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A propósito de -Semana Santa- (página 2)

Enviado por Francisco Munguia


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Total: que al fin Caifás tenía el caso que quería como lo quería. La blasfemia había de castigarse en Israel con la muerte. Pero en aquellos días Judea no tenía permiso de ejecución… Había que llevar la solicitud ante los romanos para que la validaran… Por eso y no por otra razón se presenta el caso ante el Procurador romano. Y por eso es que se observa que la acusación del cuerpo juzgador judío parece otra: le presentan al Procurador "las implicaciones" de la acusación. Muchos estudiosos toman al pié de la letra las exposiciones evangélicas, como sucede a menudo, sin sentido crítico, para deducir que la acusación cambió, y por lo tanto, uno fue el juicio hebraico y otro el romano: el escrúpulo juridicial de "la evidencia"…

Lo primero que pregunta Pilatos es, por lo tanto, eso: la respuesta de Jesús resulta tan enfática que, según Lucas, le remite entonces a Herodes, mandón de Galilea. El romano no encontró causa que perseguir. Según Juan, es regresado al Sanedrín: "tomadle vosotros según vuestra Ley" dice el Procurador. O sea, tampoco causa punible para la jurisdicción de Roma. Pero Jesús, como haya sido, es regresado a Pilatos por Herodes -según, otra vez, Lucas- sin resolución de culpabilidad; y según Juan, sin aceptación del Sanedrín que reclama su ejecución. Mateo y Marco no relatan nada de esto. Su pormenorización se reduce, se comprime, se sintetiza. No aparece este trajín.

¿Qué hace Pilatos, el Procurador romano ante esta insistencia? ¡Buscar una disyuntiva! ¿Por qué? Porque para él esto no tenía sentido. No estaba al tanto de la prolija significación de una acusación como la que se le presentaba. Y no es que el hombre fuera benevolente ni imparcial ni justo. Antes bien, y como romano orgulloso de serlo, sentía cierto menosprecio por los judíos y no se sentía proclive a validar una asignación pedida gratuitamente por el Sanedrín judío solo porque se le pedía. Echó mano entonces de un principio aceptado como concesión de la Ley romana que proponía una "alternativa sustitutiva" de reos con lo cual, y como fuera, él quedaría al margen desde que no se trataba de un caso delicado que ameritara la intervención del Imperio. Hay que notar: Pilatos propone la alternativa, no como se dice por ahí que así le fue pedido.

Dicen los Evangelios que, por la Pascua, era habitual liberar a un prisionero condenado… Tal cosa es una redonda falsedad: ¿de dónde sale semejante recurso? No era, por supuesto, una previsión romana aplicada ¡"por costumbre"! Tampoco Israel tiene memoria de tal práctica… Eso sería equivalente a que los romanos hubieran andado liberando a cuanto prisionero se les reclamara con los pretextos más disímbolos… ¡Y menos a los sediciosos! Se sabe, más bien, que justo en Medio Oriente había existido cierta tradición en que se liberaba a un convicto por sustitución a condición de que fuese suplido, en delito y castigo, por otro reo alternativo: y esto se daba durante las fiestas del renacer, la primavera pues. Y –claro- esa tradición estaba ligada al sacrificio de una persona con motivo de tales festividades… Por otra parte: la opción en la Ley romana podía operar eventualmente en caso de que se reclamara, como excepción, y bajo la responsabilidad del gobernante romano… Así que no era consuetudinaria… Los evangelistas demuestran así tener buena memoria pagana presente, memoria que en este caso les reporta la utilidad necesaria para hacer valer un argumento a modo, que no lo es, pero lo toman al paso para darle sentido al "pedido de Israel"… Sienten que así "explican", salvan el escepticismo…

