Opiniones en 1967 sobre el otorgamiento del Premio Nobel a Miguel Angel Asturias
Enviado por Ariel Batres V.
OPINIONES EN 1967 SOBRE EL OTORGAMIENTO DEL PREMIO NOBEL A MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS Selección y notas por Ariel Batres Villagrán Guatemala, junio de 2017
Declaración del compilador con base en… “[…] Crear es robar, robar aquí, robar allá, robar en todas partes en grande y en pequeño, cuanto se necesita para la obra de arte. No hay, no existe, obra propia ni o–ri–gi–nal […] todas las obras de arte son ajenas, pertenecen al que nos las da prestadas desde el interior de nosotros mismos; por mucho que digamos que son nuestras, pertenecen a los ocultos ecos, y las lucimos como propias, prestadas o robadas, mientras pasa el siglo.” Miguel Ángel Asturias (1967) 1 “[…] Mientras me sea posible imaginar, hacer imagen todo lo que el mundo posee y copiar con mi espejo negro lo que veo en mis sueños, hablaré con imágenes. ¿Cuál entonces mi creación? Ninguna. Nada agrego al universo si me valgo del espejo de doble faz. Copiar no es crear.” Miguel Ángel Asturias (1971) 2 “Reproducir no es crear; y crear es el deber del hombre.” José Martí (1853-1895) 3 “Salvo algunas notas y consideraciones indispensable, no hacemos ninguna exégesis: reproducimos documentos, nada más. Ofrecemos materia prima a los historiadores.” José Rodríguez Cerna (1885-1952) 4 “El que escribe para el público se expone a la censura de todos los que leen.” Antonio José de Irisarri (1786-1868) 5 1 94 a 95. Nota: la primera edición fue publicada en septiembre de 1967; la segunda se difundió en noviembre del mismo año. Ambas, de 6,000 ejemplares cada una, y las subsiguientes hasta 1970 estuvieron a cargo de su hijo Rodrigo Asturias Amado, Gerente de la editorial, quien comentó que se vendieron todos en menos de dos semanas y tuvieron que reeditarla a principios de 1968. En entrevista con el periodista Raúl Hernández, Rodrigo le responde que “Estaba seguro” que su padre ganaría el Premio Nobel en 1967 y por ello corrió el riesgo de editar el libro. La entrevista fue publicada en Diario de la Tarde (México, 20 de octubre de 1967). 2 [Madrid : Closas-Orcoyen, 1971]. Página 16. 3 Habana, Cuba : Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura, 1945. Página 141. 4 la historia de la primera asamblea americana). Guatemala : Tipografía Nacional, 1938. Página 3. 5 contra América. Guatemala : Tipografía Nacional, 1972. Página 17.
“El que escribe lo que ha de leer, sabe que escribe lo que, por el hecho de no ser improvisación, ha de someterse a juicio: quiere, por tanto, que el juicio no halle nada censurable en él.” José Martí 6 “El arte de escribir ¿no es reducir? La verba mata sin duda la elocuencia.” José Martí 7 “[…] el olvidarse de las cosas pasadas es causa de caer en grandes errores y ocasión de incurrir las mismas y mayores desdichas.” Anónimo (1711) 8 “aunque las lenguas callen, los archivos estarán dando siempre voces” Francisco Ximénez (1726) 9 6 Publicaciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura, 1945. Página 26. 7 8 Vicente de Chiapa y Guatemala. Prólogo de J. Fernando Juárez Muñoz. Guatemala : Colección de documentos antiguos del Ayuntamiento de Guatemala. Biblioteca “Goathemala” de la Sociedad de Geografía e Historia, 1935. Página 206. 9 predicadores. Guatemala : Tipografía Nacional, 1971 [1726]. Capítulo I.
