La sincronía en el pensamiento de Jung
Como concepto firme para ser estudiado, la sicronicidad (término elaborado por Jung), no nació hasta el año 1929. Evento, este último, que coincidiera con la llegada de su nuevo paciente, el brillante físico judío, Wolfgang Pauli.
La historia de este evento, de importancia singular, vale la pena ser repetida, porque ilustra de cómo algunas de las mentes más destacadas del período estaban dispuestas a considerar las ideas de Jung — incluyendo la sincronía, los arquetipos, y el inconsciente colectivo, como nociones relevantes al estudio de: la ¡física!
Asunto éste que a Freud, y a sus discípulos preocuparía, por una variedad de razones propias y territoriales.
Muchos de los sueños que Jung utilizara como paradigmas de un análisis terapéutico, fueron los mismos que Pauli reportara, durante su tratamiento.
Wolfgang Pauli
Pauli, como científico, fue responsable por muchos descubrimientos en el campo de la ciencia, que culminaron con ser recipiente del Premio Nobel en 1945.
Entre sus descubrimientos se encuentra el del Principio de Exclusión, una idea de proporciones profundas, que estuvo basada en nociones de simetría dentro del dominio del quantum.
La anamnesis de Pauli, el paciente, y lo que lo condujo a su terapia con Jung
Cuando Pauli no estaba conduciendo investigaciones y experimentos en la física, éste se encontraba bebiendo en exceso y patrocinando burdeles. A pesar de todo, y, antes de cumplir los treinta años, Pauli, fue designado como Profesor Titular de la Facultad de Física Teórica de la Universidad de Zúrich.
Mientras enseñaba, el joven científico, continuaba sus borracheras, ya proverbiales, en los bares de la ciudad — actuando progresivamente, más irritable e impaciente con sus discípulos, e impertinente con sus colegas. Sus apodos, fijados por los estudiantes, fueron Die Geissel Gottes (el Flagelo de Dios) y Der Fürchterlich Pauli (Pauli el Terrible).
Poco después de que asumiera su posición en academia, su madre se suicidó, por uso del veneno. Siguiendo este trauma — impulsivamente, Pauli contrajo matrimonio con una cantante de vodevil. Este matrimonio duró unas pocas semanas, terminando repentinamente.
Fue entonces cuando el joven físico llegó a un estado de crisis.
Sin embargo, su descenso personal y moral continuó sin abatir.
Luego de haber sido expulsado de un sinnúmero de tabernas, por conductas belicosas, fue cuando, Pauli, hizo la decisión de llamar a Jung para consultarlo.
Jung lo aceptó como paciente, y la terapia analítica comenzó.
Durante el primer año del psicoanálisis, Pauli reportó una serie de sueños que culminaron en una visión del "reloj del mundo". Éste último, fue un fenómeno onírico imbuido por una harmonía muy delicada. Y fue por medio de la interpretación de éste y de otros sueños relacionados, que Jung concluyó que, en su análisis, Pauli logró una conversión religiosa.
Muchedumbre en sincronía
Aquí es preciso recordar que Jung era hijo de un ministro protestante — ¡La fuerza, sino del destino — entonces, de la contratransferencia!
Como asunto de curiosidad, la ópera La Forza del Destino de G. Verdi, posee su propia superstición y leyenda.
Prosigamos
El famoso reloj del mundo consiste de dos círculos, uno horizontal y el otro vertical, compartiendo un centro común. El círculo vertical es azul con un borde blanco. Éste está dividido en 32 particiones. Una manecilla se mueve en su tope. El círculo horizontal consiste de cuatro colores. En este último se observan cuatro hombres con péndulos. El reloj resta encima de un cuervo o ave de color negro. Su significado ha sido objeto de muchas interpretaciones, casi todas de connotaciones místicas.
La "cura" de Pauli
En retrospectiva, la narración que Jung ofreciera del éxito terapéutico, en el caso del físico, linda en la exageración.
Luego de terminar el análisis, Pauli, seguiría bebiendo en exceso, y se consideraba un oponente vitriólico y hostil cuando discutiera ciencia con sus colegas — en estos respectos — no había cambiado.
Pero, Pauli continuó por el resto de su vida, admirando los principios por Jung elaborados. Avanzando su conclusión de que la mecánica del quantum depende de cómo la percibe quien la observa — lo que es verdad. Agregando que esta propiedad inmaterial confirma la existencia de una capa cognitiva de la mente — el inconsciente colectivo de Jung.