Cómo sucedió exactamente en la realidad del momento no se sabe. Solo queda el dato consignado en los textos. Y allí, Pilatos declara la inocencia de Jesús y propone una alternativa para zanjar lo que podría volverse un conflicto. ¿Quién era el tal "Barrabás"? No se tiene noticia de ese hombre. Acaso los Evangelios señalan que "era famoso" (Mateo), que era un sedicioso (Marcos y Lucas), y un salteador (Juan). ¿Quién sería, pues? Es obvio que los Evangelios no lo saben, no lo sabían tampoco: por eso no están de acuerdo. Pero no un sedicioso, un combatiente rebelde: a un tipo así Roma jamás lo hubiera perdonado. Se especula también que su nombre de pila real era precisamente Jesús… Y los originarios predicadores, horrorizados, prefirieron echarle tierra al detalle… Barrabás: transliteración griega exacta del arameo BAR ABBAS que se traduce –porque eso significa- "Hijo del Padre", significado que no resuelve, al final, nada de lo que debería en relación a los sucesos en que se le involucra salvo que fuera una especie de nomenclatura relacionada con la sustitución, lo cual entonces sí descubriría, o una raíz sacrificial pagana de lo que pudo ser un rito ancestral (que tiene poco que hacer aquí), o un significado oculto, esotérico, que pudiese referir la condena como salvación y viceversa, justo como algunos gnósticos lo interpretaron siglos después y cuya noción quedó fuera del alcance de los grupos tradicionalistas… Y eso tiene poco que ver, a valor presente, con la buena o mala voluntad material de romanos y judíos hoy por hoy empeñados en desahogar un caso que les quema las manos…

En el escenario dibujado en los Evangelios de la comparecencia de Jesús ante Pilatos, danza con mucha insistencia un coro impersonal nombrado siempre como "el pueblo", "la gente", "la muchedumbre"… Juan, sobre este mismo detalle se muestra más cauto: señala que sacerdotes, escribas y guardias (los guardias del templo, al servicio de la clase sacerdotal y en especial del sumo Sacerdote en funciones) que llevaron a Jesús, permanecieron fuera del pretorio, se entiende que en espera de una resolución, y a los cuales el romano salía a exponerles o preguntarles: esa masa de gente coreando consignas es la especificada por Juan (y por los demás, aunque no acierten a especificarlo), y no el pueblo lato –como habitualmente se da a entender a los catecúmenos y aprendices-. La gente común, ese día y a esas horas, debía estar más ocupada en la Pascua y su preparación –según se entiende- que andar haciendo de comparsa en un juicio inesperado y hasta inoportuno… Esto también dejaría en claro, a la hora de la verdad, que no fue toda la nación o el pueblo por entero –como se asume siempre- quien pidió la ejecución de Jesús sino precisamente la clase dirigente, interesada en la desaparición del Profeta por intereses de clase y por interés político… Como siempre ocurrió, desde antes…

Y por fin, se nos relata, Jesús es entregado a la muerte… Mateo relata cómo el Prefecto romano se lava las manos frente a su público en un acto significativo que deja muy en claro que él no comparte esa decisión, por más que se haya hecho escarnio de la acción como expresión de hipocresía: ¿será que los romanos andaban lavándose las manos a cada rato frente a los pueblos conquistados cada vez que una determinación comprometedora tenía que asumirse? Es ridículo… Como lo es el propio relato de presentar al orgulloso magistrado haciendo tal cosa… Afán de los redactores de culpar a quien, de Derecho, pudo eximir del martirio al Maestro… Y afán también de dar relevancia al caso como un ítem inusitado… Marcos y Lucas –y aun Juan- solo declaran que, ante la exigencia de las consignas, Pilatos decide hacer crucificar a Jesús. En este punto, Juan quiere darle a esto la validez de "cosa juzgada" y hace subir a Pilatos a su tribuna. Pero, testimonialmente, no hay formal pronunciamiento jurídico de muerte. El romano no pronuncia sentencia: accede a la ejecución pedida bajo chantaje. Y bien entendido, esto está en el filo de lo que cualquier Delegado político habría de hacer. Además, a Pilatos en realidad le daba más o menos lo mismo hacer ejecutar a uno o al otro: como "judíos", ni uno ni otro tenía más valor o significado para él. Lo único que asoma como chocante para el Procurador es verse presionado a hacer ejecutar a un inocente solo por la exigencia de aquella "chusma"…

De conformidad como queda entendido: ¿hubo juicio romano? No. Obviamente no. El Procurador solo pregunta, se informa. O propone. Pero no instruye un caso. Por eso al final tampoco hay un veredicto formal y explícito. ¿Cómo pudo ser esto? Sucede que nos acostumbramos a oír del "juzgamiento" de Poncio Pilatos como de la razón central por la cual Jesús murió en la cruz. Pero perdemos de vista un detalle histórico irrefutable: como Jesús no era ciudadano romano, ¡no era elegible para juzgado romano! De esto los exégetas parecen no querer saber nada, y mucha gente hace la rata con el asunto queriendo hallar una jurisprudencia que en realidad corresponde a lo que tiempo después sería la Ley de Extranjería

