Aplicación de los principios didácticos en la educación médica superior (página 3)
Enviado por Julio Alberto
Reglas para la aplicación del principio de la asequibilidad.
El proceso docente-educativo debe estar dirigido hacia el límite máximo de la capacidad realizadora del estudiante en un momento dado.
Al estudiante se le deben presentar dificultades progresivamente mayores, que le conduzcan a aumentar constantemente su capacidad de realización.
En las clases se debe proceder:
De lo fácil a lo difícil
De lo cercano (conocido) a lo lejano (desconocido)
De lo sencillo a lo complejo
Algunas medidas que han de tenerse en cuenta par lograr su cumplimiento son:
Continuar elevando el nivel de autopreparación de los profesores en el contenido de su asignatura. Cuanto más dominio se tenga del contenido que se explica, más asequible se podrá hacer.
Diagnosticar periódicamente el nivel de conocimiento y desarrollo de habilidades de los alumnos, punto de partida para el trabajo docente.
Encomendar tareas acordes con ese desarrollo e impulsarlo gradualmente hacia un nivel superior.
Analizar el volumen y el nivel de la información en relación con las condiciones concretas de los grupos de estudiantes.
Desarrollar la lógica del pensamiento de los alumnos mediante la estructuración y presentación del contenido de la materia de la enseñanza.
7.- El principio de la solidez de los conocimientos.
POSTULADOS
La lucha sistemática y enérgica contra el olvido.
Sistematizar, ejercitar, ampliar y revisar frecuente y regularmente los contenidos que se den.
La constante consolidación de los resultados en todos los eslabones o etapas del proceso docente-educativo.
La asimilación de los conocimientos y el desarrollo de las potencialidades cognoscitivas están relacionadas.
El pensamiento debe prevalecer, predominar sobre la memoria.
Este principio orienta al profesor sobre la terminación relativa de los procesos de enseñanza dirigidos por él, al lograr una sólida asimilación por los estudiantes, de los conocimientos, habilidades y hábitos, si pone en tensión, de modo óptimo, sus potencialidades cognoscitivas y, en particular, la imaginación reproductora y creadora, la memoria, preferentemente la lógica, el pensamiento lógico activo, así como las capacidades para la dinamización de lo conocimientos indispensable para realizar el futuro trabajo.
La esencia de este principio radica en que el docente debe tener en cuenta, en el momento de la preparación de las actividades docente-educativas, la lucha sistemática y enérgica contra el olvido, el cual forma parte de los procesos psíquicos normales.
Sistematizar, ejercitar, ampliar y revisar frecuente y regularmente los contenidos que se expliquen, estimular la memoria sobre la base de una comprensión anterior del objeto de estudio, lo cual no significa la repetición mecánica de la información.
El estudiante puede aprender cuando el profesor es capaz de ventilar satisfactoriamente la relación entre el trabajo con el nuevo contenido y el trabajo con el contenido ya tratado.
Integrantes de la enseñanza son también la repetición y la sistematización planificada, la práctica intensiva y la aplicación variada de los conocimientos y capacidades.
Observar este principio significa fijar constantemente el contenido asimilado, ejercitarlo y repasarlo; aplicar convenientemente lo aprendido, controlar y evaluar continuamente lo conocimientos y las capacidades de los estudiantes, para desarrollar conocimientos seguros y capacidades sólidas.
La autopreparación y la consulta son también formas de reiterar activamente y en otra situación, los conceptos y leyes aprendidas, que deben organizarse para estimular el trabajo independiente y creador del estudiante, pero el trabajo decisivo a este respecto debe realizarse en la clase.
La aplicación de este principio significa dirigir el proceso de asimilación de modo que y en la transmisión del nuevo contenido se logre un alto grado de memorización y firmeza. La constante consolidación de los resultados en que se basa este principio pone de manifiesto que no es solo un asunto de medidas didácticas especiales, sino de todos los eslabones o etapas del proceso docente-educativo.
Este principio parte del supuesto demostrado en la didáctica y la psicología de la enseñanza, de que la asimilación de conocimientos y el desarrollo de las potencialidades cognoscitivas son dos aspectos interrelacionados del mismo proceso.