PRESENTACIÓN El mismo jueves 19 de octubre de 1967 cuando la Academia Sueca de las Letras anunció que el premio Nobel de literatura había sido otorgado al guatemalteco Miguel Ángel Asturias Rosales (1899- 1974), se supo la trascendental noticia en Guatemala; el periódico vespertino El Imparcial fue el primero que la dio a conocer y al siguiente día los diarios matutinos. Y no era para menos. Desde hacía varios años que los críticos literarios y conocedores de la obra de Asturias venían “anunciándolo” (especialmente durante 1964, 1965 y 1966 e incluso en este último la prensa y televisión sueca lo entrevistaron, seguros que ese año sí, pero no), de manera que a pesar que a algunos no los tomó por sorpresa, en su mayoría los “expertos” se vieron rebasados en sus expectativas, pues le habían apostado a otros autores europeos. En aquella época, hace cincuenta años, la producción literaria de autores hispanoamericanos se encontraba en un segundo o tercer plano entre las preferencias de los lectores, influenciados por el prurito de que cualquier libro proveniente de Europa era “bueno”, en tanto que los firmados por autores de México, Centro y Sur América, o del Caribe, no tenían por qué serlo, “por ser de aquí”. A pesar de que en 1945 le fue concedido el connotado galardón a la poetisa chilena Gabriela Mistral, ese había sido un caso especial y no se pensaba que pudiera repetirse la hazaña. Cuando en 1966 Asturias obtuvo el premio Lenin de la Paz, fue calificado de comunista por sus detractores, particularmente en Guatemala donde se vivía un clima de guerra interna no declarada entre la guerrilla y el ejército; algunos señalaron que no lo merecía porque él era un “cachureco” y derechista. Al serle otorgado el premio Nobel de Literatura –el 10 de diciembre de 1967– miles de personas de todos los estratos sociales lanzaron vivas, pero algunos le arrojaron denuestos al considerar que cómo era posible que la Academia le diera tan valioso premio a un izquierdista. A pesar de ello, y por el conjunto de su obra, Miguel Ángel Asturias se convirtió en la gloria de Guatemala, de Latinoamérica y del mundo, y la prensa de ese entonces, nacional y extranjera, así lo expresó. En 2017, cuando se conmemora el Cincuentenario de la concesión del premio Nobel de literatura al “Gran Lengua”, se discurre que es necesario tener a la mano la serie de “recortes” de prensa de 1967, para evaluar qué se dijo de Asturias entre octubre y diciembre de este último, e incluso en 1968 cuando todavía estaba fresca la noticia, para que el lector pueda recordar o conocer y analizar la óptica o punto de vista de la gente de cincuenta años atrás. Por tal razón, en el presente trabajo, que no es más que un sincero homenaje al “Gran Moyas”, se transcriben los “recortes de prensa” de 1967, todos tomados de diarios y revistas guatemaltecas, los que también incluyen comentarios provenientes del extranjero. Si algún merito tiene este documento, podría ser solamente el lograr reunir textos resguardados en la Hemeroteca Nacional de Guatemala, pues la mayoría no figuran en libros. Las notas a pie de página que se agregan son solamente, en algunos casos, para ubicar el contexto de determinados párrafos, aunque el lector puede obviar su lectura y concentrarse en las valiosas opiniones vertidas por periodistas y escritores en 1967. Siendo que el cúmulo de “recortes de prensa” de 1967 es abundante y valioso, la tarea de selección y ulterior reedición no concluye. Continuará… Ariel Batres Villagrán [email protected]
PÓRTICO
Vida Pasión y Muerte. A Miguel Ángel Asturias. Por: Miguel Ángel Vásquez, 1994 VIDA La luz de Guatemala, tibio nido, en perfume de sueño y de miel vertida con su barro de estrellas te dio vida, por panales de música elegido. Nombre de sangre india en cada flor; del aroma a tu voz, en carne de latido tu mirada, en agua de raíces de música esculpida que construye el cielo, para encontrarte vivo, debajo del corazón de cada fruta. Orientado entre pétalos y llamas, entre carnales círculos que vierten sus racimos de esperanza, naciste con la luz de manantiales sostenido por manos de montaña. Miguel Ángel, artífice de aromas, seda en palabras, niebla de palomas, Miguel Ángel Asturias, música de soles, pradera con amor de girasoles, en rojas clorofilas donde la vida en plenitud destella con fina orquestación de caracoles.