Pauli, asimismo, continuó su interés en los trabajos de Jung, manteniendo un diálogo abierto con este último acerca de la naturaleza de la sincronía, sugiriendo un dualismo entre la sincronía y la causalidad y entre el continuo de la energía y el del tiempo-espacio.
La sincronía y las simetrías fueron para Jung, lo que la psicología científica fuera para Freud.
¿Coincidencia?
Durante el transcurso de esos años Pauli introdujo a muchos de los físicos más notables de la época a las ideas de Jung, especialmente al famoso Heisenberg.
Pauli, como tantos de los científicos que lo precedieran y quienes a él siguieran, mantuvo un interés profundo en los principios que gobiernan la creatividad y el descubrimiento de nuevas leyes físicas. (Véase mi artículo: La Creatividad y la Neurociencia).
Ciencia, arte, y la mente poseen características tanto objetivas como subjetivas, que no son necesariamente, mutualmente exclusivas. Lo que condujera al joven científico a concluir que las simetrías abstractas unificaban procesos que todos compartimos de manera universal, como representaría el inconsciente colectivo de Jung.
La progresión del pensamiento de Pauli
En tiempos recientes, el físico David Bohm llamó la atención a lo que él designara "el orden implicado" y "el orden generativo". Éstos dos nos dan una explicación de cómo todas las estructuras de la Naturaleza poseen un modelo colectivo subyacente. (Véase el libro Science, Order and Creativity por D. Peat, y véase mi artículo La Teología de la Relatividad).
Aplicando el conocimiento de tales arquetipos, cualquier científico, que sea verdaderamente imaginativo, es capaz de formular nuevas teorías. Ya que las proposiciones de la Naturaleza no emergen de modo arbitrario o como un modo simple de relacionar hechos en conjunto. Éstas son productos de la mente humana, que las percibe, y cuyos orígenes se esconden muy profundamente en el inconsciente objetivo, en el punto donde la materia y la mente se reflejan entre sí como si fueran neuronas espejo. (Itálicas, para énfasis, por mí, provistas).
Fue por la adaptación de las ideas de Kepler y la evolución de las leyes de los movimientos planetarios que Pauli llegaría a muchas de sus propias hipótesis.
La Naturaleza, de acuerdo a Kepler, no todo es matemática y racionalidad, sino que contiene un aspecto mágico-simbólico. Para él sería como si los planetas y el sol formaran una suma indivisible, integrada entre ellos, bajo divino control.
Kepler creyó en el aforismo famoso de "como arriba, tanto abajo". Para él el sistema solar reflejaba, a la vez, la imagen de la Trinidad y de la mente humana misma.
La vida de Kepler, para quien la estudie, suministra un episodio fascinante en la historia de la ciencia, de la religión y la ética.
Estas ideas no son ilógicas, como algunos pensarán.
David Bohm, trabajando en su teoría del plasma state creyó, con firmeza y sin abandono, que el plasma era una entidad viviente, como si fuese una sociedad de electrones. En la última década de su vida, Bohm, el físico, laboró no sólo en su propia disciplina, la física, sino que también lo hizo explorando sociedad, la religión y el estado de consciencia cerebral, sin percibir disonancia entre esas actividades, tan diferentes en sus propósitos.
Para Pauli, lo susodicho sería familiar, ya que así fue como él mismo lo concibiera.
Por el resto de su vida, Pauli, enfatizó la necesidad por unificación de las ciencias. Por establecer un puente de conocimientos entre el mundo de objetos externos y el entendimiento de la realidad interna.
Pauli entendió que el quantum era el primer paso en la dirección de esta unificación. Entonces para él, el próximo paso sería la creación de una teoría consolidada de partículas elementales. En lo último, su amigo Werner Heisenberg se volvería su compañero inseparable. Mientras que el principio que los guiara fue el de la simetría.
En diciembre del 1957 Pauli escribió a Heisenberg: "La división y la reducción de la simetría es el fundamento del problema. Es como si tuviéramos una pugna entre Cristo y el diablo. Es imposible ignorar que ambas partes, han crecido más cerca en su simetría".
Pero, cuando el físico, viajó a los Estados Unidos para proponer sus ideas a sus colegas, ellos las repudiaron.
Despechado, Pauli, retornó a su país, se tornó hacia dentro de nuevo, alejándose de Heisenberg y muriendo en menos de un año.
La pérdida de Pauli fue no sólo pérdida para Jung, sino para el avance de toda la ciencia.
Hoy el progreso continúa. Tenemos la Teoría de Cuerdas y la de Súper Cuerdas, que todo lo explican.
