- El aumento de la masa de capital global en funciones opera desde la segunda mitad del siglo XX un cambio cualitativo en la organización del capital.
- Los Estados nacionales no constituyen una condición "sine qua non" para el despliegue internacional del valor.
- Los Estados nacionales están condenados a ser económicamente neutralizados por las exigencias irresistibles de la magnitud del capital global en constante crecimiento.
- Referencias históricas de la contradicción entre la tendencia a la internacionalización de las relaciones capitalistas plenas en Europa.
- Aspectos de la contradicción en junio de 2001
- La Política Agraria Común en la CEE
1.-El aumento de la masa de capital global en funciones opera desde la segunda mitad del siglo XX un cambio cualitativo en la organización del capital.
En nuestra polémica con la C.C.I., afirmamos que las condiciones del movimiento de los capitales a nivel mundial no son las mismas que hasta la segunda mitad del siglo XX, porque el cambio de cantidad en la masa de capital global en funciones ha venido operando desde entonces un cambio cualitativo en el proceso de la acumulación. Hasta la segunda postguerra mundial, la masa del capital global acumulado en el centro capitalista no había alcanzado el punto de sobresaturación permanente, lo cual explica el desarrollo desigual y la división internacional del trabajo no solo entre ramas de distinta composición orgánica del capital al interior de los distintos países, sino entre países. La sobresaturación y exportación permanente de capitales del centro a la periferia determinada por el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo en la etapa del capitamismo tardío, si bien mantiene el desarrollo desigual entre ramas de la producción -que hace a la esencia y legalidad de la reproducción ampliada- sí muestra ya la tendencia histórica a la equipararación del desarrollo económico entre países y a eliminar la división internacional del trabajo vigente durante la etapa temprana. Tal es -a nuestro modo de ver- el corolario de la ley general de la acumulación capitalista que presentamos a modo de síntesis crítica de la concepción estancacionista crónica sostenida por los compañeros de la C.C.I. Así lo decimos en el último párrafo del documento:
<<Por todo lo dicho hasta aquí , ya no se trata, pues, de saber si los países dependientes se desarrollan o no. De lo que se trata es de demostrar estadísticamente si se verifica la tendencia a la universalización de la producción y uso de tecnologías de última generación a nivel planetario -que es lo que, a nuestro juicio, está previsto en la lógica del capital según la teoría de Marx-, o si, por el contrario, el capital excedente de las metrópolis imperialistas clásicas fija históricamente el subdesarrollo relativo en los países de su periferia, como piensan los teóricos del estancamiento. En tal sentido, se trata de saber si en la actual etapa tardía del proceso histórico de la acumulación capitalista, esa tendencia prevista científicamente por Marx ha alcanzado ya su verificación empírica, o sea, si las estadísticas sobre el desarrollo tecnológico relativo de las distintas fracciones del capital en el contexto de espacios económicos comunes, como es el caso del Mercosur, confirman o no la tendencia a la uniformidad del desarrollo desigual a nivel planetario, es decir, a la formación de una sóla tasa de ganancia media que rija el comportamiento del capital social global mundial. Esta es la esencia de la llamada globalización y para nosotros no hay duda de que la lógica del capital va irresistiblemente en esa dirección, y en el sentido cada vez más evidente, necesario y realmente posible, de la revolución socialista universal.>>
2.-Los Estados nacionales no constituyen una condición "sine qua non" para el despliegue internacional del valor.
Las distintas intensidades de trabajo y la diferente composición orgánica de los capitales que expresan el progreso desigual de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, constituyen un fenómeno que se verifica entre las distintas fracciones del capital que interactúan con plena libertad en el espacio económico restringido al interior de cada país, y esto no impide sino que determina y explica la formación de las tasas de ganancia media en esos espacios restringidos. Pero la restricción que fragmenta el despliegue del valor no está determinada políticamente por los distintos Estados nacionales, sino al revés: la insuficiente masa de capital en funciones respecto de su rédito medio al interior de cada país, explica y da sentido a los modernos Estados burgueses nacionales.