Finalmente: ¿por qué muerte de cruz? Porque era justamente lo que correspondía a la solicitud planteada por el Sanedrín de acuerdo al cargo imputado. Así de simple. Los relatos evangélicos, escuetos, no se hacen cargo de ser una exposición doctoral, ni jurídica, ni siquiera historicista del proceso que enfrentó Jesús. Son llanamente testimonio doctrinal. Y así presentan el fin cruento del Maestro de Galilea, del último Profeta levantado por el Señor que ante lo definitivo del hecho, se rebelan, para argüir -de conformidad con la doctrina tardía a la cual se deben los insertos que se entreveran en la crónica original- que se trató más bien de un "sacrificio ritual" de tono definitivo y permanente… Se da por hecho que todos, en redondo, narran la misma historia con las variantes mínimas encontradas y se los asume así. Pero, ¿lo es? A vuelo de pájaro lo parece…

En los relatos evangélicos de conjunto, y por el orden en que exponen, aparece que, una vez decidida la suerte de Jesús, se le hace azotar con antelación a su ejecución. Y aunque el tono cambia en cada Evangelio, el hecho permanece constante: para Mateo y Marcos se le sujeta a ese tratamiento cuando ya se ha resuelto ejecutarlo; en cambio para Lucas y Juan no, sino que se le azota "como escarmiento", según decide Pilatos, cuando todavía está a discusión su suerte, en lo que el "escarmiento" aparece como pena supletoria, con la idea de que con ello los Magistrados hebreos retirarán su demanda. En todos los casos, a pesar de la diversidad intencional legible, se sostienen las burlas, la coronación de espinas y la túnica escarlata que Lucas ubica en el retorno que Herodes hace del procesado. O sea que, en realidad, esta parte de la ejecución se centra, por los verdugos, en la teoría de que el indiciado lo es por su "identidad política" como Elegido o Ungido y por lo mismo, detractor de la estructura política vigente: enemigo del régimen.

¿Qué importancia puede tener la azotaina en el hecho global del ajusticiamiento? Ninguna mayor a la que por sí misma implicaba, salvo que algún autor posterior ha dudado de semejante maltrato habida cuenta del tormento final previsto. Pero se conoce como histórico el azotamiento previo a la crucifixión, a pesar de que alguien más ha querido ver en ello especial exageración con Jesús. Este maltrato tiene relación, se ve reflejado, en las consecuencias derivadas en la siguiente parte del episodio, el inicio de la visión patética, lastimera, de "la pasión del Señor": según todos los Sinópticos, los crucificadores echan mano de un campesino para cargar la cruz de Jesús en el trayecto por la ciudad, de lo que se deduce que el sentenciado estaba físicamente imposibilitado para hacerlo, obviamente por el maltrato previo. Esto sí que es todo un trato excepcional, porque en todas partes –y los romanos crucificaban en todas partes- el condenado a la cruz era obligado, forzado a acarrear su "patibulum" (que era el madero transversal en que se clavarían las muñecas de los brazos), no la cruz completa como tal… El madero vertical permanecía siempre en el lugar de erección del suplicio. ¿Por qué en el caso de Jesús la cosa cambia? ¿Se puede creer que a los evangelistas el procedimiento les resultaba ajeno? El cargar el travesaño desnudo se había dispensado para Judea, ciertamente, en consideración a la moral del pueblo que pedía el no escarnio público, y así lo enfrentaron, en Judea, los numerosos sentenciados que padecieron tal ejecución. Esto está para los sinópticos en términos correctos. Sin embargo, en Juan la cosa es diferente: según él, Jesús es obligado a cargar la cruz completa… ¿Por qué esta disensión? Porque para la época en que Juan escribe había empezado a tomar forma entre los adeptos una descripción apasionada de la Vía dolorosa, del "Vía crucis" tal que parte del sufrimiento indecible, constatable como exhibición pública, del martirio-redención por los pecados de todos, un sufrimiento inmerecido del que eran merecedores todos los pecadores del mundo pero que Jesús cargó por todos, a nombre de todos, con tal de librarles de la agonía del Mal… El "misterio" alcanzó niveles infernales de suplicio, un sentimiento generalizado de aplicación extrema de maltrato que los presentes, los testigos que acompañaban a Jesús en su ruta de martirio, asumían con el patetismo más lacrimógeno a que nunca se había llegado, una especie de exacerbación morbosa de exhibición del mal ajeno en lo que, por ejemplo, la misma María madre del Profeta recorría el camino gimiendo y besando el suelo donde –se decía- Jesús se había desvanecido: una horrible "historia sacra" de la neurosis de culpabilidad que en el Medievo daría lugar a las catorce escenas o estaciones significativas cuyo conjunto hace un drama estremecedor de difícil sustracción para el adepto crédulo que ya no participó de la tortura de las crucifixiones… En esto, las "estaciones 11 y 12", por ejemplo, se detienen para promocionar más la truculencia en un tono de exquisitez que indigna… A tono con todo esto, Lucas también hace a Jesús ser acompañado al Gólgota por multitud del pueblo y de mujeres a quienes, en determinado momento, les larga un discurso premonitorio que se interpreta como "sentencia contra Jerusalén"… ¡Como si el Mártir estuviese para oratoria!

Al final, Jesús es fijado en la cruz, clavado. La terribilidad del hecho se aterciopela por Lucas cuando pone en labios de Jesús la absolución ipso facto de los mártires de la posteridad al ser asesinados, a despecho de Mateo y Marcos que dejan al Mártir en silencio, como es razonable en quien está siendo mortalmente atormentado… Pero, no: la leyenda quiere un Jesús expectante dentro de su encapsulación mistérica, trayendo citas a modo en pronunciamientos en medio de la agonía, como el cuadro infame que presenta Juan en que, haciendo omisión del guardia custodio, pone a María la madre del crucificado amargamente llorosa al pié de la cruz ya erguida, acompañada de Juan (el "Apóstol preferido"…): a la religiosidad ordinaria le fascina la contemplación de semejante escena porque, sin saberlo conscientemente, se regodea en el suplicio…Y allí, Jesús "entrega su madre" al discípulo y éste a su madre en un marco que transpira paganismo: el Apóstol representa al pueblo que cree, en "Hijo nuevo" a la par que ella asume, a partir de aquí, el roll de "nueva Eva", la madre de todos los vivientes … Una aberración herética muy similar a los misterios de Cibeles… ¿Por qué esto? ¿De dónde saca Juan semejante cuadro atentatorio? Del folklore popular de su tiempo, que había terminado por adornar la ejecución de Jesús con ribetes románticos, como si fuera algo balsámico… Y al mismo tiempo, se elevó a la señora a un status principalísimo, central en la economía divina*4 como era usual en el resto de los credos paganos, colmados de diosas… Al mismo tiempo, este texto toma gratuitamente la figura de ese Apóstol para constituirla en una figura de excepción, como "Apóstol favorito" (tal y como lo ha venido calificando a lo largo del texto cada vez que hubo ocasión de hacerlo), una oportunidad importante para la promoción personal, o para justificar el ascendiente de este personaje en las comunidades que le eran adictas…

Igual desafortunado cuadro el de Lucas y su "buen ladrón": a despecho del desconocimiento total de los otros libros, Lucas se atreve a narrar una escena casi absurda de "diálogos edificantes" entre tres agonizantes en el más puro patetismo manipulador con "fines piadosos" que, de acuerdo a la época, debe haber hecho el impacto buscado en la población neófita. De entre todos los que se mofan de Jesús, sobresalen los delincuentes que le acompañan en el suplicio, uno de los cuales circunspectamente reprende a su compañero por sus inconsecuentes maldades a las que píamente reconoce como fechorías a la par que solicita del Maestro perdón y memoria… Y muy solícitamente, muy a tono con la "nueva doctrina", Jesús le promete al malhechor cobarde el Paraíso de inmediato: ¡la doctrina de la extremaunción!*5 Hoy día –por supuesto- no se encuentra ninguna objeción en considerar "real" este relato tras dejar en la inconsciencia las características del padecimiento concreto, real –ese sí- de aquel momento.

¿Qué puede haber de cierto en ambas historias, la de Juan y la de Lucas? ¿También habrá que argüir que todo eso pasó, que todo ha sido "vivencia sacra"? ¿Pasó lo uno y también lo otro? En verdad, de cierto, todo esto tiene muy poco de objetividad por no decir que nada. Por principio, y al no poder cargar ni siquiera su madero, Jesús era ya un hombre muy lastimado, lacerado hasta el extremo. No nos consta su trayecto por la ciudad hasta el Gólgota, pero no es genuinamente evangélico el tema de sus "caídas" como no lo es su encuentro con María su madre ni la escena de la Verónica, responsable de la imagen sacra que se veneraba posteriormente y en cuyo soporte se creó esta historia doliente (cuya forma acabada se localiza a fines del siglo XV d.C.) del mismo modo que no se puede tomar en serio su diatriba profética según Lucas, ni su solicitud de perdón al recibir los clavos, ni la encomienda que pone Juan, ni la extrema-unción del bandido. Hacerlo nos llevaría a la necesidad –exigida por Roma- de aceptar como cierto y real cada relato legendario y cada historieta que la ingenua y enajenada Edad Media creó como manera de "resarcir al Señor", sin percatarse de la falta de respeto que conlleva, enajenación por una fe apasionada e ignorante producto del terror y la imposición… Como individuos respetuosos del siglo XXI, no nos debería estar dado asumir como reales, menos como milagros, sucesos como los que recién encontramos.

¿Qué nos queda del relato de la ejecución del Profeta Jesús? La historia de la repartición de su vestimenta… ¿Cómo sucede? Bueno: si Roma accedió a respetar el escrúpulo judaico por la desnudez durante el recorrido de los condenados, a la hora de la fijación al madero se preservó la disposición general: el reo era clavado sin sus vestidos, de los cuales se le despojaba al momento de subir a la cruz, tal y como lo enuncian los Evangelios. ¿Qué hacer con sus ropas? Eran prendas quizá reclamables para los familiares… Pero en este caso, con Jesús, que estaba solo porque había sido dejado solo por todos los suyos… El ejecutado no las volvería a necesitar ya nunca… ¡Los soldados se reparten por eso su atuendo como botín gratuito! De hecho, por eso se lo reparten… El hecho de referir sobre este detalle el Salmo XIX es el mismo ocio de asociar todo el proceso a alguna predicción del todo abstraída, como si tal no debiera ocurrir en este caso…

Y: el fin, el deceso. Jesús, en el límite de la agonía, exclama –según Mateo y Marcos- un llamado al Altísimo en que patentiza su soledad y expira. El clamor, expresado en una lengua desconocida para los romanos, permite deducir que "ellos" interpretan que el moribundo llama a Elías… ¿Es creíble semejante conclusión? Los soldados romanos de guardia, ¿sabían quién fue Elías? Es probable, muy probable, que la soldadesca consignada en determinada región conociese –como hoy día ocurre- el lenguaje corriente de la comunidad a la que custodiaba. Pero… ¿Es lógico que de la exclamación vernácula –y no necesariamente la habitual- de un moribundo unos soldados puedan colegir un "mensaje especial"? Según Lucas, Jesús no clama sino que ¡tiene aún ánimos para citar un Salmo como corolario de su vida! En tanto Juan dice que Jesús, consciente de su "misión cumplida", declara que ésta está consumada, y fallece. ¿A quién creeremos? ¿Otra vez a todos? Seamos serios: todas estas "versiones teatrales" son solo exposiciones poéticas de un acontecimiento desafortunado por doloroso, ¡pero nada más! Hay que hacer consciencia de que en semejante trance, nuestro Jesús no estaba para teatralidades… Juan, por su parte, se atrevió a su propia teatralidad: Jesús, ya en sus postreros instantes, declara tener sed, dicen los expertos que de acuerdo al Salmo LXIX: 22… Con lo cual Jesús "cumplió esa profecía" también… La pregunta, ante tanta insistencia, tiene que ser: ¿puede tratarse de manera tan fría, tan irreverente y desconsiderada que hasta parece festiva la finalización cruenta de una vida ya no digamos la de Jesús, sino de cualquier persona sujeta a tormento? No, en términos humanos sanos y normales. Pero sabemos lo que hacen las leyendas… Y, ¿la "historia sacra", no lo es? Esto podría ser lo único que justifique, quizá, semejantes libertades… A menos que estemos, en todo caso, frente a una apreciación gozosa de verdad por el sufrimiento inferido al Maestro en términos de "redención"… lo cual nos acerca mucho –y sospechosamente- al brutal enemigo que acecha permanentemente en aras del Mal… Lo lamentable es que los cleros se apeguen a la literalidad para dar por hecho cosas que no pudieron ser, en su afán de sostener un mito irreverente construido a capricho sobre un hombre cuyo sano propósito fue únicamente acercarnos a Dios…

