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Resiliencia familiar en familias con niños con enfermedades oncohematológicas


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Material y método
  4. Aspectos éticos
  5. Resultados
  6. Factores protectores de la resiliencia familiar
  7. Factores de riesgo familiares
  8. Factores protectores
  9. Referencias bibliográficas

Resumen

El diagnóstico de neoplasia en un niño produce un importante impacto socioemocional en toda la familia. Objetivo: Caracterizar la capacidad de resiliencia de familias con niños con enfermedades oncohematológicas. Material y método: Se realizó un estudio no experimental, transversal, descriptivo, que responde a un diseño mixto con una metodología de estudios de casos múltiples en profundidad, en el periodo comprendido entre septiembre de 2011 y abril de 2012. Para ello se contó con una muestra de sujetos tipos que incluyó a las 4 familias con esta problemática en el área. Resultados: Se encontró la presencia de factores protectores determinantes para la manifestación de resiliencia, tales como, el apoyo social recibido y su consecuente satisfacción, la percepción positiva de los recursos económicos para el enfrentamiento a la crisis, así como la solución activa ante los problemas. Dentro de los factores de riesgo familiares que atentaron contra la puesta en práctica de resiliencia estuvieron la presencia de conflictos intrafamiliares y su inadecuada canalización, la ineficacia en el ejercicio de los roles, la puesta en práctica de estilos educativos inadecuados, así como la presencia de crisis paranormativa por desmembramiento. Conclusiones: La capacidad de resiliencia de las familias del estudio se manifestó desde un enfoque de mínimos, a partir de la adaptación pasiva a la crisis familiar.

Palabras clave: neoplasia, familia, resiliencia, factores protectores, factores de riesgo.

Introducción

El cáncer o enfermedad neoplásica constituye la segunda causa de muerte en Cuba y en el Mundo. A nivel mundial la enfermedad oncohematológica en el niño se diagnostica 16 casos por cada 10000 menores de 15 años. La mortalidad aproximada en general es de 3,6 a 3,8 por cada 100000 habitantes.1

En Cuba el cáncer pediátrico constituye sólo el 2 % de los tumores malignos, pero es la primera causa de muerte por enfermedad en menores de 15 años. En nuestro país se diagnostican cada año alrededor de 300 nuevos pacientes con neoplasias malignas en menores de 18 años. 1

En Pinar del Río la mortalidad por cáncer infantil representa la primera causa de muerte por enfermedad en niños entre 1 y 4 años, la segunda en el grupo de 5 a 14 años y la tercera en el grupo de 15 a 19 años de edad.2

Por la amenaza que significa el cáncer para la población mundial, se hizo imprescindible la creación y puesta en práctica del Programa Integral para el Control del Cáncer en Cuba, el cual tiene como propósito establecer un plan de acción estratégica que propicie alianzas amplias para el control integral del cáncer, evaluando la carga que implica la enfermedad, para determinar las prioridades y diseñar e implantar planes de acción, con la finalidad de reducir su incidencia y mortalidad, así como mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los enfermos. Dicho programa incluye una estrategia para el control del cáncer infanto-juvenil y la imprescindible implicación de la Atención Primaria de Salud en el diagnóstico oportuno, a partir de la vigilancia de factores de riesgo, síntomas y signos de alarma y en el proceso de seguimiento y rehabilitación biopsicosocial.3

El diagnóstico de cáncer en un niño produce un importante impacto socioemocional en toda la familia. El niño enfermo y su familia tendrán que afrontar acontecimientos diversos y difíciles que pueden dificultar el devenir de sus vidas. Podría considerarse como una crisis, dada la desorganización que se produce y que impacta en cada uno de sus miembros. Para adaptarse a esta situación, la familia pone en marcha mecanismos de autorregulación que le permite seguir funcionando, de manera tal que se generan cambios en las interacciones familiares que tienen un propósito específico, consciente o inconsciente, y que pueden llevar a la familia a situaciones complejas de equilibrio o desequilibrio, poniendo en riesgo el bienestar y manejo del paciente enfermo, así como la funcionalidad del sistema familiar.4

Dicha investigación se hizo necesaria y relevante desde el punto de vista social, ya que iba dirigido a un sector vulnerable de la población, siendo esta enfermedad una patología estigmatizante y que engloba muchos sentimientos negativos para quien lo sufre y quienes le rodean. Esta es una problemática que además ha adquirido actualmente gran magnitud socialmente, convirtiéndose de esta manera, el trabajo con pacientes oncopediátricos en una prioridad del Sistema Nacional de Salud Cubano, así como la oportuna intervención de la Atención Primaria de Salud en la asistencia a estos niños.