El espejo entre la mente y la materia
¿Cuál es el espejo que existe entre la materia y la mente? Espejo éste del que tanto nos dijera el genio de Pauli.
El espejo es el de la simetría recíproca entre las disciplinas actuales.
¿Será posible llegar al desarrollo de un campo de la física y uno de psicología que se complementen entre sí?
Como viéramos en otras de mis ponencias, éstas son las metas precisas por las que trabajan los cerebros ilustres del Grupo de Santa Fe.
La tecnología y la ciencia han dado pasos enormes en los últimos años. La neurociencia ha tomado su curso, que, para quienes la entienden, es inexorable.
No podemos vivir como si los campos del entendimiento habitan universos solitarios y remotos. Dependemos en el futuro en que un diálogo multidimensional se abrirá entre las disciplinas científicas para lograr el principio unificador del que tanto Jung como Pauli nos advirtieran.
Esta tesis es, precisamente, acerca de lo último
La sincronía
Es la experiencia de dos o más eventos que ocurren de manera significativa, pero que no están relacionados de modo causal.
Para poder ser sincrónicos, los eventos deben de estar interconectados de manera conceptual entre ellos, mientras que el chance de que ocurran por actividad aleatoria debe de ser minúsculo.
Como noción psicológica, es la relación abstracta entre las mentes, definida por la correlación entre ideas. Ideas, que están estructuradas de manera intricada en su propio orden lógico mientras que dan nacimiento a relaciones que tienen concordancia, porque en las mismas no existen los principios de causa a efecto.
En su lugar, las relaciones causales se entienden como simultáneas — lo que significa que ambas ocurren de manera paralela y sin causalidad previa — como fueron la teoría de la evolución y la genética.
Para Jung, la sincronía y las simetrías dieron pruebas conclusivas a sus conceptos de los arquetipos y del inconsciente colectivo. Elementos que fueran descriptivos de las fuerzas dinámicas que forman la infraestructura de la totalidad de la experiencia humana en sus significados sociales, emocionales, psicológicos, espirituales, científicos e históricos.
Los descubrimientos simultáneos. La serendipia y la evolución sincrónicas de tendencias científicas o humanas son plétora, y colman las páginas de nuestra historia, por ellos los soslayamos. (Véase: La Serendipia Revisitada).
La palabra sincronía proviene de la etimología griega syn, "con, juntamente, a la vez", y de la mitología griega, Chronos o Khronos (en griego Χρόνος), "tiempo". En latín Chronus. Se entiende como un término que se refiere a coincidencia en el tiempo o simultaneidad de hechos o fenómenos. Ej. La sincronía entre dos nacimientos.
El psicólogo suizo Carl Gustav Jung, como sabemos, denominó sincronizaciones a las coincidencias aparentemente inconexas pero muy significativas, y sugirió que se consideran fenómenos importantes en la estructura psicológica del ser humano.
Es, sobre todo, una manifestación de orden en el Universo conocido (realidad) y se refiere especialmente al tiempo. Un orden considerado como la excepción, más que como la regla en un universo caótico, gobernado por leyes inmutables, y observado por la astronomía.
Historia: El Universo en sincronía
Adróstenes, el escriba de Alejandro Magno, nos proporcionó el primer apunte de los ritmos biológicos. En el Siglo IV AC, camino a la India, éste observó que las hojas de los árboles del tamarindo se abrían durante el día y se cerraban durante las noches.
Pero, tomarían unos dos mil años más; antes de que la ciencia encontrara la sincronía entre objetos inanimados.
La serendipia y la sincronía son camaradas que, en la ciencia, a menudo, juntos viajan.
La sincronía inanimada ocurrió, por serendipia, cuando en febrero del 1665 el médico holandés Christiaan Huygens estaba confinado a su cama víctima de una dolencia molestosa. Entonces, accidentalmente, descubrió que relojes de péndulo que tuviera en su alcoba, desafiando toda razón, sincronizaban sus oscilaciones de modo inexplicable.
Muchos experimentos después, Huygens determinó que la oscilación sincrónica de los péndulos era inevitable.
La sincronía inanimada alcanzó su ápex con la invención del láser — algo cuyos usos nadie entendiera, cuando se desarrolló.
Por supuesto, hoy se utilizan los rayos de láser en casi todos los objetos electrónicos con que nos ponemos en contacto todo el tiempo.
El secreto de la excepcionalidad del láser es la sincronía, ya que éste consiste en trillones de átomos, emitiendo ondas de luz en perfecta concordancia — como un coro de voces — pero, sin el efecto de la sincronía, los láseres serían curiosidades triviales.
