La superioridad moral bajo el lente de la razón: Estudio psicoanalítico del profesional farisaico
Enviado por Felix Larocca
- Constitución y carácter
- La identidad sexual
- Psicodinamismos
- Nana
- Otro caso: La baratería cohecha del abogado dantesco
- Entra Chucho
- En resumen
- Bibliografía
En la teoría psicoanalítica existe un mecanismo de defensa, el cual, como sucede con el de "denial" resulta un poco difícil traducir al español; si es que queremos hacerlo de manera que el vocablo acarree el mismo empuje que su equivalente anglosajón denota.
Traduttore tradittore, esa fuera la razón por la que tantos psicoanalistas de antaño aprendieran el idioma alemán, para lograr entender mejor al "Profeta", Sigmund Freud.
Denial…
El mecanismo a que hago referencia en el primer párrafo de esta exposición es el de "reacción de formación" ("reaction formation") que forma parte sustancial en el desarrollo de esta tesis.
Este módulo de defensa se refiere a una actitud o rasgo de carácter, que responde a un deseo, o pulsión inconsciente (por tanto reprimido), que evoca sentimientos diametralmente opuestos al impulso manifestado.
Por ejemplo, la generosidad cubre por avaricia y tacañería, la modestia puede ser remplazo por la lubricidad, la gentileza por lo prosaico, el ministerio religioso por la pedofilia, la sinceridad del político por el fariseísmo, y cosas por el estilo.
La reacción de formación, entonces, puede ser entendida de dos maneras: como manifestación de conflicto psíquico y como defensa contra la percepción de material de naturaleza instintiva que causa conflicto.
Aunque aparezca en varias patologías, la reacción de formación se presenta casi exclusivamente en las neurosis obsesivas y no en las neurosis actuales, como Freud las distinguiera.
He aquí la discriminación entre ambos conceptos:
"La distinción entre la neurosis actual y la neurosis de defensa fue postulada por Freud muy temprano en el contexto de su teoría de los orígenes sexuales de las neurosis.
"En el 1898 en un artículo titulado ""La Sexualidad en la Etiología de las Neurosis, "" Freud claramente describió estas dos categorías de neurosis en términos de sus etiologías y sus tratamientos: ""En cada caso de neurosis existe una etiología sexual; sin embargo, en la neurastenia es una etiología de tipo presente en la actualidad, mientras que en el caso de las psiconeurosis los factores son de naturaleza infantil.
"Este contraste entre la sexualidad actual y la sexualidad infantil en la causación de los dos tipos de neurosis implica la necesidad correspondiente de utilizar sistemas de terapia enteramente diferentes. Específicamente profilaxis y desacondicionamiento en el caso de las neurosis actuales y psicoanálisis en el de las neurosis de defensa." (http://www.enotes.com/psychoanalysis-encyclopedia/actual-neurosis-defense-neurosis)
Caras de la misma moneda
En sus artículos originales Freud describió los mecanismos defensivos de pacientes obsesivos, detectando en ellos claramente compromisos sintomáticos — de ambivalencia — regresivos, progresando por toda la gama de sentimientos, yendo desde la ternura a impulsos sádicos.
En su obra Los Instintos y sus Vicisitudes, el Padre de Psicoanálisis distingue entre la reacción de formación y conceptos análogos, como representan la formación de sustitución y la formación de compromiso — demostrando como la represión es expresada de manera diferente en cada situación distinta.
Consecuentemente, cuando un impulso hostil hacia un ser amado es sujeto a la represión, tal impulso — siendo resultado de una regresión de la intensidad de la pulsión erótica — pierde su connotación de ser inaceptable para el ego.
En este mecanismo operante, el principio del esfuerzo de la represión es exitoso — lo que significa que el contenido representativo se esfuma y el afecto asociado desaparece.
Pero, no es aquí donde la historia termina, ya que el mecanismo de la represión sólo hace lo reprimido inaccesible al escrutinio directo de la conciencia sin eliminar el conflicto que la cause, y sin impedir la expresión indirecta de sus manifestaciones clínicas.
La conciencia marchita
Prosiguiendo
Una formación sustituta significaría una modificación del ego por medio del establecimiento de escrúpulos y una conciencia moral, distintos del síntoma mismo, lo que representa una formación de compromiso en el sentido técnico.
En el caso del obsesivo-compulsivo, el síntoma de la ablutomanía puede hacer su, inesperada apariencia como sustitución resultante.
Por contraste, una reacción de formación, le sirve a la represión intensificando lo opuesto.
