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El poder de encerrar

Enviado por marlid


Partes: 1, 2

    Indice1. Preconceptos, Motivaciones, Expectativas 2. Presentación 3. El nacimiento del encierro moderno 4. Análisis Del Dispositivo 5. el psicólogo: quehaceres, saberes y poderes 6. Anexo: entrevista con psi. Nelson de león 7. Conclusiones Individuales 8. Bibliografía

    1. Preconceptos, Motivaciones, Expectativas

    Disparadores

    "Si el deseo está reprimido es porque toda posición de deseo, por pequeña que sea, tiene motivos para poner en cuestión el orden establecido de una sociedad… y ninguna sociedad puede soportar una posición de deseo verdadero sin que sus estructuras de explotación, avasallamiento y jerarquía no se vean comprometidos… Para una sociedad tiene, pues, una importancia vital la represión del deseo y algo aún mejor que la represión, lograr que la represión, la jerarquía, la explotación, el avasallamiento mismos sean deseados." Deleuze – Guattari "La enfermedad aparece como la encarnación desdichada de una protesta justa ante una opresión injusta" Moscovich – Braunstein "La crueldad de una cultura no se debe medir por la cantidad de crímenes que allí se cometen sino por el tipo de castigos que la sociedad impone a los sujetos." Oscar Wilde "El hombre del que se nos habla y que se nos invita a liberar es ya en sí el efecto de un sometimiento mucho más profundo que él mismo… Las Luces, que han descubierto las libertades, inventaron también las disciplinas." M. Foucault

    Alvaro:

    Para la realización del trabajo, la organización grupal inicial fue bastante espontánea. En mi caso, llegué al grupo ya casi armado y me interesó la idea que se estaba manejando, que en un principio no era exactamente de "encierro". Poco a poco fuimos amoldando la idea hasta llegar aquí. En lo personal, creo que lo más motivante del tema elegido es el acceso a un conocimiento más profundo de lugres de encierro como cárceles y hospitales psiquiátricos, de sus características y de la vida que allí llevan los internos. Mis preconceptos de estos lugares de encierro no son para nada buenos. Creo que es falso eso de que son "rehabilitadores sociales" salvo escasas excepciones. Las cárceles para mí son centros de castigo que traspasan toda barrera llegando a enormes castigos psíquicos y morales, además de los ya sabidos físicos. Y en el caso de los hospitales psiquiátricos creo que no deben ser muchos los casos de internos que salgan bien psicológicamente. Pienso que es un lugar que cumple una función que es algo así como de "reclutador" de aquellos que no le sirven a esta sociedad. Respecto al trabajo, mis expectativas giran en torno a una buena realización basada en el grupo, en sus vivencias personales y en todo el material teórico mío y de mis compañeros, apuntando a un enriquecimiento de mis ideas respecto a los lugares manejados y sobre todo de los internos.

    Madelein:

    Existieron varias motivaciones que me llevaron a elegir la temática acerca de los encierros. La primera de ellas es lo diferente del tema; diferente tal vez para mí porque tomo como referencia el hecho de que nunca antes había estudiado o leído algo acerca del tema. Por otra parte, la temática me parecía interesante porque trata de un hecho o situación que ha existido a través de la historia y el tiempo de una u otra manera, por ejemplo, las cárceles. De manera ya mas especulativa encuentro como motivación la necesidad de confirmar o no la creencia que existe en el imaginario social de que los individuos que residen en instituciones de encierro se encuentran viviendo una situación de horror y espanto, y que allí nada se hace por ellos, esta motivación es a la vez un supuesto.

    Tal vez mis motivaciones que en cierto punto pueden confundirse con mis expectativas, sean muy ambiciosas para un estudiante de primer ciclo, pero obviamente también trataré de adecuarme a mis posibilidades al momento de decidir hasta donde profundizar en la temática. En cuanto a las expectativas, espero que este trabajo me ayude a decidir qué rama de la Psicología quiero seguir, y si no es mi decisión tomar ese camino por lo menos saber y conocer un mínimo indispensable acerca del quehacer del Psicólogo en estas instituciones.

