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Cultura e identidad: un desafío ante la globalización


  1. Resumen
  2. Desarrollo
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

Resumen

En los comienzos del siglo XXI, la sociedad humana se encuentra ante un complejo panorama, caracterizado por la presencia simultánea de riesgos y oportunidades para la cultura y la identidad nacional. Los procesos de globalización en la economía, las tecnologías de la informática y la cultura, junto a la recurrente crisis económica y financiera, las guerras, los cambios climáticos y demás procesos contemporáneos son problemas recurrentes de interés para los estudios de cambios culturales y sociales. Hasta que punto hay beneficios y perjuicios para la cultura y la identidad de nuestros pueblos.

Las contradicciones entre la dinámica y la conservación de los rasgos socioculturales de los pueblos y comunidades en cualquier hemisferio del planeta, cada día se complejisa aun más, los avances tecnológicos permiten un acelerado proceso de transculturación, posibilitando que la cultura de los pueblos más atrasados sean absorbidos por otros de mayor desarrollo económico– social. El dilema ¿Qué hacer para conservar las tradiciones originarias? ¿Hasta que punto se puede contrarrestar los efectos de estos procesos contemporáneos? El objetivo de este trabajo es antes que todo polemizar, exponer criterios de cientistas sociales que abordan de disímiles aristas el problema de la cultura y la identidad ante el proceso de globalización cultural.

Palabras claves. Cultura, identidad cultural, comunidad, globalización y valores.

Desarrollo

Los factores culturales tienen relación con componente estructurales que califican la identidad de los grupos, comunidades, comarcas o pueblos, posibilitando distinguir a estos en las dimensiones espacio temporales, por otra parte constituyen el esqueleto funcional que fortalece el aspecto de la subjetividad de la que forman parte los valores, los cuales, a partir de la conciencia pueden ser estimulados y favorecer a su desarrollo.

Para el caso tomemos la identidad, todos la buscan y creen hallarla, piensa haberla perdido y poder recuperarla. Pero, sobre todo, se cree en la existencia de la identidad, una identidad propia frente a las otras ajenas. En ella se cifra el sostén de derechos, la pretendida legitimidad de aspiraciones y privilegios. Normalmente se ciñe a una variedad de calificativos, tales como, la identidad cultural, la identidad étnica, la identidad popular, la identidad nacional, etcétera.

Pero la cultura y la identidad están expuestas a elementos nuevos que se suman al entramado que se ha ido cimentado a lo largo del tiempo para mezclarse y dar lugar a nuevas cualidades, sin perder lo originario, lo que constituye la dinámica y conservación que caracteriza el proceso de formación y desarrollo de la identidad cultural. He ahí el carácter dinámico de la identidad cultural.

La identidad va a depender fuertemente del contexto donde el individuo se este relacionando pues el lente contextual le ayudará a definir en cada momento o situación frente a quiénes se enfrenta, con qué otras culturas se interrelaciona y sobre la base de qué rasgos significativos se definen los recortes de la realidad sociocultural que sustentan su identidad. Se es diferente, pero también son iguales y así, sucesivamente.

Los estudios del cambio cultural o social se enfocan en preocupaciones básicas, sobre las innovaciones en culturas particulares, especialmente cuando se relacionan en variaciones culturales; o de aculturación que ocurren con varias formas de contacto cultural, que facilitan o inhiben cambios al interior de la cultura, contrastados con cambios inducidos por el contacto desde fuera.

El individuo puede resistirse a los cambios en la esfera cultural, pero no puede evitar la influencia constante de elementos culturales nuevos, para ir cambiando elementos como la moda, lenguaje, comportamientos, estilos, arte, costumbres y disímiles formas de la cultura.

En la medida en que las comunidades estén dotadas de mayor grado de conocimientos de sus raíces, así crecerá el desarrollo autóctono y formativo cultural; el resultado podría ser, una paulatina disminución de la capacidad de manipulación por los centros culturales del mundo desarrollado y una reafirmación de la propia identidad nacional.