Aunque, conceptualmente y cronológicamente parecidos, la reacción de formación y las formaciones sustitutivas no están relacionadas entre sí.
La primera se distingue por la selección contrapuesta de la sustitución, la que de manera indirecta implica la ambivalencia.
Y, por contraste con la formación de compromiso, el instinto inhibido con respecto a la reacción de formación no está representado.
De hecho, éste permanece activo y en evidencia en varios contextos, por ejemplo, en la rigidez defensiva de la persona y las contradicciones específicas de la actitud reactiva.
En Tres Ensayos Acerca de la Teoría de la Sexualidad, Freud le proporcionó a la reacción de formación un entendimiento más extensivo.
Él sugirió que el mismo mecanismo representa una vía a la sublimación, puesto que el instinto se desvía de su objeto.
Pero, diferente de cómo opera la sublimación, en la reacción de formación, el objeto instintivo no es meramente diferente sino que se opone diametralmente al original.
¿Adivinas mis pensamientos…? No es lo que piensas, yo lo que deseo es ir a orar al templo.
Por el otro lado, la formación de reacción no es totalmente exitosa en esta diversión, ya que el deseo inhibido trata constantemente de expresarse.
Como asunto de nuestro mayor interés en el desarrollo de esta tesis es el hecho reconocido de que la reacción de formación puede asimismo transformarse en un rasgo caracterológico y que su significado puede volverse más generalizado y su estructura más fija y arraigada.
En otras palabras, que puede transformarse no sólo en el simple síntoma de una patología específica sino que anticipa la evolución de la socialización.
Acerca del último proceso, anteriormente mencionado, nosotros nos volvemos seres civilizados por medio de la adquisición de rasgos de caracteres permanentes que se mueven contra nuestras metas sexuales primitivas que, emergiendo del id, a todos nos definen.
"Una sub-especie de la sublimación puede ser hallada en la supresión por la formación de reacción (escribió Freud)… que comienza durante el período de latencia del niño y continúa, en los casos favorables, por toda la vida."
En esta proposición, a posteriori, el psicoanalista vienés hace algo, que para su estilo de escribir — generalmente directo — es poco usual, cuando alude sesgadamente, al comienzo de la situación Edípica en el pequeño de edad latente.
Constitución y carácter
Lo que nosotros describimos como el "carácter" de una persona se construye en considerable medida del material proveniente de las excitaciones sexuales, y está compuesto de los instintos que se han fijado desde la infancia, originando de transformaciones logradas por medio de la sublimación y otros constructos, utilizados para mantener a raya impulsos perversos que se reconocen como carentes de toda utilidad. (La perversidad polimorfa de la niñez es ejemplo clásico, que a su vez, San Agustín y Freud reconocieran independientemente.)
Guernica por Pablo Ruiz Picasso
Esta diversa disposición sexual, y perversa de la niñez, puede ser concebida como la base de muchas de nuestras virtudes, en el sentido de que puede estimular nuestro desarrollo psicosexual y ético.
La reacción de formación no está restricta a las áreas del carácter y virtudes morales, sino que puede llegar a expandirse involucrando los dominios del pensamiento y el intelecto.
La contra-catexis del sistema de la conciencia, organizado como una reacción de formación, de acuerdo a Freud, suministra la represión primordial.
En su artículo Reflexiones Acerca de los Tiempos de Guerra y Muerte, Freud demuestra como el altruismo puede originarse del egoísmo, y la compasión de la crueldad.
Los motivos "nobles" pueden tener el mismo efecto de los no-nobles, ya que no podemos adivinar la vida instintiva de un sujeto; siendo sólo capaces de observar su comportamiento.
La capacidad humana de transformar el egoísmo instintivo se conoce igualmente, como su aptitud cultural.
Los seres vivientes poseen habilidades distintas en este aspecto, y la más sólida entre éstas puede resultar siendo la peor defendida.
Esto último explica la razón por la cual la remodelación instintiva puede resultar siendo transformada totalmente por las circunstancias — la guerra siendo el evento que pone la cultura a su riesgo mayor — y de cómo la civilidad adquirida, o la capacidad de uno conducirse hacia otros de acuerdo a consideraciones éticas, pueden desintegrarse en su totalidad.
La reacción de formación de esta manera expone la fragilidad de la moralidad y sugiere cómo los instintos reprimidos son capaces de retornar con mayor empuje, como actos de barbarismo y crueldad.
