- Primer cuervo: un aliado comunista
- Sadam: el cuervo ahorcado
- Noriega: el cuervo neutralizado
- Osama: el más sanguinario de los cuervos
Uno de los refranes más sabios que existe en la paremiología es la famosa sentencia "Cría cuervos y te sacarán los ojos". Y al parecer el destino de la política norteamericana está marcado por esta impronta.
En efecto, durante el transcurso del siglo veinte el gigante del norte apadrinó peligrosos liderazgos que servían a sus intereses. Lustró las botas de caudillos adictos a la Casa Blanca y financió a los grupos armados que disparaban contra los recalcitrantes enemigos de la diplomacia norteamericana. Estos "aliados", años después reaccionaron agresivamente, se rebelaron y dirigieron políticas antiestadounidenses. Es así que durante los últimos cincuenta años, la potencia militar del norte saboreó el fruto amargo de la traición y vio con espanto cómo los antiguos cuervos que prohijaron lo atacaron, lo humillaron y lo hirieron mortalmente.
Primer cuervo: un aliado comunista
En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, el ingreso abrupto de los EE.UU. a la conflagración lo obligó a diseñar una estrategia antijaponesa, que comprendió el desgaste del ejército nipón en varios frentes. Como Japón tenía en Viet Nam una importante colonia en la península de Indochina, la Oficina de Servicios Estratégicos (antecesora de la CIA), buscó convulsionar esta región y para esto alentó, asesoró y apertrechó a los guerrilleros de Viet Min para que buscaran su independencia y liberen la región del dominio japonés. Estos guerrilleros tenían como gran líder a Ho Chi Minh, a quien le llamaban "El Iluminado" o el tío Ho.
La ofensiva del ejército guerrillero contra los japoneses fue implacable. Para el beneplácito de Estados Unidos, Ho Chi Minh logró expulsar a los nipones en 1945 y fortaleció su figura. Sin embargo, los yanquis vieron con estupor todos los siguientes pasos de este decidido líder: Proclamó la independencia de la República Democrática de Viet Nam, dirigió acalorados y encendidos discursos de libertad y semanas después, olvidándose de los intereses de su aliado, emprendió inmediatamente una ofensiva, esta vez contra el capitalismo, que amenazó a la región y que años después, en 1953, provocó la reacción del presidente Eisenhower quien expuso frente al mundo la Teoría del Dominó e invocó a los países aliados, la unión para evitar la expansión del comunismo. En enero de 1954, Eisenhower anunció, "Si ponemos en fila una serie de fichas de dominó y empujamos la primera, muy pronto caerá hasta la última. En otras palabras: si permitimos que los comunistas conquisten Viet Nam, corremos el riesgo de que se produzca una reacción en cadena, y que todos los estados del sudeste asiático se vuelvan comunistas uno tras otro". Tras este presagio infausto, Viet Nam, el pequeño aliado, se convirtió de la noche a la mañana en una peligrosa amenaza.
La contención del avance comunista desde Viet Nam del Norte hacia otros países de Asia, ocupó la agenda estadounidense durante la segunda mitad de la década del cincuenta y toda la década del sesenta. La Guerra de Viet Nam significó un desgaste norteamericano. Este fue el episodio más luctuoso para el gigante militar. Significó un trauma que intentó curarse con una ficción hollywoodense durante las siguientes dos décadas. Ho Chi Minh, fue el caudillo que humilló ante la comunidad internacional a los EE. UU. Fue una guerra desigual: David contra Goliat. Durante más de quince años en la región, los soldados norteamericanos no consiguieron el objetivo de derrotar el comunismo ni al tío Ho. Abandonaron la región cargando 58 mil marines muertos y dejando en el pequeño país comunista, dos millones de víctimas entre civiles y guerrilleros. Los vietnamitas, meses después de la retirada norteamericana ingresaron triunfantes a Viet Nam del Sur y erigieron la bandera del comunismo en la región. El efecto dominó caería inevitablemente sobre dos países más: Laos y Camboya. La lección para elegir a los aliados no fue aprendida y nuevamente la política militar de EE. UU., se envolvió en su propia telaraña.
Sadam: el cuervo ahorcado
En 1979, en la convulsa zona petrolera del Medio Oriente triunfó la revolución islámica del Ayatola Jomeini en Irán. Como parte de su ofensiva política, el Ayatola encabezó una férrea política antioccidental que tuvo como punto álgido la toma de la embajada de Estados Unidos en noviembre de 1979. Ante esta arremetida del extremismo musulmán, en una zona económicamente estratégica, el presidente Jimmy Carter buscó y encontró en Sadam Hussein, joven presidente de Irak, un aliado en la región. Este nuevo amigo debía de sopesar el peso de los iraníes.
Un año después del triunfo de la revolución del Ayatola en Irán, Sadam Hussein, segundo cuervo norteamericano, reivindicando posesiones territoriales al sur, lanzó una ofensiva militar contra aquel país. Estas acciones fueron el inicio de una larga guerra que duraría ocho años y sería el telón de fondo de la patética y descarada intervención de Estados Unidos por defender sus intereses petroleros.
Para facilitar el desenvolvimiento de los soldados de Hussein en la guerra, en febrero de 1982 el presidente Ronald Reagan retiró a Irak de su lista de países terroristas y en diciembre de ese año la empresa Hughes Aircraft embarcó 60 helicópteros "Defender" a este país.
Pero no sólo EE.UU. abastecía a Irak. En la consolidación del monstruo iraquí, también contribuyeron el Reino Unido, España, Italia y Francia. Estos aliados lo abastecieron de armas convencionales y de insumos para la fabricación de armas químicas y biológicas. Estas últimas fueron utilizada, además contra miles de kurdos que fueron asesinados (50 000) con estos gases químicos durante la década de los ochenta.
La despiadada agresividad y el absoluto incumplimiento de los tratados internacionales que regulan las guerras, eran características de Sadam Hussein. A pesar de ello, en diciembre de 1983, el enviado especial de Ronald Reagan, el ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, viajó a Irak y se reunió con el dictador irakí (ver foto), para asegurarle el apoyo militar norteamericano. Pero no sólo se le apoyó en cuestiones tácticas y de espionaje. En la vía diplomática, EE.UU. bloqueó todas las resoluciones del Consejo de Seguridad, que condenaba el uso de armas químicas por parte de Irak. El 21 de marzo de 1984, EE.UU. fue el único país que se negó a firmar una declaración del Consejo de Seguridad, que condenaba el uso de estas armas por parte de Irak.
Ocho años después, terminada las hostilidades, el ejército iraquí entró en un desgaste natural que provoca toda guerra, mientras que el ego de Sadam Hussein, alimentado durante los ochenta, creció desmesuradamente hasta convertirse en un liderazgo peligroso para los demás países de la zona del Medio Oriente.
En 1989, Irak para resarcirse de su crisis económica de la posguerra, invade Kuwait. El pretexto fue que era una provincia, y como tal no podía cobrarle a su país. La invasión de Kuwait provocó un breve desequilibrio que afectó a los países dependientes del petróleo, como EE. UU. La reacción yanqui, fue brutal. Sin importarle la suerte de su antiguo aliado bombardeó Bagdad, originando la Primera Guerra de Irak. En esta guerra que duró aproximadamente dos meses, los norteamericanos lograron neutralizar a Husein, pero lo dejaron libre. Más de una década después comprendieron que su antiguo aliado continuaba siendo muy peligroso y bajo el pretexto de que en Irak se estaban fabricando armas químicas, la Casa Blanca desató una invasión conocida como la Operación Libertad iraquí. EE. UU. Destruyó Irak y esta vez capturó a su antiguo aliado. Tras un juicio sumario, el "cuervo" Husein fue condenado y asesinado en la horca.
Noriega: el cuervo neutralizado
Panamá es una arteria vital en el continente americano. Su ubicación estratégica fue la codicia de los diferentes gobiernos yanquis. En el contexto de la expansión comunista en Latinoamérica, el general Manuel Antonio Noriega, ex colaborador de la CIA, y aliado de Estados Unidos, tomó el poder en 1983, para tranquilidad del gigante del norte.
Sin embargo en 1985, Manuel Noriega se distanció de la política norteamericana, entre otras cosas, debido a la presión que ejerció Estados Unidos para atacar Nicaragua, en el contexto de la guerra antisandinista, desde el norte de Panamá. Con esta actitud negativa, la Casa Blanca sintió que el aliado centroamericano se le iba de las manos.