La sincronía y Strogatz
La sincronía, de acuerdo a Strogatz, aparece en los lugares más inverosímiles: desde las órbitas de los satélites, la periodicidad de las mareas, a los electrones. Desde el zumbido harmónico de los grillos a la tendencia en mujeres que viven cerca o que pasan mucho tiempo juntas, a menstruar aproximadamente al mismo tiempo.
El orden sincrónico está por todas partes y los científicos de diversas disciplinas están descubriendo constantemente nuevos ejemplos de ello. Pero Strogatz y sus colegas afirman algo mucho más extraordinario: "La sincronía, como orden, no es sólo posible, es inevitable".
Millones de luciérnagas volando en sincronía
En 1989 Strogatz, junto con el matemático Rennie Mirollo de la Universidad de Boston, demostró matemáticamente que cualquier sistema de osciladores acoplados (es decir, entidades capaces de responder cada una a las señales de las demás; sean grillos, electrones o cuerpos celestes) se auto organizarán espontáneamente.
Esto hace aparecer la Sincronía como teoría opuesta a la teoría del Caos, tanto general como matemática (véase Henri Poincaré, precursor en el desarrollo de estos conceptos, en Lovers of Wisdom por D. Kolak).
Todo acto cognitivo implica la coordinación de numerosas regiones neuronales. La coordinación se basa en la formación transitoria de grupos de células nerviosas que son sincronizados en sus fases (sus ondas suben y bajan juntas). Esta sincronía de fases crea la coherencia y la unidad. Lazos de resonancia: Las regiones oscilan como si fueran un instrumento musical, y se organizan a paso coordinado y simultáneo. Creando nexos dinámicos, distintas zonas del cerebro entran en oscilación.
Para la coordinación dentro de un sistema que se auto-organiza, como es el cerebro, se necesita la acción de marcapasos, que, como es el caso de la coordinación lumínica de las luciérnagas; requiere que estos marcapasos estén programados para ejercer sus funciones dentro del mismo sistema del que forman parte.
La sincronía cerebral se mide con el electroencefalograma, o EEG.
Las oscilaciones del sistema nervioso varían entre 30 y 80 hertzios y en sincronía alrededor de 40. Las oscilaciones cercanas a 80 se dan por ejemplo en la convulsión epiléptica. Mientras que en estados de anestesia, toda sincronía desaparece.
Los campos magnéticos del cerebro se miden con un aparato, el "magneto-encefalograma", que tiene receptores cuánticos que captan el magnetismo cerebral.
En las zonas de Broca y de Wernicke existe mucha actividad sincrónica — aunque hoy se duda que la topografía de ambas zonas cerebrales sea la correcta.
Áreas del Cerebro, donde existen sincronías demostradas:
- Área de Broca: producción del habla y articulación
- Área de Wernicke: comprensión de la palabra hablada.
La integración cerebral aparece fundada en un balance entre sincronía y de-sincronía. El proceso ocurre a distintas frecuencias. No existe una correspondencia simple entre superficie y generadores cerebrales. Sin embargo, la consciencia sigue siendo un problema muy difícil de resolver. Los grupos neuronales no tienen consciencia sino es el individuo quien la posee. La conciencia aparece en el vivir encarnado: en la regulación con el cuerpo de la persona; en relaciones sensorio-motoras con el mundo y en una red ínter subjetiva de acciones y de lenguaje.
La operación dinámica de las neuronas cerebrales es una condición de posibilidad de la consciencia que emerge en los acoples del organismo — la consciencia misma — está en la emergencia de los ciclos, en su interface.
Aplicaciones para la neuropsicología: la auto-regulación como auto-organización
La auto-organización es, de acuerdo a las leyes que regulan los movimientos síncronos entre seres vivientes y no vivientes, la capacidad que ciertos sistemas poseen de auto-regulación, como el cerebro y, en cierta medida el aparato visual, para nombrar sólo dos.
Sabemos que nuestras mentes son auto-reguladoras y que buscan el equilibrio sincrónico, provisto por mecanismos que operan fuera de nuestro control o conocimiento.
Esos conceptos formaron las bases para el psicoanálisis antes de la concepción freudiana de una psicología científica, como hoy las neurociencias corroboran.
Por ejemplo, entendemos hoy, que el trabajo y las funciones de nuestras neuronas se coordinan a niveles humorales invisibles, pero que sus actividades son sincrónicas y que obedecen a estímulos y respuestas dentro del sistema — de otro modo: ¿cómo explicamos — no el significado de los sueños, sino — la función plástica y espontánea que crea la arquitectura de los sueños?