    Marcela:

    En una primera instancia me intereso el tema por el hecho de saber como se desempeñaba un psicólogo en la sociedad, en un hecho amplio, donde se relacionan muchas personas, con una característica en común su hábitat, en una institución, tan peculiar como pueden ser las cárceles los hospitales psiquiátricos, etc., todos lugares de "encierro". Es incierto para mí cual es la función del psicólogo en instituciones como los hospitales psiquiátricos en los cuales, todo esta controlado por el médico psiquiatra; como son las terapias que allí se realizan, como se afronta el hecho de la rehabilitación. También me interesa el tema del surgimiento de este tipo de instituciones, cual es la demanda por la cual surgen en el mundo y en nuestro país.

    Marcelo:

    Mis presupuestos… que al hablar de exclusión, de poder, el lugar que ocupamos nunca es neutro, tampoco fijo: es móvil, somos sometidos aquí y dominamos allá. Por eso, es ineludible a la hora de hablar del quehacer del psicólogo el preguntarse desde qué lugar pronunciamos un discurso y desde qué juego de relaciones de poder lo hacemos funcionar. Mis motivaciones… hace mucho que estoy sensibilizado con las relaciones de poder en instituciones ya que, por un lado, me permite acercarme a la problemática de la exclusión y, por otro, a la crítica a una sociedad como la nuestra que ambiguamente se horroriza ante el loco, el delincuente o el drogadicto (quien hoy encarna las marcas con que tradicionalmente se los ha estigmatizado a ambos), segregando así lo que ella misma produce; en el fondo quizás se trate más de algunos rostros y nombres, yo mismo, nuestras historias. Mis expectativas…poder plasmar y sintetizar en un trabajo grupal inquietudes, ideas y sentimientos que a veces me parecen difíciles de articular.

    Diego:

    Mi idea de encierros y del quehacer del psicólogo dentro de los mismos, es un poco vaga porque nunca estuve muy al tanto sobre el tema pero la idea principal de porque se encierra a las personas es porque en la sociedad en que vivimos hay un determinado orden en el cual la sociedad se basa para tener una determinada armonía. Personas capacitadas son las que "deciden" a quienes van a internar, tanto en internados psiquiátricos , como en cárceles, estos son los jueces (cárceles), o psiquiatras (internados psiquiátricos).

    El psicólogo tiene, dentro de las instituciones, un rol muy importante que es tratar de que las personas que tratan, puedan volver a la sociedad sin distorsionar la armonía en que se trata de mantener, no solo por poner en peligro a la sociedad, sino que también a la persona institucionalizada. En el caso de las cárceles, los objetivos no son solo los de reformar sino que también de "castigar" en modo de advertencia a la sociedad.

    Valeria Tort :

    Particularmente en lo que refiere a la representación de conceptos con relación a los encierros, no tengo ninguno formado. Algunos pensamientos me llevan a suponer que tanto en los hospitales psiquiátricos, como en las cárceles, existe un abuso de poder por parte de los funcionarios que trabajan allí. Pienso que el psicólogo cumple más bien una función de apoyo o seguimiento de determinada problemática, sin tener la potestad de tomar decisiones relevantes. En relación a esto, es a donde apunta mi interés sobre la temática elegida, saber la/s función/es que desempeña el Psicólogo en las instituciones de encierro.

    Me gustaría lograr un trabajo bien delimitado, con conceptos claros, que luego pueda enriquecer con otros conocimientos en ciclos más avanzados.

    2. Presentación

    La idea de este trabajo empezó por querer acercarnos a la Psicología Social, para poder estudiar a nuestra sociedad uruguaya, a través de los mecanismos de exclusión que se materializan en instituciones cerradas como las prisiones y los hospitales psiquiátricos. Al tiempo, nos dimos cuenta que podíamos unir nuestros intereses primeros con la temática que atraviesa Primer Ciclo y, en particular, Taller: el que hacer del psicólogo; posibilitando además la inclusión de otras reflexiones que a lo largo del año nos han suscitado las distintos temas trabajados en clase.