En este sentido, los Estados nacionales no constituyen una condición inherente o "sine qua non" para el despliegue internacional del valor. Parecieron serlo, sin duda, en la etapa temprana de la historia de la acumulación, cuando la magnitud del capital global en funciones era todavía insuficiente para apoderarse de la masa disponible de trabajo explotable en cada uno de ellos. En ese momento, la unidad de los diversos capitales no podía ser sino política y nacional. Pero en la etapa tardía, esta unidad tiende a ser cada vez más eminentemente económica e internacional. Al tornarse permanentemente excedentarios dentro de sus bases nacionales de formación, los distintos grandes capitales nacionales acentúan su tendencia a la trasnacionalidad y a su unidad política multinacional. Ante esta nueva realidad actual, los Estados nacionales tradicionales tienden paulatinamente a perder entidad y competencias, gravitando cada vez con más fuerza la necesidad de organizaciones políticas y legalidades supranacionales que fiscalicen el proceso de acumulación en espacios económicos cada vez más amplios que comprenden distintas nacionalidades. Según esta línea materialista histórica de razonamiento, los aparentes límites políticos al despliegue de los distintos capitales nacionales, son en realidad los límites económicos transitorios que el capital social global se pone a sí mismo para saltar ulteriormente sobre ellos.
Si esto es así, no se trata de seguir en la evidencia empírica de la "realidad actual" capitalista desde los tiempos de Bujarin, donde las barreras de los distintos Estados nacionales a la circulación de los valores bajo la forma de mercancías y capitales, daba todavía más la impresión de que "la internacionalización de la vida económica" no podía superar la tendencia inversa "a la nacionalización de los intereses capitalistas". A la luz de lo que está ocurriendo ahora tampoco se trata ya de prever lo contrario. Se trata de reconocer el avance tangible de la sociedad capitalista hacia la resolución histórica de esa contradicción dialéctica.
3.- Los Estados nacionales están condenados a ser económicamente neutralizados por las exigencias irresistibles de la magnitud del capital global en constante crecimiento.
Para prever, es necesario pensar las contradicciones desde el punto de vista del polo dominante, en este caso, según la ley general de la acumulación capitalista presidida por el desarrollo incesante de las fuerzas productivas. Esto es lo que hizo Marx en el prólogo de El Capital, cuando -anunciando la idea que la muerte le impidió desarrollar- dijo que "El país industrialmente más desarrollado no hace sino mostrar al menos desarrollado la imagen de su propio futuro".. Si -tal como se ha venido confirmando hasta hoy- es el valor económico en la base material de sociedad civil el que impone su ley de desarrollo a las superestructuras políticas e ideológicas del sistema, según la lógica de la ley general de la acumulación no hay ningún impedimento histórico-político absoluto al cumplimiento de la tendencia objetiva del capital hacia la formación de una tasa de ganancia media universal, no ya en base al desarrollo desigual entre Estados nacionales o multinacionales, sino entre ramas de la producción de plusvalor y conglomerados de empresas. Con esto no queremos decir que los Estados nacionales estén condenados a desparecer en lo que tienen de esencial, como maquinarias represivas, pero si que tienden a ser económicamente neutralizados por las exigencias irresistibles de la magnitud del capital global de la sociedad en constante crecimiento. De no ser así, parafraseando a Rosa Luxembourgo deberemos aceptar que la idea del internacionalismo proletario será siempre algo contingente que jamás podrá pisar "el suelo granítico" de la necesidad histórica objetiva.
4.-Referencias históricas de la contradicción entre la tendencia a la internacionalización de las relaciones capitalistas plenas en Europa.
Aproximadamente a principios de la década de los setenta, Jean-Jacques Servan-Schreiber, fundador del semanario francés L'Express y, por entonces, miembro del gabinete del presidente Valéry Giscard d'Estaing, publicó "El desafío americano". Este intelectual orgánico de la burguesía insistió allí en la urgencia de culminar lo que la burguesía europea había iniciado a principios de la década de los cincuenta con la creación de la CECA (Comunidad Económica del Carbón y del Acero). Para salir al paso de Schreiber, Ernest Mandel escribió "La respuesta socialista al desafío americano", donde concluyó en que la resolución de la contradicción entre la tendencia a la internacionalización de las relaciones capitalistas plenas en Europa, y su contraria a mantener esa plenitud restrigida a los respectivos Estados nacionales de ese continente, dependía de los intereses capitalistas en pugna, siempre que en esta dialéctica política no terciara la acción revolucionaria del proletariado, de ahí el título de su réplica a Schreiber.
El planteamiento de Mandel supone un progreso evidente respecto de Bujarin. El mismo avance que habían hecho las fuerzas sociales productivas al interior del capitalismo. Pero en esto Mandel procedió a hipostasiar el sentido de la relación dialéctica, poniendo el principio activo de su resolución no en la forma-valor de las fuerzas productivas, en la irresistible tendencia objetiva a su despliegue internacional, sino en su manifestación, en la competencia, en la lucha interburguesa. Por eso su previsión no fue tal por contingente, esto es, que puede ser y, al mismo tiempo, puede no ser.