Esto tiene su base en el argumento de que "la cultura del desarrollo parte del desarrollo de la cultura y para que perdure el modelo de desarrollo, tiene que afirmarse en la identidad y en los valores autóctonos" (Rodríguez: 1995. 23)

La globalización cultural y el desarrollo sostenible deberán convertirse en la práctica real, en una unidad dialéctica, teniendo como centro al hombre y su entorno. La relación entre la globalización cultural y el desarrollo sostenible debe convertirse en un elemento estratégico. A través de ella, se pueden abordar respuestas a importantes problemas de las presentes y futuras generaciones al tomar en consideración a la cultura como el instrumento de la calidad del desarrollo.

Los fenómenos culturales requieren un enfoque integral debido a que la propia cultura es un sistema complejo que funciona con integralidad y dinamismo y necesita de una adecuada y específica comunicación, en la creación, difusión e intercambio de valores espirituales.

Asumimos con Pogolotti (1991: 35) que una cultura vive en la historia y encarna irrenunciablemente en un pueblo, haciéndose reconocible por ir marcando cierto perfil ético, estético, vital, social, religioso y aún epistemológico y filosófico.

Así la cultura constituye motivo y momento de participación comunitaria, donde afloran valores, tradiciones, memoria histórica, costumbres, que pasan de generación en generación para convertirse en verdadero patrimonio, el que no es fácil de deshacer, pero factores externos o internos de los procesos del desarrollo pueden lesionarlos hasta llegar a perderse, si no se tiene en cuenta su preservación para beneficio de sus creadores.

Generalmente las comunidades son identificadas por una cultura determinada. Emile Durkheim aseveró que las costumbres y creencias como elementos sociales y culturales "mantienen juntas a las sociedades primitivas y parecen ayudarlas a sobrevivir". (En Kroeber; 1998: 104)

Si se estima que en la definición ofrecida por Moré, el proceso identitario no es algo estático, sino que los elementos socioculturales aludidos como la lengua, la religión, las costumbres, las instituciones y todas las estructuras sociales están expuestas a los distintos procesos históricos, entonces el patrimonio aporta la memoria histórica y la identidad cultural de la comunidad. Conceptualmente, la identidad cultural es la condición del ser humano que caracteriza la manera común de vivir en el tiempo y el espacio, el quehacer concreto del hombre en el proceso de producción y reproducción de la cultura en la sociedad misma.

La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio es todo aquel complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad. (Tylor; 2003: 61-63).

En este concepto se expresan elementos sustanciales al valorar la cultura como un todo que engloba una serie de aspectos del fenómeno cultural, sin dejar a un lado la sociedad, como rasgo colectivo y social, así como el resultado del proceso histórico. Este concepto, abarcador, concluye precisamente con la palabra sociedad para dejar de forma explícita, la relación que existe con el hombre como portador de cultura.

Es interesante al incluir en su contenido a la comunidad y las reacciones del individuo como parte de ella, al ser afectadas por las costumbres de ese grupo donde vive, es entonces un aporte significativo al concepto del autor: la cultura incluye todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad, las reacciones por las costumbres del grupo en que vive, y los productos de las actividades humanas en la medida en que se ven determinadas por dichas costumbres de los individuos.( Boas; 2003 : 85 – 88)

El cuadro cultural del mundo ha cambiado intensamente. Sus cambios son tan reveladores que obligan a valorar la influencia de los factores culturales en el perfeccionamiento de los pueblos, como aspecto importante para comprender en su profundidad el contenido. El enfoque activo de la cultura, permite comprender que ella se ha transformado como consecuencia de las "mutaciones históricas y, por tanto, como actividad sobre la cual la humanidad casi no podía ejercer ningún control, hoy día se la considera cada vez más como causa fundamental de esas mutaciones, y también como una actividad sobre la cual la humanidad ejerce un control considerable". Según Paúl Schafer.

La cultura y la identidad están expuestas a constantes bombardeos. La globalización cultural, los medios de comunicación, el desarrollo de las tecnologías de la informática, la Internet, y otros medios, posibilitan aun más rápido el intercambio cultural. ¿Qué beneficios y perjuicios tiene esta situación?