Del mismo modo que encontráramos la manera pragmática de aplicar las funciones de la ToM y de las neuronas espejo, aquí podríamos utilizar la actividad en la terapia de la sincronía de la actividad mental, como Jung y Freud, ambos, hicieran.
El caso de Gary
Gary cumplía los trece años, estando poco preparado para su bar mitzvah, ya que sus competencias sociales eran tenues.
Hijo único de una pareja joven y deprimida, por la cruel realidad de la muerte inminente de la madre, quien padeciera de un cáncer inextricable y diseminado.
A Gary, yo lo consideraba como parte de una responsabilidad especial. Contraída con una madre quien puso toda su fe en que yo asistiría el desarrollo de su hijo, por uso de la terapia — en sus problemas con el síndrome de Asperger y con sus deficiencias sociales.
Gary, caminaba las tres cuadras entre su casa y la oficina, con una radio portátil de comunicación-recepción. Siempre llegaba a sus sesiones una o dos horas en antelación. Y, siempre, mientras esperaba, se entretenía con juegos electrónicos que, consigo, siempre, trajera.
Nuestra relación se basó en la capacidad de establecer, entre ambos, una atmósfera de confianza mutua. Gary, creía en los métodos de entendimiento que yo le impartiera. Los que usara para poder calibrar la confrontación pacífica y con firmeza de sus respuestas hacia los abusos verbales a los que, a menudo, los sometieran los bravucones de su escuela — por ello se identificaba con aspectos de mi persona — queriendo hacerse psiquiatra de niños en un futuro no muy distante — lo que al final lograra.
La terapia progresaba. Pero, a medida que la salud de su madre se deterioraba, yo percibía en sus movimientos, tristezas recónditas que sólo podía reconocerlas, por sentirlas subjetivamente, ya que Gary se había retraído mucho — aunque permaneciera dispuesto a explorar temas de intensidad emocional neutras — como fueran asuntos de los deportes, o las noticias sensacionales que la prensa siempre trae.
La empatía, nunca falló — las neuronas espejo trabajando en sincronía, dentro del marcapaso de la transferencia.
Fue, una noche, cuando desperté de un sueño en el que viera a Gary junto a su madre ya muerta.
Sobresaltado, de inmediato, se lo comuniqué a mi esposa — ya que la había despertado con mi alarma. Ella me sorprendió, pasándome, en silencio, el teléfono; para responder a una llamada que llegaba a las tres de la madrugada.
Era Gary. Lo reconocí de inmediato. Me dijo: "Ya" — mientras sollozaba. Yo también derramé lágrimas silentes, recordando haber sepultado a mi madre, en esa misma fecha el año anterior.
A Jung esto no lo sorprendería — y, a Freud, menos aún…
En resumen
Hemos estudiado otro de los muchos aspectos de las nuevas ciencias del entendimiento dinámico de la personalidad humana.
A las mismas, las hemos sujeto al examen por medio del prisma de la neurociencia y del análisis racional de lo que estudiamos.
Hemos visto que aún los líderes de los campos científicos, cometen errores, sin pensarlo. (Véase: Déjame que te cuente genoma).
También realizamos que, a medida que exploramos nuestras mentes, que un universo sincrónico, tanto encefálico, como sideral, espera su oportunidad para ser evidenciado y sincronizado.
Que, a menos, que aprendamos y divulguemos las neurociencias, con su capacidad de reducir nuestro hubris, y que, alentemos a nuestros políticos y líderes a ser más educados y no rapaces. Que nuestro futuro oscila, como balancín en un cosmos de auto-organización sideral y sincronía neural, en el cual nuestra participación es imperativa, aunque no queramos reconocerlo.
Éste es el mensaje de estas ponencias.
Para mí es inevitable pensar en la sinestesia y en la sinergia, cuando reflexionamos en esa fuerza arrolladora que, de acuerdo a Strogatz, todo lo organiza, bajo el epónimo de la sincronía.
Tampoco puedo alejarme de tres de los trabajos de Freud, a quien siempre admiraré como faro intelectual-personal; porque su pensamiento, como espejo, organiza, en sincronía, las neuronas de mis existencias intelectuales y emocionales:
- Análisis terminable e interminable,
- El Futuro de una Ilusión y
- La Civilización y sus descontentos
Ya que en estas obras, Freud establece algunas nociones para él difíciles de articular de otra manera, y, que para la fruición de esta trilogía, fueran de importancia crucial.
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Nota: Cualquier artículo citado, bajo mi autoría, puede obtenerse por solicitud.
Dr. Félix E. F. Larocca
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