5.- Aspectos de la contradicción en junio de 2001
Hoy estamos asistiendo a las alternativas de esa aparente y supuesta contingencia a través de la cual se cumple necesariamente la ley del valor a escala planetaria. Por ejemplo, en la disputa al interior del partido conservador británico, donde la "Dama de Hierro" lidera en minoría la anacrónica corriente contraria a que "el imperio" renuncie a su soberanía económica aceptando reemplazar la Libra Esterlina por el Euro. Aunque, bien vistas las cosas, este orgullo imperial inglés trasnochado, puede que no sea más que un elemento de negociación para un más aventajado status, tanto del capital inglés que intenta elevar el precio de su integración a la UE, como de la burocracia política correspondiente al interior del nuevo Estado multinacional en formación.
Otro tanto parece estar ocurriendo en Francia. Bajo presión del nacionalismo gaullista, Jospin acaba de propugnar la construcción del Estado multinacional europeo sin deshacer del todo los Estados miembros. En cambio, los burócratas políticos alemanes, mas "libres" que sus homólogos franceses e ingleses, no manifiestan semejantes reparos nacionalistas y sostienen el proyecto internacionalista más avanzado y deletéreo de la categoría de Estado nacional, proponiendo que la UE elabore su propia Constitución y que la Comisión Europea se convierta en un verdadero Poder Ejecutivo, a la vez que apuesta por una segunda cámara parlamentaria que asumiría funciones del actual Consejo de Ministros de la UE. Esta segunda cámara, en la que estarían representados los Estados (similar al Bundesrat o Senado alemán), tendría competencias exclusivas en materia presupuestaria, incluida la Política Agraria Común (PAC), la de mayor peso en la Unión. A la vez, siguiendo el esquema existente entre el Ejecutivo y los länder en ese país, la burocracia alemana propone que los Gobiernos europeos recuperen competencias que hoy están en manos de la Comisión Europea, como las políticas sobre fondos estructurales o ayudas regionales. Así, las iniciativas alemanas para profundizar en la construcción europea, tienen contradictoriamente como contrapartida el recorte de competencias a la Comisión aunque pase a llamarse Ejecutivo.
6.-La Política Agraria Común en la CEE
Ciertamente, el interés de la burocracia alemana favorable al práctico desmantelamiento de la Política Agraria Común, supone una renacionalización en este sector de la explotación del trabajo social en Europa. Esto parece contradecir lo dicho hasta aquí, ya que la burguesía más poderosa y solvente de Europa debiera ser la menos indicada para enrocarse tras sus fronteras nacionales. Pero es que, a pesar de su alto desarrollo tecnológico aplicado al trabajo rural -por encima de la media europea- la agricultura alemana sólo contribuye con el 2% al PBI del país, de ahí que siga siendo un importador neto de productos agrícolas; casi un tercio de su consumo alimentario proviene de otros países. Y dado que la Política Agraria Común se basa en la estrategia de aumentar el plusvalor industrial, la U.E. debe combinar la necesidad económica de reducir el "precio de intervención" de los alimentos con la necesidad política táctica de subsidiar a los capitalistas agrarios marginales cuya productividad genera ganancias que por poco no alcanzan a justificar sus costos de reproducción. Por lo tanto, es obvio que Alemania sea uno de los países que menos cargas financieras soporta en materia de subsidios rurales.
Bajo estas condiciones, a diferencia de países como Portugal, Grecia, Irlanda, España o Italia, para la burguesía alemana es tan posible como menos oneroso e interesante, contribuir a la PAC limitándose a solucionar el problema dentro de su propio país. Más aun si se tiene en cuenta que Alemania ha venido siendo hasta ahora la principal fuente de financiación de los fondos de cohesión social de la UE., dado que los recursos comunitarios provienen en su mayor parte del Impuesto sobre el IVA, y cada Estado miembro contribuye según la aplicación de un tipo fijo único a su respectivo PNB. Esto explica que, por lo menos desde 1997, los burócratas políticos alemanes sean los que más han venido presionando en el Parlamento y la Comisión, para que se reduzcan las aportaciones de su Estado nacional a las arcas comunitarias en el más abultado capítulo presupuestario de la UE., el agrario. Contra lo que pudiera parecer, la construcción de Europa no gira hoy tanto en torno al Euro como a la PAC.