Asimilando los conocimientos científicos y cumpliendo determinadas tareas cognoscitivas, los alumnos simultáneamente, desarrollan sus potencialidades mentales.
El principio de la solidez de los conocimientos y del desarrollo multilateral de las potencialidades cognoscitivas de los estudiantes, parte del supuesto general de que en el aprendizaje, el pensamiento debe prevalecer, predominar sobre la memoria. Este se concreta de la forma siguiente:
Se asimila sólida y conscientemente, y contribuye a desarrollar las potencialidades cognoscitivas de los estudiantes, aquel material aprehendido en un plano lógico, condicionado por la naturaleza. Por consiguiente, es preciso, ante todo, asegurar a los estudiantes la lógica clara y sistemática de la asignatura, el lugar que ocupa en el plan de estudios, la secuencia de los temas, y finalmente el lugar y la lógica de estudio del contenido presentado, o sea la unidad didáctica.
Todo contenido que exige ser recordado debe tomarse en pequeñas unidades, lo que es necesario que el cerebro asimile y fije, no debe poseer mucha extensión. De los contenidos que el estudiante debe recordar, debe excluirse todo aquello que el estudiante por sí mismo puede complementar. Evidentemente, la tabla o cuadro sinóptico (fácil de retener en la memoria) pertenece a los medios elementales de la memorización.
El profesor, que conoce la naturaleza del proceso de asimilación, no da todo el caudal de conocimientos en la primera etapa de la enseñanza, sino solo su contenido esencial, de suerte que el alumno comprenda y asimile lo nuevo, con sólida base. Después, durante el proceso de fijación y consolidación, amplia gradualmente dicho caudal, introduciendo nuevos ejemplos que precisen la generalización o que le ofrezcan una clara ilustración. La tendencia enciclopedista de la pedagogía de la enseñanza exclusivamente fenomenológica, debe sustituirse por el criterio de ajustar el estudio del fenómeno al propósito fundamental de dominar la esencia.
El material básico del tema, ya sean, hechos, conceptos y leyes que sirven de apoyo, se introduce para utilizarlo en el trabajo docente, y se recomienda para su sólida recordación y estudio. Para cumplimentar este objetivo, el profesor señala los métodos de trabajo sobre el contenido, que conducen a su sólida asimilación mediante el desarrollo del pensamiento y la memoria lógica de los estudiantes.
Los ejercicios deben seleccionarse de modo que posean para los estudiantes un claro sentido, que durante el proceso de realización produzca una profundización y fijación ininterrumpidas de los conocimientos, el desarrollo del pensamiento de los educandos y la creación de habilidades y hábitos Cada ejercicio o tarea surte efecto si exige una reflexión activa, la búsqueda de soluciones racionales y la comprobación de los resultados mediante la confrontación con los datos de la condición de la tarea.
A medida que el estudiante domine determinado bagaje de conocimientos, habilidades y hábitos, es preciso realizar trabajos independientes que exijan de este un enfoque creador del problema, y la utilización práctica de los conocimientos, habilidades y hábitos adquiridos.
Para garantizar la solidez de los conocimientos es preciso, en el proceso. retornar a los conocimientos antes asimilados y analizarlos desde un nuevo punto de vista, de modo que los alumnos, en una u otra medida, los utilicen de un modo nuevo; esas operaciones contribuirán a que los conocimientos se enriquezcan y se fijen con más profundidad.
En este sentido, una gran importancia adquiere el trabajo de relacionar los conocimientos adquiridos con los nuevos conocimientos cada vez más complejos, así los estudiantes se percatan de contenidos y matices que antes habían pasado por alto.
El proceso debe ser estructurado de manera que gradualmente se vaya complicando el carácter de la actividad mental de los estudiantes y, al mismo tiempo, se produzca un proceso ininterrumpido de desarrollo de sus potencialidades cognoscitivas.
La caracterización del principio de consolidación permite comprender, al mismo tiempo, el carácter indisoluble que existe entre cientificidad, sistematicidad y asequibilidad.
