PROLOGO
Veinte años después y en el umbral de un nuevo milenio, la palabra de Monseñor Romero no ha perdido actualidad. Sus.homilías nos siguen cuestionando y exigiendo, no continuan dando ánimo y esperanza. Nadie que hoy lea o escuche sus homilías puede quedar indiferente. Y es que la palabra de Monseñor Romero, como la palabra del Evangelio, no pierde vigencia porque es una palabra profética, el "resonar de Dios" en el pueblo de El Salvador.
En esta ocasión presentamos una selección de textos de sus homilías. Son 365 textos, uno para cada día del año. Y es que este líbro quiere ser un libro para la meditación diaria, para que Monseñor Romero nos acompañe a lo largo del año. El mismo, en una ocasión, nos propuso viajar a esa "celda intima de nuestra conciencia para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios, para luego ir al encuentro de nuestro pueblo pobre. Si Monseñor Romero fue capaz de pronunciar palabras tan claras, de amar a los pobres y ofrecer su propia vida, fue porque siempre, por más ocupado que estuviese, dedicaba su tiempo a la rileditación y oración personal. ¿Por qué no hacer nosotros lo mismo? Y qué mejor, que guiados por su propia palabra.
Los textos seleccionados están tomados de la primera edición de las homilías de Monseñor Romero que en su ocasión publicara el arzobispado de San Salvador:
Monseñor Oscar A Romero, su pensamiento (8 volúmenes). Al final de cada texto indicamos el volumen y la página de donde fue transcrito el fragmento. Para las personas que deseen profundizar en el pensamiento de Monseñor Romero, les recomendamos la lectura de sus homilías y cartas pastorales.
"Hermanos, guarden este tesoro. No es mi pobre palabra la que siembra esperanza y fe; es que yo no soy más que el humilde resonar de Dios en este pueblo " (Homilía 2 de octubre de 1977, 1-II p. 261). Cuidemos, pues, este tesoro, esta gran herencia que nos dejó. Hagamos vida su palabra en nuestras vidas, seamos humanos y cristianos como lo fue Monseñor y edifiquemos un país como él lo soñó.
La persecución es algo necesario en la Iglesia. ¿Saben por qué? Porque la verdad siempre es perseguida. Jesucristo lo dijo: "Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros". Y por eso, cuando un día le preguntaron al Papa León XIII, aquella inteligencia maravillosa de principios de nuestro siglo, cuáles son las notas que distinguen a la Iglesia católica verdadera, el Papa dijo ya las cuatro conoc~das: una, santa, católica y apostólica. "Agreguemos otras – les dice el Papa-, perseguida". No puede vivir la Iglesia que cumple con su deber sin ser perseguida (Homilía 29 de mayo de 1977, 1-II p. 73).
2. Profetismo Ya les dije un día la comparación sencilla del campesino: "Monseñor,cuando uno mete la mano en una olla de agua con sal, si la mano está sana no le sucede nada; pero si tiene una heridita ¡ay! ahí le duele". La Iglesia es la sal del mundo y naturalmente que donde hay heridas tiene que arder esa sal (Homilía 29 de mayo de 1977, 1-II p. 74).
3. Pluralismo Es necesario un pluralismo sano. No queramos cortarlos a todos con la misma medida. No es uniformidad, que es distinto de unidad. Unidad quiere decir pluralidad, pero respeto de todos al pensamiento de los otros, y entre todos crear una unidad que es mucho más rica que mi sólo pensamiento (Homilía 29 de mayo de 1977, 1-II p. 75).
