Evolución del pensamiento criminológico de Fernando Ortiz (página 2)
Enviado por Gabriel E. Melian Pérez
En 1913 Ortiz publica en París Entre cubanos (Psicología Tropical), y en La Habana La identificación dactiloscópica. En esta última obra abarca todos los aspectos criminológicos y jurídicos respecto al problema de la identificación y en 1916 reanuda la segunda parte del Hampa afro-cubana con la publicación en un tomo de Los negros esclavos, obra con la que se inicia Ortiz un cambio hacia lo estrictamente social con el abandono paulatino de las concepciones antropológicas y comienza a definirse como promotor y creador de los estudios sociales y culturales.
Desde el momento en que combina los estudios modernos de antropología, sociología e historiografía de su época, con la historia del pensamiento cubano, su obra se engrandece. En estos años el pensamiento orticiano sigue siendo en cuanto a su método de corte positivista, riguroso en los estudios documentales y en ningún momento imparcial, en todo caso conjuga la obra científica con el interés de modernizar la sociedad cubana, con su ideario político y social; sólo en esa relación tiene sentido su actividad intelectual, de investigador y promotor de la cultura cubana.
A partir de la obra Los negros esclavos, es notable cómo su pensamiento histórico transita de la historia como narración y descripción de los fenómenos sociales, a la comprensión de lo histórico como fuerza que moviliza a los cubanos y que da unidad a los sentimientos nacionales. En la cultura, en las tradiciones, encuentra la fuerza del pueblo; percibiendo la historia como un instrumento no ya explicativo sino metodológico para hacer frente a los problemas sociales y políticos de la época.
El positivismo orticiano va adquiriendo entonces un matiz particular, desarrolla su propia metodología y no se adhiere definitivamente a un sistema filosófico, sólo utiliza la parte de la doctrina que da respuesta a sus inquietudes investigativas; por ello, en cada momento puede adquirir nuevos conocimientos y sustituir aquellos que le impedían explicar el objeto de estudio propuesto.
Si nos remitimos a la labor que Ortiz realizó durante los años veinte del presente siglo, apreciaremos que constituye un momento importante de su trayectoria científica, política y social. En este período su pensamiento toma nuevos puntos referenciales para la comprensión cada vez más profunda de la sociedad cubana.
La fiesta afro-cubana del 'Día de Reyes' aparece en la Revista Bimestre Cubana (v. XV, no. 1, enero-junio de 1920, p. 5-26), en La Reforma Social (t. XVII, no. 4, agosto de 1920, p. 351-369) y en Archivos del Folklore Cubano, en los números correspondientes a abril de 1924 y junio de 1925.
En 1923 publica Un catauro de cubanismos, obra que sin pretender el autor ser un especialista de la lexicografía, trata de explicar los factores sociales, culturales, e incluso políticos que han influido en el léxico criollo y En la tribuna, que reunió una serie de discursos de Ortiz. En el prólogo a este libro Rubén Martínez Villena expresa:
"Estos discursos solamente son uno de los reflejos del cerebro polifacético de Fernando Ortiz. Pero así como las aguas luminosas de un diamante puro no se desmienten, sino se reconocen, en cualquier plano en que se le observa brillar, así a través de estos discursos se verá al publicista, al sociólogo, al estadista, al jurisconsulto, al maestro–siempre estudiante de las cosas de Cuba–, al hombre honrado y al patriota íntegro ( )
( ) El bloque de su maciza cultura es lo que hay detrás de estos discursos, amenizados por espontáneos brotes de la gracia latina. La solidez de sus ideas se aligera en alas de una exposición diáfana, espolvoreada de sal criolla. Porque Ortiz es acaso el más genuinamente cubano de nuestros oradores.