PASIÓN Padre de los metales y los sueños tu legado de música elemental y puro está en el despertar de las luciérnagas, en el granito, en los ríos, en los árboles que tienen sobre sus altas copas el azul inmortal. Estás perenne entre las sangres familiares que vuelven a la tierra; porque en las cuatro estaciones propicias al hechizo se forjan los metales de la estrella y das la sal y el agua de un hombre deslumbrado. Si pongo mi alabanza en el abrazo nupcial de las raíces, una luz vertical de ti desciende en el viento cargador de las hojas; un sonido de púrpura que brota desde el fondo del mar hasta la cuna del más puro gorjeo de la alondra. Tu voz, una magnolia de párpado escarchado, perdura en la imagen de este siglo. Porque en tu corazón la patria del picaflor que viola como en éxtasis la quieta intimidad de las corolas. Y porque ahora tejemos nuestro anhelo en el telar ardiente de la raza, a tu pasión entramos a recibir contigo la enseñanza; ante tu gesto heroico hoy alzamos
nuestro homenaje de alas, claro maestro–mago, erguido arquero rojo de las estrellas altas, viril cerbatanero que transmite el ágil sueño verde en cuyas fibras de vegetales labios poseída, como una lágrima celeste y sumergida, penetra en las arenas de este cielo de incomparable miel que hablan los mayas. Entramos una vez más a tu santuario, entramos en los palacios de tus libros, donde una arquitectura de raíces milenarias desemboca en su profundo corredor de lunas enterradas. Qué circunstancias llenas de acontecimiento y semillas despiertas. Qué argumentos de antiguas primaveras de polen y de viento dan vida a la magia con que vestías de indígenas cadencias esa pasión de amor por Guatemala. MUERTE Ceñida a tu cansancio de llanura sin voces, mi oquedad se desnuda y estalla en el vacío. Un pájaro de piedra se ha posado en tu nombre, petrifica tu sombra de ceiba con quetzales y me hunde en una abstracta redoma de cicutas. Empero, alto vigía, nauta insomne, yo tengo la señal de tus islas y descubrí que estabas perenne
en la liviana palabra de las olas. Por eso en este viaje, como siempre, no te despido, solo digo hasta pronto, en tanto me duele no mirarte ni escuchar tu palabra por donde dabas a la piedra sabor de dulce abeja con lenguaje de jade y amatista. Una atmósfera pura me aísla de las cosas cuando pronuncio a solas tu nombre de cálido rumor, de caracol marino, de cuyas letras sonoras en el espíritu del viento el tiempo se detiene y canta un himno de miel y eternidades; en el silencio ardido, donde danza el maíz al ritmo de la espuma, junto a los árboles que amabas porque anuncian una presencia de madera viva. Hoy sólo puedo ofrecerte apenas, un canasto de lágrimas y polvo amontonado. Pero eres eterno, vencedor de la muerte, más allá del transcurso del tiempo y la distancia, te hablo de esta tierra que amaste hasta el delirio y el dolor que yo siento es como esos ramalazos de aire en lluvia en medio del pesar que aúlla por mis sienes.
Dejaste este mundo en crisis y quien sabe si hoy dialogas con Neruda sobre arte culinario 10 en alguna constelación desconocida. Mientras tanto, tenemos tu nombre y testimonio, como escudo; cordillera segura de eternidad y nunca, desde donde miramos tristes tu paso a las estrellas y nos quedamos solos, con las manos hundidas en este manantial de gemidos en que nos han convertido a Guatemala. 11 10 de Gregorio Morán, ilustraciones de Marta Gómez-Pintado. Editorial Capitán Swing Libros, S.L., 2010. Primera edición, 1969, de editorial Corvina, Hungría. 11 Palacios, 1997 [1994]. Páginas 41 a 48.