Polimorfismo perverso
La identidad sexual
Una persona que se siente sobre estimulada por material pornográfico, quien utiliza esta defensa, puede desarrollar una actitud crítica de este tópico.
Esta persona puede arriesgar su estabilidad personal, profesional, y matrimonial viajando por todas partes participando en demostraciones contra la pornografía o el aborto, si lo último también es el caso.
Para este individuo su punto de vista se convierte en una obsesión, por medio de la cual logra alivio temporal contra sus deseos de disfrutar lo erótico y pornográfico — tendencias que su superego considera totalmente inaceptables.
Un ejemplo de la teoría, postulada por Freud, ocurre cuando un individuo "heterosexual" soporta y mantiene sentimientos fuertes de "homofobia" para disimular deseos propios profundamente arraigados de naturaleza homoeróticas, como describiéramos en el caso de Dino, prototipo del narcisismo patológico y de la homosexualidad latente.
Lo que Dino tiene que hacer para prevenir sentimientos de ansiedad. Algo que asimismo se conoce como el "pánico homosexual" de que tanto se hablara en el servicio militar estadounidense hasta muy recientemente.
Mark Foley
El caso del ex Congresista norteamericano Mark Foley puede considerarse como ejemplo clásico de la reacción de formación.
Como presidente del comité legislativo a cargo de Asuntos de Niños Abusados, Foley había introducido ordenanzas para proteger niños en contra de la explotación sexual por adultos en el internet.
Esta legislación acompañaba otras medidas que el representante había propuesto para proteger la misma población indefensa contra abuso y abandono.
Su renuncia fue consecuencia de la revelación de que el parlamentario mantuvo una relación tórrida y sexualmente explícita, vía el internet, con un adolescente quien había servido de paje en su oficina en el Congreso.
Este joven representaba sólo un eslabón en la cadena de affaires de índole similares que Foley mantuviera desde su santuario oficial en el Congreso.
En noticias recientes, provenientes de la prensa norteamericana, parece ser que los políticos de ese país, han usado el internet para dedicarse a actividades afines con mucha frecuencia y entusiasmo semejante, mientras que — cuando éstos, finalmente, se descubren — aplican la defensa de la reacción de formación al por mayor y en detalle.
Psicodinamismos
Cuando el ego no puede modular las demandas de impulsos (incluyendo sexuales y amorosos) vis-à-vis la realidad, la ansiedad se despierta.
Freud creía que toda ansiedad representa un estado interno desagradable que la gente procura evitar a todo costo.
En esfuerzos para lograr evadir esta ansiedad, muchos utilizan la reacción de formación, de manera inconsciente en su vida cotidiana, optando por sentimientos, impulsos, y comportamientos opuestos, a los que aborrecen, y prefieren no dar cabida en sus cogniciones.
Caylee Anthony (víctima del asesinato por su propia madre)
Alguien, adoptando una estrategia defensiva basada en esta defensa, trataría a su esposa o ser querido de modo similar como tratarían un enemigo.
Otro ejemplo es el de dos personas quienes albergan sentimientos mutualmente tiernos, pero que se empecinan en reñir constantemente para disimular sus emociones verdaderas.
Muchas veces estas maniobras defensivas tienen alcance más profundo, cuando algunas personas expresan odio — hacia quienes les es prohibido profesar el amor — para evitar ese reconocimiento intolerable.
Muchos ejemplos de este tipo abundan entre razas con sentimientos hostiles entre ellas. Entre los árabes y entre los judíos, y desde los nazis hacia los judíos (durante la II Guerra Mundial).
Uno de los profesores, en un centro para tratamientos de niños con trastornos emocionales, que yo dirigiera, deseaba que se le permitiera enseñar una clase de educación sexual, cuando ya estaba siendo investigado por la policía por ser un pedófilo confirmado.
Cuando le informaron de lo que sucediera, se mostró sorprendido, proclamando ser un cristiano solamente ansioso por sembrar la palabra de Dios.
La esencia de este mecanismo puede ser resumida de la siguiente manera:
Cuando encuentras a alguien a quien cobras aversión inmediata — sin razón alguna — es porque en esa persona reconoces reflexión de algo en ti mismo que te disgusta, pero que no te atreves a admitir.
Aquí se presenta un caso ilustrativo proveniente de la experiencia cotidiana.
"Yo tengo mi Dios…": Así habló Nana, sino fuera Zaratustra quien lo dijera
El Gran Inquisidor
Cuando me encontraba involucrado en el entrenamiento exhaustivo y agotador del psicoanálisis freudiano, en el Instituto para el Psicoanálisis de Chicago; uno de mis favoritos maestros era el pertinaz "Decano del Psicoanálisis en Chicago" Louis ("Lou") Shapiro.