( ) En los momentos de crisis y de renovación que vivimos, cuando las reputaciones falsas empiezan a deshacerse al golpe de la verdad y de las acontecimientos; cuando la juventud–que está decidida a salvar la patria agónica en la dolencia compleja de la imbecilidad y la vergüenza–busca con mirada ansiosa a los pocos que pueden ser maestros de cultura y honradez, es agradable tarea hablar de los que pueden y deben ser sus únicos directores[15]
La vida académica de Ortiz no lo mantuvo ni mucho menos alejado de la vida política: participa como abogado defensor de la Causa No. 330 de 1923, en el Juzgado de Instrucción de la Sección Primera de la Audiencia de La Habana, seguida a los jóvenes participantes en la Protesta de los Trece, liderada por Rubén Martínez Villena. En las elecciones efectuadas el 15 de diciembre es elegido Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País, cargo que desempeña hasta 1932, lugar donde promueve el 23 de febrero de 1924 el inicio de las Veladas Cubanas, "para estudiar los aspectos principales de la situación que atraviesa Cuba y contribuir así, en la medida de sus fuerzas, a iluminar el juicio de los elementos directores de la sociedad cubana, manteniendo la más que centenaria tradición de cultura y patriotismo que desde su nacimiento en 1793 ha mantenido dicha Sociedad Económica"[16]
En esta etapa Ortiz figura de manera destacadísima en la vida social pronunciándose contra los falsos valores, por una radical y completa renovación en las letras y en las artes, sin olvidar los problemas políticos y sociales de Cuba, de América y de la humanidad. Por ello no es de extrañar que con igual vocación científica se internara en el estudio y profundización del Derecho utilizando para ello todo el arsenal de conocimientos adquiridos hasta este momento en sus estudios convencido como estaba que, para que un aparato legislativo en la esfera penal funcionara con eficacia, la articulación de su política debía partir de los resultados de estudios criminológicos rigurosos.
En toda la obra inicial de Ortiz se verifica el afán de conocer al pueblo cubano y de darlo a conocer, como único y eficaz medio de reorganizar la sociedad sobre la base de principios racionales y aunque en esta etapa observamos la fuerte influencia positivista ya podemos ir vislumbrando una evolución hacia el sociologismo de Ferri para, con posterioridad, reconocer públicamente los errores en que había incurrido al tratar el tema negro.
Los propósitos de Ortiz de reformar la sociedad a partir de la crítica a las "úlceras" en ella existentes, lo conduce al conocimiento, al menos en sus rasgos generales, de algunos aspectos de la historia de Cuba. Para ello, recurre al estudio compendiado de la trata de esclavos, señala el origen de las diferentes etnias africanas y en este proceso va descubriendo que la cultura negra en Cuba no es monolítica. Se sirve de ella brevemente para explicar la condición social abyecta en que vivía el negro en Cuba y poco a poco va arribando a determinadas conclusiones que le van esclareciendo el camino de la comprensión de determinadas realidades.
El 1ro de junio de 1937 se funda la Sociedad de Estudios Afrocubanos siendo el doctor Emilio Roig de Leuchsenring su primer director. En 1944 Ortiz asume esta dirección hasta 1946.
A la sazón, en 1940, Ortiz publica Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar; minucioso estudio de la cubanidad, sus contrastes agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su transculturación. La palabra transculturación es utilizada por Ortiz con el fin de clasificar el estudio del contacto cultural entre grupos diferentes y la define como un proceso gradual por el cual una cultura adopta rasgos de otra hasta culminar en un fenómeno de nuevo tipo diferente a los que lo engendraron. En el marco de la vida social cubana el sabio llega a comprender la manera en que el proceso de intercambio de rasgos de varias culturas, si bien en ocasiones puede ocurrir sin conflicto, la mayoría de las transculturaciones son conflictivas, máxime cuando los rasgos culturales son impuestos.
El concepto de transculturación es uno de los aportes más significativos de esta obra; expresa contenidos y realidades históricas y el "espíritu de provisionalidad" de la cultura. Expresa Ortiz que de este proceso se deriva una cultura cualitativamente nueva, con aportaciones de las diferentes civilizaciones.
En esta obra Fernando Ortiz va de lo más simple a lo más complejo, desde la naturaleza del tabaco y el azúcar hasta sus derivaciones sociales, hilvanando históricamente cada período de la evolución económica y social de estos productos en un permanente contraste sociocultural y evidenciando la manera en que va comprendiendo, cada vez con mayor profundidad la necesidad del conocimiento de nuestra historia nacional.
El método lo conjuga con el propósito de modernizar la sociedad: "establecer la participación que la raza negra ha tomado en la evolución de nuestra sociedad y completado este conocimiento con el de los otros elementos, definir sociológicamente lo que somos, lo que hemos sido y ayudar a dirigirnos con fundamentos positivos hacia lo que debemos ser".[17]
Después de publicar dentro del ciclo del Hampa Afrocubana, Los Negros Curros y Los Negros Esclavos, obras en las que va de a poco descubriendo los matices de la sociedad cubana y su impacto en la conducta de los individuos, nunca llega a publicar su anunciada Los Negros Ñañigos, dejando esta monografía a la espera de profundizar en el estudio del misterioso mundo que para él significaba la religión de los Abakuá, a quienes dedicó una gran parte de sus estudios de la cultura afrocubana, obra que al parecer quedó inconclusa.