Acto seguido, los Evangelios son puntuales para describir los fenómenos que ocurrieron al deceso de Jesús, al menos todos los Sinópticos: se narra que aproximadamente a la hora tercia (por nuestro mediodía actual) Jesús es fijado a la cruz; a la hora sexta (como a las 15:00 horas) la oscuridad cubrió la tierra por lo que los guardias se estremecieron de temor; y hacia la hora novena (alrededor

de las 18:00 horas) Jesús fallece: por ello sobreviene un fenómeno indicativo en alto grado como es que el velo del Templo se rasgue, exponiendo –e invalidando con ello- el Sacratísimo, figura que indica "el fin del viejo Pacto" que cancela con eso al Israel natural o étnico e inaugura la "nueva Era" de salvación generalizada para todo el mundo… Sin embargo, para Juan tales sucesos no ocurren. Juan no conoció ninguna señal cósmica, y no reporta por lo mismo ningún acontecimiento extraordinario: para él, la "nueva Fe" es solo –o no es más que- una "nueva Revelación" que implica al Alma… La diferencia con Mateo es abismal, puesto que para éste último, inclusive, "se abren los sepulcros de los Santos" quienes salen a deambular por allí, y hasta se les aparecen a algunas personas… ¡Una inopinada historieta de terror! Ningún Evangelio se atrevió a semejante para normalidad…

Pero no es todo: la Iglesia romana enseña que Jesús, tras morir, fue a visitar el infierno, con lo que fueron liberados los "cautivos Justos" que allí estaban retenidos… Los "Justos", ¿en el infierno? En ningún lado se nos dice semejante cosa; pero el teorema se ajusta a la historieta del mundo antiguo según la cual al morir todos los humanos, buenos y malos, iban a parar al ámbito genérico llamado inframundo o Hades, un espacio cósmico nebuloso y tristón donde quedaban atrapados… Esta era la explicación generalizada desde antiguo, antes de que se afinara el tema para dar a "los buenos" una expectativa que premiara su conducta… En aquel tiempo, la Iglesia lo arregló bien: estas "almas justas" presas en el inframundo, lo estaban porque "no podían subir al Cielo" porque no había salvoconducto… ¡Y Jesús inaugura esta opción! O sea pues: desde temprano la doctrina cristiana operó esta concesión al conocimiento gentil para darle valor al sacrificio del Maestro y clarificar lo que los demás credos trataban intuitiva y fallidamente…

Notas marginales a: la desaparición de Jesús

1) Como dicen los estudiosos: quizá la celebración de aquella gente estaba atenida al calendario sacerdotal oficial… Como buenos judíos, es primario hacerse a la idea de que se celebraba la festividad. El problema en todo caso viene ser el por qué Jesús no se ajusta a la fecha oficial… ¡Y el detalle sospechoso es que no se nos mencione nada!

2) Otros ritos que incluían una ceremonia similar de participación e incorporación de la deidad eran los órficos en su versión hermética.

3) Una oda mística de "buenas prendas" en que además, Jesús se "abre de capa" para reivindicar su status divino y disponer de los destinos humanos… ¿Cuándo, en su ministerio, Jesús asumió semejante actitud?

4) Las "imágenes desgarradoras" solo tienden a magnificar el suceso y promover la devoción a la femineidad como inclusiva: la aparición diocesana de las Vírgenes (con la acepción de "puras", léase: exentas de sexualidad) y su roll de hasta intercesoras ante Dios… ¡Una versión cristiana de las divinizaciones femeninas paganas!

5) Lo cual implica, por supuesto, la posibilidad de una vida plena de impudicia a condición de, al final, recogerse en los escrúpulos que convienen a "la salvación"…

BIBLIOGRAFÍA ALUSIVA AL PRESENTE ÍTEM:

*Biblia de Jerusalén, Ed. Desclee de Brouwer, Bilbao, 1999.

*Biblia de Casidoro de Reina/Cipriano de Valera, Sociedades Bíblicas en América Latina, Rev. 1960.

*Jesus, theMan, por Bárbara Thiering, Double Day eds.

*Orfeo, Historia General de las Religiones, por Salomón Reinach, Cía. Gral. De Ediciones, México, 1980. Cap. VIII: los orígenes cristianos.

*El Proceso de Jesús, por Jean Imbert, Publ. O.S.A. México, 1995.

 

 

Autor:

Francisco Munguia

 

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