Dr. Shapiro, era tan devoto al dogma, por Freud establecido, que cada mañana, muy temprano, antes de hacer nada más, leía, como si fuera breviario religioso, las palabras del Maestro. Tan importante era, para él esta manera reverente de rendir culto a su ambiguo "dios" (ya que, como la mayoría de los psicoanalistas, Shapiro profesaba el ateísmo agnóstico), que, cuando evocando una reminiscencia, contenida en su "biblia", lo hacía refiriéndose a la página, párrafo, línea y (aun), haciendo la mención inesperada, de algo, de apariencia mundana o trivial: "es ahí donde se encuentra una manchita de café…"
Lou Shapiro era muy consciente de su herencia hebraica — y como muchos judíos educados, acostumbran — éste hacía mención frecuente de que en el Instituto se adoraban dos dioses: para nosotros, los gentiles (goyim) Jesús de Nazaret; para el resto (la mayoría) Sigmund Freud y sus innumerables prosélitos de ascendencia judaica. "Ustedes deben de aprender el Hebreo (nos decía), o por lo menos celebrar su Bar Mitz Vah", para ajustarse a este entorno", lo que expresara en tono de sorna. (Dándonos un ejemplo oportuno y patente de una reacción de formación.)
Fariseo y Republicano
Para mí, Lou Shapiro, permanecerá entronizado en mis memorias como una de las personas más religiosas, más devotas y más honestas a quienes yo haya tenido la buena fortuna de haber conocido. (Aquí tenemos el segundo de los ejemplos.)
Esta experiencia sucedía durante el siglo pasado en los precarios años de los sesentas, aquéllos mismos años que fueran testigos de la convulsión social que rasgara la fábrica del orden cívico estadounidense, drama éste en el cual figurasen de modo prominente los cohortes de Jane Fonda, quien en la opinión, de tantas personas quienes se sacrificasen por sus ideales, fueran oportunistas, traicionando el ideal patrio por el beneficio y el logro personal.
¿Eran Fariseos los críticos de Jane Fonda? Por todas las apariencias, no, no lo eran.
Pero, esto está fuera del alcance de nuestro presente objetivo.
Shapiro, también nos enseñó que aquéllas personas quienes critican a otras, colocándose en el lugar de ser jueces y árbitros de las acciones ajenas, generalmente, son culpables de los mismos pecados que ellos condenan. Él afirmaba que esos individuos proyectaban la falsa actitud de ser "Holier than thou". (Farisaico, o de afectada superioridad moral).
A esas personas les dedico parte de este editorial, usando el apelativo ficticio de "Nana" para disimular la identidad de individuos en la narrativa que a continuación se presenta.
Nana
Nana entró nuestras vidas cuando, ni ella ni nosotros, estábamos preparados para iniciar esta relación. Ella fue, en cierto modo, una imposición; resultado de las maquinaciones de un empleado quien confundiera nuestro interés en su bienestar como si fuera una estupidez misionaria (¿yankee?) de parte nuestra.
… y no como yo hago
Las negociaciones manipulativas que Miguel (ese era el nombre de nuestro empleado) para inducirla a ser nuestra ama de llaves, fueron muy difíciles — las que culminaron en que, a la larga, fuera esta mujer la mejor remunerada (y la menos ocupada) de todas las camareras en Casa de Campo, ya que, simplemente, no la necesitáramos en nuestro servicio.
NANA (con letras mayúsculas)
Cuando caminaba, Nana, se desplazaba de un modo laborioso, undulante y deliberado, como si estuviese incapacitada (que no lo estaba) por algún trastorno de origen neuromuscular. En medio de su marcha, se detenía a suspirar, sonriéndose a sí misma como si estuviera considerando en silencio asuntos de importancia vital para el mundo que la circundaba.
De edad, era muy joven, y madre de niñas pequeñas. Nunca oiríamos mencionar si compartiera su vida con algún esposo o figura paterna para sus hijas, las que tampoco conoceríamos.
Sus antepasados provenían de las West Indies, de dónde habían emigrado a Samaná.
Por esa razón Nana se creía versada en otro idioma, pretendiendo que hablaba el inglés. Lo que no sería ni remotamente la realidad en su caso.
Cuando Nana nos dirigía la palabra, lo hacía evitando el contacto visual (como dicen que hacen quienes habitualmente mienten), y siempre permanecería en actitud defensiva, como si tratando de justificar o de esconder algo (condición ésta, que estuviese presente, aunque no hubiese razón alguna para adoptarla).
