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La Autoctonía Cultural en el Proyecto Martiano de Independencia y su vigencia en la historia contemporánea de América Latina (página 2)


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El período en el que Martí vivió en los Estados Unidos, comprendido entre 1881-1985 (matizado con viajes coros a varios países latinoamericanos) fue realmente fructífero, no solo en lo referente a su labor en la forjación de la unidad de los cubanos y la proyección, organización y puesta en marcha del proyecto revolucionario en función de la verdadera y definitiva independencia de Cuba del yogo español, sino además por la forma en que se fueron consolidando en él sus ideas antiimperialistas y latinoamericanistas, como aspectos imprescindibles en el logro de la descolonización cultural de los pueblos de Latinoamérica.

Para Martí la descolonización cultural es tan necesaria como la propia independencia, sin la una no puede no puede existir la otra, y batalla desde todas las áreas posibles en la consolidación de ambas. Son muchas las referencias que se pueden señalar con ejemplos de esa actividad de Martí. Se puede tomar como punto de partida lo expuesto en "Vindicación de Cuba", artículo altamente valioso por su contenido y esencia, escrito el 23 de marzo de 1889 como respuesta contundente a las ofensivas palabras escritas en el diario The Manufacturer y que fueron también reproducidas por el diario The Evening Post. En defensa de la hidalguía, el decoro y el valor moral de los cubanos como pueblo, escribe Martí con razones como salidas del más puro manantial de ideas justas, ante una de las últimas aseveraciones de The Manufacturer: "Nunca se ha desplegado ignorancia mayor de la historia y el carácter que en esta ligerísima aseveración. Es preciso recordar, para no contestarla con amargura, que más de un americano derramó su sangra a nuestro lado en una guerra que otro americano había de llamar "una farsa". ¡Una farsa, la guerra que ha sido comparada por los observadores extranjeros a una epopeya, el alzamiento de todo un pueblo, el abandono voluntario de la riqueza, la abolición de la esclavitud en nuestro primer momento de la libertad, el incendio de nuestras ciudades con nuestras propias manos, la creación de pueblos y fábricas en los bosques vírgenes, el vestir a nuestras mujeres con los tejidos de los árboles, el tener a raya, en diez años de esa vida, a un adversario poderos, que perdió doscientos mil hombres a manos de un pequeño ejército de patriotas, sin más ayuda que la naturaleza."(7)

Posteriormente en el diario La Nación de Buenos Aires, entre los días 19 y 20 de diciembre de 1889, escribe sobre El Congreso Internacional de Washington y expresa un grupo de ideas muy precisas en torno a la creciente amenaza que se cernía (a la sombra de tan poderos vecino) sobre las tierras de América: " Jamás hubo en América, desde su independencia hasta acá, asunto que requiera más sensatez, ni que obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos, potentes, repletos de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por le comercio libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa y cerrar tratos con el resto del mundo. De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora; después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia"(8)

En igual sentido, en defensa de la realidad latinoamericana, de sus raíces y potencialidades como conjunto de pueblos libres e independientes, Martí alerta sobre otro de los peligros que encierra la ambición del poderoso vecino, que ahora se esmera en buscar nuevas alianzas con los pueblos del sur. En mayo de 189, sobre la "Conferencia Monetaria Internacional", escribiría: "Quien dice unión económica, dice unión política. El pueblo que compra, manda. El pueblo que vende sirve. Hay que equilibrar el comercio para asegurar la libertad", y para puntualizar aún más la idea del peligro, reafirma con mayor energía: "Si algún oficio tiene la familia de repúblicas de América, no es ir de arria de una de ellas contra las repúblicas futuras" (9)