    De todo esto elaboramos los siguientes objetivos de nuestro trabajo en tres capítulos: Realizar una genealogía del encierro y su desarrollo a lo largo de la historia europea y uruguaya, tomando para el análisis elementos de diferentes disciplinas (Filosofía, Historia, Sociología, Psicología) y desde momentos históricos y lugares diversos. Clasificar las instituciones de encierro y estudiar qué función cumplen en la sociedad moderna cuestionándo aquello sobre lo cual están legitimadas (curación del los enfermos mentales en el caso del hospital psiquiátrico, rehabilitación de los reclusos en el caso de la institución psiquiátrica). ¿Qué función cumple el psicólogo dentro de estas instituciones? Preguntarnos si a partir de las demandas sociales, desarticula o refuerza los mecanismos de poder que allí funcionan (control, vigilancia, disciplinamiento).

    3. El nacimiento del encierro moderno

    La invención moderna

    El Medioevo vio en la lepra el mal que era necesario extirpar de la comunidad a través del acto de exclusión que enviaba al "maldito" al leprosario. Sin embargo, al final de la época medieval los leprosos desaparecen de Occidente. Es así que los pobres, vagabundos, muchachos del correcional y los locos ocuparán su lugar en los juegos de la exclusión social. En el Renacimiento, la exclusión de la locura se materializaba en el embarco1 de los locos a quienes libra a la incertidumbre de su suerte; pero en el s. XVII el encierro, que sólo después de un buen tiempo cobrará valor terapéutico, será la nueva forma de ocuparse indiferenciadamente de todos los que constituyen un "peligro", un escándalo para la comunidad. Pobres, trastornados, delincuentes, inmorales, ociosos, niños, todos al mismo lugar. Se instalan depósitos de mendicidad que funcionan, en gran parte, como hospitales generales. Los enfermos mentales estaban al cuidado de su familia, pero en el caso que no tuvieran recursos económicos o que la familia se declarara incapaz de asistirlo, eran llevados a hospitales generales. Las ordenes de detención provenían del rey o poder ejecutivo, y se aplicaban tanto a los enfermos, como aquellos que atentaban contra la seguridad pública. El problema de los enfermos mentales no representaba más que una subespecie de delitos que desencadenaba la intervención policial.

    La sociedad feudal se libraba de los locos embarcándolos hacia un destino incierto; al delincuente, en cambio, lo sometió al suplicio, espectáculo que buscaba aterrorizar a los que asistían a él funcionando como ejemplo y manifestando el poder del soberano que lo castigaba. Hacia los siglos XVIII y XIX, este ritual desaparece. Surge en el seno de la sociedad contractual un nuevo ritual que se justifica, no ya por la venganza del soberano, sino por la defensa a la sociedad; una forma general de castigo, el encierro carcelario: pena uniforme cuyo fin explícito es la rehabilitación de los reclusos, impedir que el criminal reincida mediante el disciplinamiento de su conducta. Dispositivo secular que retoma la arquitectura y el funcionamiento de los conventos de la Cristiandad. Ahora, "si bien es cierto que la lepra ha suscitado rituales de exclusión que dieron hasta cierto punto el modelo y como la forma general del gran Encierro, es la peste la que ha suscitado esquemas disciplinarios"2. El leproso estaba prendido en una práctica del exilio – clausura; se le deja perderse allí como en una masa que importa poco diferenciar; los apestados están prendidos en un reticulado táctico meticuloso que atiende a las diferenciaciones individuales. Esquemas diferentes, pero que lentamente se aproximan hasta articularse en el s. XIX: el asilo psiquiátrico, la penitenciaría, el correccional, el establecimiento de educación vigilada funcionan con esta doble modalidad.

    Es así que llegamos, en la modernidad capitalista, a las prácticas meticulosas de la exclusión y el disciplinamiento de los anormales. Comienza a distinguirse una diferencia entre los individuos que perturban el orden social. Los delincuentes son ahora designados a centros carcelarios donde se les aplicará sanciones provenientes del orden jurídico. La absoluta necesidad de reprimir la locura, la cual amenaza toda las reglas que presiden la organización social y constituye la figura generalizada de la asociabilidad, se inscribe en esta naturaleza y pone al loco al lado de la "animalidad". El loco, temible e inocente, escapa a las categorías jurídicas de una sociedad contractual quedando a cargo de la filantropía. La necesidad de establecer cierto contrato social, da por ende la creación de normas racionales, y el no acatamiento de dichas normas es entendido como un acto de delincuencia o de enfermedad Los enfermos mentales son llevados a hospitales psiquiátricos, donde estarán atendidos por médicos en una relación de tutela, de subordinación reglamentada que se convierte en la matriz de toda la política asistencial.