Algunas medidas prácticas para su cumplimiento pueden ser:
Prestar especial atención metodológica a los procedimientos de consolidación de la materia de enseñanza: que en las conclusiones que hace el profesor en la clases, recalquen los conocimientos fundamentales que deben ser objeto de estudio y profundización posterior, en correspondencia con el nivel de los alumnos.
Organizar el estudio independiente en función del desarrollo gradual de las capacidades cognoscitivas de los estudiantes.
Sistematizar, ejercitar, ampliar y revisar regularmente, los contenidos que se expliquen, estimulando el razonamiento y evitando la repetición mecánica de la información.
Organizar consultas en función de la consolidación de los conocimientos.
Tomar en cuenta las medidas propuestas para los principios de la vinculación de lo concreto y lo abstracto y del trabajo consciente de la enseñanza.
8.- Del trabajo consciente, creador, activo e independiente del estudiante bajo la conducción del profesor
POSTULADOS
La relación dialéctica entre la conducción y la autoactividad. La correlación óptima entre el papel conductor del profesor y el trabajo independiente de los estudiantes.
El carácter participativo del proceso.
Adquisición consciente vs adquisición formal.
La motivación, base de la autoactividad.
La atención al cuidado de las condiciones externas del proceso.
El carácter creador del aprendizaje.
La esencia de este principio consiste en asegurar una correlación óptimamente favorable entre la dirección pedagógica y el trabajo consciente y creador de los estudiantes durante el proceso docente educativo.
El papel conductor del profesor se deriva, primeramente, del carácter social del proceso docente-educativo, y es una condición imprescindible para la relación de la política del estado en esta esfera.
La independencia constituye un rasgo del carácter del ciudadano en la sociedad. Ella es una cualidad imprescindible en la orientación social de la personalidad para asumir responsablemente una actitud consciente ante los problemas de la lucha ideológica contemporánea.
En aras del desarrollo del carácter consciente y de la actividad independiente del estudiante, el profesor debe estimular con su trabajo diario cualidades como la curiosidad científica, la disciplina de estudio, la inquietud intelectual, los intereses cognoscitivos estables, la constancia, la tenacidad, la atención, la autoexigencia y la honestidad, entre otras. En ellos influye por supuesto el ejemplo del profesor.
En la mutua relación existente entre la conducción y la autoactivdad, la primera tiene una importancia determinante, ya que una conducción pedagógica fundamentada científicamente, hábil y diferenciada, es una condición previa para el desarrollo total de la autoactividad de los estudiantes y para el desarrollo integral de su personalidad.
El problema es ¨ Como utilizar las leyes de la enseñanza, de manera que los estudiantes dominen conscientemente los conocimientos científicos y los métodos para su aplicación práctica, poniendo en ese proceso su iniciativa, interés y creatividad.
Es un error creer que el papel director del profesor consiste en exponer él exclusivamente los conocimientos que deben ser adquiridos por los estudiantes y que estos se limiten a memorizar. Esta concepción introduce el formalismo en la enseñanza.
Considerar al estudiante como un simple elemento pasivo en el proceso docente-educativo, es tanto como frenar el desarrollo de sólidas personalidades, con criterio propio, conscientes de su papel responsable en la sociedad. De ahí que el papel del profesor es colocar en primer plano al alumno, que es sin lugar a dudas el elemento más dinámico de cuantos integran el proceso y hacia donde se dirige éste.
El profesor no debe olvidar que lo contrario de una adquisición consciente de los conocimientos, es una adquisición "formal" de los mismos. Debe estar persuadido de que cuando los conocimientos se transmiten formalmente, el estudiante lo adquiere igualmente como conocimientos formales, que los memoriza mecánicamente y acaba por olvidarlos. A ello conduce el no hacer trabajar al estudiante por si mismo, el considerarlo un elemento pasivo y no activo del proceso.
Esta unidad se ve perjudicada cuando el profesor concibe la parte de la conducción de un modo dogmático y no dialéctico, es decir con una tutela exagerada o un proceder autoritario. Pero la autoactividad no puede confundirse con una conducta del profesor fundamentada únicamente sobre los intereses y los deseos actuales de los estudiantes.