La investigación, respondió a los objetivos del Programa de Control del Cáncer en la Atención Primaria, específicamente a partir de la consideración de la problemática dentro del banco de problemas del Policlínico, siendo además, la primera investigación que abordó la Psicooncología Pediátrica desde la Atención Primaria de Salud en el municipio Pinar del Río.

Dicha investigación estudió un tema que resulta ser interesante y novedoso, puesto que la resiliencia familiar ha sido escasamente abordada internacionalmente y en el país, además de ser escaso su tratamiento vinculado a las enfermedades oncohematológicas, lo que da cuenta de la carencia de antecedentes en este sentido.

Por todo lo anterior dicha investigación se trazó como principal interrogante ¿Cómo caracterizar la capacidad de resiliencia en familias con niños con enfermedades oncohematológicas del área de salud del Policlínico Pedro Borrás?, persiguiendo además como objetivo general: caracterizar la capacidad de resiliencia en familias con niños con enfermedades oncohematológicas del área de salud del Policlínico Pedro Borrás.

Material y método

Objetivos específicos

1. Identificar los factores protectores de las familias del estudio.

2. Identificar los factores de riesgo de las familias del estudio.

3. Evaluar la influencia de ambos factores ante la crisis vivenciada.

La presente investigación constituyó un estudio no experimental, descriptivo, transversal, el cual responde a un diseño mixto en paralelo, realizada en el periodo comprendido entre septiembre de 2011 y abril de 2012.

El universo de estudio estuvo compuesto por las 4 familias con niños con enfermedades oncohematológicas pertenecientes al área de salud del Policlínico Pedro Borrás. La muestra del estudio es una muestra no probabilística de sujetos tipos, integrada por las 4 familias, las cuales fueron seleccionadas por los siguientes criterios:

Criterios de inclusión:

– Familias dispuestas a participar en el estudio.

Criterios de exclusión:

– Personas dentro del núcleo familiar que presentaran alguna discapacidad mental, auditiva, verbal y visual que les impidiera participar en el estudio.

– Niños de cincos años o menos, cuya madurez intelectual no les permitiera contestar las técnicas de recolección de datos.

– Adultos mayores con una capacidad mental que no permitiera comprender y responder las técnicas utilizadas.

Para la recolección de la información se utilizaron los siguientes instrumentos de evaluación:

Entrevista familiar

Cuestionario de resiliencia familiar

Cuestionario de factores de riesgo familiares

Escala de Evaluación de la Cohesión y Adaptabilidad Familiar (FACES III)

Escala valorativa

Escudo familiar

Método del círculo familiar

Dibujo de la familia

Composición

Estas dos últimas técnicas fueron aplicadas solamente a los niños portadores de la enfermedad, teniendo en cuenta las peculiaridades de aplicación para los periodos etarios, mientras que las demás técnicas fueron aplicadas a los miembros restantes.

Para el procesamiento de la información se utilizó la triangulación de datos, a partir de la integración de datos cualitativos y cuantitativos, además de realizarse en función de categorías previamente establecidas y otras construidas por el investigador a partir del discurso de los sujetos del estudio. De igual forma se utilizó la estadística descriptiva, a través del registro de frecuencias, las cuales fueron presentados en texto y tablas.

Aspectos éticos

La presente investigación se realizó teniendo en cuenta principios éticos tales como respeto a las personas, a partir del tratamiento de los sujetos como seres autónomos, respetando sus opiniones y criterios, así como su voluntariedad para participar en el estudio, mediante la utilización del consentimiento informado como parte del proceso de acceso a la muestra del estudio. La información obtenida en la investigación se utilizó estrictamente con fines científicos, presentando sus resultados, sin revelar la identidad de los sujetos. Además se pusieron en práctica los principios de beneficencia, no maleficencia y el principio de la justicia.

Resultados

La resiliencia manifestada por las familias del estudio se caracterizó por la presencia de un enfoque de resiliencia de mínimos. Este se sustenta sobre la base de la adaptación pasiva ante la crisis experimentada, fundamentada en el mantenimiento y surgimiento de irregularidades en el funcionamiento familiar, presentes en factores protectores de resiliencia y la identificación de factores de riesgo, impidiendo el crecimiento de las familias ante la reestructuración de su realidad.

