Por último, propone que para que haya una mejor distribución del ingreso es condición necesaria, (aunque no suficiente) un crecimiento económico. Alterar la regresiva distribución del ingreso requiere de la aplicación de más instrumentos de política económica de los que hoy se utilizan. La discusión no sólo debe estar centrada en la brecha de ingresos y en como el Estado captura y asigna recursos, sino en la distribución primaria de la riqueza. Esto es, cómo se genera la desigualdad de reparto de la producción de bienes y servicios, es decir, como se asigna la riqueza generada por la sociedad entre los asalariados y el sector empresario.
Integración vs. Conflicto
La relación capital–trabajo y el papel del Estado en ésta, puede ser interpretado desde la teoría de la integración o del conflicto, posturas a las cuales hace referencia el texto de Araujo: Durkheim desde la sociología de la regulación, hace referencia a la integración, afirmando que la división social del trabajo es un mecanismo de cohesión social debido a que la especialización funcional de los individuos genera interdependencia entre ellos incrementando los lazos de solidaridad, de cooperación existentes. El conflicto es una disfunción patológica, una anomia del orden social provocada por una división del trabajo anormal, lo cual dificulta la integración social. El rol del Estado es velar por la cohesión social por medio de sus instituciones educativas, judiciales, económicas, etc.
Marx desde la sociología del cambio radical, interpreta el conflicto como natural, propio y característico de la relación capital-trabajo resultado de la contradicción entre el desarrollo social de las fuerzas productivas y la apropiación privada del producto social. Este conflicto define la dinámica de transformación de las sociedades.
Desde esta perspectiva, el Estado protege el modo de producción capitalista, es un instrumento de la clase dominante para integrar a la clase subordinada bajo su ideología.
A su vez, Castel en su texto la sociedad salarial en "Metamorfosis de la cuestión social", define al conflicto desde la perspectiva marxista y distingue además cómo se presenta en la sociedad salarial, al interior de la clase asalariada, donde cada trabajador busca diferenciarse y lograr un ascenso en la escala social pensando únicamente en su bienestar personal, abandonando su conciencia de clase. Pero es importante destacar que esta clase social ya no es un conjunto homogéneo: conviven obreros, empleados del sector terciario, profesionales, etc.
Podemos observar en el mismo texto, una integración subordinada de la clase obrera al modelo de acumulación, la cual no se integra en igualdad y queda sujeta al escalón más bajo de la sociedad. Existe integración como clase misma siendo conscientes de su explotación por parte de la burguesía.
Zaiat se ubica en la posición de conflicto. Siendo muy explícito en su artículo: "Conflicto vital", al expresar: "El conflicto es la característica básica de la relación capital-trabajo. No es una situación buena ni mala, simplemente existe y hay que tener en cuenta que no desaparecerá,ဦ" y también al finalizar su artículo periodístico cuando plantea el conflicto como una muestra de la vitalidad de la sociedad, similar a la postura marxista.
En el artículo "Desigualdad", ésta postura no se manifiesta de manera explícita, pero podemos apreciarla al considerar que la problemática que genera el reparto de la riqueza producida por un país es consecuencia de un conflicto existente en la relación capital-trabajo, y en sus intereses opuestos. Y además en la posición del gobierno favoreciendo al sector empresario con su accionar, (ej.: Ley de incentivos impositivos para la exploración y explotación de hidrocarburos) y sus argumentos (ej.: No aumentar salarios para no desalentar inversiones, facilitar la ganancia empresaria para impulsar el crecimiento).
En el artículo "Salarios y distribución del ingreso" se plantea una postura crítica, de conflicto; a ésta podemos apreciarla cuando se explica que los trabajadores han recuperado su nivel de salarios con respecto a la crisis de 2001-2002, pero no los anteriores a ella mientras que los empresarios se encuentran en una situación mejor a la de hace 15 años, reflejando aquí la oposición de intereses entre los dos sectores sociales: mientras uno pierde, el otro gana. A su vez, el gobierno oculta los verdaderos datos económicos y sociales manifestando una posición a favor del sistema vigente.
