos procesos de cultura local, cultura regional, cultura popular, y cultura urbana.

    Pero las constelaciones globales y configuraciones civilizatorias operan desde las sociedades regionales abiertas transfronterizas multiculturales del Núcleo del Moderno Sistema Mundial al transcultural mediante la sociedad-red (a las sociedades regionales a distancia, tanto urbanas como su hinterland rural), primeramente dentro del nivel nacional y posteriormente internacional o civilizatorio, mediante configuraciones interculturales, para posteriormente irradiar globalmente mediante firmas transnacionales, multinacionales, a todo el planeta, generando nuevos y permanentes procesos de descontextualización aterritorial global homogeneizante, todo ello en un nuevo proceso de enculturación (a través de una amplia variedad de prácticas sociales) o socialización generacional en trayectos segmentados de vida, poniendo énfasis en las etapas de adolescencia, juventud y adultez temprana, creando una nueva criollización y relectura glocal, mediante la apropiación sincrética o "reterritorialización local cultural" en las cultura regionales reconstruyendo idiográficamente e ideográficamente, en nuevas combinatorias de constelaciones locales imaginarias y múltiples configuraciones culturales regionales sin fin, como plataformas de las nuevas identidades étnicas, raciales o nacionales, o subculturas postétnicas, postraciales o postnacionales. Dichas identidades étnicas se materializan y se representan situacionalmente en estrategias de política informal y subpolítica, como facciones, cuasigrupos y coaliciones, así como redes clientelares egocentradas y manejos de las webs en la sociedad red.

    La representación que se configura en estos espacios globales, es un modo de representación cuya lógica está organizada por el núcleo estructural de la nacionalidad, una relación entre identidad cultural y territorio, elementos opuestos a la territorialidad del estado, el cual, en la memoria histórica de los pueblos indios, está asociado con las dinámicas históricas de conquista, ocupación y usurpación. Este tipo de estructuras emerge en condiciones en las cuales el estado es claramente no representativo de los intereses del pueblo, o de los intereses de las grandes mayorías de los sectores que conforman el pueblo. Dichas condiciones también son variables en el tiempo y en el espacio. La lógica que vincula pueblerismo regional e indianidad a la constitución del estado-nación, es la misma lógica de las estructuras de oposición (Friedman: Ibidem). La distinción entre estado y nación, es una variante importante de los procesos de formación de los estados-nación contemporáneos; donde diferentes identidades culturales y etnicidades de sociedades regionales y pueblos indios, se identifican como segmentos subordinados y separados del estado, el cual se percibe como un agente externo y extraño. Muchas veces hacen referencias mitos fundacionales enmarcados en cosmovisiones civilizatorias, muchas veces legitimadores de nuevas identidades. De hecho, este sería el arquetipo de las relaciones coloniales.

    El proceso para tener eficacias en las secuencias posteriores implica sincretizar y neoculturar regionalmente mediante nuevas configuraciones étnicas y civilizatorias reapropiación/consumo mediante la apropiación multicultural y el recontextualizar interculturalmente mediante una nueva criollización y relectura local, y la apropiación sincrética o "reterritorialización regional cultural", reeleborando, reconstruyendo idiográficamente e ideográficamente, en nuevas combinatorias de constelaciones imaginarias y múltiples configuraciones culturales sin fin, frente a los nuevos y permanentes procesos de de transculturacion homogeneizante y descontextualización aterritorial global, todo ello en proceso de enculturación. Ello sucede porque la relaciones interculturales en los contextos culturales no operan mediante la hibridación y en realidad operan sociedades plurales con minorías étnicas, raciales y o nacionales, más que contextos multiculturales. Implica consumo/apropiación regional de la cultura popular que descontextualizada homogeneizante aterritorialmente por la sociedad red se vuelve de masas, pero que desde la cultura local se asimila y se integra localmente desde la fragmentación, a partir de la ideología local. Opera en los núcleos regionales de la semiperiferia y periferia, en la esfera del consumo/apropiación, supuestamente multiculturales, pero a lo sumo multicéntricas. Ello va reconfigurando las nuevas constelaciones identitarias desde la sociedad regional supranacional y supraterritorial.

    En muchas de estas situaciones, la indianidad únicamente se fragmenta cuando opera como una identidad separada del estado. Es por ello que "los pueblos indios", como una forma de intencionalidad, únicamente se concretan mediante las políticas culturales de defensa del "arraigamiento aborigen original", éstas políticas culturales como ideologías etnopolíticas, en ciertas condiciones, puede producir nacionalismos extremos contra el estado, con proyección supraterritorial. Sin embargo, no existe lógica alguna de que los estados-nación y los movimientos étnicos puedan coexistir sin cambios en la estructura total del estado mismo, o por el establecimiento de compromisos que sencillamente acentúan la ambivalencia en esta situación, generada por nuevos contextos glocales regionales, en conexión multicéntrica con la sociedad red.

    Las sociedades regionales glocalizan multicéntricamente mediante nuevas configuraciones étnicas regionales, los nuevos procesos locales y étnicos, cuando hay globalización en crisis, mediante fenómenos de reapropiación/consumo, mediante procesos nuevos de criollización y de relectura culturales, y de apropiación sincrética glocal o "reterritorialización cultural", reeleboran, y reconstruyen idiográficamente e ideográficamente en nuevas combinatorias de constelaciones imaginarias y múltiples configuraciones culturales sin fin, frente a los nuevos y permanentes procesos de descontextualización homogeneizante aterritorial global, mediante firmas globales operando en la sociedad-red. Todo ello en un nuevo proceso de enculturación (a través de una amplia variedad de prácticas sociales) o socialización transgeneracional en trayectos segmentados de vida, poniendo énfasis en las etapas de adolescencia, juventud y adultez temprana, como fuente de identidad. La cultura popular reproduce regionalmente universos simbólicos, cosmologías, cosmogonías y cosmovisiones; la contracultura local genera universos simbólicos, nuevas cosmologías, cosmogonías y cosmovisiones alternativas; la cultura de masas las vuelve mercancías mediante el uso instrumental de la razón práctica. Cultura popular es el patrimonio intangible transgeneracional, aunque pase por las industrias culturales globales. Implica consumo/apropiación regional de la cultura popular que descontextualizada aterritorialmente se vuelve de masas, pero que desde la cultura local se asimila y se integra localmente desde la fragmentación, a partir de la ideología local, en el proceso de reproducción cultural regional, dándole coherencia ideográfica, desde una perspectiva, a partir de nuevas escenas y subculturas, en un contexto glocal dialéctico. Ello es el contexto de reconstrucción de las nuevas identidades étnicas supraterritoriales.

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