NOTA: El poeta y novelista Miguel Ángel Vásquez (1922-2010) se desempeñó como secretario particular de Miguel Ángel Asturias, de 1941 a 1945. 12 Fue ganador del concurso de poesía organizado para conmemorar en 1945 el primer aniversario de la revolución de 1944, con el poema “Cuatro instantes de la Revolución”, por el cual se le dio el título honorífico de “poeta de la revolución”. 13 Su nombre aparece ocupando el número 66 de la nómina de 371 personas acusadas de comunistas en 1954; erróneamente se consigna que es salvadoreño. 14 Tuvo que salir de Guatemala en septiembre de 1954, encontrando asilo en Uruguay; cuando Jacobo Arbenz llega a dicho país el 12 de mayo de 1957, junto con Manuel Galich lo reciben en el aeropuerto. 15 Ganó el primer lugar en la rama de poesía en los Juegos Florales Centroamericanos de 1963, con el poema “La nube sin orillas”. 16 En 1979 vuelve a triunfar en dichos Juegos (1er. lugar) con el poema “Sangre Derramada”. Por su obra en prosa y verso, se le adjudicó el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”, en 1995. Su novela La semilla del fuego (1976), que narra sucesos ocurridos entre 1934 a 1944 durante la dictadura de Jorge Ubico, incluye la “Carta de un Maestro”, en la que Miguel Ángel Asturias se dirige a Mi querido tocayo, desde París, 1967, felicitándolo por la misma y diciéndole: “Un poeta o un novelista deben aspirar a quedar en la memoria de su pueblo. Dar testimonio es lo importante. Su novela tiene la fortuna de lograr el clima preciso de los años en que nuestra patria estuvo sujeta al capricho de un déspota. […] nuestras novelas buscan movilizar en el mundo las fuerzas morales que han de servirnos para defender a esos seres humanos que suman cientos, que suman 12 Miguel Ángel Asturias. Guatemala : Editorial Óscar de León Palacios, 1999. 13 6. Vásquez, Miguel Ángel; “Cuatro Instantes de la Revolución”. Guatemala : El Imparcial, edición del sábado 20 de octubre de 1945. Página 3. 14 http://www.foia.cia.gov/docs/DOC_0000913537/DOC_0000913537.pdf 15 exilio de Arbenz (1957-1960). Guatemala : CEUR, USAC, 2013. Página 254. 16 Guatemala : Editorial Municipalidad Quezaltenango, 1965. Páginas 175 a 183.
millones, emparentados por la sangre, la geografía, la vida; esos que padecen miseria en nuestra opulenta y rica América. Novelas como la suya se escriben con la pulsación del mundo que se está formando. Suenan sus palabras como maderas, como metales forjando esa ‘Semilla del Fuego’. Como novelista, es testigo de su tiempo, recoge la realidad viva de su país, sus aspiraciones y su dolor. Y se eclipsa usted mismo con el fin de dar la palabra a una conciencia que se expresa a través de los personajes y de las situaciones. […] ‘La Semilla del Fuego’ es la expresión de un poeta que sintiendo el drama humano, no deja de ser poeta. Su sentido del dolor humano demuestra que las realidades injustas de la vida hieren su sensibilidad y lo dejan vibrando. Personas que han leído aquí conmigo su novela, encuentran que en esta narrativa de lucha social, es de las más bellas la suya. Sé que pondrá en alto el nombre de la adorada Guatemala.” En la presente recopilación se incluye un artículo suyo, de febrero de 1968, que lleva por título: Miguel Ángel Asturias: un sitio en la eternidad, en el cual rememora parte de su vida con el maestro, durante la época en que fue su secretario en Guatemala y cuando volvieron a verse después de 1954, cuando ambos partieron al exilio, el primero a Buenos Aires y Vásquez a Montevideo. Véase. Publicó más de veinte libros en los géneros de poesía, cuento, novela y ensayo, como por ejemplo: ? “Testimonio”. En: Unesco; ALLCA XX (Organization); 1899/1999 : vida, obra y herencia de ? Miguel Ángel Asturias. Véase. Páginas 282 a 285. Cuatro Instantes de la Revolución. Poema. Guatemala : El Imparcial, edición del sábado 20 de octubre de 1945. Página 3. ? ? ? El clérigo vagabundo. Novela. Guatemala : Editorial Palo de Hormigo, 2007. Estrella desterrada. Poesía. Guatemala : Editorial José de Pineda Ibarra, 1970. La llama sangrante. Novela. Guatemala : Impreofset Óscar de León Palacios, 1995. ? La poesía de la rebelión. Homenaje al cincuentenario de la revolución del 20 de octubre de 1944. Guatemala : Impreofset Óscar de León Palacios, 1994. ?