Factores protectores de la resiliencia familiar

En el caso de las creencias familiares como parte de la estructuración subjetiva ante la situación, estas se fueron moviendo en correspondencia a los distintos momentos de la enfermedad y las situaciones concretas vivenciadas por las familias de la investigación, así como del significado que iban teniendo para estas. Se mostró la presencia de creencias centradas en el aspecto negativo del suceso durante las etapas de diagnóstico y hospitalización en el 100% de los casos, así como las creencias dirigidas a mitigar la connotación negativa del suceso después de finalizado el tratamiento hospitalario y en la actualidad. No se mostraron en ninguno de los casos creencias dirigidas a otorgarle sentido a la adversidad. El 100% de los casos mantuvo una evaluación negativa del evento durante la las etapas de diagnóstico y hospitalización, mientras que finalizado el tratamiento hospitalario y en la actualidad, el 50% de la muestra sostuvo una evaluación positiva de la crisis en cuestión. La perspectiva futura del 100% de las familias se mostró pesimista durante el diagnóstico y hospitalización, sin embargo esta se modificó, igualmente en la totalidad de la muestra, a una postura optimista durante el periodo de finalización de la hospitalización y hasta la actualidad. La totalidad de la muestra del estudio (100%) adoleció de la presencia de fe y espiritualidad para enfrentar la crisis familiar durante el momento del diagnóstico y la hospitalización, mientras que finalizado el tratamiento hospitalario y en la actualidad, dicho factor se presentó en el 75% de los casos.

Con respecto a la comunicación familiar se evidenció la ausencia de indicadores como la claridad y la expresión sincera de sentimientos alrededor de la crisis familiar vivenciada, en el 100% de las familias del estudio.

En relación al apoyo social se mostró la presencia del apoyo psicoemocional, instrumental e informacional en el 100% de la muestra estudiada, así como la presencia de satisfacción con el apoyo brindado.

La percepción de los recursos económicos fue favorable para el 75% de la muestra estudiada, manifestándose el predominio de satisfacción con estos.

Se mostró igualmente la presencia de una estrategia activa ante la solución de los problemas en el 100% de los casos de la investigación.

En cuanto al comportamiento de la cohesión familiar ante la crisis (tabla 1) se mostró el predominio de familias separadas en los casos estudiados, categoría intermedia dentro de la cohesión familiar desde el modelo circumplejo de Olson. Se evidenció además la ausencia de familias desligadas.

Tabla 1: Cohesión familiar en familias con miembros con enfermedades oncohematológicas.

Nivel de cohesión

Frecuencia

%

Desligada

0

0

Separada

2

50

Conectada

1

25

Aglutinada

1

25

El comportamiento de la flexibilidad familiar (tabla 2) se caracterizó por el predominio de familias estructuradas, categoría intermedia dentro de la flexibilidad familiar desde el modelo circumplejo de Olson. Se mostró igualmente la ausencia de familias con un nivel de flexibilidad caótica.

Tabla 2: Flexibilidad familiar en familias con miembros con enfermedades oncohematológicas.

Nivel de flexibilidad

Frecuencia

%

Caótica

0

0

Estructurada

2

50

Flexible

1

25

Rígida

1

25

Factores de riesgo familiares

Se evidenció la presencia de conflictos familiares entre los diferentes subsistemas en el 50% de los casos.

Dentro de los estilos educativos inadecuados utilizados con más frecuencia por las familias del estudio, (tabla 3) se encontraron la permisividad y la sobreprotección. Se mostró además la ausencia de la negligencia como método educativo.

Tabla 3: Estilos educativos inadecuados en familias con miembros con enfermedades oncohematológicas.

Estilos educativos

Frecuencia

%

Sobreprotección

3

75

Permisividad

4

100

Autoritarismo

2

50

Inconsistencia

1

25

Negligencia

0

0

Como parte de la ineficacia en el ejercicio de los roles ante la crisis familiar (tabla 4) se manifestó el predominio de la presencia de sobrecarga y rigidez en los casos del estudio.

Tabla 4: Ineficacia en el ejercicio de los roles en familias con miembros con enfermedades oncohematológicas.

Ineficacia en el ejercicio de los roles

Frecuencia

%

Sobrecarga

4

100

Sustitución de roles

2

50

Rigidez

4

100

Dentro de las crisis familiares paranormativas (tabla 5) se evidenció un predominio de la crisis por incremento y por desmembramiento. Se mostró igualmente la ausencia de crisis por desorganización ante la situación vivenciada.