    La versión oriental

    En Uruguay se crea el Asilo de Dementes en 1788, y la primer persona internada es "Juan Acosta". Los centros de reclusión de enfermos mentales pobres de nuestro país del novecientos eran: el Hospital Vilardebó (con este nombre desde 1910) llamado desde sus comienzos Manicomio Nacional; y la Colonia de Alienados de Santa lucía, la cual se abrió en 1912. Lugares donde el enfermo, pobre, y loco estaba recluido contra su voluntad. Perdiendo sus derechos y su libertad (el loco era un enfermo, un marginado y un preso, un criminal). En el manicomio el poder médico era totalitario, donde todo era posible y donde la única limitación real del poder era la conciencia del médico. Los locos poco interesaban a la sociedad, solo para testimoniar la fragilidad de la cordura.

    Algunas de las terapéuticas utilizadas en los dispositivos de encierro psiquiátrico en el Uruguay aunque de origen francés, fueron las terapias "disciplinantes" del alma y el cuerpo: rapar, hacer cama por largos períodos de tiempo (ya que lo primero que se debía cambiar era el estado de excitación permitiendo, además, "la observación clínica, la vigilancia y la terapéutica" continuas), el chaleco de fuerza, chaleco químico de los medicamentos, la "maquina eléctrica" (en 1909el manicomio tenía una completa sala de electroterapia), el shock eléctrico, el absceso de fijación mediante inyecciones de oxigeno, trementina, etc.

    Detrás de estas técnicas, existían diferentes razonamientos que las justificaban, como que el debilitamiento del cuerpo y la distracción del alma, mediante el dolor físico podrían tornar receptiva a la razón, pero en realidad parecen ser otros motivos los que legitimaban estas prácticas. En primer lugar, el terror del hombre frente a la locura, más aun en aquellos hombres del novecientos, los cuales estaban fascinados con el orden, el autocontrol de la pasión y la planificación de sus vidas. En segundo lugar no cabe duda del vinculo entre el poder médico – burgués y el paciente loco y pobre, y el ejercicio de estas terapias violentas. Dicho poder pudo ser absoluto en el manicomio, ya que se encontraba frente a pacientes sin derechos civiles, sin familias, recluido y pobre. Se pregunta Barran cual era el mayor estigma ¿la locura o la pobreza?3 Lo evidente es que la combinación locura – pobreza: estuvo atada a la aplicación de la violencia. Lo que fundamento más el encierro fue lo que la psiquiatría del novecientos vio como algo fundamental: La separación del individuo de su medio, de su familia ya que no era posible curar en el medio de contra poderes, por lo que se debía someter al enfermo a un único poder del psicoterapeuta.

    El manicomio igual a la sociedad "ideal" construida por la razón y el poder. El manicomio estatal fue un lugar donde la autoridad médico – burguesa del novecientos, ejerció el control social de los marginados y los pobres para disciplinarlos formando parte del sistema de control.

    4. Análisis Del Dispositivo

    Taxonomía de las instituciones Goffman4 define lo que él llama instituciones totales como: "un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formalmente". Más adelante clasifica a estas instituciones, según sus fines, en las que surgen:

    • para cuidar de las personas que parecen ser a la vez incapaces e inofensivas (geriátricos, orfanatos)
    • para cuidar de aquellas personas que, incapaces de cuidarse por sí mismas, constituyen además una amenaza involuntaria para la comunidad (psiquiátricos)
    • para proteger a la comunidad contra quienes constituyen un peligro intencionalmente para ella, no se propone como finalidad inmediata el bienestar de los reclusos (cárceles)
    • para el cumplimiento de una tarea de carácter laboral (cuarteles, barcos)
    • para refugiarse del mundo, aunque con frecuencia sirven para la formación de religiosos (conventos, monasterios).

    Ahora, si bien existe una gama de instituciones muy variada, se puede decir que poseen características similares en cuanto al funcionamiento y a los procesos que allí sufren los internados. Nos referimos a la mutilación del yo a través de un proceso de "desculturación": desposesión de la propiedad privada, despojo de los roles, y ruptura con el pasado y la interacción social.

    De aquí en adelante, nos remitiremos principalmente a las instituciones carcelarias y psiquiátricas por parecernos figuras paradigmáticas del ejercicio del poder, arcaicas en su estructura, rígidas en su aplicación, coercitivas en su objetivo, y además, por la creciente demanda actual de la intervención del psicólogo en ellas.

    Los otros fines del encierro

    En 1987, un grupo de psicólogos que trabajaban en la Colonia Bernardo Etchepare observaban "cómo la institución presenta una fuerte disociación entre sus funciones explícitas o manifiestas y aquellas latentes o implícitas. Entre las primeras se destaca la de curar – rehabilitar enfermos mentales, mientras que en lo implícito, el principal objetivo sería proteger a la comunidad encerrando y segregando a la locura, para lo cual nada debe cambiar."5 Estamos obviamente frente a una lectura psicoanalítica que recuerda a los contenidos del inconsciente. Habría que preguntarse, sin embargo, si se trata de una finalidad que se encuentra ingenuamente a nivel del inconsciente o a nivel del secreto, y si hasta, a veces, no se manifiesta abierta y cínicamente. Dichas o no, en estas instituciones encontramos una serie de funciones no específicas que parecen ser, sin embargo, su principal fundamento y razón por las cuales se mantienen en pie. A continuación, una lista de alguna de ellas:

    Saber

    Ha sido el filósofo francés Michel Foucault el que más ha desarrollado la idea de que el poder produce, no sólo excluye, realidad, ámbitos de objetos y rituales de verdad. Es él también el que reconstituyendo la historia de la locura en nuestra cultura occidental concluye que la locura

    En fin, es quizás en torno al examen (ya sea médico, pericial o escolar) que se articulan las complejas relaciones entre saber y poder en estas instituciones. Combinando las técnicas de la jerarquía que vigila y las de la sanción que normaliza; rodeado de todas sus técnicas documentales, el examen hace de cada individuo un "caso" que a la vez constituye un objeto para un conocimiento y una presa para un poder.

    Excluir Y Dominar

    Un alienado no sólo es en enfermo, aun mental : es alguien que debe ser internado. Y a la inversa, un enfermo que no necesita el internamiento no es, hablando propiamente, un enfermo mental; o, en todo caso, no compete a ninguna técnica psiquiátrica de intervención. Intervenir es internar. El loco, símbolo del poder que interna. "Se proyecta una forma de encierro en que la función médica y la función de exclusión se desempeñarán, una tras otra, pero en el interior de una estructura única."8 Esta estructura es de entrada alienante y, lejos de curar la enfermedad lo que hace es cronificarla; es decir hace que el paciente se vea inmerso en un proceso entendido como "la progresiva pérdida de autonomía y sostén social en el desempeño de los diferentes roles y en la expresión de las potencialidades"9.

    Que la prisión fabrica delincuencia, empeora a los detenidos, favorece la creación de una red de complicidades criminal, condena a la reincidencia por la dificultad de encontrar un empleo y la miseria en que es sumergida la familia del preso, engendra más violencia por ser un medio hostil, represor e injusto, es sabido. Ahora, esto tiene funciones políticas bien precisas: se focalizan determinados ilegalismos, para tolerar otros (en general, los de la clase dominante); se busca asustar al pueblo ante la figura del pequeño criminal, se divide; al restringirse a un grupo reducido es posible vigilarla y controlarla; puede orientarse a los ilegalismos menos peligrosos; se los ha usado en la colonización de América (junto a los locos); utilización en forma de soplones, infiltrados; constituye una excusa de vigilancia perpetua sobre la población.10

    Normalizar Y Disciplinar

    Internalizar las normas, ocultar los deseos, fabricar cuerpos dóciles. La escuela y la religión han funcionado como medios de moralización, de disciplinamiento de las conductas. "Fueron los niños, los delincuentes y los locos, los objetos de la "suavización" de la violencia "bárbara", y Dámaso A. Larrañaga, el Vicario Apostólico de la Iglesia Católica oriental desde 1830, el autor o nexo entre casi todas las medidas que se lo propusieron."11 Pero también fueron ellos, junto con las prostitutas, los que más soportaron el autoritarismo del poder médico12.

    En 1937 escribe el Dr. Gabriel González, director de la Clínica de la Conducta, dependencia del Consejo del Niño: "La finalidad de este organismo es la profilaxia: profilaxia de las enfermedades mentales y de la delincuencia… Esta clínica, pues, está destinada a enfermos de conducta, o en otras palabras, a los que tienen conducta anormal."13 Tal es el status del loco y el delincuente en nuestra sociedad. Delincuencia y enfermedad mental se encuentran bajo el signo de la anormalidad y el desorden; pero lo importante es preguntarse ¿con respecto a qué criterios de normalidad, en relación a qué orden? Evidentemente la locura es desorden y solamente desorden. La vuelta a la razón no puede hacerse más que mediante la interiorización por parte del alienado de una voluntad racional que, en principio, le es ajena porque él no es razonable. Desde ese momento, todo tratamiento es una lucha, una relación de fuerza entre un polo razón y otro sinrazón. Cuando lo penetra la voluntad ajena delimitando poco a poco el sitio de la agitación y del delirio hasta someterlo totalmente, es la curación.

    Por un lado, el bien y el mal; por otro, la razón y la locura. En los intersticios de ambas antinomias, las redes institucionales de lo penal y la salud. A los primeros se los privará de su libertad, en consecuencia de su razón; a los otros de su razón, y por ende del uso de su libertad. Entre la moral y la salud, el problema político.

    Secularizar

    Es a partir de Nietzche, que la modernidad se puede abordar como un sistema de dominación basado en el control y vigilancia de los individuos por medio de la utilización de técnicas de origen religioso (judeocristianas). La secularización, en consecuencia, es el proceso por el cual la burguesía se apropia de los esquemas de pensamiento, organizaciones y prácticas institucionales, y relaciones de poder del cristianismo, introduciendo contenidos nuevos, para liberarse del poder de la Iglesia y convertirse en clase dominante14.

    Es por esto que hoy se pone en duda el "progreso" que el humanismo preconizaba y por el cual se legitimaban las instituciones que comprendía el proyecto moderno. "Lo importante es que el cristianismo despoja a la enfermedad mental de su sentido humano y la ubica en el interior de su universo… La obra de los siglos XVIII y XIX es inversa: restituye a la enfermedad mental su sentido humano, pero aleja al enfermo mental del mundo de los hombres…de esta concepción humanista surgirá una práctica que excluye al enfermo de la sociedad de los hombres."15 El siglo XVIII restituyó al enfermo mental su naturaleza humana, pero el siglo XIX lo privó de los derechos y del ejercicio de los derechos derivados de esta naturaleza, lo ha ubicado en una humanidad abstracta despidiéndolo de la sociedad concreta: esta abstracción se realiza en la internación.

    En sus comienzos, fue la propia Iglesia (tanto en Europa como en el Uruguay) quien exigió al pensamiento médico este positivismo crítico que un día iba a intentar reducir toda experiencia religiosa a la inmanencia psicológica. El nacimiento del positivismo médico, los valores escépticos con los que se pertrechó, cobran sentido en el interior de todo un conjunto de conflictos políticos y religiosos. Fue preciso que se produjese una larga polémica entre el peso de la autoridad de la Iglesia y la intervención del poder político para que la locura se convirtiese en heredera, en el ámbito de la naturaleza, de todo un mundo de trascendencia que envolvieron en otro tiempo, la experiencia religiosa.

    "En estas instituciones vienen a mezclarse así, a menudo no sin conflictos, los antiguos privilegios de la Iglesia, en la asistencia a los pobres y en los ritos de hospitalidad, y el afán burgués de poner orden en el mundo de la miseria: el deseo de ayudar y la necesidad de reprimir, el deseo de caridad y el deseo de castigar….. El gesto que encierra no es más sencillo: también él tiene significados políticos, sociales, religiosos, económicos, morales."16

    La reforma vareliana, como propaganda moralista y secularista del ha sido uno de los mayores hazañas del positivismo en el Uruguay. Pero quizás acepte otras lecturas que no pongan el acento en los progresos en la alfabetización de las capas populares, sino en la extensión del control social que el dispositivo escolar permite ejercer directamente sobre el niño y, a través de él, de todo el núcleo familiar.

    Medicalizar Y Psicologizar

    El orden manicomial es la imposición de técnicas disciplinarias, pero la tecnología médica los da una unidad de la que antes carecían. Desde hace tiempo, se denuncia este modelo biologicista que despliega su hegemonía en el mundo médico – hospitalario: jerárquico, clasista, racista y asimétrico, este modelo tenderá a reproducir y opacar los procesos socioeconómicos y culturales que condicionan la enfermedad mental. Se comprende, por tanto, que haya podido funcionar el manicomio como paradigma de una sociedad ideal en el sentido de idealmente reducida la orden.

    Se aprecia entonces "la localización subordinada del aparato médico – sanitario en la estructura de poder… ya que asume la misma ideología que la sociedad dominante respecto a la estructura social, pues tiende a verla como no conflictiva, competitiva, "naturalmente" estratificada, etc…"17

    Por otro lado, un modelo psicologizante se abre paso en las instituciones que venimos trabajando. Este modelo posee dos fuentes: una europea y otra norteamericana. Con respecto a la primera Félix Guattari18 critica al psicoanálisis la manera de desviar la atención a los contenidos sociopolíticos del inconsciente y enmarcarlo en las coordenadas míticas y familiares. Así, por ejemplo, el complejo de Edipo no respondería a la naturaleza de la estructura psíquica, sino que sería "una idea al servicio de la represión"19 capaz de encerrar al deseo de los individuos en una triangulación familiar entre padres e hijos para controlarlo mejor. Además, las relaciones sociales que determina la economía actual bajo las formas de la competencia, de la explotación, de guerras imperialistas y de luchas de clases ofrecen al hombre una experiencia contradictoria, alienante. Esto se agrava en la institución psiquiátrica ya que ella reproduce las relaciones de poder que se extienden en el campo social. Es posible así ver al hospital psiquiátrico como síntoma de una sociedad enferma que no se reconoce en la experiencia contradictoria del loco y que constituye entre el enfermo y el médico

    Establece pues "la analogía entre un homo psicologicus (difundido por terapias conductistas, Gestalt…) y la movilidad requerida de un ser sin historia y sin raíces, capaz por ello de reconvertirse o de reciclarse en cualquier momento para responder a las exigencia tecnocráticas", a la vez que habla de un "orden posdisciplinario que no pasaría por la coerción sino por la organización y el control del factor humano en función de las nuevas figuras que adopta la necesidad social." Dentro de esta vertiente, el apuntalamiento de la obligación en el individuo no pasa por la coerción sino por su movilización voluntaria. La alternativa no es someterse o rebelarse sino concentrar el potencial personal al servicio de la tarea a cumplir o ser marginado. Otro tipo de muerte social. No pasa por la exclusión brutal, sino que anula a los individuos desconectándolos de los focos de decisión y de los circuitos de intercambio.

    La psicología en el Uruguay está signada bajo estos dos modelos (biologicista y psicologizante) y dentro de esas dos vertientes21: el modelo manicomial europeo y el norteamericano más difuso, complejo, sutil, descentralizado, generalizado, y que ejerce un control sobre una población más numerosa.

    Capitalizar

    Estas instituciones asumen un tipo de poder disciplinario, poder que se extiende en otros ámbitos de lo social gracias a las demandas del sistema capitalista. A su vez, "la empresa capitalista se desarrolla siguiendo un modelo panóptico"22

    Hace tiempo, Max Weber creía encontrar las bases del sistema capitalista en la laicización de la ética protestante. Sin embargo, "la emergencia del capitalismo no está sólo marcada como creía Max Weber por la secularización del ethos ascético sino también por la secularización de las formas organizativas de la vida monacal, sobre todo en el manicomio y en la prisión pero no menos en las manufacturas (separación de sexos, obligación del silencio, etc., duramente sentidos por los trabajadores), o en la escuela (importante desarrollo del internado a comienzos del siglo XIX)."23

    El crecimiento de una economía capitalista ha exigido la modalidad específica del poder disciplinario, cuyas fórmulas generales, los procedimientos de sumisión de las fuerzas y de los cuerpos pueden ser puestos en acción a través de los regímenes políticos, de los aparatos o de las instituciones más diversas.

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