Este principio determina la relación didáctica de los "actores" del proceso docente-educativo: el profesor y el estudiante. En este principio se expresa de modo significativo el carácter dialéctico del este proceso, ya que une dos elementos que expresan tendencias contradictorias del mismo.
No puede pasar por alto la complejidad y carácter contradictorio de este principio. Puede cuestionarse incluso, si es posible combinar el carácter activo y consciente de lo estudiantes, cuya forma superior de manifestarse es la creatividad, y el papel rector del profesor.
En efecto, si consideramos la actividad de aprender del estudiante, objetivamente no adquiere nada nuevo, sino que el conocimiento adquirido por él ya era conocido anteriormente, el estudiante lo vuelve a descubrir. Subjetivamente siente la misma emoción que un científico, todo es nuevo para él, cada conocimiento nuevo tiene el valor de un descubrimiento.
Por ello toda actividad que conduzca a una realización nueva, a un logro nuevo, a un conocimiento nuevo, a un trabajo nuevo, tiene carácter creador. Trabajo creador del estudiante, no significa que este va a dar a la sociedad verdaderas creaciones, algo desconocido hasta el momento.
Partiendo de esta base científica, la labor del profesor es despertar en el estudiante el entusiasmo del investigador, del descubridor, y con ello suministra la más grande energía de que pudiera disponer este para entregarse tesonera y alegremente a su trabajo de aprender.
En relación con la tarea de generar la actividad y la independencia de los estudiantes, se ponen de relieve las cuestiones relativas al papel de las dudas que se presentan a los estudiantes y los errores que estos incurren durante el proceso docente-educativo. La escuela medieval temía las dudas en la mente de los estudiantes, su falta de fe en las doctrinas de la iglesia. Esta era una enseñanza dogmática.
En lugar de conducir de la mano al estudiante por el camino trillado de verdades absolutas, es preciso, en caso extremo, utilizar otro método de enseñanza en los temas más importantes del proceso docente. La enseñanza activa de los conocimientos, tiene lugar cuando, durante el proceso, se les presenta la tarea cognoscitiva, surge el problema, cuya reflexión provoca la duda en cuanto a la autenticidad de las nociones y generalizaciones habituales, y se crea la necesidad de buscar nuevas soluciones, o sea el trabajo creador del pensamiento.
Entre las medidas que podemos tomar en aras del cumplimiento de este principio, pueden señalarse:
Orientar adecuadamente los objetivos de la actividad docente, para que el estudiante sepa que se quiere lograr de él.
Emplear métodos adecuados de enseñanza por parte del profesor, mediante los cuales debe conseguir la participación activa de los estudiantes en la clase, basándose en:
Estimular que los estudiantes expongan y defiendan sus puntos de vista, sus conclusiones y criterios. Resaltar en este sentido la originalidad, la creatividad y el sello personal en los juicios y opiniones.
Realizar confrontación de opiniones, propiciar debates y análisis problémicos, garantizando las aclaraciones oportunas y haciendo las conclusiones.
Educar a los estudiantes en el método de la crítica y la autocrítica. Enseñarlos a valorar críticamente las intervenciones de los demás.
Habituarlos a que fundamenten todo lo que exponen.
Educar en el esfuerzo intelectual, sin desconocer las posibilidades de estudiante.
Enseñar a los estudiantes los distintos procedimientos lógicos del razonamiento. Por esa razón es conveniente ejercitar a los estudiantes en trabajos de distinto género que exijan una determinada aplicación lógica.
Enseñar a los estudiantes el enfoque creador y los procedimientos de la actividad creadora, y darles la oportunidad de ejercitarla intensamente en el proceso docente-educativo.
