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Reflexiones cooperativas (Inquietudes y precisiones) (página 2)


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En todo caso es fundamental la discusión y ésta suele quedar invisible. El resultado final es el predominio del gigantismo que fomentan los más veteranos. El problema son las incidencias sobre los menos veteranos de tal ex abrupto de dimensión y la pérdida de sabor de una dimensión adecuada.

Conclusivamente, conocer la dimensión adecuada requiere estudios minuciosos que comparen, en el caso de las cooperativas, el valor de la orientación empresarial centrada en el asociado y los costos y beneficios que obtiene. De hecho, hay evidencia de cómo la supuesta integración cooperativa para generar `escala´ de unidades más sólidas y rentables se traducen en la práctica en la escisión injustificada y la desaparición de las entidades más pequeñas bajo el argumento de la eficiencia si que, a pesar de todo esto, se garantice la supervivencia de grandes y mentadas cooperativas desaparecidas o, por desaparecer como tales.

"La Sociedad Civil del TRICENTENARIO"

"No soplan buenos vientos para quienes

no saben donde van ni adonde les llevan"

Séneca.

Algo queda claro en vísperas del tricentenario patrio: el desarrollo humano y económico, la equidad, la ecología y la propia democracia en cuanto tal no podrán afianzarse sin incentivar, desincentivando, prescindiendo o subestimando a la Sociedad Civil.

El aumento sistémico de las desigualdades entre grupos sociales, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no solo tiende a erosionar la cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia, sino que tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del `capital social´, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil.

Para esperar logros significativos de satisfacción y bienestar ecuánimes, relativamente compartidos, resulta indispensable una vigorosa sociedad civil que revalide el ejercicio de la ciudadanía mediante una participación activa, creativa, cohesionada y constante en las decisiones publicas que atañen y conciernen a la seguridad alimentaria, a la salud, al medio ambiente, a la vivienda, al empleo, a la educación universal, a dignos salarios, a la seguridad personal, social, jurídica e institucional como, igualmente, en aquella correspondiente a la responsabilidad social privada.

Lamentablemente no obstante ponderables esfuerzos e inquietudes aislados, hemos de admitir que la realidad no acredita la presencia de una sociedad civil sólida y en red, generadora de un capital humano notoriamente influyente en términos sociales, económicos y políticos como, asimismo, que cualquier embrión civil asociativo es rápidamente cooptado o capturado política o económicamente.

Esto mismo nos propone un detenimiento mayor en el enfoque de la "gobernanza" como metodología que finca su alcance, sentido y relevancia en nuevos esquemas de participación, singularmente, en el protagonismo real, comunicativo y reivindicatorio de las auténticas organizaciones de la sociedad civil pero no, en meros arrebatos espasmódicos fácilmente disolventes.

Claramente, por encima de cualquier ideario político, sindical, mediático o corporativo está nuestra Carta Magna con su preámbulo que resume y centrífuga toda supremacía en cuanto tal.

Después de doscientos años, toda servidumbre, esclavitud, corrupción, burocracia y abusos, deberán caer ante una reedición de una nueva sociedad civil, acicateada por evitables adversidades y como por un acostumbramiento colectivo civil a vivir cada día un poquito peor por cuenta y orden de la reproducción de fracasos políticos con sus pésimas derivaciones para cada ciudadano.

Por eso mismo cualquier `cacerolazo´ de protesta o legitimo reclamo, más que sonoro debe ser sostenido puesto que, hace más ruido el cuestionamiento simbólico organizado civilmente que bramidos pasajeros siempre atrapados por el puerto de la indiferencia como en su momento los pre y post `que se vayan todos´.

La piedra angular que es la sociedad civil determinará finalmente su `ser o no ser´ porque, si usted no participa, otro cualquiera seguirá decidiendo por usted cosas importantes frecuente y recurrentemente de la manera peor, con consecuencia irreparables.