? La semilla del fuego. “Carta de un Maestro”, de Miguel Ángel Asturias a Mi querido tocayo; París, 1967. Guatemala : Ediciones Técnicas y Culturales, 1976. Las voces de la memoria. Anécdotas y recuerdos no revelados en la vida de Miguel Ángel Asturias. ? Testimonio. Guatemala : Impreofset Óscar de León Palacios, 1999. Laurel de sombra. Poesía. Segunda edición. Guatemala : Impreofset Óscar de León Palacios, 1997 [1994].
? Luz en el tiempo. Reflexiones, comentarios, crónicas, memorias, ensayos. Guatemala : Impreofset ? ? Óscar de León Palacios, 1998. Operación Iscariote. Novela. Guatemala : Impreofset Óscar de León Palacios, 1999. Razones para la cólera. Novela. Guatemala : Editorial Óscar de León Palacios, 1991.
El premio Nobel de Literatura – 1967. Por: Anders Österling, 10 de diciembre de 1967 “Este año el Premio Nobel de Literatura ha sido otorgado al escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, prominente representante de la literatura moderna de Latinoamérica, en donde se están dando cambios relevantes. Nacido en la ciudad de Guatemala, en 1899, Asturias se vio involucrado, aún siendo niño, con el característico amor guatemalteco por la naturaleza y el mundo mítico. Dedicó a su herencia nativa y espíritu libertario, un fervor que se convirtió en factor dominante de su producción literaria. Después de haber estudiado leyes y folklore, vivió en Francia en los años veinte, y durante un período de tiempo representó a su país en el servicio diplomático. Se condenó a sí mismo a un largo exilio después del golpe de estado antidemocrático en 1954, regresando una vez el gobierno constitucional retoma el poder. Actualmente desempeña el cargo de Embajador de Guatemala en París. En los últimos años, Asturias ha obtenido gran reconocimiento internacional, y sus obras más importantes han sido traducidas a varias lenguas; hoy en día pueden ser leídas en sueco. Su primer trabajo fue una colección de leyendas de Guatemala, sorprendentes evocaciones del pasado Maya, un tesoro de símbolos e imágenes que desde siempre han sido la fuente inagotable de su inspiración. Pero su primera experiencia como escritor fue hasta 1946, con la publicación de la novela El Señor Presidente. Esta sátira, trágica y magnífica, critica el prototipo del dictador latinoamericano que apareció en diversos lugares al iniciarse el siglo y desde entonces ha seguido apareciendo, basando su existencia en los mecanismos de tiranía, que, para el hombre común, hace que cada día sea un infierno en la tierra. El vigor apasionado con el que Asturias evoca el terror y desconfianza que envenenó la atmósfera social de la época, hace de su trabajo un reto y un gesto estético de gran valor. La novela que lleva como título Hombres de Maíz, aparece tres años después. Podría considerársela como una historia folklórica en la cual su inspiración está basada en la mera imaginación, aunque, atada a la realidad. Sus motivos son extraídos de la mitología de la tierra tropical donde el hombre debe luchar al mismo tiempo contra una misteriosa, bella pero hostil naturaleza y contra distorsiones sociales inaceptables, represión y tiranía. Tal acumulación de pesadillas y fantasmas totémicos podrían impactar nuestras emociones, pero no podemos evitar el ser fascinados por poesía tan extraña y atemorizante. Con la trilogía de novelas iniciada en 1950: Viento Fuerte, El Papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960); una nueva temática conceptual aparece dentro del trabajo épico de Asturias: la lucha contra el dominio de los intereses norteamericanos, resumido en la United Fruit Company, y los efectos político–económicos en la historia contemporánea de la República