El profesor debe cuidar las condiciones externas para el éxito de su labor. El orden, el silencio, la actitud sosegada de los estudiantes es necesaria para la efectividad del trabajo, nunca debe imponer bruscamente estas condiciones. Debe estudiar sobre la marcha el estado de ánimo de los estudiantes, su grado de cansancio físico, el interés relativo de las diversas partes de su explicación, y tomar medidas adecuadas de descanso, de cambio de tema, de insistencia en otro, de tal modo que sin modificar sustancialmente su plan, el desarrollo de este concuerde con las condiciones particulares existentes, para lograr siempre un sentirse bien de los estudiantes durante la clase.
Lo que estamos tratando está estrechamente ligado con la motivación. Desde el punto de vista de la posición del estudiante y del colectivo en el proceso, la autoactividad significa la posición de sujeto del estudiante en el mismo, contraria a la concepción de que el estudiante es un simple objeto de procedimientos pedagógicos.
Las influencias externas sobre los estudiantes, siempre se cumplen a través de condiciones internas, o sea, a través de las concepciones, la mentalidad, los criterios €šticos y las costumbres que tipifican su personalidad. Solo un proceso docente-educativo que abarque las ideas, la voluntad y estado de ánimo de los estudiantes, despierte sus dudas, reflexiones y esfuerzos, y modifique sus potencialidades internas, ser capaz de ejercer influencias el desarrollo de la personalidad de cada uno de ellos.
Algunas medidas para lograr la motivación de los estudiantes en las clases son:
– Enlazar los intereses personales del estudiante con los generales de la sociedad.
– Dirigir la atención de los estudiantes, al comenzar la clase, hacia el objeto de la misma.
– Hacer una introducción atractiva del tema al comienzo de la clase.
– Estimular el entusiasmo de los estudiantes por el aprendizaje del objeto concreto a asimilar.
Un elemento fundamental para elevar el carácter activo y consciente del estudiante es la motivación por su carrera. En general en todo el contenido que se explica, los elementos vinculados con la profesión deben tener una alta prioridad.
Entre las medidas que podemos tomar en aras del cumplimiento de este principio, pueden señalarse:
Estimular en las clases que los estudiantes expongan y defiendan sus puntos de vista, con sus propias palabras. Propiciar que expongan sus conclusiones y criterios. Insistir en la originalidad, la creatividad y el sello personal en los juicios y opiniones.
Realizar en las clases la confrontación de opiniones, propiciar debates y análisis problémicos, garantizando en todo los casos las aclaraciones oportunas y las conclusiones del profesor.
Educar a los alumnos con el método leninista de la crítica y autocrítica. Enseñarlos a valorar críticamente las intervenciones de los demás compañeros en las clases y en las discusiones en general.
Trabajar para garantizar que los educandos reciban una enseñanza en la que se fundamente todo lo que se exponga, habituarlos a su vez, a que ellos actúen de igual forma en relación con los planteamientos que formulan.
Orientar dosificadamente y controlar el trabajo independiente de los estudiantes.
Usar métodos que garanticen la adecuada dirección de la actividad cognoscitiva.
Formular preguntas y tareas que estimulen la ejercitación del pensamiento.
Inculcar al alumno que no basta con memorizar el contenido de libros o apuntes de clases, sino que resulta fundamental aplicar los conocimientos a nuevas situaciones, de forma que sean capaces de plantear, hacer reflexiones o formular preguntas interesantes al profesor.
Fortalecer los intereses cognoscitivos de los estudiantes, estimulando la independencia y la responsabilidad.
Estimular la autodirección del colectivo.
9.- De la atención individual del estudiante sobre la base del trabajo general del profesor con el grupo de estudiantes
POSTULADOS
El trabajo simultáneo con el grupo y la atención individual a cada estudiante.
El trabajo del colectivo, correctamente organizado.
El desarrollo del espíritu colectivista.
El desarrollo de la personalidad dentro del colectivo.
La potencialidad, para la enseñanza, de la actividad conjunta de los estudiantes.
El trabajo diferenciado del profesor dentro y fuera de la clase.
El profesor, guía y amigo del estudiante.
Este principio expresa la necesidad de educar a todos los estudiantes de la clase colectivamente, y crear las condiciones para el trabajo organizado y activo de los mismos, a la vez que se atiende individualmente a cada uno, a fin de lograr una enseñanza efectiva y contribuir al desarrollo de las aptitudes positivas de los estudiantes individualmente.