Pues la propia dinámica nos demuestra que nada se puede hacer; el desarrollo se impone, los perjuicios están cuando se impone los intereses culturales foráneos, cuando no se tiene en cuenta el desarrollo autóctono, cuando hay manipulación, cuando no se tiene en cuenta la historia, las costumbres, los valores en fin su identidad, pero cuando hay elementos que enriquecen, comparten y existe intercambio sobre la base del respeto, pues la globalización cultural bienvenida sea.

Como planteara nuestro apóstol José Martí: Las puertas de cada nación deben estar abiertas a la actividad fecundante y legítima de todos los pueblos. Las manos de cada nación deben estar libres para desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su naturaleza distintiva y a sus elementos propios. Los pueblos todos deben reunirse en amistad y con la mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema del acercamiento universal, por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares, el sistema, muerto para siempre, de dinastías y de grupos. (José Martí; 1963: 153).

Estos argumentos martianos, hacen pensar en la situación que confrontarán América Latina, y particularmente Cuba en el siglo XXI, en el contexto de las profundas transformaciones que se están operando en la cultura global. ¿Cambiará nuestras costumbres y tradiciones?, ¿Serán sumidas las culturas locales por el avance de lo global?

Nuestro país se encuentra inmerso en el fortalecimiento y preservación de la cultura nacional como escudo ideológico, que proporciona la conservación, revitalización, enriquecimiento y difusión del patrimonio cultural, lo que favorece el protagonismo de las comunidades en su desarrollo.

Porque la identidad cultural es un proceso abierto por ello coincido con los autores Arias; Castro y Sánchez (2010: 37), la identidad: …es un proceso de formación y transformación, un proceso abierto, inacabado (…) y ese espacio convertido en una pradera dispuesta a recibir todas las lluvias, los vientos y las brisas, las semillas venidas de todas partes, sobre el fundamento de una capacidad de selección que asimila las influencias provechosas y se cierra a lo que pudiera dañarnos.

Para otros autores como este considera que: "La culturas también pueden tener un tamaño menor al nacional. Aunque las personas de una misma sociedad o nación comparten una tradición cultural, todas las culturas contienen también diversidad. Los individuos, las familias, los pueblos, las regiones, las clases y otros subgrupos dentro de una cultura tienen diferentes experiencias de aprendizaje al mismo tiempo que comparten otras." (Conrad P. Kotak, 1994, 40)

He aquí la diversidad cultural, hasta dentro de un mismo país existen diferencias culturales, se comparte y se retroalimenta para si mismo y a la misma vez recibe influencia foránea.

Es asimismo innegable que el mundo moderno impone cada vez más la necesidad de una cultura planetaria. Y el avance de ésta, en alguna medida, conlleva la reestructuración de aquéllas. Lo que no está decidido es el modelo a seguir, que no tiene por qué ser el de la homogeneización tecnoindustrial y cultural.

« ¿No podemos extraer de cada una y generalizar lo más rico que aporta? ¿Cómo integrar entonces los valores y tesoros culturales de las culturas que se desintegran? Debemos afrontar las dos conminaciones contradictorias: Salvar la extraordinaria diversidad cultural que creó la diáspora de la humanidad y, al mismo tiempo, nutrir una cultura planetaria común a todos» (Morin 1993: 97).

La humanidad se debate entre la tendencia a instaurar la unificación y la tendencia a mantener la diversificación, en una evolución contradictoria que, sin embargo, puede y debe ser complementaria. Ahora bien, en último término, como señalaba eruditamente Lévi-Strauss: «Lo que debe ser salvado es el hecho de la diversidad, no el contenido histórico que cada época le dio, y que ninguna conseguiría prolongar más allá de sí misma» (1973: 339). Porque un estado óptimo de variedad es inevitable como mecanismo de avance, para que la humanidad no se osifique; y porque un grado óptimo de unidad resulta imprescindible para conseguir el equilibrio del que depende cada día más la supervivencia cultural de todos.

Como subraya un autor suramericano: «La globalización no va a desaparecer a las culturas locales; todo lo que haya en ellas de valioso y digno de sobrevivir encontrará en el marco de la apertura mundial un terreno propicio para germinar (…) Un renacimiento de las pequeñas culturas locales devolverá a la humanidad esa rica multiplicidad de comportamientos y expresiones, que (…) el Estado-nación aniquiló» (Vargas Llosa 2000: 14).