Abogado pica-pleito en el Inferno
Cuando nos conocimos, dos cosas fueron sobresalientes, que Nana era muy delgada (también era muy alta), y que nos señaló, que ella confiaba en su dios, a quien se refiriera de esta manera: "Yo tengo mi dios". Esta última contingencia, que, expresada reiteradamente en forma de advertencia, nuestra amiga iba a proferir a todos quienes con ella se tratasen.
Con lo último, Nana, había adquirido ciertas ínfulas de rectitud y de superioridad que la hacían, si no especial; por lo menos, poder sentir que lo fuera.
Mientras la observaba, yo recordaba mis sesiones añoradas con mi venerado maestro, Lou Shapiro (¡qué manera fascinante es el modo cómo operan las memorias!).
Nana, trabajó con (no, para) nosotros unos catorce meses, que como sucede con algunos análisis, fueron interminables. A pesar de que durante ese tiempo nuestros contactos directos permanecerían escasos, ya que su propósito era cocinar exclusivamente para nuestros empleados, Miguel y Ramón.
Miguel deseaba que entrara a nuestro servicio para que alguien cocinara lo que ellos preferían: Comidas cargadas de sal y de azúcar.
Miguel hoy es obeso, resultado de las destrezas culinarias de Nana.
Pero, no obstante, mucho aprendimos de sus sentimientos y de sus creencias religiosas.
Primero, fuimos indoctrinados a los reconcomios desdeñosos con los cuales nuestra empleada consideraba la Iglesia Católica y, especialmente, a la Curia Romana.
Escucharla fulminar acerca de estos temas (que era lo que hiciera) era como dar oídos a un predicador fundamentalista y fanático. Porque Nana siempre tenía toda la razón, su dios así lo disponía, especialmente de ser para ella.
¿"Compasión" o reacción de formación?
Ese mismo dios, le autorizó a solicitar préstamos (a pesar de que se le advirtiera de que, de acuerdo a Shakespeare, creíamos en la máxima de "never a lender or borrower be"). Pero, para, no modificar nuestras actitudes, el dinero simplemente se le regaló "para construir [su] casita" (que usara, como justificación para solicitar el adelanto, lo que nos explicara "Santa Nana").
El uso subrepticio de nuestros equipos electrónicos musicales (autorizado por dios, me imagino), fue descubierto accidentalmente, cuando olvidase uno de sus tapes en la máquina. Cuando la confrontase con ello, defensivamente lo justificó de este modo: "doctor, yo estaba escuchando mi música religiosa". Nunca le reclamamos otro uso desautorizado, el de nuestra televisión, para ver las novelas picarescas del día (¡um!).
Lo que hiciera durante nuestras frecuentes ausencias y mientras pretendiera estar ocupada con las labores de su posición.
Por el tiempo, durante el cual disfrutara de la "botella", la sabática, o la sinecura que le proveyéramos, Nana aumentó 49 libras. Este detalle lo determinó mi esposa, cuando ocasionalmente encontrara, descuidadamente, el brazo de la balanza (uso de la cual era otra prerrogativa por el señor permitida) en el peso que había, Nana pesado, el día en que se había pesado. Su explicación para su ascensión ponderal fue: "es que bebo mucha agua" (agua bendita, debe de haber sido).
Nana, siempre fue una compilación de contradicciones egregias, las cuales invariablemente podían justificarse con el acceso privado y único para ella reservado por su deidad privada.
Fue, entonces, de inesperada manera, que su "dios" — pudo haberle dado la inspiración (o la revelación) de tratar de elaborar — en colaboración con el empleado quien la reclutara, un elaborado esquema engañoso para estafarnos. Así fue como todo terminase para los dos.
El abogado tío Dominique por Paul Cézanne
Aun deben de preguntarse cómo fue que este dios permitiría para ambos ese desenlace tan poco propicio.
Pero, como nos aseveraba Lou Shapiro, "nunca crean en quienes proyectan la actitud de ser holier than thou "[o] más santo que tú". Y por ende no presten atención a quienes atacan lo malo, lo censurable y, para ellos, lo impuro, haciéndolo desde un trono privilegiado, mientras viven rodeados por prebendas mal habidas e inmerecidas, en el nombre del Señor.
Para entender este último mensaje, use el lector su propia imaginación.