Asistir a una clase no implica forzosamente estudiar y trabajar colectivamente.
Una de las tareas de la enseñanza consiste que los estudiantes aprendan a trabajar camaraderilmente en la colectividad. Esto significa que es preciso conocer y comprender claramente las tareas del colectivo, sus fines, estimar el honor del colectivo y luchar por él.
Las características básicas del colectivo de estudiantes son:
Todos los estudiantes tienen una meta común.
Todos los estudiantes tienen iguales derechos.
Los miembros están unidos por relaciones amistosas, por una disciplina y un respeto comunes.
Los intereses individuales se integran en el interés común.
El trabajo del colectivo, correctamente organizado, es un elemento inseparable del trabajo individual organizado de cada estudiante.
El rasgo fundamental de un colectivo organizado reside en que sea este capaz de crear condiciones favorables para el desarrollo multilateral de cada uno de sus miembros.
Las ideas y conceptos marxistas acerca de la educación no tienden a disolver la personalidad del estudiante en la masa, sino por el contrario, se orienta a desarrollar las multifacéticas personalidades individuales sobre la base de convicciones firmes.
La personalidad solamente se puede desarrollar de una forma completa dentro del colectivo. En éste el estudiante recibe múltiples estímulos que le ayudan a supera las dificultades, a concentrarse en el esfuerzo y en la atención, a trabajar conscientemente, a estudiar y comprender con claridad, y a desarrollar plenamente sus tendencias e inclinaciones positivas. El juego de tensiones en que se desenvuelve el proceso docente-educativo en el colectivo crea las condiciones más favorables en los estudiantes para la aplicación de sus capacidades, para la cooperación y para el trabajo creador, lo que en definitiva no es otra cosa que el desarrollo de todos los componentes de su personalidad.
Para poder hacer que el proceso del desarrollo de la personalidad en la enseñanza tenga éxito, el profesor ha de tener en cuenta las cualidades psíquicas y físicas de sus estudiantes, sus características individuales.
Por otra parte, para elevar la efectividad de la enseñanza es preciso aprovechar toda la potencia que resulta de la actividad conjunta de los estudiantes dentro del colectivo.
Penetrar en las características individuales de los estudiantes es una de las tareas más complicadas que tiene que resolver el profesor. No obstante, hay que tenerlo en cuenta para que toda el aula logre altos resultados.
El desarrollo de espíritu colectivista y de la personalidad de los estudiantes, exige una atención especial del profesor.
En primer lugar debe estudiar detenidamente cada estudiante, para adoptar una actitud hacia él que permita relaciones basadas en la realidad. Debe hacerse una opinión exacta de su capacidad realizadora y de su disposición para la cooperación. Solamente mediante esta opinión podrá tomar medidas efectivas.
El trabajo diferenciado del profesor con el grupo debe basarse en:
Considerar los diferentes ritmos de trabajo individual.
Influenciar en la actitud individual ante el aprendizaje (mediante la estimulación, el elogio o la crítica prudente, etcétera).
Orientar hacia determinados intereses (grupos de investigación estudiantil, olimpiadas de conocimientos, exámenes de premio, estudio de una bibliografía en particular, etc.€š Evitar el retraso de algunos alumnos estimulándolos en la clase, dándoles tareas individuales, etc.€š.
Promover el desarrollo de aptitudes especiales.
Atender en el momento oportuno, mediante entrevistas o consultas, al estudiante que así lo necesite, al que ha observado algún rasgo que deba ser objeto de tratamiento individual, que no tiene solución en el trabajo con el grupo.
El profesor debe, en el trabajo dirigido a fomentar y cohesionar al grupo como un colectivo:
Cuidar exquisitamente su actitud personal, no hacer excepciones entre los alumnos, ni imprimir a su labor un carácter individualista.
Enseñar que los éxitos individuales forman parte del éxito colectivo, y que los fracasos y errores individuales son también fracasos y errores colectivos. Al contrario todo éxito o fracaso colectivo es un éxito o fracaso individual.