Tabla 5: Crisis paranormativas en familias con miembros con enfermedades oncohematológicas.

Crisis

Frecuencia

%

Incremento

3

75

Desmembramiento

3

75

Desorganización

0

0

Desmoralización

2

50

Discusión

Teniendo en cuenta la existencia de la resiliencia familiar desde un enfoque de mínimos, es importante destacar la variabilidad en el comportamiento proveedor de resiliencia de los factores protectores en las familias del estudio, en tanto se manifestaron dificultades en la implicación resiliente por parte de algunos de estos. En relación a los factores de riesgo familiares se mostró la relativa repercusión de estos para la puesta en práctica de la capacidad de resiliencia en las familias estudio de caso, manifestándose la acción neutralizadora de algunos de ellos.

Factores protectores

Las creencias centradas en el aspecto negativo del suceso presentes en los momentos iniciales de la enfermedad estuvieron dados por la existencia de sentimientos suscitados por esa realidad, tales como irritabilidad, dolor, tristeza, culpabilidad, los cuales conllevaron a dichas familias a configurar su situación desde estos sentimientos y atribuirle la causalidad del evento al infortunio familiar.

El movimiento de las creencias hacia una postura menos incisiva se justifica desde la concepción de las familias de la existencia de un miembro de la familia con la enfermedad por la posibilidad aleatoria de dicho suceso. Las familias asumieron esta postura como vía lícita para minimizar los sentimientos negativos que este evento les suscitaba, debido a la gran carga emocional que socialmente se relaciona con este.

La ausencia de creencias dirigidas a otorgarle sentido a la adversidad mostró la incapacidad de reestructurar sus realidades desde un sentido, en tanto las creencias no implicaban el reordenamiento de los significados desde la intención de darle coherencia al evento, y visualizarlo a partir de construcciones que permitieran asumirlo como parte de la realidad familiar; por lo que este factor no constituyó muestra de resiliencia ante la crisis vivenciada en las familias de la investigación.

La evaluación del evento constituyó igualmente un elemento susceptible de modificar, en tanto, aún cuando esta se haya movido hacia categorías positivas a partir de la culminación de la etapa hospitalización, se mantuvo en 2 de las familias estudiadas la evaluación del suceso desde implicaciones y connotaciones negativas para el sistema familiar, impidiendo la visualización de este como un reto u oportunidad de crecimiento familiar.

La presencia de perspectivas futuras negativas como regularidad en las familias del estudio, se mostró en la existencia de pensamientos desesperanzadores y la percepción de la inminencia de la muerte como parte del curso de la situación familiar, siendo un factor entorpecedor de un sistema de creencias propio de resiliencia familiar.

La modificación paulatina de la perspectiva futura hacia una postura optimista estuvo asociada al hecho de que a partir de la etapa de finalización del tratamiento hospitalario, fueron visualizadas por las familias mejorías en el estado de salud del niño, resultados positivos de los tratamientos, ausencia de recaídas, además del efecto positivo del cese del periodo de hospitalización, lo que trajo consigo una visión más alentadora y propiciadora de esperanza.

La presencia de fe y espiritualidad como elemento favorecedor de un sistema de creencias resiliente en la mayoría de las familias del estudio, después de concluido el periodo de hospitalización, fue asumido como fuente de consuelo y fuerza familiar ante la crisis vivenciada, en tanto proporcionaron confianza, reforzando los recursos familiares y generando una postura activa y perseverante ante la situación.

La incapacidad comunicacional para la expresión de sentimientos generados por la situación, impidiendo así la exteriorización de la fuerte carga afectiva asociado con este evento, se demostró en la evitación categórica del tema. Se evidenció además la presencia de significativas dificultades en relación a la claridad, debido esencialmente a la no comunicación del diagnóstico a los niños portadores de la enfermedad, lo cual entorpeció la comunicación familiar en tanto el tema era un secreto familiar y no permitía el libre intercambio de mensajes en presencia del niño, provocando ansiedades tanto para este como para la familia.

The Leukemia and Lymphoma Society apoya los efectos negativos producidos por el silencio alrededor de la situación, en tanto plantea que los niños a los que no se les informa o no se les da la oportunidad de preguntar sobre su enfermedad, lejos de estar siendo protegidos del miedo y la preocupación, pueden llegar a pensar que la enfermedad es un tabú o un secreto peligroso del que no se debe hablar y desarrollar fantasías atemorizantes y miedos acerca de lo que le está sucediendo.5

Las dificultades existentes en relación a la claridad, también se manifestaron en la presencia de mensajes culposos, mensajes con dobles sentidos, así como su direccionalidad enmascarada, entre los miembros, lo que trajo consigo la expresión de conflictos familiares, y su inadecuada canalización, provocando así su cronicidad y enquistamiento en el seno familiar.