4. Idolatría Cuando Cristo confesó que él era el Hijo de Dios, lo tomaron por blasfemo y lo sentenciaron a muerte. Y la Iglesia sigue confesando que Cristo es el Señor; que no hay otro Dios. Y cuando los hombres están de rodillas ante otros dioses, les estorba que la Iglesia predique a este único Dios. Por eso choca la Iglesia ante los ídolos del poder, ante los idólatras del dinero, ante los que hacen de la carne un ídolo, ante los que piensan que Dios sale sobrando, que Cristo no hace falta, que se valen de las cosas de la tierra: ídolos. Y la Iglesia tiene el derecho y el deber de derribar todos los ídolos y proclamar que sólo Cristo es el Señor (Homilía 19 de junio de 1977, 1-II PP. 91-92).
Yo creo que hemos mutilado mucho el evangelio. Hemos tratado de vivir un Evangelio muy cómodo, sin entregar nuestra vida, sólamente de piedad, únicamente un evangelio que nos contetaba a nosotros mismos (Homilía 19 de junio de 1977, 1-II p. 99).
8. Interioridad vivimos muy afuera de nosotros mismos. Son pocos los hombres que Y de veras entran dentro de si, y por eso hay tantos problemas… En el corazón de cada hombre hay como una pequeña celda íntima, donde Dios baja a platicar a solas con el hombre. Y es allí donde el hombre decide su propio destino, su propio papel en el mundo. Si cada hombre de los que estamos tan emproblemados, en este momento entráramos en esta pequeña celda y, desde allí, escucháramos la voz del Señor; que nos habla en nuestra propia conciencia, cuánto podríamos hacer cada uno de nosotros por mejorar el ambiente, la sociedad, la familia en que vivimos (Homilía 10 de julio de 1977, 1-II PP. 122-123).
9. Parábola del samaritano en la parábola del buen samaritano tenemos la condenación de todo aquél que piensa honrar a Dios y se olvida del prójimo: ni el sacerdote, ni el levita, ni ningún hombre que por ir a Misa, por ir a adorar a Dios, por estar pensando en Dios se olvida de las necesidades del prójimo (Homilía 10 de julio de 1977, 1-II p. 127).
no se puede cosechar lo que no se siembra. ¿Cómo vamos a cosechar amor en nuestra República, si sólo sembramos odio? (Homilía 10 de julio de 1977, 1-II p. 128).
11. Compromiso con La historia El cristiano no debe tolerar que el enemigo de Dios, el pecado, reine en el mundo. El cristiano tiene que trabajar para que el pecado sea marginado y el reino de Dios se implante. Luchar por esto no es comunismo. Luchar por esto no es meterse en política. Es simplemente el Evangelio que le reclama al hombre, al cristiano de hoy, más compromiso con la hiseoria (Homilía 16 de julio de 1977, 1-II p. 133).
12. Pecado Qué es el pecado? El pecado es la 'muerte de Dios. Es lo que hizo capaz de llevar a Dios hasta morir en una cruz, porque sólo así se puede perdonar. El pecado es el atropello a la ley de Dios. Es pisotear el designio de Dios. El pecado es irrespeto a lo que Dios quiere (Homilía 24 de julio de 1977, 1-II p. 140).
13. Conformismo Los hombres no comprenden su dignidad y no se promueven. Y viven un conformismo que verdaderamente es opio del pueblo. Esto hay mucho, hermanos. Los ricos que no piensen que ellos sólo son los culpables del pecado social. También los perezosos, también los marginados que no luchan por conocer su dignidad y trabajar por ser mejor. Todo aquél que se adormece y está tranquilo, como que otros le realicen su propio destino, está pecando también (Homilía 24 de julio de 1977, 1-II p. 141).
14. Iglesia profética La Iglesia no puede callar ante esas injusticias del orden económico, del orden político, del orden social. Si callara, la Iglesia sería cómplice con el que se margina y duerme un conformismo enfermizo, pecaminoso, o con el que se aprovecha de ese adormecimiento del pueblo para abusar y acaparar económicamente, políticamente, y marginar una inmensa mayoría del pueblo. Esta es la voz de la Iglesia, hermanos. Y mientras no se le dqe libertad de clamar estas verdades de su Evangelio, hay persecución. Y se trata de cosas sustanciales, no de cosas de poca importancia. Es cuestión de vida o muerte para el reino de Dios en esta tierra (Homilía 24 de julio de 1977, 1-II p. 142).