Ahora bien, resulta comprensible un retardatario y aletargante rol de nuestra sociedad civil cuando ella espera ejemplos de nuestros carísimos -y ausentes- gestores y legisladores primeros de la cosa pública y sólo recibe escándalos de corruptelas, transfuguismos y apartamientos de las propuestas y discursos preelectorales, del federalismo como del mismísimo presupuesto nacional, provincial o municipal, todos extraños y ajenos por cierto a nuestro poder delegado, ridiculizando y desviando oprobiosamente el verdadero sentido y justificación de nuestros compromisos cívicos tanto como el pago de nuestros tributos.

En efecto, tributos cada vez más injustos y defraudatorios de todo contrato social nacional, provincial y municipal al cobrarnos cada día impuestos y servicios más caros eludiendo o evadiendo flagrantemente la contraprestación de servicios públicos vitales- esenciales como la estricta ejecución del presupuesto correspondiente institucionalizado anualmente mediante la correspondiente ley u ordenanza.

Por su parte la Justicia deberá contribuir para afianzar la sociedad civil redistribuyendo herencias históricas, clausurando desencuentros; asegurando el cumplimiento y atención de los derechos y garantías constitucionales como una palpable y noble igualdad de trato, oportunidades y posibilidades humanamente básicas, para inaugurar como Comunidad Nacional un Tricentenario que sea icono y bisagra entre lo débil y lo fuerte, lo negativo y lo positivo, lo viejo y lo nuevo para todos, precisamente por el clivaje en la resiliencia de una sacudida y más despierta Sociedad Civil como emergente y clave para una afianzada cultura de la dignidad del esfuerzo, del trabajo y de la satisfacción.

Este logro implicará afrontar la carga del tiempo histórico y los desafíos del nuevo centenario con esperanza, solidaridad, entusiasmo y más humanismo mediante el surgimiento de una vigorosa sociedad civil para salirnos de cierto estado de amodorramiento y `neutralidad´ e impulsar mancomunada y fraternalmente una gran `ofensiva´ para recuperar la cultura de la satisfacción en plenitud.

Así, finalmente y, en la medida que vayamos consiguiendo de los civiles un papel mejor ponderado de los poderes públicos cuanto de la responsabilidad y solidaridad social privada, es previsible que se fortalezcan las nuevas formas de participación en la política nacional de las cuales la mejor tiene lugar a través de la actuación de las organizaciones de la sociedad civil y, en este sentido, es de desear que haya mayor atención, complementación y participación en la `res pública´ por parte de cada civil-habitante-ciudadano pero ahora en calidad y condición de esencial protagonista de su patria, de su nación y de su republica.

Cooperativas: Asamblea de Delegados

Todos en tanto personas capaces y aún los menores de edad (Art. 17 y cc. Decr.ley, nº 20.337) pueden ser elegido delegado por parte de los asociados de una cooperativa (cuando esta supere el número de cinco mil (Art. 50 y cc. Decr.-ley nº 20.337) para ejercer una función insoslayable: representarlos apropiada y pertinentemente ante cada Asamblea cooperativa en calidad de Delegados.

Aspectos comunes a los asociados cooperativos en todo el mundo.

En principio, cada asociado cooperativo posee derechos pero también los deberes le son inherentes como anverso y reverso de la misma moneda cooperativa.

En efecto, no se trata sólo de usar y disfrutar servicios y beneficios cooperativos. Se trata de participar activa y proactivamente en la vida cooperativa aún cuando esto implique sobre todo en pequeños pueblos, ciudades o comunidades rurales aún, muchas veces una insidiosa necesidad de tener que relacionarme con los vecinos.

Lo mismo pasa con muchos asociados que una vez `tales´ piensan que pueden gozar de una `panacea´ creada únicamente para brindar bienestar cuasi-benéfico y libre de todo riesgo.

Con el tiempo los asociados comienzan a darse cuenta de que tal condición no es ser cotitular de patrimonio inmóvil, sino muy por el contrario un activo bastante circulante que de no potenciarlo se nos podría convertir en un pasivo antipático.

Tener un activo circulante implica responsabilidad. Para los asociados, como activo, requiere que los mismos estén atentos a su evolución. Toda propiedad no es estática. Se revaloriza o pierde valor. Y la diferencia entre una y otra radica en la capacidad de los asociados de responsabilizarse frente a ello.

Ahora bien dicha responsabilidad se irá adquiriendo gradual y progresivamente, participando, capacitándose y observado el ejemplo de asociados pioneros y fundadores, principalmente.

En efecto, la responsabilidad cooperativa en sus comienzos es contraria a los deseos de poseer un bien de beneficencia pero, cuando cada asociado se involucra cabalmente verifica que tanto la participación y la cooperación se transforman en una especie de `placeres inexplicables´ donde es posible aglutinar beneficios, calidad de vida y magnanimidad.

Resumiendo, si los asociados no se deciden por participar con ímpetu en el fortalecimiento de su organización solidaria pondrán en juego su propio bienestar actual y futuro, inevitable y fatalmente.

Cada asociado cooperativo, cada delegado de los mismos tiene el reto de incrementar y acentuar su entusiasmo inicial generando criterios para orientar a la organización y no olvidando que lo que está en juego es la posibilidad de seguir fortaleciendo a la empresa cooperativa de servicios, mediante solidaridades, o hacerla caer en la letanía de entidades donde el egoísmo y la satisfacción individual de intereses en los hechos `no comunes´, les confiere una dinámica lenta, aburrida y cada vez más negativa y declinante.

Nuestros deberes:

Participar de la dinámica de nuestras empresas cooperativas requiere competencias directas o indirectas profesionalizando la gestión de las mismas. No basta con querer sino que también es necesario tener elementos con los cuales las decisiones no sean dejadas al azar o a nuestro "buen parecer".

Recuerdo que en la década de los setenta se afirmaba que quien tenía la información tenía el poder. Esa premisa fue drásticamente desmentida por el avance de las tecnologías de información que nos hicieron afirmar, en los noventa, que quien tiene el conocimiento tiene el poder. Hoy, esta premisa es abiertamente puesta en duda por notables investigadores que nos demuestran que si el poder lo ha de tener alguien, es aquel que tiene sabiduría.

De forma que las competencias prioritariamente necesarias para administrar el momento más importante de la democracia asociativa: la Asamblea tienen que ver con las propias de un sabio.

A estas alturas se preguntarán: ¿y cómo podemos hacernos sabios para dar lo mejor de nosotros en la Asamblea?

Parte de la respuesta la tiene el seguimiento de las premisas anteriores.

Primero estando informado. Informado sobre las Leyes, las prácticas y la doctrina del cooperativismo autentico, educándose, y capacitándose cooperativa y constantemente. Luego, sobre la dinámica de nuestra organización, sus especificidades, la de nuestros asociados, los vínculos con terceros y las relaciones con la comunidad.

En segundo lugar conociendo, lo que requiere una racionalización analizada de toda la información anterior.

Tercero, aplicando nuestra inteligencia a aprender de nuestras experiencias, de otras y haciendo discernimiento de las mismas en un contexto donde la ética orienta ciencia, técnica, actuaciones y todo atinada e inclusivamente.

Y por último, lo más importante es aplicando el sentido común. Y es que solemos considerar que todos nuestros actos y decisiones están llenos de racionalidad como si fuésemos poseedores de una verdad venida a nosotros casi como desde `las alturas´ y no es así; diariamente nuestra computadora mental es más lenta, absurda e inconsciente de lo que pensamos. Ante tal desproporción de racionalidad, conviene conocer nuestras respuestas ante distintas motivaciones. De hecho, muchas de nuestras decisiones e ideas de relaciones y operaciones cooperativas viejas y nuevas, desbordan de pasiones, intereses y deseos irreconciliables con el bien común asociativo, sin perjuicio del debido interés por la comunidad que circunda a cada cooperativa.

Tenerlo presente es la primera clave para no incurrir en ellos y para desmembrar a nuestra mente de la irracionalidad propia que nos embarga como condición humana. ¡La más humana de todas!

Dirán que no hay tiempo para informarse, conocer, ser sabio y a la vez quitarnos de encima a la bestia que llevamos por dentro. Y que quizá alcanzar la sabiduría en materia cooperativa sea más cercano a una utopía que a su posible cumplimiento.

Aspectos centrales:

Existen una serie de elementos que considero centrales para el fomento de una sabia participación en una Asamblea. La lista incluye elementos poco convencionales en el marco jurídico regularmente expuesto para el tema y que tienen que ver más con el sentido común que con la práctica difundida de la preparación de Asambleas.

Como vimos en el apartado anterior más vale conocer para participar, que desconocer. En efecto el tipo de Asambleas que se práctica en nuestras Cooperativas para instancias de delegación se establecen votaciones previas. De manera que a la tarea de participar para tomar decisiones, debemos adicionar la responsabilidad que se nos confiere por ser delegados de asociados con necesidades, intereses y anhelos cooperativos.

La condición de Delegados hace referencia a que se representan grupos de necesidades, intereses o anhelos y, antes de nuestra elección se procura una pre-selección atendiendo a la condición de ser asociados inhábiles o hábiles para el ejercicio democrático.

Claro está que sabemos que la condición de ser hábil se refiere casi exclusivamente al cumplimiento económico de las obligaciones con la Cooperativa y alguna antigüedad mínima en la condición de asociado a la misma. Este concepto de habilidad es incompleto. La habilidad tiene que ver más con condiciones para poder ejercer, es decir tener capacidades para tomar decisiones y ya sabemos qué requiere lo anterior (sabiduría).

Suponiendo que todos tenemos las capacidades para tomar decisiones y participar, debemos contar con información previa totalmente analizada. Los estados, balances e informes son buenos medios para iniciarse en esta labor documental. Los informes deben estar a su disposición con una antelación suficiente para que puedan analizarlos.

Los conflictos y sus espacios para dirimirlos:

Cuando participamos en una Asamblea solemos creer que siempre deben existir mayorías y no deben existir conflictos. Tal supuesto es válido en organizaciones en las cuáles los delegados han trabajado previamente en la consecución de consensos plurales y multiculturales e, incluso, ahí también no estaremos exentos de conflictos.

En la práctica, los conflictos por ser parte natural de la relación humana, no es posible evitarlos. Por el contrario, su presencia denota madurez organizacional en tanto, sabiendo de su existencia, se fomentan amplias deliberaciones con varias posturas. Su inexistencia denota o un consenso ampliamente trabajado o una tendencia a la manipulación por desconocimiento de sus participantes.

De forma que un elemento clave para una buena Asamblea es poder dirimir asuntos, posturas y tendencias diferenciadas mediante preguntas, cuestionamientos e intervenciones realizadas con el fin de buscar las mejores opciones ante un determinado punto del orden del día, evento y consensos basados en la razón. En todo caso, quienes intervienen lo deben hacer con plena información, conocimiento y ojalá, sabiduría.

La democracia cooperativa

La democracia es parte del ADN cooperativo. Tiene sus costos y beneficios. Sus costos se asocian a los tiempos necesarios para alcanzar consensos; sus beneficios a la continua diferenciación creativa que se logra por la participación empresarial de sus asociados. Cuando tomamos decisiones sobre nuevos servicios y actividades conviene recordar la necesidad de aplicar la democracia en todo lo que hacemos. Si pensamos democráticamente, difícilmente podremos aceptar, a primera mano, nuevos programas que no sean posibles ni basados en las expectativas por satisfacer necesidades que manifiesten los propios asociados.

Es clave para participar sabiamente, conocer el perfil de los asociados representados, sus intereses, una comunicación permanente con los mismos y cómo cada Cooperativa los satisface. En definitiva las decisiones deben beneficiar a todos los asociados sin tratos discriminatorios, ni privilegios indebidos.

El necesario conocimiento y/o asesoramiento jurídico y contable[1]

Buena parte de las Asambleas se nutren de pautas legales (Vg., Leyes 16.583, 23.101, 24.240, 25.246, 26.206, 26.361) y administrativas (Res. INAES Nros. 519/74, 203/89, 183/92, 5254/09, 221/2010, etc.) Más allá de discutir su idoneidad es responsabilidad de los Delegados conocer las leyes que regulan al sector cooperativo y solidario, las prácticas de la cooperativa, la forma en cómo se distribuyen los excedentes, se planean nuevas actividades, se procuran nuevos recursos, se orienta la actividad estatutaria y se programan estrategias empresariales prospectivas.

Conviene conocer, por ejemplo, que para ciertas decisiones se requiere la mayoría calificada (Art. 53 D.ley 20.337; 2/3 partes), mientras que, por ejemplo, para decisiones no referentes a políticas de fusión, escisión, amortización de aportes, fijación de aportes y reformas de estatutos, se aplica la mayoría absoluta. También conviene conocer el sistema de elección de integrantes del Consejo de Administración más idóneo basados en votaciones por lista o de forma uninominal. Finalmente, que es posible impugnar administrativa y judicialmente (Arts. 100 inc. 9) y 62 del D.ley 20.337 sin perjuicio de la remisión del articulo 118 del mismo texto de este decreto de facto vetusto y aun vigente en plena democracia) la Asamblea cuando las decisiones no se ajustan a Ley, estatutos o exceden el límite del estatuto; o por el contrario, que es posible visualizar su eficacia como acuerdo cooperativo siempre y cuando se cumplan los anteriores requisitos.

Todo lo anterior, es posible mediante un conocimiento exhaustivo de la normatividad interna de cada Cooperativa, especialmente de sus estatutos, reglamentos y de la normatividad externa dada por Leyes, Decretos y demás normatividad expedida por los organismos competentes.

Compromiso social

Es común ver como las Asambleas Generales Cooperativas suelen poner énfasis en la presentación de estados financieros y dejan como supuesto el más importante elemento del accionar cooperativo: su balance social.

Más allá de conocer cuánto genera cada cooperativa por su accionar, conviene conocer cómo se redistribuyen esos recursos en la satisfacción de las necesidades de los asociados. Convendría conocer la proporción de utilización de servicios, el beneficio que de ellos se genera y cuál es la transferencia que la Cooperativa efectúa concreta y efectivamente a sus asociados.

El planteamiento de estas cuestionas enfoca la Asamblea en los actos y hechos cooperativos y no sólo en su representación financiera.

Conclusión y propuestas

Atendiendo las tendencias demográficas y la solidarización social imprescindible para una economía más democrática, mas civil, más inclusiva y mas humana, sobre todo de caras a un importante incremento asociativo que han adquirido muchas cooperativas existentes como la creación de muchas otras y, con atención y precaución por las cambiantes condiciones en que ellas desempeñan su rol singular la asamblea distrital para delegados se propone favorecer, facilitar y aumentar pragmática y ecuánimemente la participación asociativa que nos aleje de todo absentismo.

Los aspectos de la crisis global y sus soluciones, así como las posibilidades de un nuevo desarrollo humano (Art. 75 incs. 17, 18, 19 y cc. de la Constitución Nacional) están cada vez mas interrelacionados con organizaciones e instituciones civiles cooperativas y su legitimidad, se implican recíprocamente requiriendo nuevos esfuerzos de comprensión unitaria y una nueva síntesis humanista que clausure el escándalo de infinitas disparidades hirientes.

La legitimidad que brinden estas Asambleas Cooperativas de Delegados será la mejor garantía para sostener fáctica, económica, ecológica y académicamente la importancia del cooperativismo en el mundo actual.

La educación cooperativa, ¿irá a la escuela?

El deteriorado desarrollo humano de nuestro tiempo exige que nadie continúe atrapado por el analfabetismo, el hambre, la falta de agua potable y saneamiento, la insolidaridad, la miseria ni las enfermedades endémicas, básicamente.

Así, es clave despertar, recuperar e incrementar la solidaridad individual y social desde las tierras más fértiles de todos los establecimientos educativos, para que maduren conciencias más solidarias que consideren al conocimiento, a la alimentación, al agua potable, a la salud, a las energías, a las comunicaciones, a la seguridad, entre otros, como concretos derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones.

Desde el punto de vista económico, eso significa su participación activa y en condiciones de igualdad; desde el punto de vista social, su evolución hacia sociedades solidarias con buen nivel de formación y, desde el punto de vista político, la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad, equidad, noble igualdad, progreso y paz social.