Individualización y desindividualización
La individualización y desindividualización equivale a decir individuo excluido e individuo integrado, respectivamente. En el artículo "Conflicto Vital" se establece que el conflicto es la característica básica de la relación capital-trabajo y se enfatiza el hecho de potenciar la capacidad de los trabajadores para ampliar los márgenes de negociación colectiva. Partiendo de estos dos fenómenos, se logra entender la lucha del individuo para lograr una mejora de sus condiciones de trabajo. Castel caracteriza esta situación haciendo referencia a un trabajador que debe dar muestras, cada día más, de iniciativa, de flexibilidad y de adaptabilidad, y por otro lado, la pérdida de consistencia de los colectivos protectores. Se presenta un contexto de condiciones precarias de trabajo e individuos sin recursos o soportes. Como contrapartida Castel agrega que surgió como solución a este abandono total del asalariado, "sacar al individuo no propietario del abandono total, propia de la condición proletaria en los inicios de la industrialización, insertándolo en los colectivos protectores"[1] (pp.5). Como ejemplo concreto de estos "colectivos protectores", se podría citar la homologación en el año 2007 de 568 negociaciones colectivas que al año siguiente fueron avalados 930 convenios y acuerdos colectivos entre sindicatos y trabajadores, la cifra más alta de los últimos años.
La desigualdad que se halla presente a la hora de distribuir la riqueza es otra expresión de residuos de individualización del trabajador: "la intervención social del Estado dirigida a regular el mercado de trabajo debe ser analizada en relación tanto con la articulación entre acumulación y estrategia económica como con las relaciones de fuerza sociales y políticas."[2] Frente a esta problemática, el articulo "Desigualdad" propone que, la discusión no sólo debe estar centrada en la brecha de ingresos y en cómo el Estado captura y asigna recursos, sino en la distribución primaria de la riqueza. Esto es, cómo se genera la desigualdad del reparto en la producción de bienes y servicios generada por la sociedad.
Por otro lado, haciendo referencia a lo expresado en el artículo "Salario y Distribución del Ingreso", se podría decir que se hacen visibles fenómenos tanto de individualización como de desindividualización; decimos esto ya que, si bien es cierto que los trabajadores han mejorado, en cierta medida, sus ingresos si a estos se los compara con la situación de las empresas, la mejora no es igual. De nada sirve que haya un aumento nominal del salario si en términos reales, aquél salario no es proporcional con el aumento de los precios de los bienes y servicios, lo cual se traduce en un aumento de las ganancias del sector empresarial. "La particularidad de la intervención del Estado consiste en el hecho de acoplar la gestión de la fuerza de trabajo a los ritmos y modalidades de la acumulación del capital". (pp.40)[3]
Intervención social del Estado y la regulación del mercado de trabajo
Los autores basan su análisis en un contexto en el cual la sociedad salarial ha dejado de gozar de una directa intervención estatal causado por la implementación de un nuevo proceso productivo. En los artículos se critican las consecuencias que el pasaje al actual régimen de acumulación ha tenido en la sociedad.
Durante el Estado benefactor (concebido bajo las ideas de Keynes sobre la política económica) se dirigió la distribución del ingreso hacia el sector asalariado, se llevaron a cabo reformas y políticas sociales que sirvieron de soporte a la sociedad salarial a la vez que colaboraban en la implementación de una producción y un consumo en masa, necesarios para asegurar el mercado.
Como señala Coriat, el New Deal aseguraba la regulación en las relaciones industriales, las nuevas relaciones de clases y los nuevos equilibrios. Se implementó el Estado Plan (para sobrellevar la crisis) que actuaba como un marco jurídico legal, caracterizado por la marcada inversión en el sector público, la asistencia a los parados, implementación de salarios indirectos, etc.
Durante este periodo se alentó a la formación de sindicatos, los cuales configuraron una base social, también se consolidó la negociación colectiva: los contratos eran debidamente negociados y los salarios variaban en función de la productividad; esta modalidad culminó con la subordinación de las organizaciones sociales las cuales junto al Estado garantizaban la mano de obra necesaria para el modelo productivo que se hallaba en curso.
Como Zaiat describe en su artículo "Conflicto vital" con la caída del peronismo (Principal referente del Estado benefactor) sus sucesores intentaron desmantelar parte de la estructura consolidada, fue recién en 1976 durante el golpe militar cuando se concretó la desindustrialización, este gobierno se propuso reestructurar drásticamente la economía y el rol sindical buscando implementar condiciones más favorables para la acumulación de capital. Algunas de sus medidas fueron desproveer a los asalariados de la seguridad social, limitar la intervención estatal a los más pobres y reemplazar la negociación colectiva por un control gubernamental.