La oración es la cumbre del desarrollo humano. El hombre no vale por lo que tiene, sino por lo que es. Y el hombre es, cuando se encara con Dios y comprende qué maravillas ha hecho Dios consigo. Dios ha creado un ser inteligente, capaz de amar; libre (Homilía 24 de julio de 1977, 1-II p. 143).
16. Trascendencia Trascendencia es una palabra que quiere significar la perspectiva hacia lo eterno, hacia Dios, hacia lo divino. Sólo cuando se mira el mundo, las cosas, las riquezas, la tierra, hacia Dios que les dio origen, las cosas tienen sentido. Cuando miramos las cosas, las riquezas y los bienes de la tierra sin tener en cuenta a Dios, las cosas se hacen vanas (Mensaje radiofónico 31 de julio de 1977, 1-II 148).
17. Impunidad N o hay crimen que se quede sin castigo. El que a espada hiere, a espada muere, ha dicho la biblia. Todos estos atropellos del poder de la patria no se pueden quedar impunes (Homilía 7 de agosto de 1977, 1-II p. 164).
18. Dios dios no camina por allí, sobre charcos de sangre y de torturas. Dios camina sobre caminos limpios de esperanza y de amor (Homilía 7 de agosto de 1977, 1-II p. 165).
19. Sancíón social Antiguamente había sanción social. Y dicen que la gente que llegaba a un casino tenía tanto sentido de su nobleza que, si llegaba un asesino o un ladrón, aunque aparentemente fuera un gran señor; no se le daba la mano, porque al estrechar la mano es señal de que estamos de acuerdo plenamente. Ojalá resurgiera ese sentido noble de la sanción social y reclamáramos a aquellos que no están de acuerdo con los proyectos de Dios, rasparles su modo de pensar; pero saber que no está construyendo la verdadera paz (Homilía 14 de agosto de 1977, 1-II p. 173).
El profeta tiene que ser molesto a la sociedad, cuando la sociedad no está con Dios (Homilía 14 de agosto de 1977, 1-II p. 174).
21. mi vida no me pertenece a mí Entre los acontecimientos de esta semana, sin duda que son muchos, pero puedo destacar con un sentido de gratitud la celebración de mi cumpleaños, donde he comprendido una vez más que mi vida no me pertenece a mí, sino a ustedes (Homilía 21 de agosto de 1977, 1-II p. 182).
22. Conversión uno vive un cristianismo que es muy bueno, pero que no encaja con nuestro tiempo, que no denuncia las injusticias, que no proclama el reino de Dios con valentía, que no rechaza el pecado de los hombres, que consiente, por estar bien con ciertas clases, los pecados de esas clases, no está cumpliendo su deber, está pecando, está traicionando su misión. La Iglesia está puesta para convertir a los hombres, no para decirles que está bien todo lo que hacen; y por eso, naturalmente, cae mal.
Todo aquél que nos corrige, nos cae mal. Yo sé que he caído mal a mucha gente, pero sé que he caído muy bien a todos aquellos que buscan sinceramente la conversión de la Iglesia (Homilía 2lde agosto de 1977, 1-II p. 190).
23. La voz de Los sin voz Queremos ser la voz de los que no tienen voz para gritar contra tanto atropello contra los derechos humanos. Que se haga justicia, que no se queden tantos crímenes manchando a la patria, al ejército. Que se reconozca quiénes son los criminales y que se dé justa indemnización a las familias que quedan desamparadas (Homilía 28 de agosto de 1977, 1-II ~ 192).
24. Jesus, el unico Líder Jamás me he creído líder de ningún pueblo, porque no hay más que un líder: Cristo Jesús. Jesús es la fuente de la esperanza. En Jesús se apoya lo que predico. En Jesús está la verdad de lo que estoy diciendo (Homilía 28 de agosto de 1977, 1-II p. 199).