Bananera. Una vez más captamos la violencia efervescente y la vehemencia visionaria que radican en el intenso involucramiento del autor dentro de la situación en su país. Asturias se ha librado por completo de las técnicas narrativas obsoletas. Desde sus inicios se vio bajo la influencia de las nuevas tendencias de la literatura europea; su explosivo estilo marca una similitud con el surrealismo francés. Se sabe que él siempre basa su inspiración en la vida real. Dentro de su impresionante ciclo de poesías tituladas Clarivigilia primaveral, 1965, de la cual se ha hecho un estudio crítico sueco, Asturias lidia con la esencia del génesis de la creación artística y poética, con un lenguaje que pareciera haber tomado el brillo esplendoroso de las plumas del mágico quetzal, y el resplandor de los insectos fosforescentes. Hoy en día Latinoamérica puede alardear de un grupo activo de prominentes escritores, un coro de voces múltiples en el cual las contribuciones individuales no son discernibles. El trabajo de Asturias es vasto, valiente, y sobresaliente para generar interés fuera de su propio círculo literario, más allá de su país y su tiempo, más allá de nosotros. Una de las leyendas indígenas a que Asturias alude dentro de su escritura, relata la creencia de que los ancestros fallecidos son obligados a presenciar, con los ojos abiertos la lucha y sufrimiento de su descendencia. Solo cuando la justicia sea restablecida, y la tierra hurtada recuperada, los muertos podrán cerrar sus ojos y descansar en paz. Es una hermosa e importante creencia popular, y fácilmente podemos imaginarnos que el poeta militante ha sentido la mirada de sus ancestros y ha escuchado el silencio, el clamor simbólico tratando de alcanzar su corazón. Señor Embajador, usted viene de un país lejano, pero no permita que eso lo haga sentir como un desconocido entre nosotros. Su obra es conocida y apreciada aquí en Suecia. Es un honor recibirlo como portavoz para Latinoamérica, su gente, su espíritu y su futuro. Lo felicito en nombre de la Academia Sueca, quien paga tributo a la «vividez de su trabajo literario, radicado en rasgos nacionales y tradiciones indígenas». Ahora lo invito a recibir su premio por parte de su majestad, el Rey. http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/l iterature/laureates/1967/press.html> (Traducción Inglés–Español: Marco Antonio Pineda A.)” 17 17 Literatura -1967”. En: Asturias, Miguel Ángel; Discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura. Guatemala : Editorial Universitaria, Universidad de San Carlos de Guatemala, Colección “Fascículos Asturianos”, No. 8, 1999. Páginas 7 a 9.
Discurso ofrecido por Miguel Ángel Asturias durante banquete del Nobel, 10 de diciembre de 1967 Majestad, Altezas Reales, Señoras y Señores: Mi voz en el umbral. Mi voz llegada de muy lejos, de mi Guatemala natal. Mi voz en el umbral de esta Academia. Es difícil entrar a formar parte de una familia. Y es fácil. Lo saben las estrellas. Las familias de antorchas luminosas. Entrar a formar parte de la familia Nobel. Ser heredero de Alfredo Nobel. A los lazos de sangre, al parentesco político, se agrega una consanguinidad, un parentesco más sutil, nacido del espíritu y la obra creadora. Y esa fue, quizás no confesada, la intención del fundador de esta gran familia de los Premios Nobel. Ampliar, a través del tiempo, de generación en generación, el mundo de los suyos. En mi caso entro a formar parte de la familia Nobel, como el menos llamado entre los muchos que pudieron ser escogidos. Y entro por voluntad de esta Academia cuyas puertas se abren y se cierran una vez al año para consagrar a un escritor y por el uso que hice de la palabra en mis novelas y poemas, de la palabra más que bella, responsable, preocupación a la que no fue ajeno aquel soñador que andando el tiempo pasmaría al mundo con sus inventos, el hallazgo de explosivos hasta entonces los más destructores, para ayudar al hombre en su quehacer titánico en minas, perforación de túneles y construcción de caminos y canales. No sé si es atrevido el parangón. Pero se impone. El uso de las fuerzas destructoras, secreto que Alfredo Nobel arrancó a la naturaleza, permitió en nuestra América, las empresas más colosales. El
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