Fondos de ley. Respecto de lo concerniente a un buen nivel de formación solidaria, el artículo 90 de la flamante ley 26.206 de Educación Nacional estableció que "el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología promoverá, a través del Consejo Federal de Educación, la incorporación de los principios y valores del cooperativismo y del mutualismo en los procesos de enseñanzaaprendizaje y la capacitación docente correspondiente, en concordancia con los principios y valores establecidos en la ley 16.583 y sus reglamentaciones. Asimismo, se promoverá el cooperativismo y el mutualismo escolar".

La ley 16.583 ya había establecido la obligatoriedad de la enseñanza cooperativa y mutual en los establecimientos educativos de todos los niveles, incluso universitarios.

Las provincias adhirieron a esa norma, institucionalizándola mediante leyes específicas, valorando e impulsando cooperativas escolares y juveniles (primer trabajo cooperativo joven, entre otras propuestas).

La ley 23.427 y su decreto reglamentario Nº 1.948 (7 de diciembre de 1987) instrumentaron el Fondo Federal Coparticipable de Promoción y Educación Cooperativa. Ese fondo federal recauda desde entonces cifras tales que, en el caso de algunas provincias, representarían unos 30 millones de pesos por año. Ese dinero -salvo destacables excepciones- no fue invertido por las provincias conforme su altruista afectación legislativa de origen y habría sido desviado de manera irregular e ilegal a las rentas y haciendas generales. Este debe ser el año de inicio concreto del dictado de Educación, Capacitación y Promoción Solidarias, preparatorio de la celebración del Año Mundial de las Cooperativas en 2012, conforme la declaración de Naciones Unidas (documento A/64/432 de la ONU), en particular cuando las máximas autoridades provinciales en la materia han admitido su importancia y gravitación. La educación, información y capacitación cooperativas es uno de los principios que, sumado a los de neutralidad, autonomía e independencia cooperativas, serán claves entre nosotros cuando, a partir de marzo próximo -según anuncios oficiales-, se vaya implementando en el ámbito federal el programa nacional "Argentina trabaja" con comunas y municipios, mediante cooperativas. En esto, será esencial un celoso control público cooperativo, como ya hemos podido observar, atento las discrepancias, las distorsiones, los desencuentros, los `acampes y aprietes´ de grupos piqueteros nacionales comprobados en su implementación inicial e, incluso, impidiendo, denunciando y condenando asociaciones ilícitas.

También en paritarias. Sin dudas, la proliferación de auténticas organizaciones comunitarias como de genuinos movimientos cooperativistas serán del mayor favor, alivio y promoción, sobre todo en sectores populares vulnerables y/o geográficamente postergados por el Estado y el mercado. Hablamos y proponemos una solidaridad social comprendida como freno y contrafuego al desarrollo de fuerzas científicas y técnicas sin ética, a egoístas interrelaciones planetarias, a los efectos perniciosos sobre la economía real de una actividad financiera mal utilizada, apabullante e insaciable, a los imponentes flujos migratorios frecuentemente provocados y después no gestionados ni acompañados de manera adecuada, a la explotación sin reglas de los recursos de la tierra hipotecando en forma peligrosa todo el ambiente.

Ganemos la esperanza de que los preceptos legales educativos aludidos y vigentes de nuestras mejores prácticas cooperativas ya no volverán a empantanarse en meras buenas intenciones, omisiones e ineficiencias; que las nuevas paritarias docentes incluirán también este núcleo temático como de la mayor importancia y excelencia; que ya no habrá más vetos presupuestarios, políticos, sectoriales ni individualistas para impedir que la educación cooperativa vaya y penetre transversalmente a la escuela, a las cooperativas-mutuales y a la sociedad civil toda, concientizándonos de las bondades y beneficios de la solidaridad y rescatando a la comunidad nacional de un estado colectivo de amodorramiento.

De tal forma, que la cooperación logre alcanzar y superar finalmente los objetivos solidarios elementales para toda vida y relación humana en cuanto tal traduciéndose en una convivencia solidaria en la que ya nadie deberá ser neutral ni lavarse las manos en el pantano de la apatía, la indiferencia e insolidaridades que tanta apatía, `tantos desganos´, tanto daño, tanto mal y tantas postergaciones han provocado a la argentinidad.

 

 

Autor:

Roberto Fermin Bertossi

Docente e investigador universitario de Cooperativismo, UNC

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