La obesidad en la adolescencia como manifestación vicaria de autonomía e independencia (página 2)
Enviado por Felix Larocca
II. Autonomía frente al retraimiento y la duda.
Entre el primer y el tercer año de la vida, los niños comienzan a afirmar su independencia, aventurándose a apartarse progresivamente de su madre, escogiendo el lugar donde jugar, y haciendo elecciones sobre lo que quieren usar para vestir, lo que desean comer y lo que desean investigar. Si se alienta y se apoya la emancipación creciente de los niños en esta etapa, éstos se vuelven más confiados y seguros referente a su propia capacidad de medrar en el microcosmos donde crecen. Si los critican, controlan excesivamente, o no se les da la oportunidad de aventurarse, los niños pueden comenzar a sentirse incapaces en su habilidad de aprender acerca de lo nuevo que les despierta curiosidad, resultando en una dependencia excesiva en otros. Lo que disminuye la autoestima, reflejando en una sensación de retraimiento o de incertidumbres acerca de sus propias capacidades.
Dudas.
III. Iniciativa frente a sentimientos de culpa.
Alrededor de los tres, y hasta los siete años, los niños se afirman con frecuencia, como parte del proceso normativo del desarrollo de la individualización. Es en esta etapa cuando comienzan a planear actividades, inventar juegos nuevos, y a preparar interacciones con otras personas. Si se les brinda la oportunidad, los niños despliegan un sentido de empuje, sintiéndose seguros de sus capacidades para instar otras personas y tomar algunas decisiones. Por el contrario, si esta tendencia normal se interfiere con la crítica inapropiada o el control restringente, los niños pueden adquirir un sentido de culpabilidad, porque sus acciones "no son buenas". Lo que les hace sentir que son incapaces de tomar iniciativas.
IV. Aplicación industriosa frente a la inferioridad.
Desde los seis años hasta la pubertad, los niños comienzan a desarrollar un sentimiento de orgullo en sus logros. Inician proyectos, los siguen hasta terminarlos, y se sienten bien por lo que han alcanzado. Durante este tiempo, los educadores, como mentores, desempeñan un papel importante en el adelanto del niño.
V. Identidad frente a la confusión de roles.
Durante la adolescencia, la transición de la niñez a la edad adulta es sumamente importante. Los jóvenes se están volviendo más independientes, y comienzan a mirar el futuro en términos de carrera, relaciones, familias, vivienda, autonomía. Durante este período, exploran las posibilidades y comienzan a formar su propia identificación sexual basándose en el resultado de sus indagaciones. Este sentido de quiénes, esencialmente, son, puede verse obstaculizado, lo que da lugar a una sensación de confusión sobre sí mismos y una ofuscación de su rol e identidad — como género — en el medio en que se desenvuelven.
VI. Intimidad frente al aislamiento.
En la adultez temprana, aproximadamente desde los 20 a los 25 años, las personas comienzan a relacionarse más estrechamente con los demás. Analizan relaciones que conducen hacia compromisos más duraderos con quienes no son miembros de la familia. Completar con mesura esta etapa puede conllevar al establecimiento de relaciones satisfactorias, experimentando sensaciones de compromiso, seguridad, y preocupación por otros dentro de una reciprocidad emocional. Erikson atribuye dos virtudes importantes a la persona que ha resuelto con éxito el problema de la intimidad: afiliación (formación de amistades) y amor (interés profundo en otra persona). Evitar la intimidad, temiendo el compromiso y las relaciones afectivas, puede conducir al aislamiento, a la soledad, y a veces a la depresión.
VII. Iniciativa frente al estancamiento.
Durante la edad adulta avanzada, etapa que dura desde los 25 hasta los 60 años aproximadamente, se establecen las carreras, se forjan alianzas estables y duraderas, se consuma la unión matrimonial, se comienzan las propias familias y se cristaliza un sentimiento de ser parte de algo más vasto. A la sociedad se le aporta el criar los hijos, ser productivos en el trabajo, y participar en actividades y organizaciones de beneficio para la comunidad. Si no se logran estos objetivos, la persona permanece estancada con la sensación de ser improductiva.