Que las rectificaciones a respuestas equivocadas la hagan, con frecuencia, los estudiantes; y hacerles comprender que esta forma de trabajo no es otra cosa que una ayuda mutua. Para esto escoger algunas veces a unos y otras a otros para aclarar el concepto erróneo.
Propiciar el espíritu de colaboración nunca el de competencia. La labor de estímulo formando, por ejemplo grupos que emulen, debe estar orientada de tal manera que los resultados sean alentadores para el grupo en su conjunto; nunca debe surgir un vencedor, sino que toda el grupo debe ser vencedor.
En el caso de la crítica y autocrítica debe lograr un ambiente de serenidad, de normalidad, nunca debe aplicarse en un ambiente alterado o intranquilo, y darle una cierta solemnidad amable y al final saber valorar y situar enaltecedoramente la actitud de los estudiantes
Mantener siempre al grupo impresionado por el anhelo de alcanzar una determinada meta parcial que afecte al propio colectivo. Eso ayuda a tener latente ese espíritu de colectividad necesario para alcanzar la meta del curso.
Propiciar en las discusiones en las clases la participación de todos los estudiantes, debe buscar la forma de ponderar el esfuerzo y el interés de todo aquel que participa en la discusión, y debe estimular a los menos inclinados a intervenir.
El papel de conductor obliga al profesor a conocer las causas de los cambios de comportamiento de los alumnos, los problemas que lo originan. El profesor no puede considerar estos problemas como un simple observador y aplicar medidas poco meditadas. No son los síntomas lo más importante, sino las causas, lo que debe preocupar al profesor.
A su vez procurar prevenir la influencia de las particularidades desfavorables, como pueden ser las de los estudiantes cortos de vista o que no oyen bien, o que son inquietos o tienden a distraerse, etc. para los cuales tomar las medidas adecuadas o el tratamiento correspondiente.
El profesor es el amigo más fiel y útil de sus estudiantes, pero esto no se logra con palabras, sino con su actitud. El estudiante no solo debe respetar a su profesor, sino debe tenerle afecto. Este afecto es elemento básico para integrar a los estudiantes del grupo en un verdadero colectivo. El afecto induce a obedecer con gusto, a comprender el sentido verdadero de los consejos y de las instrucciones.
En pos del cumplimiento de este principio se sugiere tener en cuenta las medidas siguientes:
Definir con precisión los objetivos de cada actividad docente y, una vez logrados esto, prestar especial atención a la función didáctica de orientación hacia el objetivo. Recordar que no basta con declarar a los estudiantes los objetivos de la clase, sino se presta atención a la función antes mencionada.
Propiciar que el colectivo participe en las valoraciones de los resultados del grupo y de sus individualidades.
Garantizar que el colectivo tenga muy claras sus perspectivas, es decir, que conozca; orientado por los profesores, cuál es la estrategia de desarrollo que ha de seguir de acuerdo con las exigencias del plan de estudio.
Propiciar la atención de las diferencias individuales partiendo del conocimiento de las particularidades de los alumnos.
Importancia del conocimiento de los principios didácticos
La comprensión de los principios didácticos proporciona a los profesores mejores condiciones para dirigir el proceso docente educativo en correspondencia con las leyes que lo rigen. Su observancia evita la dirección de dicho proceso a ciegas o por criterios voluntaristas.
Los principios didácticos constituyen lineamientos rectores para la preparación de las clases y su desarrollo, para la elaboración de materiales docentes, las tareas y las diferentes formas de comprobación del conocimiento.
En el análisis del proceso docente de enseñanza, los principios didácticos permiten penetrar en la esencia, en lo interno, lo que contribuye también a evitar cualquier tendencia negativa a acentuar el aspecto externo en el análisis de las diferentes formas de organización del proceso docente, que pudiera conducir al formalismo.