Finalmente, con el Justicialismo se intentó redefinir el alcance de la intervención del Estado, sus políticas buscaban desregular los mercados y reducir la actividad estatal tanto dentro de la economía como en las áreas sociales. La apertura de los mercados y la desregulación conllevó a la flexibilización, y a su vez, el combate instaurado contra la inflación provocó una marcada disminución a los salarios reales y ocasionó cambios en la estructura del mercado de trabajo. Este modelo de las relaciones laborales tiende hacia la precarización del empleo, y trajo aparejada la reducción del porcentaje de mano de obra requerida en la industria, ocasionando una ruptura en el mercado de trabajo.
A principio de la década del "90 percibimos que los salarios son mucho más bajos y los sindicatos (que actuaban como importantes gestores de sistemas de intercambios simbólicos y materiales) se han debilitado gradualmente, tal como se ve en el artículo "Conflicto vital" donde se las describe como "esas rebeldías contra las conducciones" las cuales "siguen siendo igualmente minoritarias en el universo sindical, pero son expresiones de que van modificado el escenario de las relaciones capital-trabajo." trayendo como consecuencia lo que indica Lindenboim "Salarios y distribución del ingreso" "y si los precios de los bienes y servicios aumentan más rápido que las remuneraciones de los trabajadores es probable que estos últimos sigan perdiendo su participación general", ya que la actual regulación del trabajo busca que los trabajadores no logren recuperar su capacidad de lucha ni reclamen una mayor participación en el ingreso. El nuevo modelo productivo requiere obreros predispuestos a cumplir con las exigencias y requerimientos de la empresa, con tal fin optan por obreros jóvenes capaces de adaptarse a estas nuevas condiciones y sin bases sindicales. Ante la crisis el sector empresarial puede volverse aun más selectivo (no se requiere el mismo nivel de mano de obra que en el modelo anterior) intensificando el desempleo y la exclusión como así también las formas de trabajo precarizado y las del subempleo. Por otra parte el nuevo régimen de acumulación favorece al sector empresario tal como lo describe Lindenboim "La contracara del cambio salarial es que los empresarios están en mejor situación que hace quince años", por último como Zaiat cita "En esta Argentina ha quedado gente absolutamente quebrada y dañada por el terrible proceso económico que nos tocó vivir en la última década" si bien la crisis económica y social del país se ha ido sobrellevando gradualmente aun no se ha alcanzado la estabilidad de la clase salarial.
La regulación de la relación salarial y del salario:
Con respecto al artículo "Salarios y distribución del ingreso", el autor expresa que, si bien se registra un grado de recuperación en lo referente a la cuestión salarial, el desempleo, etc.; el mejoramiento al cual se llegó no es suficiente, más aún si a estos salarios se los compara con el aumento de la tasa de ganancia al cual incurrieron las empresas (ya que el aumento de los precios de los bienes y servicios aumentan en mayor medida que las remuneraciones de los trabajadores). Según el autor la regulación por parte del Estado parece tomar partida por uno de estos actores: se observa una pretensión, por parte del Gobierno, de ocultar dicha variación de precios a través del falseamiento de los datos del índice de precios, pero a pesar de ello, no se puede tapar la realidad que cotidianamente golpea los bolsillos. Esta concepción de Estado como protector de la clase dominante y como instrumento de la misma para asegurarse la continuidad de la relación explotativa, coincide con la teoría marxista, la cual considera que "el gobierno de Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa." [4]
Pero la inflación y mala distribución de los frutos del crecimiento y la productividad, no deja de producir consecuencias por parte del sector sindical: el artículo "Conflicto vital", hace referencia a la complejidad que alcanzan las demandas de los trabajadores y los sindicatos orientadas ya no a la elevación de los salarios nominales sino que ahora están dirigidos a la recuperación del salario real.
En el artículo "Desigualdad", el autor también plantea la problemática de esta regresiva distribución del ingreso; destaca como puntos clave el control de la inflación y un aumento del empleo, fenómeno al cual se llegará con un crecimiento de la economía. Con respecto a este punto, es necesario señalar la importancia de la relación existente entre el aumento del salario, el aumento de la producción y el aumento del consumo.