El predominio en la muestra estudiada de familias separadas diverge con los resultados develados por la investigación "Estilos de relaciones familiares y resiliencia en familias de niños oncológicos", en la cual se observa el predominio de familias amalgamadas, representando estas el 28% de la muestra del estudio.6

La ausencia de familias desligadas, las cuales constituyen una categoría extrema y negativa dentro de los niveles de cohesión, fue un elemento atenuante de la repercusión negativa de la crisis.

Por lo que de manera general, aún cuando se manifestaron ciertas irregularidades en este factor en el sistema familiar en su totalidad, este es considerado como fuente importante de la resiliencia manifestada por las familias de la investigación, sin dejar de tener en cuenta la implicación de la autonomía que esta cualidad debe proporcionar a los miembros. De ahí la importancia de este factor ante la presencia de una crisis, elemento que es avalado por Walsh desde sus oportunas intervenciones, en tanto plantea que la capacidad de reorganización familiar tras la crisis se sustenta en la conexión familiar, e implica equilibrio entre la unidad, el apoyo mutuo y la colaboración por un lado, y la separación y la autonomía de cada individuo por otro.7

El predominio de familias estructuradas es congruente con los resultados obtenidos en la investigación "Estilos de relaciones familiares y resiliencia en familias de niños oncológicos", donde el 30 % de estas se ubicó en dicha categoría.6

Este nivel de flexibilidad contribuyó a la capacidad de resiliencia de las familias, en la medida que permitió un acomodamiento y reestructuración de la realidad familiar, aunque se evidenció la susceptibilidad de este a ser moldeado.

La ausencia de familias con un nivel de flexibilidad caótica y la poca existencia del nivel rígido (en un caso) permitió hablar de potencialidades resilientes en las familias desde este factor, haciendo de la crisis un suceso manejable.

La presencia de apoyo social en la totalidad de las familias dio muestras de niveles de permeabilidad adecuadas, en la medida que fueron capaces de abrirse como sistema y romper barreras que permitían la entrada de agentes ajenos al núcleo familiar, ya sea personas de las instituciones sanitarias, quienes le brindaron la ayuda profesional especializada, como las personas de su círculo de relaciones interpersonales, las cuales constituyeron parte importante de las redes de apoyo familiar ante la situación vivida.

El apoyo social brindado a estas familias constituyó un factor protector crucial en el proceso de resiliencia familiar, deviniendo en un elemento restaurador del equilibrio familiar ante la crisis vivenciada, en la medida que posibilitó la percepción de la crisis como un evento manejable. Estos resultados son congruentes con estudios realizados que señalan que los padres con mayor apoyo social mostraron menos síntomas de desajuste psicológico que aquellos con menos apoyo social. 8

Los recursos económicos contribuyeron a la resiliencia en las familias estudiadas, en tanto la presencia de dificultades de índole económica no se sumó a las representaciones e implicaciones negativas de la enfermedad, permitiéndoles centrarse en aspectos medulares para la adaptabilidad a la crisis.

Criterios emitidos por Rozas avalan esta afirmación, en tanto este plantea que para muchas de las familias que viven en condiciones de pobreza la dificultad para satisfacer las necesidades básicas gatilla en los padres sentimientos de culpa y preocupación, al verse fracasados en su rol de proveedor (a) y/o cuidador(a).9

  • La solución de problemas permitió igualmente el desarrollo de la capacidad resiliente en las familias del estudio, en la medida que estuvo caracterizada por la presencia de estrategias activas, permitiendo un posicionamiento proactivo y eficaz ante la situación a partir de estrategias como la búsqueda de ayuda médica y profesional para un diagnóstico rápido y oportuno, la activación de redes de apoyo, la asunción de restricciones y recomendaciones realizadas por el personal médico para el manejo de la enfermedad, así como la consulta de dudas sobre la enfermedad.