Ahora la Iglesia no se apoya en ningún poder; en ningún dinero. Hoy la Iglesia es pobre. Hoy la Iglesia sabe que los poderosos la rechazan, pero que la aman los que sienten en Dios su confianza… Esta es la Iglesia que yo quiero. Una Iglesia que no cuente con los privilegios y las valías de las cosas de la tierra. Una Iglesia cada vez más desligada de las cosas terrenas, humanas, para poderlas juzgar con mayor libertad desde su perspectiva del Evangelio, desde su pobr~za (Homilía 28 de agosto de 1977, 1-II p. 200).
26. Idolatría de La riqueza Qué otra cosa es la riqueza cuando no 'se piensa en Dios? Un ídolo de oro, un becerro de oro. Y lo están adorando, se postran ante él, le ofrecen sacrificios. ¡Qué sacrificios enormes se hacen ante la idolatría del dinero! No sólo sacrificios, sino iniquidades. Se paga para matar. Se paga el pecado. Y se vende. Todo se comercializa. Todo es licito ante el dinero ('Homilía 11 de septiembre de 1977, 1-II p. 214).
27. Iglesia de Los pobres Cuando la Iglesia se llama la Iglesia de los pobres, no es porque este consintiendo esa pobreza pecadora. La Iglesia se acerca al pecador pobre para decirle: Conviértete, promuévete, no te adormezcas. Y esta misión de promoción, que la Iglesia está llevando a cabo, también estorba. Porque a muchos les conviene tener masas adormecidas, hombres que no despierten, gente conformista, satisfecha con las bellotas de los cerdos. La Iglesia no está de acuerdo con esa pobreza pecadora. Sí, quiere la pobreza. P~ro la pobreza digna, la pobreza que es fruto de una injusticia y lucha por superarse, la pobreza digna del hogar de Nazaret, José y María eran pobres, pero que pobreza más santa, qué pobreza más digna. Gracias a Dios tenemos pobres también de esta categoría entre nosotros. Y desde esta categoría de pobres dignos, pobres santos, proclama Cristo: Bienaventurados los que tienen hambre, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los que tienen sed de justicia. Desde allí dama la Iglesia también, siguiendo el ejemplo de Cristo, que es esa pobreza la que va a salvar al mundo. Porque ricos y pobres tienen que hacerse pobres desde la pobreza evangélica, no desde la pobreza que es fruto del desorden y del vicio; sino desde la pobreza que es desprendimiento, que es esperarlo todo de Dios, que es voltearle la espalda al becerro de oro para adorar al único Dios, que es cQmpartir la felicidad de tener con todos los que no tienen, que es la alegría de amar (Homilía 11 de septiembre ('e 1977, 1-II p. 216).
28. Amor a Dios y al prójimo estas desigualdades injustas, estas masas de miseria que claman al cielo, son un antisigno de nuestro cristianismo.
Están diciendo ante Dios que creemos más en las cosas de la tierra que en la alianza de amor que hemos firmado con El, y que por alianza con Dios todos los hombres debemos sentirnos hermanos… El hombre es tanto mas hijo de Dios cuanto más hermano se hace de los h~bres, y es menos hijo de Dios cuanto menos hermano se siente del prójimo (Homilía 18 de septiembre de 1977, 1-II p. 225).
29. En medio del pueblo Es cierto que me he andado yo por El Jicarón, por El Salitre y muchos otros cantones; y me glorío de estar en medio de mi pueblo y sentir el cariño de toda esa gente que mira en la Iglesia, a través de su obispo, la esperanza (Homilía 25 de septiembre de 1977, 1-II p. 235).