No alcanzar satisfactoriamente la etapa de iniciativa madura, da lugar a un empobrecimiento personal. El individuo puede sentir que la vida es monótona y vacía, que el tiempo simplemente transcurre y que se envejece sin satisfacer las contingencias brindadas al nacer. Éstas son personas que han fallado en aplicar las destrezas personales necesarias, para hacer de la vida un flujo creativo de experiencias satisfactorias. Sintiéndose, al final, displicentes y aún hastiados.Las personas con iniciativa, por su parte, encuentran significado en el empleo de sus conocimientos y habilidades. Las que aplican para su propio crecimiento y el bienestar de los demás — por lo general, les gusta su trabajo y lo desempeñan satisfactoriamente.
VIII. Integridad del ego frente a la desesperación.
Mientras que envejecen y se jubilan, algunas personas acortan su productividad, tomando la vida como personas sin propósito especial. Durante este período se evalúan los logros completados y se alcanza la integridad final, si tal evaluación es positiva.
Pero, si la vida se concibe como improductiva, los que llegan a esta etapa sienten compunciones por fallos pasados, o se resignan a admitir que no lograron ciertas metas que trazaran, juzgándose descontentos con la vida, conduciendo hacia la angustia existencial, lo que a menudo resulta en la depresión.
Prosiguiendo
En esta lección ya hemos cubierto las etapas del desarrollo epigenético psicosocial, como las concibiera el gran pensador y psicoanalista Erik H. Erikson.
La adolescencia: invención humana
Uno de los conocimientos que aquí aplicamos es el concepto de que la adolescencia, como etapa del desarrollo — quizás siendo la que despierta, en todos, el mayor interés — no es más que una invención cultural humana que puede ser resumida en el aforismo: "La pubertad es obra de Dios, mientras que la adolescencia es obra del ser humano".
Lo antedicho puede ser traducido de la siguiente manera
La pubertad o pubescencia se refiere al proceso de cambios físicos y psicológicos por virtud de los cuales el cuerpo del niño se transforma en un adulto, capaz de la reproducción sexual. El crecimiento se acelera en la primera mitad de la pubertad, y alcanza su desarrollo al final de la misma. Las diferencias corporales entre niños y niñas antes de la pubertad son esencialmente resumidas en la morfología de sus genitales. En su sentido estricto, el término "pubertad" se refiere a los cambios físicos en la maduración sexual, más que a los cambios psicosociales y culturales que esto comporta.
La adolescencia, por su parte — período de dependencia prolongada — consiste en la suma de todas las reacciones psicológicas que repercuten como consecuencia de los cambios corporales de la pubertad y de la continuación, en un cuerpo sexualmente maduro, de las dependencias de una niñez, no tan remota.
Erikson, aptamente, designó este período como uno de moratoria emocional.
Para muchos, ésta es una etapa de dialéctica moral e intelectual que a veces entra en conflicto con las enseñanzas y valores de los padres, los que, a menudo, terminan en rebeliones de resolución simple y en ocasiones en rebeliones de índoles severas — ¿Quién había dicho que la vida era simple?
La gordura como rebelión evolutiva, epigenética y psicosocial.
Pregunta: ¿Rebelión a ser flacos o rebelión a acatar los valores de los padres?
Respuesta: Quizás, rebelión a ambas cosas.
Preguntémonos: ¿quién desea, realmente, ser gordo?
Respuesta: Por alguien, el Aga Kahn, lo quisiera, porque sus seguidores, anualmente, le otorgaban su peso en diamantes, para alabarlo.
¡Ser gordo paga! Nos diría, de estar vivo, el Aga Kahn.