Por último, consideramos importante reseñar un juicio martiano que ilustra fehacientemente la consistencia de su ideario antiimperialista, y como, en el análisis profundo y meticuloso de las causas, se pueden desentrañar las esencias de los pueblos. Tal es el caso de lo expuesto en su artículo "La verdad sobre Estados Unidos", publicado en Patria, el 23 de marzo de 1894, en el que destaca, entre múltiples elementos de la historia norteamericana que: "Lo que ha de observar el hombre honrado es precisamente que no solo no han podido fundirse, en tres siglos de vida común, o uno de ocupación política, los elementos de origen y tendencia diversos con que se crearon los Estados Unidos, sino que la comunidad forzosa exacerba y acentúa sus diferencias primarias y convierte la federación innatural en un estado, áspero, de violenta conquista" (10)

Por otra parte puede decirse sin lugar a dudas que el proyecto latinoamericanista, antiimperialista y de descolonización cultural de los pueblos de América se encuentra identificado en los objetivos propuestos por José Martí desde los propios documentos del PRC.

En medio del cúmulo de actividades desplegadas por José Martí en función de garantizar las condiciones para el reinicio de la gesta por la independencia en Cuba, etapa que se destaca por su ardua labor política y poder de convocatoria de todos los que deseaban la libertad de la patria, Martí se destaca como un extraordinario estratega que avizora las necesidades y riesgos de un proceso de radicalización de fuerzas, que va más allá de una mera contienda bélica para convertirse en el principio y fin del surgimiento desde sí y para sí de toda una nación moderna, que no ve el mérito de ser libre para ella si este no iba aparejado a la contribución de lograr la libertad de otra nación, Puerto Rico, tan explotada y humillada en sus derechos propios como lo era Cuba, demostrando de esta forma la solidez del pensamiento latinoamericanista que defendía. Para ello redactó el texto de las Bases del Partido Revolucionario Cubano, PRC, las que fueron definitivamente aprobadas en la noche del 5 de enero de 1892 y proclamadas unánimemente el 10 de abril de ese mismo año. Tales intenciones se aprecian desde el primer artículo de las Bases del Partido Revolucionario Cubano cuando se especifica:

"Artículo 1ero: El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico" (11)

De cómo aprecia Martí el futuro de la nueva República, a la luz de los más avanzados proyectos democráticos del mundo, y en los que se distinguen las influencias experiencias recibidas en los largos años vividos en los Estados Unidos, (en los que supo despojarse de una visión facilista y superflua de aquel "modelo de estado democrático") se puede comprender en la letra del artículo No 6 en el que se plantea: " El Partido Revolucionario Cubano se establece para fundar la patria una, cordial y sagaz, que desde sus trabajos de preparación, y en cada uno de ellos, vaya disponiéndose para salvar de los peligros internos y externos que la amenacen, y sustituir al desorden económico en que agoniza con un sistema de hacienda pública que abra el país inmediatamente a la actividad diversa de sus habitantes." (12)

Más adelante, en los años cercanos al reinicio de la gesta liberadora, justo en el 3er aniversario del PRC, publica en Patria el 17 de abril de 1894 un artículo en el que reafirma la idea latinoamericanista de garantizar la independencia total de las repúblicas españolas del yugo asfixiante de la Metrópoli cuando expresa: "Nulo sería, además, el espectáculo de nuestra unión, la junta de voluntades libres del Partido Revolucionario Cubano, si, aunque entendiese los problemas internos del país, y lo llagado de él y el modo con que se le cura, no se diera cuenta de la misión, aún mayor, a que lo obliga la época en que nace y su posición en el crucero universal. Cuba y Puerto Rico entrarán a la libertad con composición muy diferente y en época muy distinta, y con responsabilidades mucho mayores que los demás pueblos hispanoamericanos. Es necesario tener el valor de la grandeza: y estar a sus deberes."(13)

Del significado que entraña la labor conjunta de patriotas de toda la América para el alcance de tales propósitos se refieren las palabras expresadas con honda visión del futuro de Latinoamérica, cuando dijo:" La responsabilidad del fin dará asiento al pueblo cubano para recabar la libertad sin odio, y dirigir sus ímpetus con la moderación. Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba, se levanta para todos los tiempos…. Con esa reverencia entra en su tercer año de vida, compasiva y segura, el Partido Revolucionario Cubano, convencido de que la independencia de Cuba y Puerto Rico no es sólo el medio único de asegurar el bienestar decoroso del hombre libre en el trabajo justo a los habitantes de ambas islas, sino el suceso histórico indispensable para salvar la independencia amenazada de las Antillas libres, la independencia amenazada de la América libre, y la dignidad de la república norteamericana.". (14)