Los corazones no quieren oír ni aunque sea un muerto el que les venga a decir: estamos muy mal en El Salvador. Esta figura tan fea de nuestra patria no es necesario pintarla bonita allá afuera. Hay que hacerla bonita aquí adentro, para que resulte bonita allá afuera también. Pero mientras haya madres que lloran la desaparición de sus hijos, mientras haya torturas en nuestros centros de seguridad, mientras haya abuso de sibaritas en la propiedad privada, mientras haya ese desorden espantoso, hermanos, no puede haber paz, y seguirán sucediendo los hechos de violencia y sangre. Con represión no se acaba nada. Es necesario hacerse racional y atender la voz de Dios, y organizar una sociedad más justa, más según el corazón de Dios. Todo lo demás son parches. Los nombres de los asesinados irán cambiando, pero siempre habrá asesinados. Las violencias seguirán cambiando de nombre, pero habrá siempre violencia mientras no se cambie la raíz de donde están brotando todas esas cosas tan horrorosas de nuestro ambiente (Homilía 25 de septiembre de 1977, 1- II p. 240).
31. De Dios nadie se ríe De Dios nadie se ríe. Su ley imperará para siempre. Y este Dios, que es amor para nosotros, se convierte en justicia cuando no se ha sabido captar la invitación del amor… Dios espera, pero cuando ya la paciencia de Dios termina en el amor; comienza su justicia. Hermanos, no es volver a la Edad Media al hablar del infierno. Es poner frente a los ojos la justicia de Dios, de la cual nadie se ríe. Organicemos a tiempo nuestra patria. Organicemos los bienes que Dios nos ha dado para la felicidad de todos los salvadoreños. Hagamos de esta república una bella antesala del paraíso del Señor; y tendremos la dicha de ser recibidos como el pobre Lázaro (Homilía 25 de septiembre de 1977, 1-II PP. 242-243).
32. Desde el pueblo fiel La voluntad de Dios Estoy recibiendo muchos anónimos verdaderamente groseros. Sepan, hermanos, que la posición que he tomado está a base de conciencia. No es sólo de presiones, como se dice; sino simplemente el deber de un pastor que siente la alegría, al mismo tiempo que la angustia, de vivir con su pueblo. Y desde el pueblo, fiel a la voluntad de Dios, caminar por un camino que sea verdaderamente el camino del Señor (Homilía 9 de octubre de 1977, 1-II PP. 265-266).
33. Consecuencias del pecado Las masas de miseria, dijeron los obispos en Medellín, son un pecado, una injusticia que clama al cielo. La marginación, el hambre, el analfabetismo, la desnutrición y tantas otras cosas miserables que se entran por todos los poros de nuestro ser, son consecuencias del pecado. Del pecado de aquellos que lo acumulan todo y no tienen para los demás.' Y también del pecado de los que, no teniendo nada, no luchan por su promoción; son conformistas, haraganes, no luchan por promoverse. Pero muchas veces no luchan, no por su culpa; es que hay una serie de condicionamientos, de estructuras, que no los dejan progresar. Es un conjunto, pues, de pecado mutuo (Homilía 9 de octubre de 1977, 1-II p. 266).
34. Un corazón Ancho Me duele esa calumnia cuando dicen que yo quiero ser obispo sólo de una clase y desprecio a otra clase. No, hermanos. Trato de tener un corazón ancho como el de Cristo, imitarlo en algo para llamar a todos a esta palabra que salva, para que todos nos convirtamos, yo el primero, nos convirtamos a esta palabra que exhorta, que anima, que eleva (Homilía 16 de octubre de 1977, 1-II p. 282).
El mal es muy profundo en El Salvador; y si no se toma de lleno su curación, siempre estaremos – como hemos dicho- cambiando de nombres, pero siempre el mismo mal (Homilía 23 de octubre de 1977, 1-II p. 285).
36. Biblia y signos de Los tiempos Además de la lectura de la Biblia, que es palabra de Dios, un cristiano fiel a esa palabra tiene que leer también los signos de los tiempos, los acontecimientos, para iluminarlos con esa palabra (Homilía 30 de octubre de 1977, 1-II p. 295).