«Asistimos a un proceso en el cual la globalización se convierte en alimento de la diversidad. La circulación extensiva de información por todo el mundo es consumida ahora por identidades dispares que incorporan al discurso global su propia disparidad (…) El nuevo estadio de globalización supone una oportunidad extraordinaria» (Biondi 2000: 28).

La trama de la cultura conforma un todo complejo, a modo de estructura multinivel de (sub)sistemas culturales, que, desde el más cercano al individuo hasta la globalización planetaria, anidan o encajan unos dentro de otros: como redes en el interior de otra red más amplia, cada una de las cuales opera con un cierto grado de autonomía, a la vez que es interdependiente de las demás y del sistema global. (Gómez García; 2009)

En un planeta donde el entramado cultural se está efectuando no sólo entre comunidades a corto y a largo plazo, sino incluso directamente entre individuos por los medio del mercado, los viajes, Internet, poniendo de manifiesto la comunidad cultural de toda la humanidad, la cuestión no es ya discutir si tiene sentido la unificación planetaria, sino cómo compensar las fluctuaciones que amenazan con hacerla detonar.

Hay hechos dolorosos, porque toda evolución admite desastres. No todo podrá ser conservado en los procesos de modernización, y no sólo porque se desencadenen genocidios y etnocidios, o se provoque esclavitud, pobreza y enfermedad. El destino de las sociedades de bandas y tribus preestatales es trágico, por más que se reconozca el derecho de las culturas a no cambiar su modo de vida si no quieren (Harris 1979: 404-406). Las culturas indígenas, que ya apenas abarcan a trescientos millones de personas, agonizan; y sólo alargará su agonía el confinarlas en reservas selladas a todo contacto exterior. Respecto a éstas y a otras muchas culturas tradicionales, tampoco parece mejor solución promoverlas a estados soberanos, lo que supondría fundar más de seis mil estados «étnicos», cuyas fronteras resultaría imposible trazar en la mayor parte de los casos, para regenerar a escala mundial un feudalismo sombrío, que únicamente sería viable a condición de suprimir las libertades individuales y toda disensión, en nombre de los dioses de la tribu, es decir, de una «identidad cultural» colectiva, excluyente.( Vargas Llosa, 2000 )

Porque el intercambio global de elementos culturales permite una recombinación cultural generalizada. Aún, cuando opera un mecanismo evolutivo de creación de nuevas formas socioculturales mediante asociación permanente entre tradiciones diferentes, los sistemas socioculturales son capaces de integrar rasgos provenientes de otros. Cada vez más los mecanismos adaptativos producidos estarán a disposición de todos. El conjunto de las variantes culturales conforman así un dominio único. Aunque, como es evidente, su distribución no sea justa, tiende a serlo por la globalización de las redes de comunicación.

EL desarrollo local ante la globalización también es un tema recurrente de cientistas, economistas, políticos y actores sociales en general porque hay una realidad evidente frente a la cual se está y que trasciende. ¿Cómo hacer para dialogar de desarrollo local en una época en la que la globalización parece ser la tónica básica de nuestra sociedad contemporánea?

Se está delante de un tema de debate que atraviesa toda la sociedad contemporánea, plantea (José Arocena; 2008) se busca explicitar ese debate de esta forma: ¿estamos viviendo en una sociedad en la que los determinismos globales condicionan completamente la acción del ser humano?, ¿nos determina en nuestro comportamiento, de tal manera que entonces conociendo las mecánicas de la globalización vamos a conocer absolutamente todo lo que el ser humano es?, si es así, tal vez sea suficiente que estudiemos las macronacionalidades de la sociedad contemporánea, los macromovimientos, las principales influencias que se mueven en el mundo contemporáneo en términos de globalización, y después, simplemente, lo que constataremos a nivel local y regional será la simple reproducción de esas macronacionalidades. Vamos a encontrar en cada ciudad, en cada localidad, reproducido lo que hemos definido como proceso de globalización. Esto sería la globalización como factor determinante fundamental de toda actividad humana.