Por último, deseamos establecer, ya como colofón de la importancia y trascendencia de todo este proceso de gestación revolucionaria para Cuba y Latinoamérica, referirnos a uno de los documentos más importantes relacionado con la labor preparatoria de Martí, "El Manifiesto de Montecristi", firmado por Máximo Gómez y José Martí el 25 de marzo de 1895, en el que se puntualiza:

"La guerra de independencia de Cuba, nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aun vacilante del mundo. Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo." (15)

En los momentos actuales son muchos los estudiosos de la vida y obra de José Martí y como los tiempos son de cambios y confrontaciones, de despertar y luchas por la justicia social que todo hombre y todo pueblo merece, se hace más recurrente la relectura de las obras y escritos de este, el más Universal de los cubanos. En tan necesaria y trascendente labor se destaca Cintio Vitier, uno de los más claros pensadores cubanos contemporáneos, auténtico martiano y marxista quien ha dedicado largos años de estudio al pensamiento y la obra de José Martí. Entre sus numerosos ensayos, libros y artículos dedicados al pensamiento y la obra de nuestro Apóstol se destaca un artículo muy significativo titulado "LA CUBA DE MARTÍ: PROYECTO, REALIDAD Y PERSPECTIVAS, escrito el 18 de mayo de 1995, expone:

"En la medida en que seamos capaces de asumirlas desde los problemas concretos de hoy y del futuro previsible, hay en la obra y la persona de Martí una epicidad interminable que tenemos que acercar a nuestro pueblo, y especialmente a nuestros jóvenes como un manantial en perenne nacimiento. Él dijo: «La epopeya está en el mundo, y no saldrá jamás de él: la epopeya renace con cada alma libre: quien ve en sí es la epopeya. ( … ) Epopeya es raíz." (16)

He aquí una semblanza martiana que se ajusta, de manera extraordinaria no solo para nuestro pueblo y su historia sino para el futuro que se alza para los pueblos de Latinoamérica y el Caribe.

Decir como se dice en estos tiempos en América Latina y el Caribe: Revolución, cambio, justicia social, oportunidades de crecimiento social e individual, pensamiento común, interés común, desarrollo, independencia, libertad, es reflejo de la Vigencia y la pertinencia de la Obra Martiana, la que nos ha de apoyar en este empeño. Por ello asegurar la obra de hoy es imperativo y garantía del mañana de nuestros pueblos y la labor de estos pensadores, martianos en su esencia, y la de otros muchos, será, sin lugar a dudas, una extraordinaria contribución en el alcance de estos fines.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

(1) Pérez Martí, José. Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales La Habana, 1975. T.6 pág. 335

(2) Ibídem T. 6 pág.336

(3) Ibídem T. 6 pág. 336

(4) Ibídem T 7 pág. 98

(5) Ibídem. T 7 pág. 102

(6) Ibídem T 7 Pág.210-211

(7) Ibídem T.1 pág. 240

(8) Ibídem.T.6 pág. 46

(9) Ibídem T.6 pág. 160)

(10) Ibídem T. 28 pág. 291

(11) Ibídem.T.1 pág. 279

(12) Ibídem T 1 pág. 280

(13) Ibídem T.3 pág. 141

14) Ibídem T.3 pág. 143

(15) Ibídem T.4 pág. 101

(16) José Martí. Relecturas y vigencias. Selección de lecturas Compiladora: Lic. María Elena Capó Ortega Departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios. Facultad de Artes y Letras Universidad de La Habana, pág. 84

 

 

 

Autora:

Lic. Lidia Mary Mederos Camejo

Coord. de Carrera SUM San CristóbalUniversidad de Pinar del Río."Hermanos Saíz Montes de Oca"

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