37. EL obispo E1 pastor tiene que estar donde está el sufrimiento (Homilía 30 de octubre de1977,1-II p. 296) 38. Los mártires catequistas quiero recordar aquí a nuestros queridos hermanos catequistas. Sería imposible enumerarlos; pero recordemos por ejemplo a Filomena Puertas, a Miguel Martínez, a tantos otros, queridos hermanos, que han trabajado, que han muerto, y que en la hora de su dolor; de su agonía dolorosa, mientras los despellejaban, mientras los torturaban y daban su vida, mientras eran ametrallados, subieron al cielo.
¡Y están allá victoriosos! ¿Quién ha vencido? Como la Biblia, podemos preguntar a los que los mataron y a los que siguen persiguiendo a los cristianos: ¿Dónde está, OH muerte, tu victoria? La victoria es la de la fe. Han salido victoriosos los matados por la justicia (Homilía 30 de octubre de 1977, 1-II PP. 300-301).
39. Bienaventurados Los Liberadores Bienaventurados los liberadores que ponen su fuerza no en las armas, no en el secuestro, no en la violencia ni en el dinero, sino que saben que la liberación tiene que venir de Dios; que será la conjugación maravillosa del poder liberador de Dios y del esfuerzo cristiano de los hombres (Homilía 30 de octubre de 1977, 1-II p. 303).
40.No somos más que cristianos
No teman los conservadores, sobre todo aquellos que no quisieran que se hablara de la cuestión social, de los temas espinosos, que hoy necesita el mundo. No teman que los que hablamos de estas cosas nos hayamos hecho comunistas o subversivos. No somos más que cristianos, sacándole al Evangelio las consecuencias que hoy, en esta hora, necesita la humanidad, nuestro pueblo (Homilía 30 de octubre de 1977, 1-II p. 304).
41. Cumplir La voluntad de Dios El destino del hombre no es tener mucho dinero, tener mucho poder; ser muy vistoso, sino saber cumplir la voluntad de Dios (Homilía 6 de noviembre de 1977, 1-II p. 307).
42. Teología del martirio Lean el capítulo 7 del segundo libro de los Macabeos. Allí tienen una teología del martirio. Una teología que hoy necesita mucho nuestro pueblo. La teología del testimonio de fidelidad a la ley de Dios antes que obedecer a los que profanan la ley del Señor, los derechos del Señor. Sacando el conjunto de las respuestas de los siete niños o hijos, unos eran más grandes, se concluye que [en] el pensamiento de Israel privaban estas ideas: hay que obedecer la ley de Dios aun cuando suponga el riesgo de morir (Homilía 6 de noviembre de 1977, 1-II p. 310).
43. EL cristianismo El cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer; de leyes que hay que cumplir, de prohibiciones. Así resulta muy repugnante. El cristianismo es una persona que me amo tanto que reclama mi amor. El cristianismo es Cristo (Homilía 6 de noviembre de 1977, 1-II p. 312).
44. EL Lenguaje de La esperanza Ayer supe allá, por Santiago de María, que ya, según algunos amigos míos, yo he cambiado, que yo ahora predico la revolución, el odio, la lucha de clases, que soy comunista. A ustedes les consta cuál es el lenguaje de mi predicación. Un lenguaje que quiere sembrar esperanza, que denuncia, sí, las injusticias de la tierra, los abusos del poder; pero no con odio, sino con amor; llamando a conversión (Homilía 6 de noviembre de 1977, 1-II p. 313).