Conclusiones
El proceso activo de interrelación dialéctica y de contradicciones no antagónicas entre profesores y educandos, se desarrolla en sistema, interactuando sus diferentes componentes, y su resultado conduce a la formación de un profesional que parte de una concepción científica del mundo y cuenta con un sistema de conocimientos y habilidades y el dominio del método científico, capaz de aplicarlo de forma independiente y de manera creadora en su trabajo diario.
El sistema de principios didácticos son las "herramientas pedagógicas" con que contamos para cumplir eficazmente nuestra responsabilidad social. Su estudio y aplicación creadora, sistemática, y el desarrollo de investigaciones educacionales al respecto, contribuyen a desarrollar la maestría pedagógica del claustro y hacer cada día más eficiente el desarrollo del proceso docente educativo, para formar con la calidad requerida los profesionales que nos encargó la sociedad.
Bibliografía
Savin NA. Pedagogía. Ed. Pueblo y Educación. La Habana. 1972:77 – 87
Danilov. Didáctica de la escuela media. Ed. Pueblo y Educación. La Habana 1978:143- 173
Klinberg L. Introducción a la Didáctica General. Ed. Pueblo y Educación. La Habana. 1985:243 – 266
Colectivo de autores. Pedagogía, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1989:180-196.
Álvarez de Zayas C. Fundamentos teóricos de la dirección del proceso docente-educativo en la Educación Superior Cubana. Ed: EMPES, MES. Ciudad de La Habana, 1990.
Quintar EB. Didáctica problematizadora e integradora. Escuela Nacional de Estudios Profesionales. Aragón. Universidad Nacional Autónoma de México, 1993.
Álvarez de Zayas C. Hacia una escuela de excelencia. Santiago de Cuba, 1995.
Vargas A. Principios didácticos. Material mimeografiado tomado del libro Didáctica General. La Habana, 1996.
García Ramis l, Valle JA, Ferrer López MA. Autoperfeccionamiento y creatividad. Ed. Pueblo y Educación. Ciudad de La Habana. 1996.
Addine Fernández, F: Didáctica y Curriculum. Análisis de una experiencia. Ed. Asesores Bioestadísticos. Potosí, 1997.
Salas Perea, R. Principios didácticos. Tomado de Educación en Salud. Competencia y desempeño profesionales. Material mimeografiado de la Maestría de la Educación Médica. La Habana, 1999.
Verrier Rodríguez R. Temas sobre Didáctica de la Educación Superior. Instituto Agroindustrial "C. Cienfuegos", Matanzas, Cuba. 2000.
Álvarez de Zayas C. Enfoque sistémico de la didáctica en la educación superior. En: Rivera Michelena N. Proceso enseñanza aprendizaje: Lecturas seleccionadas. Material de estudio de la Maestría de Educación Médica. La Habana, 2002.
Zilberstein Toruncha J. Principios didácticos en un proceso de enseñanza-aprendizaje que instruye y eduque. Capítulo 2. En: Colectivo de autores. Preparación Pedagógica Integral para Profesores Integrales. Editorial Félix Varela. La Habana, 2006:19-31.
Addine Fernández F, González Soca AM, Recarey Fernández SC. Principios para la dirección del proceso pedagógico. García Batista G. Compendio de Pedagogía. Editorial Ciencias Médicas. 2007:80-98.
Autor:
Dr. Julio Alberto Robles Martínez-Pinillo
Especialista de 2do Grado en Medicina Interna del Hospital General Docente "Héores del Baire". Master en Educación. Profesor Auxiliar de Medicina Interna y Farmacología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Isla de la Juventud.
Dra. Isnaida Morffi López
Especialista de 1er Grado en Estomatología. Master en Educación. Profesora Asistente de Microbiología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Isla de la Juventud.
Dra. Marcia Catalina Mariño Weatheerly
Especialista de 1er Grado en Otorrinolaringología del Hospital General Docente "Héroes del Baire". Master en Educación. Profesora Asistente de Otorrinolaringología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Isla de la Juventud.
Dra. María Elena Corteguera Salermo
Especialista de 1er Grado en Oftalmología del Hospital General Docente "Héroes del Baire". Master en Educación. Profesora Asistente de Oftalmología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Isla de la Juventud.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |