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Moria Quinere, el que quebranta la razón (Relato) (página 2)

Enviado por Mario Rivera


Partes: 1, 2

-Es…-dudó- el estudio de las relaciones entre los humanos y su entorno…eso creo.

Kohr se le quedó mirando algo sorprendido por la respuesta de Gordon y luego después de analizarla dijo:

-Muy bien señor Gordon, lo felicito. Se nota que lee mucho.

A lo que respondió Gordon:

-Muchas gracias.

Terminó la primera clase que dio comienzo a la de Letras de la Señora Clint. Todos los alumnos se preparaban para recibir a la Señora Clint. Unos tacones comenzaron a sonar por el pasillo continuo al salón, se detuvo cerca de la puerta y la puerta se abrió. Una mujer gastada por la edad se mostraba en las canas de aquella Señora. Su maquillaje mostraba los deseos que tenía su cara por verse joven, su ropa típica de una profesora, se mostraba en su falda y blusa. Todos se mostraron quietos pues esta profesora no era de fiar cuando en conducta se proponía. Ella te tomaba por las orejas y te llevaba así hasta la oficina del sub-director.

Buenos días –saludó forzando una sonrisa-. ¿Cómo se encuentra mi clase hoy?

Buenos días -dijeron todos al unísono.

En el mismo momento en que la señora Clint se situaba en la silla, Gabriel levantó su mano en señal de hablar.

Adelante Gabriel -dijo la señora Clint.

-Ehh…señora Clint -dijo un poco nervioso Gabriel.

-¿Sí? -pronunció la señora Clint con tono de inquietante.

-Señora Clint ¿es cierto que para mañana es la tarea que dejó el viernes pasado?

-Te parece lógico-dijo la señora Clint- ¿que haya dejado una tarea el viernes para entregarla el martes?

-No profesora.

-Entonces ¿Qué quiere decir eso?

-Que es para ahora.

-Bien-dijo la señora Clint-. Entonces supongo que pensaban que para hoy no era la tarea.

Todos se hicieron miradas de indiferencia y luego miraron a la señora Clint asintiendo. La señora Clint retorció un poco los labios y dijo:

-Entonces los responsables que la hayan traído hoy que me la entreguen. Los que no-dijo con un semblante altivo-ni siquiera me dirijan la palabra para pedir más tiempo.

Solo Gabriel se levantó y le mostró la tarea. Después de la señora Clint dio la clase en forma de que los alumnos la sintieran difícil siempre preguntando a cada momento de lo que había dicho y a veces cosas que no había mencionado. Todos permanecían atentos pues no querían ver en juego sus notas de Lenguaje y Literatura. Después de una hora sonó en timbre anunciando que la terrible tortura de señora Clint había terminado, dando comienzo a la clase de Historia del profesor Hernández.

Nunca nadie sabia el por que un hombre tan joven se mostraba tan interesando por la Historia.

Era este profesor de una tez amable, era considerado por las chicas el profesor más guapo del colegio. Siempre usaba unos pantalones cafés y se preocupaba por andar los zapatos siempre bien lustrados era…como se diría su debilidad, su talón de Aquiles.

Usaba bajo su chaqueta una camisa blanca con una corbata negra que decía él era de su antiguo padre y que por eso nunca echaría a perder, pero el detalle que más le diferenciaba de los demás profesores del colegio era su cabello: siempre usaba mucha vaselina y se lo peinaba hacia atrás mostrándose más sexy para la chicas. Ellas lo adoraban y siempre se esforzaban por impresionarlo. En una estadista escolar que hizo de la materia que mejores notas mostraba era la de Historia, y lo curioso era que los que más salían bien eran las chicas. Bueno esto no importa.

El profesor Hernández, entró con paso presuroso hacia la clase saludando a sus alumnos y comentando lo de la clase pasado sobre Justiniano I, el emperador bizantino.

Toda la clase se la pasó hablando sobre el cambio que Justiniano quería hacer en Roma, no pasó nada relevante excepto por una alumna que después de la clase le entregó una de las tantas típicas cartas que las alumnas le entregaban para elogiarle y felicitarle por su trabajo y por ser bello. John Hernández (que así se llamaba) no le tomaba mucha importancia a esto, solo las leía y luego las depositaba en una caja especial, donde era lugar para todas las cartas que las alumnas le regalaban.

Tocaron para el recreo y esto dio inicio a un bullicio en los pasillos. Joshua salió con paso decidido hacia la biblioteca y se dispuso a leer un libro que se titulaba “ Presencias de la mente ´´ por Gabriel Finger. Sus dos mejores amigos se apresuraron a alcanzarle. Cuando lo alcanzaron algo fatigados, le preguntaron al unánime:

-¿Qué haces en la biblioteca?

-Ehh… pensaba en leer un poco para despejarme, desaparecer un instante.

-Vamos-dijo-Gabriel tomándole del brazo.

-Si-arguyo Robert-he oído que han llegado los nuevos alumnos de intercambio de Inglaterra. Que tal si vamos a conocerlos.

-No tengo muchos deseos de ir. Vayan ustedes.-dijo Joshua un poco aburrido.

-Bueno. Vamos Robert-dijo Gabriel.

Los dos chicos pasaron corriendo por la puerta, haciendo caso omiso de los regaños del bibliotecario y se marcharon riéndose. Joshua continuó leyendo el libro y encontró un párrafo en el que decía lo siguiente:

“ En la mente humana se centran muchos misterios. Uno de ellos es el de la doble personalidad. Se creía en tiempos antiguos que esto se debía a que un dios o un demonio bajaban a la Tierra y se introducía en el cuerpo de mortal y por algún tiempo lo controlaba. Pero en la actualidad los científicos y los psicólogos han estudiado este fenómeno, de lo que han resultado varias hipótesis, una de ellas es la del cambio de hemisferio. Este consiste en que una parte del hemisferio se “ separa ´´ mentalmente y comienza a actuar de forma independiente, esto hace que exista otra persona dentro del mismo individuo. Esta lo puede controlar en ciertos rangos de tiempo, los cuales son desconocidos para los científicos, otras veces también esta entidad mental puede hasta conocer y explorar las otras mentes. Los científicos los llaman “ desfragmentación de alma ´´ pues además de separarse esta puede ver otras mentes y escudriñarlas es como si un trozo de nuestra alma se separara y coexistiera con las otras a la vez. ´´

Después de esto Joshua interrumpió su lectura, debido a un ruido del fondo de la sección de “ novelas relevantes ´´ y se encamino por el largo pasillo con paredes llenas de novelas que han cambiado el modo de pensar de las personas. El ruido era algo hueco y se extendía por en entre los libros. Joshua iba a continuar su búsqueda; pero desgraciadamente tocaron para las clases.

Joshua estuvo muy absorto en sus pensamientos, pues le parecía curioso ese sonido, aunque quisiera quitárselo de la cabeza no podía. No le puso mucha atención a la clase y durante el receso paso así de pensativo.

Estaba ten distraído que lo único que le sacó de sus pensamientos tan profundos fue una silueta tan esbelta que se paseaba por el campus y caminando tan cuidadosamente. Joshua no lo pudo analizar muy bien, sin embargo para él era la diosa más divina que había visto, un placer que lo atraparía en el Limbo y no saldría de el si no fuera por ella. Por una centésima de segundo, le dio la impresión que ella lo había visto.

Al llegar a su casa no dejaba de pensar en ella esos ojos tan bellos y su mirada profunda, que le había cautivado y encerrado con doble cerradura. Sus cabellos que se ondulaban junto con el aire y esos labios tan seductores, era la típica figura de una bella doncella de la época medieval.

Estando en su cuarto comenzó a escribir un poema dedicado a ella. La luz de la lámpara de escritorio parpadeaba un poco, pero no importaba él quería escribirle:

 

Oh dulce néctar que nunca envejeces

Tu cuerpo tan sensual mi mirada sigue

Entre la lluvia, entre el torrente, te persigue

Es tan espléndida la flor que para ti florece

Entre el cielo y la tierra estoy

Quiero tenerte en mis brazos

Quiero besar tu dulce boca

Estoy en el jardín donde todo evoca

Espíritus se quiebran en pedazos

Como un cristal…por ti.

Capítulo II

El primer encuentro

Estaba cayendo una tormenta, Joshua dormía tranquilo. Soñaba que estaba junto a ella, en encuentro común entre dos almas que después de estar tanto tiempo separadas se reúnen en la playa en una puesta de sol, reflejado rojo por el mar. Mientras tanto dentro de su cerebro había una constante lucha en hemisferios: una pelea entre libertad y cautiverio mental. De entre las masa pensativa surgió un nuevo ser, una sombra. Buscó donde salir, bajo por el intestino; cruzo el cerebro de nuevo; se sentó junto al corazón cerca de la aorta y luego se situó cerca de la nariz y miro vio lo que toda alma quiere: LIBERTAD INCONDICIONAL. Salio victorioso y se posó ante un espejo, miro detrás de él la cárcel carnal que lo había encerrado durante mucho tiempo. Se acercó a Joshua y le susurró al oído: ¿La quieres tanto que harías cualquier cosa para tenerla? La sombra sabía bastante bien que esto era un engaño y que con esto le agradecería el cautiverio en el que estuvo sometido durante tanto tiempo.

Se paro frente a la ventana y vio como los carros tardados pasaban cada minuto. Rió con ironía y se fijo en el triste despojo que yacía sobre la cama. Sabía que Joshua saldría perdiendo.

Joshua se levantó para bajar y tomar agua. Pasó por la cocina como sonámbulo y se deslizó entre la cocina y la refrigeradora, la abrió y saco un vaso lleno con exquisita agua. Bebió. Se detuvo en la puerta de la cocina por que escuchó un ruido extraño casi igual a de la biblioteca y se encaminó hacia donde procedía ese ruido infernal para su cabeza. Era en el sótano; bajo las escaleras con precipitación; sostuvo con fuerza una lámpara que llevaba para alumbrar el camino y se espantó al ver una figura sentada en el borde de una vieja caja. Le pareció tan familiar la imagen, pero no supo de donde la hacía conocida, entonces preguntó:

-¿Quién eres?

La silueta solo se acomodo más en su improvisada silla y luego articuló unos sonidos ininteligibles; pero después se incorporó y dijo decidido y con una voz tan confiada:

-Soy tú.

Luego de decir esto se escucho una pequeña carcajada y se desvaneció al igual que su fuente. Joshua se mantuvo pálido ante esta “ aparición ´´ y salió rápidamente del sótano. Tropezó casi en las escaleras en su ascenso y luego entro en su habitación, cerró la puerta con doble llave y se puso la colcha encima. Estaba aterrorizado, estaba tan nervioso, que creía que veía la sombra vagando por su cuarto. Y observaba lentamente que era visto por esta desde la distancia.

Las palabras resonaban en su cabeza “ soy tú ´´  y daban vueltas por todo su hemisferio, transmitiéndole un sentimiento de locura, involuntariamente sonrió con cierto misterio macabro, luego de esto la colcha salió volando por los aires y se poso suavemente en la alfombra de fina tela.

Joshua tenía la faz transmutada, no era él era otra persona. Era Moria Quinere.

-No te despreocupes-dijo la imagen sentada en la silla frente a su ordenador.-solo quiero ayudarte a cumplir tus propósitos.

-Tú no me conoces-dijo Joshua impresionado.

-¿Eso crees?-dijo Moria con la mirada inquisitiva.-Como te lo dije antes yo soy tú y tú eres yo, no me puedes ocultar nada porque yo vivo en ti. Sé que cuando eras pequeño te gustaba escaparte de tu casa, solo para ver a la niña que del otro lado del patio te gustaba. Sé también que te intriga el arte y la masonería, no puedes ocultarme nada. Puedo ayudarte con…tu sabes quién.

 -¿De qué hablas?

-Hablo de tu amiga. La de tu colegio. Sé que la quieres para ti y que estarías dispuesto a hacer cualquier cosa para tenerla en tus brazos

-Eres el Satanás ¿no es cierto?

-No me confundas con él yo soy un triste fragmento, desde tu principio, soy el que se oculta detrás de ti, eres una de las doce personas que contienen su doble persona materializada.

-No te entiendo.

-Esto solo le sucede a pocas personas y tú eres un de esas. Personas que contienen una parte su pensamiento ajena a ellos. Es como si yo tuviera que haber nacido, pero no nací, nací en otra persona en otro cuerpo, tal vez porque somos desdichados; sin embargo somos pocos los que existimos. Que pobre desgracia.

-Entonces eso me convierte en desdichado también.

-Claro que no-dijo Moria con un acento burlesco que Joshua no captó.-Tienes un don especial, y ese soy yo. Como te dije antes te puedo ayudar con tus problemas, te puedo salvar incluso de la muerte.

Capítulo III

Cambios

Moria Quinere entendía que si domaba al león podría dominar la selva entera, sus intenciones se basaban en malas consecuencias para el autor, todo era solo un vil engaño en que la muerte decidiría quien viviría y quien moriría. Todo estaba planeado desde un principio, el destino tenía preparada una sorpresa para la vida de Joshua, no podemos luchar contra eso, es como si una corriente de agua nos dirigiera hasta una cascada sin fin, mas incluso nosotros luchamos por salir de allí; pero no podemos, estamos atrapado por la telarañas que tejen las musas, sus cantos nos envuelven y nos machacan con su duro golpe.

Joshua sabía que de esto no saldría nada bueno, deseaba saber en que terminaría todo esto y casi por un momento se arrepentía de haber aceptado la ayuda de ese ser que decía ser el mismo, nada era verdad para él, creyó que toda su vida se derrumbaría. Decidió seguir algo le decía que siguiera y estaba seguro que no era Moria.

Joshua se levantó como de costumbre y se precipito hacia el baño, tomo su rutina diaria hasta llegar a la escuela. Por fin Moria se aparecía ante él, una especie de chico montado en una bicicleta con una sonrisa que solo él podía ver, pues solo Joshua podía ver a Quinere, éste se acercó a Moria pensando en qué le diría, cuál seria su primer plan para motivarle a seguir, sin embargo Moria solo le sonrió y se fue montado en su bicicleta. Era tan raro para Joshua ver que el que le había prometido todo, se marchaba con toda la libertad, sin decirle nada, solo sonreírle, eso para Joshua no significaba nada; pero para Moria significaba un comienzo destructivo, una mirada de venganza, una mentira cubierta de nieve.

Joshua vaciló y se dirigió hacia su salón, esta vez no deseaba hablar con sus amigos. Entro rápidamente por la puerta; se sentó en su pupitre preferido; miró fijamente hacia la pizarra: él estaba ahí, sentado, imitando a la profesora, sin nada que lo interrumpiera. Burla, mofa y escarnio demostraba una vez una vez más ese rostro maligno. Después de aburrirse de imitar algo que tantas veces había visto por lo ojos de Joshua, todas las mañanas de un lunes, habló desde donde estaba parado hacia Joshua y le dijo:

-¿Estas preparado para tu clase?

Joshua no entendía muy bien, pensaba en no responderle y omitir la pregunta, pero algo le impulsaba a hablar, creyó que se estaba volviendo loco, eso era, estaba loco. Miro fijamente hacia su interlocutor y con una sonrisa loca le dijo:

-Sí señor…

Tres años después, Joshua había matado a sus mejores amigos, a la chica que amaba y además de eso su vida.

Oh señor, bendícenos pues somos bestias, no conocemos el mal ni el bien. Quédate con nosotros hasta el día de nuestra muerte. Amen.

 

 

 

 

 

Autor:

Mario Rivera

El Salvador

20/01/2008

Partes: 1, 2
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