Existen, pues dos violencias. La que está oprimiendo de arriba, políticamente, económicamente, y la que reacciona contra esa violencia. "Los dos aspectos -continua el Vaticano diciendo- pueden ser difíciles de separar; y la injusticia puede ser recíproca". En las dos puede haber injusticia. "Evidentemente, -son palabras del Vaticano- hay injusticia en la primera violencia". O sea, que aquí el documento de la Santa Sede llama injusta a esa situación de opresión, de represión, de querer tener más, de querer ser poderosos aún reprimiendo a los débiles. "Evidentemente en el primer caso vale, pero también con frecuencia en el segundo". Nunca voy a defender yo, ni nadie católico puede defender; la injusta violencia, aunque proceda del más oprimido. Siempre será una injusticia si traspasa los límites de la ley de Dios (Homilía 13 de noviembre de 1977, 1-II p. 316).
46. Me da mucho gusto pertenecer a esta iglesia Me da mucho gusto pertenecer a esta Iglesia que está despertando la conciencia del campesino, del obrero, no para hacerlo subversivo -ya hemos dicho que la violencia pecadora no es buena-, sino para que sepa ser sujeto de su propio destino, que no sea más una masa dormida, que sean hombres que sepan pensar, que sepan exigir. Esta es gloria de la Iglesia, y de ninguna manera se avergüenza cuando se la quiere confundir con otras ideologías, porque ya se ve que es calumnia, que es querer echar humo para confundir y para desprestigiar este papel promotor de la Iglesia (Homilía 13 de noviembre de 1977, 1-II PP. 317-318).
47. La piedra de toque Hermanos, ¿quieren saber si su cristianismo es auténtico? Aquí está la piedra de toque. ¿Con quiénes estás bien? ¿Quiénes te critican? ¿Quiénes no te admiten? ¿Quiénes te halagan? Conoce allí que Cristo dijo un día: No he venido a traer la paz sino la división, y habrá división hasta en la misma familia, porque unos quieren vivir más cómodamente, según los principios del mundo, del poder y del dinero, y otros, en cambio, han comprendido el llamamiento de Cristo y tienen que rechazar todo lo que no puede ser justo en el mundo (Homilía 13 de noviembre de 1977, 1- II p. 323).
48. EL diálogo Hermanos, el diálogo no se debe caracterizar por ir a defender lo que uno lleva. El diálogo se caracteriza por la pobreza: ir pobre para encontrar entre los dos la verdad, la solución. Si las dos partes de un conflicto van a defender sus posiciones, solamente saldrán como han entrado (Homilía 20 de noviembre de 1977, 1-II p. 330).
49. Iglesia perseguida Hermanos, no nos debe de extrañar cuando se habla de Iglesia perseguida. Muchos se escandalizan y dicen que estamos exagerando, que no hay Iglesia perseguida. ¡Pero si es la nota histórica de la Iglesia! Siempre tiene que ser perseguida. Una doctrina que va contra las inmoralidades, que predica contra los abusos, que va siempre predicando el bien y atacando el mal, es una doctrina puesta por Cristo para santificar los corazones, para renovar las sociedades. Y, naturalmente, cuando en esa sociedad o en ese corazón hay pecado, hay egoísmo, hay podredumbres, hay envidias, hay avaricias, pues el pecado salta, como la culebra cuando tratan de apelmazaría, y persigue al que trata de perseguir el mal, el pecado. Por eso, cuando la Iglesia es perseguida es señal de que está cumpliendo su misión (Homilía 25 de noviembre de 1977, 1-II p. 339).
50. Los halagos del perseguidor
Primero la persecución trata de halagar; de domesticar; y cuando uno se doblega ante estos halagos, pues no hay necesidad de perseguirlo, ya esta vencido. Por eso, mucho cuidado, queridos hermanos, no se dejen halagar. Cuando el halago viene del pecado, y cuando se trata de no molestarse, de no sacrificarse, de estar bien, de instalarse cómodamente en la tierra, eso es malo, porque entonces ya uno se hizo también perseguidor (Homilía 25 de noviembre de 1977, 1-II p. 340).