Otro de los miedos norteamericanos con respecto a la actitud de Noriega eran los coqueteos que junto con el presidente Torrijos, tuvo con el gobierno de Japón. Se proyectaba ampliar la zona del Canal. El General Manuel Antonio Noriega viajó a Japón a fines de 1986 y fue recibido como un jefe de Estado. Los japoneses confirmaron su interés en construir y financiar un canal al nivel del mar. Pero a Estados Unidos solo le interesaba desviar de su curso las relaciones entre Panamá y Japón, porque, al finalizar el Tratado del Canal el 31 de diciembre de 1999, Panamá tendría exclusiva potestad e independencia para acordar arreglos con cualquier país.
Antes que el cuervo levantara vuelo de águila, la campaña de los Estados Unidos para desprestigiar a Noriega comenzó en junio de 1986 y se intensificó en las siguientes semanas cuando el periodista Seymour Hersch publicó en la primera plana del New York Times un catálogo de todos los "delitos" imputables a Noriega. El panameño fue acusado ante la opinión pública de narcotraficante, dictador, bisexual, adicto, asesino, pornógrafo, fanático del vudú, la magia negra y la hechicería de todo tipo; además de violador de prostitutas y niñas.
Con todas esas acusaciones, el gobierno de Ronald Reagan presionó económicamente a Panamá y pretextó que Noriega era una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
El 20 de diciembre de 1989, pocos días después de que la Asamblea Nacional panameña declarase el estado de guerra y nombrase a Noriega como Jefe de gobierno, comenzó la invasión con el bombardeo simultáneo de todos los objetivos militares del país.
El presidente de Estados Unidos, George Bush padre, afirmó que la denominada operación "Causa Justa" tenía como objetivo capturar a Noriega y proteger "los intereses estadounidenses" en aquel país. La operación militar duró aproximadamente dos semanas y se calcula que murieron entre 3000 y 5000 panameños, en su gran mayoría civiles que vivían en las áreas más pobres del país.
Osama: el más sanguinario de los cuervos
Durante la primera década del siglo XXI, Osama Bin Laden fue una preocupación constante para los EE.UU. Este fundamentalista árabe quien era uno de los líderes de Al Qaeda reivindicó los atroces atentados del 11 – S, que fue el acto terrorista más letal y espeluznante que haya ocurrido en los Estados Unidos y en el mundo.
Pero, ¿cómo surgió este terrorista árabe?, ¿quién y para qué lo fortaleció? Osama Bin Laden fue otro de los cuervos que el gigante del norte "alimentó" durante los años ochenta. Este "cuervo" aliado y su ejército fueron alentados y adiestrados por los EE.UU. para combatir contra los comunistas soviéticos, allá en las montañas de Afganistán. En 1987, época de la Guerra Fría, el apoyo era clave. Bin Laden, desde Afganistán debía contener a los rusos con la finalidad de frenar la expansión de la ideología marxista en países musulmanes. El fantasma de la Teoría del Dominó de los años cincuenta, recorrió otra vez la Casa Blanca. EE.UU. comprendió esto y por eso abasteció y preparó a las guerrillas afganas para la confrontación. Meses después, la victoria fue conseguida y la retirada del ejército soviético se produjo en 1988, en medio de la algarabía norteamericana. Los Talibanes dirigidos por Bin Laden ingresaron victoriosos y se consolidaron como una nueva fuerza en el escenario político árabe.
Pero como pasó con los tres aliados anteriores, Bin Laden también traicionó al gigante. La esencia de sus convicciones religiosas se impuso sobre el mero interés de una alianza política norteamericana. Durante los años noventa, Bin Laden, así como el mundo, fue testigo de la militarización que EE.UU. hizo del Medio Oriente, especialmente Arabia Saudí, para preparar el ataque contra Irak y luego de esto mantuvo el control en la región. El odio de Bin Laden contra Occidente fue acrecentándose. Fundó Al-Qaeda y con una insana estrategia infligió los atentados en el año 2001 en el corazón de EE.UU, hecho que ya todos conocemos. Después de este brutal ataque, ya su suerte estaba echada. La feroz búsqueda de Bin Laden terminó en el 2011. El uno de mayo de este año fue asesinado en un operativo con unidades de élite. Su cuerpo fue prácticamente desaparecido, con la finalidad de que no sea objeto de culto. De esta manera EE.UU. se deshizo de su último y despiadado cuervo.
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Autor:
Abelardo Pérez Mejía