Pero, Oprah, la multimillonaria de fama en el mundo de la televisión norteamericana, no lo desea, ya que, recientemente, se quejaba, de que en diciembre del 2008, recuperó las sesenta libras que había perdido — logrando entrar en la zona aborrecida de las doscientas libras que antes pesara — lo que hizo, no obstante de contar con un equipo de "profesionales" dedicados exclusivamente a preservar su esbelta figura.
"Me avergüenzo de mí misma", Oprah confesó al mundo de las candilejas. Pero seguirá comiendo, porque, a la comida, ella admite, es adicta.
¿Adicción o epigénesis?
En mi ponencia La Neurobiología de la Psicoterapia: La Sinapsis en Acción, se estudia el caso de una paciente en el que se detalla un proceso que muchos consideran un fenómeno común de la adolescencia normal: La rebelión de la adolescencia. En este caso, Sybil, la paciente en cuestión, cae víctima de un episodio de anorexia nervosa con otros síntomas asociados, para lograr definirse a sí misma como persona.
El Aga, laborando
Al respecto, Anna Freud, de manera notable, ha expresado que para la progresión saludable de la adolescencia, cualquier forma de rebelión, aunque sea vía una enfermedad, es "natural", y, cuando ésta no esté aparente. Que el terapeuta sagaz, debe de tratar de encontrarla.
La rebelión normativa de la adolescencia mejor se entiende de la siguiente manera:
Todos aceptan, que el propósito mayor de los adolescentes en las culturas donde esta etapa del crecimiento existe — como sucede en las nuestras — es el desarrollo de una identidad independiente y separada de la de los padres. Para lograrlo, éstos tratan de establecer roles más serios y de redefinir sus relaciones con sus progenitores, intentando ser menos dependientes de ellos. Para lograr este propósito, a veces conflictos surgen, ya que cada generación trata de aferrarse a sus principios. Esto último puede resultar en que se evidencien resistencias, que pueden interpretarse como rebelión, desafíos, descontentos, agitación e intranquilidad.
Para complicarlo más, los adolescentes aun perciben el duelo que resulta de las añoranzas que sienten por la niñez perdida, compuesto por el efecto de cambios hormonales que intensifican los afectos deprimidos, característicos de algunos jóvenes en esta parte de sus vidas.
Para otros la rebelión toma la forma exuberante del uso de atuendos no-conformistas, de tatuajes, de perforaciones del cuerpo para poner adornos, del uso del tabaco u otras drogas y de la asociación con personas que los padres consideran indeseables para sus hijos.
Pero, para todos, dentro de los límites de la cordura y la sensatez, una dosis de esta rebelión es saludable y es preferible que los padres aprendan a aceptarlo, mientras que navegan estas aguas turbulentas.
Adolescencia temprana. Kuna, San Blas. Panamá
María Elena
Conoceremos a María Elena en este segmento. Mujer joven de quince años que había dietado repetidamente, desde que fuera niña. Cuando nos conocimos pesaba 211 libras con un índice de masa corporal de 34.
Nació la última de tres hijos. Los dos mayores eran varones, quienes, a ella, le llevaban 15 y dieciséis años de edad respectivamente.
Siempre fue "gordita", algo, que sólo perturbaba a su atlética madre y hermanos. Los últimos lamentaban que sentían vergüenza por la corpulenta presencia de su hermana menor.
Cuando tuvo que ser operada por colelitiasis, complicación del sobrepeso, el cirujano le ofreció a los angustiados padres una de dos opciones: una cirugía bariátrica o una consulta psiquiátrica.
Alarmados por las restricciones impuestas por la cirugía y miedo a complicaciones posibles, los padres optarían por lo último.
Para María Elena la gordura no presentaba un asunto de importancia mayor, ya que era popular, tenía muchas amigas y, como estudiante era excepcional.
Aceptó la idea de empezar el Plan de ECHA, descrito en The Understanding, Prevention and Treatment of Overweight, acompañado por sesiones de terapia individual con una terapeuta de su mismo sexo. Ésta era persona mayor, de apariencia placentera y con un interés especial en motivar a la paciente a adherirse al régimen establecido para ella, ya que María Elena se había distinguido por no seguir ningún programa de reducción de peso que para ella hubiese sido planteado.