Felizmente estos estudios trajeron como consecuencia un viraje con respecto a sus concepciones iniciales, apartándose de muchos de los conceptos derivados de la antropología lombrosiana. Con respecto a los negros y la cultura afrocubana, adopto una vía más práctica en sus investigaciones y realizó su trabajo basándose en el contacto directo y personal con quienes profesaban aquellas religiones afrocubanas. A propósito de los cambios acaecidos en su visión del fenómeno Ortiz escribiría:
"A poco comprendí que como todos los cubanos, yo estaba confundido…, se trataba de una complejísima maraña de supervivencia religiosa, procedentes de diversas culturas lejanas y con ellas variadísimos linajes, músicas, bailes, instrumentos, tradiciones, cantos, leyendas, artes, tradiciones, juegos y filosofías folklóricas, es decir toda la inmensidad de las culturas africanas que fueron en Cuba harto desconocidas por los propios hombres de ciencia"[18].
Un auténtico ejemplo de la evolución que estos estudios promovieron en el pensamiento orticiano lo podemos apreciar en La "tragedia" de los ñáñigos, publicada en Cuadernos Americanos, México, en 1950. Aún y cuando hemos podido apreciar la manera en que inicialmente Ortiz se pronuncia con respecto a las prácticas religiosas de origen africano, resulta sumamente honesto cuando reconoce que el ñañiguismo había sido "envuelto en una tenebrosa atmósfera de criminalidad, más legendaria que verdadera" y que en cuanto a esta religión "muchos dislates y falsedades se han publicado"[19], agregando a continuación que "ya va siendo hora de ir alzando esos talones de tupida ignorancia y de necios prejuicios que impiden el conocimiento objetivo de las realidades étnicas y sociales de nuestros pueblos"[20]
Estos criterios no son festinados, ya desde el 12 de julio de 1936 en una Conferencia que dio en llamar ¿Cómo pensaba yo hace 30 años? dictada por Ortiz al respecto de la política discriminatoria que históricamente habían tenido que enfrentar los hombres pertenecientes a esta religión desde la colonia, vuelve el dedo acusador hacia los que detentan el poder político y señala que si se pretende luchar contra el ñañiguismo se imponen "nuevos criterios culturales, templar mejor la hoy mellada espada de la justicia, encausar el desbordante torrente de las reivindicaciones proletarias ( ) y apuntalar ciertos prestigios de ideas y de principios que hoy se tambalean ( ) por la inconsciente labor de los que más obligados están de sostener la dignidad y el honor"[21]
Sin embargo, consideramos que en cuanto a la transformación de la perspectiva orticiana su obra cumbre es el excepcional alegato antirracista El engaño de las razas publicado en 1946. En ella el insigne criminólogo y abogado aborda y critica la existencia de una opinión dominante consistente en plantear una división o clasificación de los seres humanos según su raza a partir de caracteres anatómicos, fisiológicos y hasta espirituales que determinan la vida no sólo individual sino además su historia colectiva, pretendiéndose atribuir en tal sentido superioridades de unas con respecto a otras en francas actitudes discriminatorias que llegan incluso a plasmarse en cuerpos legales y que han dado lugar a un gran número de injusticias sociales[22]
Enuncia que el estudio de las llamadas razas no ha sido realizado hasta ese momento con el necesario rigor científico y de ellas sólo se tiene opiniones vulgares y caprichosas que nacieron a partir de tradiciones e intereses dirigidos a crear ciertos perjuicios a su favor, puntos de vista que considera trascendental enfrentar dadas las condiciones históricas del momento en que concibe su obra caracterizadas por lo que calificó "la terrible explosividad emocional de los fantásticos racismos" y "el peligro de esta creciente disforia social"[23].
Expresa Ortiz que el voluminoso estudio pretende "contribuir a clarificar las ideas y las conciencias acerca de las razas, exponiendo las conclusiones de la ciencia contemporánea con respecto a las mismas"[24].
Razona Ortiz que una vez que va evolucionando el pensamiento científico se van buscando razones para explicar ciertas características de las individualidades humanas que van cercándose por mitos y dogmas. Pone al descubierto que la conquista de África y América por parte de los europeos reviven la esclavitud y de esta forma "el concepto de raza adquiere valor social para justificar la subyugación de grandes masas humanas"[25]
Resulta esclarecedora su posición al respecto de sus puntos de vista iniciales cuando consideraba al negro como un "criminal nato", ahora estima que: Donde el color se confunda con una casta económica, ser negro de piel significará casi inevitablemente pertenecer a un estado social inferior ( ), pero el color de la piel nada significa por sí en cuanto a cualidades psíquicas mejores o peores. Estas dependen de muy otras causas que no son raciales[26]
Una vez que Ortiz concluye su tránsito por temáticas como el concepto de raza, los caracteres somáticos y las posibles implicaciones "espirituales" o psíquicas de éstas, entra a cuestionar la existencia, científicamente hablando, de razas puras y, consecuentemente, dedica todo un capítulo a realizar un enérgico ataque a cualquier postura que se funde sobre la base de establecer jerarquías raciales, fuente de injusticias y discriminaciones, sellando: "La sociedad humana que creó las ´razas´, habrá de suprimirlas ( ). Todos los seres humanos, dignamente ´humanos´, debieran ayudar a la buena faena de ir desvaneciendo esos fantasmas enemigos que son las ´razas´; doblemente inhumanos, tanto por irreales como por crueles"[27]
Pero el trabajo continúa, en 1951 publica en La Habana el relevante trabajo etnográfico Los Bailes y el Teatro de los Negros en el Folklore de Cuba, y en 1952 Los instrumentos de la música afrocubana, importante obra que abarcaría cinco tomos. En 1959 la Universidad Central de Las Villas publica su libro Historia de una pelea cubana contra los demonios[28]
En 1961 Ortiz es nombrado Presidente de Honor de la Academia de Ciencias de Cuba. Trabaja incansablemente durante los últimos años de su vida y el 10 de abril de 1969 fallece en La Habana, fecha aciaga que marca una profunda pérdida para la patria.
En el mes de diciembre de 1968, el Coloquio Sobre las Aportaciones Culturales Africanas en América Latina y la Zona del Caribe, organizado por la UNESCO con la colaboración de la Comisión Nacional Cubana de ese organismo internacional y el Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias de Cuba, le rinde merecido homenaje a Ortiz, manifestando sobre él:
"…Más que un gran hombre de ciencia, ha sido un hombre que ha puesto la ciencia al servicio de su patria, de la humanidad y de las relaciones entre África y el Occidente. La presencia de Don Fernando Ortiz nos dominará siempre en su propósito de amor a los hombres"[29]
Es común que al analizar la biografía que hace referencia a la obra de este intelectual, se nos presente a Ortiz como protagonista de una trayectoria unidimensional que comienza en la antropología criminal y los estudios de los sistemas penales en el curso de cuyas investigaciones posteriores descubre la transculturación que le permitió obtener otra perspectiva de la cultura nacional basado en una larga reflexión sobre la hibridación y la mezcla, cambio de paradigma que culminaría en Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, cuyo discurso se acepta como su modo de leer la historia y la cubanidad.
El inconveniente de esta interpretación lineal es que ignora el profundo interés de Ortiz por las complejidades del entramado nacional y sus continuas intervenciones en el terreno jurídico. Para obtener una visión auténtica de su posición es necesario explorar la secuencia de sus perspectivas, su persistente afán por otorgar preponderancia a la ciencia y su interés por las particulares características de la formación de la sociedad cubana en el proceso de apropiación de una criminología científica sin pasar por alto la manera en que, de forma paulatina, estas influencias derivaron en su indiscutible crecimiento intelectual y humano.
Fernando Ortiz dedicó gran parte de su fructífera vida a estudiar las tradiciones africanas como parte medular de la formación histórica de la cultura cubana. Entren sus estudios más novedosos se encuentra el que realizara a los componentes étnicos africanos en la cultura cubana, lo que evidencia la madurez alcanzada por él en su proceso de investigación.
Ortiz es considerado no sólo el maestro de la Identidad cultural cubana por su relevante contribución científica en materia de antropología y etnología en Cuba y América Latina y a la vez por su obra como historiador, etnólogo, lingüista y sociólogo y jurista, sino además el maestro fundador de la Criminología en Cuba.
Este hombre de ciencia, que en sus primeras obras consideró la existencia de la raza negra como atrasada, delincuencial por antonomasia y menos evolucionada, más tarde, en su madurez intelectual, se convirtió en uno de los más grades defensores de la igualdad racial y social.
Ortiz a lo largo de su vida fundó sociedades, escuelas, cátedras, museos, diarios y revistas desde cuyas páginas alzó su voz para proclamar la integración de los negros y los blancos en la constitución de la sociedad cubana. Presidió importante instituciones, como La Sociedad del Folclor Cubano en 1923, la Institución Hispano Cubana de Cultura en 1926 y la Sociedad de Estudios Afrocubanos en 1937.
Los inicios del pensamiento orticiano lo encontramos estrechamente vinculado a los postulados de la Escuela Positivista italiana, nacida al calor del desarrollo científico y los debates en torno a cuestiones medulares del Derecho Penal, es por ello que en un primer acercamiento al fenómeno criminal, el punto de mira se dirige hacia el comisor de los delitos. A partir de los fundamentos positivistas las grandes desigualdades sociales y el fenómeno criminal fueron explicados con un enfoque científico neutral y absoluto, válido para cualquier espacio o tiempo.
No obstante, se va vislumbrando a medida que avanzamos en su obra investigativa, que las conclusiones orticianas comienzan proponiendo el origen de la conducta delictiva en el propio hombre a partir de características biosicológicas, para culminar hallando en la explotación y la desventaja social la causa del fenómeno de la criminalidad.
En el ámbito del Derecho Penal su principal obra fue el Proyecto Criminal Cubano, primer Código Criminal Cubano y el primero de la Lengua Española. Si bien este Proyecto nunca fue aprobado, en su estructura encontramos una novedosa propuesta de enfrentamiento institucional a la criminalidad sobre la base de los entonces científicos enfoques positivistas.
Por medio del estudio minucioso y perseverante Ortiz se adentra en el mundo teórico de los fenómenos sociales y se apropia de los métodos de investigación más avanzados de su época, sin embargo, la interacción con el actor social protagonista de éstos lo llevaron a ofrecer aportes de mayor alcance científico y social.
Ortiz no creó un sistema teórico sobre el objeto de sus investigaciones ni trazó generalizaciones propias de su formación positivista, pero podemos observar en su obra generalizaciones que han resultado muy útiles en el abordaje de múltiples fenómenos sociales. Sus valoraciones sobre transculturación y raza constituyen un ejemplo.
Aunque encontramos antecedentes a partir de los años 30 del siglo XX en este sentido, su Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar en 1940, marca un hito en su labor investigativa y su cambio de postura metodológica. Al concebir la transculturación como proceso de interacción, integración y complementación de las partes que intervienen en la conformación de la cultura cubana, reuniendo en sí todas las etapas de transición de una cultura a otra, formando una nueva que es a la vez parecida y diferente de las que le dieron origen, nos lega un concepto dialéctico de profundo carácter no sólo sociológico, sino además con amplias implicaciones criminológicas, ya que parte del análisis de las relaciones, conflictos, acciones e interacciones sociales que se producen en todas las esferas de la vida de nuestro pueblo.
Así mismo El engaño de las razas, al aglutinar las más novedosas ideas en torno a la carencia de validez científica del término raza como categoría para identificar o diferenciar grupos humanos, desarma cualquier intento segregacionista mostrándonos una perspectiva intelectual progresista y desprejuiciada. El análisis de su obra nos revela lo que en definitiva fue siempre su ideal: el logro de una sociedad moderna, fraterna e instituida, liderada por la ciencia, la cultura y la libertad individual y nacional.
El labor ardua y minuciosa de las investigaciones de Ortiz, constituye no sólo muestra del desarrollo de su pensamiento a partir del análisis científico del legado académico que le precedió enriquecido por el contacto directo y cada vez más desprejuiciado con los actores sociales protagonista de los fenómenos indagados, sino además, una convocatoria para que sigamos profundizando en el estudio de nuestras raíces en busca de soluciones propias a nuestras problemáticas criminológicas que partan del análisis crítico e integracionista de nuestras raíces y nuestra vasta cultura e identidad nacional.
Fernando Ortiz, el más eminente científico social cubano del siglo XX y fundador de la Criminología Cubana, fue sin dudas un hombre de ciencia y en sus textos de valor imperecedero nos pone al descubierto todo un ámbito social en sus contrastes y riquezas demostrándonos además que en el estudio y la superación permanentes están la génesis del progreso y el desarrollo. Sea este trabajo digno homenaje al Padre de la Criminología en Cuba.
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Poesía y Prosa. Tomo I. Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 1978
Autor:
Gabriel E. Melian Pérez
Odalys Pérez Martínez
[1] La epistemolog?a (del griego ?p?st??? (episteme), "conocimiento", y ????? (logos), "teor?a") es una rama de la filosof?a cuyo objeto de estudio es el conocimiento cient?fico. Microsoft? Encarta? 2009.
[2] P?rez Gonz?lez, Ernesto, Psicolog?a, Derecho Penal y Criminolog?a, Edici?n ONBC, La Habana, 2011, p.214.
[3] Ob. cit, p. 219.
[4] Fernando Ortiz, Los negros brujos,? apuntes para un estudio de etnolog?a criminal Librer?a de Fernando F?, Madrid, 1906, p.12.
[5] Ib?dem, p. 12.
[6] Doctrina de quienes suponen que a trav?s de un m?dium, o de otros modos, se puede comunicar con los esp?ritus de los muertos. Microsoft? Encarta? 2009.
[7] L?pez Ximeno, David, Fernando Ortiz ante el enigma de la criminalidad cubana, ? Fundaci?n Fernando Ortiz, La Habana, 2011.
[8] Ib?dem.
[9] Garc?a-Carranza, Araceli, Norma Su?rez Su?rez y Alberto Quesada Morales, Cronolog?a. Fernando Ortiz, Ed. Fundaci?n Fernando Ortiz, La Habana, 1996.
[10] Fernando Ortiz, Los negros brujos,?apuntes para un estudio de etnolog?a criminal , Librer?a de Fernando F?, Madrid, 1906, p.2
[11] Ib?dem, p 12
[12] Fernando Ortiz, ?Por la integraci?n cubana de blancos y negros?, Rrevista Ultra, v. XII, n. 77, 1943, p. 71.
[13] Es por ello que la obra consultada se trata de una edici?n p?stuma prologada en 1981 por Diana Iznaga, historiadora que realiz? la compilaci?n de los materiales hallados y que fueron publicados bajo este t?tulo por la Editorial Ciencias Sociales en 1986.
[14] Fernando Ortiz, Los negros curros,? Ed. Ciencias Sociales (Edici?n P?stuma), La Habana, 1986, p.6
[15] Fernando Ortiz: En la tribuna. Pr?logo de Rub?n Mart?nez Villena. Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1923. Tomado de Poes?a y Prosa. Tomo I. Ed. Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 1978.
[16] Cronolog?a. Fernando Ortiz, Ed. Fundaci?n Fernando Ortiz, La Habana 1996
[17] Fernando Ortiz, Entre cubanos, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1986, p. 89.
[18] Fragmento del discurso de agradecimiento en el acto por la concesi?n del t?tulo de Socio de Honor de la sociedad de la raza negra Club Atenas, efectuado el 12 de diciembre de 1942. Publicado en Revista Catauro 3 enero-junio 2001 a?o II, La Habana p. 221.
[19] Fernando Ortiz, La ?tragedia? de los ???igos, Colecci?n Ra?ces, Publicigraf, 1993, p. 8.
[20] Ib?dem p. 9.
[21] ?C?mo pensaba yo hace 30 a?os? En Revista Ultra. ?rgano de la Instituci?n Hispanocubana de la Cultura, Vol. 1, No. 1, La Habana, 1936, p. 168.
[22] En octubre de 1943 Fernando Ortiz, como delegado de la Rep?blica de Cuba al Primer Congreso Demogr?fico Interamericano celebrado en M?xico solicit? a la secci?n de Etnolog?a que el vocablo ?raza? fuese prohibido en los documentos oficiales (legislativos, judiciales y administrativos) de los gobiernos.
[23] Fernando Ortiz, El enga?o de las razas, Ed. Fundaci?n Fernando Ortiz, La Habana, 2011, p. 17
[24] Ib?dem p. 19.
[25] Ib?dem p. 385.
[26] Ib?dem p. 452.
[27] Ib?dem p. 542.
[28] Cronolog?a. Fernando Ortiz, Fundaci?n Fernando Ortiz, La Habana, 1996
[29] Ob. Cit.
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