Factores de riesgo familiares

La existencia de conflictos familiares dados principalmente por discrepancias alrededor de la crianza del niño a partir de la enfermedad, la coexistencia de estilos autoritarios y estilos permisivos y sobreprotectores, así como por la presencia de discusiones matrimoniales, concuerda con planteamientos realizados por Martínez V y Real G, quienes avalan una alta frecuencia de conflictos derivados de la enfermedad, la alteración de las relaciones conyugales, los problemas de pareja, las disfunciones sexuales y las separaciones y divorcios.6

El predominio de la permisividad como estilo educativo inadecuado es entendible y válido a la luz de afirmaciones realizadas por Patricia Arés, quien expresa que la permisividad puede aparecer en contextos donde los adultos le tienen lástima a los hijos por alguna enfermedad o situación penosa vivida por este.10

Precisiones realizadas por Grau C y Fernández M, concuerdan en concebir a la sobreprotección como factor de riesgo dentro de los métodos educativos inadecuados, puesto que consideran que el niño sobreprotegido puede darse cuenta de que ocupa un lugar privilegiado en la familia, lo que confirma sus sentimientos de fragilidad y ansiedad respecto a su supervivencia.11

El predominio de la sobreprotección como estilo educativo ante la crisis vivenciada concuerda con resultados precisados en estudios de Psicooncología y familia, donde se reporta el establecimiento de actitudes psicopatógenas de sobreprotección o bien mayor rigidez y menor flexibilidad que en los padres con adolescentes sin cáncer.12

La ausencia de estilos negligentes en la muestra estudiada dio cuenta de la significación social que subyace a la enfermedad y la imperiosa necesidad de llevar a cabo a cabalidad las demandas comportamentales propuestas por el personal médico. Estos resultados son congruentes con los obtenidos en la investigación "Vivir con el cáncer de un (a) hijo (a)"´, donde la mayoría de madres y padres entendieron que debían ser aún más diligentes y cuidadosos (as) en seguir el tratamiento aunque el (la) niño (a) no mostrara señales de la enfermedad.13

La sobrecarga en el ejercicio de los roles se mostró en la figura materna, ya que generalmente eran las madres, quienes se encargaban del cuidado del niño durante la etapa de hospitalización y de la realización de actividades domésticas, dejándoles poco espacio para su cuidado personal. Además de que la ausencia de las figuras paternas (en el caso de 2 familias), trajo consigo la sustitución de roles familiares, propiciando que las madres y demás miembros (abuelos, tíos) tuvieran que suplir la carencia afectiva y funcional manifestada en relación a la figura paterna. La rigidez en los roles se manifestó en la presencia de funciones particularmente pautadas y diferenciadas para cada miembro, lo que evidenció la distribución dicotómica de las tareas ante la situación. Igualmente se mostró la distribución de las funciones en correspondencia con el estereotipo sexual tradicional, impidiendo el intercambio de roles, los cuales eran rígidos e inmóviles.

Aunque este factor no influyó negativamente como determinante en la capacidad de resiliencia familiar, sí es un elemento susceptible a modificar y refinar.

La presencia de crisis por incremento, dada por la inserción al seno familiar de la nueva pareja de la figura materna no fue considerado como desfavorable para el afrontamiento positivo ante la crisis, debido a que las relaciones con este nuevo miembro eran descritas por las familias como buenas, e incluso constituía fuente de apoyo ante la situación.

La presencia de crisis por desmembramiento, dada por el divorcio de los padres y su inadecuado manejo, por la existencia de peleas y conflictos y la pobre relación entre los ex conyugues sobre la base de la evitación y la poca comunicación, constituyó un factor entorpecedor de un mejor desarrollo de las relaciones intrafamiliares para el afrontamiento positivo ante la crisis experimentada.

El abordaje de estas problemáticas constituye tarea priorizada de los psicólogos insertados en los grupos funcionales de atención al Cáncer en la Atención Primaria de Salud.

Referencias bibliográficas

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Autor:

Lic. Leidy Cruz Forteza 1

MSc. Lisi Rayna Suárez García 2

MSc.Nadiosly de la C. de Yncera Hernández 3

1Licenciada en Psicología. Departamento Provincial de Promoción y Educación para la Salud. leidy9017[arroba]princesa.pri.sld.cu

2Licenciada en Psicología. Máster en Psicología Clínica. Profesora Auxiliar. Policlínico Docente "Pedro Borrás Astorga". lisi05[arroba]princesa.pri.sld.cu

3Licenciada en Psicología. Máster en Psicología Clínica. Profesora Auxiliar. Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saiz". Presidenta del Grupo Provincial de Pinar del Río de la Sociedad de Psicólogos de Cuba. nadia[arroba]sum.upr.edu.cu