De ahí el contencioso actual entre Alemania y los países actualmente más pobres, como España, Irlanda, Portugal y Grecia, ante la prevista ampliación de la Comunidad Económica a los países del Centro y Este de Europa, algunos de ellos todavía más pobres. Dado que en la Agenda 2000 se aprobó que los "receptores netos" de fondos comunitarios serían aquellos países cuya renta per cápita estuviera por debajo de la media comunitaria, al ingresar países más pobres, la media europea descendería y países como España quedarían por encima, con lo que dejarían de percibir el montante de las ayudas actuales pasando a ser "contribuyentes netos". Esta "realidad actual" del capitalismo explica el contencioso de junio entre Schröder y Aznar, así como el "no" de Irlanda a la ampliación de la UE en el reciente referendum.
Ante las presiones alemanas para que se le libere parcialmente a su Estado nacional de las cargas presupuestarias comunitarias que considera excesivas, Aznar, presidente del gobierno español, ha respondido amenazando con vetar la moratoria (hasta el 2006) reclamada por Alemania, respecto a la libre circulación de los asalariados pertenecientes a los países menos desarrollados que el reciente tratado de Niza prevé incorporar a la UE. España chantajea en la seguridad de que los alemanes no están en condiciones económicas de soportar el súbito torrente migratorio de los nuevos países comunitarios -en su mayor parte atraido por el más alto nivel de vida en Europa- sin que peligre no sólo su aventajado "standing" económico, sino la propia estabilidad política del actual proyecto europeo inducido por la ley del valor. Este incidente hispano-aleman se solucionó a favor de los intereses del más fuerte. Pero aun poniéndonos en el peor de los supuestos desde la perspectiva política que se perfila en Europa, el mayor de los retrocesos posibles no sería más que un incidente en la irresistible tendencia secular a la unificación política de los burgueses europeos, que ese ha de ser el resultado cueste lo que cueste.
La PAC es "robusta" y no está "amenazada" por las crisis actuales, declaró en junio Gregor Kreuzhuber, portavoz del comisario europeo de Agricultura, Franz Fischler, estimando que "la reforma de la PAC es un proceso permanente y no puntual". ¿Qué quiere decir esto hablando en plata? Que a mediano plazo el panorama del agro en Europa apunta a la subsistencia de un irrisorio sector gran burgués eficiente en una franja de productos selectos muy caros, mientras que la mayor parte de la población se alimentará con los importados de otras partes del mundo que disponen de una agricultura natural competitiva. ¿Qué pasará con la ya escasísima población agraria europea basada en la propiedad territorial? Que seguirá disminuyendo hasta desaparecer como tal, cuando los alimentos sean productos industriales cuasi puros y la renta territorial deje de gravitar significativamente sobre los precios, como es el caso hoy día en los EE.UU. Mientras tanto, se suceden desgraciados episodios que sumen a numerosas familias de agricultores pobres en la desesperación y el suicidio.
Desde 1990, el empleo agricola en Europa disminuyó un 24 % al mismo tiempo que se aceleró el proceso de concentración de la propiedad territorial. Las ayudas selectivas a instancias de los fondos de cohesión social de la PAC, consisten en dividir las dificultades para dominarlas mejor, aislando políticamente a las burguesías agrarias marginales con subsidios insuficientes que renuevan su esperanza sin torcer el curso hacia su expropiación o fusión irremediable. Pandemias como la de las vacas locas -que tuvo su causa en un productivismo agrícola genocida- aceleran este proceso. La unión internacional de los grandes capitales europeos es ya incompatible con la reminiscente base social campesina en que cabalgó el sueño imperial de los Bonaparte. No es casual que Joseph Bové, este desaforado pequeño burgués agrario, productor de leche de oveja en el sur de Francia, sea la cabeza más visible y emblemática del movimiento "antiglobalización".
Al contrario de lo que todavía estaba oculto en tiempos de Bujarin, la realidad actual del capitalismo parece confirmar que la tendencia hacia la internacionalización de la vida económica sobrepuja la resistencia de las fracciones burgesas nacionales más débiles que se resisten a prescindir de sus propios Estados nacionales. Si el proletariado no toma conciencia y procede a autorganizarse internacionalmente a tiempo para convertir las actuales contingencias del capitalismo tardío en posibilidad real de lo necesario desde la perspectiva social del comunismo; si su parte consciente no es capaz de adelantarse poniendo desde ya su voluntad política en función de la previsión científica marxista cada vez más en trance de convertirse en "actualidad real" del capitalismo, es probable que la humanidad pase antes por las "horcas caudinas" de una nueva guerra devastadora entre bloques de capitales internacionalmente unificados en torno a monedas como el Euro y el dólar.
Sarai