Porque la globalización reproduce las lógicas de dominación y de poder en el mundo. Solamente acentuando las autonomías locales se va ha poder generar estructuras comunitarias capaces de defenderse de esas lógicas que vienen de los procesos de globalización. Esta es la posición contraria, es la que esta llamada la identidad y las culturas nacionales en defensa propia.

La capacidad que tienen los pueblos originarios de defender la diferencia dentro de un modelo global, es el desafío fundamental de la sociedad contemporánea. Si el problema central es la articulación entre lo global y lo local, se puede hablar de identidades locales, de identidades regionales que sean generadas por las comunidades para su propio desarrollo. Así los procesos de desarrollo que se han producido y se producen en lo local hay que analizarlos desde la perspectiva cultural.

El intercambio cultural que se produce en estos momentos a nivel planetario se le puede definir también como aculturación que debe ser distinguida como cambio cultural, del cual solo es un aspecto y de asimilación. La interacción en la que desarrollan sus actividades los pueblos, propicia los préstamos culturales o la transculturación. En otros casos se produce otros fenómenos como: la aculturación proceso que indica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse, una parcial deculturación, y además, significa la creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse neoculturación. Es no solo un fenómeno que con frecuencia tiene lugar sino que representa un aspecto importante del cambio cultural distinguiéndose de la palabra difusión.

Para otros autores como (Bervejillo; 2011) este proceso globalizador abre oportunidades para las localidades, así como también plantea nuevas amenazas, continua…desde el punto de vista de las amenazas este autor identifica cuatro manifestaciones: en primer lugar, se encuentra la amenaza de marginación o exclusión para aquellas localidades o áreas que no llegan a ser –o dejan de serlo- atractivas y relevantes; al disminuir las protecciones estatales muchas localidades enfrentan la posibilidad real de caer en el estancamiento, retroceso o abandono. En segundo lugar, existe la posibilidad de que algunas regiones se vean enfrentadas a una integración subordinada al depender de actores globales externos, que además de no contar con arraigo territorial carecen de responsabilidad frente a la sociedad local con la cual mantienen lazos sumamente frágiles, lo que les permite el retiro de sus inversiones atraídos por condiciones más ventajosas en otros territorios. En tercer lugar, se destaca la posibilidad de fragmentación, desmembramiento y desintegración de ciertas unidades territoriales, regiones o ciudades, dependiendo de la diferente inscripción en el sistema global; en algunas ciudades esta fragmentación puede traducirse en una dualización entre capas de población "globalizadas" y las restantes. Final mente, existe una amenaza de carácter ambiental producto de la imposición de un modelo de desarrollo no sustentable.

Ante el imperativo de dar una respuesta eficiente a las necesidades socioculturales de la población con la urgencia de preservar las identidades nacionales se ha condicionado principalmente en los últimos años de globalización, una acelerada configuración de la denominada y controversial gestión de la cultura con base en el trabajo comunitario, de la cual pueden forman parte los proyectos sociales y culturales, como una alternativa para paliar los efectos antes expuestos por el mencionado autor..

La modalidad de proyectos socioculturales se caracteriza por ofrecer una cobertura global, al ser la sociedad y la cultura, formaciones de cobertura total, cuyas áreas de apoyo oscilan entre dos esferas básicas: la administración y el quehacer culturales, las que en su conjunto conforman parte de la actividad humana. (Moreno; 2006: 34)

Puede ser los proyectos socioculturales una alternativa para preservar las identidades nacionales, tan amenazadas por la globalización cultural a la que están expuestos nuestros países llamados en vía de desarrollo, pero serán efectivos en la medida que las administraciones sepan conjugar los intereses nacionales y la influencia foránea a la se estamos expuestos en estos momentos de globalización.

Las acciones a tener en cuenta en defensa de las culturas e identidades nacionales, no puede faltar la preservación de tradiciones, flolklor, costumbres, arte, estilos, valores, historia, y demás componentes socioculturales, para evitar la amenaza de marginación, exclusión, estancamiento, retroceso o abandono que posibilita la fragmentación, desmembramiento y desintegración de nuestras comunidades, la prioridad está en el desarrollo sustentable de las localidades en vía de desarrollo.