51. La fuerza de la palabra La palabra es fuerza. La palabra, cuando no es mentira, lleva la fuerza de la verdad. Por eso hay tantas palabras que no tienen fuerza ya en nuestra patria, porque son palabras mentira, porque son palabras que han perdido su razón de ser (Homilía 25 de noviembre de 1977, 1-II p. 342).
52. Liberación la palabra que a muchos molesta, la liberación, es una realidad de la redención de Cristo. La liberación quiere decir la redención de los hombres, no sólo después de la muerte para decirles "confórmense mientras viven". No. Liberación quiere decir que no exista en el mundo la explotación del hombre por el hombre. Liberación quiere decir redención que quiere libertar al hombre de tantas esclavitudes. Esclavitud es el analfabetismo. Esclavitud es el hambre, por no tener con que comprar comida. Esclavitud es la carencia de techo, no tener donde vivir. Esclavitud, miseria, todo eso va junto (Homilía 25 de noviembre de 1977, 1-II p. 342).
53. Biblia y realidad histórica no podemos segregar la palabra de Dios de la realidad histórica en que se pronuncia, porque no sería ya palabra de Dios, sería historia, sería libro piadoso, una Biblia que es libro de nuestra biblioteca. Pero se hace palabra de Dios porque anima, ilumina, contrasta, repudia, alaba lo que se está haciendo hoy en nuestra sociedad (Homilía 27 de noviembre de 1977, III p. 2).
54. Instrumento de poder Un Evangelio que no tiene en cuenta los derechos de los hombres, un cristianismo que no construye la historia de la tierra, no es la auténtica doctrina de Cristo, sino simplemente instrumento del poder. Lamentamos que en algún tiempo nuestra Iglesia también haya caído en ese pecado; pero queremos revisar la actitud y, de acuerdo con esa espiritualidad auténticamente evangélica, no queremos ser juguete de los poderes de la tierra, sino que queremos ser la Iglesia que lleva el evangelio auténtico, valiente, de nuestro Señor Jesucristo, aun cuando fuera necesario morir como El, en una cruz (Homilía 27 de noviembre de 1977, III p. 6).
55. Grito fuerte contra la injusticia
Yo tengo la conciencia muy tranquila de que jamás he incitado a la violencia.
Todos esos campos pagados y esas calumnias y esas voces de radio gritando contra el obispo revolucionario son calumnias, porque mi voz no se ha manchado nunca con un grito de resentimiento ni de rencor. Grito fuerte contra la injusticia, pero para decirle a los injustos: ¡Conviértanse! Grito en nombre del dolor para decirle a los criminales: ¡Conviértanse! ¡No sean malos! (Homilía 1 de diciembre de 1977, III p. 15).
56. Maria símbolo del pueblo que sufre opresión Maria, hermanos, es el símbolo del pueblo que sufre opresión, injusticia, porque es el dolor sereno que espera la hora de la resurrección, es el dolor cristiano, el de la Iglesia que no está de acuerdo con las injusticias actuales, pero sin resentimientos, esperando la hora en que el Resucitado volverá para darnos la redención que esperamos(Homilía 1 de diciembre de 1977, III, p. 17).
57. La iglesia no es ilusa Hermanos, la Iglesia no es ilusa. La Iglesia espera con seguridad la hora de la redención. Esos desaparecidos, aparecerán. El dolor de estas madres se convertirá en Pascua. La angustia de este pueblo que no sabe a donde va en medio de tanta angustia, será Pascua de resurrección si nos unimos a Cristo, esperamos en El (Homilía 1 de diciembre de 1977, III p. 17).
58. Si estamos hablando de las estrellas dicen muchas veces: ''Por qué en tal iglesia, en tal parte, no hay problemas". No puede haber problemas si estamos hablando de las estrellas, hablando de las cosas que no tocan los problemas que ejercitan nuestra paciencia, nuestra fortaleza, nuestro compromiso de hoy en la historia (Homilía 4 de diciembre de 1977, III p. 19).
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