Otro caso: La baratería cohecha del abogado dantesco
La profesión del derecho es una que despierta — en quienes se ven obligados al uso de los abogados — por lo menos, sentimientos mixtos, sino decididamente adversos.
Los chistes abundan acerca de quienes, como leguleyos, ejercen el derecho. Mientras que otros no titubean en asignarles lugares especiales, donde el castigo se dispensa, como Dante hiciera con los "sembradores de la discordia" — como designara a los abogados — en el Inferno de su famosa Commedia.
Veamos una definición acertada y lúcida del derecho como profesión:
"La Profesión de Abogado va siempre vinculada a la historia de los pueblos, representa su ética, la más alta expresión de la defensa de los derechos individuales del hombre y la garantía de respetar los que establece la Constitución, contribuyendo con ello a la seguridad jurídica que debe reinar en un Estado de Derecho. Tal y como afirma el ilustre jurista Ángel Ossorio en su libro: "El Alma de la Toga: ""la abogacía no se cimienta en la lucidez del Ingenio sino en la actitud de la conciencia. Esa es la piedra angular"". (http://www3.ula.ve/derecho/raiz/escuelas/index.php?id=2&id_detalles_nodo=49&desc=la_profesion)
Otro abogado más pragmático y poco intelectual lo expresaba de esta manera: "No existen buenos abogados, lo que hay son buenos casos…"
Entra Chucho
No su nombre real, sino su apodo en nuestra limitada experiencia — derivado de un nombre común entre abogados fraudulentos.
¿Se han preguntado alguna vez la razón por la cual nuestros compatriotas recurren a apodos tan insólitos para que sus hijos los toleren por el saldo de sus vidas terrenales?
¿No?
Es simple:
"Wolfgang", "Horacio" o "Guillermo" son nombre complejos para un niño de edad temprana pronunciar en cualquier idioma.
Sin embargo si lo reducimos a "Wow", "Hori" o "Guillo" se convierten en algo más fácil de a repetir.
Chucho
Lo conocimos a través de la historia de uno de los tantos pacientes y de las varias personas por nosotros conocidas que fueran sus víctimas.
Les engañó de tantas y tan diversas maneras que sería fuera del propósito de esta lección detallarlas todas.
René Magritte
Baste decir que los sumió en la desesperación más profunda cuando descubrieran las malicias vituperables con que traicionó a clientes leales y honorables.
Lo que hizo sin aparente escrúpulo o miramiento. Lo que ilustra su posición cuando la verdad lo confrontara.
"Cuando Dios le preguntara a Caín dónde se encontraba su hermano Abel (por él ya muerto), éste le respondió ""¿soy acaso el guardián de mi hermano…?"" (Génesis 4:9).
Siempre se sentiría justificado, aún cuando la evidencia apabullante lo contradijera.
"Lo primero que haremos es matar los abogados" (Henry VI I: II) William Shakespeare.
En resumen
Parece ser que quienes hablan en nombre de Dios o en nombre de la ley no arriesgan temer la equivocación de sus acciones, ya que por decidir que la justicia está de su parte, ellos la personifican. Lo que resulta en que, personas ingenuas y fácilmente engañadas — por razones neuróticas, o por obedecer a conflictos existentes — concedan que sus formaciones de reacción se apoderen de su juicio y lo gobiernen.
Para nosotros el propósito de esta lección, en las aplicaciones prácticas de la teoría del psicoanálisis, habrá cumplido su cometido, si nos lleva a discernir que, a menudo, cuando encontramos el enemigo, reconocemos (como Pogo nos advirtiera): "Que nuestro enemigo somos nosotros…"
Fin de la lección.
Bibliografía
Larocca, FEF: El Psicoanálisis: Vía Franca a Nuestro Universo Privado en monografias.com
Larocca, FEF: Freud: Un Hombre para todas las Épocas en monografías.cm y en maxxmail.com
Larocca, FEF: El Juez Venal y el Narcisismo Patológico: Un Estudio en monografías.com
Larocca, FEF: La Neurociencia del Ego en psikis.cl y en monografías.com
Adams, H.E., Wright, R.W. & Lohr, B.A. (1996). Is Homophobia Associated With Homosexual Arousal? Journal of Abnormal Psychology, 105, 3, pp. 440-445.
Freud, Sigmund. (1905d). Three essays on the theory of sexuality. SE, 7: 123-243.
–. (1915b). Thoughts for the times on war and death. SE, 14: 273-300.
–. (1915c). Instincts and their vicissitudes. SE 14: 109-140.
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Autor:
Dr. Félix E F Larocca