Conclusiones

  • Los procesos de globalización en la economía, las tecnologías de la informática y la cultura, y demás procesos contemporáneos son problemas recurrentes de interés para los estudios de cambios culturales y sociales.

  • Cada vez más se acentúan las contradicciones entre la dinámica y la conservación de los rasgos socioculturales de los pueblos y comunidades en cualquier hemisferio del planeta a raíz de la globalización.

  • La cultura y la identidad están expuestas a elementos nuevos que se suman al entramado que se ha ido cimentado a lo largo del tiempo para mezclarse y dar lugar a nuevas cualidades culturales.

  • La cultura constituye motivo y momento de participación comunitaria, verdadero patrimonio, el que no es fácil de deshacer, pero pueden lesionarse hasta llegar a perderse, si no se tiene en cuenta su preservación para beneficio de sus creadores.

  • La identidad cultural es un proceso abierto proceso de formación y transformación, abierto, inacabado.

  • La capacidad que tienen los pueblos originarios de defender la diferencia dentro de un modelo global, es el desafío fundamental de la sociedad contemporánea.

  • El intercambio global de elementos culturales permite una recombinación cultural generalizada, mecanismo evolutivo de creación de nuevas formas socioculturales, aunque es evidente, su distribución no sea justa, tiende a serlo por la globalización de las redes de comunicación.

  • El intercambio cultural que se produce en estos momentos a nivel planetario se le puede definir también como aculturación, cambio cultural, asimilación, préstamos culturales, transculturación, deculturación y neoculturación.

  • En los últimos años de globalización, una acelerada configuración de la denominada y controversial gestión de la cultura con base en el trabajo comunitario, la puede forman parte los proyectos sociales y culturales, para preservar las identidades nacionales.

  • Ante la marginación, estancamiento, y retroceso que posibilita el desmembramiento y desintegración de nuestras comunidades, la formula está en el desarrollo sustentable de las localidades en vía de desarrollo.

  • El proceso globalizador abre nuevas oportunidades para nuestros pueblos, pero también nuevas amenazas en el campo de la cultura y las identidades nacionales.

Bibliografía

  • Arias, M, Ana Castro y José Sánchez: En torno al concepto de Identidad Cultural. En Perspectivas No. 9, Colombia, 2011.

  • Biondi Shaw, Juan J. «Globalidad y diversidad cultural», Parlante (Cuzco), nº 70: 27-28. 2000

  • Conrad P. Kotak, 1994, ANTROPOLOGÍA, Una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura hispana, McGraw-Hill.

  • Geertz, Clifford: "Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura" En: En Bohannan, 2003.

  • Graziela Poggolotti: en Revista TEMAS, "Controversia: Cultura Popular, identidad y comunidad", Cultura Ideológica Sociedad, No 20-21/ Enero – Junio 2008, Ciudad de La Habana, Cuba.

  • Kroeber, Alfred Louis: "El concepto de cultura en la ciencia". Editorial McGraw, Madrid, 1998.

  • Lévi-Strauss, Claude. Antropología estructural. Mito, sociedad, humanidades. México, Siglo XXI, 1979.

  • Macías Reyes Rafaela: Compilación sobre estudios culturales de comunidades, Las Tunas, 2012.

  • Morin, Edgar. «La unidualidad del hombre», Gazeta de Antropología, nº13, 1998: 5-9.

  • Ritzer George: "Teoría social contemporánea", Ed. Félix Varela, La Habana, 2003.

  • Rodríguez Chávez, Ernesto: "Notas sobre la identidad cubana en su relación con la diáspora", en revista Temas, No. 28, Nueva Época, 2009.

  • Vargas Llosa, Mario. «Las culturas y la globalización», El País (Madrid), 16 abril: 13-14. 2000

 

 

Autor:

MS.c. Abelardo Álvarez Ávila.[1]

 

[1] Abelardo Álvarez Ávila. Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. MS.c. en Desarrollo Cultural Comunitario. Profesor Auxiliar Universidad Oscar Lucero Moya. Holguín. Cuba.