A lo largo de la historia, la pauta de intervención varió de acuerdo con las condiciones que establecía el modelo de crecimiento económico, pero a la regulación del mercado de trabajo se la debe entender como garante de la subsistencia de las condiciones que resultan más favorables para la acumulación. Este último concepto es señalado también por las autoras Marshall y Cortes cuando afirman que la regulación estatal de la fuerza de trabajo determina el alcance de la prerrogativa empresarial y la magnitud de participación de los asalariados en el ingreso así como la pauta de distribución del ingreso al interior del sector asalariado.
Relaciones entre los actores de las RR.LL.
Analizando estas relaciones, observamos en los artículos: "Salarios y distribución del ingreso" y "Desigualdad" una posición desfavorable para los trabajadores planteando como alternativa soluciones que dependen del sector empresario, por ejemplo: incrementar la productividad, continuar con la creación de empleos, lo cual conlleva al aumento de los salarios; y también las del Estado, desarrollando políticas económicas que modifiquen la regresiva distribución del ingreso.
Encontramos además, que en los tres artículos el rol del Estado es respaldar el modelo económico vigente. En el artículo "Salario y distribución del ingreso" lo vemos cuando el gobierno trata de ocultar la variación de precios. El artículo "Conflicto vital" afirma que el nivel de tensión de la relación capital-trabajo depende de las condiciones políticas, económicas y sociales, a esto lo ejemplifica con el accionar de los gobiernos de las últimas décadas, en cuanto a políticas laborales o económicas con consecuencias directas para el trabajador. Y por último, y más evidente aún, en el artículo "Desigualdad" con los incentivos impositivos a las petroleras.
Este rol es el que plantea la sociología del cambio radical, ya expuesta en este trabajo. También las autoras Cortés y Marshall, en su texto, comparten esta posición. La intervención social del Estado mediante tres instrumentos: medidas de política laboral, provisión estatal de bienes, servicios y transferencias y seguridad social regulan el mercado de trabajo a favor del modelo económico, controlando el conflicto social.
A lo largo del período 1890-1990 analizado por estas autoras, a cada cambio de modelo económico le siguió la modificación de la ley del trabajo, por ejemplo: el gobierno militar de 1976-1983 cambió los mecanismos de determinación institucional de los salarios. La negociación colectiva fue reemplazada por un control gubernamental, se suprimió el derecho de huelga y varias reformas otorgaron mayor poder discrecional a los empleadores.
El gobierno menemista electo en 1989 "prevé la adaptación de los estándares laborales a la desregulación de la economía, este proyecto se evidencia en varias iniciativas: la nueva Ley Nacional de Empleo buscaba flexibilizar el contrato de trabajo; el decreto que restringe el derecho de huelga; las propuestas de privatización de los sistemas previsionales y de elevar la edad del retiro y de disminuir el monto de las transferencias para resolver la crisis del sistema previsional estatal"[5].
Destacamos en el artículo "Conflicto vital" la posición de lucha de los trabajadores, reclamando mejores condiciones salariales y laborales que podemos comparar con la lucha de los asalariados en la "condición obrera", analizada por Castel, que también buscaban mejorar sus derechos como trabajadores y que a su vez, encuentran una similar oposición por parte de la sociedad a sus reivindicaciones.
Por último, en el mismo artículo podemos explicar las tensiones que surgen entre los trabajadores y sus representantes sindicales citando el texto perteneciente a De la Garza Toledo "Las transiciones políticas en América Latina, entre el corporativismo sindical y la pérdida de imaginarios colectivos", donde se hace referencia a la estrategia de los sindicatos corporativos de recomponer su alianza con el Estado, ahora Neoliberal, utilizando éste la estrategia de los sindicatos para imponer sus políticas económicas y laborales, obteniendo como resultado la pérdida importante de niveles salariales y condiciones de vida y el desprestigio de los sindicatos ante los propios trabajadores como consecuencia de su actitud.
Autores
Pamela Gisela Bennasar
Daiana Soledad Gonzalez Gallo
Nuria Massera
Profesor: Ricardo De Gisi.
Cátedra: Testa-Angélico.
Materia: Principios de Sociología del trabajo
Argentina
Fecha de entrega: 18/06/08
[1] Robert Castel. "Individualismo y Liberalismo"
[2] Roberto G. Araujo. "El trabajo en la Teoría Social Moderna"
[3] Benjamín Coriat. "Los Tiempos Modernos".
[4] Roberto Araujo. "El trabajo en la Teoría Social Moderna".
[5] Rosalía Cortés, Adriana Marshall. "Estrategias económicas, intervención social del Estado y regulación de la fuerza de trabajo"
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