El comienzo de la terapia fue difícil, ya que la paciente insistía en que a ella le agradaba, "enormemente" comer y ser gorda.
La progresión en la reducción del peso fue insignificante por muchas agonizantes semanas. Cuando, aproximando la Semana Santa, época en que todos los dominicanos van a las playas, la joven paciente informó a la terapeuta que ella había obtenido que sus padres viajaran a los Estados Unidos, en lugar de ir a una casa costera que la familia alquilara en un famoso resort.
La terapeuta, sagazmente, le preguntó a la paciente si el viaje resolvería para ella el problema de ponerse un traje de baño para nadar, exhibiendo su figura en público.
Ruborizada, la joven admitió que así fuera, y que ella sólo nadaba en la piscina de su casa, a solas, y cuando nadie pudiese verla.
Entendiendo, por sus conocimientos adquiridos en la terapia, que María Elena tenía inhibiciones en la expresión de afectos negativos — los de enojo, principalmente — la terapeuta la invitó a que la paciente pensara en situaciones o personas que la hubieran encolerizado.
La lista, así obtenida, fue bastante larga. Lo que permitiera a la médica, interpretar si la aceptación, por parte de esta joven, de su obesidad, no sería una maniobra, inconsciente, para evitar romper la subordinación de los padres — ya que tenía dificultades para separarse de ellos y para adquirir un sentido de autonomía e independencia.
Durante el tratamiento y, a medida que los problemas del desarrollo psicosexual y psicosocial se resolvieran paulatinamente, María Elena asumió de manera voluntaria, y con verdadero entusiasmo, el problema de remediar su gordura.
Playa Juanillo. Punta Cana
En resumen
En este caso adaptamos algunas de las ideas de Hilde Bruch cuando postulara que, en algunos casos, la anorexia nervosa puede consistir en una búsqueda por independencia y control por parte de las pacientes.
En nuestra experiencia, de manera más sosegada, ésta es la ruta que toman muchos adolescentes de ambos sexos para resolver el dilema de sus existencias conflictivas.
Entonces, ser gordos, si no los hace felices — por lo menos — les organiza el ego, mientras que les proporciona sosiego espiritual.
Por ello, la psicoterapia es esencial como parte del proceso de perder de peso para todas las edades, ya que, siempre, resulta necesario solventar conflictos irresueltos del desarrollo del individuo en cuestión. Conflictos irresueltos que conducen al síntoma de la obesidad.
Siempre tengamos como propósito tratar al individuo que la padece, con la enfermedad de que sufre, en lugar de tratar el diagnóstico, con que el paciente se presenta.
Ésta consiste en la mejor de las formas de ejercer la medicina en todas sus formas.
Juanillo en el crepúsculo
Bibliografía
Erikson, E: (1963) Childhood and Society Norton
Erikson, E: (1968) Identity Youth and Crisis Norton
Erikson, E: (1980) Identity and the Life Cycle Norton
Larocca, F: (2007) El Caso Difícil Número 16 – La Depresión Suicida de los Niños en monografías.com
Larocca, F: (2007) Adolescencia: ¿Quo Vadis? en monografías.com
Larocca, F: (2008) Las Teorías de Erik H. Erikson en monografías.com
Larocca, F: (2008) La Neurobiología de la Psicoterapia: La Sinapsis en Acción (en proceso de publicación)
Freud, A: (1937). The Ego and the Mechanisms of Defence. Hogarth Press
Freud, A: (1964) Writings of Anna Freud Internat. Univ. Press
Bruch, H: (1957) The Importance of Overweight Harvard
Larocca, F: (2007) La Anorexia Nervosa: La Realidad y los Hechos: Así Hablan los Expertos en psikis.cl y en monografías.com
Larocca, F: (2007) The Understanding, Prevention and Treatment of Overweight en monografías.com
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |